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REGULACIÓN DE ACTIVIDAD APÍCOLA


El señor WALKER, don Patricio (Presidente).- Proyecto de ley, iniciado en moción del Honorable señor Letelier, en primer trámite constitucional, que regula la actividad apícola, con informe de la Comisión de Agricultura.
--Los antecedentes sobre el proyecto (9.479-01) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley (moción del Senador señor Letelier):
En primer trámite, sesión 36ª, en 6 de agosto de 2014.
Informe de Comisión:
Agricultura: sesión 15ª, en 12 de mayo de 2015.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).- Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor LABBÉ (Secretario General).- El objetivo principal del proyecto es dotar al ordenamiento jurídico de una normativa que regule de manera sistemática la actividad apícola, destacándola como un factor productivo relevante para la economía.
La Comisión de Agricultura discutió la iniciativa solo en general y aprobó la idea de legislar por la unanimidad de sus miembros presentes, Senadores señores Harboe, Moreira y Quinteros.
El texto que se propone aprobar en general se transcribe en las páginas pertinentes del primer informe de la Comisión de Agricultura.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).- En discusión general.
Tiene la palabra el Senador señor Harboe, Presidente de la Comisión de Agricultura.


El señor HARBOE.- Señor Presidente, este proyecto de ley, originado en moción del Honorable señor Letelier, reconoce la importancia de las abejas y la apicultura desarrollada en nuestro país, destacándola como un factor productivo relevante para la economía nacional.
El objetivo principal de la iniciativa es establecer una ley marco que regule de manera sistemática el sector apícola, incorporando todas las normas legales y reglamentarias que hoy se aplican a la apicultura.
Del mismo modo, define los conceptos necesarios para la actividad apícola; establece derechos y obligaciones para quienes realicen esta actividad; plantea los lineamientos que servirán de base para establecer medidas de resguardo y protección para las abejas; fomenta y fortalece el desarrollo apícola; regula la trashumancia de las abejas; reconoce el rol fiscalizador de la autoridad competente, y establece las infracciones a la ley en proyecto, así como las sanciones frente a su incumplimiento.
La Comisión de Agricultura, en las tres sesiones que dedicó a su estudio en general, recibió en audiencia al señor Ministro de Agricultura, don Carlos Furche; al encargado del tema apícola de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (ODEPA); a los representantes de la Federación Red Apícola Nacional; a la Cooperativa Campesina Apícola Las Camelias, de Los Ángeles, y a la asesora del Senador señor Letelier, quien colaboró en la elaboración del proyecto.
Cabe destacar que todos se mostraron interesados en legislar en la materia, dado que coincidieron en que la apicultura constituye una actividad relevante, que desarrollan pequeños productores a lo largo de todo Chile (con excepción de la Región de Magallanes); que genera importantes ingresos, y que produce efectos adicionales de gran importancia sobre el sistema productivo agrícola. En rigor, si no tuviéramos apicultura, sería muy difícil el desarrollo de la agricultura.
Como antecedentes generales, según información del Ministerio de Agricultura, en Chile existen 454 mil colmenas y 10 mil 500 explotaciones apícolas, con una producción que se extiende desde la Región de Valparaíso hasta la de Aisén. La producción nacional alcanza las 10 mil toneladas. En 2014, las exportaciones llegaron a 27,5 millones de dólares, y los principales mercados de destino fueron Alemania y otros países de Europa.
Nuestra miel es particularmente apreciada en el ámbito internacional por las siguientes razones: el 82 por ciento de su producción proviene del bosque nativo; está libre de la mayor parte de las enfermedades que dificultan el comercio internacional de miel, y posee un excelente material genético, al no estar contaminada con razas de abejas existentes en otras partes del mundo.
En lo que dice relación con el marco regulatorio actual, la Comisión llegó a la conclusión de que este es insuficiente para un buen desarrollo de la actividad apícola.
Hoy esta materia se encuentra regulada por el decreto con fuerza de ley N° 15, de 1968, que establece normas sobre la actividad apícola y sanciona la explotación ilegal de maderas. Además, por la ley N° 18.755, que dispone que el órgano encargado de velar por el cumplimiento de esta normativa es el Servicio Agrícola y Ganadero, para lo cual se le entregan las siguientes atribuciones: regular la sanidad; otorgar los certificados para exportar; controlar la trazabilidad necesaria para exportar la miel; manejar el Registro de Apicultores de Miel de Exportación, y fiscalizar la aplicación terrestre de los plaguicidas.
Asimismo, el Ministerio de Salud tiene alguna injerencia en la producción de miel, pero su actuar se enfoca más bien en la miel para el consumo humano, lo que se rige por el Reglamento Sanitario de los Alimentos.
Así, se llegó a la convicción de que faltan aspectos significativos que hoy no están regulados: la ubicación de los apiarios; el movimiento de las colmenas; la creación de un registro de apicultores, y la protección de las colmenas de la aplicación de plaguicidas en los predios aledaños o bajo su área de influencia.
En cuanto al contenido de la iniciativa en análisis, se estructura en diez capítulos.
El Capítulo I reconoce la importancia de las abejas para nuestro ecosistema, el desarrollo silvoagropecuario y la conservación de la biodiversidad.
El Capítulo II define una serie de conceptos necesarios para la aplicación de la ley en proyecto.
El Capítulo III se refiere a la autoridad competente.
El Capítulo IV consagra los derechos y obligaciones de los apicultores.
El Capítulo V reconoce a las organizaciones de apicultores como personas jurídicas, con patrimonio propio, cuya finalidad será el fomento, defensa y protección de los intereses de los apicultores.
El Capítulo VI considera de interés público la elaboración y adecuación periódica de un Programa Estatal de Fomento Apícola, de carácter quinquenal.
El Capítulo VII, relativo a la trashumancia, regula la movilización y el transporte de colonias de abejas y de sus productos.
El Capítulo VIII se refiere a la facultad de inspeccionar los apiarios, sus productos y centros de acopio.
El Capítulo IX versa sobre la salud y la inocuidad de la actividad apícola y acerca de las medidas para disminuir la incidencia de las plagas y enfermedades.
Finalmente, el Capítulo X establece un régimen de infracciones y sanciones. Se consagran cuatro infracciones a la ley en proyecto, junto con sus respectivas sanciones pecuniarias, cuya cuantía dependerá de la falta cometida. El rango de las multas va de 5 a 15 unidades tributarias mensuales. Además, esta iniciativa equipara el robo de abejas o de colmenas al abigeato.
Por otro lado, la Comisión tomó conocimiento de que en la Cámara de Diputados existe otro proyecto de ley que persigue el mismo objetivo. No obstante, el órgano técnico decidió dar curso a esta iniciativa, en atención a que ingresó con seis meses de anticipación al proyecto de ley radicado en la otra rama del Parlamento y a que se encuentra con un mayor estado de avance.
De igual forma, la Comisión tomó conocimiento de que en las últimas semanas ingresó otro proyecto, originado en moción del Senador Tuma, que también será visto por el órgano técnico que presido al momento de realizarse la discusión particular de la iniciativa que ahora nos ocupa.
Por los fundamentos antes expuestos, la unanimidad de los miembros presentes de la Comisión de Agricultura, Honorables señores Moreira, Quinteros y quien les habla, aprobó en general el proyecto.
Antes de finalizar, debo hacer presente que cualquier omisión o falencia que se pudiere haber detectado durante su estudio en general será corregida mediante las indicaciones que el Ejecutivo y los señores Senadores integrantes de la Comisión nos comprometimos a presentar en la oportunidad que corresponda. Hacemos extensiva esta invitación no solo al Honorable señor Letelier, en su calidad de autor de la moción, sino también a todos los demás colegas.
En mi calidad de Presidente de la Comisión, solicito la aprobación en general del proyecto, a fin de dar inicio a su discusión en particular.
He dicho.
La señora MUÑOZ (Vicepresidenta).- Tiene la palabra el Senador señor Pérez Varela.


El señor PÉREZ VARELA.- Señora Presidenta, sin duda, este es un tema relevante.
Nosotros deberíamos estar discutiendo acerca de las políticas de fomento y protección para la actividad apícola y respecto de cuál será la institucionalidad para llevar adelante dichas tareas.
En el sector rural -también en la zona que represento- existen diversas organizaciones apícolas que realizan una tarea fundamental, lo que ya expresó con claridad el Senador informante.
Lo que me llama la atención, según se desprende de la lectura del informe, es que quien debiera encabezar esa institucionalidad -hablo del Ministro de Agricultura- manifiesta objeciones sustantivas acerca del proyecto.
Y tanto es así que en determinado momento el Secretario de Estado afirmó que tanto al Gobierno como a su Cartera les resultan más cercanas las ideas de la iniciativa que se tramita en este momento en la Cámara de Diputados. Por ende, plantea la necesidad de que se otorgue un tiempo relativamente amplio para presentar indicaciones que modifiquen sustancialmente la iniciativa que estamos debatiendo.
A mi juicio, hay que resolver ese punto.
En tal sentido, resulta muy relevante que los integrantes de la Comisión de Agricultura nos ilustren al respecto. No hay duda de que debemos avanzar -como ya señalé- en los temas de fomento, de protección y de institucionalidad. Pero no lo podemos hacer si quien dirige el Ministerio de Agricultura encuentra que el proyecto en estudio no cumple con ciertos elementos y genera objeciones importantes.
Por lo tanto, sería riesgoso aprobar una iniciativa que el Gobierno posteriormente no va a emplear, porque lo más probable es que utilice la que va a llegar de la Cámara de Diputados.
Más allá de que se trate de uno u otro proyecto, lo que interesa es que podamos avanzar en cuanto a la fortaleza de las instituciones del Estado, en particular el Ministerio de Agricultura, para llevar adelante políticas de fomento e implementar medidas de protección a la actividad apícola y así estructurar adecuadamente la institucionalidad, que hoy día, bien o mal, se halla radicada básicamente en el INDAP. Pero no hay duda de que no contamos con instrumentos de fomento y, menos, de protección.
Y, a mi juicio, si el Ministro de Agricultura expresa las aprensiones mencionadas, tenemos que mirar con detención el asunto.
Por eso, me interesaría que los integrantes de la Comisión de Agricultura explicaran con más detalle lo que aparece en el primer informe, porque el Secretario de Estado habla de una indicación sustitutiva y de cambios muy importantes.
El hecho de que la Sala del Senado avanzara en el proyecto sin una opinión clara del Ejecutivo acerca de lo que hay que hacer conllevaría el riesgo tanto de aprobar una normativa que no es la correcta como de generar expectativas en las comunidades apícolas, las cuales, sin duda, están esperando una iniciativa de esta naturaleza. Pero lo peor que podríamos hacer es decirles "Estamos avanzando; estamos aprobando", porque, al final, se produce frustración.
Yo estoy en la predisposición de votar favorablemente el proyecto por la señal que les debemos entregar a las comunidades apícolas, que requieren esta normativa de manera urgente. Pero no sé si aquí estamos aplicando medidas claras sobre fomento, sobre protección, y si estamos generando una institucionalidad adecuada.
Otra cosa me llama la atención. Y sería bueno que la aclarara, más que los miembros de la Comisión de Agricultura, el autor del proyecto, Senador Juan Pablo Letelier.
El artículo 4° establece una serie de definiciones. Y empieza por la de "abeja". Y si leo la que aparece en el Diccionario de la lengua española, son distintas...
El señor LARRAÍN.- ¡Tal vez son otras abejas...!
El señor PÉREZ VARELA.- ¡Yo no sé, pueden ser otras abejas...!
Después de la cuenta pública al país que efectuó el Presidente del Senado esta mañana sabemos que debemos perfeccionar nuestro trabajo.
Pero establecer una definición científica distinta a la que se consigna en el Diccionario de la Real Academia Española lo considero una pretensión que podría complicar. Porque es factible que nos veamos enfrentados a abejas consideradas en el concepto contenido en el Diccionario de la RAE y que no entran en los beneficios del proyecto, y a otras que sí. ¡Encuentro un poco arriesgado discriminar entre abejas...!
Por lo tanto, me gustaría que precisáramos, porque es muy complejo tener definiciones distintas a la naturaleza misma de las cosas.
Señora Presidenta, por un lado, me gustaría escuchar apreciaciones de los miembros del órgano técnico sobre la posición del Ministro de Agricultura, a quien recibieron y escucharon. Y por otra parte, deseo oír alguna explicación acerca de cómo se llegó a una definición de abeja que me parece -como digo- un poco arriesgada.
La señora MUÑOZ (Vicepresidenta).- Ofrezco la palabra al Senador señor Letelier para hacerse cargo de las preguntas y de las definiciones.


