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MEDIDAS ECONÓMICAS PARA ENFRENTAR POSIBLE RECESIÓN INTERNACIONAL Y PLAN DE CONTINGENCIA DEL EJECUTIVO


La señora RINCÓN.- ¿Me permite, señor Presidente?
El señor GIRARDI (Presidente).- Tiene la palabra, Su Señoría.
La señora RINCÓN.- Señor Presidente, yo no doy mi autorización para que entren asesores ni Subsecretarios del Ministerio de Hacienda.
Hoy día se me ha comunicado que fueron despedidos funcionarios del Servicio de Impuestos Internos y de la Tesorería General de la República en una clara persecución política.
Por lo tanto, no otorgo mi consentimiento para tal efecto.

La señora RINCÓN.- Señor Presidente, hemos sido convocados a esta sesión especial para "analizar y evaluar las medidas de política económica que se hacen indispensables para enfrentar los serios indicios de recesión internacional y con la finalidad de conocer el Plan de Contingencia anunciado por el Supremo Gobierno".
La Senadora que habla, al menos, se queda con una cierta sensación amarga o de frustración, porque, al escuchar al Ministro de Hacienda subrogante y ver sus gráficos, o después al Ministro del Trabajo subrogante, la verdad es que no se conoce cuáles son las medidas, sino solo enunciados y titulares.
Y al imponerme de los planteamientos, por un lado, de mis Honorables colegas Escalona o Zaldívar sobre aspectos que tienen que ver con la realidad de la circunscripción que represento, y del Senador señor Kuschel, por el otro, que está viviendo en su Región un cuadro por completo distinto y mucho mejor, ciertamente, que el del Maule, donde se registran un 11,9 por ciento de desempleo -por tanto, una de las tasas de cesantía más altas de Chile- y los más bajos índices de escolaridad, de mano de obra calificada y de emprendimiento productivo en todo el país, ello claramente me preocupa.
Frente a las cifras boyantes de la economía local exhibidas por el Gobierno, varios hemos guardado un cierto recato. Incluso la propia Ministra del Trabajo fue cauta a la hora de leer los resultados de la encuesta efectuada. Parece que a nadie convencen mucho, y todos miramos con escepticismo lo que va a ocurrir en 2012.
Otros, sin embargo, consideran los datos con un cierto optimismo que impacta, y ni siquiera se arrugan al señalar que Chile está más preparado que nunca para enfrentar la desaceleración de la economía mundial en materia de empleo.
Lo que no se dice en todo el debate es que parte importante de los nuevos empleados está entrando a la fuerza en una estructura pobre y atrofiada.
Como señalan los economistas de la fundación SOL Gonzalo Durán y Marco Kremerman, la historia de nuestra empleabilidad se parece mucho al clásico concurso de Don Francisco, en que se competía por ser el que metía más personas dentro de un Fiat 600. Me acuerdo de ese concurso -lo pasaban en televisión cuando yo era niña- y en verdad el automóvil parecía estallar con tanta gente adentro.
En el empleo al parecer ocurre lo mismo en nuestro país. Vemos cómo se trata de ingresar a mucha gente a la empleabilidad, pero las condiciones en las que se hace son precarias.
En el cuadro que tengo en mis manos se muestra la meta del millón de empleos de calidad que se prometió y cómo se distribuyeron los 580 mil trabajos creados: 50 por ciento corresponde a trabajo tercerizado (de ello dio cuenta el Senador Camilo Escalona) y 36,4 por ciento a jornada parcial.
Lo cierto es que, cuando uno va desagregando -estos datos fueron sacados de la Nueva Encuesta Nacional de Empleo del INE, es decir, constituyen cifras oficiales-, va comprobando que el tipo de empleo que hemos creado es precario, tercerizado y que además no obedece al esfuerzo público o incentivos concretos del Gobierno, sino más bien a trabajos por cuenta propia, personal de servicio doméstico, familiar no remunerado o empleadores de microempresas de menos de cinco personas. Se trata de labores no vinculadas a políticas de empleo del Gobierno y, por tanto, no cubiertas muchas veces por los clásicos sistemas de protección del trabajo.
