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CREACIÓN DE MINISTERIO DE LAS CULTURAS, LAS ARTES Y EL PATRIMONIO


El señor LAGOS (Presidente).- Proyecto de ley, en segundo trámite constitucional, que crea el Ministerio de Cultura, con informe de la Comisión de Educación y Cultura y urgencia calificada de "suma".
--Los antecedentes sobre el proyecto (8.938-24) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley:
En segundo trámite: sesión 36ª, en 3 de agosto de 2016 (se da cuenta).
Informe de Comisión:
Educación y Cultura: sesión 78ª, en 4 de enero de 2017.
El señor LAGOS (Presidente).- Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor ALLIENDE (Secretario General subrogante).- El objetivo de este proyecto es crear una nueva institucionalidad estatal para la cultura, las artes y el patrimonio, mediante el establecimiento de una nueva Secretaría de Estado que se denominará "Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio", que constará de dos Subsecretarías; las Secretarías Regionales Ministeriales; el Consejo Nacional de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, y los Consejos Regionales.
La Comisión de Educación y Cultura discutió este proyecto solamente en general y aprobó la idea de legislar por la unanimidad de sus miembros presentes, Senadores señores Allamand, Montes, Pérez Várela e Ignacio Walker.
Cabe consignar que dicho órgano técnico deja constancia de que la letra e) del artículo 4; el inciso tercero del artículo 10; los artículos 16, 17, 18, 19 y 20; el número 2 del artículo 50, y el artículo primero transitorio tienen el carácter de normas orgánicas constitucionales, por lo que para su aprobación se requieren 21 votos favorables.
El texto que se propone aprobar en general se transcribe en las páginas 86 a 121 del informe y en el boletín comparado que Sus Señorías tienen a su disposición.
El señor LAGOS (Presidente).- En discusión general el proyecto.
Le damos la bienvenida al Ministro Presidente del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, señor Ernesto Ottone Ramírez.
Tiene la palabra el Presidente de la Comisión de Educación y Cultura, Senador señor Ignacio Walker.


El señor WALKER (don Ignacio).- Señor Presidente, estimo que este es un gran día para el mundo de la cultura, de las artes, del patrimonio: la Comisión de Educación y Cultura, por la unanimidad de sus miembros, propone a la Sala aprobar en general el proyecto de ley que crea el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
Ello hay que verlo en un contexto histórico, que partió en 1992 con la modificación de la ley sobre propiedad intelectual o derechos de autor, que ha sido una de las normativas madre en el desarrollo de la cultura y las artes en las últimas dos décadas y media.
Luego el proceso continuó con la creación del Fondo Nacional para el Desarrollo Cultural y las Artes (FONDART). Después vinieron fondos más específicos o particulares, como el Fondo de Fomento del Libro y la Lectura, el Fondo de Fomento de la Música Nacional, el Fondo de Fomento Audiovisual (cabe destacar el rol de CORFO en este último ámbito).
Se fue creando una incipiente institucionalidad cultural en torno, por ejemplo, a los consejos de las artes o representativos de las artes en sus distintas expresiones.
Así como en 1992, con la modificación de la ley sobre propiedad intelectual o derechos de autor, se dio un salto adelante cualitativo en Chile, en 2003 se dio un segundo paso muy de fondo con la creación del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
En ese entonces hubo larga discusión sobre si establecer un Ministerio o un Consejo. Se optó por la modalidad de un Consejo para justamente representar que en esta materia no solo al Estado le asiste un rol, sino también a la sociedad civil, que es donde se halla la vitalidad de la expresión de la cultura, las artes y el patrimonio.
Se aprobaron posteriormente otras normativas muy importantes.
Por ejemplo, la ley que establece normas sobre los derechos morales y patrimoniales de los intérpretes de las ejecuciones artísticas, y recientemente, la ley que regula los derechos de los directores y guionistas de obras audiovisuales. En ambos casos se reconoce el derecho de intérpretes, actores, directores y guionistas a percibir una remuneración.
En esa perspectiva histórica, en tal contexto estamos dando hoy día un paso adelante muy significativo al crear el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
La Comisión destinó siete sesiones a la discusión general de este proyecto, en las que fueron escuchadas 24 personas e instituciones que nos ilustraron desde distintos puntos de vista acerca de los diversos aspectos que se hallan involucrados.
Hubo dos principales debates.
El primero tenía que ver con el establecimiento de un servicio o de un Ministerio; es decir, si frente a la realidad del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes la alternativa era reforzar los servicios existentes (también en materia del patrimonio) o crear un Ministerio que les diera unidad a todas las expresiones institucionales, por incipientes que fueran. Algunas de ellas, como el Consejo de Monumentos Nacionales, la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (DIBAM), llevan muchas décadas en funcionamiento.
Ese era el tenor de la primera discusión: establecer un servicio o un Ministerio. Y la respuesta fue crear un Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
El otro debate muy importante estaba relacionado con la creación de una o dos Subsecretarías. Ello, desde la perspectiva de la estructura administrativa del nuevo ente que se generaba.
Esta iniciativa tiene por finalidad crear una nueva institucionalidad estatal para las culturas, las artes y el patrimonio, mediante la creación de una nueva Secretaría de Estado que se denominará "Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio" -es la denominación que se acordó en la Cámara de Diputados-, la que busca expresar el reconocimiento del Estado a nuestra identidad y diversidad culturales, incluido el reconocimiento a las culturas de los pueblos originarios.
El Ministerio que se crea estará integrado por dos Subsecretarías, cada una de las cuales desarrollará los respectivos ámbitos que aborda esta nueva estructura, esto es, las culturas, las artes y el patrimonio.
Cabe consignar que la totalidad de quienes intervinieron en la discusión en general de este proyecto -reitero que fue aprobado por unanimidad en la Comisión de Educación- convinieron en la necesidad de establecer esta nueva Cartera de Estado, pues -según manifestó uno de los invitados- "permitirá resolver los problemas vinculados al reconocimiento de la diversidad cultural y a la participación activa, y posibilitará atender a la integración del ámbito del patrimonio y permitirá superar la dispersión de los distintos órganos del sistema cultural, que se aborden de mejor manera las dimensiones actualmente omitidas de representatividad, que se colabore con mayor fuerza en el reconocimiento y valoración de la diversidad cultural y se contemple el aporte del Estado en materia de fomento al desarrollo de las artes".
Sin perjuicio de lo anterior y de las exposiciones que se escucharon, así como del debate habido en la Comisión junto al Ejecutivo, puede señalarse que los principales aspectos enfrentados por la iniciativa son los siguientes:
1.- Denominación del nuevo Ministerio.
Hubo unanimidad para crearlo, pero se debatió sobre el nombre.
2.- Organización de la Secretaría de Estado, desde el punto de vista del derecho administrativo y la Ley de Bases de la Administración del Estado.
3.- Rol del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, creado por ley de la República en 2003, hace trece años.
En relación con el primer punto, cabe hacer presente que el Ejecutivo, como ya fue mencionado, decidió la designación "Ministerio de las Culturas" -así lo ratificó la Cámara de Diputados-, de manera de reconocer la diversidad cultural de nuestra nación.
Al respecto, las posiciones sustentadas se expresaron en dos líneas argumentativas, no necesariamente coincidentes.
Por una parte, se sostuvo que es preferible mantener la denominación original "Ministerio de la Cultura", ya que el concepto incorpora todas las dimensiones, tangibles e intangibles, de las expresiones artísticas; sistemas de valores; creencias; rasgos distintivos, espirituales y materiales, y costumbres y tradiciones de una sociedad y un país en su conjunto, lo que constituye su identidad y cultura, formada con lo aportado y reconocido a través de los tiempos.
La cuestión, en todo caso, se abordará más bien en la discusión particular.
Otra visión planteó, a su vez, que es una manera de precisar y dar reconocimiento a la diversidad cultural existente en el país. Con ello, no solo se cumple con el acuerdo nacional N° 2 de la consulta previa indígena -y queremos resaltar la importancia sustantiva de esta instancia en el proyecto-, sino que, además, refleja una realidad de país, donde coexisten diversas identidades, en cumplimiento de lo expresado en la Declaración Universal sobre Diversidad Cultural, de UNESCO, ratificada por Chile en 2007.
Es pertinente -se dijo por esta segunda posición- que la Secretaría de Estado se denomine "Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio" por el solo hecho de que en nuestro territorio conviven, solo a vía de ejemplo, pero de manera muy significativa, nueve pueblos indígenas, con costumbres y culturas distintas, por lo que la noción no es una sola.
Ese es el primer asunto: la denominación.
Y seré muy breve en relación con los dos siguientes.
Respecto de la organización, lo más destacado se refirió a la existencia de dos subsecretarías, cuestión largamente debatida: una, de las Culturas y las Artes, y otra, del Patrimonio.
Sobre el particular se expusieron las siguientes posiciones:
-Se generaría un fuerte desequilibrio o asimetría entre ellas, según algunos, y una dispersión en la aplicación de políticas públicas en materia de cultura, lo que haría más difícil el diálogo entre los creadores del pasado y los del presente.
-Podría darse lugar a una pugna intraburocrática entre ambas, posibilidad que se abriría en lo presupuestario, por ejemplo, sobre la base de reconocerse las distintas realidades de las artes y la cultura, por un lado, y del patrimonio, por el otro.
-Es inadecuada la forma de organización del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural frente a la realidad, que data de los años veinte o treinta del siglo pasado, especialmente en el caso de la DIBAM.
El Consejo de Monumentos Nacionales y su Secretaría Ejecutiva quedan básicamente como están. No se innova mayormente, desde ese punto de vista.
Se expresó que la actualización propuesta es insuficiente, por cuanto no permitirá modernizar, en una forma más de conjunto, la gestión patrimonial del Estado.
-Si se analizara la situación de la institucionalidad cultural, podría advertirse que si bien esta funciona adecuadamente, en términos generales, el Consejo de Monumentos Nacionales se encuentra en una situación crítica. Por dicho organismo pasan, entre otros, proyectos mineros, urbanos, inmobiliarios e industriales, y la carga de trabajo que enfrenta y la relevancia que exhibe no se sopesan debidamente en la iniciativa. Es indispensable que se tome conciencia de ello y se mejoren su estructura, funciones y presupuesto si se espera realmente proteger el patrimonio.
Respecto del rol, finalmente, del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, cabe consignar que sus atribuciones son tomadas por el nuevo Ministerio -hubo una discusión acerca de si se trata de un servicio o de una Secretaría de Estado, y, en este último caso, lo natural es que lo que hasta ahora ha sido servicio pase a formar parte de ella- y que se amplía la integración, restando las facultades resolutivas de las entidades que se comprenden. Hoy día, por su naturaleza, el Consejo es más bien resolutivo, pero adquiriría otra característica al trasladarse a la estructura administrativa del Ministerio.
La determinación se fundamenta en que dentro de este último no puede haber consejos resolutivos. A ello obedeció el dilema. Debe mantenerse, según algunos, la existencia de consejos nacionales y regionales con poder de decisión en cuanto a la asignación de recursos y de evaluadores y técnicos para la determinación de los fondos concursables.
Termino, como Presidente de la Comisión de Educación y Cultura, enfatizando que la decisión fue unánime. En efecto, todos estuvimos de acuerdo en la creación de un Ministerio. De ahí en adelante, es evidente que la forma como se denomine, cuál será su estructura, sus dos subsecretarías, sus funciones y atribuciones, serán materias de la discusión particular. Por lo tanto, el órgano técnico le propone al Honorable Senado aprobar en general la iniciativa que crea el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
Y si le parece al señor Presidente, se podría abrir la votación después de la exposición del señor Ministro.
He dicho.
--(Aplausos en tribunas).
El señor LAGOS (Presidente).- Muchas gracias, Su Señoría, por un informe tan completo.
Tiene la palabra el señor Ministro.


