Click acá para ir directamente al contenido
FORTALECIMIENTO DEL CARÁCTER VARIABLE DE IMPUESTO ESPECÍFICO A COMBUSTIBLES
El señor PIZARRO (Presidente accidental).- Proyecto de ley, en segundo trámite constitucional, que fortalece el carácter variable del impuesto específico sobre los combustibles de uso vehicular a objeto de reducir el impacto de alzas en los precios de dichos combustibles, con informe de la Comisión de Hacienda y urgencia calificada de "discusión inmediata".
--Los antecedentes sobre el proyecto (8302-05) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley:
En segundo trámite, sesión 48ª, en 11 de septiembre de 2012.
Informe de Comisión:
Certificado de la Comisión de Hacienda: sesión 50ª, en 12 de septiembre de 2012.
El señor PIZARRO (Presidente accidental).- Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor LABBÉ (Secretario General).- El principal objetivo de la iniciativa es reducir el impacto inmediato de las alzas internacionales del petróleo en el precio de los combustibles, a través del fortalecimiento del carácter variable del impuesto específico que los grava, facilitando la adaptación a dichas variaciones.
La Comisión de Hacienda rechazó en general el proyecto con los votos en contra de los Senadores señora Rincón y señores Frei y Lagos. Se pronunciaron a favor los Senadores señores Kuschel y Novoa.
El texto de la iniciativa despachada por la Cámara de Diputados se consigna en el boletín comparado que Sus Señorías tienen a su disposición.
El señor PIZARRO (Presidente accidental).- En discusión general y particular.
En primer lugar, ofrezco la palabra al señor Ministro.


El señor DITTBORN (Ministro de Hacienda subrogante).- Señor Presidente, voy a describir en forma somera y rápida este proyecto, que en su texto original contenía tres artículos permanentes.
El primero modifica la ley Nº 20.493, que regula y establece el actual SIPCO. Y, básicamente, le introduce dos enmiendas.
En primer lugar, disminuye el ancho de banda de ese mecanismo estabilizador de precios: de 12,5 a 10 por ciento hacia arriba y hacia abajo del punto medio de la banda. Es decir, achica el canal que determina cuándo se acude a favor de los consumidores (al perforarse el techo de la banda) o cuándo se cobra un impuesto (al perforarse el piso de la banda).
Hago notar que al achicarse el tamaño de la banda, obviamente, el funcionamiento de ese mecanismo será más frecuente. Por lo tanto, en la medida en que la tendencia del precio es al alza -como ha ocurrido en los últimos años-, se va a actuar de manera más reiterada en beneficio de los consumidores de combustibles.
Esa es la primera modificación.
La segunda enmienda que fortalece al SIPCO tradicional consiste en un cambio en los parámetros que definen el punto medio de la banda. Este punto medio, que establece la posición tanto del techo como del piso, se encuentra determinado por una gran cantidad de parámetros, que no es del caso especificar ahora. La iniciativa amplía esa gama de parámetros: el tiempo, los promedios que se utilizan para definir el referido punto medio. Por consiguiente, ello le otorga al Ejecutivo mayor capacidad de acción en beneficio de los consumidores de combustibles al perforarse el techo de la banda.
Tales son los dos elementos que se alteran mediante el artículo 1º del proyecto, básicamente para fortalecer el SIPCO.
Pongo solo un ejemplo para demostrar el fortalecimiento.
En la página 2 del informe financiero figura una tabla que compara los resultados que habría tenido a favor de los consumidores de combustibles la aplicación del SIPCO actual versus la del SIPCO fortalecido para dos períodos: uno en que existe muy poca variación en los precios internacionales de los combustibles, que va de enero a diciembre de 2010, y otro que comprende desde marzo de 2011 a marzo del presente año.
En el primer caso, cuando la variabilidad de los precios de los crudos es muy baja, se observa que el SIPCO actual no habría beneficiado en nada a los consumidores, por la reducida variación del precio de los combustibles, y que el SIPCO fortalecido lo habría hecho en solo 11 millones de dólares al año; por lo tanto, el costo incremental para el Estado habría ascendido también a únicamente 11 millones de dólares.
En cambio, en el segundo caso (marzo de 2011 a marzo de 2012, período en el cual vivimos una gran fluctuación de precios de los combustibles), la aplicación del SIPCO actual significó un desembolso de 88 millones de dólares a favor de los consumidores. Por su parte, el SIPCO fortalecido, en teoría -porque no estaba vigente en ese período-, habría implicado para los consumidores un apoyo de 253 millones de dólares. Es decir, si hubiéramos contado con SIPCO fortalecido en esa fase, las transferencias desde el Fisco a los consumidores habrían sido tres veces más altas que lo que en verdad fueron.
Creo que esa tabla resume básicamente lo que estamos haciendo: estamos tomando un mecanismo estabilizador de precios que existe y potenciándolo a través de los dos cambios que mencioné; y, al preguntarnos a cuánto habría ascendido la transferencia a los consumidores en el período de alta variabilidad de precios en caso de que hubiera existido en ese momento el SIPCO fortalecido, concluimos que habría sido tres veces mayor.
Yo sé que esto no es lo que todos los parlamentarios quieren en términos de impuesto específico. Muchos ambicionan su disminución; otros, su eliminación. Pero lo que no podemos negar es que el SIPCO propuesto ahora significa una transferencia mayor a los consumidores en caso de alta volatilidad en los precios de los combustibles.
Otro ejemplo, señor Presidente.
Como a este proyecto le pusimos "discusión inmediata", es relevante también explicar lo que va a ocurrir este fin de semana y en la semana del 18.
La ENAP ya anunció los nuevos precios, que significan para esta semana un aumento de 8,9 pesos en el litro de gasolina de 93 octanos y de 17,4 pesos en el litro de gasolina de 97 octanos, y una disminución de 1,2 pesos en el litro de diésel.
Si no ocurriera nada, si dejáramos funcionando el SIPCO tradicional, esas serían las variaciones de precios a partir de mañana, jueves 13 de septiembre.
Si se aprobara este proyecto hoy y lográramos efectuar todo el trámite administrativo que significa pasar por Contraloría, ir a toma de razón, en fin -ya nos hemos preparado para ello en caso de ser necesario-, podríamos aplicar el SIPCO fortalecido a partir de mañana mismo. Ello implicaría una rebaja de 29 pesos para las gasolinas de 93 y de 97 octanos y de 15 pesos para el diésel. Y como existe un aumento de precios que ya mencioné, habría que netearlo con esta disminución del SIPCO fortalecido. En consecuencia, eso significaría una rebaja de 20 pesos por litro en el caso de la gasolina de 93 octanos; de 11 pesos en el de la de 97, y de 16 pesos en el del diésel.