El señor LETELIER.- Señora Presidenta, estimados colegas, somos un país agrícola que aspira a ser una potencia agroalimentaria. Somos un país forestal que ha experimentado un desarrollo espectacular en los últimos cuarenta años. Pero uno de los problemas de ambas industrias radica en que el principal polinizador y el garante de la biodiversidad -en el planeta entero y no solo en nuestro país- son las abejas.
Hoy en día, por falta de una política nacional apícola, existe un tremendo riesgo tanto para la productividad agrícola -en particular frutícola y de hortalizas- como para la forestal. Ello porque, por desgracia, debido a la ausencia de un marco regulatorio, se han aplicado indebidamente agrotóxicos sin respetar la presencia de colmenas que son arrendadas para polinización. Y también por el hecho de que no se controla el proceso de traslado de las abejas: la trashumancia.
Un país que quiere ser responsable exige un marco regulatorio.
El texto legal propuesto no solo es de mi autoría, sino que fue trabajado durante meses con la Red Apícola Nacional de Chile en sus congresos de norte a sur.
El proyecto en análisis representa la demanda del mundo apícola, planteada por todos sus actores -son muchos-, en orden a que haya un marco regulatorio.
Quiero dejar sentado lo anterior porque, si hay actores que han sido tremendamente responsables con lo recién manifestado, son los integrantes de la Red Apícola Nacional -existe en cada una de las regiones-, con quienes, a través de un proceso prelegislativo, se consensuó este texto.
Resulta evidente que persisten, como en toda materia, aspectos que se pueden perfeccionar, cambiar o eliminar. Este proyecto fue el primero que se presentó al Congreso Nacional. Y me voy a reservar de comentar una situación a veces "poco saludable" -usaré ese concepto- de colegas que de una Corporación u otra toman iniciativas preexistentes y por esas malas prácticas, algunas de las cuales el Presidente del Senado señaló hoy ante el Congreso Pleno, distorsionan ciertas cosas.
Quiero plantear, señora Presidenta, que mi moción se halla en discusión. Y el Ministro señor Carlos Furche -pertenece a mi partido, para que no sea necesario que lo interprete un colega de enfrente- ha dicho que él tiene algunos matices, y me parece natural. Porque hay muchos como el Senador Ignacio Walker, entre otros, que tienen matices en algunos temas. Y ello es legítimo. Y es precisamente la razón de ser del Congreso Nacional.
La iniciativa en análisis tiene, sin duda, una estructuración donde, en primer término, se establecen definiciones, que resultan fundamentales para determinar qué se va a proteger, qué se va a regular en el traslado, cómo se generan los registros respectivos y cuál es la autoridad competente para aquello.
Ese es un primer punto de discusión.
A la vez, algunos creen que el proyecto le entrega demasiadas facultades al SAG. Y otros han interpretado que se le quitan facultades al Ministerio de Salud, opinión que ha sustentado la Cartera de Agricultura, para ser específico.
Pero la cuestión que más le preocupa al Ministerio de Agricultura no dice relación con estos aspectos determinantes y fundamentales, sino que le asisten dudas en algo legítimo: cuánto debe hacer el Estado en materia de fomento de la apicultura en relación con la protección de la biodiversidad.
Y ello se encuentra muy vinculado al ámbito de mandato del Ministerio del Medio Ambiente y del Servicio de Biodiversidad. Porque las abejas no solo son importantes para producir miel o productos saludables (lo son, y mucho: y tenemos un consumo per cápita muy por debajo de lo adecuado). La apicultura también genera externalidades para otras actividades y para la biodiversidad en general de nuestro país.
El Ministro de Agricultura -y lo entiendo- no quiere que se financie el fomento de la apicultura sobre la base de los recursos que hoy le entregan a INDAP. Esa es su preocupación. Legítima, sin duda. Pero esa discusión no dice relación con la importancia de legislar en la materia en examen.
Señora Presidenta, si queremos ser una potencia agroalimentaria, necesitamos una ley marco. Se podrá discutir. Para eso es el Parlamento. Y los procesos legislativos están para construir los acuerdos necesarios. Pero estoy seguro de que con esta votación en general daremos el vamos para procurar un marco normativo. Y se precisará con el Ministro, merced a las indicaciones que proponga y de las otras que se formulen, un texto lo más omnicomprensivo posible.
No voy a dejar pasar -por su intermedio, señora Presidenta- la diferencia mencionada entre definiciones legales y definiciones de la Real Academia Española. Evidentemente, persiguen distintos propósitos, lo cual no significa que deban ser iguales o diferentes. Y se podrá discutir eso en su mérito. Y si el Senador que me antecedió en el uso de la palabra quiere proponer otra definición para "abeja", estoy abierto a aquello.
Lo que se ha hecho en esta iniciativa es tomar la definición usada por el mundo apícola y que se vincula con la aceptada por el entorno científico que trabaja con él. En esa definición -como ocurre con muchas otras- es absolutamente legítimo el debate. Pero no creo que este vaya al tema de fondo.
El tema de fondo es que necesitamos una ley marco. Y, al respecto, lamento las prácticas legislativas que a veces se producen en la Corporación del frente. Ese proceder no me causa satisfacción.
En lo personal, cuando ha habido proyectos simultáneos sobre una misma materia nunca he tenido problemas para trabajar en la aprobación de otra iniciativa, como sucedió recientemente con la denominada "Ley de Bingos", en que presentamos aquí primero una, pero avanzó más rápido la del frente. Porque lo esencial era resolver un problema.
Sin embargo, en esta ocasión, señora Presidenta, por la importancia del proceso que llevan adelante las redes de apicultores, creo de justicia, no solo por la temporalidad -se presentó bastante antes que cualquier otra iniciativa-, que seamos nosotros los que sigamos el trámite correspondiente. El proyecto que está en la otra Corporación no ha llegado a la Sala y no lo hará aún.
He dicho.
La señora MUÑOZ (Vicepresidenta).- Tiene la palabra el Senador señor Matta.


El señor MATTA.- La actividad apícola es importante en nuestro país. Los antecedentes recogidos en el último Censo Nacional Agropecuario indican que en Chile existirían aproximadamente 10 mil 500 productores apícolas, los cuales contarían con cerca de 454 mil 500 colmenas.
Del total de productores, un 8 por ciento se encuentra en mi Región, la del Maule y fundamentalmente en su borde costero, mientras que el 14 por ciento del total de las colmenas se ubica en dicha región. El rendimiento de miel es cercano a los 12 kilos por colmena, lo que ha significado un incremento que bordea el 50 por ciento en tan solo una década.
Desde el punto de vista comercial, el 85 por ciento de la miel se destina a la exportación, segmento en el cual la tendencia en los últimos diez años ha sido un alza sostenida de precios en cada uno de sus mercados de destino. La miel exportada alcanza valores sobre los 30 millones de dólares, equivalentes a cerca de 10 mil toneladas.
Otro ámbito de importancia comercial corresponde a los servicios de polinización, caso en el cual el valor pagado se estima entre 10 y 15 millones de dólares, con un alto impacto en el desarrollo de la fruticultura.
La actividad apícola sigue tendencias mundiales. Actualmente ha ido incorporando la producción orgánica de miel con destino a mercados internacionales y el uso de la apicultura y de sus derivados en formatos más sofisticados, como la apiterapia y la elaboración de cosméticos y alimentos provenientes de la miel, el polen y la jalea real.
La apicultura nacional se concentra mayoritariamente en manos de pequeños apicultores a lo largo de todo el país, y es un importante complemento productivo y económico en este segmento.
Según estudios del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el 67 por ciento de los apicultores posee menos de 20 colmenas, con escasa incorporación de herramientas tecnológicas en los procesos productivos y bajo nivel de profesionalización, tecnificación y acceso a la información, lo que determina una condición de vulnerabilidad ante eventos sanitarios o comerciales que puedan presentarse en el sector.
La apicultura es una actividad que utiliza y aprovecha la riqueza floral que tiene el país en todo su territorio. Incluso, gran parte de los apicultores traslada sus colmenas en forma temporal para aprovechar la oferta de flora que se expresa en épocas diferentes a lo largo y ancho del país, en un proceso denominado "trashumancia".
En la actualidad, la actividad apícola presenta complejos escenarios. Estos se caracterizan por el crecimiento del consumo y de la comercialización internacional de la miel, el aumento de la demanda por productos diferenciados de la colmena, la mayor demanda por servicios de polinización y el incremento de la preocupación por iniciativas para preservación del soporte vegetal melífero y de los agentes polinizadores.
No obstante esas buenas condiciones para un rubro emergente nacional, existe un incremento de las enfermedades apícolas que genera impactos productivos y económicos, así como el riesgo de afectar la inocuidad de los alimentos provenientes de la apicultura.
Ello ocurre como consecuencia del mal uso de medicamentos y productos para el control de enfermedades en las abejas y la contaminación por la mala utilización de plaguicidas en la agricultura y la falta de coordinación y de comunicación con los apicultores.
Finalmente, los apicultores no siempre cuentan con los conocimientos, las prácticas y los recursos financieros suficientes para hacerse cargo por sí solos de las oportunidades del mercado y enfrentar sus principales problemas.
Ese contexto determina que la actividad apícola se encuentre sometida a tensiones productivas, comerciales y sanitarias que requieren disponer de un marco normativo que oriente a los distintos actores que intervienen en la cadena productiva y que incorpore alternativas de mejoramiento de las condiciones bajo las cuales se desarrolla este segmento productivo.
Las actuales regulaciones y programas de las instituciones públicas de fomento, así como las de sanidad e inocuidad, si bien han sido un gran aporte al desarrollo de la actividad en los últimos años, no dan respuesta a su complejidad y a todos los desafíos de este sector.
Los escenarios presentes implican un gran desafío para el país, en términos de contar con una Política nacional de desarrollo del sector apícola que nos permita mejorar los niveles de tecnificación de la actividad productiva, aumentar la profesionalización de los productores y cumplir con los estándares sanitarios, de calidad y comerciales que el actual contexto demanda.
Solo en ese escenario se entiende una Ley Apícola destinada a fortalecer la actividad privada y pública para convertir a la apicultura en un rubro competitivo.
Quiero anunciar mi voto favorable a este proyecto vinculado con el mundo apícola, que fue presentado por el Senador Letelier.
También deseo informar que adherí con mi firma y con mi voto en el momento pertinente a una iniciativa complementaria presentada por el Senador Eugenio Tuma y que será analizada en la Comisión de Agricultura.
Por consiguiente, ¡adelante con los apicultores!
Debo agregar que, en su oportunidad, formularemos un conjunto de indicaciones para realizar los ajustes necesarios al proyecto que nos convoca.
La señora MUÑOZ (Vicepresidenta).- Tiene la palabra el Senador señor Tuma.


