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REFORMA CONSTITUCIONAL SOBRE VOTO DE CHILENOS EN EL EXTRANJERO


La señora RINCÓN.- Señor Presidente, estimados colegas, el asunto que estamos discutiendo me parece de vital importancia para todos los chilenos, tanto para quienes vivimos en el país como -con mayor razón- para los miles de ellos que se encuentran repartidos por el resto del mundo.
Durante los Gobiernos de la Concertación muchas veces quisimos que se discutiera una reforma constitucional que les permitiera a nuestros compatriotas que habitan en el extranjero votar en las elecciones. Pero, debido a los altos quórums que requiere una modificación de esta naturaleza, nunca pudimos alcanzar un acuerdo con la Derecha para posibilitar que esos chilenos ejercieran el derecho a sufragio.
La semana recién pasada los aquí presentes observamos, con sana envidia, cómo el pueblo peruano residente en nuestro territorio nos daba una lección de patriotismo y amor por su país. ¡Más de 30 mil ciudadanos del Perú sufragaron aquí en Chile para elegir a su nuevo Presidente!
Algunos dirán que tales personas participaron en los comicios porque allá el voto es obligatorio. En lo personal, prefiero ver el vaso medio lleno y destacar que tanto peruanos como venezolanos, estadounidenses, italianos o españoles que viven en nuestra nación pueden ejercer su derecho a voto, a pesar de hallarse a miles de kilómetros de su tierra.
El proyecto de reforma constitucional propuesto por el Ejecutivo agrega al artículo 13 del Texto Fundamental el siguiente inciso cuarto, nuevo: "Los ciudadanos con derecho a sufragio que se encuentren fuera del país y mantengan vínculos con Chile podrán sufragar desde el extranjero en las elecciones y plebiscitos que establezca una ley orgánica constitucional. Dicha ley establecerá también las condiciones y formas en que se ejercerá este derecho y regulará las circunstancias que constituyen tal vinculación.".
Desde el principio hemos sido críticos del establecimiento de un supuesto "vínculo" -hasta el día de hoy, no lo conocemos-, como si no fuera suficiente el haber nacido en el territorio nacional y ser un hermano chileno, como lo somos nosotros.
Debo manifestar que el actual artículo 13 de la Constitución solo exige demostrar vínculo a los "hijos nacidos de padre o madre chilenos, nacidos en el extranjero" y a los que "obtuvieren especial gracia de nacionalización por ley.". En tales casos, se les exige haber estado avecindados en Chile por más de un año. Pero en esas únicas circunstancias.
El vínculo a que se refiere el proyecto, al parecer tiene que ver con la cantidad de veces que un compatriota debe estar en el país para poder ser sujeto del derecho a votar, lo cual consideramos -por decir lo menos- discriminatorio o censitario, como se ha dicho acá. Algunos llegamos a pensar en cuál podría ser el interés económico de que un chileno o una chilena tenga que viajar y costearse el pasaje, a lo mejor en una línea aérea, para estar en Chile y ejercer ese derecho.
Frente a lo anterior, me pregunto: ¿qué otro vínculo les podemos pedir a los connacionales, aparte haber nacido en nuestra patria? ¿Por qué les exigimos requisitos respecto de un derecho que debe ser universal y para todos por el simple hecho de haber nacido en esta parte del mundo?
Cuando el Presidente de la República, acompañado muchas veces por nosotros mismos, los parlamentarios, visita otras naciones -recuerdo el último viaje, a Colombia-, la comunidad chilena residente participa con entusiasmo en las diversas actividades, organizadas con frecuencia por sus propios integrantes o por las embajadas respectivas. Vemos cómo se coordinan, arman eventos o se ayudan entre ellos. Y siempre tienen puestos en nosotros no solo su mente, sino también su corazón, y se preocupan ante las buenas y las malas noticias que suceden a diario en nuestro suelo.
Los Presidentes de turno y los propios miembros del Congreso les hacemos notar la importancia que tienen para nuestro país, haciendo patria en los sectores más apartados del mundo; realizando obras sociales; estudiando o, simplemente, trabajando para procurarles un mejor pasar a sus familias que se quedaron acá y a las cuales recuerdan a diario.
En el caso de la Región del Maule Sur, señor Presidente -que represento en el Senado-, muchas personas damnificadas pudieron enfrentar la emergencia con la ayuda económica de sus parientes que laboran en el extranjero. Producto del terremoto, fueron miles y miles los compatriotas que llamaron a sus familiares; que, incluso, vinieron a ver cómo estaban; que se quedaron a ayudar en la reconstrucción, en fin.
Me pregunto: ¿cuál es el vínculo que exigiremos? ¿Estamos en condiciones los Senadores, que legislamos para todos los chilenos que viven en el país, de establecer un vínculo para que los compatriotas residentes en el exterior y que añoran estar aquí puedan participar de nuestra vida democrática?
Por eso, creo que la obligación de mantener un vínculo que establece el proyecto de ley es discriminatoria y atentatoria contra miles de chilenos -algunos, familiares nuestros- que trabajan, estudian o han formado familia en otros lugares del planeta. ¿Por qué les negamos la posibilidad de participar con igualdad de derechos en la vida pública nacional?