Por lo tanto, de aprobarse esta iniciativa y de pasar todas las vallas administrativas entre esta noche y mañana, podríamos darles un alivio a nuestros conciudadanos.
Algunos han llamado a esto un "bono del 18". No es así. Se presentó una coyuntura especial. Pero, obviamente, en el largo plazo este proyecto permite un mayor fortalecimiento del mecanismo estabilizador. Y, además, este fin de semana podríamos otorgar aquel beneficio si la iniciativa se aprobara hoy.
La aplicación del SIPCO fortalecido significa una rebaja, en promedio, de 25 pesos por litro. Se trata de un promedio ponderado, que se obtiene a partir del supuesto de que 60 por ciento de los vehículos del país emplean gasolina y 40 por ciento diésel.
El segundo artículo es muy simple. Modifica la ley Nº 18.502 a fin de permitir que el biogás para uso vehicular sea transportado mediante gasoductos sin que se pierda la exención del impuesto específico a los combustibles que tiene hoy.
Los biogases no se usan masivamente en Chile, en parte porque su costo de transporte en camiones resulta bastante alto.
El empleo de la red de gasoductos y la mezcla con otros gases (específicamente con el gas natural licuado) generaba el problema de la pérdida total o parcial de la exención del impuesto específico a los combustibles.
La norma en comento posibilita el uso de los gasoductos para el transporte de biogases sin perder el beneficio tributario.
Debido a que todavía no se ha masificado en nuestro país la utilización de biogases, la medida en referencia significa menores ingresos estimados para un año de solo 1,6 millones de dólares.
Y el tercer artículo modifica la ley Nº 19.030, que creó el FEPP, mecanismo empleado durante los Gobiernos de la Concertación para dar estabilidad a los precios de la parafina de uso domiciliario -el kerosene-, que no se encuentra afecta al impuesto específico.
Dicho Fondo está prácticamente terminado. Es muy poco lo que le resta después de su utilización durante el último invierno. Por lo tanto, esta iniciativa le introduce 3 millones de dólares adicionales para cubrir las necesidades del período invernal de 2013.
Ese es, señor Presidente, el resumen de los tres artículos permanentes contenidos en el texto original de la ley en proyecto.
El señor PIZARRO (Presidente accidental).- Tiene la palabra el Honorable señor Novoa, en su calidad de Presidente de la Comisión de Hacienda.


El señor NOVOA.- Señor Presidente, obra en poder de Sus Señorías el certificado de la Comisión de Hacienda donde se da cuenta del rechazo en general a este proyecto de ley. Por consiguiente, no hubo allí discusión particular.
No obstante lo anterior, debo señalar que, tal como lo acaba de hacer el señor Ministro de Hacienda subrogante, en dicho órgano técnico se explicaron las distintas disposiciones que conforman esta iniciativa: las tres ya mencionadas aquí por dicho personero, más un artículo 4° que permite la elaboración de un nuevo informe con los precios de referencia al objeto de que la ley en proyecto, de ser aprobada por el Senado, surta efecto a partir de mañana, que es uno de los propósitos perseguidos.
Por haberse estudiado la iniciativa recién esta mañana, el certificado en comento no contiene las distintas exposiciones hechas en la Comisión. Pero no me cabe la menor duda de que sus integrantes explicarán a lo largo de cada intervención las razones que motivaron su aprobación o rechazo.
Señor Presidente, me interesa destacar que, si se decide aprobar la idea de legislar, la explicitación que acabamos de escuchar al señor Ministro subrogante es la misma que dimos nosotros en la Comisión.
Nada tengo que agregar al respecto, pues la explicación que recibimos sobre la forma como se va a corregir el mecanismo pertinente es exactamente igual que la que oyeron Sus Señorías.
He dicho.
El señor PIZARRO (Presidente accidental).- Tiene la palabra el Senador señor Frei.


El señor FREI (don Eduardo).- Señor Presidente, en la campaña presidencial de 2009 todos los candidatos plantearon modificar, rebajar o eliminar el impuesto específico a los combustibles. Inclusive, distintos parlamentarios, tanto de la Alianza cuanto de la Concertación, han emprendido acciones públicas, con movilizaciones, pegatinas, etcétera. Sin embargo, hasta el momento, nada se ha concretado a aquel respecto.
Lo que sí sucedió fue que en junio de 2010 venció el FEPCO y que el 13 de julio de ese mismo año el Ministro de Hacienda presentó el proyecto pertinente en la Cámara de Diputados, donde tuvo problemas, pues fue rechazado en primera instancia y hubo un largo debate. Posteriormente llegó a nuestra Comisión de Hacienda, a fines de 2010. En definitiva, fue aprobado el 12 de enero de 2011; y la ley correspondiente se publicó en el Diario Oficial el 14 de febrero de ese año.
Durante la discusión de dicha iniciativa -les consta a los integrantes de la Comisión-, en reiteradas oportunidades le señalamos al Ministro de Hacienda que, en nuestro concepto, la solución propuesta no resolvería el problema sino que lo mantendría en el tiempo y lo agravaría.
En esa oportunidad, dicho Secretario de Estado nos planteó que la resolución definitiva del asunto consistía en la contratación de un seguro internacional. Con esa explicación, se votó la iniciativa.
Como hemos sabido, transcurridos casi dos años, no ha sido posible materializar el seguro internacional, que no existe en prácticamente ninguna nación del mundo; y menos puede funcionar en un país como el nuestro, que no produce petróleo e importa todo el combustible que requiere.
El proyecto en cuestión, que se tradujo en la ley Nº 20.493, tuvo tan corta vida que el 15 de marzo de 2011 -o sea, dos meses después de que lo aprobamos y uno después de haberse promulgado la ley pertinente- llegó una nueva iniciativa, donde se establecían mecanismos para hacer funcionar el sistema.
Con posterioridad, en varias oportunidades se procuró cambiar los parámetros de cálculo -tal ocurrió la última vez; y ya lo voy a explicar-, hasta que el 15 de mayo de 2012 ingresó a la Cámara de Diputados un nuevo proyecto. El 18 de mayo la Comisión de Hacienda de esa rama legislativa rechazó esa iniciativa, que estaba con "discusión inmediata". El Gobierno quitó la urgencia, y el proyecto quedó ahí hasta el día de ayer, cuando reingresó la "discusión inmediata". Hoy arribó al Senado, con igual urgencia, con los resultados por todos conocidos.
