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CONFORMACIÓN DE PACTOS ELECTORALES DE INDEPENDIENTES Y PARIDAD DE GÉNERO EN INTEGRACIÓN DE ÓRGANO CONSTITUYENTE


La señora RINCÓN.- Señor Presidente, por allá por el 1789, las mujeres en las elecciones de los diputados de los Estados Generales en Francia reclamaban a través de los cuadernos de queja su derecho a participación.
En esa época, las reivindicaciones de las mujeres se referían mayoritariamente a los problemas a los que vivían confrontadas de manera diaria: la falta de educación; las cuestiones de moralidad en las costumbres; el derecho a ejercer una profesión; la protección de los trabajos femeninos, como costureras, bordadoras, en fin.
"Ser instruidas, poseer empleos, no para usurpar la autoridad de los hombres, sino para ser más estimadas; para que tengamos medios de vivir al amparo del infortunio (...). Os suplicamos, Señor, que establezcáis escuelas gratuitas en las que podamos aprender los principios de nuestra lengua, la religión y la moral (...) Pedimos salir de la ignorancia, dar a nuestros hijos una educación acabada y razonable para formar siervos dignos de serviros".
Cosas como esas se leían en aquella época.
Apenas se planteaba la reivindicación política para que las mujeres tuvieran más espacio. La verdad es que no muchas estaban conscientes de la importancia de aquello.
Y así, en 1789 la exclusión de la composición de los Estados Generales en la elección de los diputados de aquella época hizo levantar la voz de las mujeres. De ahí surgen las quejas de una burguesa ilustrada, conocida como "madame B.B.", quien luchó para poder sacar adelante su causa. Ella decía: "Estamos demostrando -y con razón- que un noble no puede representar a un plebeyo, y que las mujeres, por tanto, solo pueden estar representadas por otras mujeres".
Señor Presidente, ¿qué pasaría si en este Senado solo hubiera hombres? ¿Qué pasaría cuando discutiéramos temas políticos, económicos, sociales, de infancia, de mujer, de educación, si solo hubiera hombres? Sin lugar a dudas, la opinión de ellos (valiosa, importante, inteligente) estaría sesgada; faltaría la otra mirada: la mirada de las mujeres.
Cuando mujeres ejemplares en Chile, como Elena Caffarena, dieron la pelea para que otras estuvieran también presentes, lo que ellas estaban pidiendo era un derecho a participación en igualdad de condiciones. Estar en las universidades, estar presentes en los espacios laborales, estar presentes en las decisiones del Estado, han sido, sin lugar a dudas, demandas antiguas en el mundo y también en nuestro país.
El que solo haya hombres hace que las miradas sean parciales.
Somos el 51 por ciento de la población. Ya lo decía mi colega Isabel Allende: "No estamos representadas de igual manera en este Parlamento". Y lo afirmaba la Senadora Aravena: "Se han tenido que hacer modificaciones para permitir la participación de las mujeres, el derecho a competir de las mujeres". Y, aun así, nos falta presencia.
Señor Presidente, nunca se cuestiona si un hombre ha sido "arrastrado" en una elección para el Parlamento. Y la verdad es que todos los sistemas electorales tienen mecanismos de corrección. Eso es lo que estamos pidiendo hoy día: que el sistema electoral contemple un mecanismo de corrección. ¿Para qué? Para que en la decisión de la discusión más importante de un país, que es la Constitución, la mujer esté en condiciones de igualdad.
No pedimos ni más ni menos que aquello: que, en la discusión de la ley más importante de nuestro país, las voces de las mujeres estén representadas en igualdad de condiciones. ¿Cómo se logra esto? Con una corrección al sistema electoral, como se ha hecho en todas y cada una de las elecciones de Chile y el mundo. Elijamos el mejor, pero elijamos la garantía de que las mujeres y los hombres se hallen en condiciones de paridad.
Eso es lo que pedimos y eso es lo que queremos exigir.
Las Diputadas y los Diputados aprobaron un sistema. ¡A mí me gusta ese sistema! Busquemos el que dé garantía de que en la próxima elección de constituyentes las mujeres tendrán derecho de igualdad en materia de participación.
Gracias.