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AUTORIZACIÓN A CRUCEROS DE BANDERA EXTRANJERA PARA CABOTAJE DE PASAJEROS


El señor MONTES (Presidente).- Proyecto de ley, en primer trámite constitucional, que modifica el artículo 3° del decreto ley N° 3.059, de 1979, para autorizar el cabotaje de pasajeros a cruceros de bandera extranjera, en los casos que se señalan, con informe de la Comisión de Transportes y Telecomunicaciones.
--Los antecedentes sobre el proyecto (9.656-15) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley (moción de los Senadores señores Navarro, Guillier y Lagos):
En primer trámite: sesión 56ª, en 15 de octubre de 2014 (se da cuenta).
Informes de Comisión:
Transportes y Telecomunicaciones: sesión 1ª, en 15 de marzo de 2016.
Transportes y Telecomunicaciones (segundo): sesión 9ª, en 11 de abril de 2018.
Discusión:
Sesión 14ª, en 10 de mayo de 2016 (se aprueba en general).
El señor MONTES (Presidente).- Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor LABBÉ (Secretario General).- Este proyecto fue aprobado en general en sesión de 10 de mayo de 2016, y cuenta con un segundo informe de la Comisión de Transportes y Telecomunicaciones, que deja constancia, para efectos reglamentarios, de que no hay artículos que no hayan sido objeto de indicaciones ni modificaciones.
La Comisión de Transportes y Telecomunicaciones realizó diversas enmiendas al texto aprobado en general, todas las cuales aprobó por unanimidad, por lo que deben ser votadas sin debate, salvo que alguna señora Senadora o algún señor Senador manifieste su intención de impugnar la proposición de la Comisión respecto de alguna de ellas o existan indicaciones renovadas.
Sus Señorías tienen a su disposición un boletín comparado en que se consignan las modificaciones introducidas por la Comisión de Transportes y Telecomunicaciones en el segundo informe y el texto como quedaría de ser aprobadas.
Nada más, señor Presidente.

El señor MONTES (Presidente).- Quiero reiterar el acuerdo que se tomó en la Sala.
Como varios señores Senadores han planteado la necesidad de que este proyecto vuelva a la Comisión de Trabajo y vaya a la de Transportes para un nuevo segundo informe, se abrirá el debate para que se entreguen las distintas opiniones, y después se procederá en el sentido antes señalado.
Tiene la palabra el Honorable señor Chahuán.


El señor CHAHUÁN.- Señor Presidente, Honorable Sala, en relación con este proyecto de ley, que fue aprobado en general el 10 de mayo de 2016, se había acordado por la Sala que fuera informado también por la Comisión de Trabajo y Previsión Social, como usted señala, y habíamos lamentado que en el día de ayer se resolviera prescindir de este trámite tan relevante, toda vez que era de suma importancia escuchar en esa instancia legislativa a los representantes de los tripulantes de naves mercantes.
En efecto, como consta en el segundo informe de la Comisión de Transportes y Telecomunicaciones que se ha puesto a nuestra disposición, se rechazó una indicación de mi autoría que establecía que las naves extranjeras que efectúen cabotaje de pasajeros, además de sujetarse al régimen legal nacional, debían contar con una tripulación chilena no inferior a quince por ciento de la dotación.
Tal disposición tenía por objeto proteger la fuente laboral de nuestros tripulantes, quienes exhiben una reconocida experiencia en nuestro mar, que requiere precisamente tripulaciones muy bien entrenadas para dicho oficio.
En una línea similar, el Senador Quinteros presentó una indicación mediante la cual se disponía que la mitad de oficiales y tripulantes de este tipo de naves debían ser chilenos y que el idioma español fuera obligatorio tanto en las órdenes impartidas a bordo como en las actuaciones registradas en los libros y documentos exigidos por la autoridad competente.
Lamentablemente, la referida indicación también fue rechazada en la Comisión.
Dada la importancia de esa norma, en nuestro concepto debió ser conocida por la Comisión de Trabajo.
Señor Presidente, valoro el que finalmente se haya adoptado el acuerdo que mencioné. Así, tanto el Senador Quinteros como quien habla podremos renovar las indicaciones respectivas en dicha instancia.
No obstante, creemos que lo relativo a la protección de la bandera chilena es fundamental, así como también resguardar la fuente laboral de los tripulantes de nuestro país.
Por eso, creo que la Comisión de Trabajo debiera escuchar a los representantes de los tripulantes nacionales. Pienso que la experiencia que tienen en nuestros mares sin lugar a dudas será un buen elemento que considerar en este proyecto.
Entonces, más allá de las opiniones vertidas, espero que con el Senador Quinteros podamos renovar las indicaciones que presentamos en su oportunidad; que sean aprobadas en la Comisión de Transportes, y que vuelvan en un nuevo informe a esta Sala.
He dicho.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Quinteros.


El señor QUINTEROS.- Señor Presidente, el artículo 1° de la Ley de Fomento a la Marina Mercante señala que "La Política naviera permanente de Chile es fomentar el desarrollo y favorecer la mantención de su Marina Mercante en armonía con el interés general.".
El proyecto que nos ocupa promueve el desarrollo del cabotaje de pasajeros en nuestro país
Para ello, favorece la existencia de mayor competencia en el mercado del cabotaje al abrir este mercado a las naves extranjeras. Pero para que haya verdadera libre competencia necesariamente debe resguardarse que esta se produzca en igualdad de condiciones.
El cabotaje en la zona sur austral de Chile, desde Puerto Montt al sur, no solo es vital para las economías regionales, sino que además cumple roles geopolíticos de conectividad e integración.
Asimismo, hay impacto en puestos de trabajo nacionales, pues solo en la zona sur austral existen más de 20 mil personas laborando directa e indirectamente en actividades relacionadas con el cabotaje.
Me parece, entonces, que hay que evaluar los efectos que tendría en este sector la competencia de naves extranjeras con bandera de conveniencia, desde mi punto de vista desleal, puesto que dicha condición les permite someterse a la regulación del país del pabellón que enarbolan.
Por eso, sostengo -lo dije en una intervención anterior- que debemos tener cuidado y hacer respetar nuestra legislación. Por ejemplo, un barco construido en Chile, con bandera panameña, responde a las regulaciones de Panamá.
La observación de aspectos laborales, técnicos y tributarios es una materia que debe ser considerada antes de promover este tipo de iniciativas. Porque podría suceder que los armadores nacionales evaluaran cambiarse a una bandera de conveniencia para competir en igualdad de condiciones en caso de la apertura del cabotaje, ya que de esa manera podrían contratar tripulaciones foráneas con el fin de tener menores costos al estar sujetos a las respectivas leyes extranjeras.
Teniendo en cuenta tales aspectos -ya se mencionó- presenté indicaciones al proyecto en comento, pero no fueron aprobadas por la Comisión de Transportes, en lo referido a la igualdad de condiciones laborales y también tributarias para todos los actores: tanto chilenos como extranjeros.
En consecuencia, señor Presidente, puedo estar de acuerdo con los objetivos de esta iniciativa; sin embargo, deben tomarse todos los resguardos del caso. De manera que concuerdo con que sea analizada por la Comisión de Trabajo, o en su defecto, que se vea en una segunda discusión.
He dicho.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Moreira.


