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CARÁCTER MIXTO OBLIGATORIO DE ESTABLECIMIENTOS EDUCACIONALES CON FINANCIAMIENTO PÚBLICO


El señor ELIZALDE.- Señor Presidente, en primer lugar, quiero felicitar al Honorable señor Quintana y a todos los Senadores que suscribieron esta iniciativa.
En mi concepto, ella se enmarca dentro del cambio cultural que debemos promover al objeto de generar una sociedad sin discriminación, ni exclusión; que erradique toda forma de prejuicios, los cuales nos han dañado por tanto tiempo y no nos han permitido reconocer la importancia de la mujer en la vida social.
Aquello es parte del desafío que tenemos para construir un mejor país.
En seguida, deseo referirme al cuestionamiento que se ha hecho respecto de la normativa que estamos votando por la restricción que representaría para la iniciativa privada, en particular para los sostenedores de establecimientos educacionales.
Este proyecto se limita -según se establece en el artículo pertinente- a los "establecimientos educacionales públicos y privados que reciban aportes del Estado".
Ello no es menor, señor Presidente.
Me parece de toda lógica que el Estado, cuando financia el sistema educacional, pueda establecer una reglamentación adicional al marco general, pues no es neutra la forma como se utilizan los recursos.
Los dineros deben usarse con una finalidad. Y, en este caso, se garantiza efectivamente una educación que nos permita construir una sociedad sin discriminación.
Es una antigua y hoy incomprensible tradición la que estamos cambiando a través de la ley en proyecto: la de segregar y discriminar a las niñas, a las jóvenes. Desde esa perspectiva, se trata de un gran avance en materia de igualdad e inclusión.
El hogar, la escuela y el colegio son los lugares donde nos formamos.
El hogar es mixto. Es hora, pues, de que todos los colegios también lo sean. Porque si queremos construir una sociedad en que las prácticas discriminatorias contra la mujer no tengan cabida resulta imprescindible el cambio cultural.
La manera en que nos educamos es determinante en la forma como nos vamos a comportar después como adultos. Si desde pequeños las niñas y los niños conviven, habrá una garantía en términos de que los prejuicios culturales no tendrán lugar en la vida adulta.
Tal es el sentido de esta iniciativa, que no solo es respuesta a las demandas de estos días, que son tan importantes para construir un mejor país: también tiene que ver con los cambios que se han introducido en nuestro sistema educacional, en que cada día son menos los establecimientos que mantienen ese tipo de segregación.
Mezclarse y conocerse desde la niñez, sin tabúes ni prejuicios basados en el desconocimiento de unos u otros, nos permite construir una mejor sociedad. Niñas y niños juntos hacen un país mejor. Esto posibilitará que puedan coexistir de modo más adecuado cuando sean adultos.
Este proyecto es también un llamado a aquellas instituciones que aún cierran sus puertas a las mujeres, para que repiensen sus políticas y sus prácticas.
No puede haber en Chile ningún lugar cerrado para ellas.
Quienes tenemos más años somos testigos, por ejemplo, de que en el pasado organismos importantes de la República no tenían baños para mujeres. Porque hasta hace poco ellas no desempeñaban cargos de importancia en dichas entidades.
Todavía hay instituciones en que se establece esa forma de segregación. Por lo tanto, resulta imprescindible erradicarla.
Esta iniciativa es igualmente un paso adicional en el camino iniciado con los proyectos aprobados por el Congreso Nacional para poner fin a la selección y, en consecuencia, a todo tipo de segregación.
Es, además, manifestación de que hoy Chile está hablando el mismo lenguaje: cómo las demandas de las mujeres se ponen en primera línea precisamente para generar cambios que todavía se hallan pendientes.
Hace dos años una estudiante de tan solo once años de edad, Marina Ascencio, les preguntó al rector del Instituto Nacional y a la Presidenta Bachelet por qué no podía estudiar en el referido establecimiento. Ella quería hacerlo porque su padre, de quien sentía un profundo orgullo, había estudiado allí.
Pues bien, este proyecto es una respuesta a Marina y, también, a nuestro país, por cuanto iniciativas de esta índole nos permitirán construir una sociedad en que la igualdad y la no discriminación sean una realidad, y donde la inclusión esté siempre presente en nuestra vida cotidiana.
Por todo lo anterior, voto a favor.