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ENMIENDA DE DOHA A PROTOCOLO DE KYOTO DE LA CONVENCIÓN MARCO DE LAS NACIONES UNIDAS SOBRE CAMBIO CLIMÁTICO


El señor WALKER, don Patricio (Presidente).- Corresponde tratar el proyecto de acuerdo, en segundo trámite constitucional, que aprueba la Enmienda de Doha al Protocolo de Kyoto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, adoptada en Doha, Qatar, el 8 de diciembre de 2012, con informe de la Comisión de Relaciones Exteriores y urgencia calificada de "simple".
--Los antecedentes sobre el proyecto (9.625-10) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de acuerdo:
En segundo trámite, sesión 46ª, en 19 de agosto de 2015.
Informe de Comisión:
Relaciones Exteriores: sesión 57ª, en 30 de septiembre de 2015.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).- Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor LABBÉ (Secretario General).- El objetivo principal del proyecto de acuerdo es dar inicio a un segundo período de compromisos para reducir gradualmente las emisiones de gases de efecto invernadero.
La Comisión de Relaciones Exteriores discutió este proyecto en general y en particular, por tratarse de aquellos de artículo único, y lo aprobó por la unanimidad de sus integrantes, Senadores señores Chahuán, García-Huidobro, Lagos, Letelier y Pizarro.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).- Antes que todo, aprovecho de dar las gracias a todos los Senadores que ayer participaron en el Seminario Nuestro Océano.
El salón plenario estuvo lleno de jóvenes, de estudiantes.
Agradezco a los colegas que actuaron de moderadores y a los que intervinieron. Fue una jornada importante.
Lo menciono a propósito del proyecto que vamos a discutir ahora, que guarda relación con la protección al medio ambiente.
Tiene la palabra el Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, Senador señor Chahuán.


El señor CHAHUÁN.- Señor Presidente, Honorable Sala, el proyecto de acuerdo que se somete a la consideración de la Sala busca aprobar la Enmienda de Doha al Protocolo de Kyoto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, adoptada en Doha, Qatar, el 8 de diciembre de 2012.
Como señaló el señor Secretario, el principal propósito de este proyecto es dar inicio a un segundo período de compromisos para reducir gradualmente las emisiones de gases de efecto invernadero.
Dicho instrumento viene a modificar el Protocolo de Kyoto referido, que fue promulgado por el decreto supremo Nº 349, de 22 de diciembre de 2004, del Ministerio de Relaciones Exteriores, y publicado en el Diario Oficial del 16 de febrero de 2005.
Cabe señalar que, por tratarse de un proyecto de artículo único, de conformidad con lo prescrito en el artículo 127 del Reglamento de la Corporación, la Comisión propuso discutirlo en general y en particular a la vez.
Chile suscribió en su oportunidad la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, la cual distingue entre países desarrollados y aquellos que se encuentran en desarrollo para los efectos de cumplir las obligaciones que emanan de este instrumento internacional.
Además, dicho Tratado estableció deberes comunes pero diferenciados respecto de los Estados Partes, con relación a sus respectivas capacidades y a sus responsabilidades históricas.
En ese escenario, se dio inicio a un proceso de negociaciones con el objeto de ampliar las exigencias ambientales a todos los intervinientes en el Convenio (incluidos los países en desarrollo), los cuales requirieron que en el momento en que se adopte un acuerdo válido para todas las partes -situación que debería acaecer en el mes de diciembre del año en curso- no debe existir una brecha entre los años 2013 y 2020.
La Enmienda en estudio estableció un segundo lapso de compromisos, situado entre los años 2013 y 2020, período en el cual las naciones desarrolladas deben asumir el liderazgo en lo concerniente a la reducción de las emisiones contaminantes.
Si bien se ha contemplado una aplicación provisional para algunos países involucrados, constituiría una señal relevante en materia de política exterior que la señora Presidenta de la República pudiese comunicar en la próxima Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, a realizarse este año, que Chile ha aprobado la Enmienda de Doha, tal como ya lo han hecho naciones del continente como Barbados, Guyana, Granada, México, Ecuador y Perú.
En definitiva, se establecen nuevas obligaciones para los países desarrollados, no para los que están en vías de desarrollo, entre los cuales se encuentra Chile.
En consecuencia, señor Presidente, pido a la Sala que respalde el proyecto de acuerdo aprobatorio de la Enmienda de Doha al Protocolo de Kyoto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
Si un número significativo de países suscribe dicho instrumento internacional, se dará una señal relevante
.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor García-Huidobro.


El señor GARCÍA-HUIDOBRO.- Señor Presidente, Honorable Sala, este proyecto es de importancia crucial, pues busca aprobar la Enmienda de Doha al Protocolo de Kyoto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, adoptada el 8 de diciembre del año 2012.
La finalidad de dicha Enmienda es comprometer a los países desarrollados a estabilizar sus emisiones de gases de efecto invernadero mediante el establecimiento de metas vinculantes de reducción de dichas emisiones.
