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MODIFICACIÓN DE LEY DE TELEVISIÓN NACIONAL DE CHILE


El señor QUINTEROS.- Señor Presidente, hemos escuchado diferentes argumentos para oponerse a los aportes extraordinarios de capital a Televisión Nacional.
Unos creen que esta empresa pública debe financiarse de la misma manera que las de la competencia, es decir, a través de la publicidad, pero no mencionan que los dueños de las televisoras privadas han hecho importantes aportes de capital en el último período.
Otros condicionan el apoyo a ciertos indicadores de gestión, cuestionando la destinación de recursos cuando los números están en rojo, aunque también la han negado al ser azules.
Finalmente, no faltan, como hemos escuchado, los que caen en el discurso simple de confrontar la inversión en TVN con la de carácter social y llaman a priorizar necesidades como educación y salud. Curiosamente, cuando alguien propone dirigir parte del alto gasto militar a esos fines, levantan de inmediato el argumento de que las instituciones de la defensa constituyen un recurso estratégico.
Pues bien, igualmente lo es la entidad que nos ocupa. En verdad, no se puede hacer referencia al financiamiento sin referirse al rol de la televisión nacional. La manera en que ello se verifica dice mucho sobre el modelo que queremos. En un mundo en que la generación y la difusión de contenidos han adquirido una gigantesca relevancia, Televisión Nacional reviste también el carácter mencionado y debe transformarse en una verdadera plataforma de contenidos públicos que viajen por diferentes señales y medios tecnológicos. Esta situación ya existía cuando se fundó, pero la incidencia es muchísimo mayor ahora, en la era digital.
Antes sabíamos, al menos, que el principal medio de difusión -la televisión- estaba en manos del Estado y de las universidades, pero estas han abandonado completamente el escenario.
La última señal, UCV Televisión, fue vendida a Disney, y el rector de la Universidad Católica anunció ayer la enajenación de la parte que se mantenía en la propiedad de Canal 13.
En verdad, la declaración del rector Sánchez, publicada hoy día, entrega varios argumentos que son válidos también en la presente discusión. Expresa que "es conocida la difícil situación financiera que afecta a la industria de la televisión comercial" y que "se requiere con urgencia de un significativo aumento de capital para cumplir sus deudas y financiar su futuro, con nuevos desafíos de inversión como la televisión digital".
Lo único que no sería posible traer al debate es su conclusión, que es la venta de la parte en el canal. El Estado no puede prescindir de la televisión pública y su participación debe ser relevante -hago referencia al Estado, no al gobierno de turno- en la generación de contenidos públicos que resguarden su integridad, identidad y pluralismo, y promuevan la participación, la creatividad y la innovación.
¿Podemos dejar entregado este recurso estratégico a la sola decisión del mercado?
No cabe juzgar a Televisión Nacional solo por los números azules o rojos de su balance. Hay más cosas en juego.
Durante varios años, una de las demandas de la circunscripción que represento fue la de contar con una señal regional de este medio, al igual que en otras zonas. Buscábamos contar con espacios para el desarrollo de contenidos e informaciones propios, de carácter local. La respuesta siempre fue la misma: no había suficiente mercado para financiar un canal. Y nunca comprendieron que este era necesario precisamente porque no había mercado.
El espacio es ocupado hoy por televisoras locales, las que, con grandes sacrificios y poquísimos apoyos, cubren parcialmente el vacío.
Debería haber un fondo espejo para apoyar a las estaciones de esta índole, sobre todo donde no se generan contenidos locales por Televisión Nacional.
Mucho se ha avanzado en la agenda de probidad y transparencia para separar dinero y política, pero nada se menciona de la relación del dinero y las noticias. Ello, para quienes no estamos conformes con que noticieros y programas de opinión dependan de la publicidad de empresas privadas con intereses en la banca, las administradoras de fondos de pensiones o las isapres.
Televisión Nacional podría explorar la posibilidad de liberar de auspicios a sus noticieros, y garantizar, así, independencia en la creación de las pautas noticiosas.
La estación está en deuda con Chile. Muchas veces no ha estado a la altura de lo que el país demanda. Pero ello no desmerece su carácter estratégico. La solución no pasa por llevar al Estado, su dueño, a prescindir de esta valiosa herramienta, que asegura el contar con un generador de contenidos públicos en el mar de informaciones que hoy se crean y difunden desde todo el mundo y están llegando a televisores, computadores y teléfonos de los chilenos, especialmente de nuestros niños y jóvenes.
Voto a favor.