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REPÚBLICA DE CHILE
DIARIO DE SESIONES DEL SENADO
PUBLICACIÓN OFICIAL
LEGISLATURA 364ª
Sesión 84ª, en miércoles 25 de enero de 2017
Extraordinaria
(De 10:25 a 14:5)
PRESIDENCIA DE SEÑORES RICARDO LAGOS WEBER, PRESIDENTE,
Y JAIME QUINTANA LEAL, VICEPRESIDENTE
SECRETARIO, EL SEÑOR MARIO LABBÉ ARANEDA, TITULAR
____________________
VERSIÓN TAQUIGRÁFICA
I. ASISTENCIA
Asistieron las señoras y los señores:
--Allamand Zavala, Andrés
--Allende Bussi, Isabel
--Araya Guerrero, Pedro
--Bianchi Chelech, Carlos
--Chahuán Chahuán, Francisco
--Coloma Correa, Juan Antonio
--De Urresti Longton, Alfonso
--Espina Otero, Alberto
--García Ruminot, José
--García-Huidobro Sanfuentes, Alejandro
--Girardi Lavín, Guido
--Goic Boroevic, Carolina
--Guillier Álvarez, Alejandro
--Harboe Bascuñán, Felipe
--Horvath Kiss, Antonio
--Lagos Weber, Ricardo
--Larraín Fernández, Hernán
--Letelier Morel, Juan Pablo
--Matta Aragay, Manuel Antonio
--Montes Cisternas, Carlos
--Moreira Barros, Iván
--Muñoz D´Albora, Adriana
--Navarro Brain, Alejandro
--Ossandón Irarrázabal, Manuel José
--Pérez San Martín, Lily
--Pérez Varela, Víctor
--Pizarro Soto, Jorge
--Prokurica Prokurica, Baldo
--Quintana Leal, Jaime
--Quinteros Lara, Rabindranath
--Rossi Ciocca, Fulvio
--Tuma Zedan, Eugenio
--Van Rysselberghe Herrera, Jacqueline
--Von Baer Jahn, Ena
--Walker Prieto, Ignacio
--Walker Prieto, Patricio
--Zaldívar Larraín, Andrés
Concurrieron, además, los Ministros de Hacienda, señor Rodrigo Valdés Pulido; Secretario General de la Presidencia, señor Nicolás Eyzaguirre Guzmán; Secretaria General de Gobierno, señora Paula Narváez Ojeda; de Educación, señora Adriana Delpiano Puelma; de Justicia y Derechos Humanos, señor Jaime Campos Quiroga; de Salud, Carmen Castillo Taucher; de la Mujer y Equidad de Género, señora Claudia Pascual Grau.
Asimismo, se encontraba presente la Subsecretaria del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, señora Bernarda Pérez Castillo.
Actuó de Secretario General el señor Mario Labbé Araneda y de Prosecretario, el señor José Luis Alliende Leiva.
II. APERTURA DE LA SESIÓN
--Se abrió la sesión a las 10:25, en presencia de 16 señores Senadores.
El señor LAGOS (Presidente).- En el nombre de Dios y de la Patria, se abre la sesión.
III. CUENTA

El señor LAGOS (Presidente).- Se va a dar cuenta de los asuntos que han llegado a Secretaría.

El señor ALLIENDE (Prosecretario).- Las siguientes son las comunicaciones recibidas:
Oficios
Dos de la Honorable Cámara de Diputados:
Con el primero comunica que aprobó las enmiendas propuestas por el Senado al proyecto de ley que moderniza el Consejo Nacional de Televisión, concede las asignaciones que indica y delega facultades para fijar su planta de personal (boletín Nº 10.922-05).
--Se toma conocimiento y se manda archivar los antecedentes.
Con el segundo señala que ha aprobado el proyecto que modifica el Código Civil y el decreto ley Nº 1.939, de 1977, sobre Normas de Adquisición, Administración y Disposición de Bienes del Estado, en materia de destino de inmuebles entregados por el Fisco a título gratuito (boletín Nº 10.628-07).
--Pasa a la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento.
Informes
De la Comisión de Educación y Cultura, recaído en el proyecto de ley, en segundo trámite constitucional, que crea el Sistema de Educación Pública y modifica diversos cuerpos legales (boletín Nº 10.368-04) (con urgencia calificada de "suma").
Segundo informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento, recaído en el proyecto, en primer trámite constitucional, que modifica el Código Penal en lo relativo a los delitos de cohecho y soborno, aumentando las penas, tipifica los delitos de soborno entre particulares y de administración desleal; y la ley Nº 20.393, que establece la responsabilidad penal de las personas jurídicas en los delitos de lavado de activos, financiamiento del terrorismo y delitos de cohecho que indica (boletín Nº 10.739-07).
--Quedan para tabla.
Moción
De los Senadores señor Espina, señoras Van Rysselberghe y Von Baer y señores Chahuán y Larraín, con la que inician un proyecto de ley sobre protección integral a la maternidad (boletín Nº 11.106-07).
--Pasa a la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento.
El señor LAGOS (Presidente).- Terminada la Cuenta.
IV. FÁCIL DESPACHO



APROBACIÓN DE ACUERDO DE PARÍS SOBRE CAMBIO CLIMÁTICO


El señor LAGOS (Presidente).- Corresponde tratar el proyecto de acuerdo, en segundo trámite constitucional, que aprueba el Acuerdo de París, adoptado en la Vigésima Primera Reunión de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en París, el 12 de diciembre de 2015, con informes de las Comisiones de Medio Ambiente y Bienes Nacionales y de Relaciones Exteriores y urgencia calificada de "suma".
--Los antecedentes sobre el proyecto (10.939-10) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de acuerdo:
En segundo trámite: sesión 74ª, en 14 de diciembre de 2016 (se da cuenta).
Informe de Comisión:
Medio Ambiente y Bienes Nacionales: sesión 82ª, en 18 de enero de 2017.
Relaciones Exteriores: sesión 82ª, en 18 de enero de 2017.

El señor LAGOS (Presidente).- Tiene la palabra el señor Secretario.

El señor LABBÉ (Secretario General).- El objetivo principal de la iniciativa es reforzar la respuesta mundial a la amenaza del cambio climático, en el contexto del desarrollo sostenible y de los esfuerzos por erradicar la pobreza.
La Comisión de Medio Ambiente y Bienes Nacionales discutió el proyecto en general y en particular, por tratarse de aquellos de artículo único, y lo aprobó en los mismos términos en que lo había despachado la Cámara de Diputados por la unanimidad de sus miembros presentes, Senadores señora Allende y señores Chahuán, Moreira y Patricio Walker.
La Comisión de Relaciones Exteriores, por su parte, también debatió el proyecto en general y en particular, y lo aprobó en los mismos términos en que fue despachado por el órgano técnico de Medio Ambiente por la unanimidad de sus miembros presentes, Senadores señores Chahuán, Larraín, Letelier y Pizarro.
Nada más, señor Presidente.
El señor LAGOS (Presidente).- En discusión general y particular.

Tiene la palabra el Senador señor Pizarro, Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores.

El señor PIZARRO.- Señor Presidente, seré muy breve, porque el acuerdo de los Comités fue darle al presente proyecto trámite de Fácil Despacho.
Pienso que debemos aprobar la iniciativa por la señal que implica en relación con el momento que está viviendo no solo nuestro país, sino el mundo entero en materia de cambio climático, y por la importancia que reviste la referida Convención Marco de las Naciones Unidas.
Como ha dicho el señor Secretario, la iniciativa busca fortalecer y adecuar los compromisos adoptados a nivel mundial por los países firmantes de este Tratado para reducir en todo lo que se pueda la emisión de gases que provocan efecto invernadero.
El objetivo es mantener el aumento en la temperatura media global por debajo de 2 grados Celsius y proseguir los esfuerzos para limitar ese incremento a 1,5 grados respecto a los niveles que existían en el planeta en la época preindustrial.
La transformación más importante, a mi juicio, radica en que se tomó conciencia del problema, producto del proceso que está viviendo la Tierra. Hace unos años hablábamos de la necesidad de firmar tratados que permitieran mitigar los daños que generaba el cambio climático. Hoy día el verbo es "adaptar": los países y las sociedades deben adaptarse a los efectos de dicho fenómeno.
Chile es el mejor ejemplo de ello. Hace pocos días se realizó una nueva versión del Congreso del Futuro y uno de los temas fundamentales que ahí se analizó fue, precisamente, el cambio climático. En la mayoría de las regiones participantes, se abordó el impacto que ello generará en el recurso hídrico a futuro.
Las predicciones anunciadas se han ido concretado: se observa un avance de las zonas desérticas y se ha incrementado la temperatura.
Ello significa que cada día va a ir aumentando la desertificación desde el valle central hasta la Séptima y Octava Región. Además, en las Regiones Tercera y Cuarta se va a producir una suerte de microclima en el borde costero, en el sector de secano, cuestión que va a cambiar la forma de producción agrícola y obligará a adaptarse a las zonas urbanas y a los conglomerados existentes en cada uno de esos lugares. O sea, habrá alteraciones tanto en la producción como en la vida diaria.
En definitiva, el Acuerdo que se nos plantea significa un avance. Nuestro país debiera aprobarlo para entregar una señal potente de nuestro compromiso por combatir los efectos del cambio climático.
Somos uno de los países que menos emisión generan. Al revés, tenemos el potencial de colaborar con otras sociedades con el fin de que se emitan menos gases de efecto invernadero.
Sin embargo, esa misma situación nos tiene hoy día, de manera muy dramática, envueltos en una condición de frecuentes incendios forestales -sean naturales, intencionados o casuales-, todo lo cual pone en jaque la posibilidad de desarrollar una apropiada forestación, finalidad que, a la larga, es muy importante para ir cumpliendo el Convenio que nos ocupa.
Por esa razón, en la Comisión de Relaciones Exteriores aprobamos por unanimidad el proyecto de acuerdo y esperamos que la Sala proceda de la misma manera.

El señor LAGOS (Presidente).- No hay más inscritos.
En votación general y particular.
--(Durante la votación).

El señor LAGOS (Presidente).- Ha pedido la palabra el Honorable señor De Urresti.

El señor DE URRESTI.- Para fundamentar el voto.

El señor BIANCHI.- ¡No, pues!

La señora ALLENDE.- ¡La idea es despacharlo rápidamente!

El señor LAGOS (Presidente).- Está en su derecho el señor Senador, pese a que se trata de un proyecto de Fácil Despacho.
Puede intervenir, Su Señoría.