Tales metas se aplicarían solo a 37 países, denominados "industrializados", los cuales se encuentran consignados en el Anexo I del Protocolo.
En la Comisión de Relaciones Exteriores, el Director de Medio Ambiente y Asuntos Marítimos de la Cancillería hizo presente que la ratificación del presente instrumento implica dar una potente señal política en apoyo a la demanda internacional relacionada con la reducción de emisiones de efecto invernadero por parte de las naciones industrializadas. Ello, considerando especialmente que este Tratado no genera nuevas obligaciones para Chile.
Además, manifestó que nuestro país tiene una participación solamente del 0,25 por ciento de las emisiones contaminantes a nivel global. Sin embargo, a pesar de su baja injerencia en esta materia, nuestro país también ha anunciado un esfuerzo de reducción voluntaria de contaminantes del orden del 20 por ciento al final de esta década.
La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático entró en vigor el 21 de marzo de 1994, siendo ratificada por nuestro país el 22 de diciembre del mismo año. Ella establece un marco general sobre la materia.
Dicha Convención hace caer la carga más pesada de la lucha contra el cambio climático sobre los países -como bien dije- industrializados, ya que son ellos la fuente principal de la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo.
La Enmienda de Doha al Protocolo de Kyoto tiene por objeto dar inicio a un segundo período de compromisos para reducir gradualmente las emisiones de gases de efecto invernadero.
Cabe hacer presente que Chile no tiene compromisos -como bien lo señalé- de carácter vinculante en cuanto a reducción de gases de efecto invernadero, conforme a su condición de país no incluido en el Anexo I de la Convención. Es más, la Enmienda de Doha contempla obligaciones solo para las naciones industrializadas o desarrolladas.
Por eso, señor Presidente, resulta muy importante que nuestro país dé una señal, pues se necesita que más de 140 naciones ratifiquen esta Enmienda, y a la fecha solo lo han hecho 38. Por lo tanto, Chile sería un país más que estaría aportando su voto con el fin de que las naciones industrializadas, a la brevedad, empiecen a hacer el esfuerzo de reducir su emisión de gases de efecto invernadero.
Por lo expuesto, anuncio el voto favorable de la Unión Demócrata Independiente a esta Enmienda, con el fin de que sea ratificada a la brevedad.
He dicho.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Moreira.


El señor MOREIRA.- Señor Presidente, he querido hacer uso de la palabra en este proyecto dada la vinculación que uno tiene como miembro de la Comisión de Medio Ambiente y en vista de lo que representa para el mundo y especialmente para Chile el cambio climático.
En cuanto a la Enmienda de Doha al Protocolo de Kyoto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, nosotros debemos reconocer el calentamiento global de la Tierra como un fenómeno real. Y Chile debe apoyar la segunda etapa que se abre con esta Enmienda, para fomentar y promover la disminución de gases de efecto invernadero.
Nuestro país no posee compromisos de carácter vinculante en materia de reducción de gases de efecto invernadero, conforme a su condición de nación no incluida en el Anexo I de la Convención, por lo que esta Enmienda, como bien mencionaron quienes me antecedieron en el uso de la palabra, no implica obligaciones para el Estado de Chile.
Sin embargo, sí resulta necesario que nuestro país concurra a la aprobación del instrumento que nos ocupa, pues implica que naciones más desarrolladas que la nuestra asuman un mayor grado de responsabilidad frente al fenómeno del calentamiento global.
Es razonable, entonces, que los países más desarrollados tengan obligaciones más estrictas que el resto de las naciones, en atención a que han sido ellos los que más han contribuido al calentamiento global de la Tierra, y no solo por las emisiones que generan en sus propios territorios, sino también porque consumen más bienes que el resto, a pesar de que muchas veces estos productos se han fabricado en otros países.
Asimismo, es de esperar que China, el principal emisor de gases de efecto invernadero, no se quede atrás y asuma cada vez más compromisos tendientes a mejorar las condiciones ambientales en que operan sus industrias.
Así las cosas, esta Enmienda es claramente un avance en la protección del medioambiente global y de nuestro país. Si bien Chile se encuentra lejos de estar dentro de las naciones que generan más gases de efecto invernadero, sí es una de las que más sufren sus consecuencias debido a la ubicación donde se ha producido la destrucción de la capa de ozono.
Por lo señalado, votaré a favor del proyecto de acuerdo.
El señor CHAHUÁN.- Señor Presidente, ¿es posible abrir la votación?
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).- ¿Habría acuerdo en tal sentido?
Acordado.
En votación general y particular.
(Durante la votación).
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Horvath.


El señor HORVATH.- Señor Presidente, en verdad, este es un acuerdo de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 8 de diciembre de 2012, y corresponde a lo que se denomina la "CP 18". Y nosotros estamos próximos a la CP 21, que se celebra en París en diciembre. Por lo tanto, creo que vamos con un resto de rezago, por decirlo en términos breves.
