Aportar a la credibilidad de nuestro sistema institucional y jurídico
Por Jorge Pizarro, Presidente del Senado
11 de octubre de 2013Se está volviendo un deporte nacional esto de cuestionar de manera artera a las instituciones de la República, como se ha hecho en estos días a raíz de supuestos aumentos en las asignaciones para los senadores. Se ha actuado con tan poca justicia que en verdad preocupa dilucidar si se trata de un simple error de interpretaciones o de una efectiva campaña de desprestigio contra la política y los políticos.
En este tema, hago una defensa de la honorabilidad y la transparencia con que ha actuado la Corporación entera. No ha habido ninguna solicitud de los parlamentarios ni del Consejo Resolutivo de Asignaciones Parlamentarias en orden a pedir más recursos para asesores, tal como se difundió con gran revuelo.
La Dirección de Presupuestos ha explicado que este diferencial es una regularización de un déficit que se arrastra desde el año 2012. Punto final. Sin embargo, el daño ya está hecho y nuevamente se instala en la ciudadanía la idea de que nuestras instituciones no son lo suficientemente probas y transparentes en su actuar.
¿Quién lava el nombre del Senado? ¿Por qué tenemos que dar explicaciones por hechos que no son ciertos y que, aun más, no fueron provocados por la Corporación? El tema de fondo acá es cómo la sociedad y sobre todo aquellos sectores que tienen altas responsabilidades en la modelación de la opinión pública, puede aportar a la credibilidad de nuestro entramado institucional y jurídico.
Poner en tela de juicio una y otra vez a las instituciones políticas para sacar provechos pequeños y mezquinos puede ser atractivo ahora, pero acarreará serias consecuencias en el futuro. Nadie rehúye ni intenta aplacar la crítica. Por el contrario, la alentamos siempre que se haga en un marco de respeto a la ley y al sentido común; pero es realmente inquietante que se transforme en una moda está idea de que todos los organismos del Estado tienen zonas opacas.
Lo más peligroso es que ese lenguaje está también presente en el “debate” de la campaña presidencial. Al menos dos de los postulantes a La Moneda se han especializado en deslizar constantemente que la política es mala, que las instituciones no hacen su trabajo y hasta se han dado el lujo de adelantar amenazas de “mano dura” contra algunos Poderes del Estado. Esto no corresponde.
La democracia se cuida y la deben cuidar todos, especialmente quienes tienen altas responsabilidades ante el país. Si estamos en el servicio público, entonces la primera responsabilidad es no enlodar la imagen, la credibilidad y la respetabilidad de esta actividad. Si no, entonces dejemos la política a verdaderos servidores públicos. Los francotiradores, deben estar en otro lado.