El señor DE URRESTI.- Seré breve, señor Presidente.
Sin duda, vamos a ratificar -como ya lo hicieron las Comisiones informantes- el Acuerdo de París.
A propósito de lo que estamos viviendo hoy día con los incendios y considerando que el Estado de Chile se comprometió a implementar una estrategia en los próximos años, no solo para combatir los incendios, que es su expresión más gráfica, sino también para enfrentar el cambio climático, me parece fundamental -no está el Ministro del Medio Ambiente en la Sala- apurar esa política pública y bajarla a nivel regional.
Se ha pensado establecer estrategias regionales contra el cambio climático, que son esenciales para abordar de manera distinta, en cada territorio y de acuerdo a sus singularidades, su implementación.
Por otro lado, se requiere avanzar en la institucionalidad para hacerse cargo de los compromisos que ha asumido Chile. En tal sentido, es clave la creación de un nuevo servicio forestal. No vamos a poder cumplir la meta de plantar 100 mil hectáreas de bosque nativo, dentro de la estrategia de mitigación y adaptación, si no contamos con una CONAF pública, con un servicio forestal público.
Hago presente todo lo anterior, porque me parece imprescindible -para ser coherentes con la ratificación unánime de Chile al Acuerdo de París, en el cual la Presidenta Bachelet fue el año antepasado una actora principal- que nuestro país adapte la legislación interna, en los ámbitos regionales e institucionales, a los compromisos a los que voluntariamente nos obligamos.
Dejo constancia de tal situación y voto a favor del proyecto de acuerdo.
Me interesaba plantear el punto relativo al compromiso que Chile ha asumido como Estado en los próximos años.

El señor LAGOS (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Girardi.

El señor GIRARDI.- Señor Presidente, sé que este proyecto es de Fácil Despacho y que debemos abocarnos a otros asuntos muy relevantes, pero debo señalar que uno de los problemas y desafíos más dramáticos que enfrenta la humanidad es el cambio climático.
Este fenómeno está transformando totalmente el metabolismo y funcionamiento del planeta, de todos sus sistemas y ecosistemas.
Hemos visto en Chile en el último tiempo pequeñas expresiones o síntomas de ello (temperaturas altísimas, aluviones). Este problema llegó para quedarse.
Debemos entender que nuestro país, así como es el más sísmico del planeta, también es uno de los que más dramáticas consecuencias sufrirá a raíz del cambio climático.
Hemos elaborado políticas para enfrentar terremotos. En otras naciones los sismos generan enormes desastres, mientras en Chile no causan las mismas consecuencias. Pues bien, tendremos que hacer lo mismo con relación al cambio climático: implementar toda una política de ordenamiento territorial y de redefinición institucional.
Lo que haga el planeta en los próximos cinco años definirá el destino de toda la humanidad, incluido el de nuestro país.
Solo para poner un sentido de urgencia y avanzar en esta materia, dejo claro que no vamos a poder detener el cambio climático. Por tanto, urge generar procesos de adaptación y mitigación.
Cabe destacar que las variaciones que se han registrado desde 1850 a la fecha son muy pequeñas. La temperatura ha aumentado, en promedio, solo 0,87 grados. Ese bajo incremento ha sido capaz de producir transformaciones profundas en nuestro ecosistema.
¿Qué se prevé de aquí al año 2030? Que la temperatura suba 1,5 a 2 grados, pero no en 150 años, sino en un período muy breve de tiempo.
Cuando la temperatura aumentó 0,87 grados en 150 años, muchas especies tuvieron la capacidad de adaptarse, particularmente los animales, que se pueden desplazar. Las especies de flora, en cambio, no se trasladan de lugar, razón por la cual experimentaron un proceso de adaptación muy complejo y profundo.
Sin embargo, cuando la temperatura aumente a raíz del cambio climático a más del doble de lo que lo ha hecho en 150 años en solo 20 años, la gran mayoría de las especies no tendrá la capacidad de adaptarse ni el tiempo para desplazarse.
En tal escenario, además de la escasez de agua, cuyo efecto son los incendios, el país va a vivir la dramática crisis de la desaparición de su biodiversidad.
En consecuencia, se requiere no solo contar con una institucionalidad estatal fuerte para enfrentar tal fenómeno, sino también avanzar en proyectos específicos, como el que crea el Servicio de la Biodiversidad, órgano que debe ser pensado para preservar de manera efectiva las especies que están viviendo un proceso de extinción masiva.
Asimismo, cuando se habla de combatir incendios y situaciones dramáticas, el país no puede contar con instituciones de papel ni con pistolas de agua.
Todos sabemos que la CONAF es una institución de derecho privado y nunca hemos sido capaces de hacer de ella una entidad adecuada. La CONAF debe proteger 37 millones de hectáreas y dispone de menos de un dólar y medio por hectárea para resguardar ese territorio del fuego, lo cual es una realidad tremendamente riesgosa. Además, tiene a su cargo 15 millones de áreas silvestres protegidas y solamente un dólar por hectárea para cumplir su tarea. Eso es 600 pesos.
En consecuencia, en ese ámbito vivimos una crisis institucional y no contamos con los recursos suficientes para la prevención ni menos para el combate contra los incendios.
Entonces, como este fenómeno llegó para quedarse, yo comparto lo señalado por el Senador De Urresti: ojalá la firma de este Acuerdo no sea una música de fondo que nos deje tranquilos, sino un elemento que nos motive a actuar y a tomar decisiones a muy corto plazo, porque el desafío que se nos presenta implica la urgencia de adaptar a Chile, de establecer los resguardos para que podamos enfrentar la situación y vivir de una manera distinta.
Como ya dije, no vamos a poder terminar con el cambio climático, así como tampoco será posible alterar el volcanismo o la condición sísmica de nuestro país.
El cambio climático, a diferencia del volcanismo y los terremotos, es producido por una especie que se cree inteligente, la especie humana, la cual está generando lo que probablemente conozcamos como "la sexta extinción masiva".
He dicho.

El señor LAGOS (Presidente).- Hay dos inscritos más.

El señor WALKER (don Ignacio).- ¿No era de Fácil Despacho el proyecto, señor Presidente?

El señor BIANCHI.- ¡Sí, pues, señor Presidente!

El señor LAGOS (Presidente).- Para aclarar, hago presente que en Fácil Despacho se limita el debate de las iniciativas a dos intervenciones, pero los señores Senadores tienen derecho a fundamentar el voto.
Tiene la palabra el Senador señor Moreira.

El señor MOREIRA.- Señor Presidente, los miembros de la Comisión de Medio Ambiente tenemos el derecho legítimo de expresar nuestra opinión al respecto.
Entendemos que se trata de un proyecto de Fácil Despacho, pues hay una necesidad urgente de que se apruebe.
Ha quedado sumamente claro lo que ha señalado el Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, el Senador Pizarro, quien ha sido muy didáctico en sus planteamientos.
Quiero destacar rápidamente dos o tres puntos.
En la Comisión de Medio Ambiente se indicó que Chile hizo una contribución nacional a fines del año 2015, la que comprende el período 2020-2030, mediante la cual nos hemos comprometido como país a reducir en un 30 por ciento los gases de efecto invernadero (GEI) con recursos propios. Sin embargo, el país está dispuesto a incrementar hasta en un 45 por ciento la reducción de los GEI si lograra obtener recursos financieros internacionales.
El Ministro del Medio Ambiente resaltó -estuvimos de acuerdo con él- el liderazgo que en esta materia ha ejercido Chile. Me parece muy bien que ello se haya evidenciado con la participación de la Presidenta de la República en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
Esa es una señal pública importante.
Por otra parte, dicho Secretario de Estado destacó que el Acuerdo de París compromete la consolidación de un "Fondo Verde del Clima", que considera aportes por 100 mil millones de dólares, provenientes de la contribución voluntaria de ciertos países, recursos que estarán disponibles el año 2020, para ser utilizados tanto en la mitigación como en la adaptación al cambio climático.
Nosotros esperamos que ello se haga realidad con el aporte de todos los países y no sea una cifra utópica para enfrentar el referido fenómeno.
También se precisó que la contribución de Chile considera el compromiso de reducir en un 30 por ciento su intensidad carbónica, para lo cual efectuará las siguientes acciones:
a) Contar con una matriz energética con mayor presencia de energías renovables.
b) Hacer de la eficiencia energética una política pública permanente en el tiempo.
c) Mejorar y aumentar la condición de suelo y aptitud forestal. Se explicó que nuestro territorio tendría capacidad para ser sumidero de gases de efecto invernadero si recuperara los bosques y mejorara la condición de suelos con aptitud forestal.
La verdad es que esto último es bastante difícil lograrlo hoy día, dado el drama que están viviendo las regiones a raíz de los incendios forestales.
¡Chile tiene que prepararse, y rápido!
En la Comisión dije que en las asambleas internacionales suelen adoptarse grandes acuerdos. No obstante, la repercusión de estos es escasa a nivel nacional.
Asimismo, consulté por el impacto concreto que ocasionará la ratificación del Acuerdo de París y afirmé que, si bien Chile realiza un aporte casi marginal al fenómeno, es indudable que el cambio climático constituye un problema de alcance global que nos ha afectado, tal como lo evidencian el registro de temperaturas inusitadas, el retroceso de los glaciares y el aumento de la temperatura en el mar.
Creo que el Acuerdo se complementa con la iniciativa sobre el Servicio de Biodiversidad, que estamos sacando adelante en la Comisión de Medio Ambiente para que sea una realidad, el cual verdaderamente constituirá un avance. Esperamos que en marzo próximo se comience a votar y llegue a la Sala, porque es un asunto importante que es preciso apurar.
Por eso, considero que la participación de Chile en el instrumento que nos ocupa es una señal del compromiso con el medioambiente por parte del Estado.
En virtud de estas razones, voto que sí.

El señor LAGOS (Presidente).- Puede intervenir el Honorable señor Navarro.