Por consiguiente, se ha manejado insistentemente una fórmula que no ha funcionado.
En definitiva, como dijo el señor Ministro esta tarde, el Fondo se ha ocupado, en montos aproximados a los 80 millones de dólares, cuando se han cambiado los parámetros de cálculo para proceder a los ajustes del caso.
Eso ha ocurrido, señor Presidente.
El sistema -reitero- no ha funcionado completamente durante todo este período. Y el famoso seguro, de cuya inviabilidad todos éramos conscientes, desapareció de la discusión; nunca más se habló de él.
Podríamos alargar este debate. Pero, más que dar opiniones personales -las he expresado con largueza en la Comisión-, deseo puntualizar una noticia aparecida hoy en la prensa nacional.
Bajo el título "Errada señal en precio de los combustibles", después de explicarse los avances habidos con el famoso SIPCO, se dice:
"La última se aprobó ayer a requerimiento del gobierno, que la semana pasada había colocado suma urgencia para estos efectos. Dicha urgencia obedece a la inminencia del largo feriado de Fiestas Patrias, de modo de evitar un alza de los combustibles en estas festividades y beneficiar así a los automovilistas. Si el Senado aprueba hoy estas modificaciones, se hará efectiva una indicación excepcional, de modo que los nuevos parámetros puedan hacerse aplicables desde este mismo jueves, lo que, según cálculos oficiales, redundaría en una baja del impuesto y su impacto sería de unos $20 por litro.
"Es lamentable que una discusión legislativa sobre un tema altamente complejo y de variadas implicancias se haya acelerado con el propósito de lograr el rédito que reporta otorgar un aparente beneficio económico a una parte de los consumidores, desatendiendo el necesario debate técnico que un proyecto como éste requiere acerca de sus efectos más permanentes. Las modificaciones introducidas al Sipco aumentan la discrecionalidad en el precio de los combustibles, lo que resulta contradictorio con el espíritu de este instrumento, cuya puesta en práctica precisamente apuntaba a crear un mecanismo de estabilización en función de un marco técnico estricto y no susceptible de ser manejado según la coyuntura política".
Más adelante se explican las fórmulas que se han usado para calcular esa rebaja, y se expresa: "Sin embargo, las sucesivas modificaciones que se han aplicado a los parámetros de cálculo han debilitado el carácter neutral de este instrumento, lo que resulta inconveniente para efectos de la aplicación de políticas públicas estables y de largo plazo".
Con eso bastaría para explicar por qué votamos en contra de la idea de legislar.
Pero debemos añadir, señor Presidente, que en la discusión de la reforma tributaria se presentó un proyecto elaborado por CEP (encabezado por Vittorio Corbo) y CIEPLAN (todos sabemos quién es CEP: las grandes empresas del país), basado en un trabajo de dos años, con el aporte de grandes especialistas de todos los sectores, donde gran parte de la recaudación se cimentaba en un nuevo sistema de impuesto específico a los combustibles, sobre todo considerando al 69 por ciento que no lo cancela.
¿Porque quién se lleva hoy día el peso del impuesto específico, básicamente? Los automóviles, las camionetas, las pequeñas y medianas empresas, que tampoco pueden descontar. Las grandes empresas y, sobre todo, las generadoras, que están consumiendo más de 6 mil millones de dólares en petróleo que quemamos al año, no lo pagan.
Hemos discutido el proyecto con el señor Ministro de Hacienda en innumerables oportunidades. Y todos los expertos que vinieron señalaron que la situación era imposible de precisar, salvo que se manejaran cada vez los parámetros en forma absolutamente coyuntural y discrecional.
Por eso, creo que el sistema -y acaba de decirlo el titular de la Cartera, por lo demás- es un regalo de Fiestas Patrias para que la gente pase estos días. Desgraciadamente, es la verdad. A eso hemos llegado.
En unos meses más, seguramente, según la realidad de los combustibles a nivel internacional, seguiremos discutiendo la cuestión, porque no va a quedar resuelta. Así ha sido la práctica desde que se terminó el Fondo de Estabilización de los Precios de los Combustibles. Y se registrarán muchas de las inconveniencias que se presentaban, también explicadas en los documentos que tuvimos a la vista.
Estos son los motivos por los que votamos que no.
Me parece casi populista un impuesto para las Fiestas Patrias.
Al señor Ministro le expresamos hoy en la Comisión que nos parecía inadecuado que un proyecto de esta envergadura e importancia lo discutiéramos prácticamente en una sesión que no duró más de una hora -teníamos que votar, además, la otra iniciativa que acabamos de aprobar, pero mi abstención en esa materia no obsta para que afirme que en este otro caso no se ha seguido una buena manera de legislar- y que, no obstante su significado para el país, fuera preciso sacarlo antes de Fiestas Patrias. Y así lo dicen medios de comunicación que no son precisamente de los que obstruyen las políticas del Gobierno.
Como actuamos desde el primer día con responsabilidad en el debate y hemos mantenido siempre la misma postura en todos los proyectos en la Comisión de Hacienda, reitero mi voto negativo a la modificación.
El señor PIZARRO (Presidente accidental).- El Comité Independientes ha solicitado que se abra la votación.
El señor ORPIS.- Es preciso llevar a cabo tres de ellas.
El señor PIZARRO (Presidente accidental).- Si le parece a la Sala, se accederá y se mantendrán los tiempos para la intervención de los inscritos.
Acordado.
Será preciso pronunciarse en general y en particular. Estamos obligados a tratar el proyecto hasta su total despacho. Se hará una sola votación para estos efectos.
¿Habría acuerdo?
El señor NOVOA.- Es necesario votar primero la aprobación en general.
El señor PIZARRO (Presidente accidental).- En general y en particular.
El señor NOVOA.- ¿Si la iniciativa se rechaza, se rechaza...?
El señor FREI (don Eduardo).- Después viene el pronunciamiento en particular.
El señor PIZARRO (Presidente accidental).- Si media un rechazo, no hay nada más que hacer.
En votación.
--(Durante la votación).
El señor PIZARRO (Presidente accidental).- Tiene la palabra la Honorable señora Rincón.


La señora RINCÓN.- Señor Presidente, estaba revisando mi intervención al votar la vez pasada la iniciativa del SIPCO y la verdad es que podría repetirla.