A la hora de analizar el empleo asalariado, los datos revelan que este aumenta en 289 mil personas entre enero y marzo de 2010 y septiembre y noviembre de 2011.
Sin embargo, la cara oculta de esa cifra surge al constatar, como dije, que el cien por ciento de la variación del trabajo asalariado en el período de referencia corresponde a un incremento del empleo bajo la modalidad de externalización, cuyo tipo más conocido es la subcontratación: una tragedia para miles de trabajadores en Chile.
Y cuando en este tema tan relevante -porque muestra qué pasa con las familias en nuestro país- se producen situaciones de abuso por parte del empleador, estas no son cubiertas por la prensa.
Voy a contar solo una anécdota.
Hace una semana, junto con el Diputado Tucapel Jiménez -después de una reunión con trabajadores de call centers despedidos- citamos a una conferencia de prensa. Tuvimos la suerte y el privilegio de hacerla antes que otra para la cual los Presidentes del Senado y de la Cámara de Diputados y el Ministro de Energía habían convocado a todos los medios de comunicación con el fin de hablar de la energía renovable no convencional. Por lo tanto, estaban ahí Televisión Nacional, Canal 13, medios escritos, radios; en suma, todos. Y nos cedieron amablemente -lo agradezco- la posibilidad de exponer antes que ellos.
Pues bien, con todos los medios ahí, no tuvimos ni un segundo en televisión, ni una letra en un diario escrito. Lo cierto es que solo nos dieron espacio en las radios y en los medios electrónicos.
De este tema no se habla, lo cual me parece grave, porque tiene que ver con lo que pasa con los trabajadores y sus familias.
Las personas contratadas de manera directa por la empresa donde trabajan disminuyeron a 62 mil, lo que nuevamente nos da la señal de precarización e inestabilidad en el mundo laboral.
La tendencia en materia de empleo, entonces, muestra un deterioro en las condiciones laborales, con un alto índice de personas subempleadas -es decir, que trabajan menos tiempo del que disponen y desearían- y un aumento en los empleos de cristal, caracterizados por su inestabilidad, más aún en tiempos de crisis.
En el fondo, estamos creando empleos, pero precarios y de baja calidad.
Y las medidas que el Gobierno exhibe para enfrentar una crisis que está instalada -más de 22 por ciento de cesantía en España (el paro, como lo llaman)- no dan cuenta de hacerse cargo de una situación que es real y que nos puede azotar.
Eso me preocupa, más aún cuando en la Región que represento la provincia de Linares muestra una tasa de desempleo que llega a casi 12 por ciento. A pesar de que hemos conversado el asunto con la Ministra del Trabajo, de que se lo hemos planteado por escrito a los Ministros de Hacienda y de Economía, no existe una respuesta para ver cómo levantamos un plan que genere oportunidades y rompa una tendencia que se arrastra desde hace mucho, pero que se ha agravado en este Gobierno.
Más allá de resaltar que hemos llegado a un nivel de pleno empleo, lo que debiera preocuparnos es la falta de capacidad de la matriz productiva.
En tal sentido, el norte no es cómo incluir más personas en la Encuesta Nacional de Empleo -aunque hayan trabajado una hora a la semana, como se hace hoy-, sino cómo hacemos para tener un aparato capaz de albergar buenos trabajos, es decir, productivos.
Nuestros esfuerzos deben encaminarse a avanzar en la calidad de los puestos de trabajo que generamos y en la estabilidad de los empleos que tenemos.
Desde ese punto de vista, señor Presidente, tenemos una deuda como país, como Gobierno y como Parlamento, porque no estamos dando cuenta de la realidad que viven nuestros trabajadores.
Más de 75 por ciento de los empleados en Chile gana 300 mil pesos o menos. Esa es la realidad; no el promedio, que no nos sirve.
Debemos hacernos cargo de ello y abordar esta situación como un tema país, pues nos empece y nos compete a todos.
He dicho.