El señor MOREIRA.- Señor Presidente, la Región de Los Lagos es una zona en la que el turismo y la industria naviera se han ido fortaleciendo.
Yo, al igual que el Senador Quinteros, puedo estar de acuerdo con los objetivos de este proyecto que dispone la apertura de un mercado cerrado artificialmente en décadas pasadas por los riesgos de conflicto que teníamos con Argentina.
Esto permitirá fundamentalmente la existencia de condiciones tendientes a robustecer ciudades como Valparaíso, polo turístico tanto para pasajeros residentes en nuestro país como para quienes viajen desde el extranjero con el objeto de embarcarse allí.
Aquello se podría potenciar con el proyecto sobre construcción de un muelle exclusivo para cruceros que actualmente la Empresa Portuaria de Valparaíso está impulsando sobre la base de una propuesta de iniciativa privada.
En la Región de Los Lagos algunos dicen que eso es un sueño. Sin embargo, señor Presidente, es importante soñar.
También el Alcalde de Puerto Montt, Gervoy Paredes, apreciado amigo del Senador Quinteros, está soñando con un muelle turístico.
Quizás podría decirse hoy día que por falta de recursos ello es inalcanzable. Pero los sueños a veces se convierten en realidad cuando se es perseverante.
Hasta aquí todo bonito.
¿Dónde viene lo malo? La realidad de la zona norte, donde no existe cabotaje de pasajeros. Claro, este proyecto le abre las puertas.
Sin embargo, en nuestra Región existe una industria; hay trabajadores que dependen de esas empresas y, también, de dicha actividad.
Entonces, no puede ser -como ya se dijo- que un barco de una bandera extranjera tenga mayores facilidades en materia de régimen laboral y tributario.
¿Qué va a ocurrir? Que nuestros barcos van a comenzar a actuar con una bandera extranjera.
¡Eso significa cesantía!
Obviamente, no voy a aprobar este proyecto si es que no se introducen las readecuaciones correspondientes.
Podemos estar de acuerdo en que sean más de mil o menos de esa cantidad las naves que entren. Pero en lo que no vamos a transar para votar a favor es en todo lo relacionado con las leyes tributarias y laborales.
¿Debe haber competencia? Sí. Pero conforme a la normativa en proyecto aquella significa atropellar derechos de nuestros trabajadores.
Por lo tanto, señor Presidente, estimo muy importante que esta iniciativa se debata nuevamente al interior de la Comisión; que exista la posibilidad de abrir un nuevo plazo para indicaciones, cosa que reglamentariamente se puede hacer.
Yo espero que los parlamentarios entiendan, sobre todo quienes representan a regiones en las que no existe este tipo de actividad, que aquí la industria naviera de pasajeros, que lleva años, que se ha fortalecido en el tiempo, entra a competir en desigualdad.
Aquí escucho muchos discursos acerca de la igualdad, de la búsqueda de equilibrios. Sin embargo, estamos hablando de los trabajadores de la referida industria, que es muy importante.
Si se modifican las normas que estamos solicitando, por supuesto que voy a estar de acuerdo, pues el objetivo y la buena fe de este proyecto son relevantes.
Pero en la realidad, en vez de avanzar, estamos retrocediendo.
He dicho.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- Tiene la palabra la Senadora señora Ebensperger.


La señora EBENSPERGER.- Señor Presidente, discrepo del Senador Moreira.
El señor LAGOS.- ¡División en el seno del pueblo...!
La señora EBENSPERGER.- En representación de la Región de Tarapacá, debo decir que este es un muy buen proyecto para el desarrollo de la empresa y el área del turismo en nuestra zona.
Se está abriendo un mercado que se encuentra cerrado artificialmente, desde mi punto de vista, en los tiempos de hoy.
Esta iniciativa, sin duda, va a beneficiar a todo el país, pero, sobre todo, a las regiones aisladas como la nuestra (Tarapacá), Arica, Antofagasta y el norte en general.
Comparto también que el límite sea el cabotaje de barcos con una capacidad igual o superior a 400 pasajeros y que se regulen las condiciones de autorización cuando sea inferior a dicha capacidad.
Entiendo que la normativa original buscaba proteger a nuestra marina mercante. Pero ello obedecía a una situación que hoy día, en la práctica, no existe mayormente en el país. Se ha ido abriendo el mercado.
El Senador Moreira decía que a él le gustaría probar primero con una capacidad superior a mil pasajeros, lo que me parece absolutamente excesivo, pues, de aprobarse el proyecto con ese índice, no se beneficiarían regiones pequeñas como la nuestra, que no cuentan con la infraestructura para permitir que atraquen yates, barcos o cruceros con ese volumen.
Por lo tanto, sin perjuicio de que la iniciativa vaya a la Comisión de Trabajo y eventualmente vuelva a la Comisión de Transportes para un nuevo segundo informe, desde ya manifiesto mi apoyo a su texto en los términos en que ha sido presentado acá, en la Sala.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Navarro.


