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REPÚBLICA DE CHILE
DIARIO DE SESIONES DEL SENADO
PUBLICACIÓN OFICIAL
LEGISLATURA 341ª, EXTRAORDINARIA
Sesión 35ª, en miércoles 10 de mayo de 2000
Ordinaria
(De 16:21 a 17:50)
PRESIDENCIA DEL SEÑOR ANDRÉS ZALDÍVAR, PRESIDENTE,
SECRETARIO, EL SEÑOR JOSÉ LUIS LAGOS LÓPEZ, TITULAR,
Y CARLOS HOFFMANN CONTRERAS, SUBROGANTE
____________________
VERSIÓN TAQUIGRÁFICA
I. ASISTENCIA
Asistieron los señores:
--Aburto Ochoa, Marcos
--Boeninger Kausel, Edgardo
--Cantero Ojeda, Carlos
--Cariola Barroilhet, Marco
--Cordero Rusque, Fernando
--Chadwick Piñera, Andrés
--Díez Urzúa, Sergio
--Fernández Fernández, Sergio
--Foxley Rioseco, Alejandro
--Frei Ruiz-Tagle, Carmen
--Frei Ruiz-Tagle, Eduardo
--Gazmuri Mujica, Jaime
--Hamilton Depassier, Juan
--Horvath Kiss, Antonio
--Larraín Fernández, Hernán
--Lavandero Illanes, Jorge
--Matta Aragay, Manuel Antonio
--Matthei Fornet, Evelyn
--Moreno Rojas, Rafael
--Muñoz Barra, Roberto
--Novoa Vásquez, Jovino
--Núñez Muñoz, Ricardo
--Ominami Pascual, Carlos
--Páez Verdugo, Sergio
--Parra Muñoz, Augusto
--Pizarro Soto, Jorge
--Prat Alemparte, Francisco
--Romero Pizarro, Sergio
--Ruiz De Giorgio, José
--Ruiz-Esquide Jara, Mariano
--Sabag Castillo, Hosaín
--Silva Cimma, Enrique
--Stange Oelckers, Rodolfo
--Urenda Zegers, Beltrán
--Vega Hidalgo, Ramón
--Viera-Gallo Quesney, José Antonio
--Zaldívar Larraín, Adolfo
--Zaldívar Larraín, Andrés
--Zurita Camps, Enrique
Concurrió, además, el señor Ministro Secretario General de la Presidencia.
Actuó de Secretario el señor José Luis Lagos López, y de Prosecretario, el señor Carlos Hoffmann Contreras.
II. APERTURA DE LA SESIÓN
--Se abrió la sesión a las 16:21, en presencia de 24 señores Senadores.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- En el nombre de Dios, se abre la sesión.
III. TRAMITACIÓN DE ACTAS

El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Se da por aprobada el acta de la sesión 29ª, ordinaria, en 11 de abril del presente año, que no ha sido observada.
El acta de la sesión 30ª, ordinaria, en 12 de abril del año en curso, se encuentra en Secretaría a disposición de los señores Senadores, hasta la sesión próxima, para su aprobación.
IV. CUENTA

El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Se va a dar cuenta de los asuntos que han llegado a Secretaría.

El señor HOFFMANN (Prosecretario).- Las siguientes son las comunicaciones recibidas:
Oficios
De la Honorable Cámara de Diputados, con el que comunica que ha dado su aprobación al proyecto de ley que crea la Defensoría Penal Pública, con urgencia calificada de "suma". (Boletín Nº 2.365-07).
--Pasa a la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento y a la de Hacienda, en su caso.
Dos de la señora Ministra de Relaciones Exteriores:
Con el primero contesta un oficio enviado en nombre del Senador señor Horvath, relativo a la petición de algunos parlamentarios de Argentina en orden a solicitar la devolución de las condecoraciones otorgadas por ese país al ex Presidente de la República de Chile Honorable señor Pinochet.
Con el segundo responde un oficio enviado en nombre del Senador señor Bombal, referente a la firma del Protocolo Facultativo de la Convención sobre Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer.
Del señor Ministro de Hacienda, con el que contesta un oficio enviado en nombre del Honorable señor Larraín, relativo al pago de la asignación de zona en las escuelas rurales que indica.
Del señor Ministro Secretario General de la Presidencia, con el que da respuesta a un oficio enviado en nombre del Senador señor Ruiz (don José), referente a la conveniencia de enviar a tramitación legislativa un proyecto de ley sobre subcontratación y suministro temporal de trabajadores.
De la señora Directora Ejecutiva subrogante del Instituto de Fomento Pesquero, con el que contesta un oficio enviado en nombre del Honorable señor Horvath, relativo a los proyectos de investigación que justifican el establecimiento de vedas de recursos hidrobiológicos por especie.
--Quedan a disposición de los señores Senadores.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Terminada la Cuenta.

El señor DÍEZ.- Pido la palabra, señor Presidente.

El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- La tiene, Su Señoría, sobre la Cuenta.

El señor DÍEZ.- Sería conveniente que la Mesa conversara con el Ministro correspondiente respecto a la calificación de "suma" urgencia dada al proyecto que crea la Defensoría Pública (aprobado en la Cámara de Diputados), porque es absolutamente imposible que la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento lo despache en ese plazo, a pesar de sesionar tres o cuatro veces en la semana, pues existe la disposición de ocupar la semana regional para concluir la discusión de la iniciativa que establece un nuevo Código de Procedimiento Penal.
Repito: no hay posibilidad alguna de estudiar el proyecto que crea la Defensoría Pública con la urgencia con que el Ejecutivo lo ha calificado. De manera que ruego al señor Presidente del Senado que, por la seriedad y la sistematicidad de los análisis en materia de reforma judicial y penal, haga presente al Primer Mandatario la necesidad de retirarle la calificación de "suma" urgencia, en la seguridad de que inmediatamente después de que la Comisión despache el proyecto que establece un nuevo Código de Procedimiento Penal y otras iniciativas adecuatorias, se abocará a conocer la que crea la Defensoría Pública.

El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Haré llegar al Ejecutivo la petición formulada por el Presidente de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento, en orden a retirar la calificación de "suma" urgencia al proyecto que crea la Defensoría Pública, que acaba de despachar la Cámara de Diputados. Dado que se encuentra en la Sala el Ministro Secretario General de la Presidencia, don Alvaro García, aprovecho la ocasión para solicitarle que tome nota de dicha petición.
Tiene la palabra el Honorable señor Hamilton.

El señor HAMILTON.- Señor Presidente, coincido con la petición del Presidente de la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia. Dicho organismo ha dado no sólo preferencia, sino que ha estado sesionando en forma permanente y extraordinaria para despachar los importantes proyectos sobre modificación del Código de Procedimiento Penal y otros que conforman la reforma judicial. Pero es absolutamente improcedente que una iniciativa como la descrita ¿a la cual dedicaremos todo el empeño necesario- pueda ser despachada con "suma urgencia"en las circunstancias indicadas por el Presidente de la Comisión.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- No creo que exista ningún inconveniente. He visto la buena disposición del señor Ministro (casualmente coincide su presencia hoy en la Sala), quien ha tomado nota de la solicitud planteada. Por lo tanto, estoy seguro de que se accederá a cambiar la urgencia por las razones que se han dado.

