Click acá para ir directamente al contenido
NORMATIVA SOBRE MIGRACIÓN Y EXTRANJERÍA


El señor QUINTEROS.- Señor Presidente, el fenómeno migratorio es global y tiene escala planetaria. En los últimos dos años los países de la OCDE han recibido diez millones de inmigrantes.
Algo similar está ocurriendo en Latinoamérica, agravado por la crisis humanitaria en Venezuela.
Es natural, entonces, que los países reformulen sus normas para abordar este aumento.
Lo primero es señalar que la migración no es un problema, pero sí se trata de un fenómeno con múltiples efectos en nuestra vida social. Por cierto, no es algo nuevo. Ha estado presente desde siempre en nuestra historia, aunque ha adquirido una dimensión mayor en los últimos años.
Hoy se estima que un 8 por ciento de nuestra población corresponde a extranjeros. En su mayoría son jóvenes con niveles de escolaridad y estudios promedios superiores a los de los chilenos, lo que implica un beneficio para el país, especialmente cuando estamos experimentando una baja sistemática de la tasa de fecundidad y un envejecimiento de la población.
No hay manera de evitar el movimiento poblacional, sobre todo cuando se busca evadir crisis que comprometen las perspectivas de desarrollo familiar o los derechos fundamentales de los individuos. Cualquier barrera o muro que intente impedir el paso, terminará por ceder ante la presión de los migrantes.
Mientras no cambien las condiciones en los países de origen, los migrantes continuarán movilizándose en busca de nuevas oportunidades.
Es imposible en el mundo de hoy sustraerse a este fenómeno social.
Lo que se puede hacer -Gobierno y Oposición debieran compartir este objetivo- es establecer las condiciones para una migración segura, ordenada y regular.
Nadie puede perseguir objetivos diferentes. Lo lógico es construir un consenso amplio y una verdadera política de Estado en esta materia.
Sin embargo, al igual como ha ocurrido en otras áreas, la pulsión del Gobierno por ganar un par de puntos en las encuestas semanales muchas veces lo traiciona y, en los hechos, obstaculiza la construcción de ese acuerdo tan necesario.
¿Cómo entender la permanente actitud de vincular la migración con el fenómeno de la delincuencia, si el Gobierno conoce perfectamente las cifras que desmienten esa relación que se intenta establecer? ¿O cómo entender que se acuse a los migrantes del aumento del desempleo?
Este camino es muy peligroso. Los Gobiernos están para generar confianza y no para alimentar miedos.
La inseguridad y el desempleo tienen otras causas y no la migración.
A veces se trata de responsabilizar a otros frente al incumplimiento de las expectativas que se han creado en la población.
Pero, aun así -insisto-, no podemos farrearnos la posibilidad de construir un acuerdo sólido en esta materia, acuerdo que nos permita contar con:
Una ley de migraciones que estimule el ingreso ordenado y desincentive el ingreso irregular muchas veces promovido por inescrupulosos.
Una ley que dé facilidades para regularizar a quienes ya se han insertado en el mundo laboral.
Una ley que reconozca derechos, al menos los mismos que quisiéramos les fueran reconocidos a los chilenos que deciden hacer sus vidas en el extranjero.
Una ley que sancione las infracciones, pero que no condene a las familias.
Una ley que promueva el reconocimiento de los estudios y títulos universitarios, de manera que los profesionales y técnicos extranjeros puedan incorporarse rápidamente al mundo laboral, especialmente en salud, donde todos conocemos las carencias que existen.
Un nuevo Servicio de Migraciones moderno, que ponga fin a la tramitación innecesaria e indigna que enfrentan las personas que desean regularizar su permanencia.
Una institucionalidad que reconozca también un rol relevante a los municipios, que son fundamentales para lograr la integración social de los migrantes.
Señor Presidente, la modernización de Chile no pasa solo por la innovación y la apertura comercial. Los países que abren sus fronteras exclusivamente para el tránsito de mercaderías están condenados al fracaso.
El mundo que viene es de mayor integración.
Hagámoslo bien, en conjunto, sin consignas, sin ingenuidad y sin miedos.
Voto a favor.