El señor TUMA.- Señora Presidenta, primero, deseo felicitar al Senador Letelier y a la Red Apícola Nacional porque han puesto en debate una iniciativa que regula, estimula, fomenta y protege la industria apícola, respecto a cuyo tratamiento teníamos desde hace décadas un compromiso, pero que no se había debatido.
Es un proyecto necesario, que da cuenta no solo de un sector productivo, sino de un problema global que afecta a los polinizadores y tiene efecto directo en la biodiversidad del país y del planeta.
En mayo de 2008 se registró una muerte masiva de abejas en la región de Baden-Wurttemberg, de Alemania, con casi dos tercios de las colonias afectadas. El origen del daño fue rastreado rápidamente hasta uno de los plaguicidas de la familia de los neonicotinoides: la clotianidina, de la empresa alemana Bayer. Dentro de las dos semanas siguientes Alemania prohibió el uso de este producto en el maíz y otros cultivos, pero el perjuicio ya estaba hecho.
Científicos estadounidenses calificaron el año 2012 como el peor en la historia de la apicultura, debido a que -según explicaron- las abejas estaban desapareciendo en el país a un ritmo vertiginoso.
Y aquí quiero citar una frase del Ministro de Agricultura, relativa a la importancia de las abejas y de la apicultura: "Sin apicultura, quizás no habría agricultura"
La amenaza existente hoy podría provocar una crisis alimentaria mundial.
Según estimaciones de algunos expertos, en 2011 la población de abejas en Estados Unidos se redujo en 50 por ciento. Normalmente, los apicultores pierden entre 5 por ciento y 10 por ciento de sus colmenas en la temporada invernal. Sin embargo, en los últimos años los agricultores se han visto privados de más de la mitad de ellas en el mismo período del año.
Por su parte, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria confirmó en un reciente estudio que la causa de la muerte en masa de las abejas en Europa era concretamente el uso de un tipo particular de fertilizantes: los neonicotinoides.
Según revelaron los expertos, los venenos contra las plagas afectan también a otros insectos dañando su sistema nervioso.
En 2013 los habitantes de Quillón y Liucura Alto, cerca del río Itata, en la Región del Biobío, sufrieron un colapso en sus cultivos de abejas. Al año, la población apícola decae en 40 a 50 por ciento aquejada por enfermedades y falta de nutrición, factor directamente relacionado con la deforestación, los cambios de cultivos y los controles de eliminación de plagas utilizados en las diversas plantaciones de nuestro país.
La ley en proyecto recoge también algunas experiencias internacionales, como las de México y Argentina, que han implementado legislaciones específicas para proteger la apicultura. Es claro, sí, que esta iniciativa requiere además la voluntad del Gobierno para incorporar las materias de regulación y las facultades de fiscalización de los organismos del Estado, que son de iniciativa exclusiva del Ejecutivo.
Cinco Senadores presentamos una moción (los colegas Harboe, Matta, García, Moreira y quien habla) centrada fundamentalmente en la salud de las abejas y de los polinizadores.
Se trata de un proyecto complementario al que ahora nos ocupa.
Se establece allí una política de prevención y cuidado en materia de riesgos para la salud de las abejas, que incluye pestes y enfermedades de estas y de polinizadores. Incorporamos algunos mecanismos específicos, como la notificación obligatoria de las enfermedades; acceso para la autoridad; no remoción de las colmenas; deber de someterse a inspección; prohibición de autoaplicación de medidas; disposiciones de cuarentena y destrucción de colonias infectadas; eliminación de especies peligrosas; prohibición de insecticidas letales para las abejas y polinizadores.
La iniciativa tiene por objeto principal la protección de la salud y los hábitats de las abejas, y no solo su preservación; es decir, mira por las condiciones para que las abejas, ya sean sujetas a crianza o silvestres, puedan subsistir, a través del control de las amenazas como las enfermedades, los pesticidas u otras formas de polución, que incluyen factores ambientales.
Se establecen las bases de una política de prevención de riesgos para la salud de las abejas mediante obligaciones para apicultores de notificación de pestes y enfermedades; medidas de fiscalización y control de plagas y muerte de abejas por causas contagiosas; prohibición de pesticidas letales para las abejas (neonicotinoides).
Se disponen medidas para resguardar el hábitat o medioambiente de las abejas, principalmente en zonas de producción apícola y de protección de polinizadores; resguardo de las colonias de abejas frente a zonas de fumigación y de cultivos transgénicos.
Se introduce la noción de sustentabilidad para guiar el fomento de la apicultura nacional y local.
También incluimos reglas sobre etiquetamiento de plantas dañinas para las abejas y prohibición estacionaria de rociamiento de aerosoles y polvos nocivos.
La conservación de los hábitats de los polinizadores, y en específico de las abejas, es determinante para proteger la seguridad alimentaria, la producción de miel y todos los derivados de la apicultura.
Por eso, respaldo la iniciativa que estamos discutiendo.
Espero que con la aprobación del proyecto que presentamos con los Senadores que mencioné complementemos la iniciativa en discusión. Ojalá logremos el patrocinio del Ejecutivo, al objeto de disponer cuanto antes de una legislación urgente para dar cuenta de un fenómeno global.
Anuncio mi voto a favor.

La señora MUÑOZ (Vicepresidenta).- Se me ha solicitado abrir la votación, respetando los tiempos.
El señor PROKURICA.- ¡No, señora Presidenta!
La señora MUÑOZ (Vicepresidenta).- ¿Su Señoría no está de acuerdo?
El señor PROKURICA.- No.
La señora MUÑOZ (Vicepresidenta).- Tiene la palabra el Senador señor Prokurica.

El señor PROKURICA.- Señora Presidenta, quiero plantear un par de cosas que me parecen indispensables antes de votar este proyecto.
Los Senadores Letelier, Tuma y algunos Diputados han recogido una materia sin duda acuciante y que debemos discutir. Todos estamos de acuerdo con que la actividad apícola es importante para nuestro país, más aún si pensamos transformarnos en una potencia de exportación de alimentos.
Sin embargo, cuando uno lee el informe -aquí estoy de acuerdo con el Senador Pérez Varela-, vemos que el Ministro de Agricultura ni más ni menos -lo leo textualmente- "indicó que del análisis que se realizó a nivel técnico se evidencian algunos problemas en este proyecto de ley que se subsanan realizando solo algunos ajustes a su texto legal. Señaló que el Gobierno tiene dos alternativas, a saber: una, seguir con el proyecto de ley que está radicado en la Cámara de Diputados...".
Hay ahí una opinión distinta.
Entonces, antes de seguir con la tramitación de esta iniciativa me gustaría escuchar al Ministro.
No voy a repetir lo que hacían las bancadas de enfrente cada vez que se discutía un proyecto en la Sala, las cuales decían: "No hay tramitación si no está presente el Ministro respectivo".
¿Por qué se ríe, Senador? ¡Si es así!
El señor NAVARRO.- Es de ambos lados.
El señor PROKURICA.- No lo quiero hacer. Pero me gustaría que el Ministro de Agricultura expresara su opinión aquí, en el Senado.
De otro lado, hay materias respecto a las cuales uno puede tener cierta opinión. No obstante, por favor, escuchemos lo que el Presidente del Senado señaló esta mañana en su discurso: ¡hagamos bien la pega!
De un análisis rápido de este proyecto, observamos que su artículo 6° señala: "El Estado de Chile, por medio de sus diversos organismos y servicios, procurará el desarrollo de la apicultura", etcétera.
Señora Presidenta, claramente se trata de una materia de iniciativa exclusiva del Ejecutivo, pues establece ciertas facultades y obligaciones.
Además, la letra i) del artículo 5°, que dispone un conjunto de conceptos relacionados con la producción apícola, define "Establecimiento autorizado" como aquel que cuenta con la certificación del Servicio Agrícola y Ganadero.
¡Eso es claramente inadmisible!
No lo digo porque no sea bueno lo que se plantea. Pero debemos hacer la pega bien. No puede ocurrir que aprobemos una norma aquí y que, posteriormente, la eche abajo el Tribunal Constitucional.
Por lo tanto, de ser posible, pido que el Ministro de Agricultura exprese su opinión con respecto a este proyecto antes de proceder a su votación.

La señora MUÑOZ (Vicepresidenta).- Se trata de un debate en general, señor Senador.
Podemos aprobar la idea de legislar. Así, la iniciativa volverá a la Comisión para su discusión en particular. En esa instancia el señor Ministro de Agricultura ciertamente tendrá la oportunidad para exponer su visión y su posición sobre esta materia.
Eso no inhabilita que lo podamos votar.
El señor PROKURICA.- ¡La constitucionalidad tiene que ser en general y en particular!
La señora MUÑOZ (Vicepresidenta).- El proyecto ya fue visto por la Comisión especialista. Y fue declarado admisible. Por eso lo estamos discutiendo ahora. De lo contrario, no lo habríamos podido poner en tabla.
Entonces, le planteo al señor Senador que nos pronunciemos ahora en general y que todas las dudas las traslademos a la Comisión, que es lo que corresponde hacer durante la discusión particular.
Asimismo, le solicito su acuerdo al objeto de abrir la votación, manteniendo los tiempos.
El señor HARBOE.- ¿Me permite, señora Presidenta?
La señora MUÑOZ (Vicepresidenta).- Tiene la palabra el Senador señor Prokurica.

El señor PROKURICA.- Señora Presidenta, siento que quienes tenemos una opinión estamos obligados a expresarla aquí, para que cuando se declare inadmisible alguna de estas normas la crítica después no sea al voleo. Porque el reproche será para el Senado, no para el autor de la iniciativa.
Yo por lo menos no quiero que disposiciones claramente inadmisibles se aprueben y luego las termine echando abajo el Tribunal Constitucional.

La señora MUÑOZ (Vicepresidenta).- Su Señoría tiene la alternativa de votar en contra la idea de legislar.
El señor PROKURICA.- ¡Yo quiero aprobar este proyecto!
La señora MUÑOZ (Vicepresidenta).- Tiene la palabra el Senador señor Harboe.
El señor HARBOE.- Señora Presidenta, ojalá que el Senador Prokurica permita abrir la votación.
El señor PROKURICA.- ¡Pero si yo estoy disponible!
El señor HARBOE.- Entonces, formalmente pido que se abra la votación.
La señora MUÑOZ (Vicepresidenta).- ¿Les parece a Sus Señorías, respetando el tiempo de 10 minutos del debate en general?
Acordado.
En votación.
--(Durante la votación).
La señora MUÑOZ (Vicepresidenta).- Tiene la palabra el Senador señor Harboe.