El señor OTTONE (Ministro Presidente del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes).- Señor Presidente, Honorables señoras Senadoras y señores Senadores, el proyecto de ley que la Sala vota hoy en general es la culminación, en efecto, de un proceso en el que gradualmente se ha ido instalando, desde el retorno a la democracia, una institucionalidad pública para el sector del arte y de la cultura. Ello registró, tal como lo dijo el Honorable señor Ignacio Walker, un importante hito en el año 2003, con la creación del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, que constituyó una respuesta adecuada para los desafíos y las exigencias de la época.
Sin embargo, durante la última década se fue constatando la necesidad de establecer una institucionalidad pública cultural del más alto nivel a fin de responder a los actuales y grandes requerimientos para el debido desarrollo, gestión, fomento y salvaguardia de la cultura, del arte y del patrimonio, y que a la vez permita el acceso de todos y cada uno de nuestros connacionales a dichos ámbitos. Para la consecución de dichos objetivos se fue generando un amplio consenso, tanto entre las autoridades estatales y políticas de distintos gobiernos como de parte de toda la comunidad vinculada a las actividades artísticas, culturales y del patrimonio.
Es así como en el año 2013 -y reconocemos especialmente la decisión adoptada al respecto durante la Administración del Presidente Sebastián Piñera- se le presentó al Congreso Nacional una iniciativa que propuso la creación del Ministerio de Cultura, la cual posteriormente fue objeto de una indicación sustitutiva por parte del Ejecutivo actual, que dio origen al texto que crea el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
Con la nueva institucionalidad pública y un organismo que reviste el carácter de Secretaría de Estado se persiguen, como objetivos principales:
1.- Superar la actual dispersión y fragmentación institucional, para permitir un trabajo intersectorial y profesional articulado entre los diversos ámbitos de las artes, las culturas y el patrimonio.
2- Abordar de mejor manera dimensiones actualmente omitidas o insuficientemente atendidas de las diversas expresiones del folclor, de las culturas tradicionales, de la cultura popular y de las manifestaciones comunitarias en este ámbito.
3.- Contribuir con mayor fuerza al reconocimiento y valoración de nuestra diversidad cultural, y de las particularidades e identidades regionales.
4.- Incluir a creadores y cultores, entidades culturales y patrimoniales, universidades, gobiernos locales y regionales, comunidades y organizaciones de los pueblos originarios, y al conjunto de la sociedad.
5.- Contemplar el aporte del Estado en materia de fomento y desarrollo de las artes, de las industrias culturales y de la economía creativa, además del patrimonio, sin perjuicio de los aportes de los fondos públicos de financiamiento cultural y de la labor de los consejos sectoriales creados por ley durante las últimas décadas.
En definitiva, se trata de contar con un Ministerio que, entre otras cosas, le permita al Estado promover y realizar una gestión pública cultural integral, basada en la participación ciudadana; el respeto a la diversidad cultural, como también a la dignidad de las personas y a los derechos humanos; el reconocimiento de las culturas de nuestros pueblos originarios, y el ejercicio de la crítica y la reflexión creativas.
Finalmente, estimo importante mencionar que en la gestación del actual proyecto de ley existieron diversas e interesantes instancias de participación ciudadana de varios de los sectores involucrados en los objetivos de la normativa. Se consideraron las propuestas y opiniones de distintas organizaciones de artistas, creadores y cultores; el amplio y valioso proceso de consulta indígena realizado entre 2014 y 2015, y el intercambio de opiniones y propuestas con las asociaciones de funcionarios del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (ANFUCULTURA), de la DIBAM (ANFUDIBAM) y del Consejo de Monumentos Nacionales, que conforman el universo principal de quienes integrarán el futuro Ministerio.
En este contexto, y precisamente como reflejo del amplio consenso al que antes nos referimos, el proyecto fue acogido y despachado por la Cámara de Diputados, en el primer trámite constitucional, con un apoyo mayoritario y transversal. Igualmente, hace pocos días fue aprobado en general por la unanimidad de la Comisión de Educación y Cultura del Senado.
Por todo ello, confiamos en que contará con el respaldo de las señoras Senadoras y los señores Senadores y en que será sancionada hoy día la idea de legislar, para pasar luego a la discusión particular, de manera que tenga lugar pronto su dictación como ley de la República, que es un anhelo de larga data.
Muchas gracias.
--(Aplausos en tribunas).
El señor LAGOS (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor De Urresti.


El señor DE URRESTI.- Señor Presidente, parto por saludar al Ministro señor Ottone y valorar la fuerza y el impulso que le ha imprimido al proyecto.
Deseo recordar que en el Senado se encuentra pendiente la creación de una instancia especializada como la Comisión de Cultura, medida que juzgo fundamental para ser coherentes con la aprobación que tendrá lugar ahora, sin lugar a dudas. Hemos presentado en conjunto, señor Presidente, varias iniciativas para poder materializarla. Ojalá que ello se logre y contemos con ese órgano técnico.
Aunque originalmente se había programado que durante los cien primeros días de Gobierno se enviaría una indicación sustitutiva al proyecto de ley tendiente a la creación del Ministerio de Cultura, las Artes y el Patrimonio, el año y medio transcurrido ha hecho posible llevar a cabo una positiva e inédita consulta indígena, con conclusiones y compromisos concretos, y, a la vez, dado cuenta de las particularidades que la nueva institucionalidad implica.
En efecto, a diferencia de las últimas iniciativas que crearon nuevos Ministerios, el caso de las culturas, del arte y del patrimonio es distinto. No se trata solo de jerarquizar, dentro del aparato administrativo, a un servicio público para que ostente ahora una categoría ministerial. Tratándose de la cultura, el reto es mucho mayor, ya que se apunta a que, sin afectar lo existente, se avance en forma sustancial y se supere la duplicidad de funciones y la dispersión administrativa entre el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos y el Consejo de Monumentos Nacionales.
Ese desafío permitirá mejorar materias y políticas públicas que se han visto afectadas por la falta de cohesión institucional, tales como la desconcentración administrativa en lo cultural; la conservación del patrimonio en el mismo ámbito; la protección y difusión del derecho de autor; la proyección internacional de la cultura; el fomento de la lectura; y el financiamiento y la regionalización, en el largo plazo, de nuestras organizaciones en el sector, entre otros aspectos fundamentales, para avanzar en un desarrollo armónico que signifique un acceso equitativo de todas las regiones a la cultura.
Valga señalar, en otro orden de ideas, que estimo primordial mantener en el proyecto una definición inédita en cuanto a establecer en la ciudad de Valparaíso, con rango legal, la sede del futuro Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
Dentro de lo que el señor Ministro ha adelantado respecto del contenido de la indicación sustitutiva, debo manifestar que se ha cumplido con lo programado: efectuar una consulta a lo largo del país para representar y recoger la diversidad y el sentido de las culturas de los distintos pueblos originarios y de los afrodescendientes en el norte. El producto de ese proceso se contempla, sin lugar a dudas, en relación con el Ministerio sobre el cual nos pronunciamos, pero también los anhelos del país hacia el futuro.
Sin perjuicio de que se proceda a la votación en general, no puedo dejar de destacar que la creación de la Secretaría de Estado que nos ocupa y el consenso que ello reflejará dicen relación con un avance sustancial en particular desde 2003, precisamente cuando se establece el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. Se trata de un devenir, de una acumulación de experiencia, de un consultar y un debatir, estándar que debiera consagrarse en adelante.
Reitero la necesidad de que esta institucionalidad nueva, surgida del masivo y sólido proceso de consulta indígena, pero también de cabildos ciudadanos realizados a lo largo de Chile, refleje una debida equidad territorial. Como ningún otro Ministerio, el que nos ocupa se vincula con que la cultura, el arte, la creación, el patrimonio material e inmaterial, se distribuyan equitativamente en el territorio.
Considero imprescindible dar una señal, no solo con la instalación de la Secretaría de Estado en la ciudad de Valparaíso, sino también por la vía de asegurarle a cualquier persona, a cualquier creador, a cualquier niña o niño que sueñen con ser Gabriela Mistral, o Pablo Neruda, o Jorge Teillier, o un pintor como Roberto Matta que, independientemente del lugar en que hayan nacido o desenvuelvan su vida, tendrán las oportunidades de desarrollar su creatividad, sus capacidades.
Del mismo modo, tratándose de manifestaciones culturales de los pueblos originarios o de las olas de colonizadores, del desarrollo arquitectónico, de expresiones de emprendedores y de congregaciones religiosas, de distintas iniciativas a lo largo del país o del patrimonio industrial, espero que el acervo inmaterial existente en distintos lugares reciba la misma protección a través del futuro Consejo Nacional de las Culturas o de las Subsecretarías, y no sea objeto solo de una mirada centralista en cuanto a la protección o el fomento de las artes o del patrimonio regional.
Anticipo, para el debate, que estimo esencial la capacidad de los archivos regionales. No es posible que tengamos que enviar al archivo nacional el patrimonio de datos históricos de los anteriores juzgados de letras y juzgados del crimen, principalmente, así como de las notarías, lo que da lugar a la concentración de un material que es primordial para investigadores, historiadores y público, en general.
Sigamos impulsando una red de museos y descentralizando la cultura.
Aprobaremos muy contentos el proyecto, que constituye un paso fundamental.
Espero que este Ministerio vea la luz el año 2017.
Quisiera recordar, eso sí, que la cultura va a tener su sede en Valparaíso, pero también se expresa en todos y cada uno de los rincones de nuestro país.
Voto a favor.
El señor LAGOS (Presidente).- Me han pedido abrir la votación, manteniendo los tiempos de las intervenciones.
La señora MUÑOZ.- Sí.
El señor LARRAÍN.- ¿Me permite, señor Presidente?
El señor LAGOS (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Hernán Larraín.
El señor LARRAÍN.- Señor Presidente, no tengo inconveniente en que se abra la votación, pero ocurre con mucha frecuencia que de repente surgen inquietudes y aclaraciones que se solicitan al señor Ministro, y, si la votación está abierta, él no puede intervenir.
No sé si hay alguna urgencia en este caso, pero durante la votación él no podría hablar. Es una autolimitación que nos imponemos.
El señor WALKER (don Patricio).- Podemos autorizarlo a hablar.
El señor LARRAÍN.- Es el único alcance que hago, pues creo que perderíamos la oportunidad de que el Ministro opine en el debate, lo que sería una restricción severa.
El señor LAGOS (Presidente).- El Senador señor Larraín ha hecho un punto válido.
¿Le parece a la Sala que, en caso de ser necesario, autoricemos al señor Ministro a responder alguna inquietud?
El señor ALLAMAND.- Sí.
El señor LAGOS (Presidente).- Acordado.
En consecuencia, se abre la votación.
--(Durante la votación).
El señor LAGOS (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Quinteros.