El señor NAVARRO.- Señor Presidente, desde el siglo XVII al XVIII -hace más de doscientos años-, los negros eran pintados con brea y vendidos en la plaza pública de Boston y en Nueva York. Parecía natural. No constituía un pecado. Y, más aún, era legal.
A los ojos de hoy, la esclavitud es condenable. Fue abolida. Y cuesta imaginar por qué una generación la aceptó y sometió a este yugo a una parte importante de la población de África.
No abrigo ninguna duda de que en doscientos años más, cuando se pregunte por qué no se hizo nada ahora, por qué se depredaron los bosques, por qué se contaminaron los mares, por qué se agotó el agua, por qué la Tierra se calentó y se hizo invivible, nuestros nietos y las generaciones futuras nos juzgarán por no haber actuado a tiempo.
La Conferencia de París impone acuerdos que incluyen a China y Estados Unidos, pero ya sabemos lo que va a pasar. Los dos mayores productores de gases y del efecto invernadero se hallan en un proceso de desarrollo industrial que me hace preguntarme si cumplirán las metas establecidas.
Lo que desde este pequeño país del fin del mundo podemos hacer -y, por eso, voy a votar a favor- es nuestra labor: velar por los bosques templados húmedos.
En el planeta, un dos por ciento de todos los bosques presentan esa característica, y el sesenta por ciento de ellos se encuentra en la Patagonia, en el sur de Chile. Necesitamos cuidarlos como un patrimonio de la humanidad. Esta es una enorme contribución, porque son los que oxigenan.
En este sentido, hay tareas claves, como la creación de una Corporación Nacional Forestal pública, ya que existe un híbrido raro que es una corporación privada con fondos públicos.
Y, más aún, cabe considerar las actuaciones de instituciones y de personas. Mi pregunta es qué hace el Congreso en el ámbito de la emisión de gases de efecto invernadero.
¿Qué realizan el Senado y la Cámara de Diputados para disminuir la huella de carbono y la contaminación sobreviniente?
Mientras no cambien los individuos, el mundo no lo hará.
Me parece que el Congreso y Chile pueden hacer mucho más que lo expresado por el Acuerdo, que dependerá, fundamentalmente, de lo que digan las grandes potencias. Y no veo ni a China ni a Estados Unidos en pos de una disminución de sus gases de efecto invernadero, sino más bien en una campaña de crecimiento y producción industriales, como lo ha planteado Trump en reiteradas ocasiones.
No sería una mala idea que el Congreso del Futuro -lo expongo aprovechando la presencia del Senador señor Girardi- pudiera imponer metas respecto de cómo sería posible que esta Corporación y la Cámara de Diputados y quienes las integramos contribuyéramos, dando ejemplos muy concretos como instituciones y como personas, a disminuir la huella de carbono que todos trazamos.
Voto a favor.
¡Patagonia sin represas!
¡Nueva Constitución, ahora!
¡No más AFP!
He dicho.

El señor LAGOS (Presidente).- Tiene la palabra el señor Secretario.

El señor LABBÉ (Secretario General).- ¿Alguna señora Senadora o algún señor Senador no ha emitido su voto?

El señor LAGOS (Presidente).- Terminada la votación.

--Por 31 votos a favor, se aprueba en general y en particular el proyecto de acuerdo.
Votaron las señoras Allende, Goic, Lily Pérez, Van Rysselberghe y Von Baer y los señores Allamand, Araya, Bianchi, Coloma, De Urresti, Espina, García, García-Huidobro, Girardi, Guillier, Harboe, Lagos, Hernán Larraín, Letelier, Matta, Moreira, Navarro, Ossandón, Pérez Varela, Pizarro, Prokurica, Quinteros, Rossi, Tuma, Ignacio Walker y Andrés Zaldívar.
El señor LAGOS (Presidente).- El Honorable señor Chahuán deja constancia de su intención de voto a favor.

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El señor LAGOS (Presidente).- Tiene la palabra el señor Secretario.

El señor LABBÉ (Secretario General).- En este momento ha llegado a la Mesa el siguiente documento:
Certificado de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento, recaído en el oficio de Su Excelencia la Presidenta de la República mediante el cual se solicita el acuerdo del Senado para designar integrante del Consejo Directivo del Servicio Electoral a la señora Juanita Gana Quiroz, con la urgencia establecida en el párrafo segundo del número 5) del artículo 53 de la Carta Fundamental.
--Queda para tabla.



DESIGNACIÓN DE SEÑORA JUANITA GANA QUIROZ COMO INTEGRANTE DE CONSEJO DIRECTIVO DE SERVICIO ELECTORAL

El señor LAGOS (Presidente).- Oficio de Su Excelencia la Presidenta de la República mediante el cual se solicita el acuerdo del Senado para designar integrante del Consejo Directivo del Servicio Electoral a la señora Juanita Gana Quiroz, con la urgencia establecida en el párrafo segundo del número 5) del artículo 53 de la Carta Fundamental y certificado de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento.
--Los antecedentes sobre el oficio (S 1.916-05) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Oficio:
En primer trámite: sesión 83ª, en martes 24 de enero de 2017 (se da cuenta).
Informe de Comisión:
Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento (certificado): sesión 84ª, en 25 de enero de 2017.

El señor LAGOS (Presidente).- Tiene la palabra el señor Secretario.

El señor LABBÉ (Secretario General).- La Comisión deja constancia, por la unanimidad de sus miembros, Senadores señores Araya, De Urresti, Espina, Harboe y Larraín, de que en la designación se ha dado cumplimiento a los requisitos y formalidades previstos por el ordenamiento jurídico.
Cabe tener presente que el nombramiento requiere la aprobación de dos tercios de los Senadores en ejercicio, esto es, 25 votos.
Nada más.

El señor LAGOS (Presidente).- En votación.

El señor LABBÉ (Secretario General).- ¿Alguna señora Senadora o algún señor Senador no ha emitido su voto?

El señor LAGOS (Presidente).- Terminada la votación.
--Se otorga el acuerdo para la designación de la señora Juanita Gana Quiroz como integrante del Consejo Directivo del Servicio Electoral, dejándose constancia, para los efectos del quórum constitucional exigido, de que se registran 27 votos a favor.
Votaron las señoras Allende, Van Rysselberghe y Von Baer y los señores Allamand, Araya, Bianchi, Chahuán, Coloma, De Urresti, Espina, García, García-Huidobro, Girardi, Guillier, Harboe, Horvath, Lagos, Letelier, Moreira, Navarro, Ossandón, Pérez Varela, Prokurica, Quinteros, Tuma, Patricio Walker y Andrés Zaldívar.
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El señor LAGOS (Presidente).- Si le parece a la Sala, se autorizará a la Subsecretaria de la Mujer y la Equidad de Género, señora Bernarda Pérez, para asistir a la sesión.
Acordado.
V. ORDEN DEL DÍA



DESPENALIZACIÓN DE TRES CAUSALES DE INTERRUPCIÓN VOLUNTARIA DE EMBARAZO


El señor LAGOS (Presidente).- Continúa la discusión del proyecto de ley, en segundo trámite constitucional, que regula la despenalización de tres causales de interrupción voluntaria del embarazo, con informes de las Comisiones de Salud y de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento, y urgencia calificada de "suma".
--Los antecedentes sobre el proyecto (9.895-11) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley:
En segundo trámite: sesión 3ª, en martes 22 de marzo de 2016 (se da cuenta).
Informe de Comisión:
Salud: sesión 83ª, en 24 de enero de 2017.
Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento: sesión 83ª, en 24 de enero de 2017.
Discusión:
Sesión 83ª, en 24 de enero de 2017 (queda pendiente discusión en general).

El señor LAGOS (Presidente).- Tiene la palabra el señor Secretario.

El señor LABBÉ (Secretario General).- Conforme a lo acordado por los Comités, procede abrir la votación.
Se conservará el tiempo de diez minutos para cada una de las intervenciones que faltan. Hay una lista de quienes quedaron ayer inscritos.
El señor LAGOS (Presidente).- En votación.

--(Durante la votación).

El señor LAGOS (Presidente).- Puede intervenir la Senadora señora Goic.