El señor HARBOE.- Señora Presidenta, tal como lo señalé durante mi informe, la actividad apícola hoy constituye un elemento fundamental para el desarrollo de la agricultura.
Cuando uno escucha a la Red Apícola Nacional y a las asociaciones de apicultores de diferentes regiones de nuestro país, observa que si bien la industria apícola ha crecido desde el punto de vista económico y de la generación de empleo, ya que se encuentra vinculada principalmente a la agricultura familiar campesina, lamentablemente esta no cuenta con la estructura administrativa de parte del Estado para generar instrumentos de fomento.
Tampoco dispone de una normativa jurídico-administrativa adecuada, sistematizada y coordinada para tener un gran instrumento regulatorio. Hay que recurrir, por lo tanto, a diferentes fuentes del Derecho.
Un trabajo muy superficial me permitió encontrar al menos catorce cuerpos normativos, entre legales, reglamentarios y administrativos, que regulan o complementan la industria apícola.
Considerando que la industria apícola está vinculada principalmente a la agricultura familiar campesina, el hecho de decirle a un productor del rubro que debe revisar catorce fuentes del Derecho para saber qué puede o no puede hacer no es otra cosa que entrabar la gestión y el legítimo desarrollo de una actividad económica.
Ese es, justamente, el rol del Parlamento: facilitar, a través de normas legales, el fomento de determinado tipo de actividades.
El sector apícola en Chile hoy requiere un cuerpo legal que sistematice y coordine todos esos instrumentos normativos y se haga cargo de los vacíos que tiene nuestra legislación en la materia.
Por ejemplo, señora Presidenta, es indispensable abordar lo relativo al fomento.
Actualmente, el INDAP apoya a la industria apícola solamente cuando se trata de pequeños agricultores. No existe instrumento público de financiamiento para el resto del sector. En consecuencia, gran parte de los exportadores de miel de nuestro país queda fuera de las medidas de fomento.
¿Y qué deben hacer? Recurrir a la banca.
¿Y qué les pasa cuando acuden a ella? Llegan a un lugar donde las tasas de interés son excesivamente altas y no pueden ofrecer sus colmenares en garantía. Por lo tanto, se ven obligados a hipotecar su patrimonio personal para llevar adelante su emprendimiento.
Muchos de ellos, dada la precaria situación financiera, deben abandonar la industria apícola y se dedican a otra actividad, lo que genera efectos en el sector agrícola: la falta de abejas afecta directamente la producción de la agricultura nacional.
Otro elemento muy importante que no ha sido considerado guarda relación con una norma que este Parlamento aprobó hace unos años y que ha sido de mucha utilidad para los agricultores: el famoso seguro agrícola. Se trata de un subsidio del Estado que sirve para hacer frente al impacto que causan en la agricultura las inclemencias del tiempo o determinado tipo de enfermedades o pestes.
Este seguro "agrícola", como su nombre lo indica, beneficia a los "agricultores", no a los "apicultores". En consecuencia, a estos últimos nadie los ayuda cuando se producen plagas o enfermedades. Es un tremendo problema, que genera incertidumbre, pues atenta contra la posibilidad de inversión y desarrollo en este sector.
Señora Presidenta, en la Comisión de Agricultura tuvimos la oportunidad de recibir al Presidente de la Asociación de Apicultores de Los Ángeles y de la Cooperativa Campesina Apícola Las Camelias, don Julio Beltrán, quien nos comentó la situación que está sufriendo la industria apícola de dicha ciudad, que es similar en toda la provincia del Biobío.
Nos dijo que, a pesar de que están aumentando los semilleros de exportación, no existen hoy instrumentos de fomento.
El cambio climático, que es una realidad, implica que las temperaturas en el centro-sur y el sur del país aumentarán, en promedio, uno a dos grados. Producto de ello, en la zona de Los Ángeles, por ejemplo, comenzará a desarrollarse -y va a seguir desarrollándose cada vez con mayor fuerza- la industria frutícola. Y esta actividad requerirá mayor número de cajones de abejas. Dicho representante indicó que su sector se esfuerza por satisfacer esta necesidad, pero, lamentablemente, para ese propósito no cuenta con el apoyo del Estado ni con el respaldo de las instituciones financieras.
Luego manifestó su preocupación por la dificultad que existe para obtener la autorización del Servicio Agrícola y Ganadero con el objeto de trasladar sus colmenas. De hecho, en Los Ángeles hay solo dos funcionarios del SAG, quienes cumplen un conjunto de otras funciones: uno de ellos es, además, inspector en el paso Pichachén y el otro está encargado de vigilar los camiones que transportan leche en cajas de cartón.
Usted comprenderá, señora Presidenta, que la posibilidad de que un apicultor reciba oportunamente el permiso para trasladar sus colmenas es tan baja que, en la práctica, termina afectando su capacidad de movilidad, lo cual obviamente impacta en el desarrollo de esta industria.
Otra dificultad es que no existe un verdadero registro nacional de apicultores. Hoy el Registro de Apicultores de Miel de Exportación no alcanza a cubrir el quince por ciento de quienes realizan esta actividad económica en el país. Y esto implica un tremendo problema, porque circunscribe los posibles apoyos solamente a este quince por ciento.
Se requiere una política pública en ese sentido. Ello es muy importante.
En cuanto a las enfermedades y plagas, el año pasado fue uno de los peores; fue caótico. En la zona centro-sur (Regiones del Biobío y de La Araucanía) hubo una plaga de chaquetas amarillas. Lamentablemente, la autoridad no considera a esta abeja una plaga; por tanto, no se pudieron aplicar las políticas públicas pertinentes para hacer frente a esa situación.
Señora Presidenta, quiero destacar la importancia de este proyecto de ley y el momento en que lo estamos discutiendo. Nos hallamos en el debate en general.
Durante su estudio en particular vamos a escuchar a las personas que ya han participado e incorporaremos nuevas propuestas, como las que contiene la nueva iniciativa del Senador Tuma y las que el encargado ministerial -ya pedimos al Ministro de Agricultura que lo designe- nos haga presente.
Hemos acordado un mecanismo de trabajo con dicho Secretario de Estado, con el fin de ingresar un conjunto de indicaciones durante la discusión en particular: las que sean de origen parlamentario seguirán el proceso que corresponde y las que digan relación con la institucionalidad serán presentadas por el Gobierno. Ese es el acuerdo.
¿Cuál es la diferencia que tenemos con el Ministro? Que él, legítimamente, dice: "Distingamos entre la regulación y los instrumentos de fomento. Y dejemos estos en manos de las actuales instituciones, como INDAP, etcétera". En el fondo, no quiere que los recursos destinados al Instituto de Desarrollo Agropecuario para apoyar a los pequeños agricultores se recorten, con el fin de pasar una parte a la industria apícola.
A mi juicio, lo que debemos lograr -aprovechando la presencia del Ministro de Hacienda- es que, en la Ley de Presupuestos del próximo año, se incorpore una pequeña glosa relativa a los seguros apícolas para resolver -insisto- la grave situación que está afectando a esta industria.
Es relevante que la futura ley contemple una regulación completa. Así habrá un cuerpo normativo sistemático y ordenado, al cual podrá recurrir cualquier persona que se inicie en la apicultura. Se requiere un texto legal único, fácil de leer, fácil de interpretar, en el que sea posible encontrar también todos los instrumentos de fomento estatales para desarrollar esta importante actividad, cuya afectación -insisto- puede significar un desastre incluso en el ámbito agrícola.
Por ello, señora Presidenta, llamo a la Honorable Sala, por su intermedio, a aprobar la idea de legislar y a fijar un plazo para formular indicaciones. Se podrán incorporar las que se consideren necesarias durante la discusión en particular en la Comisión de Agricultura.
La señora MUÑOZ (Vicepresidenta).- Tiene la palabra el Senador señor Quinteros.


El señor QUINTEROS.- Señora Presidenta, es importante señalar que el Ministro está de acuerdo en que este es un gran proyecto, sobre todo para la pequeña agricultura. Quienes representamos zonas donde hay miles de pequeños productores agrícolas creemos lo mismo.
La producción de miel a nivel nacional aparece aún como una actividad marginal, tanto por su volumen como por la cantidad de personas involucradas en ella.
No obstante, dicha producción se ha estabilizado en los últimos años en torno a casi las 11 mil toneladas, de las cuales cerca del 80 por ciento se exporta.
Solamente en la Región de Los Lagos se han catastrado 609 apicultores, con más de 27 mil colmenas.
La baja inversión necesaria para iniciar un plantel y la facilidad de su operación pueden llevar a que esta actividad se constituya en una fuente de ingresos complementarios muy importante para los pequeños agricultores, especialmente si estos cuentan con una adecuada capacitación.
Pero la producción de miel no es el único producto o beneficio de los planteles de abejas melíferas. También hay que considerar el efecto sobre la polinización en la flora nativa y el impacto en la propia agricultura, además del polen, la jalea real y la cera. Estos productos, con características orgánicas, en su mayoría tienen una alta demanda y muy buenos precios.
Lamentablemente, tal como lo declara la moción del Senador Letelier, esta actividad es regida por una "escasa y precaria regulación", situación que atenta contra la valorización de estos productos en los mercados nacionales e internacionales, así como de su desarrollo.
Dentro de este vacío, quiero destacar algunos aspectos generales necesarios de considerar.
En primer lugar, además de realizar un previo censo apícola nacional, debemos establecer las correspondientes indicaciones geográficas y denominaciones de origen que permitan diferenciar y agregar valor a los productos. Por ejemplo, la Región de Los Lagos es conocida por la miel de ulmo, pero también se producen ahí otras variedades asociadas a su flora nativa y plantaciones.
Por otro lado, soy partidario de incorporar -ojalá en este proyecto de ley- una fuerte política de fomento de esta actividad, con los respectivos recursos financieros y tecnológicos que posibiliten aumentar la producción nacional y regional.
Como se dijo en la Comisión, no existen los apoyos al rubro apícola en caso de plagas, lo que sí opera con relación a la mosca de la fruta.
Otro factor a tener presente son los requerimientos internacionales respecto de la comercialización de la miel y sus productos derivados.
La Unión Europea, principal destino de la miel chilena, obliga a todo producto con polen transgénico por sobre un 0,9 por ciento a estar etiquetado como corresponde. De hecho, a los productos que incluyen algún tipo de organismo genéticamente modificado o no les está permitido su ingreso o poseen un valor muy por debajo de aquellos que no lo contienen.
Como bien sabemos, nuestro país aún no cuenta con una regulación respecto de los organismos genéticamente modificados, lo que hace imposible generar una diferenciación entre estos y los productos orgánicos. Es por ello que creo necesario trabajar en esa línea.
Una forma de diferenciarlos es por la vía de la denominación de origen. Estoy pensando, por ejemplo, en las producciones de miel de ulmo de mi Región.
Asimismo, el control y registro del uso de plaguicidas es también un requisito para asegurar la competitividad de los productos apícolas.
La necesidad de una regulación se ha visto reforzada por una práctica surgida con la llegada a la Región de Los Lagos, en época de verano, de productores provenientes de más al norte, quienes disputan zonas de floración a los productores locales.
En definitiva, sin tener en cuenta los elementos referidos, la actividad apícola nacional continuará siendo -como ya dije- marginal. Por tanto, su consideración adquiere un carácter imperativo si pretendemos un desarrollo sustentable de este sector.
Durante el debate en particular, presentaré una serie de indicaciones, las que han sido elaboradas por técnicos especializados en el tema y contribuirán a la discusión y perfeccionamiento de esta iniciativa.
En atención a lo expuesto y a la valoración del presente proyecto de ley, concurro con mi voto favorable.
La señora MUÑOZ (Vicepresidenta).- Tiene la palabra la Senadora señora Von Baer.


