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INCENTIVO A INCLUSIÓN LABORAL DE DISCAPACITADOS Y ESTABLECIMIENTO DE RESERVA LEGAL DE EMPLEOS PARA PERSONAS CON DISCAPACIDAD. INFORME DE COMISIÓN MIXTA


El señor QUINTEROS.- Señor Presidente, resulta gratificante para un parlamentario ver cómo el país se modernizará través de este proyecto de ley, que pone a la persona humana como el centro único de interés, y ver cómo cristalizan en leyes principios de derechos humanos esenciales.
Entender que el género humano es uno solo y que los chilenos somos iguales parece cosa fácil de asumir intelectualmente; pero traducir las igualdades en expresiones prácticas que importen advertir esos islotes de desigualdad que nos separan a unos de otros no es una tarea menor.
Es difícil encontrar un hogar en nuestro país en que esta noticia no sea recibida con alegría y esperanza.
En Chile no puede haber ciudadanos de primera y segunda categoría. Con la dictación de esta futura ley se incorporarán al mundo laboral miles de compatriotas actualmente marginados socialmente, en razón de padecer alguna discapacidad física o intelectual.
Sobre el contenido de la iniciativa de ley es imposible estar en desacuerdo. Pensar lo contrario sería ir en contra de la tendencia mundial de la integración de los derechos humanos a los cuerpos de leyes específicos; en este caso, al Código del Trabajo y a los estatutos normativos de la Administración Pública.
¿Dónde está el verdadero desafío en dictar una nueva ley? No es en su discusión ni en su promulgación, sino en el cómo una sociedad jurídicamente organizada logra que la inclusión sea una realidad material y no solo la letra de una ley por todos aplaudida. Llegar a este propósito requiere el compromiso de todos -el Estado y la sociedad- para acoger el espíritu de la norma y tener la voluntad política de implementarla de modo eficaz, sin trampas o resquicios.
Es un deber, en primer lugar, de los diferentes órganos de la Administración del Estado, que hasta ahora exigen para incorporarse a sus plantas el requisito ambiguo y anacrónico de "salud compatible para el cargo".
Para la sociedad civil, para los privados y grandes empresas, es un tremendo desafío humanizar las relaciones de producción. Tal desafío importa cambiar un sistema de creencias y reforzar la cultura ética de la organización con valores de primer orden, que no harán otra cosa que acercarla a la sociedad, mejorar el clima laboral y, seguramente, aumentar su productividad.
El impacto que se espera es muy grande. Habrá un efecto en el mundo del trabajo, pero también en la vida comunitaria en general, en el modo de mirarnos los unos a los otros y valorarnos recíprocamente.
Por esas razones, votaré a favor, señor Presidente.
He dicho.