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REAJUSTE DE MONTOS DE INGRESO MÍNIMO MENSUAL Y DE DIVERSOS BENEFICIOS


El señor MONTES (Presidente).- Proyecto de ley, en segundo trámite constitucional, que reajusta el monto del ingreso mínimo mensual, así como de la asignación familiar y maternal, y del subsidio familiar, con certificado de la Comisión de Hacienda y urgencia calificada de "discusión inmediata".
--Los antecedentes sobre el proyecto (12.059-13) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley:
En segundo trámite: sesión 49ª, en 5 de septiembre de 2018 (se da cuenta).
Informe de Comisión:
Hacienda (certificado): sesión 50ª, en 5 de septiembre de 2018 (se da cuenta).
El señor MONTES (Presidente).- Tiene la palabra el señor Secretario General.
El señor LABBE (Secretario General).- Los objetivos del proyecto son reajustar el monto del ingreso mínimo mensual, de la asignación familiar y maternal, del subsidio familiar y del ingreso mínimo mensual que se emplea para fines no remuneracionales.
La Comisión de Hacienda discutió el proyecto en general y en particular, en virtud de lo dispuesto en el artículo 127 del Reglamento de la Corporación, aprobándolo por la unanimidad de sus integrantes (Senadores señores Coloma, García, Lagos, Letelier y Pizarro).
Nada más, señor Presidente.
El señor MONTES (Presidente).- Entonces, tal como habíamos acordado, se abrirá la votación.
En votación.
--(Durante la votación).
El señor MONTES (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Letelier, para hacer una relación del proyecto.


El señor LETELIER.- Señor Presidente, estimados colegas, esta materia ya se ha conocido profusamente, por lo que no voy a describir toda la evolución que ha tenido.
Creo que lo relevante es que estamos ante un proyecto que surgió del diálogo, luego de un proceso que no fue afortunado.
El reajuste propuesto permite en los próximos 24 meses diferentes escalones de incremento del ingreso mínimo mensual: septiembre de este año, marzo de 2019, marzo de 2020, y una nueva ley antes de agosto de 2020 que fijará el reajuste desde ese mes hacia delante.
La ley en proyecto fija el ingreso mínimo mensual en 288 mil pesos desde este mes y en 301 mil pesos a partir de marzo de 2019. Además, establece que desde marzo de 2020 el ingreso mínimo mensual partiría con un piso de reajuste de 2,5 por ciento en términos reales. También aumenta en estas mismas proporciones las remuneraciones de los menores de 18 y mayores de 65 años y el ingreso mínimo para fines no remuneracionales. Y de la misma forma y en las mismas fechas se hacen las adecuaciones en las asignaciones familiar y maternal y en el subsidio único familiar.
En la Comisión de Hacienda la aprobación fue unánime, dado que este proyecto es fruto de un acuerdo -logrado tras la experiencia vivida con la anterior iniciativa-. Reitero que se trata de un reajuste para los próximos 24 meses, de manera escalonada.
Señor Presidente, en la Comisión se formuló una observación respecto del informe financiero, en el que se indicó que iba a existir una situación de ingresos o gastos distintos por FONASA.
En cuanto a dicho informe, surgió una duda -se la hicimos presente al Ministro señor Blumel, quien se encuentra en la Sala- relacionada con cómo, en la medida que aumentan sus ingresos, los afiliados de FONASA pudiesen cambiar de categoría y, producto de ello, dicha institución tener menos gastos, no más gastos.
En definitiva, el problema tiene que ver con la manera en que se estructuró el informe financiero. Pero ello en ningún caso afecta nuestra aprobación, porque no significa más gasto.
Esa fue la observación que hicimos al informe financiero.
Por lo señalado, la Comisión acordó aprobar el proyecto por unanimidad, y solicito lo mismo de la Sala.
He dicho.
El señor MONTES (Presidente).- Se me ha planteado la posibilidad, no obstante la apertura de la votación, de mantener el tiempo de las intervenciones en diez minutos,...
El señor LETELIER.- No.
El señor MONTES (Presidente).-... para que los integrantes de las distintas bancadas puedan referirse al proyecto más globalmente.
Tiene la palabra el Senador señor Moreira, y después se la concederé al señor Ministro.
El señor LETELIER.- Estamos en votación.
El señor PIZARRO.- Désela antes de que abra la votación, señor Presidente.
El señor COLOMA.- Ya la abrió.
El señor PIZARRO.- Señor Presidente, por una cuestión reglamentaria, la apertura de la votación impide darle la palabra al Ministro.
Entonces, como acaba de abrirse con limitación en el tiempo para intervenir, le sugiero conceder primero la palabra al Ministro y después al Honorable señor Moreira.
El señor MONTES (Presidente).- Pero se podría pedir el acuerdo para que los Ministros intervenieran aunque la votación esté abierta. ¿Les parece?
El señor LETELIER.- Al principio, no más.
El señor LAGOS.- Que hablen ahora.
El señor MONTES (Presidente).- Senador señor Moreira, ¿tendría inconveniente en que intervenga el Ministro señor Monckeberg antes que usted?
El señor MOREIRA.- No.
El señor MONTES (Presidente).- Tiene la palabra el señor Ministro del Trabajo y Previsión Social.


El señor MONCKEBERG (Ministro del Trabajo y Previsión Social).- Señor Presidente, brevemente, deseo entregar una explicación en la Sala, cumpliendo así el compromiso que asumí con el Senador Letelier en la Comisión.
Lo que ocurre es lo siguiente.
Los tramos de FONASA (B, C, D) están determinados por escalas de ingresos mínimos: tramo B, un ingreso mínimo; tramo C, entre 1 y 1,46 ingresos mínimos; tramo D, más de 1,46 ingresos mínimos.
En consecuencia, si usted incrementa los ingresos mínimos se produce exactamente el efecto al revés: las personas que tienen determinados ingresos pueden caer y, por tanto, incrementar los gastos del Estado.
Esa es la razón, señor Presidente, por la cual el informe financiero está redactado de esa forma. O sea, está correctamente planteado, solo que se interpreta al revés, porque con determinados ingresos, al subirlos, se pasa a un tramo que implica un mayor gasto.
Eso es todo, señor Presidente.
Gracias.
El señor MONTES (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Moreira.


El señor MOREIRA.- Señor Presidente, yo diría que en toda la discusión del reajuste al salario mínimo hubo verdaderamente una exagerada exacerbación de la diferencia y un enfrentamiento entre el Gobierno y la Oposición.
Pero esta materia también nos demostró claramente un período de sombras y, a continuación, un período de sensatez y sabiduría de este Parlamento, de la Oposición y del Gobierno.
El proyecto de ley presentado en su oportunidad por el Gobierno del Presidente Piñera implicaba un serio esfuerzo por mejorar las condiciones de los trabajadores que menos ganan en nuestro país, al tiempo que ofrecía estabilidad mediante el mecanismo de plurianualidad.
Dicha propuesta fue rechazada por la Oposición.
¡Un error! ¡Un error! ¡Un error para el cual aún no tenemos una sensata explicación!
Sin embargo, esta semana estamos viendo el otro lado de la moneda: el Gobierno, la Oposición, los partidos políticos, los Senadores y la inmensa mayoría de los parlamentarios en la Cámara Baja dan hoy muestra de que el interés superior de Chile puede ponerse por encima de las diferencias que de manera legítima existen.
Esperamos que este mismo espíritu permanezca en la Oposición al momento de enfrentarnos a las futuras discusiones de los proyectos que envíe el Ejecutivo.
La actual iniciativa de ley permite la plurianualidad por 24 meses, elemento básico de estabilidad para las pymes de nuestro país.
Por lo tanto, el proyecto es razonable y beneficioso para todos.
Reitero: la Oposición se equivocó al rechazar la iniciativa original presentada por nuestro Gobierno. Pero alcanzar un acuerdo no siempre es fácil, ya que tenemos diferencias entre nosotros.
Por otra parte, quiero expresar que hay muchos actores que estuvieron detrás de este acuerdo que quizás no aparecieron en la foto. Fueron personas que precisamente coadyuvaron al Gobierno y a los Ministros del ramo.
En tal sentido, destaco la participación anónima de nuestro Senador Juan Antonio Coloma, miembro de la Comisión de Hacienda, quien fue parte de este acuerdo.
El señor DE URRESTI.- ¡Se está poniendo colorado...!
El señor MOREIRA.- ¡No apareció en las portadas de los diarios, como sí lo hizo la Nueva Mayoría, cuyos representantes agasajaban y abrazaban a nuestro Ministro de Hacienda!
El Senador Coloma trabajó anónimamente con la finalidad de lograr un acuerdo para nuestro país.
El señor PIZARRO.- ¡Tiene pudor Coloma...!
El señor MOREIRA.- A través del tiempo, señor Presidente, hemos tenido diferencias fuertes con nuestros adversarios, con la Oposición, pero eso no ha impedido que nuestra voluntad avance en acuerdos por el bien de Chile.
¡El Gobierno del Presidente Piñera está dispuesto al diálogo! ¡Es un Gobierno que está disponible! ¡Pero no lo está para hacer todo lo que quiera la Oposición en Chile!
Por eso es fundamental la unidad, que es la base desde donde se construye el progreso y el bienestar de nuestro país.
A propósito, San Agustín escribió: "en las cosas necesarias, unidad; en las dudosas, la libertad; y en todas, la caridad".
La unidad no es un máximo al cual aspirar, sino un mínimo para empezar a construir. Y debemos estar siempre alertas, no dejarnos tentar por el fantasma del egoísmo y la intransigencia, como hemos visto en estas últimas semanas.
Aprovechemos esta instancia de diálogo y de acuerdo para construir otros acuerdos para nuestro país, sobre todo con un Gobierno que solamente lleva cuatro o cinco meses desde que asumió.
Voto a favor.
El señor MONTES (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Quinteros.