El señor NAVARRO.- Señor Presidente, existe una suerte de confusión en torno a lo que estamos tratando.
Con este proyecto se busca permitir el cabotaje de pasajeros, no el de carga. Y en la ley está estrictamente claro: protegemos el cabotaje de carga en las costas nacionales. ¡No se tocan!
Pero sucede que en 1979, año en que se promulga dicha normativa, nuestro país era muy distinto del Chile del 2018. El mundo es distinto; el turismo como industria mundial es distinto.
Lo que se propone con esta iniciativa es nada más y nada menos que autorizar que los barcos y cruceros internacionales puedan recalar en todos los puertos de Chile, siempre y cuando tengan una capacidad superior a 400 pasajeros, con lo cual se resguarda, por cierto, la actividad de toda la industria naviera del sur, la que desarrolló hace muchos años el señor Kochifas. De esa manera se protege al sector, para que no deje de prestar servicios.
¡El norte de Chile está abandonado! Las líneas de cruceros operan solo en el sur; no llegan al norte.
Por otra parte, las aprensiones respecto de la llegada de buques y cruceros de lujo mundiales con bandera panameña son desmentidas por todos los informes de turismo, por todos los informes de las empresas portuarias y, particularmente, por los informes internacionales relativos a esta industria, que ha experimentado un crecimiento explosivo.
Chile podría acceder a recibir a 22 millones de pasajeros.
No hay ni una sola bandera panameña ni liberiana entre las compañías de cruceros. Son de Alemania, Estados Unidos, Portugal, Brasil, Reino Unido.
Los cruceros que llegan a Talcahuano no vienen de Panamá y cuentan con un personal altamente especializado para brindar una atención de lujo.
En nuestra opinión, debemos abrirnos al turismo mundial: que los puertos chilenos brinden acogida y recogida a pasajeros por un período de 5 a 7 días -como recomiendan los expertos-, de tal manera que alguien pueda visitar Antofagasta, luego bajarse en Punta Arenas y regresar para conocer Valparaíso.
Hoy día eso no se puede hacer.
Este proyecto provocará un alza absoluta e inmediata de la demanda por servicio de cruceros, que tanto en Estados Unidos como en Chile es una forma creciente de viajar.
Son como los viejos trenes. La gente quiere viajar con más descanso, con más comodidad.
Respecto a la aprensión sobre temas laborales, hago presente que el argumento es como pedir que no entre ninguna línea aérea al mercado interno porque traen personal (azafatas, pilotos) del país de origen que va a competir con los trabajadores nacionales.
Lo mejor que puede pasar es que, cuando los cruceros desembarquen en Valparaíso, en Antofagasta, en Arica, en Talcahuano, capturaren personal de hotelería, el cual se va a embarcar durante 7 días y luego regresará. Y esa contratación será bajo las normas y estándares internacionales. ¿O alguien me va a decir que la protección de los trabajadores en Chile es superior a la que brindan los cruceros, regidos por normativas internacionales en materia de servicio de pasajeros de alto nivel?
No va a ocurrir aquello que se teme.
Muchos de los jóvenes que se han preparado para el turismo en todas nuestras ciudades tendrán una fuente de empleo.
La dinamización de la economía está clara: los turistas gastan 85 dólares en una estadía de 3 a 4 horas, cifra que aumenta proporcionalmente al tiempo de estadía.
Debemos darnos cuenta de que la magnitud del cambio propuesto provocará que Chile se inserte de verdad a nivel mundial en la industria de los cruceros.
En este momento tales embarcaciones no vienen a nuestras costas. No pueden porque existe una limitante artificial, como aquí se ha dicho.
Para el 2018 se espera que entre 23 y 25 millones de pasajeros se embarquen en cruceros. ¿Cuánto captura nuestro país de ese mercado? El 7,2 por ciento.
Y contamos con una oferta increíble: ¡maravillosas riquezas naturales! Por tanto, el mercado está allí.
Del total de pasajeros, 11,7 millones son norteamericanos. La ocupación anual excede su capacidad.
¡Los cruceros están llenos! ¡No hay cupo!
En tal sentido, si logramos esta apertura, por cierto que vamos a aumentar el empleo, y estaremos compitiendo con las reglas del juego del libre comercio.
Al respecto, me parece extraño que, cuando hay competencia, los neoliberales aquí la niegan.
¡No entiendo al Senador Moreira! Él adhiere a la idea de que la competencia mejora el servicio y que, por tanto, provoca desarrollo.
¡No entiendo su postura ahora!
¡Tampoco la del Senador Quinteros!
Ellos tienen temor.
Yo conocí al señor Kochifas en los años ochenta, y vamos a defender su industria. Este hombre llegó a nuestro país a desarrollar algo que nadie había hecho. Fue el pionero. Es extraordinario el servicio que ha prestado. En consecuencia, protegemos la actividad que impulsó.
Y si hay que salvaguardar a los trabajadores, también lo haremos. Pero -insisto- no se trata de tripulantes (los tripulantes son de embarcaciones de carga), sino de personal especializado, altamente calificado para brindar servicios de hotelería a bordo de cruceros trasatlánticos de lujo.
Señor Presidente, le pido un minuto más para concluir, por favor.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- Cuente con ello, Su Señoría.
El señor NAVARRO.- Gracias, señor Presidente.
En nuestros institutos profesionales, Chile ha preparado durante largo tiempo a muchos jóvenes para brindar ese tipo de servicios.
Creo que sería un error negarse a un proyecto de esta naturaleza. No se puede intentar participar de la economía global, ser parte de la OCDE e integrarse a la globalización sin permitir que los cruceros puedan recalar en nuestras costas. Esto es fundamental para los puertos del norte, para el de Valparaíso y para el de Talcahuano en la Región del Biobío.
Y -reitero- si hay que proteger los derechos de los trabajadores, lo haremos.
Nos vamos a encontrar con una sorpresa: los derechos de las normativas internacionales superan largamente las exigencias del Código del Trabajo chileno.
Y, por último, señor Presidente, si el problema es de impuestos, bueno, abramos el debate de verdad al respecto, en lugar de limitar de manera artificial la actividad de una industria que puede y debe desarrollarse en el territorio nacional.
¡Patagonia sin represas!
¡Nueva Constitución, ahora!
¡No más AFP!
He dicho.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- ¡Extrañábamos eso, señor Senador...!
¡Se echaba de menos...!
Tiene la palabra la Senadora señora Allende.


