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ACUERDO DE LIBRE COMERCIO CON URUGUAY


El señor ELIZALDE.- Señor Presidente, se han mencionado los aspectos técnicos del convenio, y este ha sido muy bien explicado respecto de sus beneficios.
Por mi parte, quiero hacer más bien una referencia de carácter político. Me parece contradictorio que quienes propugnan la unidad latinoamericana sean contrarios a establecer acuerdos comerciales entre naciones hermanas.
Hemos celebrado múltiples tratados de libre comercio, con muchos países. Las grandes economías de todo el mundo mantienen acuerdos con nosotros: China, la Unión Europea, Estados Unidos, Corea del Sur -su primer acuerdo de libre comercio fue con Chile-, Japón. La lista es larga y señalarla demandaría un tiempo relativamente extenso.
La pregunta es: si existen esos tratados, ¿por qué no puede existir uno con naciones del continente?
La integración latinoamericana -es un objetivo fundamental, sin duda- no solo es de carácter político. También implica que nuestras economías se complementen y que generemos condiciones para un desarrollo inclusivo en toda la región.
Uruguay es un país amigo, hermano, con el que registramos profundas coincidencias respecto de materias internacionales. También se ha construido una senda de trabajo conjunto. Las voces de Chile y Uruguay se expresan coordinadamente en todas las instancias en ese ámbito y, por cierto, en los distintos organismos de Naciones Unidas de los cuales forman parte.
En ese contexto, me parece necesario originar condiciones para una integración más profunda en nuestras naciones, la cual ya existe, en alguna medida, a través del acuerdo de asociación de Chile con el MERCOSUR, pero que se genera de manera más contundente mediante el Acuerdo de Libre Comercio en comento.
Por cierto, la integración comercial no es el único camino en la construcción de lo que los padres de la Independencia denominaran la "patria grande" o la "patria latinoamericana".
Sin embargo, indudablemente, para que la integración sea fructífera y beneficiosa a ambos pueblos y se generen condiciones hacia un desarrollo inclusivo, me parece que el presente proyecto es adecuado.
Eso no obsta a que sea necesario profundizar en la integración política, para que la voz de Latinoamérica y la de ambos países hermanos se escuchen con más fuerza.
Por todo ello, voy a votar a favor de la iniciativa.