¿Qué hace la Enmienda de Doha? Prorroga el acuerdo de Kyoto hasta 2020, porque vencía el año 2012.
En el acuerdo de Kyoto hay 35 países -Chile entre ellos-, que dieron los votos y el quórum necesario para que entrara en vigencia, lo cual fue muy importante.
Sin embargo, como se ha dicho, no están China, Estados Unidos, Brasil, México, India, de los países más productores de gases de efecto invernadero.
Lo que pretende el Protocolo de Kyoto es reducir los gases de efecto invernadero en 5,2 por ciento respecto del nivel existente en 1990, para que no aumente más de 2 grados la temperatura en el planeta. Si el incremento es mayor, tenemos efectos irreversibles. Ya estamos acercándonos a ese escenario.
Quiero llamar la atención para que en la próxima presentación de Chile en París, la primera semana de diciembre -nos hemos reunido en la Comisión de Medio Ambiente con los Ministerios del Medio Ambiente y de Relaciones Exteriores-, haya una postura de Estado, no solo del Gobierno.
Digo lo anterior en un sentido positivo y complementario, porque estos acuerdos tienen dos grandes vertientes. Una es la del cumplimiento y autocumplimiento de las normas y de la reducción de gases de efecto invernadero, y Chile tiene como hacerlo. Y por otro lado han tomado mucha importancia los compromisos de adaptabilidad al cambio climático.
El más claro ejemplo: suben las líneas de nieve, se derriten los glaciares, vienen lluvias, que ya no quedan sujetas en las cumbres, vertiéndose de un solo viaje y cambiando absolutamente el curso de los caudales, con lo que ocupan cuencas distintas. Y antes la ingeniería, la arquitectura, la planificación territorial se basaba en una larga estadística hidrológica para decir: "Este es un fenómeno que tiene la posibilidad de producirse cada 50 años, para diseñar un puente; o cada 100 años, para diseñar un ciudad", en fin. Eso hoy en día ya no corre. Eso no es cierto, dado el fenómeno del cambio climático.
Por lo tanto, nosotros debemos asegurar, con normativa interna, los mapas de riesgo, en el caso de la nueva ley de ONEMI. Pero es preciso que sean vinculantes, porque, de lo contrario, tenemos los fenómenos de Atacama, de Valparaíso, de los entornos de los volcanes, donde la gente después del cataclismo, cuando reaccionamos con una solidaridad fantástica pero con una imprevisión más o menos de la misma envergadura, se vuelve a instalar en los mismos lugares.
También hay que abordar la forestación. Nosotros tenemos límites de incendios sobre las 117 mil hectáreas entre 2014 y este año, y estamos forestando apenas 7 mil. Es decir, no nos estamos preparando para este nuevo fenómeno.
Entonces, quiero alertar y llamar la atención de los Senadores -todos están no solo interesados, sino vinculados a este tema- para que en la Comisión de Medio de Ambiente y en el Senado participen en esta postura de Estado con compromisos legislativos y de política interna en esta materia.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).- Tiene la palabra la Senadora señora Goic.


La señora GOIC.- Señor Presidente, deseo justificar mi voto a favor de esta Enmienda.
Eso sí, me parece oportuno que junto con respaldar el proyecto de acuerdo podamos abordar el tema de fondo.
De hecho, la semana pasada formamos una bancada de cambio climático, convocada por organizaciones y centros de estudios vinculados al tema, que nos planteaban la necesidad de avanzar más rápido y en forma más sistémica, más articulada, como país en esta materia.
Señor Presidente, usted hizo mención a la reunión de ayer. Allí se formularon una serie de preguntas, en un panel donde nos referíamos a la situación de nuestros océanos. Y hablábamos de la sequía. Señalábamos que esto no es un tema transitorio. Debemos ver cómo enfrentamos como país un fenómeno que llega para quedarse, frente al cual tenemos que avanzar en la adaptabilidad, como se ha mencionado. Pero también hemos de coordinar no solo herramientas que hoy puede tener el Estado dentro de distintos programas de apoyo, de investigación (tenemos que destinar los recursos pertinentes), sino también herramientas normativas y legislativas.
El problema, más que el cambio climático, es el calentamiento global. Y esa es una realidad presente, no es un problema del futuro.
La principal causa del calentamiento global son las emisiones de gases que producen el efecto invernadero.
Las consecuencias a escala planetaria de esa situación las estamos viendo y las seguiremos viendo dentro de los próximos veinte años.
Abordar eso implicará desafíos de política pública.
Debemos resolver cómo enfrentamos la falta de espacio habitable, cuando vemos el aumento de los biomas desérticos, en los territorios y sectores actualmente más poblados. Ello implicará el desplazamiento de millones de personas afectadas por la desertificación.
¿Cómo enfrentaremos la falta de agua potable, debido a las sequías y al avance del desierto? ¿O la falta de alimentos producto de la disminución de la superficie cultivable, y la implicancia que eso tiene para la población?