Intervinimos en las Comisiones de Hacienda y de Minería y Energía, unidas. La Senadora que habla no era parte de la primera de ellas en ese momento, y junto con los Honorables señor Gómez y señora Allende pedimos que la materia se tratara en esa instancia para poder opinar. En esa oportunidad sostuvimos -y lo conversamos con los Senadores Escalona, Lagos y Frei- que el proyecto no se hacía cargo de lo que había sido, tal como lo recordaba el ex Primer Mandatario en su intervención, un tema de la campaña presidencial.
Todos recordamos cómo los Diputados de la UDI, en la discusión registrada en aquella época sobre la iniciativa del FEPCO planteada por la Presidenta Bachelet, mostraban en la Sala carteles en los que pedían que se terminara el impuesto específico a los combustibles. Desde esa fecha y hasta el día de hoy, han formulado reiteradamente la misma solicitud, incluido el período de su Gobierno. Circulan taxis colectivos y el transporte con adhesivos de la UDI en que se requiere la eliminación completa del tributo.
¿Por qué hago memoria de lo anterior? Porque solo con los votos de Renovación Nacional se pudo aprobar el cuerpo legal dictado por la Primera Mandataria.
Ha pasado el tiempo y nos enfrentamos nuevamente al debate sobre la materia. Y, tal como ocurrió cuando despachamos la que hoy día se conoce como ley Nº 20.493, nos encontramos otra vez en un escenario en que vamos a legislar, pero la situación no cambiará, salvo la "foto" de estos días con la rebaja de 20 pesos. Los precios de los combustibles van a seguir subiendo.
Cuando empezamos la discusión, en abril del año 2010, la gasolina de 93 octanos estaba en 630 pesos. Hoy día, la realidad es que el valor en algunas Regiones llega a alrededor de 900, pese a las leyes que hemos dictado.
Lo dijimos entonces, lo reiteramos cuando se hizo la corrección de la normativa -consistió en adelantar el plazo de vigencia, nada más- y lo sostenemos hoy día: los precios de los combustibles van a seguir subiendo.
Y, claro, algunos podrán concluir que ello no importa, porque les afecta a los que tienen un vehículo y, por lo tanto, cuentan con un mayor poder adquisitivo.
El problema, señor Presidente, es que la situación no solo repercute en ellos, sino también en la clase media, en los más pobres, en el costo del transporte público y en el precio de los alimentos.
Ahora solo estamos cambiando -y lo explicaba muy bien el señor Subsecretario- los parámetros, esto es, el número de semanas que se utiliza en el cálculo: de un mínimo de ocho pasamos a cuatro, y de un máximo de 30, a 52. Y, además, estamos reduciendo el límite de la banda del precio de un 12,5 por ciento a un 10.
Al revisarse el debate sobre la modificación que dio origen a la ley, puede comprobarse que preguntamos por qué no se prorrogaba el cuerpo legal de la Presidenta Bachelet hasta que contáramos con un sistema que garantizase una respuesta efectiva a la promesa de las campañas y la reclamación de la ciudadanía.
Consultamos por qué no reducir el límite. El de la Presidenta Bachelet, si todos lo recuerdan, fue de un 5. Nos respondieron que no; que se había hecho el cálculo; que era lo que correspondía. ¿Y sabe, señor Presidente? Con el tiempo, están dándonos la razón.
Vamos a conocer, probablemente en un tiempo más, un proyecto de ley que rebajará del 10 por ciento al 8. ¿Por qué? Porque los precios siguen subiendo en el mercado internacional. La fórmula del cálculo del impuesto y el Fondo no son adecuados y no dan respuesta a un problema que enfrentamos en el país y que en el pasado se instaló como una demanda de la ciudadanía y de quienes integraban el Congreso. Hoy día, si revisamos la historia, la situación se ha hecho cargo de reducir el impuesto específico de los combustibles en un punto, desde la época del Gobierno de la Presidenta Bachelet: de 4,5 a 3,5 UTM.
¿Qué quiero señalar con ello? Que nos encontramos ante un asunto que no abordamos en el fondo. Que, si en este momento lo estamos tratando con "discusión inmediata" -porque el proyecto entró el 11 de mayo a la Cámara de Diputados y hasta hace muy poco no se le había repuesto la urgencia-, ello obedece a que hace menos de cuatro semanas se habían alterado los parámetros y, por lo tanto, se había intervenido para que no tuviera lugar el alza, pero, con la normativa vigente, no podían hacerlo también para las Fiestas Patrias, pues no habrían estado dentro del término de ocho semanas.
¡Esa es la verdad!
En efecto, señor Presidente, los plazos no dan, porque ya se intervino una vez -repito- y no se cuenta con el rango mínimo establecido por la ley.
¿Y por qué no se actuó antes y no se apuró la urgencia? ¡Porque todavía no llegaban las Fiestas Patrias! ¡La materia se podría haber discutido antes, no a última hora!
Pero no nos encontramos abocados a la discusión de fondo. ¿Por qué? Porque vamos a bajar los precios hoy día, mas seguirá registrándose el alza de los precios internacionales, de modo que nuevamente tendrá lugar el mismo debate en el futuro. Y van a presentar otra vez una iniciativa que será un parche y no atenderá el problema verdadero.
Señor Presidente, estimados colegas, insistimos en que este no es un buen proyecto. El texto solo adecua parámetros, pero no se hace cargo de una cuestión de fondo, cual es que los precios internacionales nos "pegan".
El seguro establecido en el primer proyecto del Gobierno aún no se conoce como mecanismo. De acuerdo con lo sostenido por la autoridad en las Comisiones de Hacienda de la Cámara de Diputados y del Senado, se sigue estudiando el sistema. Nos acaban de señalar que ya estaba analizada la parte técnica y que falta la decisión política para traer el asunto a la discusión en el Congreso.
Improvisación, legislación apurada, falta de antecedentes técnicos, es lo que tenemos en la enmienda que nos ocupa.
La ciudadanía espera, después de que aprobemos la iniciativa, que los precios de los combustibles bajen. Solo vamos a evitar un alza, pero seguirán subiendo en el futuro. A ello no le damos respuesta con la modificación, y la gente tendrá que seguir aguardando, hasta que el Gobierno actual o el próximo se aboquen al debate de fondo, lo cual haría posible enfrentar, obviamente, un escenario más favorable para los chilenos.
Por estas razones, y teniendo claro que hay un acuerdo entre nosotros para permitir que se apruebe el proyecto, mantengo mi votación en la Comisión de Hacienda.