HOMENAJE EN MEMORIA DE EX SENADOR SEÑOR RAÚL RETTIG GUISSEN

El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Hago presente al Senado que, por petición del Senador señor Silva y de diversos otros Senadores, se ha acordado iniciar esta sesión ordinaria con un homenaje a quien fuera uno de los nuestros: el ex Senador y destacado hombre público Raúl Rettig Guissen, recientemente fallecido.
Por lo tanto, procederíamos a cumplir con tal objetivo y, en primer lugar, ofrezco la palabra al Honorable señor Silva.

El señor SILVA.- Señor Presidente, señores Senadores, distinguidos familiares de don Raúl Rettig Guissen, señor Presidente del Partido Radical Social Demócrata y miembros de su directiva: hablo en representación del Partido Radical Social Demócrata, en nombre del Senador señor Parra y en el mío propio.
Raúl Rettig Guissen, la evocación de tu nombre es plenitud. Por ello, al enfrentarnos a la realidad de tu muerte no debemos estar tristes. Podemos exhibir con orgullo lo que fuiste, y evocar el recuerdo de una vida multifacética, en que, en cada una de sus etapas y realizaciones, está el testimonio de tu esfuerzo, de tu talento, de la decisión tan tuya de vivir plenamente exaltando tus derechos y tu libertad, pero sin odios ni rencores para nadie. Porque comprendías que la libertad sólo puede disfrutarse en conjunto y que, para ello, es necesario alcanzar acuerdos y mantener las diferencias dentro de un marco de respeto mutuo que engrandece y no debilita. Esa concepción de la ética política, supiste practicarla invariablemente. Y, por ello, con tu partida te llevas una luz que marcaba senderos en este universo confundido por los cambios.
Tendremos, personalmente claro está, la pena de no poder mantener esa conversación constante que animaba nuestro espíritu, que enriquecía el diálogo y nos dejaba con el convencimiento de que, a pesar de sus avatares, la vida vale la pena vivirla y hay que luchar, fervientemente, para hacerla siempre más buena y más justa para todos.
Esa fue, en verdad, la motivación del tránsito de Rettig por el mundo.
Cuando, en testimonio de recuerdo, uno mira las etapas de la vida de Raúl Rettig, visualiza -según él contó más de una vez- al joven solitario de la clase media chilena. Fue un muchacho que supo superar la soledad y la pobreza aplicando su extraordinaria capacidad de estudio y la inteligencia destacada que siempre lo distinguió. Con modestia y ningún tipo de resentimiento -que pudo haberlos tenido-, supo aprovechar sus oportunidades para irse formando de manera gradual y permanente. Comenzó siendo un honorable profesor primario, y llegó a las aulas universitarias con singular brillo. Enfrentó nuevos desafíos, y logró posiciones acordes con su talento. Su creciente formación cultural fue plasmando en él una personalidad de sólida cultura, en la que primó la convicción de que podía ejercer sus derechos sin claudicaciones, pero sin amagar jamás justificadas aspiraciones ajenas.
Y así lo vemos de brillante abogado, de meritorio funcionario y de novel político. Desempeña cada uno de estos roles con la convicción de que su deber es entregar su capacidad al servicio de la colectividad nacional, para hacer del bien común la materialización de los justos derechos de todos.
De esa manera va madurando el político que, comprendiendo el alto significado de su misión, asume sin vacilaciones el esfuerzo que entraña una formación meditada, sin improvisaciones, con perseverancia y con justificadas esperanzas.
Desde muy joven, al abrazar la ideología radical en Concepción, se empapa con el pensamiento de los precursores: Bilbao, Arcos, Lastarria y Vicuña Mackenna; vibra con las luchas de Matta, Gallo, Palazuelos, Castellón y otros eminentes fundadores. Y, como hombre de estudios constantes y de reflexiones profundas, analiza a fondo el pensamiento de Mac-Iver y de Letelier, para sostener con firmeza lo conciliable de sus aparentemente discrepantes puntos de vista, y la certeza de que tanto cuando Mac-Iver defendía los derechos individuales del ser humano y Letelier agregaba por primera vez el tan necesario ingrediente social en el campo de las ideas políticas, ambos estaban asignando fuerza y vigor al muro férreo sobre cuya base había de sostenerse una bien entendida democracia, que habría de constituir la sólida bandera de lucha del radicalismo, que emprende tenazmente su acción en los inicios del siglo XX.
A esa causa dedica su lucha y su vida este joven talento. Su inmensa capacidad está al servicio de los demás: de aquellos compatriotas a los que había jurado servir y en los que pensó hasta sus últimos días. Consecuente con ello, prescinde de oropeles y riquezas materiales, que nunca ambicionó.
Muy pronto, los chilenos comenzamos a reconocer la elegancia de una oratoria que se sustentaba en una muy vasta cultura, que hacía de su función pública, docente y, fundamentalmente, parlamentaria un digno ejemplo para muchos jóvenes; y, también, un recuerdo perenne para quienes, hurgando en el pasado, deseaban encontrar allí el sólido sustento de muchos principios, que posteriormente habrían de constituir el fundamento y acción del radicalismo de mediados de siglo. Eso lo destacan, con justicia, Aguirre Cerda, Ríos y González Videla.
Así, el inolvidable hombre público y parlamentario va dejando su huella indeleble en el Senado. Pero antes irá tejiendo, desde sus cargos en los Ministerios del Interior y de Relaciones Exteriores, la impronta de lo que fue su convicción sobre una servicialidad en función del bien común. Nunca admitió que ella pudiera ser reemplazada por concepciones individualistas que preconizaban visiones privatistas, inconciliables con su noción de Estado-Bienestar, que jamás abandonó, convencido de la perduración necesaria del pensamiento solidario. Sus intervenciones sobre el rol del Estado en seminarios sociopolíticos se mantienen en el recuerdo de quienes lo escuchamos y pudimos valorar sus enseñanzas. De la misma manera, no podemos olvidar su sólida defensa de la democracia como sistema insustituible de vida, y de los partidos políticos, como bases esenciales de sustentación de dicho sistema.
Tales pensamientos plasmaron en forma definitiva sus convicciones de demócrata pleno y fueron, también, los que lo forjaron para que -ya en su edad madura- sus actuaciones lo mostraran como un demócrata excelso, que pudo entregar la riqueza de su ejemplo, de su elevado consejo y de su pensamiento inclaudicable, tanto desde la Academia y la Cátedra, como después en el desempeño de altos destinos nacionales.
En efecto, cómo no recordar sus enseñanzas en la Cátedra de Filosofía del Derecho en la Universidad de Chile o sus intervenciones en la Academia de Ciencias Sociales Políticas y Morales del Instituto de Chile, a la que se incorporó con una disertación inolvidable sobre el Liceo Democrático. Tuve el honor de recibirlo como académico y de comentar una de las piezas más sólidas que se conozcan acerca del papel insoslayable que, a su juicio, ha de corresponder al Estado en el campo de la educación. Durante muchos años de su vida, se preocupó por la educación y por la defensa plena de su idea en orden a que la democracia sólo podía perfeccionarse con una entrega decidida del Estado a la educación y la cultura.
Cuán necesario, para bien de Chile, de su pueblo y de su pensamiento institucional y democrático, será recordar siempre el sello de seriedad, rectitud, ética pública y firmeza de principios, que supo imprimir a las labores de la Comisión de Verdad y Reconciliación desde su alto cargo de Presidente de ella, cuyas conclusiones en materia de derechos humanos, hasta hoy día hacen decir a los chilenos "Nunca más".
El denominado -con razón- "Informe Rettig" habrá de constituir, a partir de su aprobación por el Presidente Aylwin y posterior difusión, un elemento insoslayable de consulta para los tribunales chilenos y una documentación reparatoria de sufrimiento, como fundamento de esperanzas para miles de compatriotas.
Realmente, el anhelo permanente de Rettig por defender la verdad marcó su vida. Y eso lo encontramos tanto en la gestión de la mencionada Comisión como cuando supo levantarse, también con firmeza, para defender la verdad en una etapa dolorosa del radicalismo chileno, en que se lo fustigó duramente imputando a sus dirigentes actos de corrupción que no existieron. Tanto en uno como en otro caso, la palabra vehemente de Rettig caló con hondo sentido de justicia en la colectividad nacional.
Chile entero, en verdad, honra la memoria de este hombre que, con serenidad de juicio admirable, fijó pautas ejemplares para el futuro de nuestra patria en materia de derechos humanos, y que, a través de su vida y de la expresión de sus ideas, entregó enseñanzas valiosas a quienes lo conocimos, las cuales serán también ejemplo para el mañana.
En el último tiempo, con su filosofía y tranquilidad admirables, siempre me dijo que se consideraba ya, irremediablemente, un superviviente del siglo XX y que estaba preparado para lo que vendría. Pero no dejaba de comunicar sus pensamientos y anhelos en torno a lo que fue hasta último momento uno de sus grandes amores: el Partido Radical de Chile.
Fue Presidente de la colectividad partidaria en varios períodos, y me tocó el honor de tenerlo como primer Vicepresidente durante el lapso en que ejercí aquel cargo en una época crucial de su historia. Desde entonces y hasta el final de su vida, su pensamiento laico, humanista, racionalista, ético y responsable constituyó siempre una enseñanza inolvidable, que se grabó en el corazón y la conciencia de los radicales de Chile, quienes no podrán olvidarlo jamás.
Al término de su cometido, podemos decir, con profunda satisfacción radical, que dejamos testimonio de honor de que vivió con modestia material y murió pobre. Sólo tuvo tiempo para acuñar riquezas espirituales, cultura y conocimientos, valores que lega a sus correligionarios, amigos, alumnos y al pueblo de Chile, como un tesoro invaluable que habrá de perdurar permanentemente en el recuerdo.
Señor Presidente, realmente, es muy grande el legado histórico, democrático y político de Rettig. Para demostrarlo, nos basta con hacer mención de algunos de sus aportes que conoció el Senado de la República: la Social Democracia y la tolerancia religiosa; el radicalismo democrático y sus vinculaciones con las corrientes del pensamiento, respetándolas a todas; la esencia del sistema democrático y los derechos individuales y sociales; el auténtico sentido de las leyes de amnistía en la democracia (cuando tanto se discute ese tema hoy día, es notable ver la percepción del pensamiento de Rettig sobre la materia); La democracia, el interés por la cosa pública y el derecho de los particulares a expresar sus opiniones; Las facultades del Jefe del Estado y las Fuerzas Armadas en un sistema democrático; La cuestión económica y un Estado social y democrático de derecho; Los partidos políticos y la democracia; El Estado democrático y la educación; El rol del Estado en una democracia; La importancia de los derechos humanos en el sistema democrático, etcétera.
Todo ello nos lleva, al dar término a nuestras palabras de homenaje, a permitirnos la formulación de un anuncio oficial:
El Partido Radical Social Demócrata, como manera de honrar la memoria de Raúl Rettig, ha decidido invitar a la creación de una Fundación Rettig que comience por recopilar el pensamiento que este eminente repúblico formulara en los distintos cenáculos en que actuó a lo largo de su vida. De este modo, para bien de las generaciones futuras, ese pensamiento podrá conocerse, conservarse y analizarse a través del tiempo.
Permítaseme, en fin, reiterar a sus familiares el testimonio de nuestro profundo pesar por la pérdida de tan querido amigo.
Muchas gracias.
--(Aplausos).