La señora ALLENDE.- Ya nos parecía raro que el Senador Navarro no terminara su discurso diciendo "¡No más AFP!", "¡Patagonia sin represas!", en fin.
¡Últimamente no lo habíamos escuchado...!
¡Ya lo tenemos internalizado...!
Y ya que estoy en eso, hago presente que el colega -por su intermedio, señor Presidente- ha cambiado su apariencia: está muy formal y lleva varios días usando corbata y el pelo corto.
¡Está muy bien!
El señor NAVARRO.- Gracias, Senadora.
¡Acogí sus consejos...!
La señora ALLENDE.- ¡Se especula que tiene una buena influencia, Senador...!
El señor NAVARRO.- Así es.
La señora ALLENDE.- Señor Presidente, esta moción, como se explicó, se refiere al cabotaje de pasajeros entre distintos puertos del país.
La Ley de Fomento a la Marina Mercante, que data de 1979, se realizó en un contexto donde obviamente no había mayor desarrollo de la industria de cruceros. No existía nada comparable a lo que tenemos hoy día. Por eso su artículo 3º solo permitía el cabotaje de pasajeros en puertos nacionales y solo con naves chilenas.
En la actualidad, el 90 por ciento de los viajes de cruceros se realiza en trayectos menores a siete días. Como tenemos una costa de más de 4 mil kilómetros, en ese lapso apenas se alcanza a hacer un recorrido por el país, situación que ocasiona un problema al fomento de este tipo de turismo -de eso estamos hablando-, que es muy importante y que cada día se desarrolla más.
Es claro que no tenemos la misma realidad que Europa, donde sí se puede pasar por varios países en siete días y no solo por uno.
Brasil entendió lo mismo y liberalizó el cabotaje, lo cual le significó un crecimiento del turismo y un gran aumento de utilidades.
En Chile -estoy convencida de ello- debemos buscar la forma para que la liberalización del cabotaje de pasajeros a naves extranjeras se encuentre en armonía con la protección de la industria nacional.
Hoy el transporte de pasajeros nacional por mar se da mayormente -como aquí se ha dicho- en el sur de Chile y lo efectúan naves que transportan menos de 200 pasajeros. Por eso el proyecto propone como límite 400 pasajeros: solo a las naves que tengan sobre dicha capacidad se les permitirá realizar el referido cabotaje. Si la capacidad de la embarcación fuese menor a 400, se le dará permiso en aquellas rutas donde no operen naves nacionales, caso en el cual deberá ser autorizado por la autoridad.
Estamos tratando de proteger la industria nacional, considerando la realidad existente hoy día, a la vez que nos ponemos a tono con la actividad que actualmente se desarrolla en este ámbito y que cada vez es más relevante.
Este proyecto puede ser de mucha importancia para la región que represento.
Del mismo modo -permítanme que me desvíe un poco del tema-, es significativo señalar que hay una demanda directa de la Asociación Nacional de Ciudades Puerto, que integran también las comunas de Valparaíso y San Antonio. Uno de sus objetivos principales es que los ediles de las comunas integrantes de dicha entidad sean parte de los directorios de las empresas portuarias estatales respectivas. Con ese objetivo, de alguna manera se da a entender el interés de nuestras autoridades comunales y la necesidad de que participen directamente en el diseño de una estrategia de desarrollo portuario, lo cual es tremendamente relevante.
Además, esa misma Asociación -cuestión muy trascendente- se ha encargado de señalar la necesidad de modificar la normativa vigente para que una parte de la carga tributaria que recibe el puerto se quede en las arcas municipales de esa comuna.
Evidentemente, respaldamos tal propuesta.
Se ha venido discutiendo en el último tiempo -uno de los alcaldes que han tenido una participación muy activa en la materia es Jorge Sharp, de Valparaíso- la necesidad de modificar la Ley de Puertos para que exista un canon de arriendo o cierto tributo por tonelaje de carga, en forma gradual, y dependiendo de los distintos tipos de cargamento.
Señor Presidente, la iniciativa en estudio nos da una tremenda potencialidad. Debemos entender que, al mismo tiempo que buscamos proteger la industria nacional, estamos brindando la oportunidad para que se desarrolle crecientemente -¡crecientemente!-, como ocurre en todos los países del mundo con las condiciones para hacerlo, este tipo de turismo.
A mi juicio, ello es algo tremendamente importante.
No hay que olvidar que vivimos lo que se llamó "la crisis de los cruceros", que afectó principalmente a la Región de Valparaíso y que se originó debido a los paros y a la subida de tarifas registrados en la capital regional. Afortunadamente, ya se llegó a acuerdo y se va a construir una infraestructura adecuada. El alcalde viajó para ver el tema con representantes de la empresa portuaria y de los trabajadores, para que nunca más vuelva a ocurrir tal situación y así evitar que se vuelva a perder la cantidad de pasajeros...
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- Terminó su tiempo, señora Senadora.
Dispone de un minuto adicional para concluir.
La señora ALLENDE.- Gracias, señor Presidente.
Decía que no hay que seguir perdiendo la cantidad de pasajeros, ingresos y cruceros que dejaron de recalar en Valparaíso y se fueron a San Antonio. Obviamente, no propiciamos una competencia entre comunas; queremos que ambas se potencien.
Pero dicha crisis fue dolorosa para Valparaíso.
Con todo, tenemos la obligación de potenciar ese tipo de turismo.
Creemos que esta iniciativa constituye una oportunidad y, por eso, señor Presidente, voto a favor.
Es cierto, como se ha comunicado, que el proyecto va a pasar a la Comisión de Trabajo para revisar algunos aspectos específicos que dicen relación con los trabajadores. Me parece importante resguardar sus derechos. Pero pienso que esta propuesta legislativa va bien encaminada y, por lo mismo, debemos apoyarla.
He dicho.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).-Señora Senadora, solo le quiero recordar, dado que ha dicho que vota a favor, que esta iniciativa se enviará a la Comisión de Trabajo para un nuevo informe.
La señora ALLENDE.- Sí.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- Por tanto, hoy día no se votará.
La señora ALLENDE.- Perfecto.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Lagos.