El señor QUINTEROS.- Señor Presidente, voy a hablar en nombre de la bancada del Partido Socialista, y anuncio desde ya nuestro voto favorable al nuevo proyecto de reajuste de ingreso mínimo que ha enviado el Gobierno.
Pero, más allá de referirme al resultado final de este proceso, que valoramos, creo que es útil dar cuenta del fatigoso camino que se ha transitado para llegar a este acuerdo final.
Ha sido un camino difícil, áspero, en que el Ejecutivo ha intentado, con soberbia, imponer su punto de vista sin considerar la opinión de los trabajadores ni de las mayorías representadas en este Congreso.
La posición defendida por el Ejecutivo no es una novedad. Refleja la baja valoración de este Gobierno para atacar la desigualdad como problema fundamental de nuestra sociedad.
No es esta la prioridad del Gobierno.
Ese pensamiento se expresa en otras iniciativas que estamos viendo en estos días, como su proyecto llamado de "modernización tributaria", que revierte el principio de progresividad en los tributos, por el cual los que ganan más deben contribuir más, principio base sobre el cual se construye cualquier política que vaya en contra de la desigualdad.
Los socialistas pensamos que el mercado ha demostrado que no resuelve todos los problemas, en especial la distribución de los ingresos. Si los solucionara, no estaríamos discutiendo un ingreso mínimo.
La desigualdad en educación, en salud y en previsión no se resuelve con más mercado.
El trabajo por sí solo no resuelve el tema de la pobreza.
Por eso, los Senadores socialistas hemos formulado propuestas dejadas por escrito y entregadas como contribuciones al debate a través de dos publicaciones.
Por lo tanto, nadie se puede sorprender de las posiciones que defendemos, de la importancia que les asignamos a la organización sindical, a la negociación colectiva para el mejoramiento de las condiciones de los trabajadores.
Nadie puede pretender que nos sea indiferente que los trabajadores pasen tres años sin negociar y que ello se pueda cambiar por un punto más o un punto menos de reajuste.
Tenemos una posición, pero ello no significa que no podamos lograr acuerdos.
Nos queda claro el rol del Gobierno. Ideológicamente, no cree en el salario mínimo, y puesto en la obligación de fijarlo por ley, desde su perspectiva, su determinación debe subordinarse a otras variables macroeconómicas.
No compartimos esa visión. Pero, a pesar de ello -insisto-, siempre hemos privilegiado un acuerdo, entre otras cosas, porque de no haberlo no existiría reajuste alguno para los trabajadores.
Pero lo más preocupante que nos deja este proceso es la actitud que ha tomado el Gobierno frente a la Oposición.
Primero, intentó dividir, llegando a acuerdos con los Diputados estrictamente necesarios para despachar el proyecto.
Segundo, intentó imponerse insistiendo en un veto cuyo único objetivo era doblegar a la Oposición.
Y tercero, cuando ningún recurso le dio resultado, en forma casi desesperada, intentó trasladar los efectos negativos de sus decisiones, descalificando y agraviando a la Oposición, llamándola "antipatriota" por no aprobar sus proyectos.
Este gesto es de la mayor gravedad. No es un mero recurso retórico, propio de la contienda política.
El accionar del Gobierno refleja en su conjunto un profundo desconocimiento y hasta desprecio por la democracia.
¡Eso es lo más preocupante que nos deja este proceso!
Podemos entender el sesgo ideológico con que el Ejecutivo y los partidos que lo apoyan abordan la negociación del ingreso mínimo. Es coherente con lo que siempre han postulado. Pero no podemos entender ni aceptar que se intente destruir, sojuzgar o aplastar a la Oposición sobre la base de la división, los vetos y la injuria.
¡Esa no es la política que se merecen los chilenos!
¡Este no es el Gobierno de Unidad Nacional a que llamó el Presidente!
El Ejecutivo se ha victimizado con el discurso de un supuesto bloqueo a su gestión por parte de una supuesta Oposición obstruccionista.
Y quiero ser claro: ¡no existen tal bloqueo ni esa Oposición obstruccionista!
Ese es un enemigo imaginario que se ha levantado al objeto de esconder sus propias ineptitudes, sus propias incapacidades para satisfacer las promesas que formuló durante la campaña y que ahora no puede cumplir.
¡Claro que somos Oposición! ¡Ese es el rol que nos asignó la voluntad popular en las últimas elecciones!
Sin embargo, hay que leer completo el mensaje de la ciudadanía.
Ella dictaminó que fuéramos Oposición, pero también que junto a otros opositores formáramos una mayoría en el Parlamento.
Eso significa que no nos corresponde gobernar, pero sí velar por el mayor equilibrio en la formulación de las políticas públicas.
La gente no se pierde. El gigantesco poder económico, comunicacional y político que detenta la Derecha en nuestro país necesita contrapesos, balances.
Nuestro papel es representar la visión, los valores, los intereses de aquella proporción relevante de la población que siente que Chile debe enfrentar decididamente la lucha contra la desigualdad.
Además, representar a aquellos a los que no les ha ido bien con el duro sistema económico vigente, y asimismo, a aquellos a quienes les ha ido mejor pero sienten que no es justo ni conveniente que vastos sectores de la población no concurran a los beneficios que produce la sociedad.
¡A ellos nos debemos!
No para llevar adelante un programa, pues son otros los que gobiernan.
No para obstruir la acción del Gobierno.
Sí para apoyar todo lo que signifique avanzar en la lucha contra la desigualdad y la discriminación.
Sí para llegar a acuerdos en un amplio abanico de materias en las cuales no hay diferencias profundas en el arco político.
Sí para defender las conquistas obtenidas que significan beneficios para la gente.
Sí para equilibrar el Programa del Gobierno en todo lo que no se oponga a nuestras convicciones.
Señor Presidente, votaremos a favor de este proyecto con la convicción de que, si bien no nos representa a cabalidad, sí constituye un avance en las condiciones actuales.
No obstante, queremos expresar nuestra profunda preocupación por la forma en que enfrentó este proceso el Ejecutivo.
Así como hay que cuidar nuestra estabilidad económica, también debemos cuidar nuestra convivencia democrática y la amistad cívica.
¡Y el Presidente de la República debe ser el primer garante de ello!
La patria es un patrimonio de todos. Cada uno desde su rol, confrontándonos en todo aquello en lo que no estemos de acuerdo, pero siempre con respeto y lealtad.
¡Así serviremos de mejor manera a nuestro país!
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El señor MONTES (Presidente).- El Senador señor García, en nombre de la Comisión de Hacienda, solicitó plazo hasta el lunes 24 de septiembre, a las 12, para presentar indicaciones al proyecto que modifica la ley que regula el establecimiento de bolsas de productos agropecuarios.
¿Le parece a la Sala?
Acordado.
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El señor MONTES (Presidente).- El Senador señor Chahuán me pidió saludar a Francisco y Danitza (están en las tribunas, acompañados por Belén, hija menor de ambos), padres de "Panchita", asesinada hace 15 años.
¡Bienvenidos al Senado!
--(Aplausos en la Sala y en tribunas).
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El señor MONTES (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Lagos.