¿Cómo abordaremos las consecuencias del calentamiento global en materia energética? Hoy día ya apreciamos un déficit energético expresado en el costo de las distintas fuentes de energía.
Los mencionados son aspectos acerca de los cuales nosotros debemos tener una discusión más bien con mirada de mediano plazo, y convocando transversalmente a todos los actores.
Además, me interesa hacer un análisis pensando en la planificación territorial de un país extenso y diverso, desde el desierto por el norte hasta el sur.
En tal sentido, nuestras regiones representan un tremendo potencial.
En la Patagonia, junto con la Región de Aisén, contamos con la reserva de agua dulce más grande del hemisferio sur: los Campos de Hielo Norte y los Campos de Hielo Sur. Y podríamos ser los principales surtidores de este vital elemento para nuestro país y más allá de él.
También es posible abordar el poblamiento de un espacio vasto y poco habitado hoy día. El territorio de Magallanes es de 132 mil kilómetros cuadrados, siendo más grande que 110 de los 193 países miembros de las Naciones Unidas. Y eso que Magallanes es solo una región, no un país. Pero en ella habitan solo 131 mil personas, la mayor parte concentrada en Punta Arenas.
Debemos ir anticipándonos al poblamiento de este territorio, y aprovechándolo como una oportunidad. Pero hemos de hacerlo en forma sustentable, con viabilidad, para abordar los problemas medioambientales que puedan generarse.
Del mismo modo, en materia de producción de alimentos, tenemos que ver cómo aprovechamos las zonas climáticas y los suelos de la Patagonia, de las Regiones de Aisén y de Magallanes. Hoy no son cultivables. Pero ante el aumento de las lluvias, en veinte años más es probable que sí lo sean.
Entonces, debemos llevar adelante una discusión al respecto y poner al servicio de esa causa la investigación, el trabajo de las universidades regionales, la formación de profesionales.
A la vez, en materia energética tenemos un tremendo potencial hidroeléctrico, geotérmico, eólico, mareomotriz, que claramente no hemos sabido aprovechar hasta hoy.
En consecuencia, me parece que esta es una oportunidad para efectuar esa discusión, a fin de pensar una planificación territorial que aborde los desafíos del calentamiento global; para ver cómo avanzamos en la carretera hídrica, como una respuesta a la falta de agua, a la desertificación, o a fin de aprovechar instrumentos de la CORFO.
En tal sentido, ayer un estudiante planteaba cómo puede garantizar financiamiento para una propuesta de reutilización del plástico a fin de generar energía.
Yo creo que en eso necesitamos un rol mucho más activo de la CORFO, de los fondos concursables de financiamiento, que requiere un trabajo muy articulado, por un desafío que, insisto, no es un problema que tengamos que abordar en diez, quince años más, sino hoy día.
Por eso, apruebo con entusiasmo este proyecto de acuerdo.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Quinteros.


El señor QUINTEROS.- Señor Presidente, los problemas globales, como la falta de paz, la desigual distribución de la riqueza o el cambio climático, tienen un lugar cada vez más relevante en la agenda nacional.
Aquellos problemas que veíamos como lejanos se tornan próximos y hasta urgentes.
Los dolorosos efectos de la guerra y la intolerancia en África y Asia tocan las puertas de Europa, con miles de refugiados que buscan protección.
Así también, el desastre ambiental provocado por décadas de explotación irracional de los recursos naturales y la producción de gases de efecto invernadero por parte de un puñado de países ricos está provocando cambios en el clima en todas las latitudes, y afecta desde los glaciares de la Patagonia hasta el nivel del mar que baña nuestras costas, incluidas centenares de islas ubicadas entre Chiloé y el Cabo de Hornos.
En consecuencia, hoy día, cuando hablamos de problemas globales, estamos hablando también de problemas nacionales y locales.
El cambio climático está modificando una realidad que se creía inmodificable y que se expresa en los más variados ámbitos de nuestra actividad.
Desde luego, condiciona las políticas impulsadas hasta hoy en materia de riesgos y catástrofes, como lo hemos podido comprobar en los recientes desastres de Atacama; en la prolongada sequía que ha llegado hasta las regiones del sur y que aún no puede darse por superada, pese a las últimas lluvias.
El cambio climático acentúa la importancia de establecer una política nacional del agua, resguardando su calidad de recurso esencial y de propiedad de todos los chilenos y, por qué no decirlo, de todos los habitantes del planeta.
Esta nueva realidad determina también nuevas políticas de fomento y apoyo a nuestra agricultura; y nuevas políticas de uso del borde costero, que afectan su uso residencial y actividades tan diversas como el turismo, la recreación, los puertos, la pesca y la salmonicultura.
