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OBLIGATORIEDAD DE ROTULACIÓN EN ALIMENTOS TRANSGÉNICOS


La señora RINCÓN.- Señor Presidente, en estos días hemos logrado instalar en el debate en nuestro país el tema de los alimentos transgénicos.
Algunos sostienen que las decisiones tomadas en el Parlamento nada tienen que ver con aquello. Y la verdad es que estamos discutiendo en él un conjunto de normativas relacionadas, todas las cuales apuntan en una misma dirección. Tanto es así que le pedimos al Presidente de la República, hace aproximadamente dos meses, declarar una moratoria para tratar todas las materias incluidas en ellas; hacer un alto en el camino para la reflexión, el análisis y el debate.
Me refiero al Convenio UPOV 91, a la Ley de Obtentores Vegetales, a la Ley de Transgénicos, a la Ley de Plaguicidas y al proyecto que hoy nos convoca, atinente a la rotulación de alimentos transgénicos.
Existen distintas visiones sobre el particular, señor Presidente.
Hay quienes afirman que los alimentos transgénicos no constituyen peligro para el medio ambiente ni para la salud de las personas; que son una ventaja evidente para la economía y la agricultura de los países. Otros aseveran exactamente lo contrario: que Chile debiera optar por la producción de alimentos orgánicos; que no podemos hipotecar a nuestros agricultores; que debiéramos apostar a los mercados europeos, los cuales están demandando "alimentos bio", como los llaman en Alemania.
Esta es una discusión tremendamente significativa. Y creo que, como nación, hemos de abrirnos al debate, al análisis, a oír a expertos de ambas corrientes.
Escuchábamos hace algunos días al científico e investigador Pablo Valenzuela, quien hablaba en un medio radial a favor de ese tipo de alimentos. Y oíamos y leíamos a Humberto Maturana, quien manifestaba exactamente lo contrario.
Señor Presidente, cuando uno recoge la discusión habida en torno a este proyecto de ley y, además, la ve reflejada en el informe de la Comisión de Medio Ambiente y Bienes Nacionales, se da cuenta de que existen opiniones diversas sobre el particular.
Pero, sin ir al fondo del debate -es necesario, sí, hacerlo; y, al respecto, les agradezco a los asesores del Presidente de la República (al "segundo piso") el que nos hayan llamado para pedirnos los antecedentes a fin de revisarlos-, creo que debemos seguir la corriente de los países de Europa, que informan a los consumidores sobre lo que se está ofreciendo en el mercado.
En Chile consumimos aceite transgénico en la más absoluta ignorancia de esta característica. Y nos parece que ello no corresponde.
En tal sentido, este proyecto de ley, a mi entender, va por el camino correcto.
En efecto, nos da la oportunidad de relevar una vez más un asunto en el que hemos venido insistiendo con un conjunto de Senadores en orden a abrir el debate sobre los alimentos transgénicos; a abrir la discusión acerca de los instrumentos que estamos analizando en el Parlamento, y a poner encima de la mesa todos los antecedentes que hay en la materia.
Esta es una cuestión de salud pública, de medio ambiente; pero también es un problema económico que afecta a los países.
Tenemos un informe de la Biblioteca del Congreso Nacional que señala que las naciones en vías de desarrollo que han optado por la producción de alimentos transgénicos no han mejorado su situación económica, sino que se han empobrecido.
Quiero expresar por último, señor Presidente, que el Tribunal Constitucional acogió a trámite un recurso que 17 Senadores presentamos en contra del Convenio UPOV 91, aprobado en este Parlamento.
He dicho.