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FLEXIBILIZACIÓN DE REQUISITOS DE ACCESO E INCREMENTACIÓN DE PRESTACIONES DE SEGURO DE DESEMPLEO DE LEY N° 19.728 POR PANDEMIA COVID-19 Y PERFECCIONAMIENTO DE BENEFICIOS DE LEY N° 21.227


El señor QUINTEROS.- Voy a usar de la palabra, señora Presidenta.
Votaré a favor del presente proyecto, toda vez que se establecen algunos beneficios inmediatos como el aumento de la tasa de reemplazo de las prestaciones que reciben los trabajadores suscritos a la Ley de Protección del Empleo. Pero mi voto no puede interpretarse como una señal de conformidad con el funcionamiento de esta norma. Subsisten en ella muchos problemas, como ha ocurrido con la generalidad de los instrumentos diseñados para enfrentar los efectos sociales y económicos de la pandemia.
Como sabemos -ya lo dijo un señor Senador-, los costos económicos de esta crisis están siendo absorbidos en lo fundamental por los propios trabajadores, que ven reducidos sus ingresos y que solo reciben una compensación parcial proveniente de los fondos de cesantía, que en rigor son de su propiedad. En cuanto a los empleadores, su contribución se limita al pago de las cotizaciones previsionales.
Es necesario reconocer, eso sí, que muchos empleadores, especialmente de la micro, pequeña y mediana empresa, enfrentan también situaciones críticas, y por ello incluso cumplir con el pago previsional es muy complejo.
Con sueldos disminuidos al 55 por ciento, es evidente que los trabajadores no logran satisfacer sus necesidades básicas. En condiciones normales, como lo decía el Senador Montes, las tasas de reemplazo decrecientes pretenden ser un incentivo para la búsqueda de empleo. Pero esta lógica no tiene sentido en las actuales condiciones, en que no es posible salir a buscar trabajo y, por el contrario, la autoridad incentiva a permanecer en las casas por razones obvias.
Por otra parte, la suspensión temporal del contrato no es garantía de conservación del empleo. Muchos suspendidos pasarán a engrosar la fila de los abiertamente cesantes en las próximas semanas o meses. Esa es una arista de la realidad que desde el Gobierno también se han negado a reconocer.
A estos perjuicios hay que agregar que la indemnización por año de servicio a que tienen derecho los trabajadores que pierden su empleo se verá disminuida, pues se descuentan de ella los aportes del empleador al Seguro de Cesantía. Además, sus cuentas individuales de cesantía se habrán agotado y se activará el Fondo Solidario, que contempla una disminución en los montos recibidos. Y ni hablar de otros segmentos de trabajadores: los informales, los a honorarios, o los que no cotizan en el Seguro de Cesantía, como los contratados con anterioridad al año 2002 y los que reciben una pensión.
Señora Presidenta, si el presente es complejo en las actuales condiciones, el futuro se vislumbra aún más difícil. Por eso le pedimos al Gobierno un plan potente de reactivación y recuperación de empleos con subsidio a la contratación de mano de obra, especialmente para las pymes, que ya debiera estar discutiéndose en este Congreso, pero que aún no ingresa. Podría decir también que no se ha cumplido con el acuerdo. Y, además, un plan de protección integral bien diseñado, con ayudas sustantivas y tramitaciones simples para todo el que lo necesite.
Lo hemos dicho innumerables veces: no podemos seguir con soluciones parciales, burocráticas, muchas de ellas improvisadas, plagadas de exclusiones. Cada ley aprobada ha debido ser corregida o complementada sobre la marcha. Esto solo aumenta la confusión y la decepción.
Las promesas del Gobierno, que alimentan la esperanza de los chilenos, se convierten en frustraciones a la hora de completar exigentes y extensos formularios en los sitios web de todas las instituciones públicas. A más de cinco meses de iniciada la pandemia, para muchos la única ayuda recibida ha sido la posibilidad de retirar su propio 10 por ciento de las AFP. En momentos de crisis no es la gente la que debe salir en busca del Estado, es el Estado el que debe proteger a las personas.
Millones de chilenos y chilenas están pasándola mal. No sigamos añadiendo a este malestar la rabia de la promesa incumplida o la trampa de la letra chica.
Voto a favor, Presidenta.