El señor QUINTEROS.- Señor Presidente, tal como lo decía el Senador De Urresti, la cultura constituye nuestra forma de vida y, como en ella, hay elementos que se conservan y otros en permanente cambio.
La cultura lo abarca todo y, por lo tanto, no puede ser vista en forma compartimentada o sectorial.
Está presente no solo en las artes y tradiciones: se expresa en la educación, en la salud, en la vivienda.
Es un componente de la vida social de carácter transversal; no puede ser visto sectorialmente.
Por eso, no es fácil definir una institucionalidad pública para la cultura. Mientras la educación y la salud dependen fundamentalmente de lo que haga o no haga el Estado, la cultura seguirá viviendo aun sin ninguna intervención de este.
Por supuesto, nadie defiende en estos tiempos un rol absolutamente pasivo del Estado en materia cultural; incluso esa pasividad incidiría en ella. Pero tampoco podemos promover un rol exclusivo o preeminente del sector público en la cultura.
A la hora de rediseñar la institucionalidad cultural, la tarea es compleja, porque aquí no se trata de levantar organismos y darles presupuestos.
Aquí se pone a prueba la flexibilidad del Estado; su capacidad de adaptarse, de actuar intersectorialmente, de generar espacios para la participación, de separar las funciones de formulación y ejecución de políticas, y, de manera particular, de descentralizarse.
Ya he llamado la atención en otras ocasiones sobre la necesidad de una reforma integral del Estado. Pero aun sin ella, parece obvio que el Ministerio de la Cultura no puede tener la misma estructura jerárquica del Ministerio de Defensa o de Hacienda.
En este plano, si bien estoy de acuerdo con la creación de un ministerio dentro de la actual estructura estatal, pienso que se podría haber sido un poco más audaz al momento de rediseñar su institucionalidad.
En algunos aspectos se rompe la tradición -que es relevante cuando se habla de cultura-, y en otros se echa de menos una mayor audacia e innovación, también esenciales en la cultura.
Por ejemplo, no estoy de acuerdo con que se niegue el rol de la Universidad de Chile en la cultura del país. Ya se la ha ninguneado en la educación superior y ahora se elimina su rol en todo el proyecto, incluyendo los jurados de los premios nacionales.
Me imagino que detrás de ello puede haber un criterio correcto desde el punto de vista tecnocrático, alegando imparcialidad u objetividad. Pero la tradición también es importante. ¿A quién se le ocurriría exigir un cambio en la academia sueca para dar mayor imparcialidad y objetividad a los premios Nobel?
Adelanto que sobre esta materia presentaré indicaciones.
Pero los mayores reparos los tengo en cuanto a la descentralización de la nueva institucionalidad.
La ley actual da atribuciones en materia de promoción del desarrollo cultural a las municipalidades y a los gobiernos regionales, pero prácticamente nada se dice de estos niveles en el proyecto de ley.
Los consejos regionales de cultura asesorarán al intendente, en cuanto representante del Presidente de la República, y no en cuanto jefe del Gobierno regional. Es más, este último solo designa un representante en dicha instancia, sin participación del Consejo Regional.
¿Cómo puede explicarse que miembros del consejo regional de cultura sean designados por el ministro y ninguno por el CORE?
Los mayores aportes a la cultura, las artes y el patrimonio del país han surgido desde regiones y no desde el centro del país.
En Santiago pueden estar las principales instituciones culturales, como la Biblioteca Nacional, el Archivo Nacional o los museos nacionales, pero la cultura de este país ha nacido, se ha conservado y desarrollado fundamentalmente desde las regiones.
La cultura del campo, del mundo minero o del mar; las culturas de nuestros pueblos originarios; los principales exponentes de la literatura, la música, el arte y el folclore, hasta nuestros sitios que son Patrimonio de la Humanidad, como la Isla de Pascua, los cerros de Valparaíso o las iglesias de Chiloé, han nacido y se conservan desde los más diferentes rincones del país.
Por otra parte, tampoco estoy de acuerdo con la forma de financiamiento de la actividad cultural. Mientras algunas instituciones tienen financiamiento asegurado desde la Ley de Presupuestos, casi todas ellas con domicilio en Santiago, las personas y agrupaciones de regiones deben concursar por recursos, sometiéndose a largas tramitaciones.
¿Por qué el sitio arqueológico de Monteverde, que es el más antiguo de América y que se encuentra en los alrededores de Puerto Montt, aún no cuenta con financiamiento para sus instalaciones e investigaciones?
Hay actividades culturales y sitios patrimoniales en regiones que tienen categoría nacional, como las Semanas Musicales de Frutillar, los Temporales Teatrales de Puerto Montt, el Festival Costumbrista de Castro o los sitios de Monteverde y de Pilauco en Osorno, pero deben hacer ingentes esfuerzos para poder optar a recursos públicos.
Yo creo que esto tiene que cambiar.
Apoyo la idea de crear un nuevo Ministerio de las Culturas, pero esta nueva institucionalidad debe nacer descentralizada.
He dicho.
El señor LAGOS (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Prokurica.


El señor PROKURICA.- Señor Presidente, voy a votar a favor de este proyecto de ley.
Admito que el Senador Quinteros, que me antecedió en el uso de la palabra, me interpreta desde el punto de vista del sentimiento de las regiones, pues en lo cultural van muy por detrás de Santiago.
Esta iniciativa de ley, enviada por el ex Presidente Piñera, recoge de alguna manera el sentir que comparten tanto los distintos sectores de nuestra sociedad como las diversas tendencias políticas de manera transversal -como lo ha planteado aquí el Ministro- en cuanto a la relevancia de la cultura en la vida de cada ciudadano en nuestro país, de las diversas comunidades que existen y del conjunto en general.
En definitiva, según se señala en el informe, este proyecto busca "crear una institucionalidad pública cultural que dé respuestas hoy a los impostergables desafíos y exigencias que el Estado de Chile tiene, para asumir sus responsabilidades en la generación de condiciones para nuestro desarrollo cultural y, consecuentemente, para el desarrollo integral de un Chile sustentable, democrático, pluralista y respetuoso de nuestra diversidad cultural.".
Este proyecto de ley crea "una nueva institucionalidad estatal" -lo ha dicho muy bien el Presidente de la Comisión de Educación- "para la cultura, las artes y el patrimonio, mediante la creación de una nueva secretaría de Estado que se denominará Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, la que busca expresar el reconocimiento del Estado a nuestra diversidad", incluidas las vertientes que esta tiene.
"El ministerio que se crea" -prosigue el informe- "estará integrado por dos subsecretarías, cada una de las cuales desarrollará los respectivos ámbitos que aborda esta nueva estructura, esto es, la cultura y las artes y el patrimonio.".
Me parece que el proyecto va en la línea correcta. Se trata de una institucionalidad largamente esperada, que -como dije- fue presentada e impulsada por el Presidente Piñera y que ahora -creo- genera un apoyo transversal en todos los sectores políticos.
Esta iniciativa -lo señalé- propone la creación de un nuevo Ministerio, dividido en dos Subsecretarías, y responde a mi juicio a la necesidad imperiosa de contar con una entidad robusta en el ámbito de la cultura, que mire hacia las regiones, hacia la diversidad desde un punto de vista horizontal, pero que tome en cuenta a entidades de otras partes que también constituyen un aporte y que quieren participar.
En verdad, uno se encuentra permanentemente con gestores culturales o con personas que quieren participar desde las regiones, con toda la adversidad que implica contar con pocos recursos y escasos contactos. Me parece que dentro de sus objetivos y pretensiones esta institucionalidad quiere revertir esa situación.
El señor LAGOS (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Allamand.


El señor ALLAMAND.- Señor Presidente, concurriremos a la aprobación de este proyecto, que posee extraordinaria importancia.
A mi modo de ver, el Presidente de la Comisión, el Honorable señor Ignacio Walker, dio un informe muy completo tanto de las ventajas que conlleva la aprobación de la idea de legislar como de algunas complejidades a las que deberemos abocarnos durante la discusión en particular.
En forma muy rápida, quiero detenerme en los tres "nudos", por llamarlos así, de los que tendremos que ocuparnos.
En primer término, el nombre del Ministerio no es un asunto menor. En la Comisión hubo diversos comentarios sobre el particular. Estaba leyendo el informe y no sé si aparece o no lo que señalaré. Pero, por ejemplo, si uno revisa en general el nombre de estas secretarías de estado en la mayoría de los países europeos o de América Latina, observa que predomina mayoritariamente la denominación "Ministerio de Cultura". Si nos fijamos, el nombre que propone el proyecto es distinto.
Además, deseo hacer notar que una de las dos Subsecretarías que se crean es la de las Artes, Industrias Culturales y Culturas Populares.
Hice ver mi opinión sobre esto en el órgano técnico porque a mí por lo menos me parece bastante impropia la denominación de esa Subsecretaría.
Está muy bien llamarla "Subsecretaría de las Artes, Industrias Culturales y Culturas Populares". Pero eso significaría que conviven distintos tipos de culturas.
¿Hay culturas populares y otras de elite? ¿Qué concepto queremos afinar en este caso? ¿Pretendemos utilizar el término que inspiró a los Ministerios de Cultura europeos desde la década del sesenta? Entiendo que el primero fue creado en Francia y lo encabezó ni más ni menos que André Malraux.
En suma, hago presente -no entraré ahora al detalle- que la denominación de esta nueva cartera no es un asunto menor. Es un asunto profundo que requiere una deliberación seria. Por consiguiente, no es baladí el nombre que se dará a este Ministerio.
En segundo lugar, respecto de las Subsecretarías, se trata de algo mucho más importante que una cuestión administrativa; tiene que ver con saber si este nuevo Ministerio va a funcionar bien o mal.
El Presidente de la Comisión hizo presente que había dos modelos: el texto original proponía una Subsecretaría, mientras que el actual sugiere dos.
Lo cierto es que es un tema pendiente que se deberá resolver.
Pero en lo fundamental, señor Presidente, deseo referirme a lo que veo como la mayor complejidad de este proyecto. A diferencia de lo relativo al nombre o a si habrá una o dos Subsecretarías, temas que son -por así decirlo- razonablemente controvertidos y perfectamente opinables, esta tercera cuestión resulta transversal.
Este nuevo Ministerio, desde el punto de vista administrativo, implica una gigantesca complejidad técnica. La razón fue expuesta tanto por el Presidente de la Comisión como por el señor Ministro de Cultura.
Existe una institucionalidad que, de manera muy razonable y correcta, fue creciendo al amparo de consejos conformados por autoridades y representantes de la sociedad civil. Y todo el mundo quiere preservar ese valor.
La pregunta es la siguiente: ¿Cómo encajan dentro de la estructura administrativa y del Derecho Administrativo chileno estos organismos, que no son habituales en las estructuras ministeriales?
Resulta obvio que ha sido un tremendo aporte que se crearan estos consejos, que sean participativos y que tengan, en gran medida, potestades resolutivas.
Sin embargo, si uno revisa el resto de la Administración del Estado, no encuentra la cantidad de, comillas, "consejos y organismos valiosos que se deben preservar" en ningún Ministerio ni dentro de la estructura del Estado.
Por lo tanto, señor Presidente, hay que tomarse un tiempo. Porque insisto: se trata de una materia que no se relaciona con controversias; nadie pretende, por ejemplo, restar participación al mundo de la cultura y a sus representantes en el nuevo andamiaje ministerial, ni plantear que tiene que haber menos participación que la actual. A la inversa, existe una demanda por incrementarla.
Pero ¿cómo podemos hacer encajar la mayor participación de estos organismos "mixtos", por llamarlos así, que se hallan integrados por autoridades y por representantes de la sociedad civil en sus distintas expresiones?
Cómo articularíamos y cuajaríamos esa labor a fin de que la estructura resultante sea eficiente y realmente eficaz es un tema no menor.
En mi opinión al menos, muchos aspectos de esta nueva institucionalidad no están adecuadamente resueltos.
Por de pronto, no existe una solución a lo que podríamos denominar el "traslape" con distintos organismos. Si uno mira las facultades de ambas Subsecretarías y en algunos puntos las compara con las potestades del Consejo de Monumentos Nacionales, verá que muchas se traslapan.
¿Cómo encajan los seremis en toda esta estructura?
¿Cómo cohabitan ellos en una ordenación vertical?
Entre paréntesis, en la Administración Pública chilena los seremis no dependen de los Subsecretarios, sino de los Ministros.
Entonces, ¿cómo se puede articular a los seremis, que dependen de los Ministros, en dos Subsecretarías que se traslapan y dentro de las cuales existen organismos conformados por autoridades públicas y representantes de la sociedad civil?
Lo que pretendo hacer presente es que, desde el punto de vista técnico, el asunto resulta extraordinariamente complejo. Porque debemos tener un "Ministerio de la Cultura" -por lo menos yo voy a abogar por esa denominación- que funcione, que sea el paso siguiente al avance de todos estos años, y contar con más -no menos- participación. Pero ensamblar todos estos conceptos en la lógica del Derecho Administrativo chileno no es un asunto menor.
Hemos construido en el último tiempo -y concluyo, porque hay señores Senadores con mucha más experiencia en estas materias- andamiajes institucionales en una serie de nuevas carteras, muchos de los cuales no funcionan.
Por ejemplo, el Ministerio del Deporte, según escuché atentamente en la Comisión, es uno de los que padecen alguna de estas complejidades.
En consecuencia, tenemos que ser capaces de encontrar soluciones técnicamente correctas a problemas objetivamente complejos. No estoy diciendo que sean imposibles de resolver. Reitero: aquí no nos hallamos ante a una controversia, sino frente a una dificultad.
En cualquier caso, consideramos que este es un paso muy importante hacia adelante. Al menos en la Comisión se logró determinar muy bien dónde están los puntos de acuerdo y dónde los de diferencia.
Con franqueza, señor Presidente, me parece que va a ser del todo posible traer resuelta desde la Comisión a la discusión particular en la Sala la inmensa mayoría de los asuntos, para conocimiento de los señores Senadores. Y eventualmente podrán quedar dos, tres o cuatro elementos que tendremos que zanjar democráticamente después de un debate.
Nuestra disposición es de plena colaboración para sacar adelante esta iniciativa y para encontrar las soluciones flexibles que resulten adecuadas, pero haciendo presente que debemos tener la inteligencia política y jurídica para resolver bien un tema que, desde el punto de vista técnico, es altamente complejo.
El señor QUINTANA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Girardi.


