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TIPIFICACIÓN DE DELITO DE ALTERACIÓN DE LA PAZ PÚBLICA MEDIANTE EJECUCIÓN DE ACTOS DE VIOLENCIA Y AGRAVAMIENTO DE PENAS


El señor ELIZALDE.- Señor Presidente, nada justifica la violencia, venga de donde venga; nada justifica la violación a los derechos humanos. Tenemos que construir una forma de convivencia que se sustente en el respeto al otro, en el respeto a la diversidad. En eso consiste, precisamente, la democracia.
Y, en ese contexto, por cierto, se pueden revisar las leyes y se pueden perfeccionar. Pero, lamentablemente, genera confusión, y a veces también indignación, el nivel de improvisación con el cual el Gobierno ha actuado en esta materia.
Recordemos: un día miércoles en la tarde llegó aprobado, entre gallos y medianoche, por la Cámara de Diputados un proyecto de ley llamado "antisaqueos", y el Gobierno le puso "discusión inmediata" y pretendía que se votara esa misma tarde, ¡esa misma tarde! Se apuntaba con el dedo a todos quienes dijimos algo básico: "Demos un debate técnico y riguroso para revisar el contenido del proyecto". Y la Comisión de Constitución, a mi entender sabiamente, estableció que se iba a votar por separado, en general primero, y después en particular. Y luego tuvo que rehacer completamente el articulado.
La pregunta que tenemos que hacernos es qué es lo que ha cambiado, por qué en la actualidad estamos viviendo una coyuntura tan compleja y el Gobierno, con los mismos instrumentos que han tenido otros gobiernos democráticos, no ha podido, efectivamente, restablecer el control pleno del orden público.
¿Son los instrumentos o es la gestión gubernamental o es el tema de fondo?
Y el tema de fondo es que en Chile el 18 de octubre hubo un estallido social ante un malestar acumulado por mucho tiempo y que el Gobierno no ha estado a la altura para los efectos de dar respuesta a ese estallido social y poder, efectivamente, dar una señal para restablecer el orden público, con los mismos instrumentos de que han dispuesto otros gobiernos.
Por cierto, se pueden discutir los instrumentos, pero aquí hay ciertos principios conceptuales básicos que es necesario preservar.
En el caso del saqueo propiamente tal, obviamente se requiere una norma que evite aquello de lo que hemos sido testigos durante todos estos meses y que, sin duda, genera un enorme daño.
Pero criminalizar la protesta social y transformar en delito las formas en las cuales se manifiestan la sociedad, los gremios, sin duda que no es la señal correcta.
Y voy a dar un ejemplo. Aquí el Gobierno plantea que es necesaria una legislación de emergencia, urgente. Sin embargo, cuando los camioneros cortan la ruta, ¿qué es lo que hace el Ministerio del Interior? Los escolta. Literalmente, los escolta.
El señor OSSANDÓN.- ¡No es así!
El señor ELIZALDE.- Hay un trato diferenciado respecto de otros tipos de manifestaciones que se realizan a lo largo del país.
Y lamento que el tema de la violencia, del cual todos estamos preocupados, se haya transformado en la excusa de algunos sectores para hoy día oponerse a la Nueva Constitución.
Al respecto, una reflexión muy simple y dos comparaciones.
Primero, ¿hay hoy en Chile más violencia que la que había el 15 de noviembre cuando se suscribió el acuerdo por la paz social y la Nueva Constitución? La respuesta es categórica: ¡No! No hay más violencia. Sin embargo, había disposición plena a firmar ese acuerdo el 15 de noviembre y hoy día se cuestiona el proceso constituyente. Y hay un Ministro, el Secretario General de la Presidencia, que incluso ha cuestionado el proceso en su conjunto, en declaraciones que son especialmente graves.
Es una mala excusa; yo esperaba una mejor. Cuando se dijo "va a haber un punto de prensa de la bancada del principal partido oficialista anunciando su voto en contra", yo esperaba argumentos contundentes, porque sé de las capacidades intelectuales que tienen los Senadores que representan a esa bancada. Y les quiero decir con mucha honestidad, por su intermedio, señor Presidente, y sin ánimo de ofender, que encontré que la excusa era, por decir lo mínimo, débil.
Y la pregunta de fondo: ¿hay hoy más violencia que la que hubo el año 80? Formalmente, había más orden público, pero se impuso la Constitución con detenidos desaparecidos, con torturados, con exiliados. Esas fueron las condiciones que nadie de los sectores conservadores cuestionó, que hasta el día de hoy no cuestionan para plantear siquiera la legitimidad de la Constitución actual.
Sin embargo, lo plantean hoy día como un tema de fondo para llamar a votar rechazo ante un proceso democrático sin precedentes en nuestra historia y que permite que tengamos por fin una Constitución que nos represente a todos.