El señor LAGOS.- ¡Mundos opuestos...!
En fin.
Señor Presidente, por cierto, voy a concurrir con mi voto favorable al reajuste. Solamente quiero hacer algunas precisiones para la historia fidedigna del establecimiento de la ley y para ver cómo vamos a relacionarnos con el Gobierno de aquí en adelante.
¡Ojalá que todos saquemos alguna lección!
La propuesta inicial del Ejecutivo tenía básicamente dos variables: el monto del reajuste y el plazo para negociar el próximo salario mínimo.
De esas dos variables, la no cuestionada o la que recibió muy pocos reparos fue el guarismo de aumento propuesto, que se consideró -lo dijimos acá varias veces- significativo en términos reales, comparado con el de reajustes anteriores.
A ese respecto, esencialmente, no hubo dos opiniones.
La litis se trabó a propósito del período en que se iba a conversar nuevamente sobre el salario mínimo.
El Gobierno presentó una propuesta que preveía una extensión de treinta meses, lo que era inusitado o nuevo para lo que había sido la negociación año a año durante casi tres décadas, salvo en cuatro oportunidades.
Argumentó el Ejecutivo que requería un plazo más amplio para que la próxima negociación del salario mínimo no se realizara en vísperas de una elección municipal y/o presidencial. Para eso pedía básicamente dos períodos de renegociaciones, con treinta meses de plazo.
No hubo consenso -hago la historia corta- en la última parte.
Entonces, se le propusieron fórmulas al Gobierno.
Una de ellas -se le planteó tanto en la Comisión de Hacienda del Senado cuanto durante conversaciones informales y en esta Sala, en varias oportunidades- consistió en decirle: "Ejecutivo: uno, yo comparto su criterio de que la discusión del próximo salario mínimo ojalá no coincida con la elección municipal; dos, le agrego un valor a la plurianualidad; tres, tengo un mínimo de coherencia, porque yo apoyé en la Administración anterior de la Presidenta Bachelet, que era mi Gobierno, un plazo de plurianualidad superior a un año, en el cual, además, `tampoco se contó con el acuerdo de la Central Unitaria de Trabajadores', que en este caso, también se oponía, pero nos pareció razonable darle al Ejecutivo espacios y no discutir año a año el salario mínimo".
Ese fue el contexto. Pero no hubo acuerdo.
Al Gobierno, en vez de los treinta meses, se le ofrecieron dos años, y se le propuso que la negociación fuera en junio de 2020, o sea cuatro meses antes de la elección municipal, al objeto de alejar de esta la discusión sobre el salario mínimo.
Sus Señorías coincidirán conmigo en que Chile no es un país extremadamente politizado en materia electoral y en que una conversación de aquella naturaleza cuatro meses antes de los comicios municipales no iba a coincidir con un fuerte clima de fervor eleccionario.
En consecuencia, se podía discutir la materia lejos de lo que implicaba la elección municipal.
El 22 de agosto del 2018, en la Sala -y yo me tomé la libertad de conseguir las intervenciones de algunos oradores- le dijimos al Gobierno que entendíamos su razonamiento en torno a la plurianualidad y su planteamiento de alejar de los referidos comicios la discusión sobre el salario mínimo. Y se le ofreció una solución. "Adelante la negociación cuatro o cinco meses, y así se aleja del ciclo político".
Por motivos que desconozco, el Ejecutivo no aceptó el ofrecimiento.
Se le reiteró: "Junio del 2020".
El 27 de agosto, cuando nos reunimos de nuevo aquí para seguir discutiendo el proyecto sobre salario mínimo, se le volvió a plantear al Gobierno, de la manera más constructiva posible, sin negarle la sal y el agua, sin ser antipatriota -contrariamente a lo que dijo el Presidente de la República-, de manera formal: "Salven el acuerdo. Otorguemos un reajuste bueno y generoso que entre a regir en agosto". Y se le formuló una vez más la propuesta que fijaba el mes de junio de 2020.
Pero no hubo caso.
¿Qué saco como corolario? Que el Gobierno, por razones que no conozco, no aquilató bien lo que estaba ocurriendo y se enfrentó a un rechazo, incluido en el veto. Tal vez -y es una especulación- pensó que la mayoría de la Cámara de Diputados no iba a tener coraje o carácter para rechazar el veto.
Pues bien: se produjo el rechazo.
Ahora el Ejecutivo nos propone junio de 2020, que fue precisamente la fecha que le sugerimos en dos oportunidades.
Entonces, señor Presidente, por su intermedio debo señalarle al Senador Moreira, a quien escuché con mucho respeto, que la Oposición no rechazó el reajuste, sino el plazo de la negociación.
Además, le reitero que la Oposición no le negó la sal y el agua al Ejecutivo: le propuso 24 meses. Y parece que los dos años eran tan razonables que hoy Su Señoría los va a aprobar.
¡El Gobierno se allanó ayer, a aceptar la propuesta que le hicimos hace dos semanas!
Entonces, cuando hablamos de ser obtuso, de no cooperar, yo siento que el Gobierno actuó así.
No entiendo bien por qué.
En la entrevista al Presidente de la República hecha por El Mercurio de Santiago y publicada el domingo último, él señala que tiene derecho a gobernar a Chile porque fue elegido para ello.
Yo no le disputo que recibió un tremendo apoyo en la segunda vuelta.
No obstante, ocurre que cinco semanas antes se definió también la composición del Parlamento, donde el Ejecutivo quedó en minoría.
Entonces, cuando el Primer Mandatario tiene un Gobierno que es mayoría pero en el Congreso Nacional la mayoría le pertenece a la Oposición, el Ejecutivo debe conversar y buscar y encontrar puntos de acuerdo.
En este caso -¡oh: magia!-, el acuerdo no se pudo hallar en la instancia formal. Se recurrió a un veto, el que fue rechazado. En definitiva, se aceptó una de las propuestas que se hicieron acá.
Por tanto, yo considero que el Gobierno -y esto se lo dije a los Ministros en la reunión que tuvimos esta semana para poder sellar este tema-, cuando es minoría en el Parlamento, ha de hacer un esfuerzo adicional para encontrar puntos de acuerdo.
Ahora, creo que el Ejecutivo podría sacar una lección de lo que fueron los gobiernos de la Concertación entre los años 1990 y 2006, a los cuales, no obstante ser mayoría desde los puntos de vista presidencial y parlamentario en número de votos pero no en esta Cámara -porque el binominal provocaba un empate permanente y, además, había diez Senadores designados, quienes se sentaban allá atrás; después se incorporó el General Pinochet-, les resultaba muy difícil lograr mayoría acá, porque no la tenían.
Sin embargo, se pudo avanzar en muchas materias sin vetos y sin tratar a nadie con malos términos.
Señor Presidente, yo concurriré entusiastamente a apoyar este reajuste, porque es bueno.
Afortunadamente, lo que perdieron los trabajadores en el mes de agosto vamos a compensarlo con un incremento superior -a 288 mil pesos, en vez de los 286 mil anteriores- y tendremos una plurianualidad prudente y razonable: hasta junio de 2020.
Ojalá -y lo digo con bastante tranquilidad- sirva de lección: cuando uno es minoría debe hacer un esfuerzo mayor, tiene que prodigarse para llegar a entendimientos con la Oposición, pues lo contrario implica terminar en un punto muerto.
Como acá no hay vocación para ser intransigentes o para negar la sal y el agua, en su oportunidad, en cuanto Oposición, propusimos una buena fórmula de solución, la que, lamentablemente, no se tomó.
Espero que sirva de lección.
Hoy día, pues, concurro con entusiasmo a apoyar lo que se nos plantea, que corresponde a lo que propusimos en primer término.
El señor MONTES (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Pizarro.


El señor PIZARRO.- Señor Presidente, la intervención de los colegas que me precedieron me evita bastante explicar por qué llegamos a este acuerdo en torno al proyecto de ley que reajusta el salario mínimo.
Creo que nuestro país, en lo político, en lo económico, en lo social, en lo cultural, está viviendo tiempos especiales. Cualquiera que mire desde afuera puede decir que hay un ambiente de crispación; en algunos casos, de incertidumbre.
Esta mañana recibimos de parte del Banco Central el Informe de Política Monetaria, que, siendo sin duda positivo, tiene una contradicción en sí mismo, porque en el ambiente de nuestro país existen desconfianzas, incertidumbres, cuestionamientos.
Eso cunde mucho más cuando desde el mundo político, a partir de las iniciativas que debe llevar adelante el Gobierno; o del rol que tiene que jugar el Congreso Nacional; o del papel que nos corresponde a los partidos, que estamos obligados a establecer criterios o a implementar programas o políticas públicas que afectan directamente a la población y pueden ser la diferencia entre mejorar calidad de vida o empeorarla, no se entiende el que no seamos capaces de llegar a acuerdos en asuntos sensibles; en este caso, en materia de salario mínimo.
Por consiguiente, primero deseo hacer ver acá, con gran fraternidad, que tenemos un problema: de lenguaje, de diálogo, de capacidad para generar acuerdos.
A mí no me parece razonable -y la experiencia así lo indica- el que unos, por tener cierta mayoría, pretendan imponerles a otros, por ser minoría, criterios absolutos.
En el caso del salario mínimo -por decirlo de algún modo-, el mango de la sartén lo tiene el Gobierno.
Más allá de los dimes y diretes y de las diferencias legítimas que pueda haber, la implementación de un veto inconsulto -porque en otras ocasiones se han planteado vetos de distinto tipo, la mayoría de las veces acordados-, mediante el cual se insistió en determinada postura, terminó -todos lo sabemos- en un rechazo, mas no al aumento del salario mínimo ni a los incrementos que tanto la Cámara como el Senado habíamos votado a favor, sino al veto.
Entonces, el ambiente que se generó; las descalificaciones hechas; la culpa atribuida al otro; el abuso de determinados medios o de redes sociales para de alguna manera distorsionar los hechos aquí suscitados, a mi entender, no contribuyen en nada a mejorar la situación que está viviendo nuestro país no solo en el área política, sino también en los ámbitos económico, con incertidumbres, y social, con desconfianzas.
Yo diría que ahí está la razón más de fondo por la cual al menos las bancadas tanto de Senadores cuanto de Diputados de la Democracia Cristiana buscamos un entendimiento que recogiera el espíritu planteado en el diálogo, a veces de sordos, que se generó la semana anterior.
En primer lugar, garantizarles a los trabajadores que lamentablemente reciben el salario mínimo un aumento real, un reajuste importante, por encima del IPC.
Creo que eso se recogió bien en el acuerdo logrado.
En segundo término, nos pareció de toda lógica -y así lo planteamos en las conversaciones con el Gobierno- que los trabajadores no tenían ninguna responsabilidad en que un reajuste que se debía aplicar desde agosto, no se recibiera ese mes por falta de acuerdo entre nosotros.
La diferencia era de 10 mil pesos. Y ese fue el motivo por el que nosotros planteamos como uno de los objetivos por conseguir en un nuevo acuerdo la existencia de una compensación. Formulamos con absoluta claridad nuestro planteamiento, el que fue recogido rápidamente por el Gobierno.
Me parece bueno decir y recalcar aquello. Porque, sin duda, los miles de trabajadores que no hubieran recibido una compensación por el pago que debimos garantizar para el mes pasado y que no se concretó habrían dicho: "¡La responsabilidad es de los señores del Gobierno y del Congreso, quienes no son capaces de aprobar el pago de una diferencia mínima!".
Ese es uno de los puntos esenciales con que viene este nuevo proyecto, emanado de un acuerdo. Y yo quiero recogerlo. Porque de las malas experiencias hay que aprender. Y creo que todos aprendimos, pues el costo político y el costo social que significó el rechazo de la plurianualidad y la insistencia mediante un veto los pagamos todos.
Al final, los trabajadores no distinguen si es culpa del Presidente de la República, del Ministro que estaba negociando o de un Diputado o de un Senador. La responsabilidad la asumimos todos y el costo lo pagamos todos.
Nos pareció importantísimo ser parte de la solución y no seguir agravando el conflicto.
Señor Presidente, hay que aprender de las malas experiencias, pero también de las buenas.
El Gobierno, haciendo uso de su derecho, en el programa de campaña se comprometió con los chilenos a hacer determinadas cosas. Y es parte, pues, de su responsabilidad el posibilitar que esa propuesta programática se cumpla, pero en el entendido de que es apoyada y aprobada mayoritariamente.
No obstante, para que sea apoyada y aprobada mayoritariamente es evidente que el Ejecutivo siempre debe estar disponible para un diálogo responsable, pero equitativo y equilibrado, sin imposiciones, sin vetos, sin condicionamientos de ningún tipo.
Desde la Oposición -porque este es el lugar donde nos dejó la ciudadanía-, nosotros deberemos hacer lo mismo.
Por eso, las descalificaciones y la atribución de malas intenciones a unos y otros contribuyen solo a alejar posturas.
Al final, aparte del prestigio de todos los que estamos en la política, ya bastante alicaído -el Gobierno baja en las encuestas, y nosotros, ¡ni hablar!-, pierden todos, pero, fundamentalmente, los chilenos que esperan de nosotros soluciones prácticas y concretas para los desafíos del país.
Me parece fundamental retomar la capacidad necesaria ante los retos futuros en materia laboral, en pensiones, en la reforma del sistema tributario que quiere plantear el Gobierno, en educación, en salud, que son altamente sensibles. Al respecto, Chile ha tratado de ir avanzando sostenida y consistentemente en las últimas décadas en mayores niveles de igualdad, término de discriminaciones y respuesta a esfuerzos básicos que un país como el nuestro tiene que desplegar si quiere lograr un crecimiento y un desarrollo equilibrados, con sentido de equidad en el largo tiempo.
Nosotros, junto a nuestra bancada de Diputados, hemos apoyado el acuerdo. Nos parece importantísimo haber obtenido un respaldo muy mayoritario del Congreso.
A pesar de que mi Honorable colega Coloma se ruborizó, de repente, cuando fue alabado, deseo consignar que, en la Comisión de Hacienda, Su Señoría y los Senadores señores Letelier, Presidente; García; Lagos, y quien habla, en representación de nuestra bancada, estuvimos siempre disponibles para avanzar en términos propositivos, positivos y buscando lo mejor para nuestros trabajadores y para la economía del país.
Gracias.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- Puede intervenir el Honorable señor Elizalde.