El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Ruiz-Esquide.

El señor RUIZ-ESQUIDE.- Señor Presidente; Honorable Senado; señor Presidente del Partido Radical y ex colega nuestro, don Anselmo Sule; hijas e hijos de don Raúl Rettig:
Hablo en este homenaje de reconocimiento a don Raúl Rettig en nombre de los Senadores de la Democracia Cristiana. Puede la Corporación estar segura de que nuestras palabras de respeto y gratitud para ese gran republicano, demócrata inclaudicable, abogado insigne, Senador brillante, radical de viejo cuño, hombre del sur y penquista por afectos y formación, interpretan a todo nuestro Partido.
A sus dirigentes que se iniciaron con él en el debate político desde los inicios de la Falange Nacional, en la época en que Chile ve nacer el movimiento cristiano por los cambios y el acceso al poder de la clase media chilena con el radicalismo -y otros partidos políticos-, al que don Raúl Rettig se consagró desde un lugar privilegiado.
A los que desde el anonimato de nuestra juventud provinciana, en la pugna por convencer a nuestros compañeros de aulas para la revolución cristiana, veíamos en los discursos de ese Senador radical y en su brillantez y argumentación un aporte a nuestra propia formación cívica. Entendimos de él, en su racionalismo y en su discurso democrático, el verdadero concepto de la libertad y de la República como valor de convivencia. Entendimos también, desde la trinchera del frente, que el amor cristiano es un privilegio, pero no tiene sentido si no se nutre del respeto entre los hombres, en la justicia universal y en la fraternidad que otros chilenos -fuera del cristianismo- profesan.
Muchos en estos bancos lo aprendimos de Rettig cuando nos asombraba y abrumaba con su inteligencia.
Interpretan a cada militante de mi Partido. Porque cuando había confusión, su valor moral nos dijo la verdad; porque cuando no podíamos apartar las odiosidades, él puso la Reconciliación de Chile como meta; porque cuando fue llamado, respondió, y cuando debió descansar, luchó; y, sobre todo, porque cuando mostró que era realmente un testigo de Chile, evidenció que era un gran hombre, un Grande del viejo Chile que nunca murió.
A su muerte se le ha recordado en todas sus facetas y cada uno de nosotros, tal vez, lo ha visto morir como parte de nuestra circunstancia de vida, de lo que nos habla Ortega y Gasset.
Algunos, como un gran político que construyó una parte importante de la historia de este país: casi un tercio de nuestra vida independiente -setenta años- está nimbado de su presencia.
Otros, como figura rutilante de un Partido que ha representado -y espero que lo siga haciendo por mucho tiempo- una visión aportadora de Chile acorde con cada época y cada avance en la concepción humanista e igualitaria de la sociedad.
No pocos privilegiarán su vida profesional sin mácula, germinada en una Universidad que aún lo recuerda como fruto maduro de su Alma Mater, grabada en el frontis de su historia: "Por el Desarrollo Libre del Espíritu".
Otros, atraídos desde muy jóvenes por la discusión política, sin jamás soñar que ocuparíamos sus bancos, lo recordamos como el Senador brillante en un Senado (quizás el más brillante en la historia de la Corporación) de la década de los cincuenta. Porque Rettig destacó en una época en que el Senado chileno podía opacar a cualquier otro del mundo. Desde Neruda a Fernández Larraín; de Allende a Alessandri; de Faivovich a Cruz-Coke; de Frei, de Tomic. Un mundo pluralista de un Senado de altísimo nivel, de visiones distintas, siempre democráticas, siempre libertarias. Mundo de excepción que tuvo a Rettig entre los primeros de sus iguales.
Así se le recuerda hoy en su patria. Como paradigma de la libertad; de la búsqueda del debate como camino de entendimiento; de la fuerza de la razón y nunca de la razón de la fuerza; de la profundidad y dureza argumental, pero del respeto simultáneo de las formas como expresión del refinamiento de las conductas. También, con las excepciones que mostraban su riqueza emocional, su alegría por la vida cuotidiana y los afectos y desafectos que hacen de la humanitariedad un signo superior a la hora de mirar con espanto la frialdad de un mundo robotizado.
Señor Presidente, a este hombre ajeno a nuestras filas pero prójimo de nuestras aspiraciones de felicidad de los que nada tienen y todo lo sueñan, le rendimos este modesto homenaje de los Senadores democratacristianos.
En lo más profundo tal vez queramos verbalizar el respeto emocionado por lo que fue Chile en su vida:
La pasión por el cambio y hasta su tentación anarquista en la juventud (porque quién no lo ha sido alguna vez para arremeter contra los molinos de viento y construir el sueño irrealizable de la propia utopía).
La sensatez de la medianía de su vida para construir lo posible y hacer de la política ese arte que describían los Senadores romanos.
La búsqueda de la reconciliación en su senectud, cuando la búsqueda de la paz de nuestro mundo precede quizás al silencio del Más Allá.
Todo a su tiempo. Todo en la secuencia del fruto que maduró para bien de Chile.
A su familia, nuestra condolencia fraternal, pero alegre, porque lo vivieron de cerca.
A su Partido de siempre, nuestro saludo, porque su figura y su muerte le debe traer la fe en el valor de su ideario y, también, el bálsamo a los avatares de su centenaria existencia.
He dicho.
--(Aplausos).

