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ESTUDIO DE IMPACTO AMBIENTAL PARA PROYECTOS CON POSIBLE CONTAMINACIÓN LUMÍNICA


El señor QUINTEROS.- Señor Presidente, es bien conocida la calidad de los cielos chilenos para la investigación astronómica. De hecho, durante la próxima década, cerca del 70 por ciento de la capacidad de observación del mundo se concentrará en Chile. Se puede decir, entonces, que la investigación espacial, vital para el futuro de la humanidad, tiene una base fundamental en nuestro territorio.
El efecto en nuestra actividad científica es notable, producto de las horas de investigación reservadas a instituciones y profesionales nacionales. Asimismo, supone la materialización de una importante inversión. Se calcula que en las últimas décadas se han invertido más de 7 mil millones de dólares en la infraestructura que se requiere para el desarrollo de esta actividad.
Todo lo anterior trae aparejados efectos positivos en la imagen país y en el turismo.
Pero esta fantástica proyección se pone en riesgo debido al creciente fenómeno de la contaminación lumínica. Por ella, años atrás, los observatorios de Estados Unidos y Europa debieron emigrar y concentrarse en Hawai y las Islas Canarias, en el hemisferio norte, y en Chile y Sudáfrica, en el hemisferio sur. Y lo mismo nos puede ocurrir a nosotros si no detenemos y controlamos este tipo de contaminación.
El país ha dado pasos, como la aprobación de una norma de emisión a través del decreto N° 43, de 2013, del Ministerio del Medio Ambiente, que solo entrará en vigencia en mayo de este año. Pero, mientras tanto, ya sea por el crecimiento de las ciudades o por el aumento de la actividad minera e industrial, y especialmente por la masificación del uso de luz de tecnología led blanca fría, de tonalidad azul, que es la más perjudicial para la observación astronómica, la calidad de nuestros cielos ha disminuido, lo cual ha traído como consecuencia que algunos sitios chilenos hayan sido bajados de categoría por organismos internacionales.
Es necesario, por tanto, reforzar las medidas para mantener este verdadero patrimonio ambiental con el que contamos, de manera que Chile pueda seguir ocupando posiciones de liderazgo en esta materia.
Ese es el sentido de la presente moción, que busca que todo proyecto de inversión que potencialmente afecte esta capacidad de observación deba ser objeto de un estudio de impacto ambiental y someterse, en consecuencia, a un estándar más riguroso para su análisis y aprobación.
Creo que, con los mismos objetivos, es factible emprender también otras iniciativas. Por ejemplo, el Gobierno puede establecer, como condición para el apoyo de proyectos de alumbrado público, el que su tecnología sea la más adecuada para evitar la contaminación lumínica y no solo la más barata. Es perfectamente posible conciliar el legítimo interés de las comunidades por mejorar la iluminación de los espacios públicos con la necesidad de evitar la contaminación lumínica.
Hoy día existe una norma para las Regiones de Antofagasta, Atacama y Coquimbo, pero esta podría extenderse a otras zonas del territorio, ya no solo para proteger la observación astronómica, sino también como resguardo frente a los efectos nocivos que tiene para la salud la exposición a la iluminación artificial, especialmente de la luz blanca fría, que inhibe la producción de melatonina, hormona que ayuda a regular el sueño.
Ello contribuiría, además, al ahorro energético y al normal desarrollo de la mayoría de las especies que tienen actividad fundamentalmente nocturna.
Señor Presidente, aparte de fundamentar mi voto a favor, deseo aprovechar la oportunidad para hacer un pequeño acto de justicia con Taltal. Esta comuna, con Paranal, inaugurado hace más de 20 años, y próximamente, con la entrada en operación del ELT, que significa Telescopio Extremadamente Grande, de Cerro Armazones, concentrará la mayor capacidad de observación del país.
Sin embargo, esto no se sabe, entre otras cosas, porque tales centros no hacen referencia a la comuna donde se encuentran emplazados.
Haría justicia a Taltal y a su gente, que tanto Paranal como Cerro Armazones, ambos de propiedad del Observatorio Europeo Austral, incluyeran también en su denominación la referencia a Taltal.
Se trata de nombres conocidos en todo el mundo científico, y creo que ligarlos a la comuna que los acoge permitiría generar una mayor identificación de la comunidad taltalina con estos vecinos, que a veces se ven muy distantes, casi tanto como los objetos celestes que se observan desde su territorio.
¿Me concede diez segundos, señor Presidente?
El señor QUINTANA (Presidente).- Dispone de un minuto adicional, Su Señoría.
El señor QUINTEROS.- A su vez, Taltal debiera ser la comuna líder mundial en materia de descontaminación lumínica, como prueba de su sensibilidad con el patrimonio ambiental que posee.
Con gestos como estos potenciamos nuestros territorios más alejados.
En el pasado, antes de la Guerra del Pacífico, Taltal fue la frontera norte de Chile. Ahora, con sus dos ojos gigantescos que miran al cielo, es nuestro límite con el espacio sideral y frontera del conocimiento de la humanidad.
Espero que siga siéndolo por mucho tiempo más.
Voto a favor.
He dicho.