El señor GIRARDI.- Señor Presidente, cuando se presenta un proyecto sobre la institucionalidad cultural parece algo sencillo, de sentido común y de fácil despacho, pero me parece que es, tal vez, uno de los temas en que, como Senado, debiéramos detenernos y hacer una reflexión más en profundidad.
¿Para qué queremos una política cultural? ¿Para qué queremos una institucionalidad cultural?
Quizás en el pasado, y especialmente en el último tiempo, se pensó la cultura como un instrumento para mejorar la eficiencia de la sociedad, en particular desde el punto de vista económico, y construir una cultura acorde a ese modelo.
¿Por qué planteo esto? Porque estamos discutiendo una institucionalidad. Y yo me pregunto cuál es la política cultural, cuál es el desafío cultural que tiene la sociedad chilena y a qué responde dicha institucionalidad, porque, finalmente, la institucionalidad es la concreción de una visión; es la concreción de un sueño, de una visión del mundo y de nosotros mismos.
Mi parecer es que no están explicitados los grandes fundamentos, no está explicitada aquí la gran política; hacia dónde quiere ir y cómo quiere entenderse la sociedad chilena, cómo quiere jugar un rol en el mundo que viene.
Yo parto de la primera premisa que me hace fuerza: estamos en una era de cambio cultural profundo. Con el siglo XX termina una visión cultural; termina un mundo: el mundo de las ideologías, el mundo cartesiano; terminan las visiones lineales. Y por lo tanto lo que está emergiendo es una nueva sociedad.
Esto no tiene respuestas políticas hoy día. No las tiene en Chile y no las tuvo en Estados Unidos, en Inglaterra, en Italia; tampoco las tiene en Filipinas. Porque, finalmente, la sociedad siempre va a buscar su cauce. Y, si no encuentra respuesta en las instituciones tradicionales, las va a buscar en otros lados.
Por consiguiente, la respuesta es más cultural y más civilizatoria que política.
A nosotros también nos está pasando. Creo que la crisis de los liderazgos, de las instituciones se refleja en la incapacidad que hemos mostrado todos para construir respuestas a este mundo nuevo que viene.
Y me parece que la conversación que estamos efectuando es sobre aspectos conocidos, sobre aspectos del pasado, pero no sobre cómo va a impactar esta política en el futuro. Porque, cuando uno hace una institucionalidad, cuando hace una política, está construyendo el futuro, no está construyendo el pasado, a menos que queramos construir lo que yo llamo el "futuro del pasado", es decir, intentar recuperar nostálgicamente el pasado e intentar, a la fuerza, meter la cola del pasado en el futuro.
Evidentemente, nadie quiere eso.
Entre los elementos que aparecen con mucha fuerza está la constatación de que hay cambios muy relevantes. Tal vez la humanidad está yendo, cada vez más, a lo que yo llamaría un "mundo posantropocéntrico", o sea, un mundo donde el ser humano ya no es el centro del universo, donde nuestra especie no es el centro que le da sentido y en torno al cual gravitan todas las cosas.
Por lo tanto, surge una nueva relación con la naturaleza, con los animales; una nueva relación que busca recuperar las hermandades perdidas que, tal vez por esa visión antropocéntrica del pasado, se fueron.
Debemos reflexionar sobre construir un mundo sin fronteras. Estamos transitando desde estados nacionales, que permitieron el desarrollo de la humanidad, a una insuficiencia de esos estados nacionales y hacia una sociedad global, un planeta global: ser ciudadanos de un planeta y no solamente ciudadanos de un país.
Ello implica toda una visión cultural respecto a temas como la xenofobia, las migraciones, la inclusión, los mestizajes, la diversidad, que tienen que ser elementos muy importantes. Y tal vez no nos hemos puesto en esa situación.
Me parece que también tenemos que darnos cuenta de cómo las tecnologías, la ciencia -que son neutras: depende de cómo las usemos-, de cómo el mundo de los datos, la Internet, la Internet de las cosas, están cambiando nuestra cultura; de cómo estamos construyendo un nuevo fenómeno cultural y cuáles son las contradicciones y los puntos de atención.
El humanismo -el humanismo liberal, el humanismo socialista- puso al ser humano, a la especie humana, como el centro, como su gran desafío, como su gran definición, como la manera de interpretar, incluso, el universo desde la experiencia humana, desde el ser humano. Y, más allá de que uno pueda estar más o menos de acuerdo con esa visión, viene el mundo de los datos, una sociedad gobernada por Internet, por Google, por Facebook, donde cada vez más las decisiones van a trasladarse desde los seres humanos a las máquinas, a las plataformas, donde cada vez nos van a condicionar más, donde cada vez más los seres humanos van a modelarse y a tener incluso una psicología, o lo que llamo "conciencia", como un producto diseñable.
Cuando la Internet de las cosas y los datos conozcan todas nuestras vidas -lo que compramos, lo que comemos, lo que viajamos; elementos que nosotros, además, ponemos gratuitamente en manos de esas plataformas-, alguien podrá decir: "Ahí hay un votante, hay un cliente". Pero, ¿cuál es el determinismo, el nivel de control, el nivel de libertad que tendrá ese cliente o ese votante, o el nivel de condicionamiento psicológico de ese actor, de ese ciudadano futuro a través del mundo de los datos, que es el que va a determinar la vida de las personas?
¡Ese mundo está ahí! Y es el que nos llevará a una sociedad distinta.
Yo sé que esto parece ciencia ficción, pero, lamentablemente, es el futuro de hoy, no el futuro de mañana. Y yo quiero construir el futuro del futuro y no el futuro del pasado.
Como vamos a tener que gobernar para ese mundo, si no incorporamos estos temas, si no consideramos que las tecnologías están cambiando nuestra cultura, nos vamos a quedar en el pasado.
Hoy día los cambios de la biotecnología nos están poniendo desafíos inmensos. La biotecnología, con la herramienta CRISPR/Cas9, ya puede crear cuerpos nuevos, puede hacer seres humanos "a la carta". Podrá construir mentes, conciencias diseñables.
¿Cómo esta realidad se introduce en una lógica cultural? ¿Por qué lo pregunto? Porque este humanismo, el humanismo liberal y socialista, que puso al hombre como el centro del mundo, puede que termine siendo gobernado por el dataísmo, por las máquinas, por los robots, que irán reemplazando a los seres humanos. En los trabajos, por ejemplo. Ya no habrá choferes, etcétera. Ese mundo generará seres humanos inútiles que no tendrán empleo en el futuro.
¿Cómo, entonces, la cultura, lo que nosotros estamos construyendo repone una ética, una visión, valores para poder enfrentar y tomar decisiones, para que los cambios tecnológicos que estamos viviendo en todos los aspectos estén gobernados y guiados por esta ética, por esta visión de bien común, y no terminemos gobernados por las consecuencias de lo que estamos haciendo, sin tener comprensión y claridad de por qué están ocurriendo las cosas?
Pienso que eso es lo que está pasando en la sociedad hoy día. Desconocemos nuestra sociedad y no somos nosotros los que la estamos gobernando, porque no tenemos conciencia de hacia dónde está yendo.
Evidentemente, esto abre la puerta a toda una dimensión que los niños viven más que nosotros, que son los mundos virtuales. Es otro mundo, es otra constelación de la cual también tenemos que preocuparnos.
Tal vez yendo a algo más aterrizado, me importa mucho y yo defiendo la Subsecretaría del Patrimonio, por algo muy simple: el patrimonio en Chile es el pariente pobre. Nuestro país no solamente no tiene políticas culturales, sino que tampoco tiene políticas de resguardo de su patrimonio histórico, arqueológico, paleontológico. Es una pena, porque los países que no tienen memoria, que no entienden su pasado -donde está la experiencia-, no pueden cambiar su futuro. Podemos cambiar el futuro, pero es el pasado el que nos permite entender en qué dirección debemos transformar o modificar el futuro.
Por lo tanto, ahí hay un tema muy relevante, que debe ser prioridad para la sociedad chilena.
Comparto lo que decía el Senador Allamand en cuanto a cómo hacer encajar, en un chasis totalmente anacrónico, una institucionalidad cultural que tiene que dar cuenta de la nueva cultura, que es horizontal, colaborativa, creativa; que no pasa solo por la dicotomía Estado versus mercado; que pone una nueva dimensión, que son los contenidos; que pone la dimensión de los ciudadanos, de la sociedad civil, porque es de ahí de donde van a emerger los contenidos.
Los contenidos no van a emerger de los Estados ni de los mercados, sino, justamente, de las personas y, por lo tanto, de su capacidad de imaginación, de creatividad, de curiosidad por la vida, de exploración, de ser cada persona una suerte de laboratorio que explora y es capaz de construir el mundo.
Solo tengo una aprensión, señor Presidente.
Para nosotros, y para mí en lo personal, hay instituciones que son señeras y con las cuales hay que tener mucho cuidado con las miradas burocráticas. Dejar fuera a la Universidad de Chile pienso que es un inmenso error. Ello da cuenta de una visión burocrática, porque parte de la historia de Chile se ha escrito también desde dicha universidad, una institución laica, la universidad de todos, cuya mirada, independientemente de que haya otros enfoques complementarios, es la que nos une o debiera unirnos a todos, y desde la cual, en conjunto con otras entidades de educación superior, debiéramos ser capaces de formular una visión compartida de proyecto-país.
Voy a votar a favor, pero me parece que esta es tal vez una de las reflexiones más interesantes e importantes que puede hacer el Congreso, porque tiene que ver con nuestro futuro, con cómo vamos a caminar por la vida, cómo vamos a enfrentar los vacíos del mercado y cómo le damos sentido a la vida de las personas.
He dicho.
El señor QUINTANA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Bianchi.