La señora GOIC.- Señor Presidente, creo que es bueno recordar, sobre todo por estar llamados hoy día a pronunciarnos en general, que en 1994 ingresó a la Cámara de Diputados el primer proyecto de ley destinado a despenalizar la interrupción voluntaria del embarazo.
Ello, luego de que en 1989, como se ha recordado en la Sala, la dictadura derogara el aborto terapéutico, vigente en nuestra legislación desde 1931. Es decir, durante el Gobierno del Presidente Eduardo Frei Montalva existía la posibilidad de recurrir a ese tipo de intervención.
Desde 1989 a la fecha se han presentado más de treinta iniciativas sobre la materia, lo que manifiesta un cuestionamiento a la situación legislativa, pero, sobre todo, la necesidad de un debate que ha estado latente en nuestra sociedad y cuyo centro es una situación dolorosa que viven muchas mujeres que, por distintos motivos y sobre la base de las causales excepcionales contempladas en el proyecto, evalúan la interrupción de su embarazo.
Nosotros, los parlamentarios, debemos hacernos cargo de los asuntos relevantes para chilenos y chilenas, en especial de aquellos que implican sufrimiento o inequidad. Hoy, luego de veintiocho años, estamos llamados a discutir y dialogar sobre un tema complejo, sin duda, pero que no podemos seguir evitando como sociedad.
Lo hemos señalado y deseo reiterarlo: todos quisiéramos que no existieran abortos por ninguna de las causales y que no hubiera mujeres que enfrentaran una violación o abusos, un diagnóstico de inviabilidad fetal o un riesgo de vida ante algo que anhelan con tanta esperanza, como el nacimiento de un hijo.
En la actualidad, los dilemas éticos son más difíciles que antes. Estamos ante un mundo en que el ser humano puede poner en peligro su propia existencia y en que la ciencia y la tecnología han abierto puertas que incluso importan pretensiones de modificar nuestra propia naturaleza y humanidad. Eso es una amenaza, pero también una oportunidad para definir en comunidad qué tipo de sociedad queremos construir, cuáles son los valores que la sustentan y qué debemos hacer para garantizar que todos los miembros de la comunidad puedan desarrollarse felices y plenos.
En este escenario no puedo sino reafirmar mi convicción sobre el valor inalienable de todos los miembros de nuestra especie. Conocido como dignidad humana, es inviolable y no depende de sus características, estado de desarrollo o capacidad cognitiva. Es lo que sostiene la Carta de los Derechos Humanos, porque es compartida por todos, sin distinción alguna. Esta condición nos hace ser sujetos de respeto y titulares de derechos, siendo el primero de ellos, sin el cual no puede existir ningún otro, es el derecho a la vida, que debe ser respetado, según mi criterio, desde la concepción hasta la muerte natural.
A través de la historia, los democratacristianos siempre hemos dado testimonio de fidelidad a este principio. Así ha sido cuando nos opusimos a la dictadura; cuando hemos defendido a víctimas de violaciones a derechos humanos, sin importar la orientación del gobierno ni del país donde son amenazados o vulnerados, y cuando contribuimos decididamente a derogar la pena de muerte.
Sobre la base de esa misma coherencia, no puedo sino reafirmar mi convicción contraria a una iniciativa que nos propusiera la legalización abierta del aborto. Y quiero manifestarlo con mucha claridad. Pero lo que estamos discutiendo es distinto. El debate en el que estamos llamados a pronunciarnos tiene que ver con causales excepcionales.
Tal como lo han señalado sacerdotes de la Iglesia católica, "Se habla de una ley de despenalización del aborto en tres causales. Eso significa, en primer lugar, que para hoy y para mañana subsisten las penalizaciones en todos los demás casos. Si la pena subsiste, es porque subsiste el delito".
Algunos creen que la prohibición del aborto basta para proteger la vida del niño o de la niña que viene y olvidan lo que pasa con estos después del nacimiento. Una sociedad verdaderamente humanista y solidaria tiene que ser capaz de avanzar en la garantía de condiciones sociales para que ¡todas las familias! puedan recibir como una buena noticia la llegada de una nueva vida y contar con los recursos y las capacidades para que se desarrolle plenamente.
Este ha sido siempre mi compromiso.
En mis diez años de legisladora, primero como Diputada y ahora, como Senadora, me he involucrado en incentivar la corresponsabilidad, el reconocimiento del rol del padre y de la madre en la crianza, y cómo garantizar los derechos de la maternidad.
He promovido el parto humanizado y la protección y promoción de la lactancia materna. Soy autora de la ley que establece un posnatal de seis meses y he trabajado en generar condiciones laborales que les aseguren a las mujeres una maternidad protegida.
En paralelo al presente debate, encabecé una propuesta, junto a un grupo de colegas, tendiente a la prevención y protección del embarazo adolescente. Ello implica abordar algo no contemplado en el proyecto que nos ocupa, como lo es todo el aspecto preventivo: la forma en que asumimos que la sexualidad y la afectividad son parte de la vida desde que nacemos y nos desarrollamos y cómo debemos enfrentar, por lo tanto, la tarea de educar en la materia incluso desde el primer ciclo básico, no desde primero medio, como lo hacemos hoy en forma muy tardía. Sin duda, eso permitiría evitar muchos abortos que hasta se hallan fuera de las tres causales en discusión.
En la Comisión de Salud votamos la semana pasada a favor de la idea de legislar en la prevención y protección del embarazo adolescente. Aprovechando que nos acompañan las Ministras que han sido parte de ese debate, a mí me gustaría pedir que se le diera urgencia a la iniciativa para que ojalá la viéramos en la Sala al retomar en marzo el trabajo legislativo, porque es un ámbito fértil donde todos podemos contribuir a evitar situaciones dolorosas de aborto e interrupciones de embarazo.
Para volver al proyecto que nos convoca, cabe hacer presente que la moral de inspiración cristiana se sostiene en la razón, pero salpicada de misericordia. Esta última es la que se va encontrando en el día a día con el rostro de otro, que en este caso es el de una mujer en la situación extrema de interrumpir su embarazo, ya sea porque se halla en riesgo su vida, o porque no se puede sostener un diagnóstico de inviabilidad o por situaciones en las que llegamos tarde, como sociedad, para protegerla del que quizás es el peor atentado que puede sufrir en su dignidad, como una violación, más aún si la afectada es una niña.
Entonces, la pregunta es si queremos que el Estado la amenace con su poder coercitivo o sancionatorio o que reconozca su drama al acogerla, acompañarla y asumir su rol protector.
¿O queremos dejarla sola?
Creo que nadie se encuentra obligado a un acto heroico o a actuar más allá de lo humanamente razonable. El proyecto busca abordar la situación, que es difícil y compleja, respetando la decisión de la mujer y entendiéndola.
Además, la embarazada tiene que ser sujeto de protección y acompañamiento, sobre todo cuando su embarazo se da en situaciones complejas. Ello también dice relación con quien es el padre, cuando está presente, y la familia.
Y la forma de disminuir ese dolor es compartirlo.
Por eso es que quiero destacar el trabajo de los parlamentarios democratacristianos en la Cámara de Diputados. En efecto, el proyecto no es el mismo que ingresó al Congreso, sino mejor. Gracias a la labor de la Democracia Cristiana, el texto contempla un programa de acompañamiento que debe ser un eje central, respetuoso de la voluntad de la mujer, de carácter confidencial, acompañante y no coercitivo.
En mi opinión, ello se tiene que fortalecer, además, para que sea una garantía que permita procesar una situación dolorosa y traumática como la que estamos analizando.
Y eso es para todas ellas, independiente de la decisión que tomen.
Quiero agradecer los testimonios recibidos, entre ellos los de las mujeres que tuvieron que deambular para poder buscar una alternativa y los de aquellas que enfrentaron por segunda vez un diagnóstico de inviabilidad y nos pidieron que otras no se vieran en la necesidad de salir al extranjero para contar con una alternativa en la misma situación.
Votaré a favor de la idea de legislar, tal cual lo hice en la Comisión, porque, como mujer, como madre, pero también como asistente social que ha estado en terreno con algunas que han vivido embarazos complejos, estoy convencida de que las herederas de las que lucharon por el derecho a voto, por el derecho a entrar a la universidad y por ganar un espacio en el mundo del trabajo,...

El señor LAGOS (Presidente).- Se agotó su tiempo, señora Senadora. Tiene un minuto adicional para concluir.

La señora GOIC.- Gracias, señor Presidente.
Iba a señalar que estoy convencida de que ellas cuentan con la madurez suficiente, a partir de sus creencias religiosas, políticas o culturales, para tomar una decisión en conciencia en relación con las tres causales. Y nosotros estamos llamados a legislar con relación a todas.
Sin duda, este es un debate que sostenemos desde nuestra perspectiva ideológica, pero lo que nos interpela, en realidad, es el día a día y la situación de mujeres que enfrentan cada una de estas tres causales.
Y la democracia hoy nos da la oportunidad de realizar ese debate con altura de miras y responder desde la acogida, desde el acompañamiento a cada una de ellas.
--(Aplausos en tribunas).

El señor LAGOS (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Prokurica.

El señor PROKURICA.- Señor Presidente, yo voy a votar en contra de este proyecto de ley porque creo que atenta directamente contra el más importante de los derechos del ser humano: el respeto a la vida del que está por nacer.
El primer derecho de un ser humano -esto resulta evidente- es su vida, porque es condición para todos los demás.
Me parece que la vida es un valor trascendental que el Estado debe promover y proteger más que ningún otro derecho, tal cual lo establece la Constitución Política de nuestro país, la que en el artículo 19, N° 1°, consagra y asegura "El derecho a la vida y a la integridad física y psíquica de la persona". Allí se establece que "La ley protege la vida del que está por nacer". Así, la Constitución de 1980 -modificada varias veces, firmada por el Presidente Lagos y por algunos de los Senadores presentes hoy día- señala que nuestro derecho a la vida comienza al momento de la fecundación y está garantizado desde ese instante.
Señor Presidente, la discusión de esta materia ha sido de mucha altura. Yo me alegro de estar en este Senado cuando se produce un debate de ideas. La política en este último tiempo no ha sido así, sino un debate de descalificaciones que más bien evidencian la falta de argumentos.
Por otro lado, se ha instalado en la discusión de este proyecto de ley la pregunta acerca de cuándo comienza la vida.
Para nosotros, para mí, para los católicos, para los cristianos, la vida comienza con la concepción, desde que se inicia el proceso de fecundación del óvulo. Esto no es un capricho o una idea religiosa, como alguien aquí ha planteado. La biología molecular, la embriología médica y la genética han arrojado muchas luces para responder la antigua pregunta sobre el inicio de cada vida humana. La ciencia avala hoy que la vida comienza con la fusión del espermatozoide y el óvulo, llamada "fecundación".
De esta manera, queda inaugurada una nueva vida cuando comienza la concepción, que no es ni la vida de la madre ni la del padre, sino la de un nuevo ser humano que se está desarrollando por sí mismo. En ese sentido, creo que es deber del Estado preservar y respetar los derechos de ese ser aunque no hubiera al respecto ni una letra en la Constitución.
Si uno saca una foto del período que estamos viviendo, nos encontramos en una etapa que parece por lo menos ser curiosa, en que hemos llegado a niveles de perfección en la defensa del respeto a la vida y de los derechos humanos. Ya ni siquiera en países lejanos se discute el tema de los derechos humanos. Solo algunos defienden a Corea del Norte, a Cuba y a otras naciones que todos conocemos.
Y se ha llegado a niveles de perfección en que estamos defendiendo -me parece bien- la vida y los derechos de los animales. Por ejemplo, se acaba de dictar una norma sobre maltrato a los animales. Hubo una marcha hace poco por el perro Cholito a la que asistieron 6 mil manifestantes, lo que me parece muy bien.
Sin embargo, cómo puede entenderse que al mismo tiempo que planteamos la defensa de los derechos de los animales estemos proponiendo como solución a hechos que son graves -la violación y las demás causales que aquí se postulan son hechos muy graves- matar a un ser indefenso como es el feto.
Este proyecto pretende regularizar la despenalización de la interrupción del embarazo por las tres causales que todos conocemos y que no voy a repetir.
Pero creo que este proyecto no va en la línea correcta, porque afecta al más elemental de los derechos humanos: el derecho a la vida.
Cuando en la actualidad crecen las voces contra la guerra en cualquiera de sus formas, contra el terrorismo, contra la pena de muerte, me parece contradictorio que florezcan voces en favor del aborto, es decir, contra la vida misma del ser humano, contra la vida de un inocente, considerando la fecundidad como una desgracia. Porque lo que esta iniciativa de ley del Gobierno de la Presidenta Bachelet hace no es despenalizar el aborto, sino que lo legaliza y lo legitima como un derecho de la mujer. Lo he escuchado en muchos de los debates y en las intervenciones, que yo no comparto, aunque sí respeto.
En tal sentido, concuerdo con la reflexión que sobre este proyecto realizó el colega Ignacio Walker en febrero de 2015, en una entrevista en el diario La Tercera. Él sostuvo "que hay que sincerar los términos del debate, hay que llamar las cosas por su nombre, y quiero ser claro en esta materia: el proyecto de ley del gobierno, más que despenalizar la interrupción del embarazo en tres casos, lo que hace es legalizar el aborto en esos tres casos".
En eso yo quiero ser consecuente y señalar que el Senador Tuma interpreta la verdad de esta discusión. Él ha dicho que este es un proyecto hipócrita, un proyecto a la chilena, que va por el lado, cuando en la práctica lo que se pretende es tener el derecho a abortar, a deshacerse de un ser humano frente a un problema. Yo creo que ese es el discurso real, y valoro la valentía que el Senador Tuma ha demostrado en esta materia.
Cabe hacer presente que el doctor Luis Jensen, vocero del Manifiesto Médico por la Vida, ha dicho que "Esto afecta la dignidad de los profesionales de la salud, por cuanto no se respeta la libertad de conciencia de quienes ejercemos esta profesión". Ante ello, se ha señalado que esto va a ser voluntario. Pero en el caso de que este sea un derecho y no haya otro profesional, ese médico se verá obligado, en contra de su conciencia, a practicar un aborto.
Respecto de la causal de violación, permitir la posibilidad de hacer un aborto sin denunciar al violador al menos a mí me parece raro, ya que claramente abre la puerta al aborto libre.
La violación es un tema dramático, complejo y no solo implica un delito contra una mujer menor o adulta que podría terminar en un embarazo, sino que fundamentalmente lo que hace es producir un tremendo daño a esa mujer. Pero ¿qué culpa tiene el ser humano que ha sido concebido producto de una violación? ¡Ninguna! La solución que se propone, además sin denuncia, es matar a ese ser humano que está en el vientre materno.
Señor Presidente, hay ejemplos -por el tiempo no voy a alcanzar a mencionarlos todos-, como el de España, donde los abortos después de aprobar una ley como esta, por las tres causales, no disminuyeron sino que aumentaron, y no hubo ninguna señal para resguardar la vida de esos seres humanos.
En la actualidad no hay ninguna duda de que la vida comienza con la concepción, con la fecundación del óvulo por parte del espermio. El tema de fondo que no está contenido, que no se asume en este proyecto, es cuando la mujer tiene en su interior a una vida, a un ser en gestación que no es su cuerpo, que no es el cuerpo de quien lo engendró: es una vida propia. Por ende, la madre no puede decidir por la vida de otro ser humano, que no tiene voz ni ninguna posibilidad de defenderse. Por eso estamos llamados por la Constitución y por la ley a defenderlo, porque la libertad de decidir de la mujer o del hombre termina cuando comienza la libertad o la vida del otro.
En consecuencia, creo que el foco de este proyecto debería ser precisamente la vida y su importancia: si hay vida o no hay vida, si matamos o no matamos a esa vida que está gestándose en el vientre de una mujer.
Por eso es importante lo que algunos han planteado: acompañar a aquellas que viven esta realidad, acompañar a quienes han decidido tener un hijo a como dé lugar.
Quiero señalar que estar en contra de este proyecto, en que el Estado facilitará y financiará el aborto, no es imponer un punto de vista político, cultural o religioso a nuestra sociedad, sino que es defender un derecho humano fundamental, que la Izquierda tantas veces nos ha dicho a nosotros que no defendimos en otro momento en nuestro país. Pero hoy día dicho sector claramente se pliega en contra de la vida del que está por nacer.
Es necesario que el Gobierno diseñe políticas públicas que aborden la vulnerabilidad en que se encuentran las mujeres con embarazos no planificados, porque el aborto no es una solución a esto último, sino un atentado a la vida del que está por nacer.
El 3 de febrero de 1994, la madre Teresa de Calcuta intervino en el Desayuno de Oración Nacional, que se celebra cada año en la ciudad de Washington, ante el entonces Presidente Bill Clinton y la primera dama Hillary Clinton, donde señaló:...