El señor LAGOS.- Señor Presidente, seré breve, pues debo volver a la Comisión de Hacienda, que está sesionando.
Más allá de que este proyecto vaya a la Comisión de Trabajo, etcétera, la discusión aquí dice relación con decidir si en determinados puertos de Chile las naves que lleven pasajeros a bordo pueden ser o no extranjeras. Y la propuesta legislativa que se nos presenta señala que sí en el caso de embarcaciones que transporten una capacidad igual o superior a 400 pasajeros. Y si aquellas trasladan una cantidad menor, también se autorizará en las rutas que no estén cubiertas por naves nacionales.
Además, he escuchado muchos comentarios que reflejan preocupación por el tema del trabajo.
Esto me recuerda algo, que explicaré de forma breve, señor Presidente.
Cuando uno negocia acuerdos de libre comercio, entre otras cosas, establece cuáles son los requisitos: "Bájeme el arancel de la sandía y yo le rebajo el del limón, el del auto, el del televisor". En materia de prestación de servicios en el área de transporte de pasajeros, están las condiciones llamadas de "nacionalidad", que es una forma encubierta de impedirle a alguien que pueda competir.
El mejor ejemplo que conozco en Chile es el de mi profesión. Yo soy abogado. Veo varios acá.
En efecto, una persona que nace en Chile; que al año se va a vivir a Estados Unidos, donde termina el colegio y estudia leyes; que luego hace un posgrado en Derecho en Francia y se va a Tokio, donde saca un nuevo posgrado, al regresar puede ejercer ante los tribunales chilenos.
¿Me explico?
Puede hacerlo.
El señor GALILEA.- ¿Puede?
El señor LAGOS.- Sí, revalidando el título.
El señor GALILEA.- Porque es chileno.
El señor LAGOS.- Exacto.
Esa persona nunca estudió en una universidad chilena, ¡pero él es chileno!
En cambio, alguien que nace en Francia; que al año se viene a Chile, donde cursa el jardín infantil, el colegio, la universidad, y luego hace posgrados -sea en la Chile, en la Católica o en la Gabriela Mistral-, no puede ejercer ante los tribunales chilenos. ¿Por qué? Porque no es chileno.
Esa es una forma de proteccionismo. No hay otra palabra.
No puede ser que yo, por el solo hecho de ser chileno, esté mejor capacitado para litigar ante una corte nacional y que otro no lo esté por haber nacido en el extranjero. Eso es proteccionismo. Es una ley que está vigente desde tiempos inmemoriales, y no se ha cambiado.
Lo del cabotaje sigue una lógica similar.
De hecho, en el proyecto en análisis, que yo mismo patrociné, se señala que hay excepciones hoy día en el caso de la carga. Antes era cero. El cabotaje solo era para nacionales y se abrió para embarcaciones internacionales. Lo que se está planteando acá es algo resencillo: autorizar en los lugares donde no esté cubierta la demanda nacional que opere una naviera extranjera.
Esto conlleva, además, un componente de crecimiento económico notable.
¿Por qué alguien no puede subirse a un crucero en Valparaíso, bajar en Isla de Pascua y, finalmente, terminar en Punta Arenas?
¿Cuántos barcos parten en Punta Arenas, paran en la zona central, vienen a Valparaíso y luego van a Iquique?
No puede subir ni un pasajero y tampoco bajar. ¡Ninguno! ¡Ni chileno ni extranjero! Porque en tal caso se entiende que es cabotaje.
Yo pregunto: ¿a quiénes les rompen la competencia esos cruceros de 500, 800 pasajeros? ¡A nadie!
Como sostuvo el Senador Navarro, la industria de cruceros mueve más de 23 millones de pasajeros al año, y 11 millones son gringos, entre paréntesis. Esos son los datos.
Además, se trata de personas que hacen turismo de alto nivel en materia de ingresos.
No veo cuál puede ser el perjuicio que se les ocasionaría a los empresarios chilenos que hoy día operan con sus líneas navieras en el sur de Chile. El proyecto se pone en ese caso: "Si usted está operando en tal lugar, nadie lo va a molestar".
Pero no me parece bien cerrar el resto del país a la posibilidad de explotar comercialmente el turismo de ese tipo.
¿Por qué Iquique? ¿Por qué Valparaíso? ¿Por qué Talcahuano? ¿Por qué Arica?
Tal vez el mercado es pequeño hoy día. Claro, porque no existe. Pero se puede.
Señor Presidente, si alguien le quiere dar una segunda vuelta a la materia, está bien. Hemos vivido con este proteccionismo al cabotaje por años.
El cabotaje cumplía un rol antiguamente.
Veo que ha pedido la palabra mi colega de la Región de Valparaíso el Vicealmirante o ex Vicealmirante Pugh -parece que son Vicealmirante para siempre-, quien seguramente nos podrá ilustrar con la historia.
El cabotaje puede seguir siendo una forma de proteccionismo para cierta industria nacional, pero ello en la medida que tengamos esa industria. Sin embargo, yo no veo ninguna compañía chilena que lleve pasajeros entre Arica, Iquique, Valparaíso, San Antonio, Talcahuano, Punta Arenas. ¡No existe!
Solamente está en Aisén y en Punta Arenas. Bueno, dejémoslo acotado ahí. Si se trata de proteger, no tengo problemas; pero digámoslo con nombre y apellido. Resguardemos la actividad en esa zona y luego abramos la industria en el resto de las regiones para ver si podemos desarrollarla y tener más capacidades.
He dicho.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Guillier.