El señor BIANCHI.- Señor Presidente, este proyecto de ley tiene por finalidad crear una nueva institucionalidad estatal para la cultura, las artes y el patrimonio mediante la creación de una nueva Secretaría de Estado, que se va a denominar "Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio", la que busca expresar el reconocimiento del Estado a nuestra diversidad cultural, incluido el reconocimiento a las culturas de los pueblos originarios.
Serán tres instituciones las que quedarán bajo el amparo de dicho Ministerio: la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos; el Consejo de Monumentos Nacionales, y el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
Dentro de las funciones del nuevo Ministerio, quisiera destacar la de "contribuir al desarrollo cultural y patrimonial armónico y equitativo del país en toda su diversidad geográfica y las realidades e identidades regionales y locales".
En esta materia es importante que el proceso de descentralización que se está llevando adelante tenga un fuerte contenido cultural, para que realmente se constituya en el motor político y cultural del Chile de los próximos 20 o 30 años y en donde la descentralización, sin duda, será un tema central.
Dentro de la misma temática, es de preocupación el rol que cumplirá la Subsecretaría de las Artes, Industrias Culturales y Culturas Populares, ya que ella tendrá a su cargo la dirección administrativa de las secretarías regionales ministeriales y la administración y servicio interno del Ministerio.
Es de esperar que dentro del proceso de descentralización les sean traspasadas cada una de las competencias a los nuevos gobiernos regionales, que recientemente hemos creado, para que estos puedan diseñar e implementar las políticas culturales de cada región y no sean las secretarías regionales ministeriales las que lleven el protagonismo en este ámbito.
Para ello, es necesario avanzar desde ya en el traspaso de competencias fuertes y robustas desde las seremías a los gobiernos regionales en materia político-cultural.
Idéntica inquietud, señor Presidente, existe respecto a los Consejos Regionales de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Igualmente, muchas de sus competencias debieran ser traspasadas a los gobiernos regionales, sobre todo aquellas que dicen relación con el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes y el Fondo del Patrimonio Cultural, en los que existen involucrados recursos para proyectos. Deben ser los gobiernos regionales los que decidan los proyectos que se van a adjudicar dichos fondos y no el Gobierno central.
En cuanto al Consejo Asesor de Pueblos Indígenas, que tendrá a su cargo la formulación de políticas, planes y programas referidos a las culturas, las artes y el patrimonio indígena, existe la misma necesidad de ir traspasando dicha función a los gobiernos regionales.
Voto favorablemente el proyecto, señor Presidente.
El señor QUINTANA (Vicepresidente).- A continuación, tiene la palabra el Senador señor Larraín.


El señor LARRAÍN.- Señor Presidente, la verdad es que hablar del Ministerio de la Cultura es algo que, sin lugar a dudas, atrae y motiva, porque en el mundo que nos toca vivir quizás se hacen muchas referencias a la cultura, pero no siempre se da la debida prioridad social a su desarrollo.
Por lo tanto, uno quisiera pensar que una nueva estructura ministerial podría convertir en realidad la aspiración de fortalecer en forma seria la cultura en nuestro país.
Cuando uno utiliza la expresión "cultura", lo hace en su más amplio sentido. Muchos identifican la cultura con la música clásica, la música docta. Pero no: es la música de calidad en todas sus variantes: popular, tradicional, costumbrista, en fin. Hay que pensar con una mirada muchísimo más amplia y, por consiguiente, la aspiración de un Ministerio debe estar impregnada de ese espíritu y de ese sello.
Quizás por eso a mí lo que más me llama la atención, en una primera mirada a este proyecto, es el problema de los nombres, porque cuando se habla del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, o cuando se habla de la Subsecretaría de las Artes, Industrias Culturales y Culturas Populares, o de la Subsecretaría del Patrimonio Cultural, me parece que se tiende a confundir, a segmentar algo que es muchísimo más universal.
Creo que, al final del día, como dice este proyecto de ley, que crea el Ministerio de Cultura, las cosas tienen su propio peso, su propio sentido semántico y su propia fuerza, y, en ese sentido, considero mejor un nombre breve pero potente, en lugar de entrar a una enumeración como de lista de supermercado, que, en último término, tiene una mirada más enciclopédica de las cosas que cercana a su esencia, a su verdad ulterior.
Por eso no comparto el camino de denominaciones que sigue esta iniciativa. Y espero que en su discusión particular podamos retomar y simplificar las cosas. Por lo demás, considero que eso le daría cierta transparencia y un acceso más claro a todos.
En seguida, este proyecto presenta, a mi juicio, un problema que no es fácil de resolver, por la estructura organizativa de todas las actividades culturales que existen en nuestro país.
Yo recuerdo haber participado en el debate efectuado cuando se creó el actual Consejo, con un Ministro a cargo, en donde Agustín Squella, como representante del Ejecutivo, coordinó el debate para lograr su creación. Y ya hubo un problema muy grande por la enorme diversidad de instituciones y estructuras que había en el país en esta área. No se pudo resolver, por ejemplo, el tema de la Biblioteca Nacional, de los distintos museos nacionales, que quedaron bajo la tutela del Ministerio de Educación, también como una parroquia aparte del grueso de lo que es la tarea educativa de dicha Cartera.
En consecuencia, yo entiendo que organizar de manera coherente todo lo que hay en este ámbito no es fácil. Y quizás esto se refleja en que la estructura propuesta resulta extraordinariamente engorrosa, porque hay dos Subsecretarías; secretarías regionales ministeriales, aunque estas sean bastante de adorno -me voy a referir a ellas a continuación-; un Consejo Nacional de las Culturas, las Artes y el Patrimonio; y, adicionalmente, se crea el Servicio Nacional del Patrimonio Cultural, que no está vinculado ni integrado, según logro entender.
Por eso, si el Ministro Ottone pudiera esclarecer algo más esta última entidad, le estaría muy agradecido, porque veo que se plantean estructuras, pero, además de estas, hay otras adicionales que aparecen "dentro de", pero que están "fuera de".
¿No sé cómo va a funcionar, en la práctica, esta estructura que se ha diseñado?
Repito: hay dos Subsecretarías. Una que tiene como propósito trabajar el mundo de las artes, industrias culturales y culturas populares, y otra ocupada del patrimonio cultural. Son, en realidad, distintas.
Pero para complicar más las cosas, todos estos organismos, que estaban en el Ministerio de Educación, pasan a una superestructura adicional, el Servicio Nacional del Patrimonio Cultural, que es dirigido por un director y que cuenta con sistemas propios que se van creando: el sistema de bibliotecas, el sistema de museos, el sistema de archivos, etcétera. Esto impide que las Subsecretarías tengan un rol respecto de aquella, como tampoco el Consejo, salvo en caso de políticas muy globales.
En consecuencia, no estamos creando una estructura con un hilo conductor, sino que estamos agregando organismos que pondremos bajo este gran paraguas. De verdad, no hay una forma clara de participación ni de roles.
Por ejemplo, cuando hablamos del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural, este tiene la tarea de desarrollar sus actividades sin que en ellas participe ningún otro organismo, salvo el Ministro. Por tanto, no tiene conexión de coordinación al interior del Ministerio con ninguna de las otras entidades.
Eso a mí me parece extraño.
Por otra parte, el Consejo Nacional de las Culturas, las Artes y el Patrimonio -no voy a entrar a comentar su integración- figura desarrollando funciones muy dispersas. Por ejemplo, aprobar la Estrategia Quinquenal Nacional.
No sé muy bien qué es la Estrategia Quinquenal Nacional, establecida como la gran tarea, aparentemente, del Consejo.
El señor PROKURICA.- ¡El plan quinquenal...!
El señor LARRAÍN.- Sí, recuerda a los planes quinquenales, aquellos de no muy feliz memoria.
A mi juicio, lo que deben establecer los consejos son políticas de mediano y de largo plazo. Pero la ley no tiene por qué determinar los plazos de esas políticas.
Por lo demás, hay algunos que tienen que ver con realidades distintas. Hay políticas de corto plazo, como las que dicen relación con el fomento específico de determinadas artes. O, si se siente que las políticas de la cultura indígena están muy desfasadas, a lo mejor necesitan un plan de desarrollo no de cuatro o de cinco años, sino quizás de diez.
¿Por qué tenemos que determinar por ley una estructura de esta naturaleza?
En tal sentido, creo que eso amarra la labor del Consejo Nacional de las Culturas, las Artes y el Patrimonio (me parece que de nuevo estamos pecando con el nombre). Pero, por otro lado, advierto que dicho Consejo no tiene responsabilidades en materias importantes o tiene algunas no muy claras.
Por ejemplo, en relación con los recursos del Fondo del Patrimonio Cultural, la norma señala que "serán asignados por concurso público, conforme a las políticas del Ministerio.".
A continuación, se expresa que un reglamento explicitará las disposiciones: cómo se asignarán los recursos, cómo será la evaluación, etcétera. Este reglamento -indica- deberá ser revisado por el Consejo Nacional de las Culturas.
Yo me pregunto qué significa que será revisado. ¿Será aprobado? ¿Será sancionado? ¿Será rechazado? Por lo mismo, considero que una cuestión de esta naturaleza es muy vaga.
Lo mismo ocurre con el Fondo del Patrimonio Cultural. Se dan funciones, pero no se sabe realmente cuáles son las funciones del Consejo al respecto. ¿Revisar? ¿Aprobar? ¿Dar una opinión? Son conceptos que, desde el punto de vista del Derecho Administrativo, no tienen una clara explicación. Porque una cosa es que el Ministro resuelva...
Señor Presidente, ¿me concede dos minutos adicionales?
El señor QUINTANA (Vicepresidente).- Dos minutos es demasiado, Su Señoría. Le daré uno solo.
El señor LARRAÍN.- Entonces, voy a terminar de expresar mis inquietudes refiriéndome solo a la estructura regional.
Quiero señalar que de nuevo comparto las inquietudes manifestadas por muchos Senadores de regiones.
Siento que en regiones como la que yo represento, y particularmente en el Maule Sur, la cultura tiene un rol paupérrimo, si no inexistente.
Hay una pequeña infraestructura que se ha desarrollado en este último tiempo y que ha sido muy aprovechada. Pero son lugares en que no existe un cine, el mínimo acceso a una manifestación del arte que quizás es la más desarrollada y masiva del último tiempo.
No obstante los esfuerzos que se han hecho desde la región, el proyecto no tiene una visión nacional que esté pensando en las regiones y desde las regiones.
Por eso, pese a apoyar la iniciativa, debo decir que presenta ciertas falencias que, a mi juicio, podremos resolver en la discusión en particular.
El señor QUINTANA (Vicepresidente).- Señores Senadores, tenemos que debatir otro proyecto de ley, lo cual también va a tomar tiempo. Por lo tanto, no podemos extender más los minutos que están previstos para intervenir.
Tiene la palabra el Senador señor Pérez Varela.


