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REAJUSTE DE MONTO DE INGRESO MÍNIMO MENSUAL
REAJUSTE DE MONTO DE INGRESO MÍNIMO MENSUAL


La señora RINCÓN.- Señor Presidente, lo que señaló nuestro colega Carlos Larraín es cierto. Hace 7 meses él propuso un ingreso mínimo de 200 mil pesos. Pasó el tiempo, y ahora el Gobierno adelantó la discusión; la sacó del contexto en que el reajuste de aquel se analiza año a año, para evitar que tuviera lugar en el ámbito de la elección presidencial, y se saltó las consultas a los entes que habitualmente participan en el debate, para tratar de impedir un diálogo profundo sobre la materia, el que inevitablemente se debe realizar.
En Chile, cerca de un millón de trabajadores ganan el ingreso mínimo mensual. Y, contrariamente a lo que se ha dicho acá, no representan el 10 por ciento de la fuerza laboral, sino bastante más: sobre 16 por ciento.
Son trabajadores, hombres y mujeres -más mujeres que hombres-, que día a día y mes a mes deben enfrentar la difícil situación de sacar adelante a sus familias con una remuneración de aquel monto.
Un ingreso mínimo de 193 mil pesos mensuales es claramente insuficiente. También lo es el de 205 mil.
El país puede dar más a los trabajadores que ganan menos.
Por eso nosotros, al tenor de esta discusión, en la Comisión de Hacienda planteamos elevar este año el monto del salario mínimo a 210 mil pesos y convenir en su mejoramiento para llegar, en el plazo de 3 años, a 250 mil.
Y no lo hicimos en el marco de una medida populista -al revés de lo que aquí se ha señalado-, ni tampoco sembrando falsas expectativas, sino con los antecedentes que hoy día existen y que se manejan por el sector académico, por los economistas y, también, por los parlamentarios.
Lamentamos que el Gobierno, pese a exhibir en sus intervenciones nacionales e internacionales cifras que hablan de un país que crece sobre el 5 por ciento y que tiene pleno empleo e indicadores macroeconómicos espectaculares, insista en fijar un ingreso mínimo que no alcanza para subsistir.
Lamentamos, asimismo, que persista en un incremento nominal de solo 6,2 por ciento.
Aquí, en el Senado, hay una mayoría que le dice al Ejecutivo que haga un gesto para mejorar su propuesta.
Y no se trata solo del salario mínimo, sino, además, de que de una vez por todas entremos a discutir una política remuneracional en serio; de que no se discuta la materia todos los años en el Senado y en la Cámara de Diputados, y de que el país entero no observe cómo en el Parlamento debatimos por una cifra que no alcanza para los gastos de las familias de aquellos 800 mil trabajadores, que el próximo año habrán de lamentar, de nuevo, un aumento insuficiente.
¡Llamamos al Gobierno a que tenga voluntad política para incrementar el ingreso mínimo!
Señor Presidente, yo revisaba la intervención del Papa Juan Pablo II del año 1987, cuando visitó nuestro país, en la que señaló:
: "Vuestros informes técnicos merecen para mí una doble consideración. Por una parte, el hecho de que no se divisen soluciones de fondo a la extrema pobreza sin un aumento substancial de la producción y, por tanto, un sostenido impulso del desarrollo económico de la región entera. Por otra parte, el que esa solución, en virtud de su largo plazo y de su dinámica interna, sea del todo insuficiente de cara a las urgencias inmediatas de los desposeídos. La situación de éstas, está pidiendo medidas extraordinarias, socorros impostergables, subsidios imperiosos. ¡Los pobres no pueden esperar! Los que nada tienen no pueden aguardar un alivio que les llegue por una especie de rebalse de la prosperidad generalizada de la sociedad.".
Y agregaba Su Santidad:
"El pastor que os habla no tiene soluciones técnicas que ofrecer al respecto: ellas son de vuestra incumbencia como expertos. El padre de tantos hijos desheredados está convencido de que su adecuada articulación en una política económica coherente es posible, debe ser posible, con la convergencia de tantas voluntades moralmente solidarias y, por eso mismo, técnicamente creativas".
Más adelante expresaba que el trabajo estable y justamente remunerado es, más que cualquier subsidio, lo que hace posible romper con la inequidad.
Es la inequidad territorial, la inequidad de género, lo que se ha instalado en nuestro país.
Ya lo decían mi colega de circunscripción, Hernán Larraín, y el Senador Juan Pablo Letelier, de la Sexta Región: nosotros representamos a zonas agrícolas, donde esa inequidad es aún mayor. Allí la diferencia no es 1 de cada 10, sino muy superior: 1 de cada 4 o 5 personas -en el caso de las mujeres- vive con el salario mínimo.
En la Séptima Región tenemos una comuna urbana que en el ranquin figura como la más pobre de nuestro país.
Señor Presidente, es factible realizar un esfuerzo mayor, romper la inequidad. Y podemos hacerlo a largo plazo. Pero, como decía el Papa, tenemos una exigencia moral que demanda nuestra creatividad.
En razón de tal urgencia, no podemos estar el próximo año discutiendo esta misma materia sin convocar a los expertos y a los actores involucrados para debatir y dialogar en torno de ella.
Gracias.