El señor GUILLIER.- Señor Presidente, primero, quiero recordar que Chile es un país de larga costa: 6 mil 300 kilómetros de litoral, tomando en cuenta el territorio antártico. Y, obviamente, la legislación tiene que dar cuenta de esa realidad.
Segundo, es menester tomar en debida consideración -aquí ya se han mencionado- cifras de lo que está significando el movimiento turístico.
Quiero destacar que en el año 2016 ingresaron a Chile vía cruceros 400 mil turistas, quienes, empero, no pudieron recorrer el país. Esas personas se concentran en el punto de llegada; normalmente, la zona central, Valparaíso.
Por consiguiente, Chile tiene una oportunidad.
Estamos hablando, primero, de una oportunidad bien acotada. Porque se trata de un mercado muy selectivo. La capacidad de transporte es igual o superior a 400 pasajeros. La flota nacional no supera los 210. Por lo tanto, se les ha dado un enorme margen de protección a los navieros chilenos, quienes, además, cubren una pequeña parte de nuestro territorio.
En consecuencia, nosotros solo acotamos: menores naves en los lugares donde no hay rutas de chilenos.
Asimismo, deseo señalar que nuestro país está haciendo hoy en las ciudades puerto una pérdida anual objetiva de más o menos 35 millones de dólares solo por concepto de los gastos en que podrían incurrir los pasajeros y los tripulantes de los cruceros, que para muchas de las ciudades turísticas serían muy significativos.
Pero también están los efectos multiplicadores y la capacidad de esta industria para interactuar en el ámbito turístico, a través de los trasatlánticos, con naciones vecinas; formar circuitos internacionales, y, por ende, quedar enganchada en ellos.
Entonces, en el orbe hay en esta materia un mercado enorme en expansión.
Ya se señalaba que la mayor parte de los turistas vienen de Estados Unidos: caen en línea recta por el Pacífico.
Quedar fuera de ese negocio, como nos está ocurriendo, implica una pérdida enorme de potencial económico para Chile, sobre todo en un momento en el que nos estamos constituyendo en un país atractivo para el turismo internacional, especialmente el de la naturaleza. En este último tenemos ventajas competitivas que el mundo descubre; sin embargo, las limitamos al determinar el acceso solo por vía aérea.
Por consiguiente, estamos haciendo una pérdida.
Señor Presidente, este proyecto de ley se elaboró trabajando con el Ministerio de Transportes, que emitió un informe al respecto y entregó un valioso apoyo, en la misma línea de lo que estamos señalando acá: las enormes oportunidades de creación de empleos directos e indirectos; la promoción de Chile como destino en el mercado internacional del turismo; la promoción de una ruta integral en el Pacífico, uniendo a Chile, Perú e incluso el extremo sur de Argentina; la eventual unión de Chile y Perú en navegación en la macrozona norte mediante circuitos turísticos integrados.
Sin embargo, estamos chocando con los intereses legítimos de empresas chilenas pequeñas y medianas que operan en un área muy acotada y específica, a las que, por lo demás, en el proyecto se protege adecuadamente.
De otro lado, en cuanto a la aprensión por los derechos laborales, ¡no me van a decir ahora los empresarios de nuestro país que la legislación alemana protege menos a los trabajadores que la legislación chilena!
Tampoco es el caso de Estados Unidos, de España o de Italia, que son los países de donde viene la mayoría de los cruceros. Aquí no llegan naves de Panamá ni de naciones subdesarrolladas. Estamos hablando de los grandes trasatlánticos, de aquellos con capacidad para más de 400 pasajeros (otros llegan a entre 800 y 1.000).
Por tal razón, convencidos de que este es un gran proyecto, y en el ánimo de disipar las legítimas dudas que puedan asentarse en un sector de nuestra industria y probablemente en algunos gremios, hemos apoyado la idea de que la iniciativa pase nuevamente a la Comisión de Trabajo. Pero ello, con la certeza de que incluso las indicaciones que se formularon son absolutamente absurdas: le van a aplicar las leyes chilenas a una empresa que tiene estándares mucho más altos.
Ahora, yo no conozco ninguna norma -porque aquí hay reglas internacionales- que hable de que van a tener que cuotear un porcentaje de tripulación chilena en un barco que entra a nuestro país. Es como pedirle a un avión foráneo que pare en Chacalluta para que se embarquen tripulantes chilenos al objeto de recorrer el territorio nacional.
Hay -insisto- normas internacionales para regular todos esos aspectos.
Sin duda, debemos competir en el ámbito mundial.
Chile es uno de los países más globalizados del orbe y se está quedando fuera del turismo. En este caso está perdiendo las enormes oportunidades que ofrece la industria de los transatlánticos; entre ellas, el cabotaje de pasajeros.
¡Yo reclamo el derecho de un ariqueño, de un iquiqueño, de un antofagastino, de un coquimbano, de un porteño, de un penquista a recorrer su país en barco!
¡Hoy no tienen ese derecho!
¡Reclamo por eso!
He dicho.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Pugh.