El señor PÉREZ VARELA.- Señor Presidente, trataré de ser breve, porque, sin duda, la próxima iniciativa, referida al agua potable rural, también requiere toda nuestra atención por la importancia de ese tema.
Pero no puedo dejar de mencionar que coincido con todos los Senadores que aquí han expresado su opinión.
El tema de la cultura es relevante y, por lo tanto, las definiciones de instituciones o de aparatos administrativos que nosotros hagamos tienen que responder adecuadamente y ser eficaces y eficientes a la hora de canalizar, de motivar a la actividad cultural, a la actividad de las artes y el desarrollo del patrimonio en nuestro país.
Por eso, no estaríamos cumpliendo adecuadamente nuestra labor si, al final, creáramos una institucionalidad que no diera respuesta satisfactoria a los anhelos de la ciudadanía en relación con esta materia.
Ya nos pasó un poco con la creación del Ministerio del Deporte.
En efecto, generamos una expectativa al instaurar un Ministerio del Deporte, y este ha tenido problemas serios de gestión, ha tenido problemas serios de consolidación, particularmente en regiones, en que los resultados en las actividades deportivas, en términos de la percepción del país, han sido menores en comparación a cuando no existía esa Cartera.
Por lo tanto, queremos un país desarrollado en términos culturales, que represente a la diversidad cultural existente en Chile y en que las artes, los artistas, los exponentes puedan tener el máximo de posibilidades de expresar su actividad, teniendo presente que no debe haber una cultura oficial, sino una que verdaderamente exprese la nacionalidad en su conjunto.
Lo anterior es vital.
Pienso que necesariamente tenemos que crear una institucionalidad, y avanzar en un aspecto de esa naturaleza. Lo que me preocupa es que la estructura que creamos sea verdaderamente adecuada.
Yo reemplacé a la Senadora Ena von Baer en la sesión de la Comisión de Educación donde se aprobó esta iniciativa. Por eso, renuevo el compromiso de aprobarla en la Sala. Pero, sin duda, en aquella ocasión surgieron una serie de dudas y preguntas que es necesario aclarar.
Aquí estamos generando una institucionalidad que, como se trata de un Ministerio, debe ser básicamente una organización de carácter vertical que se relaciona con otras de carácter horizontal. Y resulta vital cómo se van incorporando, cómo se van escuchando unas a otras. Es esencial cómo se enfrenta eso: cómo las Subsecretarías (me parece que dos Subsecretarías pueden constituir verdaderamente un exceso) se relacionan con los consejos, con las organizaciones regionales. En definitiva, cómo podemos dar una respuesta adecuada a ello.
A mi juicio, de la sola lectura del proyecto, inmediatamente uno se da cuenta de que aquí vamos a tener un problema más o menos serio, en cuanto a que este Ministerio o esta institucionalidad pueda escucharse a sí misma y actuar coherente y sistemáticamente para ir respondiendo a los anhelos de la ciudadanía, de las personas, de los vecinos en materia cultural.
Por eso hago mías las expresiones tanto del Senador Larraín como del Senador Allamand, quienes planteaban grandes dudas acerca de cómo técnica y administrativamente (en definitiva, se trata de organismos que se rigen por el Derecho Administrativo), van a poder trabajar de manera conjunta.
¿Cuál será el rol de los gobiernos regionales? ¿Cuál será el rol de los consejos regionales? ¿Cuál será el rol de los Seremis? ¿Cómo van a actuar las Subsecretarías? ¿Cómo se van a relacionar entre sí? ¿Cómo el Ministro o la Ministra podrán liderar un sistema que tiene una estructura administrativa determinada y que se debe relacionar con organismos colegiados, que sin duda deben tener voz?
Por lo tanto, nos hallamos ante un desafío técnico y administrativo muy relevante.
De ahí que, más allá de colocar sobre la mesa de la discusión en general las dificultades que vemos -sería bueno poder escuchar al Ministro sobre los problemas que pienso que él ha vivido con la actual estructura, que pueden ser mayores y más graves con la que hoy día se nos propone-, debemos analizar cómo podemos avanzar de manera adecuada.
Ese es, a mi juicio, el punto relevante: ¿cómo la institucionalidad que creamos va a actuar sistemática y coordinadamente? ¿Cómo se van a comunicar entre las distintas estructuras, algunas de las cuales -reitero- tienen una visión de verticalidad y otras de horizontalidad, para dar respuesta a los desafíos que en esta materia son fundamentales?
Y también recojo lo que algunos señores Senadores han expresado en materia de regiones: ¿cómo la institucionalidad les va a dar respuesta?
Sobre el particular se han hecho esfuerzos relevantes en nuestras regiones, por ejemplo, con el Teatro Municipal de Chillán, en cuya inauguración estuvo el Ministro Ottone. Sin embargo, hoy día no dispone de financiamiento para operar. Y en la institucionalidad actual no existe ningún organismo, no existe ningún mecanismo, no existe ningún procedimiento mediante el cual uno pueda dar a ese teatro (un recinto de lujo, una edificación magnífica, cuya obra gruesa fue construida hace 60 a 70 años y que fue terminado en los últimos años) una respuesta adecuada. Y puede que tampoco exista con esta nueva institucionalidad.
Por lo tanto, el esfuerzo en infraestructura, desde la perspectiva de las regiones, también está al debe, y de ahí que resulta necesario que nosotros transformemos el presente proyecto de ley, que sin duda constituye un anhelo, en un instrumento eficiente.
A esa tarea nos vamos a tener que abocar los Senadores, las Comisiones, el Ministro y sus asesores, en la discusión en particular, para poder generar una institucionalidad eficiente. De lo contrario, dispondremos a lo mejor de un Ministerio con un nombre rimbombante, pero sin la eficacia que la ciudadanía espera, como nos pasó -vuelvo a reiterar- con el Ministerio del Deporte.
No podemos cometer un segundo error. Por lo tanto, en la discusión en particular el trabajo deberá ser extraordinariamente acucioso.
Reiteramos nuestra voluntad de avanzar en una institucionalidad cultural, que considero absolutamente necesaria, imprescindible. Pero la discusión acerca de qué institucionalidad estructurar va a ser fundamental.
El señor QUINTANA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Tuma.


El señor TUMA.- Señor Presidente, seré muy breve, porque esperamos cumplir con el último trámite de la iniciativa que busca proveer de un cuerpo legal merecido a los comités de agua potable rural, que hace tanto tiempo están esperando esa legislación.
Y saludo a los dirigentes que nos acompañan en las tribunas.
--(Aplausos en tribunas).
Señor Presidente, sin duda que la creación del Ministerio de Cultura es un paso sustantivo, que va a permitir darle fuerza, darle musculatura, darle el sitial y el tratamiento que se merece a la diversidad cultural de Chile.
Nuestra sociedad requiere conservar, promover, difundir esa diversidad y debe tener organismos capaces, entre el Estado y también entre los privados, de mantener una estructura que permita difundir, reconocer y respetar esta pluralidad cultural.
Aprovecho de saludar y de hacer un reconocimiento tanto al Ministro de Obras Públicas como al Ministro de Cultura por la consideración especial respecto a los pueblos originarios. Yo soy Senador de la Región de La Araucanía, y debo reconocer que la consulta indígena que se realizó le dio a la iniciativa que nos ocupa un respaldo significativo en materia de participación, metodología y, por último, de legitimidad.
Los creadores y las expresiones culturales, materiales e inmateriales dispondrán de una institucionalidad robusta para avanzar en la promoción de las expresiones culturales, la protección del patrimonio y la valoración de la cultura como un espacio donde se construyen y reconocen las identidades territoriales, étnicas, culturales, históricas y simbólicas de nuestra sociedad.
Señor Presidente, en una sociedad marcada por el consumo masivo de bienes, a través de un mercado globalizado que promueve la homogenización de las culturas de masas en una relación inmediata e instantánea de servicios y bienes cada vez más desechables, resulta imprescindible fortalecer las identidades culturales.
En este marco de ideas, una tarea que el nuevo Ministerio deberá asumir es la protección y fomento del patrimonio material. Por ejemplo, no existe una institucionalidad destinada a proteger la riqueza arqueológica.
El patrimonio inmaterial tiene que ver con los nombres propios o la denominación de elementos culturales de los pueblos originarios, particularmente del pueblo mapuche. Hoy día vemos cómo el cultrún, la trapelacucha u otros instrumentos, propios de su cultura, de sus costumbres, de sus tradiciones, de su religión se están comercializando en el mundo.
Este Ministerio ha de conversar con INAPI, con el Ministerio de Economía, con la institucionalidad que lleva el registro de patentes para hacer respetar los derechos de los pueblos originarios, los símbolos de los pueblos originarios.
De la misma manera en que se respeta la bandera nacional, deberíamos respetar los símbolos de los pueblos originarios y sancionar su mal uso o su uso indebido.
Por tanto, en la discusión en particular vamos a ver de qué manera el Ministerio de la Cultura conversa con el nuevo Ministerio de Pueblos Indígenas. Ahí habrá alguna división, algún departamento que destine recursos humanos y materiales con el fin de proteger la riqueza y el patrimonio material e inmaterial.
Deberemos analizar cómo conversan, cómo concilian sus funciones ambas Carteras, y cómo colabora el nuevo Ministerio de Cultura con el Ministerio de Pueblos Indígenas.
Yo he presentado dos proyectos de ley relacionados con la protección de los derechos patrimoniales, individuales y colectivos en el ámbito de los pueblos originarios, y espero que esta institucionalidad robusta represente lo que significan las culturas de Chile e incluya de manera muy fuerte la cultura y la riqueza patrimonial de los pueblos originarios.
Voto con entusiasmo a favor de la idea de legislar de la iniciativa.
El señor QUINTANA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Chahuán.
También entiendo que va a ser breve para favorecer la discusión del proyecto de agua potable rural.


