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REAJUSTE DE MONTO DE INGRESO MÍNIMO MENSUAL. VETO


La señora RINCÓN.- Señor Presidente, hoy día, al comentar un peluquero la aprobación de la Ley de Pesca decía a un cliente: "Las cosas no van a cambiar nunca".
Cuando terminemos de tramitar el proyecto en análisis, creo que ese peluquero va a repetir probablemente, con más desazón y fuerza, esa misma frase.
Y creo que la discusión que encierra el famoso guarismo es mucho más profunda.
Cuando el ex Presidente Frei hacía un juicio político respecto de que este era un Gobierno mezquino, miserable e indigno, hoy día nosotros, después de escuchar al colega señor Lagos -que me interpreta plenamente-, podríamos agregar que además no cumple su palabra.
Solo podemos ratificar lo dicho por el Senador señor Frei: es indigno, porque este aumento no cubre ni siquiera el 10 por ciento del alza de los alimentos; es miserable, porque, como hemos escuchado al Honorable señor Gómez, no es sensible frente a las necesidades de miles de familias, y es mezquino, porque claramente el país puede más.
Cuando uno escucha al Presidente de la República hablar del crecimiento del país; cuando se refiere al pleno empleo o al desempleo más bajo de los últimos 12 años -lo que es cierto-; cuando uno revisa los indicadores económicos, claramente tiene que llegar a la conclusión de que el país no solo puede más, sino que debe hacer más.
Señor Presidente, hoy día leíamos una declaración del Vicepresidente de Renovación Nacional, señor Ossandón, donde decía que el veto presidencial significaba ganar este partido por secretaría.
Es lamentable que así sea, porque podríamos haber efectuado una tremenda discusión en cuanto al fondo del tema que nos convoca, cual es la desigualdad, y además haber consensuado la propuesta.
Cuando uno revisa la historia y ve cómo se construyeron mayores reajustes en nuestro país, concluye que ello se hizo con la sociedad, se hizo con los trabajadores, se hizo con los gremios, y se hizo también con este Parlamento. Y se lograron aprobaciones rápidas y expeditas.
Chile ha cambiado y requiere que, así como el resto del mundo corre a salvar los capitales cuando estos entran en crisis, nosotros corramos a salvar a las familias a través de un esfuerzo mayor y profundo de parte de todos.
Repito: podíamos más, pero no hemos estado a la altura de las demandas de los trabajadores, hombres y mujeres, de nuestro país.
He dicho.