Pero como sabemos que el cambio climático es provocado por la acción de gases de efecto invernadero, generados por fuentes tan diversas como el uso de combustibles fósiles para producir energía, de fertilizantes para la agricultura intensiva y de insumos para la industria de la refrigeración, entonces se puede concluir que son todos los habitantes los afectados por este fenómeno.
En consecuencia, las medidas deben estar a la altura de los desafíos que toca enfrentar a esta generación.
Con una de las costas más extensas del mundo, Chile está llamado a asumir un rol activo y de liderazgo en esta materia, como se ha expresado en la reciente Conferencia Internacional sobre Océanos llevada a cabo en dependencias de nuestro Congreso Nacional.
En tal sentido, Chile fue de los primeros países que ratificaron la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que con el Protocolo de Kyoto entró en vigencia en 2005, luego de ser ratificado por 141 países.
Pese a que Chile no presenta obligaciones vinculantes con este acuerdo -como ya se ha dicho-, es de suma relevancia apoyar las iniciativas disponibles para aquellas naciones que tienen la obligación de cumplirlo, debido a su responsabilidad directa en el calentamiento global. Los grandes emisores -Estados Unidos, con 36 por ciento; la Unión Europea, con 24,2 por ciento; la Federación Rusa, con 17,4 por ciento; Japón con 8,5 por ciento; y Canadá y Australia, con 3,3 y 2 por ciento, respectivamente- deben responder a la ampliación de demandas ambientales y al liderazgo requerido a los países desarrollados en la reducción de emisiones.
Es un compromiso justo y urgente.
En el caso de Chile, y de acuerdo con las exigencias de "contribuciones nacionales determinadas" o compromisos que los países han adquirido conforme a sus capacidades, asumimos la obligación de innovar a partir de mecanismos de desarrollo limpio, considerando el avance de tecnologías respetuosas con el medioambiente.
Nuestro país se ha convertido de esta manera en uno de los pioneros en el desarrollo de esos mecanismos, siendo la primera nación de América Latina en aprobar proyectos de tales características.
En esos avances, es importante destacar que nuestras regiones tienen una responsabilidad primordial en ese tipo de compromisos, sobre todo cuando queremos impulsar un modelo de desarrollo que considere la igualdad y la sustentabilidad como un imperativo a largo plazo.
Al final, el costo ambiental de la actividad de países y regiones desarrollados lo soportan las naciones y regiones con menor crecimiento. Por eso, nuestra Región de Los Lagos es tan sensible en esta materia.
El desarrollo sustentable puede convertirse en un sello de carácter nacional que nos permita avanzar como país en las exigencias nacionales y mundiales, cumpliendo no solo con los acuerdos internacionales suscritos, sino también con un proyecto de sustentabilidad que asegure a los ciudadanos el apoyo a nuevas iniciativas en ese marco, profundizando e incentivando estos mecanismos voluntarios.
Por todas esas razones, señor Presidente, voto a favor de este instrumento internacional, que se inscribe dentro de un camino ineludible que deben emprender no solo la comunidad internacional, sino también y muy especialmente las comunidades regionales y locales.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Coloma.


El señor COLOMA.- Señor Presidente, seré muy breve, porque recuerdo que, en su momento, cuando se aprobó el Protocolo de Kyoto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático se generó un gran debate aquí, en el Parlamento, con relación a cuáles iban a ser sus efectos.
Ahora bien, el proyecto de acuerdo que nos ocupa tiene por objeto aprobar una Enmienda al referido instrumento internacional. Y, a mi juicio, ello tiene buenas y no tan buenas noticias.
Voy a quedarme con las buenas.
Se trata de una señal pública internacional importante.
Si bien en el marco original el primer período de compromiso expiró el 2012, en que se dispuso la obligación de reducir las emisiones de 5,2 por ciento respecto de los niveles existentes en 1990, lo cierto es que su cumplimiento, dependiendo de cómo se mida, no fue el óptimo.
En este segundo paso se trata de aumentar el nivel de exigencia como una señal en el sentido de que a nuestro planeta hay que cuidarlo. Y, en tal virtud, creo que sería bueno aprobar dicha Enmienda. Hay poca discusión sobre el particular, más allá de que -y también es verdad- no afecta mayormente a nuestro país, porque está fuera del rango de acción de las naciones que se hallan más obligadas.
Lo único que yo quiero connotar es que también hay que hacerse cargo de lo que está pasando en el mundo.
En este segundo período -hay que recordar que Estados Unidos no ratificó el Protocolo-, se han retirado Japón, Canadá y Nueva Zelandia. El grupo de países que queda solo suma el 15 por ciento de las emisiones mundiales. Estamos hablando específicamente de la Unión Europea, Australia, Noruega, Islandia, Croacia, Kazajistán, Liechtenstein y Mónaco.
Ese es el ámbito de acción al cual obligaría la Enmienda en comento, en la medida que -y esta es la segunda parte- la acepten a lo menos tres cuartas partes de las 144 naciones que suscribieron el Protocolo. Hasta ahora solo lo han hecho 49, según consta en los respectivos registros.
