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NO ASISTENCIA DE PRESIDENTE DEL SENADO A REUNIÓN CON PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE BRASIL
El señor QUINTANA (Presidente).- Antes de partir con la presentación de la Senadora señora Goic, le voy a dar la palabra al Senador señor Moreira, quien la había solicitado con anterioridad.


El señor MOREIRA.- Señor Presidente, solo quiero dejar constancia de que usted, como máxima autoridad de la Corporación, independiente de las diferencias políticas que podamos tener, nos representa institucionalmente.
Usted puede aceptar o no una invitación del Presidente de Chile, decisión que se le respeta, pero las razones que ha dado para no asistir a un almuerzo al que se lo invitó representan, a mi juicio, una actitud muy poco republicana, porque hizo una crítica política a propósito de una invitación de nuestro Primer Mandatario al Presidente de Brasil.
Jair Bolsonaro, más allá de las connotaciones que tiene, es el Presidente de un país con el cual hemos mantenido relaciones diplomáticas por décadas.
Creo que no hay que confundir las cosas.
A mí -y quiero dejar constancia de ello- no me parecen las explicaciones que usted, señor Presidente, ha dado públicamente.
Como señalé, usted puede desistir de una invitación. Sin embargo, el día de mañana, cuando nosotros, en un corto plazo, seamos mayoría y uno de los nuestros esté sentado en su lugar, le parecerá muy mal que el Presidente del Senado se pare y diga que no va a asistir a una reunión a la que fue invitado por determinado Presidente de izquierda.
Creo que no hay que confundir las cosas.
Yo lamento mucho su decisión, señor Presidente, y creo que todos los brasileños merecen un poco más de respeto de parte de este Senado.
El señor QUINTANA (Presidente).- Usted, señor Senador, es miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores. ¿Está en condiciones de decirme si la visita del Presidente Bolsonaro es de carácter protocolar o de carácter de Estado?
El señor MOREIRA.- Es oficial.
El señor QUINTANA (Presidente).- De acuerdo, pero las visitas pueden tener distintos caracteres. No creo que eso esté tan despejado.
Lo que pasa es que nos hubiese gustado también, al momento de asumir muchos temas de política exterior -la cual, desde luego, es conducida por el Presidente de la República- que las Comisiones de Relaciones Exteriores, como la que usted integra, hubiesen sido escuchadas en distintas materias sensibles.
La decisión que ha tomado la Mesa no es la primera que se adopta respecto de este tipo de reuniones y de otras. Y, por supuesto, le manifesté hoy día al Ministro Chadwick, en forma muy respetuosa, las razones por las cuales nos excusábamos.
Me ha pedido la palabra el Senador señor Pizarro.


El señor PIZARRO.- Señor Presidente, la verdad es que usted ya dio una explicación.
Creo que el tema más de fondo es lo que está sucediendo en América Latina y lo que está ocurriendo en Chile con lo que puede ser la estrategia de una política exterior de Estado que busque cumplir con los objetivos permanentes que tiene nuestro país en materia de integración, de cooperación, de defensa de los derechos de las personas, de las libertades, de la democracia, y que, lamentablemente, es algo que en el último tiempo se ha usado más para política interna que externa.
Por lo tanto, no debe extrañar que quienes ejercen responsabilidades institucionales también puedan opinar al respecto. Es lo que usted, señor Presidente, ha hecho en este caso. Y es lo que, por lo demás, le hemos escuchado al Presidente de la República y al propio Canciller, quienes han entrado en una lógica que, al menos quienes formamos parte de la oposición al Gobierno, no compartimos.
En la Comisión de Relaciones Exteriores este tema se ha discutido. Su Presidente, el Senador Insulza, planteó la necesidad de tener un debate más estructurado en esta materia, porque, más allá de lo que pueda pensar cada cual, no solo estamos hablando de la visita de un Jefe de Estado, sino que lo que aquí está en juego y en discusión es la manera como se está implementando una política internacional por parte de nuestro país, la cual debe ser coherente con los objetivos permanentes que Chile tiene. Y es lo que hay que cuidar.
Yo no sé si en la reunión de Comités se planteó la posibilidad de realizar una sesión especial sobre el tema, donde podríamos debatir con los distintos colegas qué puede ser mejor en materia de política exterior, con la presencia, lógicamente, del señor Canciller o de quienes el Gobierno estime convenientes, para un análisis desde el punto de vista político.
Gracias, señor Presidente.
El señor QUINTANA (Presidente).- Efectivamente, en la reunión de Comités se adoptó el acuerdo de celebrar una sesión especial el próximo miércoles 3 de abril, a las 12, a la cual se invitaría, por supuesto, al señor Canciller, quedando pendiente solamente que la Comisión de Relaciones Exteriores señalara con mayor precisión cuál sería el alcance de esa sesión especial. Pero esta, a petición del Senador Insulza, que encabeza dicho organismo, y hoy por este Presidente, ya fue acordada por los Comités.
Tiene la palabra el Senador señor Lagos.
El señor COLOMA.- Yo también la pedí, señor Presidente.
El señor QUINTANA (Presidente).- Así es. Están inscritos igualmente los Senadores señores Coloma y Guillier.
El señor BIANCHI.- ¿Vamos a abrir un debate sobre el tema, señor Presidente?


El señor LAGOS.- Señor Presidente, a partir de la intervención del Senador que antecedió en el uso de la palabra al colega Pizarro, me permito expresar que lo que está ocurriendo ahora tiene un contexto.
Para decirlo en términos telegráficos y no tomar mucho tiempo, baste con indicar que desde 1990, año en que se recuperó la democracia, hasta el inicio del Gobierno del Presidente Piñera, nunca, nunca y tres veces nunca se había alterado la política exterior de la forma en que se ha hecho durante esta Administración.
No desconozco las atribuciones constitucionales que posee el Presidente de la República para llevarla a cabo, pero lo que no resulta discutible a estas alturas es que la política exterior de Chile tenía una característica, no compartida por otros países del mundo, en cuanto a que la conducción de la política exterior recayera en el Primer Mandatario y a que, en general, existiera una disociación -si ustedes quieren- respecto de los temas domésticos o nacionales internos, porque había una visión compartida en un espectro bastante amplio.
Sin embargo, cuando la política exterior empieza a tener un elemento utilitario de política doméstica se genera como consecuencia que uno pueda juzgar asistir o no a determinado evento, apoyar o no a cierto acuerdo internacional, en función de los réditos o de los impactos domésticos que eso puede acarrear, al margen de una mirada más extensa, que es la que habíamos logrado mantener en los distintos Gobiernos, incluido el del Presidente Piñera en su primera administración.
Lo ocurrido acá con el Acuerdo de Escazú, con el Pacto Mundial sobre Migración, ha tocado una tecla -si me permiten decirlo- populista, en el sentido más sano del término, que nos desperfila de nuestra política exterior. Y eso pone en contexto la decisión que está tomando la Mesa, la cual, además, a mi juicio, es respaldada por varios Senadores presentes.
Entonces, me parece que amerita una reflexión saber cuántos de los que ocupan cargos colectivos o colegiados tienen esa flexibilidad. Y pienso que, en este caso, se cumple ese requisito.
Está bien, pero no debemos perder el tema de fondo: hubo una autoridad que decidió poner en clave doméstica la política exterior de Chile. Y eso no es gratis. No es que no tenga costos afirmar: "Escazú, ¡por ningún motivo!", ni referirse al Pacto Global de Migraciones diciendo que los que apoyan a los narcotraficantes o a los delincuentes son unos, "y yo defiendo a los chilenos con machete en la frontera".
En consecuencia, cuando ocurren situaciones como estas, no nos extrañemos. Lamentablemente, eso va a seguir repercutiendo en otras áreas de nuestra política exterior.
Entiendo, señor Presidente, que esta discusión la vamos a tener más adelante, seguramente. Pero producto de la intervención de un Senador que abrió este tema no podemos quedarnos callados en este ámbito.
Una tradición no es una tradición porque sí; ella tiene un valor. Hay países como Estados Unidos, o el Reino Unido con el Brexit, que enfrentan situaciones de política exterior y las traducen en política interna. Esa es su decisión. Y también ocurre en América Latina. No era nuestro caso, pero ahora entramos en ese terreno, en el que no habíamos ingresado nunca. Y eso tiene otras consecuencias.
Muchas gracias.
El señor QUINTANA (Presidente).- Señores Senadores, hay varios inscritos para intervenir, y creo que deberíamos cerrar este debate.
El señor COLOMA.- ¡No, no! Hagamos el debate, nomás.
El señor ALLAMAND.- Sí, señor Presidente. Discutamos.
El señor QUINTANA (Presidente).- Conforme.
Eso sí, quiero confirmar que el Presidente Bolsonaro viene en visita oficial y no en visita de Estado. Por lo tanto, el Senado no tiene obligación de participar.
Tiene la palabra el Senador señor Coloma.


