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MONUMENTO EN MEMORIA DE EX DIPUTADA GLADYS MARÍN MILLIE


El señor QUINTEROS.- Señor Presidente, Gladys Marín escribió "Solo puedo hablar en plural" en su libro testimonial La vida es hoy.
Esa frase resume su vida, la que dedicó incansablemente a difundir, a reclamar, a organizar, a denunciar, a protestar por las más diferentes causas de los trabajadores, de los marginados, de las víctimas.
Sin duda, alcanzó posiciones individuales destacadas desde muy joven: líder de la poderosa juventud comunista en años de fuerte auge del movimiento juvenil; elegida Diputada a los veintiún años, y reelecta en dos períodos; líder de su Partido en la clandestinidad y luego, en la legalidad; y, finalmente, candidata presidencial.
Pero a ella no le importaban esos cargos u honores. Lo suyo era la gente, el contacto en la calle, la huelga de trabajadores, la olla común, la marcha, los actos para hacer conciencia sobre las violaciones a los derechos humanos, la vida dura e intensa de los demás.
También sufrió dolores personales: el exilio; la desaparición de su marido, Jorge Muñoz, y de gran cantidad de compañeros; la separación de sus hijos; la cárcel. Pero todo ello lo canalizó a través de una entrega total a la lucha en favor de su pueblo.
Ese testimonio político, desde un punto de vista colectivo, es especialmente valorable en los tiempos que corren.
Cuando se cuestiona de manera general la forma de hacer política; cuando priman los liderazgos de carácter personal en desmedro de los liderazgos colectivos; cuando la mayoría de los partidos se encuentran en una situación de debilidad, el testimonio de Gladys Marín, quien fusionó su vida con el destino de su Partido y su pueblo, adquiere más sentido y trascendencia.
Por eso, para ser coherentes con su legado, el homenaje que le rendimos con ocasión de este proyecto y, más adelante, cuando se levante el monumento en su memoria, en verdad, también será un tributo a los trabajadores por cuyos derechos siempre luchó; a los jóvenes que descubrieron el país real uniéndose a los trabajos voluntarios; a los millones que apoyaron el Gobierno popular de Salvador Allende; a los que lucharon en la dura clandestinidad; a su compañero y a los centenares de detenidos desaparecidos; a su Partido y a todos los que siguieron creyendo cuando la mayoría se refugiaba en la apatía; a los discriminados por su origen étnico u orientación sexual. ¡El homenaje será para todos ellos!
Gladys Marín habría querido nombrarlos a todos. Pero ahora y por siempre la nombraremos a ella en nombre de todos ellos.
He dicho.