El señor PIZARRO (Presidente accidental).- Tiene la palabra el Senador señor Prokurica.


El señor PROKURICA.- Señor Presidente, estoy convencido de que el impuesto específico que nos ocupa afecta en mayor medida a la clase media y a los grupos más vulnerables.
Taxistas, colectiveros, micreros, viven con el problema del precio de los combustibles. En el caso de los dos primeros sectores, es un factor que representa casi el 40 por ciento de sus costos.
Desde 2005 he estado pidiendo a los Gobiernos de turno un cambio en la carga tributaria y algún mecanismo que genere una fórmula que no siga golpeando a la clase media en un aspecto extraordinariamente injusto. No solo resulta afectada la gente del transporte, sino también, en un país tan largo como el nuestro, donde todas las mercaderías hay que llevarlas de un lugar a otro, los más modestos, al subir el valor de los comestibles.
Ahora, en junio de 2006, presentamos con otros parlamentarios un proyecto de acuerdo -recuerdo que mi Honorable colega Orpis fue uno de sus autores- a fin de pedirle al Gobierno de la época que contemplara un sistema para que el impuesto específico disminuyera cuando el precio internacional aumentase.
Ha habido otras ideas sobre el particular en la Alianza y en parlamentarios de la Concertación.
La verdad es que no me importa cuál sea el medio que se utilice, con tal de que se logre el objetivo que se persigue -aun cuando sea por un tiempo, como se ha planteado aquí, y por uno o dos años- y se eviten los efectos en trabajadores para quienes los combustibles son indispensables.
He escuchado con mucha atención a algunos señores Senadores que han criticado la propuesta del Ejecutivo porque, supuestamente, resolvería una situación de una semana o un mes. En realidad, los únicos que no pueden reclamar son justamente ellos, porque estuvieron 20 años en el Gobierno y jamás escucharon el llamado que les hicimos. ¡Jamás!
Más aún, nunca quisieron modificar un mecanismo que se prestó para muchos abusos. Justo unos meses antes de la elección del Presidente Lagos, el Gobierno de la época gastó más de 50 millones de dólares. No sé si era un aguinaldo para el 18 de septiembre -los comicios son después-, o un parche, o una intervención electoral. No sé el nombre que quieran darle.
Si la medida en estudio constituye un alivio para quienes tienen que pagar día a día el valor de los combustibles, que sube y sube, creo que es buena.
Quiero apoyar el proyecto del Gobierno, porque, más allá de si la fórmula que se plantea es correcta o no, resulta que, en la práctica, algunas bencinas bajarán 20 pesos y otras 11, y que también lo hará el diésel. Y eso es lo que le importa a la gente.
Siempre estoy abierto a la aprobación de mecanismos de largo plazo, más estables, al igual que a la incorporación de algunas ideas, como la planteada por el mensaje, en el sentido de incorporar el uso del gas en los automóviles. Se han registrado nuevos descubrimientos tecnológicos en los Estados Unidos y en otros países desarrollados, y el shale gas implica un aumento enorme de este combustible en el mundo, elemento que resulta menos contaminante y más barato. De 18 dólares el millón de BTU del producto que llega hoy día a nuestros puertos se ha pasado a 2,5 en Estados Unidos. Quizás no vamos a llegar a esta última cifra, pero se registrará una disminución considerable en el valor.
Por lo tanto, me parece bien que el Gobierno contribuya para que taxistas, colectiveros y personas para las cuales el transporte es una actividad principal en su economía puedan emigrar a combustibles de menor costo, de los cuales existen reservas para bastante tiempo, y que significan un alivio para sus golpeadas economías.
He dicho.
El señor PIZARRO (Presidente accidental).- Tiene la palabra el Honorable señor Lagos.


El señor LAGOS.- Señor Presidente, hago mías las expresiones de los Senadores señor Frei y señora Rincón y buena parte de la intervención que acabamos de escuchar.
Por una parte, se ha puesto el acento en si el proyecto resuelve o no las cuestiones concretas que se plantean. Por la otra, entiendo que el Honorable señor Prokurica ha apuntado, básicamente, a la búsqueda de una solución mirando el mañana, sobre la base de que con el petróleo seguiremos castigando a la clase media y de que se puede encontrar por el lado de la tecnología, tal vez, algo que permita aliviar a los sectores más afectados.
En lo formal, el asunto que nos ocupa pasa a ser recurrente en el Gobierno: se trata del tercer proyecto que envía, en menos de tres años, sobre la misma materia. Las soluciones no han funcionado.
En el mismo orden de cosas, también se observa una cierta displicencia. La iniciativa original ingresó a la Cámara de Diputados el 11 de mayo recién pasado, con "discusión inmediata". Luego de ser rechazada por la Comisión de Hacienda, el Gobierno, mágicamente, retiró la urgencia.
Han pasado el 18 de mayo, el 18 de junio, el 18 de julio, el 18 de agosto y ya vamos para el 18 de septiembre: durante cuatro meses, el proyecto estuvo botado. ¡Esa es la firme! Y se le asigna "discusión inmediata" para que la Comisión de Hacienda resuelva el asunto en una sesión de una hora y cuarto, en circunstancias de que además estamos atorados con el de las primarias, que también tiene urgencia.
Creo que es la clásica impericia que hemos observado en algunas áreas. En otras funciona muy bien, mas no en esta.
Pero el asunto de fondo es otro: no se quiere discutir cómo resolver la situación en términos más estructurales.
Entonces, sobre la base de la propuesta, y como bien lo expresó el Senador señor Prokurica y lo explicó el Ministro subrogante señor Dittborn, puede que la bencina, eventualmente, baje en 20 pesos para las Fiestas Patrias.
Para ser franco, ello lo encuentro un poco populista.
Ahora, no por esa medida el Gobierno se hará popular. Su ganancia derivaría de nuestro rechazo, porque se podría decir que la Oposición habría impedido la medida.
Nadie va a leer que la Administración actual hizo algo para que el combustible resultara más barato. ¿Saben Sus Señorías por qué? Porque se encarecerá nuevamente en siete semanas más, esto es, para Navidad. Y cuando la gente esté hasta aquí comprando regalos, más encima enfrentará un alza de 25 pesos.
Lo que no puede hacer el proyecto, como tampoco el del Gobierno anterior, es impedir que el porcentaje en que suben los combustibles en el mercado internacional se traslade a los consumidores chilenos, porque no estamos desacoplados de la economía mundial.