Entonces, ¿qué quiero plantear?
Yo creo que uno debe alegrarse de que el tema ambiental siga cierto ritmo, de que haya una dosis de exigencia, de que los países no se den por vencidos en función de que otros utilicen distintos mecanismos. Porque ello también es parte de la discusión científica respecto del calentamiento global. Y basta ver todas las revistas que hoy circulan para darse cuenta de que existen diferentes formas de acercamiento.
No creo que aquí estén los buenos y los malos. Pienso que hay personas que emplean cierta lógica para enfrentar los problemas y otras utilizan una distinta.
Sí, debo señalar que el instrumento que nos ocupa es de carácter limitado. Hablamos del 15 por ciento de las emisiones mundiales, no de una cifra mayor.
Entonces, me parece que, como señal pública, política, de país, estamos en el camino correcto al aprobar esta Enmienda. Seremos la nación número 50 que lo haga. Y aún falta un largo trecho por recorrer.
Pero también hay que ser conscientes de que a nivel planetario existe todavía una distancia importante a los efectos de concordar la forma como enfrentar obligatoriamente este tipo de convenios.
Porque ahí surge la vieja discusión de los países desarrollados versus los que están en vías de desarrollo. Para estos últimos no es tan fácil someterse a determinados parámetros, que podrían disminuir el avance alcanzado. Las naciones más adelantadas tampoco quieren ver menoscabada la calidad de vida que tienen instalada para sus ciudadanos.
No son cuestiones sencillas, sino más bien complejas.
En todo caso, me parece que la aprobación de este instrumento constituye una señal que va en la línea correcta.
Sin embargo, siento que existe una distancia importante con el hecho de cantar victoria. Aquí hay que seguir con los brazos y las mentes abiertos a buscar otras fórmulas, otros modelos.
Se señala que en diciembre podría haber un acuerdo más masivo en esta materia, cuestión que sería muy relevante para enfrentar de manera distinta el siglo XXI respecto de cómo se encaró el siglo anterior.
Imagino que en forma unánime nos pronunciaremos a favor de este proyecto de acuerdo. Pero yo quería al menos hacer todas esas precisiones, para no instalar sensaciones que al final no son tales.
Voto que sí.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Navarro.


El señor NAVARRO.- Señor Presidente, quizás la mejor noticia que nos trae este proyecto de acuerdo es que Estados Unidos por fin va a cumplir lo que prometió.
Hasta los años 2005 y 2006, los supuestos del Protocolo de Kyoto fueron ignorados por esa nación: no se sometió a dicho instrumento internacional.
Barack Obama ha anunciado que Estados Unidos va a disminuir de 26 a 28 por ciento las emisiones. Sin duda, ese país es el mayor emisor de gases responsables del calentamiento global.
Pero yo pregunto: ¿Quién fiscaliza que eso ocurra?
El debate que se dio en la Cumbre de Kyoto apuntaba a que los países que producían mayores emisiones contaminantes eran los que más debían disminuirlas, puesto que a las naciones emergentes -y es a lo que el Senador Coloma hacía referencia-, que utilizan energía proveniente de combustibles fósiles, como el petróleo, también les asistía el derecho a desarrollarse. Porque los países que ya habían alcanzado el desarrollo (contaminando el medioambiente, provocando el cambio climático y, en particular, el calentamiento global) tenían una mayor responsabilidad.
Estados Unidos continúa teniéndola. Es actualmente el principal emisor de los gases que están provocando el calentamiento global. Lo sigue de cerca China, potencia en desarrollo.
Países como Chile y los del resto de América del Sur pueden realizar una contribución. Pero mientras los grandes productores de emisiones contaminantes no cuenten con una política responsable, nuestros esfuerzos serán más bien marginales.
Nuestro país ha señalado su propia agenda (20/25), para tener el año 2025 el 20 por ciento de la matriz energética con energías renovables no convencionales. Alemania se ha planteado de aquí al 2050 contar con el 100 por ciento. Ello, al objeto de eliminar totalmente la causal del calentamiento global.
Hasta hace poco ese fenómeno era atribuido a causas externas, no humanas.
Ha habido documentales. Se ha registrado un gran debate científico. Y ya está claro que el hombre es el responsable del calentamiento global, y en particular, los países en desarrollo.
Por eso, si bien Chile no posee compromisos de carácter vinculante en la reducción de gases de efecto invernadero, el contribuir a ser parte de quienes están realizado ingentes esfuerzos por disminuirlos sin duda es un buen elemento de presentación y una saludable pedagogía ciudadana.
Por tal motivo, más allá de que se trate de un instrumento internacional -de hecho, a la Comisión encargada de su estudio solo asistió el Director de Medio Ambiente y Asuntos Marítimos del Ministerio de Relaciones Exteriores-, uno hubiera querido hacer un debate más ciudadano sobre esta materia.