El señor LAGOS (Presidente).- Terminó su tiempo, señor Senador.
Dispone de un minuto adicional para concluir su intervención.

El señor PROKURICA.- Gracias, señor Presidente.
Decía que la madre Teresa de Calcuta señaló lo siguiente:
"La amenaza más grande que sufre la paz hoy en día es el aborto, porque el aborto es hacer la guerra al niño, al niño inocente que muere a manos de su propia madre. Si aceptamos que una madre pueda matar a su propio hijo, ¿cómo podremos decir a otros que no se maten? ¿Cómo persuadir a una mujer de que no se practique un aborto? Como siempre, hay que hacerlo con amor y recordar que amar significa dar hasta que duela.
"Jesús dio su vida por amor a nosotros. Hay que ayudar a la madre que está pensando en abortar; ayudarla a amar, aun cuando ese respeto por la vida de su hijo signifique que tenga que sacrificar proyectos o su tiempo libre. A su vez el padre de esa criatura, sea quien fuere, debe también dar hasta que duela.
"Al abortar, la madre no ha aprendido a amar; ha tratado de solucionar sus problemas matando a su propio hijo. Y a través del aborto, se le envía un mensaje al padre de que no tiene que asumir la responsabilidad por el hijo engendrado...".
--(Aplausos en tribunas).

El señor LAGOS (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Bianchi.

El señor BIANCHI.- Señor Presidente, sin duda que este debate sobre un tema que por muchos años se ha intentado silenciar o desconocer debíamos tenerlo. El tema no es fácil y las posturas en uno u otro sentido a ratos resultan inconciliables entre sí, lo que nos exige abordar la discusión de la manera más responsable, ajena a cualquier cálculo político y estableciendo ante todo una legislación que otorgue ciertas garantías, tanto para la mujer como para los menores; que asegure realmente que respecto de esta materia avanzaremos en forma responsable como sociedad.
La discusión de este proyecto de ley ha estado particularmente marcada por una reprochable e inaceptable presión de conciencia hacia quienes somos legisladores -sin pretender un acto de soberbia, en lo particular no ha logrado invadirme-, queriéndonos situar entre los buenos y los malos, según sea el voto que cada uno de nosotros emitamos.
Hago esta reflexión inicial porque la conciencia es el acto psíquico mediante el cual una persona se percibe a sí misma en el mundo, es una propiedad del espíritu humano que permite reconocerse en los atributos esenciales.
La filosofía considera que la conciencia es la facultad humana para decidir acciones y hacerse responsable de las consecuencias de acuerdo a la concepción del bien y del mal. De esta manera, la conciencia sería un concepto moral que pertenece al ámbito de la ética, valores personales e individuales, los cuales -como señalé precedentemente- han pretendido ser violentados por quienes están en contra del proyecto y también por quienes están a favor de él.
Aquí, señor Presidente, estamos frente a una responsabilidad de Estado.
Como legislador, tengo la obligación de votar este tema con plena y total libertad de conciencia, exigiendo las garantías del Estado para las mujeres y los niños. Es por eso que en ningún caso determinados grupos, sociales, políticos o los que fueren nos pueden obligar a votar o decidir según un cálculo electoral o para darle el triunfo o causarle una derrota a un sector, sea este conservador o liberal.
Consciente de esta realidad, señor Presidente, tomé la decisión de realizar con todo mi equipo de trabajo una labor en la Región de Magallanes que permitiera a las fuerzas vivas sociales participar regionalmente de esta discusión. ¿Y qué ocurrió? El interés fue enorme: tuvimos la participación activa de profesionales médicos, de matronas, de abogados, de representantes de las iglesias, de ciudadanos, de estudiantes de Medicina, de Psicología, de Derecho, de jóvenes y adultos. Ese debate lo hicimos de cara a la Región y al país con una enorme colaboración de la Universidad de Magallanes. Sin duda, fue un ejercicio cívico de aquellos que la sociedad actual nos reclama.
Sobre el proyecto de ley que hoy nos corresponde votar, quiero formular algunas opiniones.
Creo que hay consenso en que cuando existe riesgo para la vida de la madre no se está frente a una conducta que merezca recibir un reproche moral. De hecho, la lex artis médica hoy día permite al profesional médico salvar la vida de la madre ante cualquier riesgo que pueda correr durante el desarrollo del embarazo.
Respecto a la inviabilidad fetal y la exigencia de que exista una ratificación del diagnóstico por un médico que cuente con las habilidades específicas requeridas, desde ya hago presente que en muchas regiones, como la que represento, carecemos de estos facultativos especialistas, situación que se replicará en zonas aisladas de todo nuestro país.
Este es uno de los tantos aspectos que vamos a tener que abordar luego de la votación en general, cuando tratemos en particular el proyecto.
En la causal de violación es en la que se presentan los mayores reparos y dudas, porque tal como se encuentra hoy configurada en el proyecto de ley ella puede convertirse en una puerta para probables fraudes. Sé que no es fácil compatibilizar esto con los tiempos que toma una investigación judicial, pero creo que las exigencias que se deben establecer para dar lugar a esta causal han de ser, obviamente, mucho más rigurosas.
Entre otros grandes temas, en lo relativo a la causal de violación tenemos que llevar adelante una profunda revisión respecto del caso de las menores de edad.
Debemos fortalecer, señor Presidente, una real política de acompañamiento.
Aquí hay un tema social de fondo que debe ser el centro de nuestra preocupación, en que el Estado garantice otorgar a todas las mujeres las opciones para que de la manera más informada y con posibilidades reales, si deciden ser madres, sus hijos cuenten con toda la protección necesaria para su desarrollo integral. Y si optan por interrumpir el embarazo, que el Estado también se obligue a entregar un completo acompañamiento ante dicha determinación.
Algunas de las medidas que debieran ser parte de este programa de acompañamiento -esto es tremendamente relevante, señor Presidente- son las siguientes:
-Persuadir a la mujer ante una situación de tener que decidir si debe, puede y quiere abortar, contando siempre con el total apoyo del Estado.
-Un sistema de especialistas que intenten persuadir a la madre que desea abortar mostrando un espectro eficaz y verdadero de posibilidades para la vida de ese hijo que viene en camino.
-En el caso del aborto por violación, se necesita resguardarla con la denuncia del delito. Retirar a los violadores del sistema es una obligación, y entregar el verdadero acompañamiento que mitigue en parte el enorme daño que sufre una mujer violada, más aún cuando es una niña.
-Sistemas de control de natalidad más efectivos y al alcance de las mujeres y los hombres.
-Un sistema económico que no permita el empobrecimiento ante un embarazo.
-Revisión de las leyes laborales y de estudios que protejan a las futuras madres y a los futuros padres.
Señor Presidente, con relación al derecho de objeción de conciencia del médico cirujano, tengo reparos en cuanto a sus efectos de dogmática penal tal cual está establecido, y también en cuanto a si debe otorgarse este derecho a los otros miembros del equipo médico que participa en un procedimiento de interrupción del embarazo.
De llegar a la discusión en particular del proyecto, estos y otros temas serán sin duda los de mi mayor preocupación.
Quiero hacer una reflexión que se entienda bien.
Yo no estaré disponible bajo ningún punto de vista para avanzar en lo particular si el proyecto respecto del cual hoy estamos votando la idea de legislar no recoge a lo menos una parte importante de lo que hemos señalado.
Y esto tiene que entenderlo nuestro país.
Lo que este Congreso está haciendo hoy día es no abortar la discusión, no perdernos en eso. Lo que estamos haciendo es abrir el debate, pero es imposible aceptar que en lo particular este proyecto se despache tal cual lo estamos viendo ahora.
Hoy buscamos abrir un debate sobre una realidad. No me puedo negar a discutir una legítima demanda. Ello no fija mi posición final sobre cada una de las causales, las que, de ser aprobadas en general, nos harán abocarnos detalladamente y con la más alta responsabilidad a resguardar el derecho a la vida del que está por nacer, pero garantizando también el legítimo derecho de quienes tengan que tomar la difícil decisión de interrumpir el embarazo por una de las tres causales que estamos discutiendo, y no seguir siendo cómplices silenciosos e hipócritas de aquellas mujeres que abortan clandestinamente, corriendo un riesgo de vida con tal de no ser castigadas social y penalmente con cárcel.
Señor Presidente, reclamo con fuerza que todo este debate debió haberse realizado con una participación democrática vinculante. Es aquí donde quienes respetamos las libertades, la vida, creemos que no puede ser posible que por un voto más o un voto menos se gane o se pierda en un tema crucial, como es saber qué país estamos construyendo.
Este Gobierno -hay que decirlo con fuerza- no fue capaz de permitir que existiera un debate amplio frente a un tema valórico tan importante. Sí lo hizo en materia de reforma al proceso constituyente, por ejemplo.
Hoy, nuestro Estado no cuenta y no ofrece en este proyecto la garantía de la total libertad de conciencia, la garantía de entregar un verdadero acompañamiento a la mujer y al nonato; no tiene cómo garantizar protección integral a la mujer; no sanciona al violador con las penas necesarias; no tiene -y esto es grave- instituciones acordes a las mínimas exigencias que permitan un verdadero resguardo a las madres y los hijos; no permite la libertad de conciencia a todos quienes intervienen en el proceso médico.
Entonces, ¿qué hacemos, señor Presidente?
Hoy se vota la idea de legislar, la que, de prosperar, dará paso a que el Gobierno se obligue a acoger las indicaciones que se presenten y que no se escuden en que sean declaradas inadmisibles. Se requiere un articulado sin letra chica, un proyecto que sea capaz de ofrecer, a todo evento, garantías reales para nuestras mujeres.
Emplazo al Gobierno a que nos presente un texto que no solo sea un triunfo político. Reclamo un proyecto que resguarde y respete los derechos de las mujeres; que resguarde la vida, pero que haga que nuestro Estado entregue de verdad toda la protección, todo lo que se requiera en materia de acompañamiento; que permita una verdadera libertad de conciencia; que no deje a la duda que aquí no se abre un camino al aborto libre; que se entienda que nuestro Estado debe castigar a quien violente sexualmente a una mujer, y que las instituciones cuenten con los apoyos económicos necesarios.
Reitero: nada de esto está garantizado hoy, y será el trabajo que deberemos realizar por medio de las indicaciones que se presenten en la discusión particular.
Aquí, señor Presidente, no puede haber letra chica.
El resguardo del que está por nacer y los derechos de la mujer deben ser absolutamente de verdad.
He dicho.