El señor PUGH.- Señor Presidente, quiero felicitar a los Honorables Senadores Navarro, Guillier y Lagos por la moción que presentaron.
¡Qué bueno que se hayan atrevido a tocar este tema, que es sensible y que indica el cambio que ha experimentado el mundo!
¿Por qué llegan los cruceros a Chile? ¿Qué es lo atractivo que tenemos? Esas son las primeras preguntas que debemos hacernos.
Llegan por seguridad.
En los lugares del mundo donde operaban había problemas de seguridad. Por eso, empezaron a buscar otras rutas. Y esas rutas las encontraron acá, en el sur de Chile. Así, en la práctica, desde hace quince años se estableció algo que no teníamos y que fue motivado precisamente por la inseguridad mundial.
Por lo tanto, somos un destino seguro. Y eso hay que cuidarlo.
En seguida están los atractivos naturales de Chile.
En este país tan especial tenemos de todo, y les podemos presentar a los visitantes desde el desierto más seco del orbe hasta los glaciares y los fiordos más exclusivos, que muy pocos pueden ver.
Por lo tanto, los recursos de nuestra nación para generarles riqueza a las personas son tremendamente importantes.
¿Dónde está la discusión ahora? Efectivamente, se centra en la ley sobre cabotaje, que, como lo indica su nombre, pretendía dar seguridad al Estado en materias específicas y, también, seguridad laboral.
Pero el mundo ha cambiado. Y tanto ha cambiado que, con la flexibilidad laboral, mucha gente preparada aquí, en Valparaíso, llega, por ejemplo, a Miami. Uno conversa con los tripulantes cuando se embarca, y resulta que son chilenos y chilenas que están haciendo un trabajo increíble.
En consecuencia, también hay involucrados puestos laborales.
Nuestro país no está a la altura: aquí no hemos dado el ancho. Y quizás la gran experiencia que debemos recoger de esta discusión es entender el fenómeno que significa moverse en uno de los cruceros en comento.
Porque la moción que estamos debatiendo es para liberar el cabotaje para pasajeros de cruceros; es decir, los barcos más grandes.
Asemejemos esos barcos a los buses (porque pensamos más en términos de buses). Los buses no llegan a un terminal ubicado en una faena minera, sino a un terminal de pasajeros. Y aquí, en Chile, no tenemos terminales oceánicos de cruceros; entonces, debemos usar un terminal de carga, igual que una faena minera, para que lleguen entre los contenedores las personas que visitan nuestro país.
Aquí hemos fallado. Y hemos fallado con las empresas portuarias del Estado, porque en su planificación no han considerado aquello, que es tan simple.
Se acaba de ir el Senador Lagos, quien me pidió que lo defendiera. Y voy a hacerlo.
En 2018 Valparaíso cumple quince años de su declaratoria como Patrimonio de la Humanidad, ¡y todavía no tiene un terminal oceánico para cruceros!
Es más: la disputa que terminó con los cruceros yéndose a San Antonio de alguna manera demuestra que no hemos sido capaces de estar a la altura.
Por consiguiente, esta discusión es oportuna, es adecuada.
Yo creo que perfectamente se puede llegar a criterios técnicos, pues la situación prevista se halla regulada.
En la ley uno encuentra regulación, por ejemplo, por cantidad de pasajeros. ¿Qué quiere decir esto? Que los barcos en cuestión son muy grandes. No pueden entrar, entre otras partes, a la Laguna San Rafael. ¿Por qué? Porque es muy difícil hacerlo. Y por eso solo ingresan a ella naves más pequeñas.
Ya se vio que en Punta Arenas los barcos más grandes tienen capacidad para 215 pasajeros. Y ello ocurre también en ciertos lugares donde tales embarcaciones desarrollan otro tipo de turismo.
Por lo tanto, el tamaño de la nave es lo primero que debemos considerar.
De otra parte, será necesaria una autorización expresa. La autoridad marítima va a permitir que operen algunos; la autorización no quedará abierta para todos.
Aquello limita. Y la limitación va a generar lo que queremos.
Ahora, lo más valioso -esto es quizá un tema de país- es nuestra imagen como nación.
Si los extranjeros que nos visitan, quienes disponen de poco tiempo para conocer nuestra cultura, nuestra idiosincrasia, tuvieran la oportunidad de alternar a bordo con pasajeros chilenos que les contaran historias del puerto al que van a llegar, tal vez se sentirían motivados para quedarse más de tres o cuatro horas -a lo mejor, para pernoctar- y gastarse, no 85 dólares, sino 200, 300 o más.
Entonces, hemos de entender que todos podemos actuar para generar riqueza en aquel ámbito.
El territorio nacional es seguro; está señalizado apropiadamente; se halla bien resguardado. Nuestros atractivos son fantásticos.
¿Dónde fallamos? No tenemos terminales oceánicos para cruceros; no disponemos de una legislación adecuada sobre la materia.
¡Y contamos con gente que quiere trabajar...!
Las empresas han hecho inversiones grandes. Valparaíso, el terminal de pasajeros, también querría recibir más turistas.
Señor Presidente, estimo que, en general, el proyecto está muy bien abordado y va en la línea correcta.
Me parece positivo hacer todos los análisis y debates que sean necesarios.
Debemos estar a la altura del siglo XXI.
Chile ya recibe del orden de 100 mil pasajeros de cruceros extranjeros. Podemos aumentar mucho más esa cantidad haciendo que nuestra gente navegue y conozca el mar chileno.
He dicho.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- Tiene la palabra la Senadora señora Goic.


La señora GOIC.- Señor Presidente, primero, me alegro de que esté el espacio para analizar este proyecto en la Comisión de Trabajo, porque, tal como se ha planteado durante el debate, esa mirada es necesaria.
El mismo Ministerio, en el curso de la tramitación, recomendó analizar -y era parte de las indicaciones; lo recordaba el Senador Chahuán- la pertinencia de fijar cuotas de cabotaje a fin de fomentar la contratación de trabajadores chilenos; la existencia de un adecuado resguardo sobre la responsabilidad del contrato; la fijación de la jornada: cómo personas que laboran en el buque y que vienen de otros países conviven con trabajadores nacionales que pudieran ser contratados -o sea, la fijación del marco jurídico que prima-; el establecimiento de un sistema de finiquito y cumplimiento de prestaciones por despidos; la determinación de modalidades de contratación; la regulación del ejercicio de los derechos colectivos.
Creo que vale la pena revisar aquello, para clarificar, para entregar antecedentes en torno a una moción que entiendo está bien intencionada en materia de fomento del turismo, pero que tiene implicancias.
Quiero recordar aquí la situación de Estados Unidos, país que sin duda no se compara con el nuestro en términos de población, de actividad comercial, en fin.
En el caso de Estados Unidos está resguardado en términos bastante similares a lo que tenemos nosotros el servicio de transporte para el cabotaje tanto de bienes como de pasajeros: se halla reservado para buques matriculados y construidos en ese país y de propiedad de una empresa nacional; el 100 por ciento de los oficiales y el 75 por ciento de la tripulación deben ser ciudadanos estadounidenses.
Uno dice: "¡Por algo será!".
Además, se establece cuáles son los puertos donde puede haber apertura, por supuesto en forma acotada.
En mi concepto, aquí hay que ver cuáles son las implicancias, de qué estamos hablando.
Más allá de los aspectos laborales, debo decir que tener cabotaje entre Talcahuano y Valparaíso, por ejemplo, no es lo mismo que lo que sucede con Magallanes.
En el caso de Magallanes, yo quiero plantear una preocupación con respecto al texto que aparece aprobado.
Es cierto: estamos hablando de cruceros de más de 400 pasajeros. Pero qué pasa con la excepción que se está haciendo para que en los lugares donde hay una ruta no cubierta por empresas nacionales pueda operar una embarcación extranjera de menos de 400 pasajeros.
Pienso en Tierra del Fuego, en Yendegaia. Perfectamente podría llegar una nave de una ruta internacional a hacer cabotaje al no existir una oferta nacional.
A raíz del arribo de turistas, ¿qué sucedería con los impactos ambientales en ecosistemas tremendamente frágiles?
Vale la pena discutirlo y regularlo. Porque es factible que a una industria que nos interesa desarrollar internacionalmente la estemos matando con algo que está bien orientado pero que abre una excepción.
Debemos analizar las implicancias de aquella excepción.
Yo tengo una preocupación particular respecto de áreas donde quizás hoy no existe oferta porque no están dadas las condiciones. Pero, sí, perfectamente un buque extranjero de menos de 400 pasajeros podría hacer una oferta.
En definitiva, se utilizan nuestros atractivos turísticos sin que se registren más ingresos o se genere mayor actividad en la región.
Este es un tema que hemos abordado: se provoca daño a nuestro patrimonio natural.
Con eso no estoy diciendo "No lo hagamos". Pero, sí, creo que vale la pena poner sobre la mesa las implicancias en zonas que probablemente no son las que los autores del proyecto plantearon originalmente.
Por ello, valoro la disposición que ha tenido la Sala. Y les agradezco en particular a los Senadores Navarro, Guillier y Lagos, autores de la iniciativa, el que tengamos espacio para revisar el articulado y traer al Hemiciclo una opinión fundamentada de las Comisiones técnicas.
He dicho.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Insulza.