El señor ELIZALDE.- Señor Presidente, parto por felicitar la presencia de los Ministros del Trabajo y de la Secretaría General de la Presidencia.
Me hubiera gustado haberlos visto el lunes de la semana pasada, cuando se votó, precisamente en esta Sala, la iniciativa que apuntaba al aumento del ingreso mínimo. Lamentablemente, no asistieron.
Nos enteramos por la prensa de algo que el Gobierno debería haber comunicado formalmente en el sentido de que, pese a que ambas ramas del Congreso Nacional aprobaron el incremento, había resuelto vetar el proyecto, conforme a una lógica que a mí me parece compleja, maniquea y que pretende caricaturizar, sobre la base de falsos argumentos, el rol jugado por la Oposición.
Se ha hecho referencia a un bloqueo. Pregunto cuáles son las iniciativas que la Oposición ha votado sistemáticamente en contra desde el inicio de la segunda Administración del Presidente Piñera.
Por el contrario, la actual bancada oficialista rechazó muchos proyectos de ley presentados por gobiernos de quienes hoy día estamos en la Oposición.
Se ha extremado el lenguaje. Lamento la entrevista que el domingo recién pasado dio el Presidente de la República, en la cual calificó de "antipatriotas" a quienes pensamos distinto. Creí, equivocadamente, que ese lenguaje estaba erradicado de nuestra convivencia democrática. Pensar distinto no puede ser calificado de acto de antipatriotismo. Si en eso consiste la democracia: en la expresión de las distintas visiones de país.
Quiero ratificar con toda mi fuerza lo expresado hace un par de minutos, de manera magistral, por nuestro jefe de bancada, Rabindranath Quinteros: "Toda la sal y el agua para los proyectos que sean buenos para Chile".
Pero en democracia es legítimo -repito- pensar distinto. Y precisamente en el Congreso Nacional es donde se deben expresar las diferencias.
El Senado y la Cámara de Diputados aprobaron el proyecto de reajuste y el Gobierno se negó a promulgarlo. Y, lo que es peor, se la jugó al todo o nada a través de un veto. No creo que esa sea la forma de construir acuerdos y entendimientos sustantivos para el bien del país.
Creemos en el diálogo, no en los monólogos, ni menos en la imposición.
Se esgrime, como argumento, que el Gobierno tiene legitimidad democrática por haber ganado en las urnas.
¡Eso jamás lo hemos puesto en duda! Nuestras convicciones democráticas se traducen en que reconocemos la legitimidad de Sebastián Piñera para gobernar: obtuvo un poco más de un tercio de los votos en la primera vuelta y una diferencia importante en la segunda.
En consecuencia, en el marco de la Constitución, que le da prerrogativas -por lo demás, excesivas- al Primer Mandatario a través de un sistema presidencialista reforzado, el Gobierno puede llevar adelante múltiples iniciativas.
Si no las compartimos, formularemos una crítica política, obviamente. Eso forma parte de la democracia. Mas no vamos a poner en duda lo que se realiza en el marco de la ley y del ordenamiento jurídico vigente.
Pero si el Gobierno quiere modificar o aprobar leyes, debe hacerlo con el acuerdo de la Cámara de Diputados y del Senado. Porque el Congreso Nacional -elegido por primera vez en nuestra historia sin el sistema binominal- tiene plena legitimidad para manifestar los distintos puntos de vista.
La legitimidad presidencial no la cuestionamos, porque emana de la soberanía popular: la expresión de los ciudadanos en las urnas.
No se puede cuestionar, por lo tanto, la legitimidad del Congreso Nacional. En eso consiste la democracia y el principio de la separación de los Poderes del Estado.
Lamento, entonces, el lenguaje utilizado en este tiempo. Deploro la caricatura y los falsos argumentos.
Reitero lo que expuse: podríamos hacer un recuento de cómo votó el oficialismo actual en el pasado, cuando fue Oposición. Y jamás lo calificamos de antipatriota cuando daba a conocer sus puntos de vista. No los compartimos. Nuestra visión es distinta. Pero en eso consiste la legitimidad democrática: en respetar las ideas de otros.
Más aún, la antigua Concertación fue mayoría electoral política social durante dieciséis años y minoría en el Congreso, como resultado de la institución antidemocrática de los Senadores designados. Y los gobiernos de la Concertación hicieron sus mejores esfuerzos por construir una mayoría en este ámbito conscientes de constituir una minoría pese a haber sido categórico el dictamen de las urnas en sentido contrario.
Hoy, con un Congreso íntegramente elegido por la ciudadanía, sin sistema binominal -insisto-, el Gobierno no está disponible para un diálogo y para escuchar a quienes pensamos distinto.
Si hasta he leído hoy día en la prensa nacional que la UDI expresa no haber sido escuchada a propósito de la iniciativa. Y le van a mandar una carta de reclamo al Presidente de la República.
Creo que es necesario erradicar el lenguaje al cual me refiero. No se puede hablar de unidad nacional por una parte y calificar acto seguido de "antipatriotas" a quienes mantienen un punto de vista diferente. Esa no es la forma de construir entendimientos de futuro y sustantivos.
Por cierto, seguiremos expresando nuestras convicciones. Obviamente, plantearemos nuestra crítica ante propuestas que nos parezcan negativas para Chile; pero estamos disponibles para un diálogo en que nos escuchemos todos si es posible arribar a acuerdos y entendimientos positivos para el país.
Tras todo este debate, finalmente vamos a aprobar un proyecto de ley en un plazo que fue propuesto por mi Honorable colega Lagos cuando se discutió el proyecto original. Me hubiera gustado entonces una actitud distinta del Gobierno.
Espero que la experiencia les sirva a todos de lección para el futuro.
El diálogo es entre dos o más y se debe fundar en la buena fe y desarrollar en el marco institucional, que es el Congreso Nacional, de cara a la ciudadanía y, por cierto, con disposición de incorporar las ideas de quienes piensan distinto.
Muchas gracias.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- Sobre la base de que aún hay cinco o seis inscritos, propongo emplear los cinco minutos para fundamentar el voto.
Acordado.
Tiene la palabra el Senador señor De Urresti.