El señor CHAHUÁN.- Por supuesto, señor Presidente, el tema del agua potable rural es algo que nos interesa, sobre todo en nuestra Región.
En el contexto de la presente iniciativa, la fragmentación y dispersión de funciones, la descoordinación, la falta de una sola institucionalidad para impulsar una política única e integral destinada a la protección, conservación y difusión están sin lugar a dudas en el fundamento de la necesidad de un chasis institucional que nos permita sacar adelante, justamente, la difusión y la conservación de la cultura, las artes y el patrimonio cultural.
Cabe señalar que logramos que este proyecto fuera ingresado durante el Gobierno del Presidente Piñera, y su contenido es el resultado de una indicación sustitutiva introducida por la actual Administración, con lo cual se reemplazó el texto original por el que ahora se propone.
Una de las primeras discusiones que se registraron en la Comisión trató sobre la sede del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Nosotros señalamos con mucha fuerza que esta Cartera debía funcionar desde Valparaíso. Este punto generó arduo debate, incluso con el Ministro, quien finalmente propuso que la sede del nuevo Ministerio sea nuestra ciudad, a pesar de algunas declaraciones iniciales en sentido diverso.
Debo puntualizar que la posibilidad de contar con un chasis institucional no es un tema menor.
En Chile no hemos podido contar con una política única e integral para la protección, conservación y difusión de la cultura, debido a la fragmentación y dispersión de funciones en este ámbito.
Hago presente que esta es una materia por la cual tengo particular preocupación. Durante mi trayectoria parlamentaria, he considerado la real importancia que reviste la cultura.
Por eso presenté en el mes de junio de 2012 un proyecto de ley que busca sancionar el tráfico ilícito de bienes culturales, iniciativa que está radicada en la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento. Lamentablemente, no ha avanzado mayormente en su tramitación y requiere agilizarse para adecuarnos a las diversas convenciones y tratados internacionales existentes sobre la materia que han sido ratificados por nuestro país.
Por lo tanto, aprovecho esta ocasión para pedirle al señor Ministro -por su intermedio, señor Presidente- que le ponga urgencia al proyecto que tiene por objeto sancionar el tráfico ilícito de bienes culturales.
Hoy día tenemos dificultades en nuestra legislación, debido a los vacíos existentes en materia de sanciones para quienes no cuenten con un registro de dichos bienes. En definitiva, no hay castigo específico para el referido tráfico ilícito.
Por otra parte, en el mes de enero de 2016 presenté, junto con los Senadores De Urresti, Horvath y otros, una iniciativa para modificar el Reglamento del Senado con el fin de establecer la Comisión de Cultura y de las Artes, cuya finalidad sería abocarse al conocimiento de los proyectos de ley sobre la materia, con el fin de descongestionar la excesiva carga legislativa de la Comisión de Educación. Sin embargo, de igual modo, dicha propuesta no ha experimentado mayor avance en la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento.
Asimismo, me he preocupado del patrimonio cultural, considerando que nuestra ciudad de Valparaíso, tan afectada por incendios y otros fenómenos de la naturaleza, tiene la calidad de Patrimonio Mundial de la Humanidad, de acuerdo a la declaración que en tal sentido hizo la UNESCO en el año 2003.
El patrimonio de un país lo conforman todas las creaciones y expresiones de las personas que lo han habitado: sus instituciones sociales, legales y religiosas; su lenguaje y su cultura material desde las épocas históricas más antiguas.
El patrimonio comprende los bienes tangibles e intangibles heredados de los antepasados; el ambiente donde se vive; los campos, ciudades y pueblos; las tradiciones y creencias que se comparten; los valores y la religiosidad; la forma de vivir el mundo y adaptarse a él.
El patrimonio natural y el cultural constituyen la fuente insustituible de inspiración y de identidad de una nación, pues es la herencia de lo que ella fue, el sustrato de lo que es y el fundamento del mañana que aspira a legar a sus hijos.
En un mundo globalizado como el actual, el patrimonio permite el desarrollo del país, insertándose con un sello propio y fortalecido en su identidad, y posibilita que sus miembros tengan un mismo destino al provenir de un mismo origen: construir un futuro sin dejar de preservar el pasado.
Mediante la cultura se impulsa un crecimiento económico, en el que los sitios históricos, los monumentos, la arquitectura y la tradición aportan fuentes de trabajo en todo lo que significa restauración y conservación patrimonial, aparte de los ingresos que deja la industria del turismo.
Dada la relevancia de esta materia, he tenido el privilegio de participar en múltiples eventos de carácter académico, donde he expuesto acerca de la importancia del patrimonio cultural para nuestro país.
De hecho, me ha tocado desarrollar como Senador -porque, a mi juicio, asumir una representación parlamentaria también implica hacer región- una serie de documentales destinados a rescatar el patrimonio intangible regional. Lo hicimos en las comunas de San Antonio y Quintero.
El proyecto de ley que se somete a nuestra consideración, que contempla una amplia estructura orgánica y administrativa del nuevo Ministerio, es plenamente perfectible, en consonancia a las diversas opiniones que durante el debate han emitido los representantes de la cultura y las artes.
Indudablemente, esta iniciativa constituye un avance significativo, muy esperado, por lo cual se hace necesario aprobarla, y así se lo solicito a los colegas, más aún después de tantos años de tramitación en este Parlamento.
Sin embargo, me gustaría indicar que quedan temas pendientes: los componentes regionales en la asignación de los recursos; aspectos que dicen relación con cómo facilitar el acceso a los fondos concursables; materias vinculadas al perfeccionamiento del chasis institucional (ya se avanzó en una segunda Subsecretaría).
Todo ello debe ser parte del debate parlamentario en el trámite legislativo correspondiente.
Con todo, el presente proyecto, sin lugar a dudas, representa un paso significativo para contar con una política pública que finalmente rescate la cultura y la proyecte hacia el futuro.
Por las razones expuestas, apruebo la idea de legislar.
El señor QUINTANA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Navarro.


El señor NAVARRO.- Señor Presidente, sin duda, este es un día histórico para Chile.
La creación del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio constituye un paso significativo y crea enormes expectativas.
Yo quiero llamar a la moderación pero también a la decisión, porque "guagua que no llora no mama".
Quienes han impulsado la instalación de este Ministerio con fuerza durante largos años debieran estar preparados para construirlo. Nos queda un año. Yo espero que este proyecto sea ley de la república en el último año del Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet. Entonces tendremos al Ministro, quien nos acompaña, trabajando desde Valparaíso.
Yo soy un firme partidario de que esta ciudad patrimonial sea la sede de la nueva Cartera. Pero aspiro a que el Congreso Nacional se vaya a Santiago, porque nada le ha aportado a la Quinta Región. En este edificio puede quedar el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, y también el Ministerio del Mar.
En mi opinión, la efectiva descentralización no se logra dejando el Congreso en Valparaíso. En cambio, desconcentrar al Ejecutivo asentando dos Ministerios en una región distinta de la Metropolitana constituye un objetivo histórico para quienes creemos en una descentralización real y no de papel lustre.
El proyecto en debate ordena todo lo que hay, pero no mejora las políticas públicas.
Por ejemplo, no se termina con los fondos concursables en cultura. ¡Hasta cuándo seguimos con eso! Debiera haber una asignación por méritos, a través de mecanismos que garanticen imparcialidad y no privilegios.
Por otra parte, se dispone que habrá un representante de este nuevo Ministerio en el canal cultural de TVN. ¡Eso no garantiza nada! TVN cada día es un canal más privado. ¡Tiene poco de cultural, poco de público! Si queremos propiciar la cultura, la televisión es esencial. Y, para ello, debemos abrir espacios. Sin embargo, esta iniciativa no ahonda en esa materia.
Vamos a discutir el punto en su momento.
Con todo, apoyo totalmente el proyecto. Lo votaré a favor.
Pero impulsar este Ministerio implica abordar diversas políticas públicas. Eso se dará, por cierto, en un debate mucho más amplio, que haremos durante el proceso de construcción de la nueva Cartera.
Estamos en el debate en general. Después el proyecto vuelve a la Comisión para su análisis en particular, con un plazo para formular indicaciones. Luego regresará a la Cámara de Diputados. O sea, queda un tiempo de tramitación largo, aunque lo podemos acortar.
Los fondos concursables siguen siendo un problema esencial.
Además, aún no ha ingresado el proyecto de ley sobre artes escénicas (danza, circo y teatro), que es un compromiso que se asumió con los actores.
Tales elementos forman parte de la estructura, de la musculatura que se le debe dar al Ministerio que se crea, que, sin duda, constituirá un avance muy importante.
¿Qué espera uno de esta nueva Cartera? Que sea capaz de formar y certificar competencias.
En materia de salud, he sido un firme opositor a la ASOFAMECh (Asociación de Facultades de Medicina de Chile), toda vez que la capacidad de lo público en la formación y certificación de funciones debe radicar en una institucionalidad que les ofrezca garantías a todos.
En ese sentido, veo al nuevo Ministerio con facultades muy importantes, de la mano de las universidades públicas, para formar y certificar, dentro de su área, todo lo que diga relación no solo con la academia, sino también con lo profesional. No hay que delegar tales atribuciones al ámbito privado o tercerizarlas.
Valparaíso debe continuar siendo la sede cultural del nivel central. Vamos a tener, por un tiempo al menos -así espero-, al Ministro en esta ciudad.
Hemos encargado un estudio para determinar cuánto nos cuesta mantener el Parlamento en Valparaíso. Podríamos destinar mucha más plata al arte y a la cultura, y no al financiamiento del edificio del Congreso, en el cual los Senadores pasamos seis días al mes. ¡Solo seis días al mes!
En cuanto al vínculo con el Ministerio de Educación, ¿cómo se van a relacionar ambas Carteras en lo que respecta a la enseñanza de las artes? Ese es un aspecto al cual también deberemos abocarnos.
Con relación a los artistas callejeros y a las ordenanzas municipales que se precisan para tales manifestaciones, hago presente que el nuevo Ministerio va a tener que preocuparse de aristas que van más allá de su frontera propia, como el tema de lo local: el uso de los espacios públicos.
En Europa y en muchos otros lugares parte de esos espacios están dedicados al desarrollo de la cultura y las artes. Creo que hay que recuperarlos mediante una regulación que no solo debe ser municipal. Espero que el nuevo Ministerio juegue también un rol al respecto.
Además, quiero plantear que los premios nacionales van a requerir un pronunciamiento por parte de la nueva Secretaría de Estado. El hecho de que la forma de postular a ellos implique que los artistas interesados deban defender toda su carrera, de 30, 40 o más años, amerita una revisión y un cambio. No debiera postularse de esa forma.
Asimismo, dividir el Premio Nacional de Artes de la Representación y Audiovisuales en dos: uno, para las artes escénicas y otro, para el formato audiovisual, también es un desafío, señor Ministro.
Vamos a tener que analizar las políticas públicas, no solo su estructura.
¿Qué va a pasar con la Comisión Nemesio Antúnez del Ministerio de Vivienda? Habrá que relacionarse con ella, pues su finalidad es determinar los edificios públicos que deban ornamentarse con obras de arte.
Las agregadurías culturales de Chile en el extranjero ¿van a seguir siendo parte de una decisión política o van a tener un correlato institucional? Las personas destinadas a esa función debieran ser verdaderos aportes en este ámbito, personas con trabajos culturales, con trayectoria, con profesión. Tal cargo no tendría que ser un premio político, como ha ocurrido hasta ahora. Hoy día, mayoritariamente, es una decisión política.
Yo apostaría por agregados culturales en el mundo entero, a través de mecanismos que profesionalicen la decisión y garanticen que esas personas, en el Viejo Mundo, en el Nuevo Mundo, en todos los continentes, darán cuenta de una tarea de promoción de la cultura nacional.
Del mismo modo, sobre la exigencia de financiamiento estable para artistas consagrados, uno ve cómo muchos de los que se han dedicado por entero al arte en el ocaso de su vida no tienen la suerte de continuar vigentes. Y, para postular a fondos, se les exige cada vez más títulos universitarios y currículum.
Tuve la posibilidad de conocer a Juan Radrigán en Concepción, uno de los autores teatrales más prolíficos del país, quien no poseía títulos, pues era autodidacta.
¡Los artistas, los dramaturgos no se hacen ricos! Se dedican a compartir la cultura y las artes con el pueblo, con la sociedad. Por eso, en materia de apoyo a los de larga trayectoria y de consagración amplia, deben existir mecanismos que garanticen la promoción del arte y la cultura, lo cual no produce riqueza material, a la vez que otorguen la protección adecuada. De esa manera, los artistas sentirán que se pueden entregar en cuerpo y alma porque, a lo menos, tendrán la vejez garantizada, lo que no ocurre hoy día. Muy por el contrario, esa etapa de la vida se transforma a veces en un infierno.
Otro punto es la asignación de recursos a través de los distintos niveles del Estado. El nuevo Ministerio va a jugar un rol fundamental en los fondos municipales, en los regionales mediante el FNDR y en los nacionales. Ello es importante para que exista coherencia respecto de lo que hacen los municipios, los gobiernos regionales -ahora van a contar con intendentes electos- y la nueva Cartera. Se va a requerir una institucionalidad que permita tener coherencia en las unidades territoriales, pero también en las áreas temáticas culturales.
Por último, quiero señalar que todo lo anterior será posible si el nuevo organismo está financiado.
Por primera vez en diez años, el presupuesto en cultura tuvo una rebaja.
¡Pasó fugazmente Rodrigo Valdés, el Ministro de Hacienda, por aquí...!
Un aliado fundamental de los artistas va a ser el titular de Hacienda, porque en ese ámbito quien toma las decisiones en Chile no va a ser el Ministro de Cultura, va a seguir siendo el de Hacienda.
Yo lo he dicho: voté por Bachelet, no por Rodrigo Valdés. Sin embargo, él termina imponiendo cuánto se le asigna a cada ministerio y determina las políticas públicas.
De nada sirve un Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio si no se entrega el financiamiento adecuado. La prueba de fuego de la institucionalidad que estamos creando va a ser su primer presupuesto: cuánto Chile está dispuesto a destinarles a la cultura, a las artes y al patrimonio. ¡Hasta ahora, muy poco!
Si la nueva institucionalidad va a generar costos, burocracia, y no va a contar con recursos efectivos para materializar políticas públicas de verdad, reales, concretas, que tengan incidencia, la creación del Ministerio puede convertirse en una frustración. ¡Y no quiero eso! Quiero que sea una tremenda alegría, una tremenda oportunidad para instalar en el país un ámbito de cultura y su valorización distintos del consumismo que a veces todo lo puede.
Si quienes desean participar en las políticas públicas deben seguir consiguiendo auspiciadores y publicidad pagada para ello, vamos a tener un problema.
Mucho hemos hablado acerca de Televisión Nacional en comparación a la BBC de Londres. TVN es un canal estatal y su objetivo principal es el autofinanciamiento, como ocurre hoy día. Al menos así lo ha planteado su nuevo Director Ejecutivo, Jaime de Aguirre. Si se pide al Ministerio de la Cultura que se autofinancie, ¡habremos fracasado!
El Estado tiene que financiar esta nueva Cartera. ¡Los chilenos deben hacerlo! Así como financiamos los puentes, las carreteras, los sueldos de los parlamentarios, el aparato completo del Estado, este Ministerio debe contar con los fondos necesarios.
Si se les va a pedir a los interesados que concursen, que consigan apoyos institucionales o comerciales en el mercado para desarrollar el arte, la cultura y proteger el patrimonio; si el Estado deja de ser lo que todos esperamos que sea, un ente activo y decisor, habremos fracasado en la construcción de esta nueva Secretaría para Chile.
Para todos es una gran noticia la creación de este Ministerio, señor Presidente, pero el financiamiento es algo esencial.
Yo espero que exista coherencia en la voluntad de este Gobierno para sacar adelante este proyecto con el financiamiento suficiente para que dicho organismo funcione no solo el primer año, sino de manera permanente. Si es necesario establecer un impuesto especial para financiar la cultura y las artes en el país, discutamos el punto, porque de alguna parte deben salir los recursos.
Voto a favor.
¡Patagonia sin represas!
¡Nueva Constitución, ahora!
¡No más AFP!
He dicho.
--(Aplausos en tribunas).
El señor QUINTANA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Horvath.


