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MODIFICACIÓN DE CAPÍTULO XV DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LA REPÚBLICA


La señora RINCÓN.- Señor Presidente, Honorable Sala, quiero partir por agradecer a cada uno de los colegas que hicieron posible este acuerdo y a las y los presidentes de partidos que lo construyeron; a Felipe Harboe, que fue clave, junto con la Mesa de la Corporación, Jaime Quintana y Alfonso de Urresti, quienes nos llevaron y condujeron hasta este día; a nuestro camarada Francisco Huenchumilla, quien hoy no puede estar presente en la Sala, pero que también fue clave en la Comisión de Constitución.
Mi reconocimiento a cada uno de ellos y de ellas.
Lamento, por cierto, que existan voces que no apoyan y que denuestan el acuerdo logrado.
Creo, señor Presidente, que debemos entender que somos solo instrumentos en este rol, representantes de la ciudadanía, y que nuestras decisiones tienen efecto. Y, en este caso, como decía Kennedy, "La ignorancia de un votante en una democracia perjudica la seguridad de todos".
Nuestras decisiones tienen efecto, no son inocuas. Por tanto, en el momento que atravesamos, de nuestras votaciones depende la seguridad de la propia democracia.
¿Qué votamos hoy? Votamos el camino a la democracia representativa, donde todos y todas nos sintamos parte de nuestro país, en la Constitución que nos rige, esa Carta Magna que ha sido hecha por todos.
Para que ello sea posible se requiere de una combinación de factores a la luz de las palabras "grandeza" y "humildad". Dickens señalaba que existen grandes hombres y mujeres, pero que la verdadera grandeza requiere que todos se sientan grandes. Hemingway enunciaba que "El secreto de la sabiduría, del poder y del conocimiento es la humildad".
Hoy requerimos de ello. Grandeza para reconocer lo que se ha hecho mal y humildad para no pretender tener la verdad.
En mi hogar se vivió de manera dura y fuerte la época oscura de la dictadura, pero jamás, probablemente, tan duramente como en otros hogares. Crecí y viví la falta de democracia. Mi hija nació días antes de recuperarla.
Hace poco más de tres años tuve el privilegio de negociar y tramitar el fin al binominal en este Parlamento, como Ministra Segprés. Mi padre murió un día antes de que se materializara ese cambio. Él soñaba con el día de hoy, con el día en que caminaríamos definitivamente a una nueva democracia, con una Constitución en la que todas y todos hubiéramos participado.
Me siento tremendamente afortunada. Hay muchos que no estarán hoy día para ver ese cambio fundamental.
Señor Presidente, la democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. El que diga que es una persona demócrata sin considerar a todo el pueblo, no lo es.
El que aquí sostenga que actuar en nombre del pueblo y honrar acuerdos, pero que excluye al 51 por ciento de las que somos mujeres; a un porcentaje importante de la población, que son nuestros pueblos originarios, que son habitantes de esta tierra hace miles de años, claramente no es demócrata. Los yaganes, por ejemplo, hace seis mil años que viven en el sur de esta nación en la que hace doscientos años se instala el Estado de Chile.
Aquel que dice ser demócrata, pero que no está dispuesto a garantizarles a aymaras, quechuas, atacameños, diaguitas, collas, rapanuís, kawésqars, yaganes y mapuches un cupo en el órgano que redactará la Nueva Constitución, no desea una representación verdadera del pueblo en la fijación de las nuevas reglas de convivencia que Chile nos exige.
Mucha gente hoy ha dejado de creer en el rol representativo de los partidos políticos. ¿Y aun así hay algunos que van a insistir en querer acaparar todo el poder político solo entre aquellos que son militantes?
Señor Presidente, estimados colegas, las estructuras patriarcales están develadas. Mujeres de todas las edades y condiciones saben y han gritado en las calles del mundo que no quieren más una condición de abuso y opresión, ¡no más! Y, pese a aquello, nuestros colegas de la UDI y RN insisten en no garantizar la paridad de género en el órgano constituyente.
¡Así es!
¡Han llegado al límite de someter, mediante órdenes, a las mismas mujeres que conforman sus partidos!
¡Desde aquí envío mi solidaridad a las parlamentarias de Renovación Nacional, que se han visto sometidas a esa humillación!
Yo esperaba que RN al menos se desbordara en esto; pero no fue posible y la naturaleza primó.
Señor Presidente, honestidad ante todo; transparencia ante todo. Eso nos exige la gente.
Una cosa es cumplir con el acuerdo celebrado el 15 de noviembre entre los partidos políticos, que debía hacerse por mínima responsabilidad ante las apabullantes exigencias de la ciudadanía, y otra cosa muy distinta es no querer celebrar hoy otro pacto que garantice que esta vez la Nueva Constitución sí será hecha por el pueblo y para el pueblo.
Tal actitud no significa otra cosa que querer excluir a los excluidos de siempre.
"Constitución de la libertad" decía Mandela, porque en ella participaron todos y todas. Por escrito y de viva voz concurrieron a escribir cada una de sus letras.
Y por eso creo que es importante la participación de todos y todas en esta Sala.
¡Esto no puede seguir manteniéndose así!
En esta discusión histórica me dirijo directamente al pueblo de Chile, ¡a todos!
Hoy debemos pensar en el conjunto de los chilenos. No podemos seguir encerrados en un individualismo egoísta.
No solo tus creencias o las mías importan: importan las de todos.
Hoy debemos lograr que el respeto y la dignidad se construyan para todos y no solo para algunos.
Pensar o hacer por el bien común y no solo por el mío o el de los míos es lo que hace a las personas verdaderos seres humanos, verdaderos cristianos, verdaderos demócratas.
Por ello, respaldaré las dos votaciones el día de hoy, señor Presidente.
--(Manifestaciones a favor en tribunas).