El señor DE URRESTI.- Señor Presidente, Honorable Sala, quiero sumarme a lo expresado recién por mi colega Álvaro Elizalde, Presidente del Partido Socialista.
Nuestra bancada ha estado dispuesta en forma permanente a conversar, a entendernos, pero sin claudicar en cuanto a los derechos de los trabajadores. Además de pelear una cifra que consideramos que debe ser la más adecuada, que representa mejor el crecimiento y el aporte generados por ellos con su esfuerzo, su producción, su labor, igualmente hicimos ver que no podía ser posible una discusión por un período que los sustrajera, como tampoco a sus representantes, a la Central Unitaria de Trabajadores, de la posibilidad de negociar, de debatir, de luchar año a año por mejores condiciones.
El Gobierno -creo que por inexperiencia, pero también por la tozudez de sus ministros- no quiso comprender la situación y pretendió dar un golpe de autoridad y concluir que simplemente la voluntad y visión del Presidente de la República para impulsar la iniciativa iban a llevar a la aprobación.
Así, se dio el hecho inédito del veto que trató de modificar, precisamente, la voluntad del Congreso. Cuando en la Cámara de Diputados se dijo "no" a la plurianualidad y en el Senado ocurrió otro tanto, se presentó la observación.
En una acción francamente inaceptable, al Ministro del Trabajo, aquí presente, se le manifestó en una conferencia de prensa que estaba mintiendo acerca de la voluntad de la Oposición para acoger el proyecto.
Nosotros dimos el acuerdo en relación con el guarismo, pero claramente no íbamos a aceptar la plurianualidad y saltar, en definitiva, la discusión sobre el período de vigencia, que no quieren enfrentar ante las próximas elecciones municipales y de gobernadores regionales. El Partido Socialista señaló y mantuvo su posición.
Asimismo, dijimos, en forma clara y precisa: "El nuestro es el mismo Partido tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado". En la búsqueda frenética de votos para acoger la iniciativa, ninguno de nuestros parlamentarios se sumó al planteamiento mencionado.
Ojalá al Gobierno le sirva de experiencia y sus ministros entiendan que su sector es minoría en ambas Cámaras, y se pueda conversar, dialogar, sin imponer. Reitero lo de no imponer.
Desgraciadamente, la arrogancia de los Secretarios de Estado y la incompetencia de algunos de ellos, vistas en las últimas semanas -igualmente las observamos ante el desarrollo de distintos conflictos en el país-, los llevan a hacerle un flaco favor a su Gobierno y, de paso, afectar a los trabajadores.
Como bancada del Partido Socialista, vamos a pronunciarnos a favor. Queremos que los trabajadores obtengan un reajuste y que exista claridad respecto del nuevo momento en que se va a negociar.
Pero insisto en la necesidad de ser veraz en la conferencia de prensa de afuera. ¡Y qué bueno que haya dos ministros presentes! Con el cariño y respeto que le tengo al Ministro señor Monckeberg por haber sido colegas en la Cámara de Diputados, le pido decir la verdad respecto de cómo ha votado la Oposición. Ello evitará que sea interrumpido por los periodistas, quienes en la oportunidad que mencioné le manifestaron, con mucho respeto, que sus declaraciones no eran verídicas y que era falso lo que nos imputaba en el sentido de no apoyar el guarismo. Eso no le hace bien ni a su Gobierno, ni al Congreso, ni a los trabajadores.
Con franqueza, exponiendo nuestras posiciones y administrando nuestras legítimas contradicciones, lo importante es contar con un reajuste, para que los trabajadores puedan mejorar sus condiciones.
¡Pero no nos hagan responsables de la tozudez o la incapacidad de las autoridades de llegar a un acuerdo para negociar! ¡Eso sí que no!
Aprobaremos el reajuste planteado.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- Puede intervenir la Honorable señora Provoste.


La señora PROVOSTE.- Señor Presidente, ya hemos debatido en las semanas anteriores sobre el ingreso mínimo que reciben más de 800 mil trabajadores.
Claramente, debemos ser capaces de construir, como país, una mayoría política relevante para que los trabajadores más vulnerables logren incrementos reales. La iniciativa permite dar hoy día un paso, porque estamos aprobando un mejoramiento de ese tipo de un tres por ciento para los años 2018 y 2019 -esperamos que se extienda a las negociaciones colectivas al interior de cada una de las empresas- y otro de 2,5 por ciento para el año 2020. Esperamos que la fuerza sindical permita incrementar el guarismo.
Lo medular es que las remuneraciones de la masa laboral más vulnerable deben crecer siempre sobre el promedio.
Tal como lo han manifestado muchos de los colegas que me han antecedido en el uso de la palabra, estamos debatiendo un nuevo proyecto de ley para reajustar el ingreso mínimo, porque hace una semana imperaron la intransigencia y la tozudez en el Gobierno. Se envió un veto despreciando o descartando la opinión de las mayorías parlamentarias que el día anterior habíamos aprobado el informe de la Comisión Mixta.
Las mayorías del país queremos construir una sociedad que avance con más justicia; con mejores bienes públicos; con sistemas tributarios más progresivos y no regresivos; con políticas públicas activas de apoyo a los más vulnerables, de resguardo medioambiental de los territorios.
Seguir insistiendo en medidas regresivas por parte del Gobierno es un ejercicio que chocará, una y otra vez, con dicha opinión, presente en el Congreso.
En lo tributario, en educación, en pensiones, en derechos humanos, la mayoría política tiene una óptica progresista, de avanzar hacia una real nivelación de la cancha. Si eso no ocurre, no se contará con el apoyo de los actores políticos de la Centroizquierda presentes en el Hemiciclo.
Como Oposición, queremos que exista un diálogo político en el Congreso, pero también que ello sea respetado y no se esté amenazando con vetos, lo que claramente no ayuda a construir y generar un clima y un diálogo políticos institucionales.
Tampoco es razonable "sacarlo". Es aquí, en las Comisiones técnicas, en las Salas del Congreso, donde se debe construir la relación de diálogo y respeto.
Sin embargo, debemos debatir sobre un tema con relación a esta regulación y que se halla presente en la iniciativa. Me refiero a algo que muchas veces parece dar lugar a una gran sensibilidad en los discursos comunes. Pero de ello nada se dice en el artículo 2 del proyecto sobre el reajuste del ingreso mínimo.
¿Por qué los mayores de 65 años deben recibir un ingreso mínimo inferior? La norma es injusta y atenta contra los principios de no discriminación que deben infundir nuestra legislación laboral.
Según los resultados de la última encuesta de caracterización socioeconómica, el jefe de hogar de más del 18 por ciento del total de hogares en extrema pobreza es una persona mayor de 60 años, lo que refleja la profundidad del problema al cual nos estamos refiriendo. Por lo tanto, es necesario tomar medidas, sobre todo en un país que día a día va avanzando en aquella dirección.
Repito que es una materia que debemos discutir en la Sala, ya que la norma del artículo 2 discrimina a los mayores de 65 años y va justamente en el sentido contrario de sacar de la pobreza a nuestros adultos mayores.
Llamo la atención y conmino al Congreso a reflexionar sobre la justicia de una disposición como la que he señalado, la cual -para ser justa- ha estado contenida en las anteriores leyes de reajuste al salario mínimo.
Señor Presidente, espero que el traspié del Gobierno en esta materia haya generado el aprendizaje necesario para establecer un tipo de relación con el Parlamento y, particularmente, con la Oposición, porque la conformación de este es una expresión real de la ciudadanía.
Reitero: claramente la discriminación referida hacia nuestros adultos mayores no va en la dirección en la que queremos avanzar.
He dicho.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor García.


El señor GARCÍA.- Señor Presidente, en primer lugar, frente a las intervenciones de quienes me han antecedido en el uso de la palabra que señalan que el Gobierno no ha tenido ninguna actitud de diálogo, que no le interesan los trabajadores, que rechaza contar con un nuevo reajuste al ingreso mínimo, quiero decir que eso es absurdo.
¡Francamente es faltar a la verdad, a mi juicio, de manera grave!
Estamos hablando de convivencia; estamos hablando de construir un clima de mayor armonía para abordar los desafíos que enfrenta el país.
Sin embargo, ¡usamos un lenguaje tan agresivo, tan destructivo, tan descalificador!
Todos sabemos que el Gobierno, cuando ingresó el primer proyecto de reajuste al ingreso mínimo, desde el primer momento conversó con sectores de la Oposición. Hubo algunos Diputados que fueron más receptivos y respaldaron un acuerdo con el Ejecutivo. Y pensaron que eso se iba a respetar. De hecho, se produjo la mayoría necesaria en la Cámara Baja, y así la iniciativa llegó al Senado.
Entonces, que no se diga que el Gobierno no ha querido dialogar o que solo ha intentado imponer su voluntad, porque lo que en realidad hacía era buscar que se respetara el acuerdo que se había logrado con algunos Diputados de Oposición. Simplemente era eso.
¡No fue posible!
Y el Ejecutivo siguió conversando; siguió buscando acuerdos. Los Senadores Lagos y Pizarro lo saben. Estuvimos muy cerca de alcanzar un acuerdo, ¡muy muy cerca!
Creo que a todos nos faltó tiempo, quizá, y nos faltó haber sido un poco más reflexivos.
Por parte del Gobierno, doy fe de que hubo voluntad de construir acuerdos, voluntad de diálogo y disposición para despachar en el mes de agosto el proyecto de reajuste al ingreso mínimo.
Pero eso, señor Presidente, ya es historia.
Lo importante ahora es que ha ingresado una nueva iniciativa en esta materia, que fue aprobada por una amplia mayoría en la Cámara de Diputados. La votación en general fue casi unánime. Y espero que en el Senado se produzca algo parecido.
La ciudadanía nos está pidiendo que nos pongamos de acuerdo; no quiere estas disputas que muchas veces son inútiles.
La ciudadanía lo que busca de nosotros, los congresistas, las Senadoras y los Senadores, es que seamos capaces de dirimir nuestras diferencias y construir los acuerdos necesarios, particularmente, en una materia tan sensible como el reajuste del salario mínimo para los trabajadores que lo reciben y, por supuesto, para los miles de pequeños empresarios, que son quienes lo pagan.
¡Si el sueldo mínimo no lo paga el Estado!
Lo pagan pequeños empresarios, que se sacan la mugre -disculpen la expresión-, trabajando leal y honestamente, para sacar adelante sus emprendimientos y, también, a sus trabajadores y a sus familias.
Entonces, señor Presidente, lo que debemos hacer acá una vez más es manifestar esa voluntad de acuerdo y, por supuesto, expresarla en nuestras votaciones.
Los Senadores de Renovación Nacional concurrimos con la mayor disposición, con la mayor voluntad a aprobar este proyecto de reajuste del salario mínimo; a aprobar este reajuste del subsidio único familiar; a aprobar este reajuste de las asignaciones familiares, porque estamos seguros de que es el camino correcto, el que la ciudadanía quiere y quiso cuando votó por el Presidente Sebastián Piñera.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- Tiene la palabra la Senadora señora Rincón.


