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REAJUSTE DE MONTOS DE INGRESO MÍNIMO MENSUAL Y DE DIVERSOS BENEFICIOS


El señor ELIZALDE.- Señor Presidente, parto por felicitar la presencia de los Ministros del Trabajo y de la Secretaría General de la Presidencia.
Me hubiera gustado haberlos visto el lunes de la semana pasada, cuando se votó, precisamente en esta Sala, la iniciativa que apuntaba al aumento del ingreso mínimo. Lamentablemente, no asistieron.
Nos enteramos por la prensa de algo que el Gobierno debería haber comunicado formalmente en el sentido de que, pese a que ambas ramas del Congreso Nacional aprobaron el incremento, había resuelto vetar el proyecto, conforme a una lógica que a mí me parece compleja, maniquea y que pretende caricaturizar, sobre la base de falsos argumentos, el rol jugado por la Oposición.
Se ha hecho referencia a un bloqueo. Pregunto cuáles son las iniciativas que la Oposición ha votado sistemáticamente en contra desde el inicio de la segunda Administración del Presidente Piñera.
Por el contrario, la actual bancada oficialista rechazó muchos proyectos de ley presentados por gobiernos de quienes hoy día estamos en la Oposición.
Se ha extremado el lenguaje. Lamento la entrevista que el domingo recién pasado dio el Presidente de la República, en la cual calificó de "antipatriotas" a quienes pensamos distinto. Creí, equivocadamente, que ese lenguaje estaba erradicado de nuestra convivencia democrática. Pensar distinto no puede ser calificado de acto de antipatriotismo. Si en eso consiste la democracia: en la expresión de las distintas visiones de país.
Quiero ratificar con toda mi fuerza lo expresado hace un par de minutos, de manera magistral, por nuestro jefe de bancada, Rabindranath Quinteros: "Toda la sal y el agua para los proyectos que sean buenos para Chile".
Pero en democracia es legítimo -repito- pensar distinto. Y precisamente en el Congreso Nacional es donde se deben expresar las diferencias.
El Senado y la Cámara de Diputados aprobaron el proyecto de reajuste y el Gobierno se negó a promulgarlo. Y, lo que es peor, se la jugó al todo o nada a través de un veto. No creo que esa sea la forma de construir acuerdos y entendimientos sustantivos para el bien del país.
Creemos en el diálogo, no en los monólogos, ni menos en la imposición.
Se esgrime, como argumento, que el Gobierno tiene legitimidad democrática por haber ganado en las urnas.
¡Eso jamás lo hemos puesto en duda! Nuestras convicciones democráticas se traducen en que reconocemos la legitimidad de Sebastián Piñera para gobernar: obtuvo un poco más de un tercio de los votos en la primera vuelta y una diferencia importante en la segunda.
En consecuencia, en el marco de la Constitución, que le da prerrogativas -por lo demás, excesivas- al Primer Mandatario a través de un sistema presidencialista reforzado, el Gobierno puede llevar adelante múltiples iniciativas.
Si no las compartimos, formularemos una crítica política, obviamente. Eso forma parte de la democracia. Mas no vamos a poner en duda lo que se realiza en el marco de la ley y del ordenamiento jurídico vigente.
Pero si el Gobierno quiere modificar o aprobar leyes, debe hacerlo con el acuerdo de la Cámara de Diputados y del Senado. Porque el Congreso Nacional -elegido por primera vez en nuestra historia sin el sistema binominal- tiene plena legitimidad para manifestar los distintos puntos de vista.
La legitimidad presidencial no la cuestionamos, porque emana de la soberanía popular: la expresión de los ciudadanos en las urnas.
No se puede cuestionar, por lo tanto, la legitimidad del Congreso Nacional. En eso consiste la democracia y el principio de la separación de los Poderes del Estado.
Lamento, entonces, el lenguaje utilizado en este tiempo. Deploro la caricatura y los falsos argumentos.
Reitero lo que expuse: podríamos hacer un recuento de cómo votó el oficialismo actual en el pasado, cuando fue Oposición. Y jamás lo calificamos de antipatriota cuando daba a conocer sus puntos de vista. No los compartimos. Nuestra visión es distinta. Pero en eso consiste la legitimidad democrática: en respetar las ideas de otros.
Más aún, la antigua Concertación fue mayoría electoral política social durante dieciséis años y minoría en el Congreso, como resultado de la institución antidemocrática de los Senadores designados. Y los gobiernos de la Concertación hicieron sus mejores esfuerzos por construir una mayoría en este ámbito conscientes de constituir una minoría pese a haber sido categórico el dictamen de las urnas en sentido contrario.
Hoy, con un Congreso íntegramente elegido por la ciudadanía, sin sistema binominal -insisto-, el Gobierno no está disponible para un diálogo y para escuchar a quienes pensamos distinto.
Si hasta he leído hoy día en la prensa nacional que la UDI expresa no haber sido escuchada a propósito de la iniciativa. Y le van a mandar una carta de reclamo al Presidente de la República.
Creo que es necesario erradicar el lenguaje al cual me refiero. No se puede hablar de unidad nacional por una parte y calificar acto seguido de "antipatriotas" a quienes mantienen un punto de vista diferente. Esa no es la forma de construir entendimientos de futuro y sustantivos.
Por cierto, seguiremos expresando nuestras convicciones. Obviamente, plantearemos nuestra crítica ante propuestas que nos parezcan negativas para Chile; pero estamos disponibles para un diálogo en que nos escuchemos todos si es posible arribar a acuerdos y entendimientos positivos para el país.
Tras todo este debate, finalmente vamos a aprobar un proyecto de ley en un plazo que fue propuesto por mi Honorable colega Lagos cuando se discutió el proyecto original. Me hubiera gustado entonces una actitud distinta del Gobierno.
Espero que la experiencia les sirva a todos de lección para el futuro.
El diálogo es entre dos o más y se debe fundar en la buena fe y desarrollar en el marco institucional, que es el Congreso Nacional, de cara a la ciudadanía y, por cierto, con disposición de incorporar las ideas de quienes piensan distinto.
Muchas gracias.