Los compromisos internacionales relacionados con el planeta, con la humanidad, no merecen ser solo una discusión de un grupo de expertos.
Señor Presidente, cuando debamos debatir este tipo de protocolos, que involucran una acción mancomunada de la ciudadanía con el Estado, quisiera que tuviéramos la posibilidad de escuchar a las organizaciones medioambientales, a los expertos, de tal manera que no nos quedemos en la simple ratificación de un convenio, sino que analicemos lo que eso significa para Chile.
La Enmienda en estudio estableció un segundo lapso de compromiso, situado entre los años 2013 y 2020, en el cual las naciones desarrolladas deben asumir el liderazgo en lo concerniente a la reducción de las emisiones contaminantes. No obstante, este segundo período presenta la debilidad de que se han sustraído de dicho compromiso Rusia, Japón, Canadá y Nueva Zelandia, centrándose fundamentalmente su acatamiento en los países integrantes de la Unión Europea.
El Director de Medio Ambiente y Asuntos Marítimos del Ministerio de Relaciones Exteriores señaló que Estados Unidos no cumplió el Protocolo de Kyoto (¡en esa nación más bien se corrieron por la tangente...!).
Dijo que, entre los años 2008 y 2012, la obligación de reducir las emisiones para los seis principales gases que regula la Convención "no fue respetada por Estados Unidos, que en ese momento se erigía como el país con más emisiones de ese tipo en el mundo, sitial que hoy en día es ocupado por China".
Eso es efectivo.
Entonces, ¿qué le queda a un país pequeño como el nuestro? Ser parte de una consciencia crítica en el sentido de que nuestro planeta se está echando a perder y se está tornando invivible.
¡Estamos destruyendo el mundo! Y lo están destruyendo los poderosos, las naciones más desarrolladas: ayer Estados Unidos y hoy China.
¿Qué podemos hacer? Lograr que los pequeños esfuerzos que un país como Chile puede realizar se vean reflejados a lo menos en un debate internacional cuyo objetivo sea que cada cual cargue con sus propias responsabilidades.
Con esta discusión nosotros contribuimos a aprobar la Enmienda al Protocolo de Kyoto.
Sin embargo, la contaminación, el calentamiento global continúan.
Nuestros océanos están cambiando, se están calentando.
Nuestros hielos eternos se están deshaciendo. Así ocurre con la Antártica y con el Polo Norte.
Parece que todos los esfuerzos no son suficientes.
No tuve la posibilidad de participar en la Comisión que discutió este proyecto de acuerdo, que -según entiendo- fue la de Relaciones Exteriores.
Escuché al Presidente de la Comisión de Medio Ambiente.
Me habría gustado oír a expertos que nos dijeran si las medidas que están tomando los países desarrollados y los que se encuentran en vías de desarrollo, como Chile, son las adecuadas para detener el cambio climático, para paralizar el calentamiento global.
¿Vamos en la senda correcta o estamos tardíamente llegando a aquello?
Se trata de un asunto no menor.
Estamos aprobando la Enmienda de Doha al Protocolo de Kyoto. Y que Japón, Canadá y Nueva Zelandia -esto es impresionante-, que son referentes obligados en sistemas democráticos, de participación ciudadana, se excluyan debe tener una explicación.
No hay ningún representante del Ministerio de Relaciones Exteriores en la Sala.
Uno podría entenderlo de Rusia, que todavía se halla en desarrollo. La Guerra Fría ya no existe, pero hay una competencia permanente con los Estados Unidos.
¿Pero por qué Japón, Canadá y Nueva Zelandia? ¿Cuál es la raíz de esa decisión política que toman países importantes, de mucho prestigio internacional?
Ello forma parte de un debate que quedará inconcluso. Porque vemos que naciones tan poderosas y relevantes como las que he mencionado se sustraen de este compromiso, mientras que Chile se incluye.
Las emisiones de Canadá deben de superar ampliamente las chilenas. Lo mismo las de Japón.
Entonces, qué hacer, a partir del Protocolo de Kyoto, para que los países que se excluyen de aprobar esta Enmienda la suscriban y así cooperen en esta tarea de todos, que es mantener el planeta donde vivimos, la casa donde cohabitamos.
Si no vamos a la cuestión de fondo, esta aprobación será más bien protocolar, administrativa, un tanto burocrática.
Más allá de la simple votación, se trata de un debate tremendamente político y social, pues está en cuestión la sobrevivencia de la humanidad.
Algunos planteaban que eran alarmistas aquellos que hace treinta, cuarenta años señalaban que la Tierra se estaba calentando. No lo creían. ¡Decían que era falso!
Pero ello cada día asoma como una inminente realidad, tal vez irreversible.
Chile puede contribuir a abrir esa discusión en el Senado. Pero habría sido muy interesante conocer la opinión de los expertos sobre la exclusión de potencias como las que señalé.
Voto a favor, con la recomendación de que debiéramos profundizar esta materia en un debate ciudadano.