La señora RINCÓN.- Señor Presidente, la verdad es que me habría encantado que no hubiésemos llegado a esta sesión y que el proyecto anterior se hubiera despachado hace dos semanas. Esta sesión no debió ser necesaria.
Muchas de las cosas que se expresaron durante esta semana no debieron haberse dicho. No voy a repetirlas. Creo que hemos vivido la posverdad a lo largo de estos quince días.
Y lo lamento, sobre todo considerando que la posverdad la escuchamos de boca del Presidente de la República. Y no sé si lo manifestó porque tuvo mala asesoría o porque quiso.
Señor Presidente, si nosotros como parlamentarios hubiésemos rechazado la discusión del reajuste del salario mínimo, hoy día no estaríamos votando esta nueva propuesta legislativa.
Nosotros aprobamos el salario mínimo y lo hicimos en un monto que probablemente a ninguno de nosotros nos gusta, pues desearíamos tener un reajuste bastante mayor que el que estamos votando en esta Sala y el que votamos hace dos semanas.
Pero las cosas son como son y quien fija el monto es el Ejecutivo. Lo digo por experiencia propia. Me tocó ser parte de la Administración anterior.
A lo imposible nadie está obligado.
Un primer punto que debe quedar claro, señor Presidente, es que este Parlamento, Oposición y Gobierno, había aprobado un reajuste al ingreso mínimo.
Y el Ejecutivo, por tozudez, a través de un veto, pese a no contar con la mayoría, ¡insistió en su propuesta e imposibilitó que el proyecto fuera ley de la república y se promulgara!
Y aquí estamos.
Es cierto, Senador García -veo que acaba de salir de la Sala-, que muchos, de uno y otro lado, hicieron esfuerzos para construir acuerdos. Pero no fue posible.
Hoy día estamos discutiendo por segunda vez, gracias a un acuerdo que se ha construido entre todos, un reajuste al salario mínimo un poco mejor.
Creo que debemos hacernos cargo de lo señalado por la Senadora Provoste en su intervención y recoger en la próxima discusión sobre esta materia, que va a ser en dos años más -aquí hay varios colegas de la Comisión de Hacienda-, el problema respecto de nuestros adultos mayores, porque no podemos discriminar.
Tenemos que recoger el desafío que nos ha planteado la Senadora Provoste.
Asimismo, debemos hacernos cargo de otra afirmación que han expresado varios de mis colegas aquí.
Más de 800 mil trabajadores reciben el salario mínimo. Es verdad que muchos de ellos son remunerados por pequeños y medianos emprendedores, quienes hacen un tremendo esfuerzo. Pero también es cierto que un gran número de esos trabajadores labora en grandes empresas, y muchos de ellos son adultos mayores.
No sé si le ha pasado a alguno de los presentes que se les acerquen adultos mayores un fin de semana en un supermercado para decirles: "Yo trabajo aquí por el sueldo mínimo".
Entonces, no es cierto que solo los emprendedores remuneren con el ingreso mínimo.
Por lo tanto, enfrentamos grandes desafíos y deberemos hacernos cargo de ellos.
Hoy día yo voto que sí, pero hay muchas cosas que nos podríamos haber ahorrado si no hubiera habido tozudez.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Latorre.


El señor LATORRE.- Señor Presidente, en Chile todavía existe un mini salario mínimo, que está lejos de alcanzar la línea de la pobreza.
Lamentablemente, cerca de un millón de trabajadores labora 45 horas a la semana, recibe órdenes, tiene contrato de trabajo y gana el salario mínimo. ¡Eso es una injusticia!
Tenemos un desequilibrio entre capital y trabajo.
Nuestras organizaciones sindicales están debilitadas, fragmentadas y representan a un porcentaje muy bajo de la fuerza laboral. Ese ha sido un déficit de nuestra democracia. No hemos sido capaces de fortalecer las organizaciones sindicales y generar negociación colectiva de manera que los trabajadores sean un contrapeso al gran capital concentrado en el uno por ciento más rico de la población.
El salario mínimo que se propone recién está superando la línea de la extrema pobreza. Se consideran 288 mil pesos a partir de septiembre, lo que representa, aproximadamente, 233 mil pesos líquidos. Eso es lo que van a tener las personas para vivir, para consumir.
Todavía estamos muy lejos del objetivo país de que ningún trabajador esté por debajo de la línea de la pobreza.
Por mi parte, este fin de semana tuve la posibilidad de conversar en los campamentos de Valparaíso y Viña del Mar con personas que estaban pendientes del reajuste del salario mínimo. Querían saber si iban a tener las 10 luquitas más antes de las Fiestas Patrias y los 300 mil pesos en marzo. Es gente que efectivamente gana el ingreso mínimo. Y no entendían nada de "plurianualidad", de "guarismos", de "veto presidencial".
Yo creo que acá nadie ganó: ni el Presidente Piñera con su veto ni la Derecha con su obsesión por la plurianualidad, en la que insistía para evitar a toda costa una negociación antes de las elecciones municipales. ¡Y resulta que ahora igual vamos a tener negociación por reajuste de salario mínimo antes de las municipales!
Pero después quieren llevar a una negociación post elecciones presidenciales y parlamentarias, en diciembre del 2021. Tal es el sentido de ese acuerdo que han firmado algunos Senadores, pretendiendo que sea representativo de toda la Oposición.
La verdad es que para nosotros, dado que en Chile tenemos un sueldo mínimo tan bajo, dado que está muy lejos de la línea de la pobreza, es absolutamente atendible lo que recomienda la Organización Internacional del Trabajo: negociar año a año -y no a 24 meses-, como se ha hecho casi en todo el período democrático. ¡Eso lo recomienda la OIT!
No es que nos estemos planteando grandes montos. El propuesto todavía sigue siendo un mini salario mínimo. Algunos informes señalan que otros países, cuando tenían un PIB similar al nuestro, contaban con un ingreso mínimos mensual más alto. Es el caso de Nueva Zelanda, cuyo salario mínimo en 1994 -hace 24 años- era 1,9 veces más que el de Chile hoy; y el de Estados Unidos, en 1965 -hace 53 años-, era 3,1 veces mayor.
En consecuencia, todavía existe margen para llegar a un reajuste más generoso.
Y sabemos que hay grandes empresas que abusan, que se aprovechan de este mini salario mínimo.
Estas cifras son, claramente, abismantes.
Hay empresarios, inversionistas que hacen "pasadas" y en una transacción financiera, muchas veces con información privilegiada, ganan mucha plata en segundos. Este mini salario mínimo es absolutamente insignificante para ellos.
Con relación a la presente iniciativa, tengo una pequeña discrepancia con mis compañeros del Frente Amplio, quienes en la mañana rechazaron el reajuste en la Cámara Baja, básicamente por la plurianualidad a 24 meses y por el acuerdo en la "cocina" a que llegaron algunos Senadores de la Comisión de Hacienda del Senado, quienes firmaron un protocolo para que se negocie post elecciones presidenciales y parlamentarias.
Yo soy favorable a este reajuste, a pesar de ser mezquino. Creo que las personas que reciben el salario mínimo lo están esperando. Por tanto, voy a concurrir con mi voto favorable. Tengo la convicción de que es necesario, pese a que todavía resulta insuficiente.
Espero que el Gobierno no utilice este "pirquineo" que muchas veces hace con la Oposición para las discusiones que vienen y que son mucho más estructurales. Pienso especialmente en la reforma tributaria. Ahí va a haber, sin duda alguna, una Oposición muy atenta a cualquier posibilidad de regresión y de beneficio para el uno por ciento más rico con la integración que se plantea. Eso va a ser absolutamente rechazado y no va a requerir "acuerdos de cocina" de algunos Senadores.
Voto a favor.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).-Tiene la palabra la Senadora señora Von Baer.