El señor LAGOS (Presidente).- Tiene la palaba el Senador señor Girardi.

El señor GIRARDI.- Señor Presidente, me parece que este es uno de los debates más relevantes que puede tener un congreso, un parlamento, una sociedad, porque tiene que ver con la dimensión misma del carácter democrático de una sociedad.
Hoy día estamos hablando de lo que hemos instaurado tal vez en los últimos siglos y que podríamos denominar "humanismo liberal".
Para muchos de los que están acá, las personas son las que deben resolver y las que siempre tienen el "mejor resolver". Por ejemplo, se habla de que el cliente siempre tiene la razón; también se dice que el elector siempre sabe por quién votar. Es decir, el humanismo liberal ha fundado su visión no solamente en que el ser humano es el centro del universo, el centro del mundo, el que le da sentido a la existencia de todas las cosas, sino que además es el que siempre puede y debe resolver.
Pero aquí encontramos una contradicción. Si bien este ser humano, que siempre es el que mejor puede resolver para el consumo, para tomar una decisión en materia de elección, aparentemente no siempre es el más indicado para tomar decisiones atinentes a los asuntos de su propia vida. Y eso es totalmente contradictorio con el humanismo liberal, porque aquí se pretende que otras instituciones o personas resuelvan por la vida de cada cual.
A mi juicio, ahora estamos discutiendo algo esencial en el ámbito de lo democrático. Aparentemente para algunos -y este es un tema central que ha estado presente en muchos momentos de la historia de la humanidad-, hay seres humanos que habrían perdido su condición de persona dadas ciertas características, debido a distintas circunstancias.
En el pasado, la esclavitud hizo que las personas perdieran su condición de tales, por ejemplo por el color de su piel, por el origen de dónde habían nacido, a pesar de que todos somos africanos. Todos los seres humanos provenimos del mismo rincón de África, hace 3 millones y medio de años. El punto es que algunos perdieron su condición de persona por el color de su piel.
Durante la historia de la humanidad, también las mujeres, por el hecho de ser tales, perdieron, aparentemente, su condición de personas por la simple circunstancia de encontrarse embarazadas. Es decir, si una mujer se embaraza, deja de ser persona, deja de ser sujeto de derechos y deja de ser competente y capaz para tomar decisiones concernientes a su propia vida.
En mi opinión, lo que hay acá es una brutal forma de discriminación; es una forma de alienar y de violar los derechos humanos de la mujer.
Para mí, ella, en toda circunstancia, en todo momento de la vida, embarazada o no, es sujeto de derechos, es persona, y es la única que puede decidir sobre su propia vida. Y no debemos aceptar jamás la intromisión de otros, ni siquiera del Estado, en la resolución de sus problemas. Ello sería totalmente contradictorio en quienes dicen profesar una visión de humanismo liberal.
Pero esto no solo es así ahora. Si uno revisa los discursos de las décadas de los cuarenta y cincuenta, cuando la mujer no tenía derecho a voto, verá que el debate era el mismo. La mujer no era sujeto de derechos, no era persona y no podía ni debía resolver respecto a temas fundamentales porque tenía que estar confinada a la casa y dedicada a las tareas reproductivas.
Y yo quiero exponer cómo esa visión -que, evidentemente, se sustenta en una perspectiva religiosa- ha llevado a abordar la sexualidad de determinada manera. Ella ha pretendido que la sexualidad o los derechos sexuales y reproductivos de la mujer no existen, por cuanto solo tendría derecho a usar su sexualidad con un fin reproductivo, y que, por lo tanto, todo lo que permita o haga que exista su sexualidad sin un fin reproductivo deba ser cuestionado.
Es por eso que los sectores conservadores han puesto en tela de juicio todos los mecanismos relacionados con la liberación de la mujer, que justamente le permitan vivir plenamente una sexualidad, sin quedar obligada o condenada a las tareas reproductivas si es que ella no lo quiere. Por eso se opusieron a la "te" de cobre, a la píldora del día después -33 Diputados recurrieron contra ella, a pesar de no ser abortiva-, y han cuestionado en el pasado todos los modelos de educación sexual, como las JOCAS, aunque estas requerían contar con el respaldo de los padres. Y por eso también se opusieron al condón, lo cual es una paradoja, porque el condón no produce aborto. ¿Por qué la Iglesia Católica hizo una campaña abierta, por los medios de comunicación, diciendo "No use el condón porque no es ciento por ciento seguro", a pesar de que se estaban infectando de sida 50 jóvenes y el condón era el único mecanismo para prevenir su muerte -el sida era una enfermedad mortal en ese tiempo- y además no era abortivo?
Lo que está en cuestión acá es que, de acuerdo a esa cosmovisión, a esa visión religiosa, la mujer debe estar confinada a las tareas de la reproducción y, por lo tanto, toda sexualidad que la libere de ellas debe ser cuestionada.
En consecuencia, aquí estamos hablando de un tema muy de fondo.
Para mí, la mujer es sujeto de derechos, siempre. Y por eso pienso que el aborto es un mal social, una situación que nadie quisiera vivir. Ojalá nunca existiera un aborto. Ojalá nunca una mujer tuviera que verse conminada a vivir ese problema.
Si el aborto es consecuencia de la falta de educación sexual, del no acceso a métodos anticonceptivos, de un ambiente que ha estigmatizado todos estos debates y que ha impedido discutir sobre la materia, y si consideramos que ningún niño o niña se informa a través de sus padres o de instituciones formales, sino a través de medios informales, llegamos a la conclusión de que el aborto es un mal social que debe ser abordado por la sociedad.
En mi opinión -lo reitero-, la mujer siempre tiene derecho a tomar una decisión, y jamás debe ir a la cárcel por interrumpir su embarazo. Este punto es fundamental para mí. ¡Jamás una persona, por el hecho de ser tal y ejercer su derecho, puede ser condenada a la cárcel! A ninguna mujer se la puede condenar por eso.
Yo he presentado un proyecto de ley sobre el aborto, con un plazo (12 semanas) y con consejería obligatoria. Pero no es eso lo que estamos discutiendo ahora. Digo que lo he presentado porque considero que la mujer es sujeto de derechos permanente, es siempre persona, y su derecho en cuanto tal no termina por el hecho de estar embarazada.
Respecto a las tres causales, es evidente que estamos en una situación que, yo diría, es planetaria. No existen países o sociedades civilizadas en el mundo que quieran condenar con pena de cárcel a una víctima.
Cualesquiera que sean las circunstancias, cuando una mujer quiere tener un hijo y este viene, por ejemplo, con anencefalia (sin cerebro), esto le provocará un dolor profundo, será un hito biográfico que marcará toda su vida. Y me parece un acto de tremenda crueldad no ponerse en su lugar.
Lo mismo sucede en el caso de la violación, que es un acto de brutalidad tremendo. Solo en sistemas extremos como el islámico las mujeres violadas son lapidadas o deben ir a la cárcel si deciden interrumpir un embarazo que es producto de un coito forzado.
Esto es muy relevante, porque aparentemente para algunos, en este Congreso, el dolor y el sufrimiento de estas víctimas no sería suficiente y, en consecuencia, habría que aplicarles otro castigo, con la lógica islámica, como una suerte de resabio de la Inquisición. Como pecaron, como este es un mal divino, deberían tener un castigo adicional.
Aquello constituye una violación a los derechos humanos, tal como lo han establecido todas las relaciones hechas por organismos de derechos humanos a propósito de la pena de cárcel para las mujeres chilenas que han interrumpido sus embarazos por alguna de estas tres causales. Nuestro país ha sido cuestionado por ese motivo, pero parece que aquí los defensores de los derechos humanos no se han dado cuenta de las resoluciones emitidas por las Naciones Unidas sobre el tema, que también nos cuestionaron en tiempos de la dictadura.
Además, cuando se le prohíbe a una mujer violada que interrumpa su embarazo, lo que se está haciendo es privilegiar al violador desde un punto de vista evolutivo. Es un premio para él, porque puede transmitir sus genes a las siguientes generaciones. Toda la teoría de la selección natural, que a lo mejor no todos comparten acá, se relaciona con eso.
Por lo tanto, es evidente que aquí estamos frente a una materia relacionada con lo democrático, con las libertades y los derechos humanos. Y yo por lo menos no quiero que mis hijos e hijas vivan en un país donde sistemáticamente se violan los derechos humanos de las mujeres y donde sistemáticamente se violan los derechos humanos de quienes sufren, por ejemplo, la condición de violación o de inviabilidad fetal.

