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RECONOCIMIENTO Y PROTECCIÓN DE DERECHO DE IDENTIDAD DE GÉNERO. INFORME DE COMISIÓN MIXTA


El señor ELIZALDE.- Señor Presidente, la principal riqueza de Chile es su diversidad. Una sociedad en la que todas, todos y "todes"...
--(Aplausos y manifestaciones en tribunas).
... seamos reconocidos en la misma dignidad y derechos. ¡Iguales en la diversidad!
Por eso quiero, en primer lugar, hacer un reconocimiento a los autores de la moción que originó la iniciativa que fue objeto del informe de Comisión Mixta que hoy se somete a consideración de esta Sala: los Senadores señoras Lily Pérez y Ximena Rincón y señores Camilo Escalona, Ricardo Lagos y Juan Pablo Letelier.
Ellos dieron el vamos a la discusión de este proyecto hace cinco años, en un acto de valentía y coraje que debemos celebrar, pues permitía caminar más lejos en materia de derechos fundamentales y libertades básicas en nuestro país.
Al llegar hasta aquí, quiero remarcar que lo que estamos abordando no es un tema adjetivo, secundario. Aún son muchos, lamentablemente, los que en nuestra patria se oponen tenazmente a reconocer en los otros el derecho a hacer en su intimidad lo que estimen legítimo y válido, por cierto siempre que no sea contrario a los derechos de otros.
¡De cuánta intolerancia por parte de quienes creen tener derecho a imponer a los demás su visión sobre la persona y sus opciones culturales, sexuales o valóricas somos testigos todavía!
El de hoy es un avance civilizatorio para Chile: un avance cultural y valórico en un contexto en que tanto ha costado lograr esta clase de conquistas.
Estamos haciendo historia. Y por eso vale la pena recordar algunos hitos en esta lucha por la ampliación de las esferas de libertades y el reconocimiento de la diversidad.
La Independencia de Chile trajo una ola de tolerancia, de libertades y de laicismo.
La educación pública, el derecho a una sepultura digna para los disidentes y los atisbos de libertad de culto fueron parte de los primeros optimismos libertarios de la nueva república.
Pero ese impulso fue bloqueado por el poder del mundo conservador y debió pasar más de medio siglo para que Chile pudiera contar con una Ley de Matrimonio Civil.
Este empuje también fue obstruido. Pasaron más de cien años -casi un siglo y medio- para que se retomara el debate sobre las cuestiones culturales y de identidad.
Al terminar recién el siglo XX dejamos de discriminar a los hijos concebidos fuera del matrimonio y de considerar la relación homosexual como un delito.
Luego dimos otro paso. En los albores del siglo XXI nos excluimos de ser uno de los pocos países del mundo que no contaban con reglas para poner fin a matrimonios inviables y aprobamos el divorcio.
A su vez, en el año 2015 pudimos dar amparo y reconocimiento jurídicos a miles de parejas y familias de hecho desprotegidas por el manto de la hipocresía y del prejuicio, reconociendo legalmente el acuerdo de unión civil a través de una iniciativa legislativa en la que me tocó participar como Ministro Secretario General de Gobierno.
Y, por cierto, en el esfuerzo por construir una sociedad respetuosa de la diversidad promovimos la libertad de culto, para que todos los habitantes de nuestra patria pudieran profesar su fe sin ser víctimas de discriminaciones, incluidos aquellos opuestos al proyecto que nos ocupa.
Ha sido, en consecuencia, una lucha por la ampliación de las libertades y el reconocimiento de la dignidad humana.
Después de esa historia, larga y accidentada, en que hemos debido superar múltiples obstáculos, discutimos una normativa que resulta fundamental, lamentando que todavía haya quienes se nieguen a que estos temas sean parte del debate público.
Pero aquí estamos. Finalmente, el Congreso Nacional -y hoy el Senado de la República- debe pronunciarse acerca del proyecto que representa, como he señalado, un paso sustantivo para construir un país en que nos reconozcamos y respetemos en nuestra diversidad, valorando, desde luego, la dignidad de todos.
El articulado llena un vacío. En la actualidad, conforme a la ley Nº 17.344, es posible el cambio de nombre, pero no se hace mención expresa de la modificación del sexo registral. Son muchas las demandas rechazadas cotidianamente en razón de no haberse sometido el demandante a una intervención quirúrgica o una terapia hormonal, al considerarse que el sexo es un dato inmodificable.
A través de la iniciativa se permite corregir la insuficiencia de nuestro ordenamiento y se aborda la compleja y diversa realidad, de manera tal de ponerse en distintas hipótesis respecto de la edad de los requirentes.
Varios países del mundo han buscado soluciones y avanzado en legislaciones sobre la materia. La tendencia general ha sido que las personas puedan decidir respecto de su identidad de género, estableciéndose una regulación especial, pero no prohibitiva, en relación con niños, niñas y adolescentes, y, por lo tanto, consagrándose el ejercicio del derecho.
La opción adoptada por Chile toma en cuenta la experiencia comparada.
El proyecto consagra distintas hipótesis conforme a la edad y establece los resguardos necesarios para garantizar siempre la protección que merecen dichas personas.
Sobre este caso, en particular, es pertinente tener a la vista lo declarado por la Corte Suprema. Cito textualmente: "la justificación de considerar un procedimiento especial, en que el adolescente pueda presentar su solicitud personalmente, tiene que ver con el principio de autonomía progresiva reconocida en la Convención sobre los Derechos del Niño"... "y que se relaciona con otros principios/derechos como son el interés superior del niño y el derecho a ser oído. Permitir el ejercicio progresivo de los derechos es una responsabilidad del Estado y de las familias, a quienes corresponde apoyar y proteger el desarrollo de los niños de manera que alcancen, gradualmente, la autonomía en el ejercicio de sus derechos, de acuerdo a la evolución de sus facultades.".
La Convención sobre los Derechos del Niño reconoce el derecho a la identidad, del cual goza cada menor desde su nacimiento.
Aunque no se menciona expresamente la identidad de género, el Comité de Derechos del Niño ha señalado que este es un aspecto esencial de la libertad y, por lo tanto, debe ser interpretado en el marco de los principios de autonomía progresiva y del interés superior del menor.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos, al pronunciarse sobre la identidad de género y los derechos de las parejas del mismo sexo, ha expresado que niños, niñas y adolescentes son titulares de los mismos derechos que los adultos y de todos los reconocidos en la Convención Americana, por lo que debe garantizarse su ejercicio.
En virtud de todo lo anterior, me parece fundamental que el Senado de la República se pronuncie por la aprobación, para dar un paso sustantivo...
--(Manifestaciones en tribunas).
El señor MONTES (Presidente).- ¡Silencio, por favor!
Puede proseguir, Su Señoría.
El señor ELIZALDE.-... en la construcción de una sociedad que, como expuse al principio de mi intervención, reconozca en la diversidad su mayor valor.
No me cabe duda de que, con el paso del tiempo, así como ocurrió con todas las iniciativas que cité en forma previa y que al final fueron tan dificultosamente aprobadas por el Congreso Nacional, habrá quienes se sorprenderán de que en Chile haya habido personas que, en un tiempo de la historia, se opusieron a estos avances civilizatorios.
Construir un país con respeto irrestricto a la diversidad y la dignidad humana debiera ser un motivo, sin duda, para no solo votar a favor, sino también para celebrar la aprobación.
He dicho.
--(Manifestaciones y aplausos en tribunas).
El señor MONTES (Presidente).- ¡Silencio, por favor!