La señora VON BAER.- Señor Presidente, en democracia, para sacar adelante los proyectos son importantes los acuerdos. Y a estos generalmente se llega en lo que se llama -entre comillas- "la cocina". Y yo soy de las que creen en los acuerdos.
Aquí se ha hablado mucho de la supuesta tozudez del Gobierno. La verdad es que, como en todas las cosas humanas, para lograr algo se necesitan dos partes.
Aclaro que yo no seguí de cerca la discusión; no soy miembro de la Comisión de Hacienda.
Aquí se ha dicho que hoy día estamos votando exactamente lo que en algún minuto se propuso durante la tramitación del proyecto anterior. Según la información que manejo, sí se propuso algo, pero no de una manera que permitiera arribar a un acuerdo.
Entonces, no cabe señalar que hoy día está en votación algo respecto a lo cual podríamos haber llegado a acuerdo en otro minuto. Ello habría sido así siempre y cuando la Oposición también hubiese puesto la firma debajo de ese acuerdo.
En tal sentido, creo que lo sucedido no fue culpa del Gobierno o culpa de la Oposición, sino, probablemente, de ambos lados, porque no fuimos capaces de lograr un acuerdo. Yo entiendo que el Gobierno estuvo dispuesto a ello en un momento, pero la opción de acuerdo se sostuvo apenas un par de minutos.
Señor Presidente, después de todo lo que se ha dicho -y por esto pedí la palabra al final-, cabe precisar que parte de responsabilidad es de la Oposición, ya que a ella le cuesta hoy día ponerse de acuerdo. Y esto es una cosa nueva dentro de nuestro sistema democrático.
El Senador Lagos Weber -no está en la Sala en este instante, pero quizá me está escuchando por ahí- afirmó que había que tomar como ejemplo los gobiernos de la Concertación para alcanzar acuerdos. Al respecto, quiero recordarle al colega que en esa época regía el sistema binominal y que, por tanto, la volatilidad de los acuerdos era mucho menor. Y eso bien lo sabe el Senador Insulza. Entonces era mucho más fácil negociar de lo que es hoy día. ¿Por qué? Porque ahora el Congreso, dado el nuevo sistema electoral, está más fragmentado.
Por ello, no se pueden hacer comparaciones hacia atrás sin tomar en cuenta ese aspecto.
Entre el Gobierno anterior y el actual hay un cambio fundamental: el nuevo sistema electoral, que hace que la Oposición esté mucho más fragmentada. Por lo tanto, al Gobierno -este, el próximo; da lo mismo de qué sector político sea- le va a costar mucho más llegar a acuerdos en el Congreso.
En consecuencia, señor Presidente, aquí la responsabilidad es de todos.
Debemos hacernos cargo de que tenemos un sistema electoral que no está hecho para el sistema presidencial. Los modelos proporcionales como el nuestro están pensados para sistemas parlamentarios.
Hay que asumir esa realidad.
Por lo mismo, para llegar a acuerdos no solo es necesaria la disposición del Ejecutivo; se requiere también una Oposición que pueda, en la Comisión y fuera de ella, sostener esos acuerdos. Y yo creo que eso fue algo que falló en esta negociación.
En tal sentido, me parece que este es un aprendizaje para todos y que no se puede culpar por lo que sucedió al Gobierno solamente.
¡Parece que motivé al Senador Insulza...!
Se ha dicho también que este es un salario mínimo que no nos deja contentos, con el cual no estamos de acuerdo, y que únicamente lo estamos aprobando porque lo presenta el Ejecutivo.
Señor Presidente, este el salario mínimo más alto que se ha presentado en los últimos años.
¡Eso es así! Y lo han señalado hasta Senadores de la Oposición, a quienes se lo agradezco, porque creo que hay que decir las cosas como son. Y eso se debe también a que la economía está creciendo, de lo cual debemos estar contentos.
Por tal motivo, señor Presidente, agradezco a aquellos que dieron el paso hacia delante e hicieron posible este acuerdo: a los parlamentarios de Oposición que concurrieron a él; a los parlamentarios de Gobierno, que lo apoyaron, y a los Ministros de Estado, que supieron negociar en este nuevo Congreso, que les va a presentar tremendos desafíos, dado el cambio institucional que se ha verificado y del cual no todos somos responsables.
He dicho.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- Ha pedido la palabra el Senador señor Insulza.


El señor INSULZA.- Lamento tener que intervenir en este momento, señor Presidente, pero lo haré de manera muy breve.
Solamente quiero decir una cosa.
A mí me ponen contento los acuerdos. No les tengo miedo a las discusiones, a los debates, y me gustan los consensos. Así que este, para mí al menos, es un buen momento, a pesar de que ha resultado muy difícil.
Pero quiero decirle a la señora Senadora -por su intermedio, señor Presidente- que he estado en situaciones muy difíciles. ¡Cómo olvidar la famosa votación de la reforma laboral de fines del año 99! Empatamos dos veces a 24 votos por lado; Gobierno y Oposición estábamos enfrentados. Al día siguiente se volvió a votar y perdimos el proyecto porque de nuevo empatamos a 24.
Sin embargo, yo nunca había escuchado, ¡nunca!, que entre las autoridades del país una le dijera a otra antipatriota. No lo había escuchado nunca, y espero que el Presidente de la República recapacite, porque cuando nos empezamos a apropiar del pueblo o de la patria, y a denostar a los demás como antipatria, ya estamos a las puertas de algo mucho más grave.
Muchas gracias.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- A usted, señor Senador.
No sé si sea posible que la Sala acepte que yo haga uso de la palabra por breves minutos desde la testera.
El señor DURANA.- No hay problema, señor Presidente.
El señor INSULZA.- Por supuesto.


El señor BIANCHI (Vicepresidente).- Se los agradezco.
Seré muy breve.
Quiero ver qué lecciones sacamos de todo lo que ocurrió en esta larga discusión que se dio con respecto al salario mínimo. Y lo digo porque nos preocupa que saquemos lecciones que nos permitan buscar mecanismos que favorezcan de mejor forma a las mujeres y hombres que lo reciben, que son miles.
Por lo tanto, valiéndome de la presencia de dos Ministros -el señor Blumel y el señor Monckeberg, con quienes conversé el punto-, quiero comentar que en materia de políticas públicas como la del salario mínimo se fija un solo monto, exactamente igual, para todo el país. Me parece que, en materia de cosas públicas, de temas públicos, debiesen establecerse al menos tres macrozonas, de tal suerte que todos estos asuntos públicos, sociales, humanos, lleguen de mejor manera a quienes habitan en las distintas regiones del país.
Esa es una primera reflexión.
La segunda es que, mientras sigamos discutiendo el salario mínimo (5 mil, 10 mil, 15 mil pesos más o menos), lo que estamos haciendo es seguir fabricando pobreza. Y no me voy a cansar de decirlo, porque esa persona, mujer u hombre, al momento de jubilar, aun cuando no tenga ni un solo mes, ni un solo año de laguna, termina con un promedio de jubilación de 140 mil, 144 mil pesos. Y luego el Gobierno queda obligado a entregarle aportes para que pueda alcanzar una pensión mayor.
Entonces, lo que hemos señalado es que por lo menos el Estado, los gobiernos, cuando una persona, mujer u hombre, reciba el salario mínimo, se obligue a que el aporte previsional que se le haga sea equivalente al que está haciendo el trabajador, de tal suerte que al momento de jubilar quede en una condición mucha más humana, mucho más digna, con respecto a lo que será su período de jubilación.
Y esta discusión sobre el salario mínimo no es inocua; no es una discusión cualquiera. De aquí nace el debate que después tendremos que hacer a propósito del sector público.
Por lo tanto, claramente en esta materia, cuando se llega a un acuerdo, muchas veces no compartiéndolo ni siendo parte de él, lo celebro, porque es la forma que existe en democracia para poder avanzar en un ámbito tan social e importante como el que aquí hemos debatido.
Y una última reflexión.
Señor Ministro, lo que ha señalado la Senadora Yasna Provoste es algo del todo necesario y humano. ¿Por qué se discrimina a los adultos mayores de una manera tan extraordinariamente brutal? Es como un doble castigo. No fuimos capaces de entregarles sueldos dignos. Esas personas, por no tener calificación, por las razones que sean, se vieron obligadas a recibir el salario mínimo. Luego, se jubilaron con 140 mil pesos. Y luego, cuando se les da la oportunidad de trabajar, se les baja el techo; se les exige de nuevo que reciban menos. O sea, es un doble castigo. Es como decir: "Mira, no te vas de esta vida si no te vas dos veces castigado".
Por eso, recojo lo que planteó la Senadora Yasna Provoste. Y me hago parte también, de ser necesario, para buscar mecanismos que permitan dar humanidad a personas que ya fueron brutalmente castigadas en su vida laboral y que lo vuelven a ser en esta oportunidad.
Yo, habiéndome negado a votar las dos veces anteriores por toda esta discusión de la plurianualidad, y más allá de los discursos políticos en un sentido u otro, creo que debemos dejarles un mensaje a las trabajadoras y los trabajadores: al menos decirles que tenemos la máxima preocupación, Gobierno y Oposición, para ir mejorando el camino y dar mejores condiciones en materia laboral.
Me ha pedido la palabra el Ministro Blumel, pero primero, antes de dársela, vamos a dar por terminada la votación.
El señor LABBÉ (Secretario General).- ¿Alguna señora Senadora o algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- Terminada la votación.
--Se aprueba en general y en particular el proyecto (34 votos a favor).
Votaron las señoras Aravena, Ebensperger, Muñoz, Órdenes, Provoste, Rincón y Von Baer y los señores Bianchi, Castro, Chahuán, Coloma, De Urresti, Durana, Elizalde, Galilea, García, García-Huidobro, Girardi, Guillier, Insulza, Kast, Lagos, Latorre, Letelier, Montes, Moreira, Ossandón, Pizarro, Prohens, Pugh, Quintana, Quinteros, Sandoval y Soria.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Ministro señor Blumel.