En consecuencia, el efecto de estas iniciativas legales no es bajar el valor, sino postergar y graduar en el tiempo el traspaso de las alzas o las disminuciones de precio de esos productos a los consumidores.
Eso es lo que hace este proyecto. No baja los precios.
Entonces, ¡primero hablemos con claridad!
En la Comisión de Hacienda le propusimos al Gobierno que retirara la urgencia de la iniciativa y que tratáramos de discutir una fórmula que se hiciera cargo del problema, porque dependemos de la economía externa y del precio del petróleo internacional en el consumo de combustibles, sobre todo diésel.
Dijo que no. ¿Saben por qué? Porque, si no es posible desacoplarse de la economía mundial, ¿cómo se hace para reducir los costos?
Me gustó lo que dijo el Senador Prokurica: taxistas, clase media. ¿Cómo lo hacemos? Él plantea un mecanismo: transitemos en el mediano plazo hacia un sistema en el que el consumo no descanse en el petróleo, sino en otro tipo de energía, que sea más barata y menos contaminante.
Esa es una fórmula. No obstante, toma tiempo.
Pero hay otro mecanismo que se podría aplicar en Chile.
El impuesto específico a los combustibles es un nombre tan engañoso. En verdad, se trata de un gravamen para los particulares que tienen auto a gasolina. ¡Esa es la verdad!
Primero, los grandes transportistas cuentan con un sistema de reintegro, de subsidio, que los protege. Ello es correcto en parte.
Segundo, hay un vasto sector que no paga el impuesto específico a los combustibles: la industria, la minería, el rubro eléctrico, etcétera. ¡Es un vastísimo sector!
Por lo tanto, señor Presidente, los que terminan cancelando dicho tributo son los que tienen un auto a bencina.
Entonces, una fórmula -sin desacoplarse del mundo, porque es imposible- que podría aliviar en parte a los que "están hasta acá" por pagar una bencina cara sería que ese costo se distribuyera entre los actores económicos que hoy no pagan. ¡No pagan!
En nuestra propuesta de reforma tributaria, la de la Oposición, planteamos que eso era...
El señor GÓMEZ.- ¡Se le acabó la bencina, señor Senador...!
El señor LAGOS.- ¡Buena esa...!
El señor PIZARRO (Presidente accidental).- Le daré tiempo adicional, señor Senador, para que concluya.
El señor LAGOS.- Gracias, señor Presidente.
En el fondo, lo que deseo expresar es que hay un sector importante de la economía que usa diésel y que está exento de pagar gravamen por ello: líneas áreas, empresas navieras, minería, sector energético, industrias.
¡Ahí sí que le estamos cargando la mano a la clase media!
En cambio, la gran industria no paga tributo por ese concepto.
Y yo me pregunto: ¿por qué entonces no le ponemos algo de impuesto? Sé que eso puede encarecer el proceso final. Pero veámoslo. Tal vez también contribuya.
¿Y cuál es el criterio que se aplica? No es por contaminación. Si así fuera, el diésel tendría que ser mucho más caro que la bencina, pues contamina más. Es el mundo al revés: el diésel es más barato y la bencina, que contamina menos, más cara. ¿Y quiénes la pagan? Los que usan auto particular; sin embargo, los otros, que generan más renta, están exentos.
Por lo tanto, el asunto está completamente mal enfocado.
Frente a eso, se le plantea al Gobierno, que tiene la oportunidad de cambiar las cosas, que no siga tratando de parchar esto solo para que haya una buena noticia -entre comillas- mañana. Además, se requerirá una técnica legislativa "especial", una "gimnasia" de interpretación legal con la Contraloría para que esta normativa entre en vigor mañana jueves.
Pero, bueno, eso no importa. El tema de fondo es otro.
¿Por qué no nos sentamos a conversar sobre una propuesta que aplique impuesto a quienes ahora están exentos de él, basándose en el criterio de gravar los combustibles contaminantes? Porque -insisto- el diésel contamina más que la bencina.
Bajémosles el tributo a los que utilizan gasolina: de 6 a 4 UTM.
Establezcamos un impuesto, por ejemplo, sobre la base de la cilindrada de los vehículos: los dueños de automóviles de hasta 2.000 centímetros cúbicos que paguen tanto; los de entre 2.000 y 3.000 que cancelen otra suma, y los de más de 3.000 que paguen un gravamen mayor, pues consumen más. Tal medida, tal vez, es un poco más progresiva que el sistema que rige.
Señor Presidente, si la situación internacional sigue como va y si los problemas en el Medio Oriente se complican, vamos a tener que hacer un nuevo cambio. Habrá entonces que ampliar el plazo. ¿A cuánto? ¿A 800 semanas...? ¡Así nos va a pillar el cambio de Gobierno...!
Propuse al Subsecretario que considerara todo esto. Pero dijo que no...
¡Ah, se me acabó el tiempo! ¡Me cansé...!
El señor PIZARRO (Presidente accidental).- Pero no reaccione así, Senador...
El señor LAGOS.- La idea es que el impuesto se aplique a todos.
El señor PIZARRO (Presidente accidental).- Exactamente. Le encuentro toda la razón.
Tiene la palabra el Honorable señor Kuschel.


El señor KUSCHEL.- Señor Presidente, solo deseo expresar mi voto favorable a este proyecto.
Yo represento a una Región del sur de Chile, la Décima, que se encuentra más o menos a mil kilómetros de Santiago. Y para llegar allá hay que pasar por once peajes.
Por lo tanto, para nosotros es muy importante que se reduzca el impuesto a los combustibles y, en lo posible, que bajen los precios de un insumo fundamental.
Efectivamente, hace cuatro meses el Gobierno presentó esta iniciativa a tramitación en la Cámara de Diputados. Fue rechazada en la Comisión de Hacienda. Su debate tuvo una serie de altibajos. Y, como recordarán los señores parlamentarios, durante ese tiempo hemos estado enfrascados también en la discusión de otros proyectos.
Hago presente que por estos días se inicia el otoño -más adelante, el invierno- en el hemisferio norte. Ahí se genera el mayor consumo de petróleo y bencina, que son los productos que nos preocupan.
Es un buen momento para aprobar esta iniciativa legal, que será un paliativo para la gente. Los precios internacionales de los combustibles no dejarán de subir, ya que el petróleo existe en cantidades finitas. Y en Chile, por lo menos, está aumentando en forma considerable el parque automotriz.