La señora VON BAER.- Señora Presidenta, noto que existe concordancia entre los miembros de esta Corporación en la importancia de legislar sobre el tema apícola.
Necesitamos normar esta materia básicamente por dos razones: primero, porque urge fijar un marco regulatorio para dicho sector y, segundo, porque se precisan condiciones de sanidad para asegurar su buen funcionamiento.
En ese contexto, se requiere reforzar los sistemas de trazabilidad de la cadena apícola y, adicionalmente, entregarle a algún organismo estatal la supervigilancia de esta actividad, para evitar la alta mortalidad de abejas en colmenas por enfermedades y para controlar el traslado de colmenares de un lugar a otro, lo que también genera problemas.
En definitiva, es imprescindible que exista una adecuada normativa acerca de la actividad apícola y, también, un órgano que se encargue de fiscalizar el cumplimiento de aquella.
Por otra parte, me parece esencial inyectarle mayor cantidad de recursos a este sector. Hay que subsidiarlo y apoyarlo.
La apicultura es particularmente importante en las regiones agrícolas, donde ha experimentado un desarrollo significativo.
En ese sentido, señora Presidenta, hago presente que en la Región de Los Ríos la actividad apícola es relevante. Se ha ido desarrollando cada vez con más fuerza y en torno a ella se han creado cooperativas, las que han logrado un desarrollo interesante, en especial para la pequeña y mediana agricultura.
En nuestra Región se encuentran catastrados en este momento 661 productores apícolas, quienes se vieron tremendamente afectados durante este último verano por la fuerte sequía que tuvimos en el sur del país. Esta finalmente terminó afectando la producción de flores, con lo cual hubo una fuerte disminución de la producción de miel.
El Estado, a través del INDAP, fue en ayuda de esos apicultores. Sin embargo, solamente 75 de la Región de Los Ríos resultaron beneficiados, pese a que los productores catastrados con necesidad de apoyo llegaban, aproximadamente, a 200. Por tanto, el respaldo estatal ni siquiera alcanzó para cubrir la necesidad de la mitad de los que requerían ayuda luego del impacto de dicha sequía.
Tal situación, señora Presidenta, finalmente se traduce en un fuerte golpe a la producción apícola, lo que muchas veces lleva a que no se puedan reponer los apicultores afectados por la sequía o sea imposible recuperar sus abejas.
En resumen, es primordial que se cuente con un marco regulatorio sobre esta actividad; que exista una institución que se preocupe de su cumplimiento, para tener mejores posibilidades de trazabilidad y monitorear los aspectos sanitarios, y que se establezca un fondo a través del cual el Estado pueda ayudar al sector apícola -por ejemplo, en momentos de sequía- o, en general, fomentar su desarrollo.
Ante ellos, cabe señalar que el proyecto que nos ocupa está bien intencionado, pues contempla ambos aspectos: por una parte, un programa de fomento apícola y, por otra, la obligación de que el Servicio Agrícola y Ganadero vele por las condiciones de sanidad.
Por lo mismo, señora Presidenta, vamos a apoyar la idea de legislar.
Sin embargo, debo advertir que las partes más importantes de esta iniciativa -lo relativo al fomento de la actividad apícola a través del programa que incorpora y lo atinente al organismo que deberá fiscalizar el cumplimiento de la normativa (el SAG)- son materias de la iniciativa exclusiva del Ejecutivo.
En consecuencia, para despachar un proyecto que aporte realmente en esas dos líneas, se necesitará de todas maneras el patrocinio del Ministerio de Agricultura.
En ese sentido, manifiesto mi preocupación.
Dicha Secretaría de Estado deberá definir qué línea va a adoptar. Y, ojalá, eso fuera parte de esta discusión. Porque si la iniciativa no incorpora el programa de fomento apícola y no entrega al Servicio Agrícola y Ganadero las facultades para hacer cumplir esta futura normativa, tendremos como resultado una legislación que no satisfará las necesidades más importantes en este ámbito si realmente queremos contar con una ley que ayude a desarrollar con mucho mayor fuerza a este sector de nuestra economía.
Cabe señalar que obviamente vamos a participar en la discusión particular de este proyecto. Pero de todos modos lo más relevante será que el Ejecutivo, a través del Ministerio de Agricultura, defina primero un programa específico de apoyo para los apicultores, especialmente en momentos en que pasan por situaciones difíciles, como la sequía de este verano.
Por otra parte, también es preciso establecer una buena legislación que permita mejores condiciones sanitarias y de desarrollo para la actividad apícola. Para eso se debe determinar si será el Servicio Agrícola y Ganadero el que va a fiscalizar.
Esperamos que este proyecto sea fuertemente enriquecido durante su discusión en particular y, también, que, a través de él, el Ministerio de Agricultura se comprometa con el sector apícola.
Señora Presidenta, anunciando nuestra activa participación en la discusión particular, votamos a favor.
La señora MUÑOZ (Vicepresidenta).- Tiene la palabra el Senador señor De Urresti.


El señor DE URRESTI.- Señora Presidenta, en primer lugar, me felicito de que estemos discutiendo un proyecto apícola integral, pues es necesario proteger a las abejas no solo por ellas, sino también por el aporte que realizan a la polinización y la biodiversidad, las cuales benefician la producción de los pequeños agricultores, quienes, especialmente en las regiones del sur, tienen una gran preponderancia y representan una contribución fundamental para sus economías. Me refiero, especialmente, a la pequeña agricultura familiar campesina.
Coincido en que hoy no disponemos de una legislación que sirva de marco regulatorio para la actividad apícola. Tenemos situaciones absolutamente absurdas en términos de fiscalización, de control; y tenemos situaciones inadmisibles, como es la gran producción de transgénicos, que abarca más de 30 mil hectáreas que no sabemos dónde están. Y, muchas veces, ellas se ubican precisamente cerca de alguien que tiene colmenas, lo que afecta productos de exportación de alto nivel que, como ha ocurrido en el caso de Alemania, terminan siendo objetados por contener trazas transgénicas.
Claramente existe un desorden. No hay un ordenamiento adecuado desde el punto de vista de saber dónde están los transgénicos y dónde las abejas.
La labor de estas últimas en la polinización es fundamental para los sectores frutícolas, pero también para la biodiversidad del bosque nativo.
En la actualidad, enfrentamos un cambio climático. Por ello, es más necesario que nunca lograr un equilibrio en el ecosistema y en la cantidad de abejas, ya que estas han sido absolutamente desplazadas producto de los transgénicos y de la utilización de pesticidas.
Me alegro de que Senadores de todos los sectores estén en este Hemiciclo discutiendo la necesidad de la protección de las abejas. Sin embargo, si queremos protegerlas, primero debemos regular los transgénicos; establecer claramente dónde van a estar y en qué cantidad. Más aún, lo ideal sería que no existieran en Chile.
En segundo lugar, pediría el mismo consenso en el caso de la regulación de los pesticidas, para evitar su utilización masiva, especialmente en las zonas agrícolas, porque ella termina afectando no solo la biodiversidad y la sobrevivencia de las abejas, sino también la salud humana.
Entonces, debemos hacer una reflexión clara y precisa en esta materia.
Lo mismo respecto de la larga y amplia extensión que tenemos hoy del monocultivo del eucaliptus y el pino, pues genera absoluta falta de biodiversidad.
Es sorprendente -y lástima que no se halle presente algún representante del Ministerio de Agricultura- que estemos impulsando, con velocidad acelerada, la prórroga del decreto ley N° 701, que incentiva a las grandes empresas a seguir ampliando la masa forestal de pino y eucaliptus, lo cual termina afectando la biodiversidad.
No es necesario prorrogar ese instrumento.
Más aún -y daremos la discusión que corresponde-, luego de preguntarle al Ministerio del Desarrollo Social, se nos ha dicho que se debe realizar consulta indígena, en virtud del Convenio 169 de la OIT, a propósito de la prórroga del DL 701, toda vez que gran parte de estas plantaciones inciden en territorios mapuches, en territorios con pueblos originarios.
Entonces, seamos coherentes.
Mi preocupación, estando absolutamente de acuerdo con el proyecto, es que aquí debe haber un sinceramiento respecto de la vocación productiva del país, del modelo de desarrollo. No puede ser que se incentiven, por un lado, las plantaciones de especies exóticas, como pino y eucaliptus, que crean verdaderos desiertos verdes; y, por otro, el aumento de la producción frutícola, que es una base importante de la exportación y la industria, si no tenemos la protección efectiva de un marco regulatorio del mundo apícola.
Señalaban parlamentarios que me han antecedido en el uso de la palabra que no se ha hecho todo lo necesario desde el punto de vista del fomento, al menos en la Región de Los Ríos, que me toca representar.
Yo creo que existe una inexactitud en los dichos de la Senadora que intervino inmediatamente antes, porque fue precisamente en la Región de Los Ríos, en el mes de junio, en un proyecto pionero, donde se estableció la transferencia de 350 millones de pesos para apoyar directamente tanto a los usuarios del INDAP, como también a los que no lo son, pero que sí califican como pequeños productores, a través del FOSIS.
Además de esos 350 millones, en el verano -principalmente en marzo-, a propósito de la sequía, se estableció un fondo especial -es importante que se pueda replicar en otras regiones- para transferir recursos directamente, vía INDAP o vía FOSIS -cuando no se trata de usuarios directos del INDAP-, para ayudar y mejorar la capacidad de los pequeños apicultores.
Señora Presidenta, la reflexión global en materia de institucionalidad apícola debe ser una tarea permanente. Y me parece bien que la Comisión de Agricultura haya adoptado la idea de incorporar distintas iniciativas y mociones para poder dar solución a este problema.
En una publicación a la que hemos podido acceder se señala que "la mortandad masiva de abejas mielíferas en varias regiones del mundo, también conocida como Síndrome de Colapso de la Colmena o CCD (por sus siglas en inglés), ya provoca incertidumbre y pérdidas monetarias" inmensas.
Esto ya está sucediendo en nuestro país. Y, por desgracia, es algo que afecta no solo a los grandes productores, sino principalmente a los pequeños; y repercute también en la biodiversidad y la cadena productiva en materia de polinización.
Por eso, la reflexión tiene que apuntar no solo a realizar mayores transferencias de recursos -como el ejemplo que consigné de la Región de Los Ríos-, sino también a la labor de las cooperativas (el caso de Apicoop, en la comuna de Paillaco); a la transferencia tecnológica; a la búsqueda de mejores mercados de exportación; a la labor permanente del SAG para efectos de regular el traslado, la trashumancia de abejas, de colmenas; y, por último, a la identificación precisa de aquellos lugares donde hay transgénicos y uso intensivo de pesticidas.
Voy a votar a favor, señora Presidenta. Pero insisto: es importante que tengamos un gran acuerdo en materia no solo apícola, sino de pesticidas y transgénicos, de manera de proteger el mundo de los pequeños y medianos productores agrícolas que son principalmente productores de miel.
La señora MUÑOZ (Vicepresidenta).- Solicito el asentimiento de la Sala para que pase a remplazarme en la testera la Senadora señora Allende, ya que debo retirarme por un momento.
Acordado.
Tiene la palabra el Senador señor Rossi y después, el Senador señor Moreira.
El señor MOREIRA.- Señora Presidenta, ¿en este minuto quién preside?
La señora MUÑOZ (Vicepresidenta).- Señor Senador, seguiré presidiendo hasta que usted tome la palabra.
El señor MOREIRA.- Muchas gracias.
La señora MUÑOZ (Vicepresidenta).- Senador señor Rossi, ¿es por un tema de Reglamento? Porque estamos en votación.
El señor ROSSI.- Lo sé, señora Presidenta. Solo quiero recordar que esta iniciativa se propuso como de Fácil Despacho. Por tanto, se vuelve a sentar el precedente, una vez más, de proyectos propuestos en reunión de Comités como de fácil tratamiento pero que al final ocupan toda la sesión, porque, probablemente,...
La señora MUÑOZ (Vicepresidenta).- No está en Fácil Despacho.
El señor ROSSI.- Así me dijo el jefe de mi Comité:...
El señor MONTES.- ¡Que iba a ser fácil!
El señor ROSSI.-... que sería fácil el despacho.
El señor DE URRESTI.- ¡Iba a ser fácil...!
El señor ROSSI.- Efectivamente. Pero no lo ha sido.
La señora MUÑOZ (Vicepresidenta).- Son cosas de la vida. ¡No resultó tan fácil...!
El señor ROSSI.- Sin embargo, esto ocurre muy habitualmente.
La señora MUÑOZ (Vicepresidenta).- Tiene la palabra el Senador señor Moreira y a partir de este momento continuará presidiendo la sesión la Honorable señora Allende.