El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Muñoz Barra.

El señor MUÑOZ BARRA.- Señores Senadores:
Raúl Rettig es, en nuestro desarrollo político, uno de los últimos representantes de una rutilante generación de hombres públicos que, por sus calidades morales, cultura y talento, dieron brillo a esta Corporación. Su memoria, indudablemente, no va a ser cubierta con el silencio de las medianías, gracias a las condiciones de excelencia humana que he señalado.
No es difícil, señor Presidente y Honorables colegas, seguir los pasos formativos de nuestro amigo y ex Senador fallecido, y visualizar aquellos valores y principios que constituyeron la base sustentadora de lo que sería en el ambiente público una vida ejemplar.
Quiero recordar, por ejemplo, que las Escuelas Normales, a las que amó y defendió, fueron su primer nivel de formación profesional. Esas entidades constituyeron la simbolización de un notable sistema educacional de maestros que han sido y serán el testimonio de la más grande contribución a la estructura de una clase media chilena respetable, de donde precisamente provenía Raúl Rettig.
El caso de Raúl Rettig es paradigmático. Su condición de profesor primario y sus comprometimientos políticos iniciales, así como su decisión de luchar por la defensa de sus convicciones, le permitieron ingresar a la Universidad de Concepción, hasta recibirse allí de abogado.
Con los años, el escenario político de Raúl fue ampliándose, hasta hacerse nacional. La Administración Pública le fue conocida mediante el ejercicio del cargo de Subsecretario del Interior. Presidió el Partido Radical en su época de oro. Asesoró al Presidente Gabriel González Videla. Fue académico y profesor universitario. En un retorno a su vocación originaria, se desempeñó incansablemente en actividades docentes. Destacó principalmente en el foro; deslumbró en el Senado de la República, y fue uno de los pocos hombres públicos no tocados por el odio, la envidia o la maledicencia. Y es que amigos y enemigos de Rettig reconocían su talento; admiraban su oratoria aguda y fina; participaban de su cordialidad, y respetaban su solidez moral, su humor y, aun, su apasionada debilidad -¡algunos no se la perdonamos...!- por el Club Deportivo de la Universidad de Chile.
Rettig llegó a ser un hombre universal por su cultura, un humanista por su conocimiento.
Era, además, extrovertido, con una gracia en la que siempre puso un toque de ironía. Y aquí, señores Senadores, quiero decir algo que espero se considere, no como herejía, sino como uno de los elementos constitutivos de la simpatía de Raúl. De ser efectivo que pidió el responso de un sacerdote católico en sus honras fúnebres, si le hubiéramos preguntado hoy día por la razón de tal ocurrencia, es probable que hubiera respondido con el gracejo que nunca abandonó: "¡Lo hice por si acaso...!".
Porque así era la personalidad de Raúl Rettig.
Su gran cultura, resultado de lecturas sistemáticas, y su innegable talento le permitían improvisar discursos memorables. En el rico mundo de los grandes oradores parlamentarios del pasado, Rettig brilla al lado de los mejores. Su palabra (y lo saben algunos señores Parlamentarios) era fluida, sin recurrir a lugares comunes ni a retóricas innecesarias, aplicando la afirmación de Mac-Iver en el sentido de que "la abundancia de las flores es la causa de la pequeñez de los frutos".
Entre los muchos amores de Raúl Rettig destaca el viejo Partido Radical (ahora, Partido Radical Social Demócrata). Por este vínculo tan fuertemente mantenido, Rettig fue un hombre que sufrió también con profundidad por ¿yo diría- la menor presencia de lo que las viejas raíces del Partido Radical han significado en la tradición histórica de nuestro país.
A Rettig (en más de una oportunidad lo conversamos; y éste es un mensaje para los nuevos dirigentes) le dolía el fraccionamiento del radicalismo. Su prédica y su gran esperanza apuntaban siempre a la unificación de todo el radicalismo y de su gente, lo que cada día, lamentablemente, se ha hecho menos posible. En los últimos años, esa nostalgia por su viejo y amado Partido tomó en él una fuerza creciente.
Raúl Rettig siempre rehuyó, hasta donde le fue posible, la figuración pública. Y cuando ya su existencia se limitaba a un ejercicio profesional aliviado, debió asumir un papel que no esperó y que, sin embargo, será el que le dé una figuración histórica inolvidable. Y en eso coincidimos todos.
El Presidente Patricio Aylwin tuvo numerosos aciertos en el proceso de retorno y consolidación de la democracia. Pero ninguno fue más unánimemente aplaudido y reconocido que el nombramiento de Raúl Rettig como Presidente de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación.
A través de una existencia madurada en la experiencia cotidiana, en la vigilancia inteligente del acontecer político, Rettig estaba por sobre las contingencias de la pasión partidista, ya desasistido de diferencias tajantes. Empero, se mantenía profundamente solidario con el dolor nacional por lo que ocurrió durante un tiempo de nuestra historia y, por sobre todo, anhelante de encontrar los canales propicios que permitieran conocer la verdad de la tragedia que aún, lamentablemente, sigue mortificando la conciencia histórica de un Chile que espera olvidar pronto las formas de vida que la causaron.
Probablemente había muchos hombres iguales a Rettig, pero ninguno mejor que él para cumplir una tarea que requería gran respetabilidad moral, juicio pleno de imparcialidad, capacidad de ponderar con equilibrio los hechos que se investigarían.
El acierto de su designación, Honorables colegas, no sólo se ha reflejado en el llamado "Informe Rettig", sino también en los testimonios de figuras ligadas al Gobierno militar que destacan el impecable proceso investigador que condujo Raúl.
Conocí, señores Senadores, a Raúl Rettig, y admiré el decurso de su vida. Ahora sólo he tratado de hacer su semblanza, sin duda vanamente. Y quiero recordar esta tarde su sonrisa volteriana; su ingenio jamás ofensivo; su gozo de vivir en el amor, la amistad, el ejercicio político, la lectura, la docencia y la entrega al servicio público como un compromiso verificable en múltiples y repetidas responsabilidades.
Él no necesitó, Honorables colegas, estar muerto para ser un chileno ilustre. Recibió en vida lo que pocos políticos logran: ser reconocido como un hombre justo, tal cual hoy lo hacemos en esta Corporación, reafirmando a través de su figura y su ejemplo nuestras convicciones democráticas.
En nombre del Partido Por la Democracia, hago llegar este homenaje y nuestras condolencias a los familiares de Raúl Rettig, así como, por supuesto, al querido Partido Radical Social Demócrata, representado en la tribuna por su Presidente, ex Senador y amigo, don Anselmo Sule.
He dicho.
--(Aplausos).