Hago un llamado al Senado a dejar de legislar con la calculadora en la mano.
El pensar que los chilenos que se encuentran en el extranjero son -producto del exilio- de un solo color político implica no entender que en los últimos 20 años hemos madurado como sociedad; que las cosas dejaron de ser blancas o negras en materias políticas; que la gente, luego de dos décadas de democracia en Chile, caída de muros, muerte de dictadores y cambio de signo político en el Gobierno de por medio, es capaz de entender la política, ya no como una lucha fratricida entre dos sectores, sino como una gran herramienta que permite darle conducción a un país como el nuestro: pequeño; alejado de las grandes urbes mundiales; situado en el fin del mundo; acostumbrado a hacer frente a grandes desastres; pero que, pese a todo, busca dar un salto importante para derrotar definitivamente la pobreza y alcanzar el ansiado desarrollo, en beneficio de nuestra gente.
El voto de los chilenos en el exterior es uno de los problemas que debemos abordar de una vez por todas, sin discriminación ni vínculo alguno además del amor incondicional a la patria y su destino que -estoy segura- hoy le profesa cada uno de los compatriotas que residen en el extranjero y que añoran volver a vivir entre nosotros algún día.
Seamos coherentes, señor Presidente. Hoy se sostiene que en Chile los ciudadanos pueden votar o no votar, sin exigencia ni requisito alguno; sin vínculo; sin regular ningún tipo de circunstancias.
Resulta coherente, entonces, establecer que los connacionales que viven fuera del territorio puedan ejercer el derecho a voto, si así lo desean, sin condiciones.
Por ello, me pronunciaré contra la discriminación mencionada, que no comparto.
¡Derecho a voto para todos, sin requisito alguno!
¿Sabe, señor Presidente? Me parece increíble que desde la Alianza siempre se llame a generar acuerdos; pero que sus miembros piensen que estos se logran solo cuando les decimos que sí a lo que ellos entienden por bueno. ¡Y expresan que nosotros les damos un portazo a miles de chilenos!
¡Perdón, si parece un diálogo de sordos...! ¡Nosotros no queremos darle un portazo a ningún compatriota! ¡Somos partidarios de que todos puedan votar!
Entonces, ¿por qué debemos limitar el derecho a sufragio? ¿Por qué hacerlo censitario, si es un derecho de todos los ciudadanos?
Reitero, señor Presidente: no estamos de acuerdo con poner vínculos ni exigencia de naturaleza alguna para ejercer tal derecho.
El 21 de mayo del año pasado el Primer Mandatario llamaba a todos los chilenos -¡a todos!-, sin discriminación, a sumarse al proyecto del país de las oportunidades y a la construcción de una democracia vital, cercana, transparente, participativa.
¿Efectividad o populismo? ¿Qué pretende el Presidente de la República con esta disposición que hoy nos invita a aprobar?
Uno de mis colegas señalaba que con la presente normativa se permite que más de 90 por ciento de los chilenos que viven en el exterior ejerzan el derecho a sufragio. ¿Cuál es la razón de que se excluya al casi 10 por ciento restante? ¿Qué hay detrás de esto?
Y voy a hacer una última cita.
El 11 de noviembre de 2005 el Presidente Sebastián Piñera -candidato, en aquella época- decía que Chile es hoy "un país de emigrantes y no de inmigrantes. Son más" -expresaba en una carta en la cual daba respuesta a las propuestas de la Federación de Asociaciones Chilenas Residentes en la República Argentina (FEDACh)- "los connacionales que se han desplazado a otros Estados, que los extranjeros que viven en el territorio nacional.".
Y en esa respuesta escrita, donde se refería a este tema, se comprometía a que todos los chilenos podrían votar sin ningún tipo de discriminación.
Decía: "Comparto la preocupación de los chilenos, que ante una ausencia de una norma transitoria no se ha resuelto a cabalidad la situación de quienes perdieron su nacionalidad chilena durante la vigencia de la norma anterior.".
Y, además, el candidato se comprometía a legislar sobre la materia.
Asimismo, en dicha carta añadía que "...en mi gobierno trataré de desmontar todas aquellas discriminaciones arbitrarias, esto es, carentes de fundamento o razón.".
El señor NAVARRO.- ¿Quién decía eso?
La señora RINCÓN.- Sebastián Piñera, el 11 de noviembre de 2005.
"Considero plenamente válido reconocer el derecho de sufragio a los chilenos radicados en el extranjero, adscribiéndolos a su comuna natal, sistema utilizado también por otros Estados con experiencia en la materia.".
"Igualmente" -decía- "apoyaré el reconocimiento de las asociaciones de los chilenos en el extranjero como instituciones constituidas en Chile, para que puedan aspirar" -y va mucho más allá- "a los fondos públicos de ayuda directa o por distribución en base a proyectos".
"Deseo concluir señalando que como Presidente de la República me comprometo a eliminar toda discriminación arbitraria entre los chilenos, sea por su origen social, religión, ubicación geográfica u otra. Creo firmemente en la libertad personal, en la igualdad de oportunidades y en la posibilidad cierta que tenemos, de construir un Chile más justo y solidario.".
En consecuencia, señor Presidente, por las razones anteriormente expuestas, rechazo la iniciativa del Ejecutivo.