El señor MOREIRA.- Señora Presidenta, yo entiendo al Senador Rossi, porque hay otro proyecto de ley que siempre queda para el último y después se posterga, como es el relativo al etiquetado de alcoholes. Espero que ahora lo podamos ver y que continuemos su votación hasta donde alcance el tiempo.
Pero, bueno, como han hablado todos, yo trataré de ser lo más breve posible. Según se dice, la brevedad es la mejor arma de persuasión.
Lo señalo, porque no me cabe duda de que todos los señores Senadores han leído con especial interés el informe de la Comisión.
Antes de eso, quiero pedir -por su intermedio, señora Presidenta- que alguien nos señale por qué razón no fue invitado el Ministro de Agricultura a esta sesión, pues él habría podido responder muchas interrogantes de algunos colegas que me han antecedido en el uso de la palabra. Porque yo quiero suscribir la preocupación de los Senadores Prokurica y Pérez Varela, quienes expresaron reparos legítimos en materias de constitucionalidad y de otra índole relacionadas con esta iniciativa.
Pero volvamos al informe.
Acerca de la actual situación normativa, la moción advierte una escasa y precaria regulación preceptiva respecto de la actividad apícola, y afirma que nuestro país no cuenta con una legislación lo suficientemente efectiva que la regule de manera sistemática.
Hemos escuchado a dos o tres parlamentarios hacer presente que en sus regiones este es un tema importante. En las Regiones de Los Ríos y de Los Lagos son alrededor de mil 500 los pequeños agricultores que se dedican a la apicultura.
Por lo tanto, la materia reviste relevancia en distintas zonas del país.
Bien señaló mi colega Rabindranath Quinteros la preocupación de los 609 agricultores -quizá su número es aun mayor-, con más de 27 mil colmenas, de la Región de Los Lagos, quienes desean ser considerados.
Al respecto, debo indicar que, en atención a la diversidad de normas y decretos, se considera necesario establecer un estatuto normativo orgánico de esta actividad, que contemple una serie de medidas efectivas.
También quiero expresar y remarcar que el presente proyecto de ley plantea varios objetivos. Sin embargo, me gustaría acotar que la idea principal es aprobar una ley marco o base que regule la actividad apícola, haciendo presente que a mi juicio están dadas las condiciones para apoyar en general esta normativa.
Se ha tratado de interpretar en este Hemiciclo algo que se sostuvo en la Comisión en forma sumamente clara. Según se lee en el informe, la asesora de un señor Senador mencionó entre los objetivos del proyecto el fortalecimiento y el fomento del desarrollo apícola propiamente tal, y señaló que varios agricultores manifestaron la necesidad de contar con apoyo económico para el desarrollo de su actividad, dado que es bastante costoso iniciarla o enfrentar las enfermedades a las que periódicamente se ven expuestos. Por ello, resaltó que es importante que el Ministerio pueda respaldarlos y extender los beneficios que otorga el Instituto de Desarrollo Agropecuario a un mayor número de apicultores.
En seguida, el Ministro de Agricultura resaltó que si no tuviéramos apicultura sería muy difícil tener agricultura, lo que me parece razón suficiente para legislar.
Ahora, ¿de qué manera legislamos? Al respecto, existe un compromiso, hecho presente por el señor Ministro, en términos de corregir, de rectificar este proyecto mediante la presentación de una indicación sustitutiva. De esa manera, se podrá complementar con otras iniciativas, independiente de lo que se esté haciendo en la Cámara de Diputados, para que se apruebe en buena forma.
La normativa en análisis contiene una serie de particularidades respecto de las cuales es necesario contar con una opinión más técnica, para permitir su complementación con otros servicios relacionados con el Ministerio de Agricultura, que en el fondo era lo que buscaban las distintas organizaciones y agrupaciones de apicultores: ser escuchados, considerados, y que se legisle sobre el particular.
Legislar sobre la materia depende de nosotros. Pero debemos hacerlo escuchando a la gente, a los profesionales del área, al Ministerio de Agricultura. Y en lo que diga relación con aspectos constitucionales, bueno, se tendrán que rectificar una vez que se discuta en particular la iniciativa en la Comisión.
Lo importante aquí, más allá de las observaciones y de las legítimas inquietudes de algunos señores Senadores, es que demostremos un compromiso con la agricultura, con estos pequeños productores, con el mundo de la apicultura a través de este proyecto de ley. Y la mejor señal que podemos dar hoy día es votar a favor.
Vamos a corregir, a mejorar, la iniciativa. Eso no significa que ella adolezca de muchos problemas. No es así. Pero existen ciertas situaciones que pueden resultar complejas y nosotros debemos anticiparnos a su ocurrencia, tal como lo hicieron presente quienes concurrieron al debate en el órgano técnico.
Señor Presidente, quiero señalar, como miembro de la Comisión de Agricultura, nuestro compromiso de mejorar el proyecto, para lo cual esperamos que el señor Ministro nos aclare las dudas y envíe las indicaciones respectivas.
Voto que sí.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Navarro.


El señor NAVARRO.- Señor Presidente, hay que destacar el hecho de que este proyecto de ley se haya iniciado en una moción.
Paradojalmente, la Séptima Región es una de las mayores productoras de miel, junto con la Octava y la Sexta.
En definitiva, se produce miel en todo Chile, salvo en la Primera Región. Pero desde la Segunda hasta la Décima Regiones existen alrededor de 10 mil 500 u 11 mil productores, que en su mayoría tienen menos de 100 colmenas.
La regulación de la actividad para ir en apoyo de esos productores es muy importante, aun cuando el mercado interno sea pequeño. Por tanto, se requiere exportar. Pero en ese ámbito nos hemos encontrado con problemas graves, como han señalado aquí varios Senadores.
Chile aún no ha documentado científicamente el síndrome que afecta a las abejas, que ya Europa describió como el colapso o el despoblamiento de las colmenas, que provocó alarma mundial ante la desaparición de gran cantidad de estos insectos, con el riesgo que implica para la producción de alimentos.
Los pesticidas mal utilizados o que directamente dañan a estos polinizadores están entre sus principales causas de muerte. Es decir, los problemas de las abejas no son propios de ellas, sino creados por el hombre, a través del uso de pesticidas en los cultivos. Y hasta ahora se ha prestado poca atención a ese hecho.
En seguida, a la utilización de insecticidas o de agentes genéticos, que ya contaminaron la miel chilena -por eso fue rechazada en Alemania-, deben agregarse el cambio climático y el avance urbano, que están cambiando absolutamente el entorno en que se mueven las abejas.
La deforestación es también un factor importante.
Por tanto, en esta materia se requiere una visión integral, multisistémica, pues muchos ministerios tienen que ver con las condiciones necesarias para posibilitar el desarrollo empresarial -pequeño, mediano- del sector apícola en Chile.
En el sur hay análisis que permiten saber qué causó la desaparición de las colmenas. Empero, nadie ha hecho estudios para, por ejemplo, determinar qué agentes patógenos había en ellas.
El SAG, autoridad competente, todavía no ha dicho que el colapso está presente; así lo señala Paulina Cáceres, gerenta del Consorcio Apícola, en declaraciones de público conocimiento. No solo no se han documentado los factores que estarían o no presentes en la desaparición de abejas, sino que tampoco existe un catastro sobre la realidad, al revés de lo que sucede en Estados Unidos y Europa, donde se halla contabilizado cuántas pérdidas hay, en qué lugares y cuáles son las causas subyacentes.
Independiente de aquello, las abejas chilenas también se encuentran afectadas por el avance humano, como he señalado. Y los pesticidas son lo que más las daña.
En la zona central los fruticultores y los apicultores están trabajando en un acuerdo de producción limpia. Y esto es muy destacable: hay una mesa apícola.
Al abrirse la posibilidad de presentar indicaciones se nos va a dar cuenta de la existencia de un mundo importante en la producción, pero asimismo en la comercialización y en los impactos directos e indirectos en el entorno.
Por eso, la prohibición establecida por Europa en el ámbito de ciertos productos es muy relevante. Hay que evaluar las restricciones impuestas por la Comunidad Europea.
Quisiéramos tener un programa de seguimiento sobre qué sucede con las moléculas descubiertas, qué ocurre con las abejas, en qué lugares de Chile se están usando los productos mencionados.
Mejor aún: como dice Conservación y Biodiversidad en una publicación de 2013, se deben conocer derechamente las causas de las referidas moléculas; y para ello se requiere un diálogo directo con las autoridades, lo que se expresa en un mandato para hacer una petición formal.
Tras el fallo del tribunal europeo sobre la materia, se ha establecido que la transgenia es una cuestión significativa: no mata a las abejas, pero las contamina.
En tal sentido, se deben controlar los productos no autorizados, independiente de la producción transgénica autorizada en Chile.
Hay una constante en todas las publicaciones de los productores que hemos logrado revisar.
Los productores nacionales expresan que no se toma debida conciencia de la importancia que revisten las abejas. Las autoridades no tienen preocupación suficiente; todavía no dimensionan esa relevancia tanto para la producción alimentaria como para el mantenimiento de la biodiversidad. Se considera que no pesan mucho, porque se evalúan desde el punto de vista del aporte económico. Pero -lo hemos reiterado- si los polinizadores no actuaran habría un efecto muy significativo en la producción de fruta y de alimentos en general.
Tenemos informes acerca de aquello. Y la presencia del Ministro de Agricultura y del SAG ha sido muy importante para ilustrarnos y saber si existen políticas encaminadas a detectar y combatir plagas. Pero si se combaten y se afecta a las abejas estamos cambiando pan por charqui al generar un beneficio a costa de otro daño, porque en tal caso la suma es cero.
La Unión Europea prohibió el uso de tres pesticidas basados en nicotinoides (me parece que lo señaló en la Sala el Senador Alfonso de Urresti).
La pregunta que nos hacemos es qué medidas ha tomado Chile, cuáles va a adoptar y de qué manera este proyecto de ley enfrentará las amenazas y va a otorgarles a nuestros productores una oportunidad de crecimiento.
Es cierto que hay que definir todo lo referente al sector apícola. Muchos documentos así lo establecen. Los datos que tenemos en Chile son promisorios. Sin embargo, los productores apícolas están preocupados, y no solo porque requieren atención especial en el sentido de que ojalá fomentemos mucho más el empleo. Tener colmenas resulta económicamente oneroso, pero es muy productivo. Se requieren incentivos.
No están en la Sala los representantes del Ejecutivo, señor Presidente.
Entiendo que el Senador Juan Pablo Letelier, autor de esta iniciativa, dispone de más antecedentes.
Hay una propuesta concreta.
Viene la discusión del Presupuesto de 2016. Yo pregunto si vamos a tener un informe del SAG, del Ministerio de Agricultura, región por región, que nos permita determinar cuánto apoyo de los gobiernos regionales puede darse a los productores apícolas. También, si existirá un informe del SAG que nos posibilite reducir los grados de amenaza; ello, porque van a poner cortapisas o limitantes al uso de pesticidas. Y, por último, si vamos a contar con un informe respecto de dónde están los cultivos transgénicos, a fin de evitar que nuestra miel se contamine y posibilitar que llegue a los mercados internacionales sin que la manden de vuelta.
A mi entender, sobre ese conjunto de elementos hay consenso en la Sala.
Entonces, creo que este debiera ser un proyecto, como dijo aquí el Senador Fulvio Rossi, de fácil despacho.
El problema radica en que, como hay producción en nuestras regiones, todos queremos decir algo sobre la forma de mejorar esta iniciativa, a fin de expresar un compromiso.
El FNDR es el Fondo Nacional de Desarrollo Regional. Sin embargo, al final se gasta en cuestiones sectoriales: se construyen escuelas, lo que corresponde al Ministerio de Educación; se construyen puentes, lo que compete al Ministerio de Obras Públicas, etcétera. Pero de desarrollo regional hay muy poco. Un 2 por ciento se destina a asignaciones para los consejeros, en fin.
Es conveniente ayudar al financiamiento de la actividad apícola; incentivar, fomentar esta actividad, pues se trata de una fuente de desarrollo, de empleo y de ingresos. ¿Desde dónde? Desde las regiones.
La Región Metropolitana, si bien puede jugar un papel, no es determinante. En este caso son las regiones existentes a lo largo de Chile las que pueden tener un rol muy significativo.
Yo quisiera, señor Presidente, preguntarles a la Subsecretaría de Desarrollo Regional y al Ministerio de Agricultura cuántos recursos vienen en el Presupuesto de 2016 para el fomento de la actividad apícola en nuestro país, al objeto de ir en apoyo de los productores que se han visto afectados por factores externos que ha originado el propio Estado por falta de fiscalización, por presencia de elementos transgénicos y por acción de los pesticidas. Y ahí tiene que haber cuidado y compensación.
Uno quisiera saber igualmente cuál es el papel que cumple la CONAF en materia de control de la fumigación en pinos y eucaliptus, que son aledaños al bosque natural, donde las abejas encuentran un hábitat propicio para su desarrollo.
Es decir, aquí hay una actividad que no solo se va a concentrar en el Ministerio de Agricultura, sino que además debe ser parte del desarrollo productivo de las regiones.
Yo desearía que para la próxima oportunidad tuviéramos un informe más detallado que el que nos llegó y que diera cuenta de verdad del estado del arte de los productores apícolas, de su actual condición, y en particular, que todos aquellos que hemos hablado a favor de este proyecto de ley pusiéramos mucho énfasis en la colocación en el Presupuesto 2016 de más recursos para desarrollar la actividad en comento.
En tal sentido, esta iniciativa va a contar con mi aprobación. Hay que despejar algunas dudas y hacer mejoras. Pero, claramente, constituye un paso adelante para fortalecer esta actividad regional, que es realizada por pequeños y medianos -más por los pequeños- productores.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).- Concluyó su tiempo, señor Senador.
Su Señoría dispone de un minuto para redondear la última idea.
El señor NAVARRO.- La Séptima Región, la del Senador Coloma, es la que más miel produce.
Este proyecto es para esa Región, para el colega Coloma, quien lo ha apoyado fervientemente.
Se trata de una normativa regulatoria. A algunos no les gustan las regulaciones. Pero para garantizar es necesario reglar.
En esa línea, espero que tengamos unanimidad en el sentido de que el marco regulatorio que se establezca sea para fomentar y no para restringir.
Aguardo el informe de los gobiernos regionales, de los cores. Y ojalá que los consejeros hagan un esfuerzo a lo largo de todo Chile para destinarles más recursos a los productores en comento.
Voy a votar a favor de este proyecto, señor Presidente, que consagra un marco regulatorio para la producción apícola.
¡Patagonia sin represas!
¡Nueva Constitución, ahora!
¡No más AFP!
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor García.