El señor BLUMEL (Ministro Secretario General de la Presidencia).- Señor Presidente, agradezco la oportunidad de poder dirigirme, por su intermedio, a los señores Senadores.
Quisiera transmitirles, en primer lugar, que nos ha costado mucho en los últimos años poder construir acuerdos.
Por eso, más allá de la tramitación de esta iniciativa -que es importante estudiar para sacar lecciones-, lo relevante es realizar un llamado a cuidar los acuerdos, porque son tan escasos que hay que valorarlos cuando se dan. La ciudadanía los valora, la gente los agradece, y les hacen bien a Chile. Porque cuando se logra un acuerdo no gana ni el Gobierno ni la Oposición: gana el país y, en este caso en particular, los trabajadores más vulnerables, los cientos de miles que reciben un salario que, por más que reajustemos en forma importante, siempre será insuficiente para las necesidades que existen.
Lo segundo, señor Presidente, es que se ha aprobado un buen proyecto, que contempla un reajuste considerable, el mayor en varios años: 6,7 por ciento nominal ahora, en septiembre; 9 por ciento, en marzo del próximo año, y 5,5 por ciento, en marzo del 2020. Ello va a significar que el salario mínimo suba a 288 mil pesos durante este mes; a 301 mil pesos, en marzo del próximo año, y a 317 mil 500, en marzo del 2020, con una extensión de 24 meses.
Ello permite algo muy relevante.
Aquí se ha discutido mucho por qué incorporar la plurianualidad. Y es por una razón bien de fondo: el salario mínimo no lo paga el Estado, no lo paga el Fisco, no lo pagan los organismos públicos; lo pagan, fundamentalmente, las pequeñas y medianas empresas. En torno al 70 por ciento de los trabajadores con salario mínimo laboran en una pyme.
Por lo tanto, si esta trayectoria de aumento del salario mínimo, que es importante, la hacemos más estable, les damos una facilidad a quienes se hacen cargo de financiar el aumento del salario mínimo, no estrangulamos a las pymes, que ya de por sí tienen bastantes problemas para poder subsistir en el día a día, y tampoco ponemos en riesgo el mercado laboral.
Al final, en esto hay que lograr un fino equilibrio entre aumentar los ingresos y no perjudicar el acceso al trabajo de quienes más dificultades tienen para acceder a él, particularmente los jóvenes, las mujeres y también los adultos mayores, a propósito de lo recién mencionado.
Yo comparto que hay que abordar el tema de los ingresos de los adultos mayores, por una razón: porque, pese a que exhiben tasas de pobreza más bajas que la población en general -medidas en ingresos-, si uno tiene en cuenta los costos de vida, en particular de salud, su situación se hace muy compleja.
Por lo tanto, ese es un aspecto que se debe considerar. Nuestro programa contempla la creación de un subsidio al trabajo para los adultos mayores, pero es un asunto que tendremos que discutir más adelante.
Quiero aprovechar de agradecer, señor Presidente, a todos los parlamentarios que hicieron posible este acuerdo, tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, en particular de Chile Vamos y de la Oposición, reconociendo al mismo tiempo que hubo diferencias. Sin duda que las hubo. Pero este es, quizás, uno de los aspectos más consustanciales a la actividad política. Y el deber de esta -de los partidos, de las instituciones, del Parlamento- es procesar esas diferencias y entender que ellas son legítimas y que hay un llamado, un deber de negociar (en el buen sentido) para llegar a acuerdos. Un buen acuerdo nunca es una transacción que deba avergonzarnos, sino un acercamiento entre posturas que divergen para poder construir caminos comunes y para beneficiar a la ciudadanía y a la sociedad en su conjunto.
Y que no quepa ninguna duda: nuestro Programa de Gobierno tiene una enorme cantidad de proyectos, reformas e iniciativas, pero hay un aspecto sustancial en él que no es una reforma legislativa, sino una búsqueda permanente de generar consensos y acuerdos amplios en los ámbitos más relevantes y en las reformas más fundamentales que se están impulsando.
Eso no es sencillo; es un desafío permanente que todos debemos ir trabajando día a día. En una primera etapa en este proyecto no se pudo, aunque hubo algunos entendimientos. Por ejemplo, cuando se tramitó la otra iniciativa en la Cámara de Diputados se lograron acuerdos iniciales que finalmente no se pudieron consolidar, lo que sí ocurrió con este segundo proyecto.
Por eso, el llamado es a cuidar los acuerdos y a perseverar en esta senda.
El deber que tenemos todos es abrirnos al diálogo, entender que debemos conversar y encontrar aquellas coincidencias que nos puedan conducir a una solución conjunta, con el objeto de impulsar una agenda de reformas. De hecho, el Gobierno está iniciando una segunda etapa de reformas fundamentales en materias tan importantes como la tributaria, de pensiones, de salud (pública y privada), laboral y en un conjunto de aspectos que forman parte de un programa que representa un mandato, entendiendo que, si bien logramos un respaldo muy importante en la elección presidencial, no tenemos mayoría en el Congreso.
Ello significa un llamado de la ciudadanía a ponernos de acuerdo. Y esa va a ser la actitud y el compromiso que el Gobierno va a buscar honrar siempre durante la tramitación de tales proyectos.
Así que agradezco a todos quienes se sumaron a este acuerdo y a la aprobación de esta iniciativa, porque al final, como se ha señalado, cuando se logra un buen acuerdo, ello es bueno no solo para el Gobierno y la Oposición, sino, fundamentalmente, para el país.
Muchas gracias.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el señor Ministro del Trabajo.


El señor MONCKEBERG (Ministro del Trabajo y Previsión Social).- Seré muy breve, señor Presidente.
¡Nobleza obliga!
Quiero agradecer, sinceramente, a todos los parlamentarios, tanto de Oposición como de Gobierno, que pusieron por delante la voluntad y el diálogo para poder llegar a un acuerdo el día de hoy. E incluso quiero agradecer -me atrevo a decirlo- a quienes, aun votando en contra en instancias anteriores, trabajaron y se jugaron para llegar a un entendimiento que antes no se había logrado.
Valoro y agradezco sinceramente ese esfuerzo, porque además, cuando se alcanza un acuerdo en torno a un reajuste plurianual, es doblemente valorable.
No da lo mismo cualquier tipo de plurianualidad. Si por alargar un reajuste más allá de un año se llega a un incremento menor que el que se podría conseguir con una negociación año a año, la plurianualidad no vale la pena. Pero aquí se hizo exactamente todo lo contrario y ustedes pueden estar absolutamente tranquilos de que hoy han respaldado una plurianualidad que les da a los trabajadores un reajuste mucho mayor que el que se ha logrado en las últimas dos décadas negociando incluso año tras año. Y eso, finalmente, es lo más importante.
Termino, señor Presidente, haciendo un llamado a que esta voluntad de acuerdo y de diálogo la proyectemos hacia otro desafío más importante. Lo más fácil, a lo mejor, es ponerse de acuerdo respecto del sueldo mínimo. Lo más difícil es que ahora nos pongamos de acuerdo en iniciativas y programas que permitan que, cuando nos volvamos a juntar acá en veinticuatro meses más para discutir el próximo reajuste, sean menos los chilenos que ganen el sueldo mínimo en comparación con aquellos que lo reciben en la actualidad.
Algunos dirán que esa es una utopía. ¡No lo es! De hecho, ya lo hemos logrado. El 2010, el 22 por ciento de los trabajadores ganaba el sueldo mínimo; el 2016, ellos eran el 16 por ciento. Es decir, en seis años pudimos rebajar en varios puntos el número de chilenos que ganaba dicho monto.
¡Ese es nuestro desafío, señor Presidente! Y para eso es tremendamente importante mantener esta voluntad de acuerdo y un diálogo permanente.
Por lo tanto, expreso sinceramente mis agradecimientos.
Como aquí se ha dicho, gana Chile y ganan los trabajadores, que es lo más importante.
Gracias.

El señor BIANCHI (Vicepresidente).- A usted, señor Ministro.
Miren, quiero hacer algo que no es usual aquí, en el Congreso.
Durante estas semanas, algunas Senadoras y Senadores, haciendo uso de las pocas atribuciones que tenemos, les han impedido el ingreso a la Sala a Subsecretarios y a otras autoridades que acompañan a los señores Ministros. Y esa situación se puede prolongar: puede seguir todo el mes, puede continuar el mes siguiente, etcétera.
Entonces, yo estaba conversando con algunos de ellos, sobre la base del mismo entendimiento en que estamos ahora, para que el Ministro Blumel, fundamentalmente, acoja una petición.
En el fondo, creo que no está de más pedir hacer una reflexión interna. Lo más probable es que no hayan sido palabras apropiadas, acertadas, y que en nada contribuyen al diálogo que debemos tener los colegisladores: Ejecutivo y Legislativo.
Entonces, no sé si finalmente les parece a los señores Ministros acoger este planteamiento como para, de aquí en adelante, poder terminar con esta situación, o si simplemente lo dejamos hasta acá.
Lo propongo porque si usted, señor Ministro, en definitiva acoge estas consideraciones y toma la palabra a lo mejor vamos a poder continuar con todos los demás desafíos que tenemos por delante.
No sé si lo dejamos hasta acá.
Yo tan solo lo quiero explicitar.
No sé si usted desea tomar la palabra y señalar algo con respecto a esta situación, lo que en todo caso ennoblece absolutamente.
El señor BLUMEL (Ministro Secretario General de la Presidencia).- No, señor Presidente.