El señor INSULZA.- Señor Presidente, empiezo por felicitar a los autores de este proyecto.
En lo que a mí respecta, no encuentro razón para no apoyarlo plenamente, aceptando que, si ha de ir a otra Comisión y así se determina, deberá procederse en consecuencia.
Sin embargo, a decir verdad, yo no veo muy bien cuáles son los graves riesgos que se corren.
La Senadora Goic acaba de mencionar algunos desde las perspectivas ecológica, ambiental, etcétera.
Entiendo que tenemos normativa ambiental suficiente para cubrir las situaciones pertinentes. Y si no existe, habrá que dictarla.
Pero no es ese el punto.
El punto es que en el mundo existe una gran industria que deja mucho dinero en los países a los cuales va.
Tal vez a nosotros nos podría dejar más si adoptáramos otras medidas. O sea, si nuestros puertos estuvieran mejor dotados y ofrecieran mayores facilidades; si nuestros artesanos fueran más competitivos en las cosas que le ofrecen a la gente que llega en los cruceros, en fin, las ganancias serían superiores.
Empero, es una industria que crece.
Lo cierto es que se trata de una industria eminentemente internacional. Y ello, no solamente en la nacionalidad de los barcos que llegan, sino también en la de la gente que trabaja en ellos -eso que el Senador Navarro llamaba "personal especializado"-, entre la cual (dicho sea de paso) hay muchos chilenos.
Quien ha viajado en cruceros por el mundo sabe que hay una cantidad de jóvenes chilenos que laboran en ellos. Y precisamente en estos meses algunos ya se encuentran a bordo de los barcos -otros se están preparando- porque es la temporada de cruceros, no acá, sino en las partes más pobladas del orbe.
En Chile -lo han dicho varios Senadores- tenemos grandes posibilidades para expandir el acceso, entre otras cosas porque actuamos contra temporada. La mayor parte de la industria de cruceros que no está ocupada en el norte en cierta época podría ser ocupada en el sur; eso facilitaría mucho la llegada de barcos.
Este es un proyecto breve. Pero no por eso no resulta fundamental.
Ahora, dice las dos cosas principales que yo quisiera ver establecidas. Primero, que no se incluye el cabotaje de carga, sino solo el de pasajeros. Y segundo, que para hacer este último los barcos deben tener capacidad para más de 400 pasajeros, lo cual habla de un buque mediano a grande; además, no pueden hacerlo si existen embarcaciones chilenas operando en el área respectiva.
¡Qué más protección que esa deseamos!
Este proyecto es bastante proteccionista.
Al menos en mi Región (creo que en las demás regiones del norte ocurre lo mismo), la apertura planteada es casi indispensable.
Nosotros queremos desarrollar el turismo. Deseamos que Arica sea una región fundamentalmente turística (otras cosas, también; pero fundamentalmente turística).
Si no tenemos aquel tipo de cabotaje, esa clase de apertura; si no mostramos que queremos recibir a los cruceros -porque esta iniciativa también manda una señal-, probablemente no sea muy fácil expandir el turismo.
Opino que este proyecto está bien planteado. No tengo los temores que se han expuesto aquí. Lamento que en algunos días más, cuando la iniciativa vuelva de la Comisión de Trabajo, todos vayamos a repetir los mismos discursos, lo cual implicará una falta de economía procesal bastante seria.
En todo caso, señor Presidente, quiero dejar registrado que yo favorezco absolutamente este proyecto.
He dicho.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- Finalmente, tiene la palabra el Senador señor Kast.


El señor KAST.- Señor Presidente, además de suscribir buena parte de lo que se ha dicho y de felicitar a los autores de la moción, deseo aprovechar la oportunidad para, de forma muy breve, reflexionar en torno a qué sentido tiene hoy día contar con un proteccionismo como el que se plantea. Y ello, no solo en los elementos que promueve esta iniciativa.
En otro momento de la historia chilena la ley en proyecto podría haber tenido algún sentido.
Pero hagámonos una pregunta más profunda: ¿Tiene sentido hoy día que pongamos limitaciones y le quitemos competitividad a nuestra industria simplemente para proteger a otra?
Además, desde el punto de vista de la economía moderna, es bastante cuestionable que aquello funcione.
Lo que normalmente ocurre en casos de proteccionismo como este es que, en último término, son las industrias nacionales, que también tienen concentraciones importantes, las que obtienen los beneficios de enfrentar una competencia menor.
Por lo tanto, y haciendo un resumen, quiero invitar a esta Sala a que no solo reflexionemos sobre los beneficios que pueda implicar la ley en proyecto, sino que también nos atrevamos a ir más lejos y nos formulemos preguntas un poco más difíciles en cuanto a si hoy día tiene algún sentido contar con proteccionismo respecto a aquellos que puedan navegar en nuestras costas.
He dicho.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Guillier para plantear una cuestión formal.


El señor GUILLIER.- Señor Presidente, los autores de la moción tenemos aprensiones en cuanto a que el proyecto vaya a Comisión y su despacho se vaya postergando y postergando,...
El señor ALLAMAND.- ¡Tranquilo, señor Senador!
El señor GUILLIER.-... pase un par de años y nunca más se hable del tema.
Por lo tanto, yo sugeriría poner un plazo.
Gracias, señor Presidente.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- Señor Senador, acogiendo su solicitud, primero vamos a fijar plazo para presentar indicaciones.
La Mesa propone el lunes 30 de abril.
¿Les parece a Sus Señorías?
La señora ALLENDE.- Sí. Está bien.
El señor BIANCHI (Vicepresidente).- En consecuencia, se fija el lunes 30 de abril como plazo para formular indicaciones.
Tal cual se acordó ayer, el proyecto va a volver a la Comisión de Transportes para un nuevo segundo informe y a la Comisión de Trabajo. Cabe confiar en que ambos órganos técnicos funcionarán con la prontitud requerida por todos los proyectos.