El señor GARCÍA.- Señor Presidente, frente a las dudas que se han suscitado con relación a la opinión del señor Ministro de Agricultura a propósito de esta iniciativa, debo señalar que el informe de la Comisión de Agricultura, al referir lo ocurrido en la sesión de este órgano celebrada el 13 de abril de 2015, dice lo siguiente:
"Con respecto al presente proyecto de ley, manifestó" -el Ministro señor Furche- "su apoyo, sin perjuicio de ello, estimó necesario diferenciar entre las medidas que son estrictamente de fomento productivo y las regulatorias.
"Las primeras, apuntó, pueden ser abordadas a través de políticas públicas para el sector. De hecho, comentó, la Comisión Nacional Apícola, que funciona regularmente y que es coordinada por la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias, cuyo Secretario Técnico es el señor Daniel Barrera, tiene como misión estudiar políticas para fomentar el desarrollo de la actividad apícola. En consecuencia, indicó, todo lo que se vincula con el fomento productivo debe ser canalizado a través de los mecanismos normales del Ministerio de Agricultura.
"Las segundas, vale decir, todo aquello que tiene que ver con la regulación, debiera ser materia de este proyecto de ley.
"Por lo anterior, sugirió, separar las materias de fomento productivo, de lo que es estrictamente el marco regulatorio.".
Y, un poco más adelante, el Ministro de Agricultura se compromete a que avancemos con este proyecto y a que lo coordinemos bien con el que se encuentra en la Cámara de Diputados, para tener por fin una única ley de fomento, protección y desarrollo de la apicultura.
Por esas razones, voto a favor.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Coloma.


El señor COLOMA.- Señor Presidente, haré un par de comentarios generales antes de entrar en el proyecto propiamente tal.
En primer lugar, valoro el informe de la Comisión de Agricultura.
Y lo digo por lo siguiente.
Escuché con atención su intervención de esta mañana, señor Presidente, en el marco de la cuenta pública del Senado; la comparto sustancialmente. Sin perjuicio de ello, existen algunas divergencias. Una de ellas tiene que ver con la rapidez en la publicidad de los informes de Comisiones, o si se quiere, con la instantaneidad versus la profundidad y la calidad.
Es superlegítimo discutir el punto.
En el caso del proyecto que regula la actividad apícola, quien lea el informe de la Comisión de Agricultura puede comprobar que en él se efectúa una relación muy completa y exacta de lo que se planteó en dicha instancia. Pero esto no se hace en 24 horas: se requiere un trabajo más profundo.
Entonces, yo por lo menos creo que la instantaneidad está relacionada con la profundidad, pues ello nos permite darnos cuenta con precisión de las materias que se debaten.
Una segunda reflexión tiene que ver con comentarios de Senadores que me antecedieron en el uso de la palabra. Y quiero abordar el punto positivamente.
Yo soy del todo partidario de la libertad y del libre mercado, lo que de ningún modo significa que no entienda que en esos ámbitos hay reglas comunes y políticas públicas que es menester fomentar y esclarecer.
La libertad no es necesariamente sinónimo de hacer cualquier cosa. Ella tiene que ver con la iniciativa, con la creatividad. Y eso, dentro de un orden que permite que todos puedan alcanzar su fin individual.
Tal es justamente el mérito de aquello en lo que yo creo.
Así que ser partidario de un conjunto de normas que regulan una actividad no es contradictorio con ser asimismo ferviente partidario de la libertad.
Tampoco creo -y aquí me hago cargo de lo que afirmó otro Senador que me precedió- que esto tenga que ver directamente con el hecho de fomentar la biodiversidad y paralelamente tratar de perjudicarla. Y se puso como ejemplo el decreto ley 701, regulatorio de la actividad forestal, del que soy -y quiero dejarlo claro en esta Sala- absolutamente partidario. Porque si algo ha colaborado al desarrollo de zonas que tenían pocas alternativas en materia productiva es justamente el conjunto de normas allí contenidas, que permitió en la zona costera -al menos en la Sexta Región, en la Séptima, en la Octava, en la Novena, y más al sur- la explotación de riquezas que han sido muy útiles para extensos sectores ciudadanos.
Entonces, no planteemos una contradicción vital que no existe.
Considero perfectamente armónico ser partidario de una regulación de esta naturaleza en materia apícola con serlo de cuanto tenga que ver con subsidio al desarrollo forestal.
Señor Presidente, cuando uno analiza las cifras duras y ve que hay más de 450 mil colmenas y que sobre 10 mil personas desarrollan la apicultura como actividad principal o secundaria, no duda de que se trata de algo importante. Quizás no existen muchas otras actividades de tal dimensión que no tengan una regulación más formal, mediante una ley.
Esta es de las actividades más extendidas en nuestro país, menos -entiendo- en la Región de Magallanes (ello, obviamente, por razones climáticas). En el resto de Chile existen distintos tipos de producciones (incluso, con diferentes objetivos), las que son muy potentes.
Para el Senador que habla, una de las cosas más sorprendentes es la movilidad de los colmenares. Y a veces las mismas personas dedicadas a la actividad apícola reclaman cierta regulación en el sentido más bien de exigir a la autoridad -el SAG, en fin- plazos para el otorgamiento de determinados permisos, pero también a los gobiernos, para que asuman seriamente una actividad de esta naturaleza.
Basta pensar que, en el ámbito de las exportaciones, estamos hablando de más de 30 millones de dólares.
Hay en la agricultura un rol polinizador. Todos los parlamentarios de zonas agrícolas sabemos que las abejas cumplen allí un papel, y también, que cuando existen problemas con ellas se registra un efecto a nivel productivo. Está involucrado, pues, un valor social, que emana de la interrelación de una actividad tan especial, tan distinta de otras, como la apícola.
A mí me parece que, en general, este proyecto está diseñado (obviamente, deberemos perfeccionarlo mucho en la discusión particular) para establecer derechos y obligaciones a quienes realicen las actividades en comento; plantear los lineamientos conducentes a adoptar medidas en resguardo de las abejas; consignar normas para el fomento y fortalecimiento del desarrollo apícola -puede tener razón el señor Ministro en cuanto a que esto puede estar en otra parte; sin embargo, no veo ningún inconveniente en instalarlo en un rol institucional como el señalado-; regular la trashumancia de las abejas; reconocer el rol fiscalizador de la autoridad competente, y fijar las sanciones para las infracciones a la ley en proyecto.
En mi concepto, se aborda de manera adecuada una materia que se ha dilatado en exceso.
Y esto es parte de la sorpresa de uno. Algo tiene este asunto que no lo hace fácil. Por alguna razón han pasado muchas décadas -casi cien años- sin que esta actividad tenga una regulación importante, con una lógica de derechos y deberes. Porque no se trata solamente de la norma y la sanción, sino además de entender el rol que la apicultura y la polinización tienen en distintas actividades, sea la productiva, sea la de exportación, sea la de generación de nuevos productos en la agricultura.
Por algo ha existido una dificultad para regular; para, al menos hasta ahora, no haber avanzado en aquella lógica, que a mi entender apunta en el sentido correcto.
Señor Presidente, quiero hacer un comentario que me surge de la lectura del informe -reitero que este me parece superimportante-, en cuanto a la idea de abordar en el CAPÍTULO V lo concerniente a las organizaciones de apicultores.
Considero que eso es un exceso de la ley en proyecto. Porque, obviamente, no es parte de una institucionalidad que busca determinar el desarrollo concentrado de la actividad apícola establecer la forma como funcionan las organizaciones de apicultores. Eso tiene que ver más bien con reglas de carácter general o con cosas específicas que puedan hacer en su momento el SAG o el INDAP. Eso me parece más propio de tal tipo de reglamentaciones que de una regla general como la que aquí se busca.
Así, señor Presidente, mientras uno más mira el informe, más se sorprende de las dimensiones que ha adquirido una actividad de esta índole y, por tanto, más comprende lo importante de fijar esta regulación, que a mi juicio es fuente de creatividad, de riqueza, de estímulo social.
O sea, yo no veo que estemos haciendo una camisa de fuerza. Al contrario, opino que con esto estamos dando los instrumentos, el chasis para que la actividad apícola tenga un fomento mucho más significativo.
Porque nuestro país lo necesita.
Aquí tampoco uno está hablando de cuestiones arbitrarias. Obviamente, al mundo de la exportación, al mundo agrícola les interesa tener en esta materia un sector más musculoso, más seguro, para evitar todas las implicaciones tanto ambientales cuanto sanitarias derivadas de elementos que puedan transmitir enfermedades o provocar contagios.
Por algo -dicho sea de paso- aquello es de las cosas que más importan en los países desarrollados.
Quien visita Australia, por ejemplo, se da cuenta de la significación que tiene para dicho país, que dispone de una estructura especial, el ingreso de la miel. Porque justamente ahí existe una fuente de riqueza, o bien, una fuente de eventual empobrecimiento si la actividad pertinente se realiza de mala manera y a partir de ella se generan elementos que al final dificultan la consecución de una producción relevante.
Así que, a mi entender, con las correcciones que podamos hacerle al articulado caminaremos en la dirección correcta.
Me alegra que sea factible hacer de buena manera la implementación. Y no me cabe duda de que la ley en proyecto constituirá, si procedemos bien y en tiempo adecuado, una buena noticia para los más de 10 mil apicultores de Chile.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Pérez Varela.


