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REAJUSTE DE MONTOS DE INGRESO MÍNIMO MENSUAL Y DE DIVERSOS BENEFICIOS


El señor ELIZALDE.- Señor Presidente, Chile crece gracias al esfuerzo de todos, pero especialmente al de los trabajadores y las trabajadoras.
Por tanto, los frutos del crecimiento deben golpear las puertas de todos los hogares.
Ese es un desafío común, que se debe traducir en algo muy simple: todo trabajador o trabajadora, obviamente con jornada completa, debe tener un ingreso suficiente para no ser pobre, para salir de la pobreza.
Desafortunadamente, las cifras en nuestros países distan, porque el salario mínimo, que debe ser concebido como un piso, en muchas oportunidades en Chile es el techo. Así, mientras más numerosas son las familias y en tanto no existen fuentes de ingreso alternativas, se produce algo lamentable: trabajadores con jornada completa viven en la pobreza.
Por eso, desde hace ya bastante tiempo se ha debatido sobre la necesidad de avanzar hacia un salario ético que permita que los ingresos generados por el trabajo sean suficientes para garantizar una vida mínimamente digna.
Por cierto, nuestro desafío como país para reducir la pobreza (y desde que recuperamos la democracia hemos avanzado de manera sustantiva en esta materia) consiste en reforzar los ingresos autónomos, los ingresos que prioritariamente genera el trabajo. Ello, independiente de las transferencias monetarias y no monetarias que realiza el Estado, que por cierto deben servir de complemento a los ingresos de las personas y a los de las familias.
Existen múltiples instrumentos para aumentar las remuneraciones.
Uno muy relevante es la capacitación: a mayor calificación, mejor remuneración.
Otro, la negociación colectiva, que les posibilita a los trabajadores organizados contar con herramientas para mejorar sus condiciones laborales y, particularmente, sus remuneraciones.
Y sin duda, también el salario mínimo, cuyo incremento discutimos sobre la base del proyecto de ley presentado por el Gobierno.
Esta iniciativa establece un aumento, a contar del mes en curso, a 286 mil pesos, y a partir del 1° de marzo de 2019, a 300 mil.
De otro lado, agrega una fórmula plurianual, la que lamentablemente comprende un incremento bajo el crecimiento económico.
A ese respecto hay que ser categórico, pues en sucesivas intervenciones se ha escuchado en esta Sala la palabra "acuerdo". Se esgrime un supuesto acuerdo que sería vinculante para el Senado en términos de votar favorablemente el proyecto que nos ocupa.
A ese respecto hay que ser bien categórico.
Los acuerdos pueden ser estrechos o amplios, pero son formales.
Lo que ha sucedido aquí es que una mayoría de Diputados apoyó y aprobó el proyecto de ley presentado por el Ejecutivo tras las modificaciones hechas por el propio Gobierno, que debía mejorar su oferta.
Ahora bien, el Senado tiene que debatir los proyectos ya aprobados por la Cámara de Diputados. Conforme al sistema bicameral, nuestra Corporación evalúa en su mérito esas iniciativas, sin la obligación de ratificarlas. Por cierto, puede hacerlo, pero -repito- no está obligada a ello.
En seguida, aquí no ha habido acuerdo con el sector laboral. Las principales organizaciones -entre ellas, la Central Unitaria de Trabajadores- no han concordado ni con los guarismos ni con los plazos contenidos en la propuesta del Gobierno. Por lo tanto, mal se puede hablar de una coincidencia.
El problema es que la plurianualidad se transforma, en los términos de la propuesta del Gobierno, no en un piso, sino en un techo, e impide negociar en un tiempo más un aumento adicional al ingreso mínimo, conforme al crecimiento de la economía, para reducir la brecha existente con el ingreso ético.
La regla general ha consistido históricamente en la revisión periódica de los reajustes del ingreso mínimo. La excepción han sido los acuerdos plurianuales. Pero estos deben contar con fundamento, ya sea para enfrentar una situación económica compleja, ya sea para que el país dé un salto, con un incremento sistemático de dicha remuneración a fin de garantizar entradas que permitan salir de la pobreza a todos los chilenos con trabajo.
Lo anterior no es el caso que debatimos en la actualidad. Y, por eso, la plurianualidad obviamente no cumple con los requisitos esenciales para asegurar que en un tiempo próximo podamos seguir dando pasos en orden a mejorar con un sentido de responsabilidad las remuneraciones de los trabajadores, pero también con la ambición de hacer otro tanto con sus condiciones de vida.
He dicho.