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PROHIBICIÓN Y SUSTITUCIÓN PROGRESIVA DE BOLSAS NO BIODEGRADABLES EN PATAGONIA CHILENA


El señor NAVARRO.- Señor Presidente, la verdad es que existen diversos proyectos que buscan limitar, no solo en la Patagonia, el uso de bolsas plásticas.
El propio informe dice que de un total de 250 millones de bolsas plásticas que se utilizan mensualmente en nuestro país, el 90 por ciento termina en un vertedero, según cifras entregadas por el Ministerio del Medio Ambiente. Además, se estima que cada persona usa en promedio 1,5 bolsas diarias.
Eso es algo brutal.
Los Alcaldes Emilio Boccazzi, de Punta Arenas, y Fernando Paredes, de Puerto Natales, señalaron la implementación de diversos programas que buscan limitar el uso de ellas.
Está claro -ya lo estamos viendo en los supermercados de mi Región-, existe un paulatino decrecimiento, se ha ido limitando la entrega de bolsas plásticas. Antes era ilimitado; ahora se dan 2, 3 o 4, y se utilizan cajas de cartón.
Ello ha sido bien recibido; ha habido una adaptabilidad ciudadana importante.
Sin embargo, quiero fijar dos criterios.
Primero, voy a apoyar este proyecto, pero voy a hacer un alcance: no solo debiera regularse la entrega de bolsas plásticas para los habitantes de la Patagonia chilena, sino que tendría que normarse también el ingreso de ellas por los turistas. Porque quienes llegan a los denominados "lugares turísticos" no son los habitantes de esa zona.
Chile tuvo este año una cifra récord de turistas: 1,5 millones.
Entonces, si respecto de las Torres del Paine establecimos la prohibición de hacer fuego (se sancionó a turistas norteamericanos por ello), debiéramos prohibir también el ingreso de bolsas plásticas a los turistas, y no limitar esta acción solo a los habitantes. Porque, entonces, la presencia de bolsas plásticas tendrá un origen externo.
Señor Presidente, hemos compartido mucho con los recolectores de basura en torno a su tarea.
La Asociación de Industriales del Plástico -por cierto, su interés es producir plástico- dio a conocer cifras que debieran llamarnos a la reflexión, por los efectos colaterales que pudiera tener en el uso generalizado (también en la Patagonia).
Se refiere a un estudio que encargó a Adimark.
Señaló que la preocupación de un 37 por ciento de los encuestados radica en que, de aprobarse un proyecto como este a nivel nacional, tendría que gastar en bolsas de basura; en tanto un 34 por ciento afirma que no comprará bolsas de basura y que no tendrá dónde depositar la basura domiciliaria. Aseveró, asimismo, que el primer quintil de la población, tanto en Magallanes como en Aisén, considerando todos los ingresos autónomos, alcanza una remuneración de 220 mil pesos, y la adquisición de bolsas de basura le significaría un gasto mensual de 7 mil; vale decir, para este primer quintil dicho gasto puede llegar a representar un 4 por ciento de su ingreso autónomo, y para el segundo quintil, entre 2 y 3 por ciento de su ingreso mensual.
Lo anterior, precisó, coincide con el estudio de Adimark, que arroja que el 34 por ciento de la población no comprará bolsas de basura, toda vez que sus ingresos no se lo permiten.
Estamos, pues, ante una situación concreta. Porque hoy se ha hecho un hábito generalizado que la bolsa plástica del supermercado se utilice para el depósito final de los residuos que van a los vertederos. Entonces, ahí tendremos un problema práctico que ha de ser abordado desde el Estado.
Los industriales del plástico señalan que el 77 por ciento de la población encuestada no sabe que las bolsas plásticas son 100 por ciento reciclables; que el 81 por ciento se declara culpable de botar las bolsas. Se preguntan si la prohibición será realmente una solución. En su opinión, con la vigencia de esta iniciativa legal se cambiarán bolsas blancas y de colores por bolsas negras, ya que el 34 por ciento de la población no comprará bolsas.
O sea, igual habrá bolsas, que debieran ser negras, para el destino final de la basura. Porque ese es el mecanismo: traslado del domicilio al lugar de recolección por el camión, para luego llegar al relleno sanitario.
Lo señalo porque ello equivaldrá a una política pública de educación. Si queremos minimizar el uso de bolsas plásticas, se requerirá educar, tener pedagogía.
Si deseamos que el primer quintil siga teniendo la factibilidad de acumular sus residuos de manera adecuada y no desparramados en las calles, deberemos establecer una política pública que subsane aquello. Porque si no hay bolsas, no imagino cómo lo van a hacer.
Necesariamente debe haber intervención del municipio, que, asociado al mayor trabajo por la dispersión de los residuos, tendrá mayores costos. De manera que todo indica que lo mejor sería poner a disposición bolsas de cargo municipal, al objeto de mantener el ciclo de resguardo de la basura.
Ciertamente es una muy buena iniciativa despejar de bolsas plásticas a la Patagonia; parece necesario limitar su uso a nivel nacional. Pero espero que durante la tramitación de este proyecto incorporemos una dosis importante de realismo, restrictivo siempre, alternativo, en materia de cuidado del medio ambiente.
No considero justo -se los señalo a los parlamentarios de la zona- que la limitación propuesta se establezca solo para los habitantes de la Patagonia chilena, de Aisén y de Magallanes. Los turistas tendrán que cumplir con esta normativa, no en cuanto recomendación, sino como una exigencia.
Si entran a la zona más prístina del planeta; si van a los lugares turísticos de mayor afluencia y hay una restricción a la que están sometidos sus habitantes, no es justo que ella no rija respecto de los visitantes. Debiera haber un criterio equilibrado: ¡no pueden ingresar bolsas plásticas, pues quienes viven ahí tienen la prohibición de hacerlo!
En tal sentido, pienso que es posible mejorar la ley en proyecto e incorporar un conjunto de elementos que la hagan viable. Ello, para no quedarnos en una declaración de principios ante la imposibilidad de su realización.
Los alcaldes van a demandar mayores recursos; más apoyo del Estado; mayor aporte del sector privado, el cual hasta ahora se limita a dar menos bolsas y a conseguir cajas de cartón.
La solución práctica en esta materia, para que no tenga efecto alternativo, debe ser una política público-privada que garantice ambas cosas. De lo contrario, estaremos resolviendo un problema, pero creando otro.
Voto a favor, señor Presidente. Y espero que durante las distintas etapas de la tramitación podamos mejorar este buen proyecto, de tal manera de hacer factible el objetivo que persigue, el cual comparto plenamente.
¡Patagonia sin represas!
¡Patagonia sin bolsas plásticas!
¡Nueva Constitución, ahora!
¡No más AFP!
Voto a favor.
La señora ALLENDE (Presidenta).- ¡Su Señoría agregó algo nuevo¿! ¡Nos terminará convenciendo por cansancio¿!
El señor DE URRESTI.- ¡Sin bolsas plásticas a contar de ahora¿!