El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Gazmuri.

El señor GAZMURI.- Señor Presidente, Honorables colegas, distinguida familia de don Raúl Rettig, señor Presidente del Partido Radical Social Demócrata, ex Senador señor Anselmo Sule:
Los principios de la tolerancia, el pluralismo y el respeto por los derechos humanos están presentes en toda la vida, larga, de don Raúl Rettig. Una vida que permite recorrer la historia del Chile republicano del siglo que recién termina.
Rettig es el personaje de muchas historias. Profesor normalista, boletero de circo, abogado de prestigio, radical de cepa, vendedor callejero de carbón. Hombre de Estado respetado por todos, de una vida intensa y apasionada. Brillante orador y Parlamentario.
Fue un destacado servidor público en cargos de docencia universitaria, de Gobierno, como jurista, parlamentario, embajador, dirigente político y deportivo, y Presidente de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, que fue su último y gran aporte a la nación toda.
En esa última tarea, tal como lo destacó el ex Presidente Patricio Aylwin, demostró el amor al servicio público más allá del sacrificio que ella le podría significar.
El propio Rettig lo dijo: "Yo comprendí de inmediato lo tremendo que iba a ser el trabajo entregado a esta comisión, pero me pareció que no tenía excusa moral de ninguna especie para sustraerme a él.".
Rettig, sin duda, es un ejemplo para todos los chilenos. Y, tal como señaló el Presidente Lagos, representa un gran desafío para todos nosotros crear las condiciones para que, en los tiempos que corren y en los que vienen, otros compatriotas puedan tener una hoja de servicios como la del desaparecido jurista.
Nació en Temuco, en el seno de una familia de muy modesta situación económica. Su infancia la vive sin su madre, fallecida durante el parto, y en la lejanía de su padre. Éste lo entrega para su crianza a dos medias hermanas que tenía en Pitrufquén. Como consecuencia de la devoción católica de las hermanas, el pequeño Raúl se hace monaguillo de la iglesia local. Esto se refleja, tal como lo señala Rettig, en sus posturas políticas iniciales, que deben haber sido muy iniciales. En algún momento expresa: "Yo era momio de chico. Me gustaba más Juan Luis Sanfuentes que (Javier Ángel) Figueroa" (para las elecciones de 1915). Tenía 6 años.
Los inicios de su formación política, a pesar de su proximidad al mundo conservador católico, los recibió de un telegrafista de ideas laicas y radicales, Luis Alberto Arriagada, quien recibiría en su casa, en Valdivia, al joven Rettig, cuando sus tías lo mandaron a estudiar humanidades.
En Victoria, en la vieja Escuela Normal de esa ciudad, se hace anarquista. Su paso por el anarquismo Rettig lo juzga así: "Yo no era extremista. Éramos "anarquistas" blancos. No creíamos en el Estado, sino en el entendimiento entre las corporaciones".
Posteriormente, ya titulado como profesor primario, inicia una fuerte oposición al Gobierno del General Ibáñez. Su activa militancia anarquista y las publicaciones en contra del régimen le valen una sanción por parte del Consejo de Profesores. Tiempo después es relegado a Mininco por el Gobierno. Durante su relegación, se las arregla para hacer clases e incluso para arrancarse los fines de semana a ver a sus tías en Angol y a una polola que allí tenía.
Al terminar la relegación, el Gobierno de Ibáñez lo despidió y le prohibió hacer clases en todo el país. A propósito de esto, Rettig señala lo siguiente en el libro que, poco antes de su muerte, escribió con él Margarita Serrano, "Historias de un Bandido". Dice Rettig: "Tengo en mi abolengo dos exoneraciones que quiero conservar. Ibáñez me echó de mi cargo de profesor primario, por defender ideas. Y Pinochet me echó de mi cargo de docente universitario. Con eso me quiero morir.".
Su exoneración lo estimula para llevar a cabo una de sus aspiraciones: estudiar Derecho. Para ello viaja a estudiar a Concepción, en donde, por su precaria situación económica, trabaja como boletero de circo. El propio Rettig recuerda esa época con cariño, ya que, según él, "gozaba como chino", y además porque se enamoró de una trapecista. El romance fue tan fogoso, que el administrador del circo lo echó. Raúl Rettig afirma que "fue por celos".
La mantención de sus problemas de subsistencia lo hacen emprender un negocio de venta callejera de carbón vegetal que le mandaban sus tías de Angol por tren de carga. Posteriormente, fue reportero y corrector de pruebas del diario "El Sur" de Concepción.
A poco de ingresar en la universidad, se incorpora formalmente al radicalismo, preside la Federación de Estudiantes e inicia una meteórica carrera política. A partir de la presidencia de don Pedro Aguirre, pasa a ser subsecretario, colaborador del Presidente Gabriel González, presidente de su Partido, Senador de la República. Su último nombramiento público lo hace el Presidente Allende, quien lo designa embajador en el Brasil.
Durante la lucha contra la dictadura del General Pinochet dirige el Colegio de Abogados, teniendo como Vicepresidente a don Patricio Aylwin. Finalmente, termina su servicio público en la presidencia de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación.
Sus últimas actividades demuestran su amor por el país y la actividad política, lo mismo que su convicción democrática y pluralista. Es así como, en torno a una iniciativa del Instituto de Ciencia Política de la Universidad de Chile, con un grupo de personalidades de muy amplias y distintas tendencias, realizó, desde octubre de 1998 a septiembre de 1999, un nuevo esfuerzo por lograr la reconciliación nacional.
Los socialistas sentimos una profunda afinidad espiritual con Raúl Rettig, y por eso rendimos este homenaje a quien fuera un gran hombre, un servidor de la nación, un ciudadano que prestigió en grado eminente la función de la política.
--(Aplausos).

El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Díez.

