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PERFECCIONAMIENTO DE LEGISLACIÓN TRIBUTARIA Y FINANCIAMIENTO DE REFORMA EDUCACIONAL


La señora RINCÓN.- Señor Presidente, sin lugar a dudas, 2011 será recordado como el año en que los estudiantes nos hicieron reaccionar frente a la discriminación que sufre la inmensa mayoría de los chilenos. Lo digo así porque, cuando revisamos el asunto educacional, lo que se halla detrás de este, indudablemente, es la diferencia que afecta a los jóvenes y que enfrentan, con mayor dureza, los de Regiones.
Eso se podría extender a otros ámbitos. También sería posible hacer referencia a la salud, a la infraestructura, en fin, a lo que viven, en el día a día, hombres y mujeres.
Y podríamos dar muchos ejemplos.
En Linares, comuna que represento, solo en 2016 vamos a poder contar con una infraestructura hospitalaria de calidad. La realidad de quienes se enferman y requieren asistencia en salud es claramente indigna y discriminatoria, en verdad, en comparación con los recursos existentes en otras partes y en la Capital.
Como hija de una Región, como mujer, como representante de una circunscripción en el Senado, y considerándome por completo privilegiada ante lo que la vida me ha permitido hacer, me siento totalmente en sintonía con lo que reclaman y exigen los estudiantes y sus familias.
Estimo, además, con convicción, que la educación es el camino para lograr justicia social. Y no solo para dicho sector, sino también para otros que ya he nombrado, requerimos una reforma tributaria, profunda y estructural, que se haga cargo de los enormes cambios y desafíos en nuestro país y que, obviamente, demandan un mayor esfuerzo de quienes más tienen.
Cuando analizamos en la Comisión, con nuestros colegas, el perfeccionamiento tributario para la educación propuesto por el Gobierno del Presidente Sebastián Piñera, concluimos que era insuficiente.
Además, cuando revisamos técnicamente las alzas, las rebajas y los beneficios que se contemplaban, llegamos a la conclusión de que, en muchos casos, las medidas planteadas podían devenir inútiles y de que no había convicción de parte del propio Ejecutivo en cuanto a la cantidad de recursos requeridos para acometer este desafío.
Recién escuchamos al Ministro de Hacienda explicando la última oferta del Gobierno para conseguir la aprobación de este proyecto: la creación de un fondo para la educación, de 4 mil millones de dólares, constituido por la Partida Tesoro Público y el FEES.
Lo cierto es que no hay certeza respecto de ese fondo en cuanto a cómo se va a manejar, de qué forma se va a utilizar, a quiénes va a estar destinado, en fin.
Ahora, es cierto que necesitamos recursos y una reforma tributaria de verdad para terminar con las diferencias o las discriminaciones en el sistema de salud; una reforma necesaria para un Estado moderno que aporte recursos suficientes para trabajar, por ejemplo, en ciencia y tecnología, en fin.
Me parece que si queremos lograr el desarrollo de nuestro país, y no solo su crecimiento económico, debemos llevar a cabo una reforma de verdad.
En las provincias, los niños y las niñas enfrentan una situación discriminatoria que los marca desde la cuna. No cuentan con un sinnúmero de elementos que les permitirían entrar a competir en Chile, país que se presenta ante el mundo como exitoso, en condiciones de igualdad.
Si queríamos aprovechar el escenario fijado por los estudiantes en el debate nacional, era necesario tener audacia y coraje para enfrentar esta discusión.
Es cierto que se requieren con urgencia y "a la vena" fondos para sacar adelante nuestros desafíos como país. Pero no resulta factible, en un debate como el que realizamos durante estos días, dar un salto cualitativo que permita lograr mayor equidad y mejores oportunidades para todos.
Señor Presidente, estimo que nos farreamos una oportunidad importante, porque existía un ambiente a nivel nacional que habría hecho entender a todas y a todos que quienes tenían más debían realizar un esfuerzo mayor.
En el escenario en que nos encontrábamos, había consenso en la ciudadanía en la necesidad de esta reforma tributaria, así como también en la de introducir un cambio a nuestro sistema político. Lamentablemente, ninguna de las dos enmiendas, entre otras necesarias para mejorar nuestro modelo económico y político, parece haber sido el camino elegido por la institucionalidad democrática del país.
Creo que el Presidente dejó pasar una oportunidad histórica para generar una gran reforma tributaria. En cambio, envió al Congreso un proyecto de perfeccionamiento tributario absolutamente insuficiente, casi inútil. ¿Por qué? Porque, según los expertos, la educación demandaba una inversión de 4 mil 500 millones de dólares; porque se insiste en dar beneficios a los más ricos y no se entregan, al revés de lo que se pretende sostener, beneficios a la clase media (uno podría exhibir la tabla que usted mismo, señor Presidente, entregó al Ministro de Hacienda, en la cual se da cuenta de aquello), y porque no se están recaudando recursos para la educación. Afirmar lo contrario es, de verdad, irresponsable y engañoso.
Un Chile con menos desigualdad y abusos solo es posible con una carga tributaria superior en virtud de la cual los más ricos paguen más impuestos. Porque, para construir un país en que las oportunidades lleguen efectivamente a todos, se necesita recaudar por sobre los 14 mil millones de dólares.
Al respecto, tenemos un problema, porque durante los últimos 22 años solo hemos llevado a cabo reformas que hemos ido consensuando con pequeños avances. ¿Chile se ha transformado? Sí, pero no a la velocidad requerida para que el éxito les llegue a todos.
Las razones de por qué en el pasado efectuamos reformas que otorgaron beneficios tributarios se entienden en el contexto de un país que era distinto: contaba con un tercio del PIB per cápita actual; la tasa de impuesto a las personas se hallaba por sobre la de los países de la OCDE, y resultaba necesario hacer mayores esfuerzos.
En tal sentido, señor Presidente, por más que le dimos vueltas en la Comisión junto con los colegas con los que analizamos este proyecto, creemos que no podemos mentirle al país: esta es una iniciativa -termino, señor Presidente- claramente insuficiente; que no recauda los fondos que pretende recaudar; que beneficia a quienes no lo necesitan, y que no satisface lo que el país demanda.
Gracias.