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MECANISMO DE ESTABILIZACIÓN DE PRECIO DE COBRE PARA PEQUEÑA MINERÍA


El señor QUINTEROS.- Señor Presidente, el proyecto que crea el Fondo de Estabilización del Precio del Cobre para la Pequeña Minería viene a consagrar legalmente el mecanismo de precios de sustentación que ha aplicado la Empresa Nacional de Minería en los últimos años.
La fijación de una banda y el aseguramiento de un precio mínimo para los pequeños productores no corresponden, técnicamente, a un subsidio, pues todo lo que paga ENAMI por sobre el valor de mercado lo recupera en los precios pagados en períodos de bonanza.
Además, al tener rango legal, se activará automáticamente y no dependerá de la discrecionalidad de la autoridad financiera del momento, como ocurrió en el pasado.
La banda se ajustará de acuerdo al precio de largo plazo establecido por el Comité de Expertos, que también se aplica para las reglas presupuestarias.
En consecuencia, este Fondo constituye una política pública que permite el desarrollo más estable para un sector caracterizado por la alta volatilidad de los precios y, en los últimos años, marcado por las emergencias causadas por la naturaleza que han afectado al territorio en que se localiza.
Conozco bien la realidad de la pequeña minería, tal como lo ha dicho el Senador Prokurica, pues nací y me crié en Taltal, Segunda Región, y mantengo un vínculo permanente con esa tierra y su gente.
Me consta la importancia vital de la pequeña minería para la economía local.
La actividad de este sector se desarrolla en silencio y en lugares apartados. No hay más de cinco o siete trabajadores en cada pique, los que se aventuran en los cerros y quebradas para arrancar el cada vez más oculto mineral.
En mi pueblo, las operaciones se concentran en la planta José Antonio Moreno, perteneciente a la Empresa Nacional de Minería, ubicada junto al mar y que constituye un hito para nuestra localidad desde hace más de 50 años.
Los períodos de auge de la actividad dejan señales visibles en sus calles. Los viejos productores renuevan vehículos y maquinaria y vuelven a abrir antiguas minas que habían quedado dormidas esperando la bonanza. Se reparan viejas casonas, se pintan fachadas y florece el comercio.
Cada peso que paga ENAMI en su poder de compra se multiplica dentro de la misma ciudad.
Igualmente, los períodos de baja del precio y de la actividad también son notorios. Prácticamente no hay ocupaciones de reemplazo y muchos deben emigrar.
Pero la situación es distinta en la gran minería.
Los precios altos se traducen en beneficios que son visibles lejos de los territorios donde se extrae el mineral.
El auge minero se hace evidente en las modernas avenidas de "Sanhattan", o en los verdes bandejones de San Carlos de Apoquindo, más que en el asfalto quebrado de las calles de Calama.
Esta es, a mi modo de ver, una diferencia fundamental entre la pequeña y la gran minería. Mientras la primera se halla fuertemente enraizada en su entorno, la gran minería lleva sus ganancias, mayoritariamente, lejos de los centros productores.
Esta realidad es la que justifica plenamente una política pública de fomento de la pequeña minería.
En momentos de crisis, cuando se apoya al pirquinero y al pequeño minero, se está apuntalando a poblaciones concretas que, de otra manera, dependerían solo de la ayuda social o de la presencia de oficinas públicas para subsistir.
Apoyo, entonces, con plena convicción la creación del Fondo, que estoy seguro de que puede servir de base para políticas hacia otros sectores productivos, también marcados por contingencias que impiden su pleno desarrollo. Se trata de un instrumento técnicamente solvente y socialmente efectivo.
Para terminar, señor Presidente, solo haré una breve referencia al marco institucional en que se desenvolverá el Fondo.
Desde luego, hay que destacar el rol de la ENAMI, empresa pública de fomento, de características únicas a nivel internacional, que se ha caracterizado por una gestión que rentabiliza sus activos, pero que no renuncia a su misión de fomento.
Sin embargo, se mantiene el rezago en su gobierno corporativo, que no puede prolongarse y que es responsabilidad del Ejecutivo corregir, tal como se ha hecho con otras empresas públicas.
Llama la atención también el papel protagónico que juega en la operación del mecanismo el Ministerio de Hacienda, en perjuicio del rol que podría jugar la misma ENAMI, COCHILCO o el mismo Ministerio de Minería.
Se entiende el rol ordenador que cumple la Cartera de Hacienda en todo lo que atañe a las finanzas públicas, pero a veces se excede en su papel, concentrando facultades que corresponden a ministerios sectoriales.
Esta crítica es independiente del actual Ministro. Esta es una práctica inveterada de todas las Administraciones y que tiene como efecto negativo inmediato que la responsabilidad de los ministros sectoriales se diluye cuando las decisiones más importantes no son adoptadas por ellos.
Ejemplos podrían darse muchos y creo que ya es hora de revisar este principio indubitado del sector público, que ha sobredimensionado el rol del Ministerio de Hacienda.
Pero, como dije, apruebo con plena convicción el presente proyecto de ley, que se encuentra destinado a otorgar reglas del juego más estables tanto para la pequeña minería como para la misma ENAMI. Ambas merecen este reconocimiento y por eso voto a favor.
He dicho.