El señor COLOMA.- Señor Presidente, yo encuentro extraordinariamente grave lo que están planteando tanto usted como el Senador que me antecedió en el uso de la palabra.
Este es el Senado de la República, una institución que no se funda en el gusto político de una mayoría en determinado momento.
Tenemos una historia, tenemos una tradición y tenemos un rol. Y no encuentro que exista precedente sobre una eventual venganza política contra el Presidente de la República, alternativa uno -como sugiere el Senador que me antecedió en el uso de la palabra-, por no haber aprobado el Acuerdo de Escazú o el Pacto Mundial sobre Migración.
El señor LAGOS.- ¡Falso! ¡Eso no es así!
El señor COLOMA.- O, alternativa dos, señor Presidente, respecto a una razón ideológica, en el caso de su declaración en el sentido de que no concurrirá, como tampoco el Vicepresidente, por motivos políticos.
Lo anterior constituye una fórmula completamente impropia de representar las instituciones republicanas, ¡completamente impropia!
Aquí lo que corresponde es entender que el Presidente de la República existe. No es una pantomima ni un anexo. Él representa al país, y en esa calidad invita a otras autoridades. Así funciona el famoso multilateralismo. ¡Pero ustedes quieren -por su intermedio, señor Presidente- multilateralismo para solo un lado, nomás...!
El señor LAGOS.- ¡Para todos lados!
El señor COLOMA.- Cuando el mandatario de Brasil no es del gusto político de ustedes -no es una persona que a mí me represente especialmente, como he dicho públicamente-, entonces, ya no es multilateralismo.
Por lo tanto, se aplica, alternativa uno, venganza contra el Presidente de la República por no haber aprobado proyectos que legítimamente puedan no gustarles; o, alternativa dos, venganza política por no ser de Izquierda.
Es decir, ¿hay que ser de Izquierda para que usted, señor Presidente, vaya en representación del Senado a los almuerzos y comidas oficiales del Estado de Chile? ¿Esa es la señal que usted quiere dar? Se lo digo directamente, porque no tengo otra forma de referirme al tema.
Ello me parece el peor de los precedentes.
Señor Presidente, en mi calidad de Vicepresidente tuve que representar a la Cámara de Diputados, y el Primer Mandatario, el señor Aylwin, me pidió recibir a muchas personas que eran de mis antípodas políticas. En momentos complejos, nunca dude de que yo, Juan Antonio Coloma, no actuara como miembro de un partido político. Entendí que era una fórmula de representar a una institución.
Confundir los gustos políticos con la representación del Estado es lo peor que puede ocurrir dentro de una sociedad democrática. Y lo que se está haciendo ahora no es un desaire al Presidente Piñera, no es un desaire al Presidente de Brasil, ¡es un desaire al Senado de Chile, a la institución!
¡Nunca he visto a un Presidente del Senado que haya tomado una actitud de ese tipo, ni menos tres o cuatro días después de haber asumido el cargo!
Por eso, señor Presidente, yo hago una protesta formal, en lo que valga. No es que estemos en la tiranía de no poder argumentar porque se tiene un voto menos y con eso se va a perder una votación. ¡No! Se trata de un requerimiento moral, en el sentido de que no se puede utilizar un cargo que tiene una naturaleza reglamentaria y constitucional distinta para hacer un sesgo político respecto de lo que a uno le gusta o no le gusta.
Ello, desde mi perspectiva, es algo vergonzoso que no esperaba ver, y se lo represento formalmente, señor Presidente.
El señor QUINTANA (Presidente).- Está bien, Senador señor Coloma.
Tiene la palabra el Honorable señor Guillier.


El señor GUILLIER.- Señor Presidente, deseo apoyarme de las expresiones del Senador Coloma para decir exactamente lo contrario.
Desde que volvimos a la democracia, los Presidentes de la República han sostenido una política multilateral de apertura a todos los países sin discriminación por bloques ideológicos; una política de representación de la visión del Estado de Chile de la cual el Primer Mandatario es el responsable, no como su autor exclusivo, sino como representante de un consenso nacional de apertura, de respeto a las instituciones internacionales, de moverse en el marco de los acuerdos y tratados internacionales y de ser parte del mundo.
Y precisamente lo que ha hecho el Presidente de la República, Sebastián Piñera, es quebrar ese consenso, actuando unilateralmente mediante una política que se involucra en los conflictos de países vecinos, incluso en actitudes que sondean y bordean intentos golpistas.
Yo no estoy de acuerdo con lo que está pasando en algunos países de América Latina. Siento que son situaciones graves que requieren resolverse democráticamente. Pero Chile debe estar en la solución y no haciéndose parte de conflictos ajenos. Ya nos pasó con Colombia, y ahora nos está pasando con Venezuela.
Por lo tanto, lo que fue un consenso, ya no es un consenso: es la política de un Gobierno ideologizado, que está cayendo en los mismos defectos que les atribuimos a países vecinos, en el sentido de que cada vez que tienen problemas internos comienzan a azuzar conflictos con los vecinos para sacar ventajas.
Esa falta de seriedad, ese quiebre, es de extrema gravedad. Y una consecuencia de aquello es la situación a la que asistimos ahora.
Por lo tanto, señor Presidente, pienso que urge celebrar una sesión especial, pero con el carácter del peso del Senado de la República, para que las autoridades encargadas de las relaciones exteriores de Chile rindan cuenta de por qué quebraron ese consenso y cuáles fueron sus argumentos y razones.
Ello, a fin de que nuestro país vuelva a recuperar lo que le dio credibilidad a su política: que sin importar quien gobierne exista una política del Estado de Chile, democrática, que se exprese en los espacios multilaterales.
Pero hoy no es así.
A mí me preocupa esta situación, porque lo que está realizando el Presidente de la República, al alterar ese consenso y esos acuerdos, es mucho más grave que lo que pueda decidir la Mesa del Senado, y es lo más serio que nos ha ocurrido en materia de política exterior desde el regreso a la democracia.
Muchas gracias.
El señor QUINTANA (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Kast.