El señor PÉREZ VARELA.- Señor Presidente, deseo fundar mi voto en el sentido de que, tal como lo dije en mi primera intervención, lo importante para los apicultores, para las organizaciones del sector, son políticas de protección y de fomento, así como una institucionalidad que represente adecuadamente estas dos áreas, la cual no existe, lo que muchas veces da lugar a una indefensión.
Reitero que la actuación del Ministerio de Agricultura es fundamental y le encuentro razón a las objeciones de su titular contenidas en el informe, porque la redacción del artículo 6°, que debiera referirse a las acciones para resguardar sanitariamente a las abejas, es absolutamente ambigua. Como no se quiso nombrar un determinado organismo, ministerio o servicio, porque se planteaba lo relativo a la admisibilidad -creo que ello igual lo es-, la función se deja entregada a la "autoridad competente". ¿Cuál será? Se deja traslucir que podría ser la que define el artículo 23 del decreto con fuerza de ley N° 15, de 1968, esto es, el Servicio Agrícola y Ganadero.
Otra disposición básica, que es el artículo 11, determina que habrá un programa de fomento quinquenal.
A algunos les gusta mucho esta última palabra: les trae recuerdos de los planes quinquenales... Cabe recordar que ninguno de ellos fue exitoso en ninguna parte del mundo.
Pero habrá un programa de dicha índole. ¿De quién? De una autoridad competente.
A mi juicio, es preciso ser responsable con las organizaciones apícolas. Queremos avanzar en la materia, que haya fomento y protección, pero con un proyecto de ley cuya redacción mejore sustancialmente, porque, si no, a la larga estaremos generando expectativas que ningún organismo público verdaderamente podrá cumplir.
Por mi parte, voy a votar a favor de la idea de legislar, pero indudablemente con la exigencia de que le hagamos caso al Ministro de Agricultura, de que este asista a la Comisión y de que con sus asesores presente las indicaciones pertinentes, para que no nos quedemos solo con planes quinquenales, con autoridades "competentes" que no se definen, porque el fomento y la protección son esenciales para la actividad apícola. Y creo que el proyecto de ley, tal como está redactado, no garantiza ni uno ni otra.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Girardi, quien puede defender a las abejas y la polinización...


El señor GIRARDI.- Señor Presidente, a mí me parece interesante el debate, porque pienso, más allá de que el articulado pueda requerir perfeccionamientos, que esta es una buena terapia para dar cuenta de nuestro antropocentrismo: nos consideramos la especie centro y no advertimos, por ejemplo, que nuestra vida depende absolutamente de insectos casi invisibles como los que nos ocupan.
Tal vez tomamos conciencia de ello solo por un problema económico, ya que seguramente sentimos que nos falta algo, como la miel, y que las abejas aparentemente están desapareciendo.
La cuestión no radica en esa sustancia. La ausencia de estos himenópteros significa un verdadero colapso de todos los procesos agrícolas, porque justamente son los principales transmisores de la vida en el mundo vegetal. Y como el hombre todavía no puede llevar a cabo la fotosíntesis, seguirá dependiendo de otros seres vivos.
Exhibimos una negación permanente a asumir que somos parte de una familia evolutiva extendida y que las abejas son bastante más sabias y antiguas: aparecieron hace más de cien millones de años.
Podría expresarle a mi Honorable colega Coloma, con quien mantenemos siempre debates interesantes, que estos insectos llevan en la Tierra más tiempo que nosotros y son inteligentes. Se ha descubierto, por ejemplo, que emplean un lenguaje, que se comunican, que indican la distancia a la que se encuentran las flores y que presentan un conjunto de características que los hacen muy particulares.
Hemos ignorado, por ejemplo, que se ciñen a una división del trabajo; que tienen que realizar primero, después de nacer, las tareas de la casa -en los panales, la producción de cera y las labores de policía- y que recién a los veinte días están habilitados para salir a recolectar. Siendo tan inteligentes, sustentan parte importante de la agricultura y fruticultura en el planeta.
A mí me parece que el proyecto es interesante en este sentido, porque los seres humanos, en algunos casos por falta de conciencia y de preocupación, estamos generando procesos caóticos y determinando la desaparición de agentes de una trama de existencia compleja que sostienen la vida, en particular la nuestra.
A veces cuesta hacer comprender una realidad de esta índole, pues se relativiza, por ejemplo, debido a razones comerciales, el efecto de los insecticidas en la progresiva mortalidad de las abejas. Al igual que en el tabaco y otros rubros, el lobby de grandes empresas, como Bayer, sigue justificando sus actividades y recurriendo a falsos estudios.
Como se ha mencionado en la Sala, los neonicotinoides, para citar un caso, están extinguiendo estos insectos. Tengo aquí publicaciones recientes en las revistas Nature y Science, por si acaso les interesan a Sus Señorías, que muestran cómo el imidacloprid, el acetamiprid o el tiametoxam, pertenecientes a dicha familia de insecticidas, son actores reales en el proceso de afectarlos masivamente. Pero, claro, seguramente la búsqueda de rentabilidad, de ganancia, impide darse cuenta, en definitiva, de las ramas que finalmente no dejan ver el bosque.
Igualmente estamos destruyendo seres vivos tan fundamentales como las microalgas, generadoras de oxígeno y captadoras de CO2, las cuales originan los núcleos de condensación para que se formen las nubes.
Entonces, aun cuando se parta de un enfoque totalmente centrado en los seres humanos y de carácter comercial, en el sentido de que las "pobres" personas se quedarían sin miel, detrás se halla uno de los procesos más dramáticos que vive la humanidad: la extinción masiva de especies que estamos provocando. La destrucción de los ecosistemas por sustancias químicas, por plaguicidas, y el calentamiento global -se ha demostrado que asimismo este es uno de los factores, además de la utilización de nicotinoides, que erosionan y destruyen la trama de vida de las abejas- están generando obviamente problemas que ponen en jaque la vida de toda la humanidad, entendida esta no solo en relación con los seres humanos, sino también con todos los seres vivos.
Por eso es que me parece interesante discutir en el Senado acerca de la iniciativa en examen.
Un atractivo adicional sería el que pudiéramos conocer más en profundidad la vida de estos insectos maravillosos, que tanto hacen por nosotros en materia económica al aportarnos un alimento muy valorado. De hecho, ello se ha podido observar a lo largo de toda la historia de la humanidad: en la era de nuestros ancestros, hace cien mil años, ya se conocía la miel y se recolectaba. Evidentemente, las abejas han jugado un rol muy importante durante los últimos diez mil años, desde que empezó a aprovecharse el producto que elaboran, se desarrollaron los cultivos y se domesticaron animales.
Voy a votar a favor del proyecto. Creo, sí, que puede ser perfeccionado. Pero tal vez lo importante es darse cuenta de todo lo que se encuentra subsumido detrás de nuestra conversación y advertir cómo los poderes económicos y las grandes transnacionales son capaces de relativizar los verdaderos efectos y causas del daño a estos nobles seres vivos, con los que tenemos una hermandad y algunos mismos genes, y a los que caracteriza un proceso maravilloso de desarrollo, desde el punto de vista de la biología.
Conviene saber que si bien todas las abejas presentan exactamente el mismo material genético, el que algunas de ellas sean alimentadas con jalea real determina que llegarán a ser reinas, de un tamaño muy superior y con capacidad de poner hasta dos mil quinientos huevos diarios, en tanto que las otras serán más pequeñas. La epigenética explica que no solo somos un patrimonio genético, sino que también el medioambiente puede interactuar a este nivel y determinar cambios tan profundos como los que se observan en unas y otras, de las cuales se podría pensar, si no se conociera la historia, que incluso corresponden a especies totalmente distintas.
Felicito a mi Honorable colega Letelier.
Ojalá podamos considerar estos proyectos no solo en la perspectiva económica. Y si de verdad queremos hacer algo por las abejas, entonces es preciso prohibir, de manera drástica y firme, los plaguicidas y prescindir de la política tecnocrática y un tanto neoliberal de la hiperproductividad, que generalmente le causa un daño profundo a la productividad. Para ser serios, la protección de estos insectos no pasa solo por subsidios, sino también por regular los tóxicos que estamos generando y que están destruyendo la biodiversidad. Así que me parece que sería importante avanzar en este sentido.
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).- Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor LABBÉ (Secretario General).- ¿Alguna señora Senadora o algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor WALKER, don Patricio (Presidente).- Terminada la votación.
--Se aprueba en general el proyecto (32 votos), fijándose el 31 de agosto, a las 12, como plazo para la presentación de indicaciones.
Votaron las señoras Allende, Goic, Muñoz, Lily Pérez, Van Rysselberghe y Von Baer y los señores Araya, Chahuán, Coloma, De Urresti, García, Girardi, Guillier, Harboe, Horvath, Hernán Larraín, Letelier, Matta, Montes, Moreira, Navarro, Orpis, Ossandón, Pérez Varela, Pizarro, Prokurica, Quintana, Quinteros, Rossi, Tuma, Ignacio Walker y Patricio Walker.