El señor DÍEZ.- Señor Presidente, en nombre de los Senadores del Comité Renovación Nacional e Independiente, quiero manifestar mi sentida adhesión al homenaje a don Raúl Rettig.
Raúl Rettig dejaba de ser Senador en 1957 cuando con nuestro colega el Senador señor Lavandero iniciábamos nuestra vida parlamentaria. Por eso, puedo decir que nos conocíamos desde hacía muchísimo tiempo. Con motivo de repetidos encuentros durante el período Alessandri, nació entre nosotros una amistad que para mí era más bien admiración por el Presidente del Partido Radical.
Nuestras reuniones comenzaron cuando los radicales llegaron al Gobierno, con la negociación que hubo para ello, y se sucedieron cada vez que ocurrió una crisis política importante con el Primer Mandatario de entonces. En algunas de esas ocasiones, yo iba en calidad de Presidente del Partido Conservador, mientras que Raúl Rettig lo hacía encabezando el Partido Radical.
De manera que con mi antecesor en el cargo de Senador por la Novena Región teníamos una vieja relación. Esto me permitió apreciar la gran calidad humana de Raúl Rettig y su alegría de vivir. Cuando uno hablaba con él, la primera sensación que despertaba era la de esperanza. Siempre tenía una solución, y siempre estaba dispuesto a contribuir, generosamente, al bien público, que fue su principal motivo.
Demócrata de corazón, como aquí se ha señalado, creía fielmente que, en una democracia, los partidos políticos eran absolutamente indispensables como instrumentos del bien común y no finalidades en sí mismas.
En numerosas antesalas tuvimos la ocasión de conversar de otras cosas más profundas que la política, y ahí pude descubrir ¿de este hombre que se decía laico y no conocer a Dios, pero que actuaba permanentemente influenciado por Él- su amor por los semejantes, que se traducía no sólo en el respeto a las opiniones ajenas, sino también en la generosidad con que las acogía y la caridad con que las analizaba; su apego a la verdad, y su convicción de que el sistema democrático era la continuación normal del concepto del hombre y sus derechos.
Muchas veces le escuché decir que era un humanista crítico; yo creo que, en el fondo, y sin saberlo, era un humanista a secas o un humanista cristiano, porque tenía muy afianzados dentro de sí los valores de la cultura y la civilización cristiana, al igual que lo están, a mi juicio, en la inmensa mayoría de los habitantes y los actores políticos de este país.
Se ha mencionado esta tarde la excelencia del Senado del que le tocó formar parte. Yo me acuerdo que en esos años iba allí a escuchar no sólo a los míos, como Cruz-Coke y Walker, que eran grandes oradores, sino también a dirigentes políticos de la Izquierda democrática de entonces, y nadie puede olvidar, junto a la figura de Raúl Ampuero, los discursos de Raúl Rettig.
Tenía un hondo sentido de patriotismo y de respeto por la dignidad de los demás. Colaboró en gran parte a la construcción del Chile político del siglo pasado, pero, desgraciadamente, estuvo ausente en dos etapas esenciales. Una de ellas corresponde al año 1973, cuando se desempeñaba como embajador en Brasil. Recuerdo que en el Senado, a iniciativa de Aniceto Rodríguez, y junto con Alberto Jerez -yo era jefe del Comité del Partido Nacional-, se analizó la posibilidad de pedir al Presidente de la República, cuyas conversaciones con los jefes políticos y con el Cardenal no habían dado resultados, que invitara a dialogar ¿como correspondía a la tradición de esta Corporación- a los jefes de Comités. Aniceto Rodríguez me consultó si yo iría, ya que la directiva del Partido Nacional se había negado a conversar con el Primer Mandatario. Le expresé que cumpliría mi obligación de Comité y concurriríamos a hablar con él. Entre las cosas que se señaló que debíamos plantear al Jefe del Estado en aquellos días de julio de 1973 estaba la formación de un Gobierno de transición, para asegurar ¿por lo menos durante los tres últimos años- la continuidad democrática y la paz pública, que se veía gravemente comprometida. Fue así como entre nosotros surgió la posibilidad de que Raúl Rettig encabezara el Ministerio -como muy bien lo sabe nuestro común amigo el Honorable señor Silva-, porque pensábamos que, con su presencia, seguramente muchas cosas sucederían de manera distinta.
Fue un época decisiva en la que lo echamos de menos.
El otro período clave en que lo extrañaremos es éste, ya que nunca separó la verdad de la reconciliación. Su espíritu abierto y generoso, así como su criterio certero para conocer lo que el país requería para conservar su identidad, la amistad y el amor entre los chilenos, nos es absolutamente indispensable.
En nombre de los Senadores de estas bancadas, deseo rendir homenaje en su memoria. Creo que él ya se ha encontrado con Dios en persona. Y digo a su familia que, entre los actores de los años de la vida política de Raúl Rettig, no hubo nadie que no lo apreciara profundamente. Fue un hombre generalmente querido, que no se distanció de ninguno de los líderes políticos, con quienes muchas veces tuvo arduas y profundas discusiones doctrinarias.
También quiero expresar al Partido Radical-Socialdemócrata que la figura señera de Raúl Rettig no sólo es un guía para ustedes, sino también para nosotros. La democracia tiene hoy otras proyecciones que Raúl Rettig supo instuir: no sólo se trata de la elección democrática de las autoridades, sino también del límite del poder frente a la persona. Creo que ése es realmente el humanismo que Raúl Rettig imprimió a su vida política.
--(Aplausos).

El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Urenda.