El señor KAST.- Señor Presidente, además de manifestarle y reiterarle mi preocupación por que este Senado no esté presente en un acto republicano con una democracia vecina ante la visita de un Primer Mandatario (cuyas visiones, tal vez, no nos simpatizan a muchos completamente, pero que claramente representa democráticamente a su país), quiero señalarle que me parece del todo grave la señal que está dando usted como Presidente del Senado.
Adicionalmente, considero grave que algunos colegas sostengan que se está quebrando un consenso respecto a la mirada internacional del país.
¡Qué consenso más importante que defender los derechos humanos! ¡Qué consenso más importante que tomarse en serio los tratados internacionales y poder discernir, debatir, manifestar no estar de acuerdo con algunos de ellos y aprobar otros!
Por lo tanto, esa lógica de señalar que el Presidente Piñera estaría utilizando la política internacional con fines internos, honestamente, la encuentro lamentable.
Aquí hay un Primer Mandatario que ha tenido una postura en materia de derechos humanos consistente en el tiempo, y que está levantando la voz por un país que, además, sufrió la violación de los derechos humanos en el pasado.
Por consiguiente, no corresponde estar hoy día espantados porque él levante la voz y busque, efectivamente, que a nivel regional tengamos una sola voz. Honestamente, me parece que eso no tiene nada que ver con la política interna, sino con una tradición en materia de derechos humanos, en la que nuestro país ha tenido una sola línea.
Además, desde que volvimos a la democracia distintos gobiernos han levantado la voz, a veces con mayor fuerza, a veces de manera más tenue. Y si bien a algunos les molesta que el Presidente Piñera esté levantando la voz en esta materia en forma seria, incluso convocando a Prosur para que efectivamente tengamos mayores relaciones diplomáticas con todos los países de Latinoamérica, honestamente quiero dejar constancia, señor Presidente, de que no comparto su decisión de no asistir.
Asimismo, me parece lamentable que aquí se hable como si en nuestras relaciones internacionales se estuviera quebrando un consenso.
Es todo lo contrario.
Ojalá que la forma de trabajar en relaciones internacionales siempre sea con altura de miras. Creo que es lo que el Presidente de la República ha impulsado.
El señor QUINTANA (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Girardi.


El señor GIRARDI.- Señor Presidente, más que criticar al Presidente Piñera, deseo señalar que, a mi parecer, si los parlamentos del mundo hubieran levantado la voz en muchas oportunidades contra situaciones que demostraban un conflicto profundo con los valores que se quieren profesar en una democracia liberal, sea de Izquierda o de Derecha, tal vez habríamos evitado numerosas situaciones dolorosas. Y así habría ocurrido frente al nazismo, frente a Mussolini, frente a los Dutertes.
Creo que acá hay un tema valórico.
Entiendo perfectamente que las declaraciones de un líder político que promueve abiertamente la homofobia, la violencia contra las mujeres, que dice que si él tuviera en frente a un delincuente le dispararía o que valoraría que lo hicieran sin mediar un proceso, sean consideradas por el Presidente de un Senado como una forma de populismo.
Hay muchas formas de populismo. Si no ponemos atención, este mundo será gobernado por los populismos, por las plataformas. Serán reemplazados los sistemas democráticos.
Me parece relevante, señor Presidente, que usted levante la voz frente a un tema valórico. Pienso que ese tipo de dirigentes le hacen mal a la humanidad, le hacen mal al planeta. Yo no iría a ninguna reunión con el señor Duterte, que anda asesinando a diestra y siniestra. Es un tema de convicciones, que puede ser compartido o no.
Asimismo, estimo correcto que un Senado no tenga una actitud de pragmatismo y que finalmente su Presidente haga adhesión a sus principios y a sus valores democráticos, particularmente cuando hay visiones y actitudes que ponen en cuestión esos principios democráticos fundamentales que se relacionan con algo de lo más esencial: el respeto a los derechos humanos.
Entonces, yo sí cuestiono una visión.
No vivo en Brasil, no soy ciudadano brasileño, pero lo que se ha planteado pone en cuestión elementos fundamentales del respeto a los derechos humanos. Y si hay algo esencial, por lo menos para mí, es el respeto a los derechos humanos.
También creo que Chile mantuvo mucho silencio respecto al régimen venezolano, y que actuamos tardíamente. Claro, hubo consideraciones de todo tipo; pero, evidentemente, lo que enfrentamos en ese caso es una dictadura.
Yo recuerdo que hace bastantes años, cuando Chávez quiso que Venezuela entrara al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, fui de los pocos que se opusieron, porque no me gustaban los militares o los demócratas que usaban bota militar.
Nos mantuvimos en silencio por diversas consideraciones. Pero las consideraciones que no se tuvieron fueron las esenciales, las fundamentales, que eran, justamente, qué tipo de valores queremos poner en acción, promover, y a cuáles queremos adherir.
Así que, señor Presidente, yo respeto su posición.
Me parece que un Senado como el nuestro debe debatir estos temas y defender una posición, pues no queremos que en algún lugar del planeta existan líderes que sean homofóbicos, que violenten a las mujeres, que tengan actitudes racistas.
Para mí eso es fundamental. Y no me importa si son de Izquierda o de Derecha. En el pasado hicimos demasiado ese tipo de cálculos, y muchas veces obviamos lo esencial.
Ahora, respecto a la política exterior, es el Presidente quien la lidera. Y yo le pediría que hubiera mayor coherencia. Por ejemplo, vamos a organizar la COP25. El planeta vive una devastación, sufrirá una catástrofe y no tenemos conciencia de eso. Los últimos informes internacionales dicen que la temperatura subirá 3 grados, pero no estamos tomando conciencia de la amenaza que eso significará para la vida humana, y no queremos firmar el Acuerdo de Escazú.
O sea, también la coherencia es importante.
Yo pienso, señor Presidente, que usted tiene un rol distinto al del Primer Mandatario, justamente el de afianzar un cierto apego a los valores fundamentales de los derechos humanos y un cierto fortalecimiento de estos, que queremos poner como centrales, como inmodificables y como los que se deben profundizar.
Por lo tanto, como miembro del Senado, no me hace cuestión que en esa dimensión un Presidente diga: "Quiero comunicar una visión, un punto de vista y lo hago a través de un gesto, a través de un acto", que es totalmente republicano, pro derechos humanos, y del todo pertinente en la situación que estamos viviendo aquí y en el mundo.
El señor QUINTANA (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Allamand.