El señor LAGOS (Presidente).- Se acabó su tiempo, señor Senador.

El señor GIRARDI.- Le pido un minuto adicional para terminar, señor Presidente.

El señor LAGOS (Presidente).- Un minuto.

El señor GIRARDI.- Por último, quiero decir que yo respeto y tengo personas muy cercanas que profesan visiones religiosas, particularmente la católica. Pero hay que tener mucho cuidado en este aspecto.
Cuando se piensa que existe una persona humana desde el momento de la concepción, ello no tiene ningún sustento científico. ¡Ninguno! Es más, a partir de una célula de la piel hoy día se puede generar un ser humano a través de la reprogramación celular. Entonces, a la célula de la piel habría que darle un estatus moral, de dignidad moral, porque, aparentemente, podría generar un ser humano.
Yo respeto eso y respeto que haya algunos que piensen que hay una dimensión de alma en el momento de la concepción, y que por eso hay que protegerla. Pero no se pueden definir políticas públicas para toda una sociedad sobre la base de una visión confesional, sobrenatural, religiosa, mágica, que encuentro pertinente para quienes la profesan, pero que, evidentemente, no puede ser obligatoria para el conjunto de la sociedad.
He dicho.
--(Aplausos en tribunas).

El señor LAGOS (Presidente).- Les pido a quienes se encuentran en tribunas que nos ayuden a llevar a cabo esta sesión con el mismo respeto con que lo hicimos ayer, para que así el debate mejore.
A continuación, tiene la palabra el Senador señor Rossi, para referirse a un punto de reglamento.

El señor ROSSI.- Señor Presidente, me parece que la conducta del Senador Chahuán ha traspasado todos los límites. Él ha bajado a la gente de las tribunas para hacer, en este minuto, una protesta aquí, al lado.
Es una falta de respeto hacia una institución democrática. Así que le solicito que por favor, señor Presidente, ponga término a esta situación, porque, si no, esto va a terminar en una batalla campal.
Este es un debate democrático y me parece que esa es una actitud que violenta a muchos de los aquí presentes, así como a personas que se encuentran afuera, como las funcionarias.

El señor LAGOS (Presidente).- Para su conocimiento, señor Senador, la Mesa fue informada de esa situación y se tomaron las medidas adecuadas.
Se señaló que la manifestación no procedía en la forma en que se estaba llevando a cabo, que ello no correspondía a lo acordado, y que, en el caso de que no se procediera conforme a las instrucciones impartidas por la Mesa, los manifestantes serían retirados con ayuda de la fuerza.
En consecuencia, se ha puesto término al acto que se estaba realizando.
--(Manifestaciones en tribunas).
El señor LAGOS (Presidente).- ¡Por favor!
A continuación, tiene la palabra la Senadora señora Von Baer.

La señora VON BAER.- Señor Presidente, estamos frente a uno de los proyectos de ley más complejos que me ha tocado votar en el tiempo que llevo como Senadora. Y digo "complejo", pues hoy no estamos discutiendo una política pública más, no estamos haciendo, como algunos han señalado, un cambio menor. Estamos decidiendo respecto a la fibra, a la base de nuestra sociedad. Estamos decidiendo respecto a los derechos humanos. Estamos determinando, señor Presidente, si una mayoría tiene la prerrogativa de cercenar derechos fundamentales de las personas.
Y hoy no basta con mi voto en contra, o el de mis colegas de Chile Vamos, para evitar que la Nueva Mayoría legalice el aborto. Espero, por tanto, poder expresarme con la fuerza y la convicción suficientes, para especialmente remover a los Senadores que el 2012 rechazaron un proyecto muy similar o completamente igual a este, para que ellos no tomen hoy el camino que lleva a despojar al que está por nacer de su derecho más preciado: su oportunidad de vivir.
A lo largo de toda esta discusión, no solo en este Congreso Nacional, sino en diversos espacios de debate público, ha habido planteamientos reiterativos, que buscan simplemente descalificar y muchas veces caricaturizar, a veces de manera bastante virulenta, la postura de millones de chilenos y chilenas que, al igual que yo, han manifestado su rechazo al proyecto presentado por el Gobierno.
En no pocas oportunidades aquellos que estamos en contra del aborto en todas sus formas hemos sido tachados de intolerantes y antidemocráticos. Desde este espacio, les digo que no puede haber democracia sin respeto a las opiniones distintas, no puede haber democracia sin diversidad, no puede haber democracia, señor Presidente, sin respeto a la dignidad del ser humano, y no puede haber democracia sin respeto a la vida.
Reivindico acá, en el Senado de la República, no solo el derecho a disentir, a pensar de manera distinta, sino, además, la necesidad de que la voz de miles de chilenos y chilenas que están en contra del aborto sea escuchada, y sea escuchada con fuerza acá, en el centro del debate democrático de nuestro país.
Es sobre todo a aquellos que han descalificado nuestra opinión a quienes me dirijo hoy, para hablarles directamente.
Deseo dejar de manifiesto que mi decisión de objetar este proyecto ha sido fruto de un profundo proceso de discernimiento, basado en el concepto de democracia y Estado de Derecho y no solo producto de una mera "creencia personal".
Señor Presidente, planteamos, tal como lo hace la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que "la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen como base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables del todos los seres humanos". Esa dignidad convierte al ser humano en fuente y titular de derechos inherentes a su naturaleza, cuya expresión son los derechos humanos.
Los derechos humanos se basan en cualidades sustanciales o "intrínsecas" del ser humano, valoradas como preexistentes a cualquier acuerdo o contrato social y preexistentes al Estado. Dichas cualidades NO son consecuencia de un pacto político, sino del RECONOCIMIENTO DE UN VALOR anterior a la sociedad misma. Es por esto que los derechos humanos son atributos inherentes a la dignidad humana y, en consecuencia, superiores e infranqueables por las decisiones que tome el Estado, aunque estas se adopten a través de mecanismos democráticos. Porque esos derechos son anteriores al Estado y a las decisiones democráticas.
Digo aquello porque la democracia no solo es un sistema electoral en que se impone quien tiene la mayoría de los votos: el 50 más uno por ciento. El sistema democrático se basa en el respeto de los derechos fundamentales, sobre todo cuando sus titulares son vulnerables.
¿O acaso me van a decir, por ejemplo, que el Congreso por unanimidad podría proscribir el derecho a voto, el derecho a emitir opiniones; o instaurar la esclavitud, o proscribir la propiedad fundado en que la mayoría, e incluso la unanimidad de Senadores y Diputados se eligieron democráticamente? Ciertamente, no.
Pues bien, señor Presidente, lo mismo ocurre con respecto al derecho a la vida: es anterior al Estado. Por lo tanto, aunque sea por una mayoría democráticamente electa, los derechos humanos no pueden ser atropellados por aquel. Al contrario, el Estado no solo debe respetarlos, sino que tiene la obligación de protegerlos.
Dentro de aquellos, el derecho a la vida es reconocido como esencial y medular para el goce de los demás derechos humanos.
Acá se halla el centro de este debate. Estamos obligados todos a reflexionar de manera profunda y exhaustiva acerca de una cuestión gravitante: si el que está por nacer tiene derecho a la vida, es un ser humano con dignidad y, en consecuencia, ha de ser protegido tal como se encuentra consagrado en el artículo 19, número 1°, de la Constitución Política.
Señor Presidente, quiero detenerme un momento para hacer un alcance en cuanto al lenguaje constitucional. Este es muy preciso al señalar que se está salvaguardando el derecho a la vida "del" que está por nacer y no "de lo" que está por nacer. Esto implica que nuestra Carta Fundamental no solo reconoce que lo que existe en el vientre materno no es un objeto o una cosa en gestación: también señala que es un ser humano que por su propia conformación natural está llamado a nacer, para lo que requiere protección.
Nosotros, señor Presidente, ponemos a ese niño, a esa persona que está por nacer en el centro de este debate. Es a ese ser humano, en su momento más vulnerable, cuando mayor protección necesita, a quien buscamos resguardar, y no a veces, no según las circunstancias, sino siempre, pues tiene derechos que le son propios por naturaleza y anteriores al Estado.
Ahora bien, hay quienes han dicho en la Sala -los Senadores Walker y otros- que la persona que está por nacer posee derechos y dignidad, y por lo tanto, tiene que ser protegida, pero que se deben considerar las circunstancias sociales del embarazo.
Aquí hay un punto crucial, señor Presidente: o se trata de un ser humano, de una persona que está por nacer con derechos y dignidad o no. No se puede decir que unas veces, según las circunstancias, es un ser humano, y otras, que no lo es.
Para nosotros ¡siempre es un ser humano! Y los derechos humanos se deben respetar en todo momento, sin depender de las circunstancias.
De otro lado, se ha dicho aquí que está en cuestión el derecho de la mujer.
Sí, señor Presidente, también debemos discutir acerca del derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo. Y acá nos encontramos con un concepto fundamental para nuestra sociedad: la libertad para elegir.
En una democracia, en un Estado de Derecho -y no estoy hablando de religión- la libertad de las personas tiene siempre como límite los derechos de los demás seres humanos. Si no, podríamos matar a alguien.

El señor LAGOS (Presidente).- Su Señoría dispone de un minuto adicional.

La señora VON BAER.- ¡Pero nuestra libertad, señor Presidente, termina cuando empieza la del otro!
Eso sucede también con la libertad del niño que está por nacer.
Por consiguiente, la libertad de la mujer limita precisamente con el derecho a la vida del que está por nacer, un tercero que, al igual que la madre, posee siempre dignidad trascendente e inquebrantable.
Se plantea aquí que este proyecto se presentó debido al riesgo de la madre a morir por una situación médica.
Señor Presidente, ¡nosotros no queremos que las madres mueran! De hecho, la praxis médica hoy día impide aquello: las madres siempre tienen derecho a ser tratadas.
Ese no es el punto acá.
¿Por qué estamos discutiendo esta iniciativa? Porque eso se quiere ampliar más allá de la actual praxis médica.
En seguida, se halla la inviabilidad del feto.
Señor Presidente,...