El señor URENDA.- Señor Presidente, señores Senadores, familiares de don Raúl Rettig, antiguo y querido colega Anselmo Sule, presidente del Partido Radical-Socialdemócrata, en nombre de los Senadores que integramos el Comité Mixto UDI e Independientes y en el mío propio, hago uso de la palabra para rendir homenaje a quien fuera destacado político, Senador de la República, formador de juventudes y eminente catedrático universitario, amén de su brillante trayectoria como ciudadano y hombre público.
Tal vez porque mi conocimiento de Raúl Rettig y mi relación con él revisten características especiales puede servirme como excusa para apartarme del texto escrito de mi discurso y hacer algunos esbozos o recordar algunos hechos que me acercaron a su personalidad, me vincularon a ella y me enseñaron a conocerla.
Curiosamente, supe de Raúl Rettig cuando él era líder estudiantil de la Universidad de Concepción a través de mi hermano Ximeno, estudiante de esa casa de estudios, quien me contaba que por allí había pasado un orador excepcional, que movía las juventudes y que obviamente constituía una gran expectativa para Chile.
Posteriormente, lo recuerdo en una forma muy especial. En 1940, se realizó un Congreso Eucarístico en Santiago, al cual asistimos miles y miles de jóvenes. En esa oportunidad oímos unas palabras extraordinarias de doña Juanita Aguirre de Aguirre Cerda, esposa del Presidente de la República, refiriéndose a la eucaristía. Las escuché con profunda emoción, y más tarde supe que ellas provenían de la pluma de Raúl Rettig, a la sazón un ciudadano radical, masón o libre pensador. De alguna manera coincido con el Honorable señor Díez en cuanto a que la formación cristiana que él recibió de una tía, por haber muerto su madre al nacer, le permitió representar en forma tan magistral el pensamiento cristiano, logrando despertar el entusiasmo y la emoción de los jóvenes que por allá por los años 40 asistíamos a ese Congreso Eucarístico.
Más tarde lo conocí en una faceta diferente. En un momento difícil para un cuñado mío, Raúl Rettig -a la sazón importante hombre de Gobierno-, que había sido su compañero en el Ministerio del Interior, lo apoyó y lo indujo a reintegrarse a la Administración Pública, donde realizó una brillante carrera, demostrando así la solidaridad de los grandes hombres, y cómo era, en los hechos, su espíritu y sus sentimientos para con los demás.
Después fui testigo de su notable trayectoria pública. Supe de sus brillantes intervenciones en el Senado, de sus actuaciones políticas, de todo aquello que lo distinguía como un gran político y abogado.
Pero la vida nos depara a veces situaciones sorprendentes. En 1970 Raúl Rettig fue designado como Embajador en Brasilia. Allí tuvo oportunidad de juntarse con ese amigo de la juventud que él había ayudado a reintegrarse a la actividad pública. Conviví con Raúl Rettig algunos días en esa ciudad y tuve ocasión de charlar en forma tranquila y reposada, al margen de los problemas contingentes. Allí pude apreciar la fineza de su espíritu, su talento, su facilidad de expresión, su especial sentido del humor y su calidad tan tremendamente humana.
Todos somos testigos de cómo él, en un momento determinado, fue llamado a desempeñar una difícil tarea: presidir la Comisión que lleva su nombre. Y no obstante su edad y los achaques propios de su condición de octogenario -que algunos ostentamos en el Senado-, asumió en plenitud esa tarea, aportando su talento y criterio, procurando llegar al resultado más adecuado. No es la oportunidad de juzgar esa misión en sí. Lo que yo aprecio y aprecié fue el espíritu público de un hombre que a esa edad asume tal responsabilidad, se entrega a ella y da lo mejor de sí, y una vez terminada, vuelve al ejercicio de la profesión de abogado. Uno lo encontraba en los tribunales de Santiago, preparándose tal vez para un comparendo o un alegato, y podía apreciarse en él a un hombre igualmente sencillo, el que a los honores recibidos en la vida -que se los había ganado en forma tan merecida- les restaba importancia y, simplemente, era el mismo hombre llano y simple con el cual podía comentarse tanto de política y de cultura, como también de deporte.
En tal virtud, su fallecimiento me lleva a pensar que hay figuras en los países que, cualesquiera que sean su pensamiento político, su doctrina y el papel específico que desempeñen en la sociedad, pertenecen a todos. Y yo diría esta tarde que Raúl Rettig pertenece a todos los chilenos, porque fue una persona notable, un gran chileno, que usó el talento que Dios le dio al servicio de los demás y que jamás se sintió superior ni olvidó ayudar a quienes a él recurrían.
Por ello, junto con mis Honorables colegas, esta tarde me inclino reverente ante su memoria, y pido a su familia y al Partido Radical que en estos momentos piensen con satisfacción que quien formó a aquélla y perteneció a las filas de dicha colectividad política adquirió la dimensión de ser un hombre de todos, del cual todos los chilenos, cualquiera que sea nuestro pensamiento político, nos sentimos orgullosos.
He dicho.
--(Aplausos).

El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- En nombre del Senado y en el mío propio, deseo sumarme al homenaje rendido por los señores Senadores que me precedieron en el uso de la palabra.
En breves términos, quiero agradecer a la Providencia el haber conocido a este admirable hombre público, con quien también pude tener amistad.
Sus atributos, fundados en su capacidad intelectual y respetabilidad moral, supo ejercerlos con la discreción y prudencia que sólo provienen de un destacado humanista. Ello le permitió exaltar los valores de la dignidad humana hasta el más alto sitial.
La patria ha perdido, sin duda, a uno de sus más notables hijos, a ese luchador incansable por los derechos humanos, por la justicia social y la democracia. Jamás descansó en sus méritos y, por supuesto, como lo vimos, trabajó hasta los últimos días de su vida.
El Senado de Chile, indiscutiblemente, lo recuerda como uno de sus más insignes oradores. Hombre culto y de polémica aguda, de la generación brillante de otros pares como los Alessandri, Frei Montalva, Ampuero, Cruz Coke, Moore, Aniceto Rodríguez, Bossay, Allende, Walker y tantos otros.
Fue actor fundamental ¿como se ha dicho- en la transición democrática, y pasará a la historia por su inmenso aporte en la presidencia de la Comisión de Verdad y Reconciliación.
Raúl Rettig es la expresión virtual del ciudadano que entregó todo a su patria y que vivió de acuerdo con sus ideales.
Nada se lleva ¿como lo señalé al despedirlo en sus funerales-, salvo el cariño y admiración de todos sus conciudadanos.
Su ejemplo de vida es un mentís para quienes pretenden desprestigiar a los políticos y servidores públicos.
Raúl Rettig no deja fortuna ni bienes, pero sí nos deja el legado propio de los hombres probos y virtuosos, que no es otra cosa que los ideales y mensajes, con los cuales nos convoca a realizar nuestras vidas.
En nombre del Senado y en el mío propio, esta tarde hacemos llegar a sus familiares, a sus hijos Valentina, María Soledad, Alberto, Sergio y a Eduardo ¿que en este momento no nos acompaña-, como también al Partido Radical -en presencia de su Presidente y Parlamentarios-, nuestras expresiones de solidaridad y gratitud por haber podido compartir con ese gran hombre público chileno.
He dicho.
--(Aplausos).

El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Se suspende la sesión por algunos minutos.


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--Se suspendió a las 17:26.
--Se reanudó a las 17:38.
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El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Continúa la sesión.
V. ORDEN DEL DÍA



PROHIBICIÓN DE INGRESO DE DESECHOS PROVENIENTES DE TERCEROS PAÍSES

El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Conforme a lo acordado en la sesión de ayer, corresponde votar el proyecto, en segundo trámite constitucional, que prohíbe o regula, en su caso, el ingreso al territorio nacional de desechos o residuos provenientes de terceros países, con informe de la Comisión de Medio Ambiente y Bienes Nacionales.
--Los antecedentes sobre el proyecto (150-11) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley:
En segundo trámite, sesión 4ª, en 10 de junio de 1992.
Informe de Comisión:
Medio Ambiente y Bienes Nacionales, sesión 32ª, en 2 de mayo de 2000.
Discusión:
Sesiones 33ª, en 3 de mayo de 2000 (queda para segunda discusión); 34ª, en 9 de mayo de 2000 (votación pendiente).

El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- La iniciativa que nos ocupa es de rango orgánico constitucional; por lo tanto, su aprobación precisa de 27 votos favorables.
En la Sala hay 28 señores Senadores.
Si le parece a la Sala, daríamos por aprobado el proyecto.

El señor DÍEZ.- Con mi voto en contra, señor Presidente.
--Se aprueba en general el proyecto (27 votos contra uno), dejándose constancia de que se cumple con el quórum constitucional requerido.

El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Debemos fijar plazo para indicaciones.

El señor HORVATH.- Señor Presidente, propongo que sea a mediados de junio.

El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- ¿Habría acuerdo en fijar como plazo para presentar indicaciones el 15 de junio, a las 12?
--Así se acuerda.

MODIFICACIÓN DE ESTATUTO DEL PERSONAL DE LA BIBLIOTECA DEL CONGRESO NACIONAL


El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Corresponde tratar el proyecto de acuerdo, iniciado en moción del Presidente del Senado ¿sólo para efectos reglamentarios-, que modifica el Estatuto del Personal de la Biblioteca del Congreso Nacional, con informe de la Comisión de Biblioteca.
--Los antecedentes sobre el proyecto figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de acuerdo: (moción del señor Zaldívar, don Andrés).
Se da cuenta en sesión 27ª, en 4 de abril de 2000.
Informe de Comisión:
Comisión de Biblioteca, sesión 34ª, en 9 de mayo de 2000.