El señor ALLAMAND.- Señor Presidente, quiero intervenir en este interesante debate para dejar constancia de mis puntos de vista.
Yo comparto la opinión que han vertido diversos representantes de las bancadas de Gobierno, en términos de que su decisión de no concurrir a esta invitación es un doble agravio.
En primer lugar, creo que es un agravio a Brasil, un país con el cual históricamente Chile mantiene estupendas relaciones, y que debe mantener y proyectar hacia el futuro. Y, en segundo lugar, pienso que deja al Senado en una situación de ausencia y de falta de representación en una visita oficial, lo que a todas luces no se justifica.
El Senado debe estar presente en estas actividades oficiales. Pero, sobre todo, me parece que las razones que se dan para esta ausencia tampoco tienen adecuada justificación.
No validaré algunas declaraciones profundamente desafortunadas del Presidente Bolsonaro emitidas en el pasado. Sin embargo, creo que de ahí a compararlo con dictadores de tomo y lomo hay una gigantesca diferencia.
Por lo tanto, señor Presidente, repito que no se justifica su decisión, que, por lo demás, compromete a esta Corporación.
A la vuelta de la semana regional tendremos una sesión especial precisamente para tratar la política exterior de Chile. Pero, como ha sido traído a colación, simplemente quiero hacer uso del argumento.
Aquí se dice que el Presidente de la República ha roto con una tradición: la del consenso en la política exterior. Pero también se puede argumentar exactamente a la inversa y preguntarse quién es el que ha roto la política de unanimidad en esta materia, porque lo que ha ocurrido es que, en forma también sin precedentes, han sido los miembros de la Oposición los que han impugnado o, simplemente, rechazado la política que el Primer Mandatario, de acuerdo con la Constitución, lleva adelante.
En consecuencia, si se trata de romper un consenso, a lo menos hay que asumir que ambas partes poseen idénticas responsabilidades. Alguien podrá decir: "El que tiene responsabilidad es el Presidente, que no escucha a la Oposición", y, por otro lado, "Es la Oposición la que no escucha al Presidente".
En todo caso, pienso que hay que estar preparados para una política exterior que sea objeto de controversia, y creo que eso no nos debe preocupar. Eso sí, debemos hacer un esfuerzo por mantenerla en el nivel que corresponde.
El señor QUINTANA (Presidente).- Tiene la palabra la Senadora señora Provoste.


La señora PROVOSTE.- Señor Presidente, ha sido relevante colocar este punto de vista en la Sala, porque ha permitido realizar un debate mucho más profundo que una invitación más a una actividad.
Asimismo, nos hemos podido situar claramente en que Chile se había destacado como país serio, confiable, al no hacer política interna con los problemas internacionales. Y ese valor, que nos había acompañado durante tanto tiempo, rápidamente se ha desperdiciado.
Este Gobierno, como ya lo han dicho Senadores de la Oposición que me han antecedido, rompió una importante tradición, transformando un problema internacional en una herramienta pequeña con el propósito de buscar dividendos políticos menores.
Y, junto con eso, hemos escuchado intervenciones en que Senadores de Derecha intentan levantarse ahora como paladines de los derechos humanos y la democracia, en circunstancias de que durante la dictadura de Pinochet no hicieron nada.
Sinceramente, a una parte importante de los que han hablado me cuesta creerles su defensa en materia de derechos humanos. Muchos fueron cómplices activos de la dictadura; siempre han privilegiado los derechos económicos por sobre cualquier otro derecho, y en todo momento estarán dispuestos a correr a los cuarteles frente a cualquier situación que les pueda afectar sus derechos.
Su falta de vocación democrática y de respeto por los derechos humanos se advierte claramente en el caso del Presidente Frei Montalva, pues sus voces han estado absolutamente ausentes.
Con toda sinceridad, quiero decir que pienso que a muchos de ellos no les importa lo que ocurre en Venezuela. Solo les interesa la ganancia política y ver qué pueden obtener de la difícil situación que hoy vive el país respecto de los compromisos que no se han cumplido.
Por todo lo expuesto, apoyo la decisión de la Mesa.
El señor QUINTANA (Presidente).- Tiene la palabra el Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, Senador señor Insulza.


El señor INSULZA.- Señor Presidente, en verdad, en esta discusión se están mezclando demasiadas cosas. De modo que primero me gustaría aludir a lo que se ha dicho, para luego volver al tema que se planteó.
En primer lugar, se ha hablado de Venezuela. Y, en mi opinión, las declaraciones que sobre el particular muchos de nosotros hemos firmado aquí, en el Senado, han sido bastante claras. Hemos planteado sin ningún problema que en ese país hay una dictadura, y nadie se ha muerto por eso. No obstante, los parlamentarios de Derecha señalaron que nosotros no íbamos a calificar al gobierno de Venezuela como dictadura, lo cual es una mentira.
Ahora bien, ¿por qué consideramos al gobierno de esa nación una dictadura? Porque definimos las dictaduras como lo que son.
En Brasil hubo una dictadura bastante brutal durante muchos años. Y tengo entendido que la persona de la que Sus Señorías hablan, siendo Presidente de Brasil -no me estoy refiriendo a sus afirmaciones anteriores- ha expresado que la dictadura brasileña representó un gran momento para su nación.
Y no solo eso: cuando viajó a Paraguay recordó con entusiasmo y cariño el gobierno de Alfredo Stroessner.
Entonces, ¿de qué lado están las posturas del Presidente de Brasil? Y no se trata de que unas cosas las haya dicho antes y otras después, como afirmó el Senador Allamand.
Varios Honorables colegas han recordado acá sus comentarios acerca de las mujeres.
¡Cómo olvidar lo que ha señalado en cuanto a la gente de color! Él sostuvo alguna vez haber educado lo suficientemente bien a sus hijos como para que no se metieran con gente de color.
¡Ese es el personaje que llega! ¿Y uno tiene que aceptarlo necesariamente? Francamente, no lo creo.
Yo soy muy defensor de la democracia y de la libertad de expresión. Pero hay cosas que no forman parte de la libertad de expresión.
No creo que los discursos de Hitler puedan ser reproducidos en nombre de la libertad de expresión. Hay países en los cuales ello se hace. Sin embargo, eso no me parece adecuado.
Pienso que no existe obligación de rescatar, en nombre de la democracia y de la libertad de expresión, opiniones completamente hirientes para mucha gente, gestos de odio racial, de odio xenofóbico, de odio político.
Esto es lo primero que quería plantear, señor Presidente.
Por lo tanto, en nombre de mi bancada, respaldo plenamente a la Mesa del Senado en su decisión.
En seguida, vamos a hablar de política exterior. Y lo haremos en serio, pues aquí se ha dicho que el Presidente Piñera no ha cambiado nada en esta materia.
Yo no sé si eso es así. Pero, entonces, ¿por qué no se ha aplicado el artículo 6 de la ley orgánica del Ministerio de Relaciones Exteriores, que establece el Consejo de Política Exterior, el cual, entre otras cosas, tiene por obligación preocuparse de velar por la unidad de la política exterior de nuestro país?
Yo les pregunto a Sus Señorías: ¿a esto llaman "unidad de la política exterior del país", porque es algo que proclama el Presidente de la República?
Todos nosotros, no solo la gente vinculada con los antiguos gobiernos de la Concertación, sino que nuestra nación entera, le legamos al Presidente Piñera una política exterior. Ella se basa en algunas decisiones que se tomaron en determinado momento y que todo el mundo compartía. Pudimos haber adoptado una conducta, por ejemplo, parecida a la de nuestros amigos de Bolivia, quienes tienen un solo tema de política exterior: el mar.
Eso es válido. Hay varios países que hacen exactamente lo mismo.
Sin embargo, optamos por meternos de lleno en el sistema internacional, en el mundo del multilateralismo, donde realmente podemos lograr las cosas.
Tenemos el drama de toda nación intermedia, que necesita del mundo hoy día y que no cuenta con la fuerza necesaria para conducirlo por su cuenta. Debemos ir a los organismos internacionales. Por eso adherimos al Derecho Internacional, el cual es una parte fundamental de la política exterior de Chile. ¡Cómo no lo va a ser si todas nuestras fronteras están fijadas por tratados! Y nosotros le estamos dando la espalda.
Inventamos el acuerdo de Escazú, y lo dejamos de lado.
Se va a formular una declaración en materia de política migratoria que el mismo Presidente saludó, y también la dejamos de lado.
Estamos vacilando, no respecto de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer como se ha dicho por ahí -porque ella ya se encuentra felizmente aprobada y sacralizada-, pero sí acerca del mecanismo verificador de la política de los países hacia la mujer, el cual puramente recomienda, puesto que la soberanía de las naciones vale en este caso. Y tampoco hemos señalado si nos vamos a mantener en esto o no.
¿Y Sus Señorías dicen que aquello no es cambiar la política exterior?
¿Dónde están los consensos en el ámbito de la política exterior que siempre nos orientaron?
La ley que mencioné la aprobó todo el Senado. Se publicó en el Diario Oficial hace un año, y todos la votaron a favor. ¿No creían en la unidad de la política exterior? ¿No creían que era necesario velar -así señala la norma respectiva- por la unidad de la política exterior?
Señor Presidente, digamos las cosas en forma clara: tenemos un grave problema en política exterior, y lo vamos a discutir a la vuelta de la semana regional.
Todavía se halla latente la situación que vive Venezuela. No necesitamos discutir al respecto, pues el Senado ha condenado a ese gobierno muchas veces. Así que no me vengan con cuentos en esa materia.
Por último, no tenemos ninguna obligación de ir a rendirle homenaje, ni siquiera en señal de respeto, a una persona que piensa como lo hace el Presidente de Brasil.


