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AMPLIACIÓN DE DONACIÓN CRUZADA DE ÓRGANOS ENTRE PERSONAS VIVAS


El señor QUINTEROS.- Señor Presidente, la iniciativa que estamos discutiendo representa una oportunidad importante para responder a la extensa lista de espera para trasplante de órganos existente en nuestro país. Los más de 1.300 pacientes que figuran en ella obtendrán con este proyecto una alternativa real a su tan anhelada demanda.
La donación cruzada de órganos permite que una pareja de parientes con donante y receptor incompatibles entre sí done órganos a otra pareja de parientes en igual condición, y viceversa.
Con esto se amplían las oportunidades de obtener una donación, sobre todo teniendo en cuenta que a partir de donantes vivos se realiza 20 por ciento de los trasplantes en nuestro país.
Asimismo, el reglamento que establece las normas para la organización y funcionamiento de un registro de parejas donante-receptor facilitará la búsqueda de parejas biológicamente compatibles entre sí, aplicando criterios de priorización para la recepción.
Las experiencias internacionales en esta materia, especialmente en países como Francia, España, Estados Unidos y Reino Unido, demuestran que los resultados son positivos. Sin embargo, debemos reflexionar sobre estos efectos en el contexto chileno, tomando en cuenta los avances y las limitaciones de ellos.
Ante la ineficacia de la Ley del Donante Universal, con un rechazo de más del 50 por ciento de las familias a la voluntad de los pacientes, este proyecto se presenta como una alternativa relevante, pero no suficiente. Por ende, deberemos seguir trabajando a los efectos de mejorar las condiciones para provocar un aumento en la donación de órganos, sobre todo en el caso de la donación cadavérica.
Partir por una educación adecuada en esta materia para los ciudadanos es central a los efectos de mejorar la ley. Importa que los chilenos y las chilenas comprendan la urgencia y la generosidad existentes en el ámbito de la donación de órganos.
Empero, las limitaciones que hay actualmente para el aumento de los trasplantes no se extienden solo a materias de la ley universal, sino también a las condiciones materiales y humanas en que estas se desarrollan.
Sabemos que el número de profesionales de la medicina en nuestras regiones no es suficiente y que los recintos hospitalarios muchas veces no reúnen las condiciones mínimas para la implementación de este tipo de intervenciones.
Los equipamientos médicos para las cirugías y los medios para el traslado de órganos no se encuentran disponibles en todos los territorios.
Tampoco ayudan la situación de permanente crisis que parece afectar a la salud pública ni las deficiencias detectadas en los procedimientos aplicados en ciertos hospitales y que se han hecho públicas a partir de una auditoría practicada por la Contraloría General de la República.
Pero, sin duda, el mayor obstáculo lo representa la desconfianza predominante en la mayoría de los habitantes, la que afecta a todas las actividades, públicas y privadas.
No obstante, esa actitud, muy fuerte en nuestra cultura, y aún más en el actual contexto social, no es inmodificable.
Esta realidad puede y debe ser revertida.
Para ello se requiere una acción pública y privada coordinada, basada en la educación de las nuevas generaciones, en campañas de difusión con recursos suficientes y en una red de salud que actúe de forma impecable en todo el proceso de donación y trasplante, con protocolos rigurosos y con capacidad para actuar en todas las regiones de nuestro país de manera eficaz y oportuna.
Para tener resultados sustancialmente diferentes de los actuales, esta política debe ser una prioridad de país.
La ley en proyecto, que permite la donación cruzada de órganos, probablemente tendrá resultados acotados. Pero así sean unos pocos los casos que puedan resolverse mediante esta vía, la iniciativa valdrá la pena.
Por eso, voto a favor.