El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Deseo hacer presente que, respecto del proyecto de acuerdo, varios señores Senadores y otras personas me han hecho llegar observaciones que podrían ser consideradas para perfeccionar el texto del Reglamento de la Biblioteca. Sin embargo, estimo que esas sugerencias debemos remitirlas, en primer término, a la Directora de la Biblioteca, con el objeto de que nos dé su opinión sobre ellas, o bien, enviarlas a la Comisión de Biblioteca, y, a su vez, que la Comisión de Régimen Interior pueda estudiarlas junto con el texto, pues éste es bastante más completo que un mero proyecto de acuerdo.

Tiene la palabra el Honorable señor Sabag.

El señor SABAG.- Señor Presidente, concuerdo totalmente en que el proyecto de acuerdo vuelva a la Comisión de Biblioteca y vaya también a la de Régimen Interior, a fin de que conozcan las proposiciones del personal de la Biblioteca. Éste entregó 30 indicaciones señalando que, hasta ahora, no ha tenido mayor participación en la elaboración del texto, como lo tuvo en su oportunidad el personal del Senado y de la Cámara de Diputados.
Considero de justicia que esos funcionarios también puedan opinar y que se conozcan sus diversas posiciones en cuanto a la iniciativa.
Por lo tanto ¿reitero-, me parece adecuado que el proyecto de acuerdo vuelva a la Comisión de Biblioteca y ésta conozca tales observaciones. Son 25 de orden formal y 5 relativas al fondo del Reglamento, las cuales preocupan al personal, porque el proyecto tiene una incidencia muy fuerte en la vida funcionaria de cada uno de ellos.

El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Efectivamente, se han presentado observaciones. Sin embargo, deseo hacer una aclaración.
Según la información que he requerido de la propia Dirección de la Biblioteca, en el estudio de la materia hubo participación del personal. Tal vez no dispusieron del tiempo suficiente para analizarla y las observaciones no se pudieron hacer llegar oportunamente.
Pienso que no perdemos nada si consideramos esas observaciones, las que podrán aceptarse o rechazarse en conformidad a su mérito.
Tiene la palabra el Honorable señor Muñoz Barra.

El señor MUÑOZ BARRA.- Muy brevemente, señor Presidente, para respaldar su proposición.
Varios Senadores hemos sido informados de que el personal de la Biblioteca no ha contado con las mismas posibilidades que tuvieron los de la Cámara de Diputados y del Senado de participar directamente en la tramitación del Estatuto. Ésa es una verdad. Y me extraña que la señora Directora de la Biblioteca no haya abierto todos los caminos para que su personal -que es tan importante para nosotros porque nos asesora en muchas oportunidades en forma eficiente- participara en la redacción del texto y no verse obligado a entregar, por la vía de organismo gremial, estas 30 modificaciones que seguramente los señores Senadores ya han recibido.
Por consiguiente, apoyo la propuesta del señor Presidente en el sentido de que, en lo posible, haya un debate con los funcionarios de la Biblioteca y de que la iniciativa se envíe también a la Comisión de Régimen, como ha ocurrido en el caso de otros servicios del Congreso Nacional.

El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Quiero ser claro en este sentido e insistir en que hubo consultas al personal y posibilidades de participación. Pero como se trata de una materia cuyo planteamiento corresponde, en definitiva, a la Dirección, ésta lo hizo a la Comisión de Biblioteca, donde lo conocimos tanto el Presidente de la Cámara como el del Senado y le dimos curso. Y, una vez aprobado, lo patrociné para los efectos de su tramitación. Con posterioridad me han hecho llegar las observaciones.
En una reunión con los representantes de la Asociación del Personal les manifesté lo mismo: que creía que no se podía dejar una constancia que no era absolutamente correcta en el sentido de que no habían tenido ninguna participación. A lo mejor, esta última no fue suficiente.
Pienso que ello no es lo más importante, sino que se disponga de un buen Reglamento. Y, con ese propósito, cabría aprobar en general la idea de que se debe contar con ese instrumento y ver en particular las observaciones, para lo cual la Comisión de Biblioteca y, posteriormente, la Comisión de Régimen Interior podrían darles curso a fin de que la Sala se pronunciara.
Si no hay objeciones, se procederá en esa forma.
Acordado.
Terminado el Orden del Día.

VI. INCIDENTES

El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Los Comités Institucionales 2, Mixto y Demócrata Cristiano no intervendrán.
En el tiempo del Comité Unión Demócrata Independiente e Independientes, tiene la palabra el Honorable señor Horvath.


CRISIS PESQUERA ARTESANAL EN ZONA AUSTRAL. OFICIOS

El señor HORVATH.- Señor Presidente, con relación al conflicto que viven en la zona austral los pescadores artesanales, deseo consignar que, producto de las distintas movilizaciones de ese sector en la Undécima Región ¿y que las noticias indican que desde hace algunos días también se llevan a cabo en la Novena, Décima y Duodécima Regiones-, el Subsecretario de Pesca, señor Daniel Albarrán, concurrió hoy a Aisén. Desgraciadamente, viajó en el avión de la mañana, que llega a la zona entre 11 y 11:30, pretendiendo regresar en el vuelo de las 17. ¡Un conflicto que lleva años gestándose, perfectamente previsible y que se puede superar no puede ser resuelto en tan corto tiempo!
La autoridad regional exigió deponer algunas acciones de la movilización, como la de impedir el acceso a las empresas de pesca industrial. Dada la posibilidad de avisar a cada uno de los pescadores artesanales, que en total constituyen más de mil doscientas familias, el objetivo expuesto se consiguió hoy a las 13. Sin embargo, la autoridad regional no lo consideró suficiente garantía como para que el señor Subsecretario pudiera encontrarse con ellos.
En el día de ayer me comuniqué con este último, y lo mismo hice hoy tanto con él como con la señora Intendenta, tratando incluso de agotar algunos términos para que en verdad la reunión se pudiera materializar. Hasta el momento -salvo que haya llegado alguna noticia de último minuto-, ello no ha podido suceder.
Debo recalcar la buena predisposición de los pescadores artesanales y la necesidad de que la autoridad regional deponga su orgullo y pueda llegar a un buen acuerdo con este importante sector social de la zona austral.
Por lo tanto, solicito oficiar a los señores Ministros del Interior, Secretario General de la Presidencia y de Economía, así como a los señores Subsecretario de Pesca y Director Nacional de Pesca, para que ojalá se puedan constituir con la mayor brevedad en la Undécima Región, en lo posible este mismo fin de semana, a fin de encontrar una solución al conflicto, porque ¿repito- la disposición existe. Creo que a estas alturas se trata más bien de una cuestión de forma y que el interés regional y nacional no puede quedar supeditado a ese tipo de situaciones.
He dicho.
--Se anuncia el envío de los oficios solicitados, en nombre del señor Senador, de conformidad con el Reglamento.

El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Como el Comité Renovación Nacional e Independiente no hará uso de la palabra, ni tampoco el Comité Institucionales 1 y el Socialista, se levanta la sesión.
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--Se levantó a las 17.50
Manuel Ocaña Vergara,
Jefe de la Redacción