Click acá para ir directamente al contenido
COMPOSICIÓN NUTRICIONAL DE ALIMENTOS Y PUBLICIDAD SOBRE LA MATERIA. VETO


La señora RINCÓN.- Señor Presidente, no pensaba hablar, pero, después de escuchar las intervenciones de algunos colegas, me parece bueno precisar que la iniciativa que estamos terminando de tramitar en el Parlamento es producto del esfuerzo por consensuar posiciones.
El contenido de este proyecto es necesario para los niños, para la familia, para el país.
Considerando que en este Hemiciclo, a propósito de otras materias, se ha dicho que el Estado debe regular ciertas conductas de hombres y mujeres, sorprende que hoy en esta iniciativa se sostenga que el Estado no tiene que hacerlo.
La verdad es que no entiendo nada, porque donde existe el mismo principio debería regir la misma disposición.
Cuando constatamos que Chile, en una materia tan sensible, es uno de los cinco países que registran mayor obesidad en el mundo y cuando vemos que la Primera Dama, la señora del Presidente de la República, invita a comer sano, con mayor razón uno entiende la necesidad de entregar información para que hombres y mujeres tomen buenas decisiones. ¡Y qué mejor manera de hacerlo que con normativas como la que nos hallamos discutiendo aquí!
Por lo mismo, quiero valorar -acompañé de manera muy accidental en la discusión a los miembros de la Comisión de Salud- la disposición de todos los que participaron en el debate de esta materia (Senadores, Diputados, representantes del Gobierno) para alcanzar un acuerdo.
No tenemos que tomar con liviandad este asunto; no debemos reírnos de lo que ello significa, porque involucra la salud de la población. Estamos hablando -el señor Ministro podría darnos una disertación al respecto- de la importancia de una buena alimentación y del ahorro que implica para el Estado evitar la ocurrencia de una serie de enfermedades.
Sin embargo, no podemos pedirle a la ciudadanía comportamientos apropiados si carece de una completa información. Por lo tanto, debemos crear hábitos adecuados para que las personas actúen como indica la buena razón.
Reitero: me extraña -y lo digo con sinceridad- que se señale que en algunos casos el Estado debe meterse y opinar, y que en otros su intervención no es necesaria y que resulta hasta preocupante, como aquí se ha expresado.
Gracias, señor Presidente.