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MODIFICACIONES DE NORMATIVAS EN MATERIA DE SUBVENCIÓN ESCOLAR PREFERENCIAL, SISTEMA DE DESARROLLO PROFESIONAL DOCENTE Y SITUACIÓN DE BECARIOS DE POSGRADO


El señor QUINTEROS.- Señor Presidente, aprovecho que este proyecto es misceláneo para abordar algo sobre lo cual no he escuchado referirse ni al Ministerio ni a los miembros de la Comisión de Educación.
Lo señalo porque hemos hablado mucho acerca de mejorar la calidad de la educación y de la necesidad de garantizar a toda la comunidad un acceso equitativo a sus distintos niveles en tanto entendemos la educación como un derecho y no como un bien de consumo.
Pero quiero centrar mi atención esta tarde en un aspecto que hasta ahora no hemos abordado con la concentración y seriedad que amerita. Me refiero al abandono y a la deserción escolar.
De acuerdo con la encuesta CASEN, se entiende por "abandono escolar" la proporción de estudiantes que, habiendo comenzado el período escolar, se retiran del colegio durante el mismo año sin finalizar el grado correspondiente.
Por otro lado, se considera "deserción" la salida del sistema escolar como una situación que presenta cierta permanencia en el tiempo. Para estos efectos, se asume como deserción la ausencia por dos años del sistema escolar, mientras que las posibilidades de retorno son prácticamente nulas.
Según estimaciones de la UNESCO, en Chile existen más de 155 mil niños y niñas menores de 17 años con al menos 2 años de rezago escolar -en clara condición de riesgo de exclusión- y otros 370 mil niños con un año de rezago.
De acuerdo con estudios del Ministerio de Educación, las mayores tasas de deserción se sitúan en el ingreso a primero medio, y luego, en tercero medio. En cuanto a su incidencia, es mayor en hombres que en mujeres; se da más en sectores rurales o semirrurales que en urbanos, y es superior en colegios municipalizados que en subvencionados y particulares.
Se trata, sin duda, de una situación que se explica de manera multidimensional, pero que tiene sus cimientos en la pobreza, en la falta de oportunidades y en la desesperanza. En no pocos casos, la convicción arraigada de que las cosas no van a mejorar lleva a muchos jóvenes a desechar la opción de la educación para transitar, en el mejor de los casos, al mundo del trabajo, si es que no derechamente al de la delincuencia.
La deserción escolar constituye una expresión nítida de la exclusión, condición que precisamente la reforma educacional quiere revertir. Por eso hablamos de generar mayores oportunidades, de emparejar la cancha y de terminar con la inequidad y la discriminación. Y por eso precisamente debatimos y votamos en esta Sala una normativa sobre inclusión escolar.
Pero no podemos hablar de inclusión si, en la práctica, un porcentaje no menor de niños, niñas y jóvenes, por distintas razones, están dejando de asistir a los colegios y renunciando al derecho a educarse.
Hemos buscado garantizar el acceso universal a la educación sin distinciones, pero no hemos puesto la atención debida al problema de la deserción escolar. Existen en algunos municipios y en corporaciones o fundaciones particulares iniciativas que apuntan a prevenir la deserción, para lo cual consideran sistemas de alerta temprana que permiten a los establecimientos detectar alumnos en riesgo para intervenir a través de equipos profesionales interdisciplinarios y evitar de esa manera el abandono definitivo de la educación.
Considero necesario, señor Presidente, intensificar los esfuerzos en esa dirección, a fin de avanzar en la inclusión mediante el trabajo con las familias más vulnerables, que es donde se concentran los indicadores de deserción escolar.
He querido tocar este punto porque veo que avanzamos en la reforma educacional y no tomamos en consideración a los niños que desertan.
Existen escuelas de segunda oportunidad, que en realidad son "de primera oportunidad" para estos grupos. Y debemos cuidarnos del peligro de que se conviertan en guetos educativos o en cajas negras que faciliten la expulsión de las escuelas tradicionales.
Definir mecanismos de ingreso sería la solución.
Hago un llamado al Ministerio de Educación, a la Comisión de Educación...
El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Terminó su tiempo, señor Senador.
El señor QUINTEROS.- Le pido 30 segundos, señor Presidente.
El señor ZALDÍVAR, don Andrés (Presidente).- Prosiga, señor Senador.
El señor QUINTEROS.- Como decía, hago un llamado al Ministerio de Educación y a los miembros de la Comisión de Educación del Senado, porque me parece que lo mencionado constituye un aspecto muy importante que estamos dejando de lado.