En ese contexto, creo que la norma antisaqueos tiene sentido, pero las demás disposiciones que criminalizan la protesta social no van a ser una señal que tienda a pacificar los espíritus. Por el contrario, pueden ser una herramienta que, mal utilizada, termine con sanciones contra las manifestaciones legítimas que van a realizar los ciudadanos cuando están molestos ante una determinada decisión de la autoridad o cuando plantean cualquier demanda que debe ser considerada por el sistema político.
Creo que no es la señal para generar un mejor clima en el país ni para superar la crisis que estamos enfrentando.
He dicho.


El señor ELIZALDE.- Señor Presidente, la verdad es que llaman la atención ciertas afirmaciones que se han realizado en la Sala el día de hoy y respecto de las cuales resulta necesario efectuar algunas precisiones.
En primer lugar, quiero señalar que me siento interpretado en un cien por ciento por lo que ha expresado el Senador Montes. Y, por su intermedio, señor Presidente, quiero aclararle al Senador Moreira que lo que hizo mi colega de bancada fue una crítica política, cuando lo que se requiere en Chile es una actitud distinta para enfrentar un cuadro de cuestionamiento del sistema político y una brecha entre la ciudadanía y las instituciones representativas.
Y la forma de resolver esa brecha es, precisamente, que el sistema político se haga cargo de las demandas ciudadanas (en materia social -está pendiente- y también en materia política), a través de un plebiscito donde la ciudadanía decida si quiere o no una nueva Constitución y el mecanismo para llevarla adelante.
Ahora, llama la atención el cambio de actitud y de postura entre lo que ocurrió la madrugada del 15 de noviembre y lo que se observa hoy: el argumento de la violencia, cuando es evidente que ahora existe menos violencia que la que había ese día.
La verdad, señor Presidente, es que yo creo que lo que sucede es algo distinto. El 15 de noviembre, con la ciudadanía movilizada en la calle, muchos no se atrevieron a decir lo que realmente pensaban. Y hoy día, cuando las movilizaciones han disminuido en su convocatoria, entonces señalan lo que realmente piensan: ¡no quieren una Constitución nacida en democracia!
Y, en materia de contextos, es evidente que el de hoy es distinto del que había en 1980, pero -por su intermedio, señor Presidente- le quiero aclarar al Senador Moreira, tan admirador del dictador Pinochet,...
El señor MOREIRA.- ¡Así es!
El señor ELIZALDE.-... que ese año, Carlos Montes, hoy Senador de la República, colega nuestro, ex Presidente del Senado, no solo fue detenido, sino también torturado. ¡Torturado!
¡Esa es la diferencia!
Y hoy día, porque un grupo de estudiantes secundarios, en una acción que no comparto, realiza, no diría un boicot -porque boicot hubiera significado que los propios estudiantes se negaran a realizar la PSU-, sino un sabotaje respecto de los demás alumnos que querían, legítimamente, rendir la prueba, entonces se tiene el descaro de afirmar que no existen condiciones para llevar a cabo un plebiscito y para iniciar un proceso constituyente.
La diferencia que hay entre la dictadura y la democracia es como la diferencia entre la noche y el día, entre la muerte y la vida.
Esa es la diferencia.
Y, por tanto, resulta lamentable cómo se abusa del lenguaje para producir un argumento que es propio de los sectores conservadores cuando se niegan a los cambios. Es el argumento del temor: "Generemos temor al cambio". Es preferible mantener el statu quo, aunque este genere insatisfacción y malestar generalizado, porque a través del temor impedimos dar un avance que, en este caso, es un salto democrático y democratizador imprescindible para que tengamos la Constitución de todas y de todos.
Yo lo he señalado. Solo he votado a favor en particular de la norma antisaqueos y en contra de todas las demás disposiciones. En las que no tienen sentido o no generan cambios sustantivos me he abstenido. Pero en las que significan la criminalización de la protesta social, he votado en contra; porque me parece que no es la señal que se requiere hoy día para generar un nuevo clima y para, efectivamente, restablecer el orden público que, sin duda, es un bien preciado en la democracia.
Reitero que el Gobierno tiene una cuota importante de responsabilidad en la forma como se ha administrado esta crisis.
El Presidente habló de "guerra", ya se ha dicho. Los ministros hicieron declaraciones desafortunadas, también ya se ha dicho. Pero la semana pasada, en una interpelación, el Ministro de Salud señaló que los libros de las Compín estaban llenos de felicitaciones. ¡Llenos de felicitaciones!
Yo no sé en qué país vive. Son esas declaraciones las que no contribuyen a que, sin duda, la ciudadanía sienta que hay un Gobierno que escucha sus demandas y da respuestas, y que hay un sistema político que está a la altura de lo que nos piden los ciudadanos: soluciones a sus problemas en su vida inmediata. Y la nueva Constitución nos va a permitir al menos superar esta camisa de fuerza, que es una verdadera guardiana del abuso y que ha impedido transformaciones que los chilenos hoy demandan en las calles de todo nuestro país.
He dicho.