El señor HORVATH.- Señor Presidente, seré breve por todo lo que ya se ha dicho y también por respeto a los dirigentes de las agrupaciones de agua potable rural, quienes nos acompañan hoy y han esperado por años el tratamiento del proyecto que veremos a continuación.
--(Aplausos en tribunas).
Hago presente que esta es una ocasión muy especial, pues estamos creando por ley el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
Chile es un país muy diverso en el ámbito natural, geográfico y cultural.
La cultura juega un rol clave en el desarrollo y la formación de las personas. Nosotros no podemos sacar adelante a las regiones, a las comunidades, si de manera simultánea no hacemos un esfuerzo muy importante en educación y en cultura.
Sin embargo, uno entra en una suerte de duda porque existe un concepto de cultura más bien productivista: se mide por número de eventos, de conciertos, de exposiciones, de publicaciones, en fin. Todo ello se percibe como un indicador cultural.
¿Qué genera eso? Una suerte de concursos. La gente termina especializándose en ganarlos a nivel tanto regional como nacional, a través de distintos criterios.
Considero que eso es muy difícil y riesgoso para el artista, para el gestor cultural, por cuanto él se dedica al arte y no a ganar concursos.
Estos siempre van a existir y serán un mecanismo de reconocimiento. Pero la vía de la competencia no es natural en la red cultural y tampoco en las artes, que más bien funcionan en forma colaborativa, y en este sentido hay que entenderlas.
Les cuesta mucho a los artistas -me consta-, incluso en nuestra Región de Aisén y en otras, como la de Valparaíso, superar todas las vallas de la compleja trama para obtener financiamiento -se gana un concurso luego de satisfacer los números de los indicadores- y generar finalmente no solo una expresión cultural, sino una red que permite que un sector, una ciudad, un territorio sean intrínsecamente creativos e innovadores.
Creo que allí está el foco del problema: la institucionalidad crea lo oficial y la cultura por sí misma es particularmente disruptiva, pues busca romper los moldes que de alguna manera encajonan la esencia de la vida. Esa suerte de búsqueda, que valora y conserva lo pasado, a la vez que rompe lo establecido y abre opciones nuevas, es una dialéctica que nosotros tenemos que saber asumir en el nuevo Ministerio.
Los Juegos Florales de Poesía, que Gabriela Mistral ganó en 1914, que posteriormente la llevaron a ganar el Premio Nacional de Literatura, se gestaron gracias a la iniciativa de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile y de la Asociación de Escritores de Chile. Esta fue una instancia más bien participativa de gente que quería cambiar el sistema. Y ese espíritu nosotros de alguna manera lo debemos rescatar, a fin de conjugar bien la libertad con la responsabilidad.
Para finalizar, solamente quiero recordar que este año celebramos el centenario del natalicio de Violeta Parra. No existe artista universal que no haya partido desde el folclore, desde las raíces (Beethoven, Bartók, por nombrar algunos). Nosotros tenemos que saber conservar y valorar ese aspecto, para permitir que la visión de un lugar muy local termine siendo algo de valor universal. ¡Ahí está la esencia!
Las fórmulas a ese efecto -como aquí se ha manifestado- se resumen en fomentar una regionalización de verdad, en llevar tales asuntos a las decisiones locales, en pasarles el máximo de atribuciones y funciones a las nuevas autoridades electas de las regiones y de los municipios y en tener una participación vinculante.
Porque no sacamos nada con preguntar, si finalmente la gente a la cual se le consulta no participa en las decisiones. Ello se traduce más en frustración que en participación ciudadana.
Por último, quiero relevar el hecho de que la sede del Ministerio esté en Valparaíso. Esa me parece una muy buena señal, porque se trata de una ciudad patrimonial.
En tal sentido, no concuerdo para nada con mi amigo el Senador Navarro: creo que Valparaíso merece tener al Congreso Nacional.
Además, hoy en día, con las redes de comunicación existentes, los Ministros no están leyendo el diario: todos trabajan en forma paralela, pues se hallan comunicados a través de Internet. Incluso, la gente que se desplaza en vehículo hacia el Parlamento viene laborando.
Como Senador de regiones, estoy 15 días al mes en esta ciudad. Y me las arreglo. Me demoro menos en trasladarme desde el aeropuerto al Congreso Nacional en Valparaíso que a su sede de Santiago.
El señor PROKURICA.- ¡Ese es mi Senador!
El señor QUINTANA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor ALLIENDE (Secretario General subrogante).- ¿Alguna señora Senadora o algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor QUINTANA (Vicepresidente).- Terminada la votación.
--Se aprueba en general el proyecto, dejándose constancia, para el efecto del quorum constitucional exigido, de que se registran 36 votos a favor, y se fija plazo hasta el lunes 16 de enero próximo, a las 12, para presentar indicaciones.
Votaron las señoras Allende, Goic, Muñoz, Lily Pérez, Van Rysselberghe y Von Baer y los señores Allamand, Araya, Bianchi, Chahuán, Coloma, De Urresti, García, García-Huidobro, Girardi, Guillier, Harboe, Horvath, Lagos, Hernán Larraín, Letelier, Matta, Montes, Moreira, Navarro, Ossandón, Pérez Varela, Pizarro, Prokurica, Quintana, Quinteros, Rossi, Tuma, Ignacio Walker, Patricio Walker y Andrés Zaldívar.
--(Aplausos en la Sala y en tribunas).
El señor QUINTANA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el señor Ministro, ¡quien hablará desde su casa...!


El señor OTTONE (Ministro Presidente del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes).- Señor Presidente, en primer lugar, deseo agradecer la votación unánime registrada en la Sala del Senado respecto de este proyecto.
En seguida, debo puntualizar que mi casa es Valparaíso: yo trabajo en esta ciudad, en la plaza Sotomayor.
Cuando ustedes crearon el Consejo en 2003, fijaron su sede en Valparaíso, que además, a mucha honra, es mi ciudad natal. ¡Así que estoy muy feliz!
En cuanto a esta iniciativa, Senador Larraín, no puedo responder a la totalidad de las preguntas que se formularon acá. Pero las anotamos todas. Y, para su tranquilidad, ya se han formulado indicaciones sobre muchas de las cuestiones planteadas.
Hay otros aspectos de este proyecto en los que al parecer existe una dificultad de comprensión. De tal modo que si hay problemas para entender su texto, presentaremos las indicaciones pertinentes al objeto de mejorar la redacción.
De otro lado, con relación a lo que mencionó Su Señoría en cuanto al futuro Servicio Nacional del Patrimonio Cultural, resulta significativo relevar que hoy en día esto existe. Es lo que conocemos como la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (DIBAM).
Lo que pasa es que gran parte de lo que hay en la DIBAM desde los años 20 en adelante, cuando se crea dicho organismo, no existe por ley.
Tenemos sistemas nacionales. Por ejemplo, el Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas. Pero es una fantasía. Funciona, pese a que no fue establecido mediante ley.
El Consejo de Monumentos Nacionales no dispone de secretaría por ley: la estamos creando.
Entonces, señor Presidente, se introducen muchas modificaciones. Y para que no haya desenfoque en esta materia, debo precisar que la prioridad es la descentralización.
La DIBAM hoy en día no es un organismo descentralizado.
Si ustedes tienen que ir a la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, debo señalarles que en tres regiones hay archivos.
Nosotros establecimos los archivos regionales a que se refirió un parlamentario (si no me equivoco, el Senador De Urresti): ¡en ocho años se crean los archivos de cada una de las regiones, incluso si se establece la de Ñuble!
Por lo tanto, se trata de preocupaciones no menores.
Es importante mencionar aquello, pues el foco puesto no solo apunta a ver si existe diversidad: también busca determinar la forma en que se implementa territorialmente la equidad, que es lo que cuesta lograr.
En lo que respecta a los fondos, debo puntualizar que hoy día representan solo el 19 por ciento del presupuesto del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, a diferencia del año 2003, en que estos alcanzaban al 70 por ciento.
En la actualidad, este servicio no administra fondos: un quinto de su presupuesto va a ellos. Lo demás se destina a políticas culturales.
Con relación a los planes quinquenales, cabe consignar que no los establecimos nosotros, sino ustedes, cuando aprobaron el proyecto de ley que dio origen al Consejo. Ahí definieron que el Directorio Nacional y los Consejos Regionales de Cultura debían desarrollar una política quinquenal.
Nosotros estamos siendo respetuosos de lo que Sus Señorías en su momento determinaron como política.
¿Cuál es la gran ventaja de los planes quinquenales?
Obviamente, hay planes, como el Plan Nacional de la Lectura, que son a diez años. Pero a los cinco años es factible medir si esas políticas públicas están dando resultados o no.
Lo relevante de ese tipo de planes es que tienen la virtud de que se traspasan de un gobierno a otro. Por lo tanto, son políticas estatales.
Al terminar mi intervención, quiero agradecer a todos los Senadores por haber tenido la generosidad de entender que cultura tiene que ver con políticas de Estado.
Ahora resta ver de qué modo seguiremos con la discusión particular de esta iniciativa.
Muchas gracias.
--(Aplausos en tribunas).
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El señor QUINTANA (Vicepresidente).- Antes de pasar al siguiente punto de la tabla, el informe de la Comisión Mixta respecto del proyecto que regula los servicios sanitarios rurales, quiero saludar a las personas que se encuentran en las tribunas.
Se trata de dirigentes de comités, de agrupaciones, de asociaciones regionales de agua potable rural de todo el país, quienes nos han acompañado todo el tiempo que ha durado la tramitación de la referida iniciativa en la Comisión de Obras Públicas.
¡Vaya nuestro saludo para todos ellos!