El señor QUINTANA (Presidente).- Sin perjuicio de que les voy a dar la palabra a quienes la solicitaron, debo señalarle a la Sala que hemos hecho dos chequeos con la Cancillería -en estos temas hay que ser bien rigurosos- con relación a lo que muchos Senadores han planteado.
Efectivamente, esta visita del Presidente Bolsonaro es de carácter oficial. Como saben los miembros de la Comisión de Relaciones Exteriores, hay cuatro tipos de visitas: Visita de Estado, que puede realizar un Presidente o un Canciller; Visita Oficial; Visita de Trabajo y Visita Privada.
Entonces, esta no sería una Visita de Estado, sino una Visita Oficial. Y, según señala la norma pertinente del Reglamento de Ceremonial Público y Protocolo de Estado, al Senado no le cabe ninguna responsabilidad en dicha actividad.
De hecho, la invitación que se le extendió a su Presidente -lo digo para ser supertransparente- es solo para que asista a un almuerzo. No hay acto, ni anuncio, ni firma de documento alguno.
No es una actividad en que nuestra Corporación deba estar representada.
Considero pertinente hacer esa aclaración, pues el Ministerio de Relaciones Exteriores nos señaló que se trata de una Visita Oficial, de modo que el Senado no tiene ningún rol que cumplir en ella.
Tiene la palabra el Senador señor Pérez Varela.
El señor COLOMA.- ¡El Senado es más que eso!
El señor BIANCHI.- A estas alturas, yo no sé, señor Presidente.
El señor COLOMA.- ¡Debería estar presente!
El señor BIANCHI.- Debería.


El señor PÉREZ VARELA.- Señor Presidente, hemos escuchado con atención las intervenciones de los Senadores de Oposición para tratar de respaldar una decisión del Presidente de la Mesa que, sin duda, pone en cuestión a esta Alta Corporación.
Se han usado dos tipos de argumentos, y sería bueno que Sus Señorías se decidieran al respecto.
En primer lugar, algunos sostienen que no se puede ir al almuerzo en la Moneda por lo que es Bolsonaro. ¿Por qué? Porque Bolsonaro no es de Izquierda. Entonces, no hay que asistir.
El señor INSULZA.- ¡Por favor!
El señor LAGOS.- ¡Nadie ha dicho eso!
El señor HARBOE.- ¡No hay que falsear lo que se dijo!
El señor PÉREZ VARELA.- Toda la argumentación apunta a Bolsonaro: "No me gusta lo que dijo allá", etcétera. Pero el punto es el siguiente: Brasil es una república democrática; y Bolsonaro, nos guste o no, es el Presidente democrático de esa nación. De modo que el Senado de la República de Chile no puede propiciar un hecho que genere una controversia con el Jefe de Estado de un país amigo elegido democráticamente.
El titular de esta Alta Corporación, en su condición de Senador puede expresar las opiniones que quiera con relación al Presidente de una nación amiga. Pero en su calidad de Presidente del Senado le debe respeto a ese Jefe de Estado que visita nuestro país.
Me llama mucho la atención esta disquisición que se hace en torno al carácter de esta visita. Por primera vez se produce una discusión para ver si se trata de una Visita Oficial o una Visita de Estado.
Los Presidentes del Senado han estado en todas las visitas oficiales de cualquier Presidente extranjero, democrático o no, que haya venido a Chile.
Por lo tanto, es un daño para esta Alta Corporación el hecho de que su Presidente exprese, a través de un gesto de esa naturaleza, que no puede compartir con el Presidente de un país amigo como Brasil elegido democráticamente.
Aquello es algo indesmentible. Y -como digo- le provoca un perjuicio al Senado.
En segundo lugar, acá se ha hablado del quiebre de la política exterior de Chile.
¿Cuándo se quiebra más un consenso (me parece que este en ningún momento se ha quebrado): cuando se aprueba un golpe de Estado en Venezuela o cuando se busca ayudar humanitariamente al pueblo venezolano?
Entonces, ¿quién quebró el consenso acá?
Y aquello lo vimos hace menos de diez años, en que todos fuimos sorprendidos cuando el Gobierno de Chile -porque el Presidente de la República es quien dirige las relaciones internacionales- apoyó ese golpe de Estado.
Hoy día el Primer Mandatario -y se lo digo al Senador Guillier- no está en ninguna maniobra tendiente a producir un golpe de Estado en Venezuela. Y plantearlo de esa manera implica una falta de reconocimiento de la verdad.
Nuestro Presidente ha tomado el liderazgo en la búsqueda de una solución democrática para dicho país. Y ahí están los discursos de todos: del Secretario General de la Organización de los Estados Americanos (OEA); del Presidente de Colombia; de los presidentes latinoamericanos que conforman el Grupo de Lima, quienes han solicitado elecciones libres, seguras y democráticas en Venezuela.
En eso el Presidente Piñera ha asumido el liderazgo. Y pienso que, como chilenos, debemos alegrarnos de que ello sea así.
Entonces, el Primer Mandatario no ha roto ningún consenso en la materia.
¡Qué consenso va a romper un Presidente que lucha, y así lo transmite a las naciones del resto del mundo, porque en un país latinoamericano que todos queremos existan a la brevedad elecciones libres, democráticas y respetadas, con reconocimiento claro y expreso de que son los propios venezolanos quienes tienen que arreglar la situación en que se encuentran!
Si alguien me dice que eso es quebrar un consenso, claramente demuestra la ceguera que existe al respecto.
Por eso, pónganse de acuerdo: ¡o es Bolsonaro o es la política internacional! No puede ser todo a la vez.
Aquí se busca una justificación para que el Senado genere un hecho político que en definitiva agravia al Presidente de un país amigo, el cual -reitero- fue elegido democráticamente por sus conciudadanos.
En cuanto a la ley sobre migración, ¿quién rompió el consenso?
¿No fue el gobierno anterior el que permitió, sin ningún control, el ingreso de personas de distintas nacionalidades, a las que se les provocó que vivieran situaciones vinculadas con violencia, pobreza y miseria?
Ahora bien, ¿no se recupera el referido consenso cuando un gobierno asume el problema y se hace cargo de él, y arregla la casa al punto de que hoy los extranjeros que llegan a Chile lo hacen con la seguridad de que se encontrarán con un país que tiene una política ordenada en la materia y que les puede responder a todos sus requerimientos ciudadanos?
El Gobierno del Presidente Piñera no ha quebrado ningún consenso.
Creo que aquellos que han sido cancilleres son quienes lo han roto. Nunca los exministros de Relaciones Exteriores se habían dedicado día a día, semana tras semana a criticar cualquier decisión del Presidente de la República en el ámbito internacional.
Es más, cuando el Jefe de Estado chileno fue a Colombia a demostrar con su presencia que estaba en la lucha por ayudar en una crisis humanitaria que nadie niega -porque ninguno desconoce el hecho de que un gobierno dictatorial impidió por la fuerza que la ayuda humanitaria ingresara a Venezuela-, ustedes lo tomaron como el fracaso de un gobierno democrático y no como una crítica a un gobierno que utilizó a delincuentes en moto para evitar que los venezolanos fueran a la frontera con Colombia a juntarse con los compatriotas que viven en esa nación y con los colombianos que habían llegado hasta ese lugar.
Señor Presidente, creo que aquí debe restablecerse el respeto del Senado hacia la figura del Presidente de la República.
La política exterior, como cualquier otra, está sujeta a crítica. Pero no puede utilizarse al Senado, como institución, para llevar adelante críticas políticas contra un Jefe de Estado extranjero, que son legítimas, o contra la acción del Primer Mandatario de nuestro país.
Al Presidente de esta Alta Corporación, como Senador, le asiste el derecho de plantear todas las críticas que quiera. Pero en su calidad de titular del Senado le debe respeto tanto al Presidente de la República de Chile como al Presidente de la República Federativa de Brasil.
El señor QUINTANA (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Navarro.


