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MEJORAMIENTO DE CALIDAD Y EQUIDAD DE EDUCACIÓN ESCOLAR


La señora RINCÓN.- Señor Presidente, creo sinceramente que la tramitación de este proyecto de ley constituye un claro ejemplo de cómo no deben hacerse las cosas, al menos, en temas de esta trascendencia. No olvidemos que, según todos los candidatos al Parlamento, a los municipios, a la Presidencia de la República, este es uno de los asuntos que revisten mayor relevancia para un país.
Considero también que la forma como se ha presentado esta reforma a la opinión pública no es fidedigna con la magnitud de la iniciativa que ingresó a trámite legislativo en el Congreso. Y lo digo responsablemente: no se trata de una revolución en educación; a lo más, constituye una reforma pequeña.
Resulta necesario además señalar que -como dijo el Diputado Fuad Chahín- tiene varios pecados originales.
El primero dice relación a su título: proyecto de ley sobre calidad y equidad de la educación.
¿Alguien en esta Sala puede señalar de manera responsable que esta iniciativa logra eso? Yo al menos, no estoy en condiciones de responder afirmativamente.
Pero no es el único pecado original del proyecto, también lo es el hecho de que se hizo a espaldas de los actores, sin participación de la comunidad educativa: alumnos, padres y apoderados y profesores.
Ayer me reuní con el Presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica, con representantes de los centros de alumnos de las universidades de Chile, de Santiago de Chile y Andrés Bello, y con dirigentes estudiantiles secundarios.
¡Cuán diferente habría sido enfrentar esta discusión de haberlos incorporado en toda ella!
No he tenido tiempo para reunirme con representantes de los padres y apoderados. Sí lo hice, en una primera conversación, con dirigentes de los profesores de mi Región: con directivos tanto regionales como también de las comunas de Parral, Linares, Longaví, por nombrar algunas.
Ahora debería llevar a cabo una segunda reunión con ellos para evaluar -tal como lo hice ayer con los dirigentes estudiantiles- finalmente el proyecto de ley, las indicaciones respectivas y el acuerdo marco entre la Concertación y el Gobierno.
Y de los pecados originales no puedo dejar de nombrar dos adicionales:
El primero, su tramitación apresurada. Sí, apresurada y no ágil y dinámica, que no es lo mismo. No podemos abordar un asunto tan relevante entre Navidad y Año Nuevo, como si se tratara de un regalo de Pascua de Reyes que deja contento al Ministro Lavín pero con la sensación de insatisfacción a muchos.
Y el segundo, obviar total y absolutamente en esta discusión los recursos necesarios para cubrir el endeudamiento de los municipios en el ámbito educacional.
Y daré solo un ejemplo, para no hacer una larga lista.
En Yerbas Buenas, localidad que represento en esta Corporación, existe una deuda de 1.200 millones de pesos en materia de educación. La comuna se encuentra intervenida en esta área desde hace más de un año -durante la gestión anterior a la del señor Lavín, por cierto- por el Ministerio de Educación. Visitamos al titular de la Cartera -y le agradezco, por su intermedio, señor Presidente, su acogida permanente cada vez que ha sido necesario conversar un tema- y le pedimos que revisara la situación vivida en ese municipio.
De la solución a la deuda de arrastre, nada; del déficit mensual de 30 millones de pesos, tras el análisis de los expertos, se implementó un conjunto de medidas, entre las que se cuentan el cierre de escuelas y juntar cursos. Después de esas acciones el déficit disminuyó a 10 millones mensuales. Claramente, existe un problema estructural.
Podría incluir otros casos de deudas comunales. Lo cierto es que en los 179 mil millones de pesos conseguidos -constituyen un tremendo logro y solo cabe felicitar a todos los que empujaron para obtenerlos- no se incluye este problema.
Señor Presidente, en esos 179 mil millones no se contempla ni un solo peso para pagar las deudas de los municipios. Y antes de que me lo señalen mis colegas de la Alianza, reconozco que tampoco nosotros nos hicimos cargo del asunto. Pero hoy, cuando ellos son Gobierno, nada hacen para revertir la situación, lo cual me preocupa, porque la suma de esta iniciativa se refiere a la calidad y a la equidad.
Estimo que en los últimos 22 años nuestro país avanzó mucho en materia educacional. Las escuelas ya no son las mismas; realizamos una reforma no solo en lo relativo a infraestructura sino también a evaluación, a recursos, a acceso, a preparación.
En cuanto al contenido de este proyecto, no estoy dispuesta a aprobar un sistema que permita despidos arbitrarios o injustificados. Como hija de profesora, creo en la dignidad de los maestros de nuestro país y también en su trascendencia.
Por ello, considero importante legislar acerca de una nueva carrera docente, sobre la creación de un sistema adecuado que haga posible establecer mejoras y perfeccionar el retiro de los profesores que ya cumplieron su tarea, a fin de que se pensionen en condiciones dignas y decentes y de que se ponga término a sus contratos cuando el cumplimiento de su rol sea deficiente.
Además, me parece fundamental terminar con la estigmatizaciones en los colegios. A través de la semaforización implementada por el Ministro Lavín, no estigmatizamos al colegio, sino a los niños que estudian en él, impidiéndoles creer que pueden ser mejores y salir adelante.
Señor Presidente, estamos discutiendo en general la iniciativa. Considero esencial legislar en materia de educación, pero debemos hacerlo bien: con el análisis de todos los que nos mandataron para estar en el Parlamento; con participación de la comunidad involucrada.
Quiero expresar que no respaldaré ninguna norma que signifique despidos arbitrarios, discriminación y vulneración de los derechos de los profesores, como tampoco nada que implique menoscabo a la educación pública.
Por último -por su intermedio, señor Presidente-, conmino al señor Ministro de Educación a que comencemos marzo, el mes en que se inicia el año escolar, rindiendo examen de validación y a que cambiemos la forma de legislar, de modo que lo hagamos de cara a la ciudadanía, con la ciudadanía y para la ciudadanía.
Unamuno señalaba que las grandes revoluciones solo eran posibles si despertábamos al gigante dormido. En estos momentos el gigante no está dormido; se encuentra de vacaciones. Quiera Dios que no escuchemos su clamor al término de ellas y que el proyecto en discusión constituya solo un recuerdo y no el primer paso de una reforma. Porque una verdadera reforma debería contener y abordar:
1º La definición de una nueva carrera docente, lo cual rescato del acuerdo marco como resumen sucinto de su contenido.
2º Un Estado más grande y mejor para que exista educación de calidad y con equidad.
3º Un aumento a la cobertura y calidad de la educación preescolar.
4º Una reforma de verdad y profunda a la educación superior.
Y, todo ello, con participación y diálogo.
Por lo manifestado, señor Presidente, anuncio mi voto en contra de la idea de legislar.