¡Patagonia sin represas!
¡Nueva Constitución, ahora!
¡No más AFP!
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Lagos.


El señor LAGOS.- Señor Presidente, voy a concurrir con mi voto favorable al proyecto de acuerdo que aprueba la Enmienda de Doha al Protocolo de Kyoto.
Cuando hablamos de materias globales, nos damos cuenta de que estas pueden ser de distinta naturaleza. Algunas se dice que lo son porque tratan de hacerse cargo de valores compartidos.
Pienso, por ejemplo, en asuntos relativos a los derechos humanos.
Existe una agenda global de derechos humanos. Participan Chile, Estados Unidos, Argentina, en fin. Y se pronuncian sobre ella.
Esa es una agenda valórica.
Hay temas globales, como las hambrunas, las sequías, las guerras civiles, los refugiados. Aquí prima el criterio de que son asuntos que todos comparten, por una cuestión valórica, pero que se hallan acotados en alguna parte del globo terráqueo.
La hambruna que existe en Etiopía no afecta a Chile. Nuestro país contribuye a la solución del problema, manda fuerzas de paz, etcétera. Pero se trata de una materia global que se halla radicada en un lugar distinto del planeta.
Hay otras cuestiones que tienen impacto global universal. Y ahí se inserta el cambio climático.
Esa es la seriedad de este asunto. Porque lo que hagan terceros fuera de nuestra área de jurisdicción termina afectándonos en Chile.
Se discutió si el cambio climático tenía o no asidero en la realidad.
Hoy, sobre el 97 por ciento de los científicos del mundo asevera que el cambio climático existe: ha aumentado el nivel de las aguas; hay sequías; se verifica un progresivo deshielo de las masas glaciares, y el aumento de la temperatura global de casi 0,85 grados es algo palpable.
El impacto en la temperatura, en el nivel de las aguas, en los deshielos se traduce en efectos económicos y sociales.
La sequía, los riesgos en la salud, los fenómenos meteorológicos extremos como las tormentas y huracanes que hemos visto recurrentemente, los daños en las cosechas y en la producción alimentaria se relacionan al final del día con las emigraciones, los refugiados, etcétera.
Entonces, en ese esquema uno aborda esta materia.
Hoy la debatimos en el Senado.
Ayer se realizó en el Congreso Nacional una actividad vinculada con la conferencia mundial "Nuestro Océano", en la que tanto el Presidente de nuestra Corporación como otros Senadores participaron. Y ello está íntimamente ligado a lo que ahora discutimos. ¿Por qué razón? Porque hoy los océanos están recibiendo el principal daño por el tipo de energía que utilizamos, que proviene básicamente de combustibles fósiles.
Todo eso está generando el cambio climático.
Ahora bien, uno podría pensar que se trata de cuestiones de índole internacional, de conferencias de un día. Sin embargo, ahora la Región de Valparaíso vive una de las sequías más grandes registradas en los últimos cincuenta años.
¿Ha habido sequías en Chile antes? Sin duda que sí.
Pero la frecuencia, la magnitud, la profundidad de las actuales sequías tiene que ver con el cambio climático.
La pregunta es qué haremos para enfrentar ese problema.
¿Ratificaremos la Enmienda de Doha al Protocolo de Kyoto? No cabe ninguna duda de que sí lo haremos.
¿Nos pondremos con más recursos para investigación internacional? ¡Por supuesto!
La pregunta que surge también es qué medidas adoptaremos domésticamente.
Ahí pasa a ser clave sustituir la generación de energías altamente contaminantes y que contribuyen al efecto invernadero por el desarrollo de otras que no lo sean, como las energías renovables no convencionales.
Creo que hay que ser más conscientes en esta materia.
Para ello debe haber mayor educación. También son importantes los incentivos tributarios, económicos, en fin.
Debemos hacernos cargo de que, con el actual sistema, se disminuyen las posibilidades de sobrevivencia de la especie humana en los próximos siglos.
De no hacer nada, a finales de esta centuria la temperatura de la Tierra aumentará por sobre 4 grados.
Ello será tremendamente dañino. Porque los científicos estiman que, con dos grados más, el impacto sobre la economía y la vida de las personas y de las especies va a ser devastador.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).- Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor LABBÉ (Secretario General).- ¿Alguna señora Senadora o algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).- Terminada la votación.
--Se aprueba en general y en particular el proyecto de acuerdo (30 votos afirmativos) y queda concluida su discusión en este trámite.
Votaron las señoras Allende, Goic, Muñoz, Lily Pérez, Van Rysselberghe y Von Baer y los señores Araya, Chahuán, Coloma, Espina, García, García-Huidobro, Guillier, Harboe, Horvath, Lagos, Hernán Larraín, Letelier, Matta, Moreira, Navarro, Pérez Varela, Pizarro, Prokurica, Quintana, Quinteros, Tuma, Ignacio Walker, Patricio Walker y Andrés Zaldívar.