El señor NAVARRO.- Señor Presidente, ¡Jorge Mateluna es inocente, y lo vamos a probar!
Por lo que acaba de señalar el Senador Pérez, pareciera que Nicolás Maduro, Presidente legítimo de Venezuela, es el que va a venir a Chile.
Sin embargo, a nuestro país no llega Nicolás Maduro, elegido por 6,7 millones de venezolanos, sino Bolsonaro, electo también por la mayoría de los brasileños y que tiene una característica muy particular: es un fascista reconocido; un hombre que dice que los negros son animales; que afirma que si un hijo suyo fuera gay preferiría que estuviera muerto; que señala, entre muchas otras cosas más -y esto debiera dolerle especialmente a la Derecha-, que Pinochet se equivocó en dejar que existieran presos políticos, pues había que matarlos a todos.
¡Ese es el Presidente que nos quiere visitar!
Yo no solo apoyo su decisión, señor Presidente, digna y moralmente de altura, a negarse a estar junto a quien encarna la expresión más dura del fascismo en América Latina; a aquel que quiere eliminar al adversario sin debatir ideas; a quien ganó una elección mintiéndole al electorado brasileño.
Las fake news de Bolsonaro:
-Acusó a Lula y a Haddad de que habían distribuido en todas las escuelas un "kit gay" para menores de seis años.
-Dijo que el hombre que intentó apuñalarlo era del PT: ¡falso!
-Mostró la imagen de una mujer que había sido agredida por partidarios de Lula: ¡falso, pues era una actriz!
-Planteó que Haddad defendía el incesto y el comunismo en uno de sus libros: ¡falso!
-Sostuvo que Haddad legalizaría la pedofilia.
¡Mintió, mintió y mintió!
¿Y su elección? Fue hecha sobre la base de mentiras.
Por lo tanto, es una provocación la que nos hace el Presidente Piñera con su invitación; es una provocación a todos quienes sufrieron el rigor de la dictadura, a los familiares de los detenidos desaparecidos que aún no son hallados: entre estos, hay más de 400 militantes del Partido Socialista, como el Diputado y médico Carlos Lorca.
Aquí se ha defendido la política exterior de nuestro país.
Piñera rompió toda la tradición política chilena en materia internacional al involucrarse en el conflicto bilateral entre Colombia y Venezuela.
¡No nos quejemos de que el concepto de multilateralidad no sea respetado también por muchos países en nuestra relación con Bolivia!
Por cierto, ¿a qué fue Piñera a Cúcuta? ¿Dónde está la ayuda humanitaria que llevamos?
¡Mintió Piñera en su tuit al acusar al Presidente Nicolás Maduro de haber quemado la "ayuda humanitaria"!
Ello lo hizo un partidario de Guaidó, y así lo demostró el New York Times.
¡Se vuelve a mentir! Y el Presidente Piñera se compra esas mentiras y las tuitea, con su nombre y apellido, acusando a Maduro de quemar la ayuda humanitaria y haciéndose partícipe de la ruptura de todos los protocolos internacionales al ir con Duque a la frontera para intentar entrar a Venezuela por la fuerza.
Señor Presidente, la ayuda humanitaria fue rechazada por la Cruz Roja Internacional: ¡esa no es ayuda humanitaria!
La ayuda humanitaria fue rechazada por Naciones Unidas: ¡esa no es ayuda humanitaria!
La ayuda humanitaria fue rechazada por Venezuela. Y compromete recursos fiscales de nuestro país que el Presidente tendrá que pagar de su bolsillo. ¡Vamos a accionar en todos los frentes para que Piñera -plata le sobra- pague la ayuda que llevó y que nadie sabe dónde está!
Yo debo reconocer que a Sus Señorías les irrite que esta Alta Corporación no pueda recibir a un personaje como Bolsonaro.
Pero el Presidente del Senado está en su derecho.
Entonces, que alguien lo remplace. Si quieren ir ustedes, háganlo, y reciban a quien se les dé la gana. Pero si Bolsonaro viene al Senado no sé si vamos a optar entre no asistir o hacerlo y representarle lo que acabo de señalar.
La discusión que se ha generado en torno a esta materia nos retrotrae a una deuda todavía no saldada, que la señaló la Senadora Provoste: aquí hay cómplices pasivos -y recojo las palabras del Presidente Piñera- respecto de la violación de los derechos humanos en Chile. Y cada cierto tiempo el tema aflora en debates como estos porque no hemos tenido los cojones y el valor de decirnos a la cara que existe una materia pendiente todavía con la Derecha, hoy día republicana, hoy día democrática, pero que apoyó la dictadura de Pinochet.
Por tanto, señor Presidente, con un Mandatario que rompió todos los estándares de los consensos en materia de relaciones internacionales, bien cabe una actitud digna del Presidente del Senado frente a esta visita que es non grata.
¡Bolsonaro, no vengas a Chile!
¡No eres bienvenido!
¡Eres un fascista!
He dicho.
El señor QUINTANA (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Letelier.