Por eso, creo que debemos aprobar este proyecto y preocuparnos de diseñar una ley que nos permita aliviar la carga tributaria en esta materia. Se trata de una situación inescapable para nuestro país y para el hemisferio sur de América. A mi juicio, son pocas las posibilidades de solución que tenemos.
Aquí no hay un aprovechamiento político. Esta iniciativa se presentó en forma oportuna y fue rechazada, lamentablemente, en la Comisión de Hacienda. Ahora solo nos queda votar.
Gracias.
El señor PIZARRO (Presidente accidental).- Tiene la palabra el Senador señor Orpis.


El señor ORPIS.- Señor Presidente, Honorable Senado, hemos tenido ocho alzas consecutivas en el precio de la bencina. Prácticamente se hacía irresistible no abordar la situación.
Dicho eso, me parece muy importante dar claridad respecto de la materia en análisis.
Se busca suavizar los precios de tendencia, reduciendo el ancho de banda desde el momento en que se gatilla el procedimiento. Pero esto no significa que se elimine la tendencia, la cual apunta hacia un alza en el valor de los combustibles. Y eso es inevitable.
Hace tres, cuatro o cinco años, a principios de la década, costaba 30 dólares el barril de petróleo; ahora se halla en 90, 95. Y seguirá subiendo porque se está acabando el crudo. Y eso es inevitable.
Por lo tanto, lo que estamos haciendo con este proyecto es intentar reducir los impactos de esa tendencia. En todo caso, con lo propuesto Chile no se está alejando de ella, la cual seguirá al alza.
Si queremos rebajar el precio de los combustibles, no existe otra opción que reducir el impuesto. Y esa decisión la tendremos que abordar en algún minuto. Pero disminuir tal tributo tampoco es fácil ni expedito. Si lo hubiera sido, se habría hecho con mucha anterioridad.
Todos sabemos que el gravamen a las gasolinas tiene un efecto tremendamente importante en la recaudación.
En consecuencia, cuando se aborde el tema tributario, será necesario abocarse a fondo al estudio del impuesto a los combustibles.
No por eso esta iniciativa deja de tener relevancia, porque los impactos son demasiado altos en materia de tendencia. Al reducirse la banda, se le da al Estado más herramientas para que los efectos del alza no lleguen tan fuertemente a la población.
Sin embargo, más temprano que tarde, deberemos analizar lo relativo al impuesto en general aplicable a los combustibles sobre la base de las distintas ideas que se han planteado.
Sin perjuicio de eso, le pido al Ejecutivo que atienda a un proyecto de acuerdo que presentamos de manera transversal y que tiene directa relación con este tema.
La ENAP es el principal importador de petróleo y solo puede adquirir el crudo con arancel cero si lo compra a países con los cuales existe un tratado de libre comercio, que no son muchos.
Por lo tanto, resulta fundamental -habría sido muy importante, como ocurrió con el tema de los gasoductos, que se hubiera considerado este asunto en su minuto, pero no se incorporó por problemas de tiempo- establecer el arancel cero a las importaciones de petróleo. Ello mejorará la capacidad de negociación de la ENAP, lo cual, al final, incide en los precios que esta termina pagando por el crudo.
El proyecto de acuerdo mencionado, señor Presidente, cuenta con un respaldo absolutamente transversal. Aprovecho de reiterárselo al Ministro de Hacienda subrogante. Se pide que el Gobierno envíe una iniciativa legal a la brevedad, a efectos de fijar dicho arancel cero, lo que optimizará la capacidad negociadora de la ENAP. Y eso se traduce en un impacto positivo respecto del precio de los combustibles.
Por las razones expuestas, voto favorablemente.
El señor PIZARRO (Presidente accidental).- Tiene la palabra el Senador señor Gómez.
El señor ESPINA.- ¡Nos rendimos...!


El señor GÓMEZ.- Señor Presidente, si hay un tema que está metido en la cabeza de la gente, es el impuesto específico a los combustibles y la situación que se vive frente a las alzas de la bencina.
Desgraciadamente, por mucho tiempo no se ha tomado la decisión de legislar en serio sobre la materia. Como dijo el Senador Lagos, este proyecto fue presentado el 18 de mayo pasado y recién ahora, dada la proximidad de las Fiestas Patrias, el Gobierno le pone urgencia, con la intención de bajar 20 o 25 pesos el precio del litro de bencina, con lo cual, probablemente, obtendrá un impacto político favorable.
Sin embargo, tal medida es de corto plazo. Aquí no hay una mirada un poquito más extensa del problema.
Veamos cómo se compone el valor de la bencina con un precio de 800 pesos el litro: 58,5 por ciento corresponde al costo de refinería; 5,5 por ciento pertenece al margen (alrededor de 43 pesos); 25 por ciento es el impuesto específico (200 pesos), y 11 por ciento equivale al IVA (aproximadamente 86 pesos).
El valor real de la refinería de este combustible es de 468 pesos. O sea, casi la mitad corresponde a impuesto.
Entonces, es indudable que debemos abordar este asunto de una manera distinta y no solo buscar rebajas parciales o adoptar mecanismos que, de una u otra forma, únicamente resuelven problemas inmediatos.
Algunos sostienen que disminuir este tributo favorecería solamente a quienes tienen más recursos y no a los que tienen menos. Ahí hay una discusión.
Pero sí está claro que una cantidad importante de industrias no paga impuestos por combustible: las líneas aéreas, las termoeléctricas, las mineras.
Por lo tanto, si uno estuviera en condiciones de hacer una política seria sobre el particular, lo más conveniente sería establecer un criterio impositivo que rebajara el valor de la bencina. Y si estamos preocupados de la contaminación y de otros elementos, existen otras formas de enfrentar la situación.
Hoy día podríamos enfrascarnos en la discusión de si esta iniciativa legal es coyuntural o no, pero eso a la gente, al final, no le interesa. Porque lo más factible es que el precio de la bencina baje ahora y pronto, dentro de un par de semanas o en un mes más, vuelva a subir.
Entonces, le pido al Gobierno que abordemos este tema con seriedad, en el sentido de buscar fórmulas que nos permitan resolver un problema que afecta a gran parte de la población. La clase media es la que más se ve afectada por el alza en el precio de los combustibles, de la mercadería, de la locomoción y de muchas otras cosas, todo lo cual es posible enfrentarlo de manera distinta.
Resulta difícil, por supuesto, decir: "Vamos a votar en contra del proyecto", porque finalmente favorece a una parte importante de los chilenos.
