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El señor QUINTEROS.- Señor Presidente:
Nos congregamos esta tarde para rendir tributo a la acción heroica de un joven oficial de Carabineros, el Teniente Hernán Merino Correa, quien el 6 de noviembre de 1965 perdió la vida mientras, junto a un pequeño grupo de efectivos policiales, cumplía la función de vigilancia del territorio de Laguna del Desierto y de auxilio a los colonos chilenos que vivían allí, en el sur patagónico de nuestro país.
Cualquier palabra se hace escasa para expresar el reconocimiento y la gratitud que el pueblo chileno debe a sus carabineros de frontera, cuyo espíritu de servicio y de entrega es indiscutiblemente representado por el Teniente Merino Correa, quien dejó la propia vida en el cumplimiento de su deber.
Son los carabineros de frontera los que, en la aridez del norte y/o en la inclemencia del sur austral, tienen la responsabilidad de representar al Estado, cautelar la soberanía y proteger a los compatriotas que viven en las zonas alejadas.
Personalmente, conozco bien el trabajo que realiza Carabineros en zonas aisladas e inhóspitas del sur de nuestro país, en las islas, en la cordillera y en apartados puestos fronterizos a los que solo es posible llegar con gran esfuerzo. En esos lugares, donde la expresión "hacer patria" se manifiesta de modo literal, Carabineros avanza por la senda de servicio que marcaron hombres como el Teniente Merino.
La muerte del Teniente Hernán Merino Correa es un episodio triste en la memoria histórica de Chile, no solo por la tragedia que significó ese hecho, sino también porque puso de relieve una realidad que lamentablemente, medio siglo más tarde, sigue latente: la presencia que el Estado debe tener en los territorios más alejados y el apoyo que han de recibir los colonos que decidieron construir su hogar en ellos.
Es que, a 50 años de esos lamentables hechos, queda la impresión de que no aprendimos del todo la lección.
Carabineros -ya lo hemos dicho- cumple un papel determinante en la presencia, vigilancia y protección del territorio fronterizo y sus habitantes. Sin embargo, no siempre la institución tiene los recursos necesarios para cumplir esas funciones.
De hecho, hace poco menos de un año dos efectivos policiales fueron asesinados por delincuentes, al parecer extranjeros, en la frontera norte de nuestra nación. Lamentablemente, no contaban con todo el equipamiento y el apoyo necesario para desarrollar esa labor. Y la prueba de ello es que con posterioridad los puestos respectivos han sido reforzados.
Casos como aquellos nos conmueven y nos deben mover a la reflexión.
El reconocimiento a la labor de Carabineros es transversal. Y no hay, probablemente, dos opiniones distintas con respecto a la importancia de sus funciones.
¿Por qué entonces, a 50 años de la muerte del Teniente Merino, murieron al otro extremo de Chile otros carabineros mientras vigilaban el territorio limítrofe?
El sentido común y la experiencia nos llaman a enmendar el rumbo y a no cometer los mismos errores del pasado.
Los habitantes de las zonas fronterizas, especialmente en el sur de nuestro país, viven aún en condiciones de aislamiento y perciben cierto grado de abandono por parte del Estado, que parece omitir que, con su presencia y su trabajo, las familias radicadas en esas zonas dan real sentido al concepto de soberanía territorial.
La provincia de Palena, a la que represento, requiere un Estado más presente, más cercano.
No es admisible que los habitantes de las comunas de Futaleufú o de Palena deban sobrellevar horas de viaje para acceder a un tribunal o decidir si sus hijos nacerán en territorio chileno o argentino.
No resulta tolerable que todos los funcionarios públicos que sirven en dichas zonas no reciban aún las mismas asignaciones por su condición de aislamiento.
Pero, en pleno siglo XXI, no podemos entender el apoyo a esos chilenos solo como una acción de soberanía: debe ser también expresión de una política de integración efectiva con los países vecinos, que es lo que demanda el mundo actual.
Debemos lograr que los habitantes de un lado y otro de la frontera perciban las ventajas de la cercanía, los beneficios del fluido intercambio, y no los perjuicios o carencias que hoy día significa el aislamiento.
¡Ese es el desafío de esta hora!
Muchos honores se han rendido al Teniente Merino. Por ejemplo, mediante ley de la república fue ascendido a General.
Sin embargo, el mejor homenaje que podemos tributar hoy al Teniente Hernán Merino Correa y a todos los hombres y mujeres que habitan en las zonas fronterizas es trabajar por mejores condiciones de vida para ellos y promover con nuestros vecinos verdaderos polos de desarrollo en dichos territorios, para que en el futuro cercano el abandono sea remplazado por oportunidades y la confrontación abra paso a la cooperación.
¡Es lo que el teniente Merino hubiera querido!
He dicho.