El señor LETELIER.- Señor Presidente, estimados colegas, hoy se está cosechando algo que se ha sembrado.
Un colega de las bancas de enfrente, con una ligereza tremenda, es incapaz de comprender que sí se ha quebrado una tradición de lo construido en política exterior en los últimos veinte años. ¡Y lamento que no lo logren comprender! A menos que lo digan para la galería.
Prosur fue concebido -y ello se encuentra en los primeros discursos- como el ALBA de la Derecha, no como un espacio multilateral para fortalecer la integración de la región, de acuerdo con lo que ha sido la tradición. Hablo de la Unión Panamericana o del esfuerzo para crear la OEA, ¡de múltiples esfuerzos que ha habido en la región!
Prosur surge en una coyuntura con un propósito sobreideologizado.
Pero, previo a eso, está el daño a las políticas multilaterales en temas de medioambiente, en materias -diría- de interés planetario, como la cuestión migratoria. Es evidente que el Presidente Piñera optó por usar la política exterior -y está en su derecho-, pero optó por emplearla como un elemento de política interna.
Ese es el dato. Lo dejo sentado. Será motivo para una sesión próxima.
Respecto a Brasil, por lo menos yo soy de aquellos que están dispuestos a poner en discusión cuán amigo de Chile ha sido Brasil durante los últimos veinte o veinticinco años.
El señor COLOMA.- Pero ¡y Lula! ¡Y Cardoso!
El señor LETELIER.- Disculpen: ¡Brasil le ha dado la espalda a América Latina desde hace harto tiempo, no solo a partir de Bolsonaro! No nos equivoquemos. Esa es mi convicción. No soy de aquellos que creen que Brasil ha sido un gran motor para la región. Lo digo porque algunos lo han planteado aquí. Tengo mi percepción, y no por los problemas ideológicos. Pero tengo esa convicción, que es discutible.
Ahora bien, respecto a Bolsonaro, más allá de que probablemente va a continuar una lógica en la política exterior de Brasil, que más bien se entiende como Brasil continente que se mira a sí mismo y mira al resto del mundo y no a América Latina -esta es una discusión de los politólogos desde hace mucho tiempo-, lo cierto es que a mi juicio dicho Mandatario no representa los mejores valores de la democracia liberal, ¡no!; ni de la tolerancia, ¡no!; ni de la inclusión, ¡no!
Y sus dichos de ayer más bien se tienden a alinear -lo tienen que corregir para que no diga tanta lesera- cuando habla del uso de la violencia en Venezuela, no una vez, sino varias veces.
Después podremos discutir el asunto de Venezuela, pero no es la materia de debate hoy.
Respecto a la decisión del Presidente del Senado, más allá de lo formal y reglamentario (no estamos ante una visita de Estado), no es la primera vez que un Presidente de una de las Corporaciones de este Congreso no asiste a una comida. No lo es.
Sin embargo, creo que el tema más de fondo es si nuestra Corporación se siente tremendamente interpretada por lo que representa el actual Presidente de Brasil.
¿Es la encarnación de lo que todos creemos debe ser la política internacional en materia de tolerancia?
Sé que hay algunas personas de las bancas de enfrente ¡que salieron corriendo para saludarlo altiro! Están en su derecho. ¡Están en su derecho! Pero aquella tendencia no me representa en lo más mínimo.
Señor Presidente, quiero volver al punto inicial.
Si hoy en día no hay unidad en la política exterior y en los temas internacionales, ello es responsabilidad principal y exclusivamente del Presidente Sebastián Piñera. Él es el responsable de conducir la política internacional, y no ha hecho -¡no ha hecho!- los esfuerzos para una coordinación, concertación y creación de voluntades en un conjunto de materias. En primer término, en los temas multilaterales, en que quebró lo que fue una tendencia en estos años.
Quizás los colegas de las bancas de enfrente no lo perciben como nosotros. Yo lo comprendo. Pero ahí hay algo sustantivo, muy sustantivo.
Y nos importa que la construcción de los acuerdos en la región no se instrumentalice, no se manosee, no se haga con una impronta ideológica.
Muchos de nosotros, queriendo que exista un espacio multilateral de la región, vemos que Prosur nace como el ALBA de la Derecha.
Siempre fui muy crítico del ALBA -no todos en esta Sala lo fueron-, porque creo que estaba en contra de los intereses de Chile, del multilateralismo y de la tradición de nuestro país en las políticas de América Latina.
He dicho.
El señor QUINTANA (Presidente).- Tiene la palabra la Senadora señora Van Rysselberghe.


La señora VAN RYSSELBERGHE.- Señor Presidente, he escuchado con atención el debate desarrollado en la Sala y no dejan de sorprender los argumentos que se formulan.
Unos plantean si el Presidente de Brasil representa o no al Senado o a algunos Senadores de esta Corporación. ¡Lo cierto es que no tiene por qué representarlos! ¡El Presidente de Brasil representa a los brasileros, quienes lo eligieron democráticamente en un acto reconocido como transparente y democrático! ¡Lo eligieron más de 60 millones de brasileros!
Por lo tanto, lo que corresponde hacer a un país amigo es respetar esa decisión que tomó ¡legítimamente el pueblo brasilero! Es difícil pensar que 60 millones de brasileros son personas homofóbicas, que respaldan el machismo, que tienen las conductas que ustedes han mencionado acá. Por el contrario, ellos son ciudadanos que ejercieron su derecho a decidir quién quieren que los gobierne. Y lo que corresponde en política exterior es que un país amigo, como Chile, respete esa decisión.
Ya se verá en una próxima decisión si el pueblo de Brasil respalda nuevamente a este Presidente, de acuerdo a cómo haya ejercido su mandato. Pero creo que no corresponde que Chile, a través de una institución como el Senado, emita opiniones con relación a un acto democrático y transparente que legítimamente ejerció el pueblo brasilero.
En segundo lugar, con relación a Venezuela, algunos Senadores planteaban que en ese caso se estaba haciendo una interferencia que no correspondía.
En tal sentido, solo quiero recordar que hay más de 60 países del mundo, incluyendo a naciones de Europa, que han concordado en la crisis humanitaria que se vive en Venezuela y que han reconocido a Juan Guaidó como su legítimo Presidente para lograr -tal como dijo el Senador Pérez en su intervención- elecciones libres y democráticas en un pueblo que, de acuerdo a lo que plantean 60 países del mundo -¡60 democracias del mundo!-, lo está pasando demasiado mal. Esta no es una interpretación del Presidente Sebastián Piñera, sino un consenso que ha existido en múltiples países a nivel mundial.
Ahora bien, se plantea que Prosur es casi un cónclave de países que han logrado librarse de la Izquierda y constituir gobiernos de Derecha.
¡No es cierto!
Prosur es un encuentro de países de Latinoamérica en donde hay distintas tendencias. Nadie puede decir que Bolivia tiene el mismo color político que Brasil, por ejemplo, que es la nación a la cual nos estamos refiriendo.
Por lo tanto, no respaldar que Chile tenga un liderazgo en esta materia y no sentirnos orgullos de que el Presidente de nuestro país pueda encabezar una alianza de países del Cono Sur para establecer de allí para adelante cosas que son importantes para todos, me parece que no solo no corresponde, sino que además constituye una falta de generosidad.
Y, tal como lo plantearon muchos de los que me antecedieron en el uso de la palabra, creo que es un error que el Senado se reste de una visita oficial. A mi juicio, como señalaba, lo que corresponde es que institucionalmente nosotros seamos respetuosos de un proceso que legítimamente decidió el pueblo de Brasil, más allá de si nos gusta el elegido.
A mí no me gusta el Presidente de Bolivia, pero pienso que nosotros como institución no nos podemos restar de una visita oficial de él, porque es quien hoy día democráticamente está gobernando Bolivia. Y si gana la elección, también tenemos que respetarlo como Presidente elegido por su pueblo.
Por lo tanto, lamento la decisión que ha tomado la Mesa, porque considero que efectivamente produce un daño a la institucionalidad.
Muchas gracias.
El señor QUINTANA (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Elizalde.