No obstante, solicito al Ejecutivo que dialoguemos y busquemos la forma de abordar en serio lo relativo al impuesto específico. Debemos hallar una fórmula mediante la cual las empresas grandes que hoy día están exentas de impuesto en esta materia tengan que pagarlo. Con eso podremos compensar a la otra parte del país que no goza de esa posibilidad.
Si tal asunto se analiza con seriedad, estoy seguro de que contará con los votos unánimes del Parlamento, porque beneficiará a la mayoría de los chilenos.
La vez anterior, señor Presidente, solo siete Senadores votamos en contra. En esta oportunidad nos vamos a abstener, por supuesto, con la idea de que el proyecto se apruebe. Y le pedimos nuevamente al Gobierno que busque una solución permanente -no solo coyuntural- para esta situación.
El señor PIZARRO (Presidente accidental).- Tiene la palabra el Senador señor Girardi.


El señor GIRARDI.- Señor Presidente, el problema de este proyecto es que, lamentablemente, además de coyuntural, resulta totalmente intrascendente -ni siquiera, simbólico-, por cuanto su impacto sobre el precio de los combustibles será muy poco notorio: se lo van a comer las gasolineras y las personas no verán grandes diferencias en lo que pagan.
Pienso que esta medida se halla demasiado vinculada a un interés político. Va a generar una falsa expectativa en la ciudadanía, haciéndole creer que se mejorará un problema que en realidad no se va a mejorar.
Por lo tanto, vamos a quedar todos cuestionados.
El Gobierno se verá afectado porque nuevamente aparecerá presentando un proyecto que más bien es pirotecnia y que está lleno de letra chica. Se le dice a la gente que bajará el precio de los combustibles, lo que no es tan así, porque dicha disminución casi no se notará y, además, porque el valor del crudo, como ya se indicó en la Sala, seguirá subiendo.
Por lo tanto, el beneficio propuesto no será percibido claramente como una medida dentro de una política que apunte a colaborar con los sectores de ingresos medios más pobres que se ven afectados por tales alzas.
Tampoco se aprecia una estrategia más de fondo. Al contrario, hay improvisación, hay falta de visión estratégica.
Entonces, como manifestó el Senador Orpis, uno debiera pensar en el contexto: en poco tiempo más vamos a llegar a un precio del petróleo de 200 dólares el barril por un problema de exceso de demanda y de escasez de oferta. Se están consumiendo 3,5 barriles por cada unidad que se descubre.
Todos los expertos señalan que quedan petróleo y combustibles fósiles para cerca de 20 años más. Por tanto, la humanidad vivirá un cambio de modelo energético, un cambio civilizatorio, considerando que somos una sociedad construida, levantada y cimentada sobre el petróleo, desde los combustibles, la globalización, el acortamiento de los tiempos y los espacios hasta la comida, el vestuario, los plaguicidas, los fertilizantes.
Y todo eso se va a acabar.
Entonces, ¿cuáles son las medidas que debiéramos empezar a prever?
Algo que no tenemos: una política energética. De aquí a diez años más, el incentivo a nivel mundial es que los autos sean eléctricos. Chile cuenta con un inmenso potencial eléctrico, pero totalmente desaprovechado por falta de visión.
Se insiste acá en carreteras eléctricas que van a ser monumentos a la aberración, al absurdo, que harán más frágil todavía el sistema, cuando la política mundial avanza hacia la generación y distribución inteligentes. Bien lo sabe el Senador Prokurica, quien ha estudiado estos temas.
En Chile se insiste en un sistema centralizado vertical, altamente vulnerable, que solo está hecho para favorecer los intereses de una empresa nacional muy poderosa llamada "HidroAysén", en circunstancias de que en todas partes del mundo se apunta a sistemas deslocalizados, a ramales transversales capaces de recolectar energías verdes o renovables, en lo que Chile tiene un inmenso potencial.
Pero para eso hay que tener visión; para eso hay que hacer apuestas de futuro. Y nosotros no solo estamos apostando al pasado, sino que, además, adoptamos políticas simbólicas que no llevan a ninguna parte.
En el corto plazo hay dos caminos: o bajamos de una vez por todas, como lo han planteado incluso sectores de Gobierno, el impuesto a los combustibles como una medida de transición -no habrá otro camino pues la bencina seguirá subiendo-, o aplicamos una medida más equitativa -la primera es un tanto regresiva-, como es hacer que los poderosos de este país, que están exentos de dicho gravamen, lo paguen. Porque los que lo hacen son los sectores de ingresos medios, fundamentalmente, y algunos de ingresos altos, que emplean sus propios vehículos, y la gran mayoría de las personas de menores recursos, que los usan para trabajar. En las zonas extremas, en particular, esto repercute en los precios de los alimentos y en la calidad de vida. En cambio, las grandes mineras, las grandes forestales, las grandes portuarias, los poderosos, los que tienen recursos no pagan impuestos; se les devuelven. Y eso es totalmente inequitativo. Lo que debiéramos hacer es prorratearlos, lo que alivianaría el peso que llevan sobre sus espaldas quienes sí tributan.
En el corto plazo, hay que tomar medidas de fondo. Lo que Chile necesita es una política energética, que sigue abandonada. Continuamos siendo rehenes de decisiones que se toman en las oficinas de las empresas. La cuestión más importante para cualquier sociedad es definir una estrategia nacional de energía. El país no la tiene. Abdica y renuncia a ella para entregarla a los privados.
Ese es el problema que nos va a pesar a futuro.
El señor LABBÉ (Secretario General).- ¿Algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor PIZARRO (Presidente accidental).- Terminada la votación.
--Se aprueba en general y en particular el proyecto (13 votos contra 2, 7 abstenciones y 1 pareo), y queda despachado en este trámite.
Votaron por la afirmativa las señoras Pérez (doña Lily) y Von Baer y los señores Chahuán, Coloma, Espina, Horvath, Kuschel, Larraín (don Carlos), Novoa, Orpis, Pérez Varela, Prokurica y Uriarte.
Votaron por la negativa la señora Rincón y el señor Frei (don Eduardo).
Se abstuvieron los señores Girardi, Gómez, Lagos, Muñoz Aburto, Pizarro, Quintana y Sabag.
No votó, por estar pareado, el señor Larraín (don Hernán).
El señor PIZARRO (Presidente accidental).- Habiéndose cumplido su objetivo, se levanta la sesión.
--Se levantó a las 19:56.
Manuel Ocaña Vergara,
Jefe de la Redacción