El señor ELIZALDE.- Señor Presidente, en primer lugar, quiero manifestar que apoyo la decisión de la Mesa. Creo que no se está incumpliendo ninguna normativa al tratarse, en este caso, de una visita de carácter oficial.
Pero, además, me parece que no es un buen argumento el hecho de que, como no siempre se hace lo que se debe hacer, tenemos que criticar cuando se hace lo que se debe hacer.
Considero que esta decisión es un gesto de dignidad ante un Presidente que ha formulado declaraciones que son francamente aberrantes para la democracia y para los avances de la civilización humana. ¡Representan un retroceso para la civilización humana! ¡Digámoslo con toda claridad!
Ahora bien, resulta evidente la ruptura del Presidente Piñera con la tradición y con los consensos en política internacional.
Yo podría mencionar muchas características de lo que ha sido la política internacional chilena y en qué consisten esos consensos. Pero permítanme tan solo citar tres.
Primero, Chile ha sido un actor relevante en la construcción de la institucionalidad internacional multilateral. Somos un país pequeño, geográficamente aislado, ubicado al fin del mundo, pero que siempre ha promovido este nuevo orden internacional, desde la creación de las Naciones Unidas en adelante.
Segundo, hemos sido promotores del multilateralismo y no del unilateralismo, y menos aún del aislamiento.
Y tercero, nuestros Jefes de Estado, salvo la excepción del Presidente Piñera, no han utilizado la política exterior para resolver asuntos de política interna.
Sin embargo, esos tres principios se han pasado a llevar por parte de la actual Administración.
Ejemplos de ello.
Chile promovió el Acuerdo de Escazú; convocó a otros países a suscribirlo, y en vísperas de la adopción del Acuerdo señaló que no participaba.
Chile fue un actor protagónico en la organización de la Cumbre del Pacto Migratorio. El Presidente Piñera, en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, manifestó que la política migratoria chilena coincidía plenamente con la propuesta de la ONU. Y en vísperas de la celebración de la Cumbre dijo que no participaría.
Y en el caso del Prosur -digámoslo con toda claridad-, es el ALBA de Derecha.
Nuestro país, cuando tuvo gobiernos de Centroizquierda, no participó del ALBA. ¿Por qué? Porque Chile siempre ha creído que las relaciones internacionales son entre Estados y, por tanto, no entre un club de amigos que tienen la misma orientación política. Es decir, se trata de relaciones permanentes entre Estados democráticos. Por eso no participó de esa iniciativa y, por el contrario, promovió otras formas de integración de la región en el marco de relaciones de carácter permanente.
¡Y eso se ha pasado a llevar por parte de la actual Administración!
Sin duda, eso es un daño enorme para lo que representa una política exterior de la que todos formamos parte y de la que todos en el pasado nos sentimos orgullosos. Es un daño porque, finalmente, ella se realiza sobre la base de cálculos de corto plazo, muchas veces pensando en encuestas y no en lo que es positivo para el país, en una perspectiva más estratégica.
Pienso que es necesario valorar la decisión de la Mesa.
Como expresó el Senador Girardi, ojalá estos gestos fueran más comunes. Es probable que gestos de esta naturaleza no se den en el futuro.
Pero -reitero- estamos tan acostumbrados a que las cosas no se hagan como se deben hacer que cuando se hacen como se deben hacer muchos salen a criticar. Eso me parece inaceptable.
El señor QUINTANA (Presidente).- Tiene la palabra la Senadora señora Von Baer.


La señora VON BAER.- Señor Presidente, he escuchado con detención las intervenciones de los colegas, y me llama la atención la soberbia.
¿Por qué hablo de la soberbia? Porque parece ser que la Izquierda o la Centroizquierda es la que define lo que es correcto y lo que es incorrecto.
¡Digamos las cosas como son, señor Presidente!
En una democracia hay visiones distintas, pero no se trata de lo correcto o lo incorrecto.
Si usted, señor Presidente, representa al Senado como Mesa, a mí me hubiera encantado -siguiendo lo que normalmente se hace en una institución colectiva- que la definición de ir o no a una cena a la que fue invitado como Presidente de esta Corporación la hubiese socializado y hubiese preguntado.
Pero nos enteramos de eso por el diario. Hoy en la reunión de Comités ni siquiera se tocó el tema.
Entonces, usted tomó esa decisión -no sé- como Senador de Izquierda, pero no en representación de todos nosotros, puesto que en esa determinación no nos representa. En consecuencia, la decisión no la adoptó el Presidente del Senado como Presidente del Senado, sino que la tomó -se lo digo con mucho respeto; y le pido a la Senadora Rincón que me deje hablarle al Presidente- como Senador Quintana. Eso yo lo respeto. Pero no adoptó la decisión como Presidente del Senado, porque si usted toma una decisión como Presidente del Senado quizás no vamos a estar todos de acuerdo y lo vamos a votar en Comités, donde podríamos señalarle que no concordamos con usted.
Por lo tanto, señor Presidente, si usted va a tomar una definición como Mesa, espero no enterarme por el diario si soy Jefa de Comité. Y yo lo supe por el diario y soy Jefa del Comité de la UDI.
En consecuencia, pregúntenos en una reunión de Comités. Nosotros podemos decir que no estamos de acuerdo. Pero creo que nos merecemos respeto como miembros del Honorable Senado de la República, ¡respeto en cuanto a que se nos consulte si concordamos con una decisión que está tomando nuestro representante, el Presidente del Senado!
Señor Presidente, usted dijo desde la testera hace unos días que nos iba a representar a todos. ¡Le pido que efectivamente nos represente a todos!
Por cierto, muchas veces no estaremos de acuerdo. ¿Y sabe usted cómo se define eso? Democráticamente: votando. Sin embargo, en esta oportunidad no pudimos votar, porque nos enteramos por la prensa de su decisión.
Aquí se ha dicho que no se puede aceptar la invitación porque el Presidente de Brasil no representa las visiones de muchos de los Senadores. Y la verdad, señor Presidente, es que hay numerosos presidentes que probablemente no representan nuestras visiones, pero son presidentes de Estado, de una democracia.
¡Si somos realmente respetuosos de la democracia, aquellos que determinan quién es el Presidente de un país son los ciudadanos de esa nación y no nosotros por encima de los habitantes de ese otro país! ¡Porque, de ser así, nosotros somos los que definimos, por sobre el bien y el mal, lo que está correcto y lo que está incorrecto!
Ahora bien, respecto al Presidente Piñera, la pregunta es qué vino primero, si las definiciones de él acerca de la política exterior, sobre lo cual las bancas de enfrente no estaban de acuerdo, o al revés.
Me parece que acá lo que se quiere es impedir que el Presidente Piñera alcance una figuración a nivel internacional.
Yo me alegré cuando a la ex Presidenta Bachelet la nombraron en ambos cargos a nivel internacional. Nosotros nunca criticamos: nos paramos detrás del Presidente.
¿Qué vino primero? ¿Las definiciones de la entonces Presidenta Bachelet respecto de la política exterior, detrás de las cuales nosotros nos paramos? ¿O se nos preguntó antes y luego nosotros nos paramos detrás?
Muchas veces se tomaron definiciones y nosotros las respaldamos.
Gracias, señor Presidente.
El señor QUINTANA (Presidente).- No hay más inscritos.
La Mesa no quiere ahondar en más comentarios.
Sí nos hacemos cargo de la discusión, pues veo que hay interés en seguir profundizando en materia de política exterior.
Las razones por las cuales la Mesa llegó a la decisión que hemos tomado ya las hemos compartido.