El señor LAGOS (Presidente).- Termine, señora Senadora.

La señor VON BAER.- Señor Presidente, ese niño también es sujeto de derecho.
Por qué nosotros vamos a decidir cuándo una persona, el niño que está por nacer posee o no derechos.
Por último, está el caso del embarazo fruto de una violación.
¡Qué terrible para la mujer! ¡Qué tremendo!
¿Pero ese niño no tiene dignidad? ¿No vamos a tener misericordia con él? ¿Lo vamos a olvidar?
Señor Presidente, independiente de las circunstancias, si creemos que la persona que se halla en el vientre materno es un ser humano con dignidad tenemos que defenderla siempre.
¡Nosotros siempre vamos a defender la vida!
He dicho.
--(Aplausos en tribunas).

El señor LAGOS (Presidente).- Voy a tener que reiterar nuevamente a quienes se hallan en las tribunas que deben evitar las manifestaciones. Ello, pues otras personas también se sentirán con igual derecho a realizarlas, las que seguramente serán retrucadas por aquellos que no concuerdan con esa postura, con lo cual la sesión se verá interrumpida y no podremos seguir realizando el debate sobre esta materia como lo hemos hecho hasta ahora.
Salvo por una cuestión puntual, me parece que hemos llevado bien la discusión escuchando todos los planteamientos. Y, aunque no compartamos algunos, es mi obligación asegurarme de que tengamos un debate razonado y razonable.
Tiene la palabra el Senador señor Pizarro.

El señor PIZARRO.- Señor Presidente, sin duda este proyecto es muy sensible y complejo de evaluar. Además, se refiere a esos pocos temas que cruzan a toda la sociedad chilena.
Entonces, para poder llevar un debate adecuado, considero que primero hay que aclarar qué se discute acá, en qué consiste esta iniciativa. Porque muchas de las intervenciones que hemos escuchado se refieren a otras situaciones: en algunas se plantean prejuicios; en otras hay caricatura o exceso en cuanto a lo que se pretende.
Aquí nadie ha entrado a definir claramente que estamos viendo un proyecto -tal como lo indica su nombre- que regula la despenalización de la interrupción voluntaria -y es ahí donde radica su esencia- del embarazo en tres causales.
Eso estamos discutiendo: la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo en tres causales: riesgo de vida de la madre, inviabilidad de carácter letal del embrión o feto y violación.
Quiero dejar establecido con toda claridad que este no es un proyecto de aborto libre. Y para quienes insisten en ello, voy a recoger la opinión del Senador Girardi, quien dijo que presentó una iniciativa en esa línea, pues la que estamos discutiendo hoy día no lo hace.
No se trata de un proyecto de aborto libre. Si fuera así, yo lo rechazaría de inmediato.
Aquí estamos hablando de despenalizar la interrupción del embarazo en tres causales de excepción.
Por ello, en cuanto a la argumentación de que unos son buenos y otros malos, del derecho a la vida, quiero decir que nosotros siempre hemos estado por defender el derecho a la vida y la dignidad de las personas. De manera que ese no es el punto en discusión.
Digo esto, señor Presidente y estimados colegas, porque, como nunca, he recibido mensajes, WhatsApp, correos de gente que expresa su opinión. Y la gran mayoría no se refiere al proyecto, sino a si están a favor o en contra de un aborto libre.
La pregunta es por qué hay que legislar.
La razón es muy sencilla: hoy está penalizada la interrupción del embarazo por razones terapéuticas.
Entonces, el debate debiera ser de más sentido común, lo más cercano posible a la realidad.
Ayer hablaba con un colega que rechaza la idea de legislar, y él me decía: "Mira, se produce una situación absurda, pues si rechazo la idea de legislar, estoy manteniendo una penalidad a la mujer que interrumpe el embarazo cuando corre riesgo su vida. Y a mí no me gustaría eso, sino que esa situación desapareciera". Claro, si se opone a la idea de legislar, no podremos solucionar aquello y seguirán existiendo mujeres que podrán ser penalizadas como delincuentes, de acuerdo a la ley actual.
Hoy día se trata de darle la posibilidad a la mujer -que está en un trance dramático frente a estas tres causales- de que voluntariamente, de manera informada, con los antecedentes a mano y sabiendo exactamente la situación, tome la decisión de interrumpir o no el embarazo.
Ella lo va a hacer.
Por favor, seamos serios. He escuchado frases que expresan que estamos decidiendo por esas mujeres, ¡y no lo estamos haciendo! Les damos la oportunidad, de la que hoy carecen, de escoger una alternativa, la cual puede ser terminar el embarazo y tener a sus hijos, en caso de una violación o de que ese embrión o feto no tenga ninguna posibilidad de vivir.
Es su opción.
Estamos, como legisladores, dándoles la oportunidad de tomarla.
¿Qué debemos garantizar? Lo que hemos dicho nosotros, los democratacristianos, hasta el cansancio (y por eso recojo lo que se hizo en la Cámara de Diputados): debe haber un acompañamiento serio -con un respaldo- para que las mujeres puedan adoptar esa decisión, en lo psicológico, en lo médico, en lo social, en lo económico. Toda aquella dimensión hemos de tomar en cuenta. ¡Si aquí estamos legislando para toda la sociedad en su conjunto y no solo para los que profesamos determinada creencia!
Yo soy creyente...
--(Manifestaciones en tribunas).
... y trato de ser consecuente con mis valores y mis principios.
Nuestra obligación en el Senado es representar lo que realmente sucede en nuestro país, en la vida diaria. Porque pareciera, señor Presidente, que en algunas posturas no se considerara lo que sucede en el Chile real con las mujeres o niñas en estado de vulnerabilidad, con aquellos hogares donde se producen todo tipo de hechos, o con los hogares que no se pueden calificar como tales. Tenemos que legislar por políticas públicas que sean para todos, no solo para los que piensan como uno.
En ese sentido, vuelvo a insistir en que lo más importante es dar la oportunidad a las madres de que tomen una decisión.
Señor Presidente, también hay que trabajar en prevención respecto del embarazo adolescente; en educar, porque los mayores problemas se producen en ese nivel. Es un debate al cual mucha gente se ha negado permanentemente, o que lo hacen por una mera convicción de tipo religioso, o por distintas razones.
Yo creo que ahí también debiéramos tener una opinión.
Esta es una discusión que no podemos eludir. No se puede esconder la cabeza como los avestruces y esperar que otros hagan o digan algo. Sería un acto de cobardía. Hay que posibilitar el debate, el diálogo; definir y buscar soluciones al drama que viven las mujeres cuando se ven enfrentadas a estas tres situaciones de excepción.
Esa es nuestra responsabilidad, y no estoy dispuesto a eludirla.
Como decía recién, he recibido variadas sugerencias, y me parecen todas respetables.
De la misma manera pido que respeten la mía, pues no es un problema ni de progresistas, ni de conservadores, ni ideológico. Aquí hay que buscar una solución a un drama que viven miles de mujeres en Chile de todas las edades y en situaciones de vulnerabilidad, que es lo más complejo.
No quiero entrar al debate acerca de si los que tienen plata pueden irse afuera y hacer lo que se les ocurra. Acá, señor Presidente, estamos en Chile, con una sociedad y una realidad que es la nuestra, y es responsabilidad de nosotros buscar alternativas de solución.
De manera que, volviendo al inicio, hago un llamado a los colegas y a quienes se hallan en las tribunas y nos están viendo a abocarnos a la discusión de esta iniciativa, que despenaliza la interrupción del embarazo en tres causales de excepción.
¡Eso estamos analizando! No el aborto libre, del cual soy contrario. No si aquí se deja una puerta abierta para que las mujeres hagan lo que se les ocurra, sino solo las tres causales, respecto a las cuales las mujeres puedan tener la posibilidad de decidir en conciencia, de modo informado, si están en condiciones de interrumpir su embarazo o no. Y también estamos discutiendo que tanto si decide interrumpir su embarazo como llevarlo a término, será obligación del Estado garantizar el apoyo y la ayuda necesaria en lo médico, en lo social, en lo psicológico o en lo económico, en todo lo que ella necesite para que su decisión sea respetada, y le permita tener tranquilidad para seguir en su vida y en su rol de mujer.
Voy a votar a favor de la idea de legislar.
--(Manifestaciones en tribunas).

El señor LAGOS (Presidente).- Quiero decir a los asistentes en las tribunas, de la mejor forma posible, lo siguiente.
Acabo de escuchar clarito que alguien -no está identificado- dijo "traidor".
Y como no puedo estar preocupado de quién lanzó ese insulto (que no procede, porque no se condice con el debate realizado acá), tendré que desalojarlos a todos.
--(Manifestaciones en tribunas).

El señor LARRAÍN.- Sobre todo a quienes se burlan.

El señor LAGOS (Presidente).- Se están permitiendo todo tipo de expresiones, algunas de las cuales incluso puedo no compartir. Y mientras no se interrumpa lo que ocurre en la Sala, vamos a seguir con esa regla.
¿Les parece razonable? Súper.
Continuemos.
Tiene la palabra el Senador señor Allamand.

El señor MOREIRA.- Cuestión de Reglamento, señor Presidente.

El señor LAGOS (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Moreira, pero como intuyo por dónde irá, le pido que sea lo más constructivo posible.

El señor MOREIRA.- Usted sabe que he sido bastante constructivo.
Quiero señalarle, señor Presidente, dos cosas en 30 segundos.
La primera es que para mí es una falta de respeto que cuando está hablando un Senador -esta es nuestra casa- las personas den vuelta la espalda y muestren su parte trasera. Eso es burlarse de la gente.
--(Aplausos en tribunas).

El señor WALKER (don Patricio).- Es cierto.

El señor MOREIRA.- ¡Por favor, nada de aplausos de ningún lado!
Segundo, presentaré a los Comités la idea de que se prohíba estrictamente cualquier tipo de letreros tanto en tribunas como en la Sala. Porque -ya termino, señor Presidente- si el día de mañana, al igual que el Senador Navarro, que pone todos los meses una cosa distinta, colocara la foto del general Pinochet, ¿los violentaría a ustedes, no es cierto?
Entonces, creo que debemos acordar en reunión de Comités ciertas normas de respeto.
Señor Presidente, le pido que, como usted está diciendo que va a desalojar, también incluya a las personas que se levantan y actúan así.

El señor LAGOS (Presidente).- En cuanto al punto relativo a los carteles, sugiero que discutamos internamente los reglamentos y normas de comportamiento y conducta entre nosotros.
Respecto de quienes nos acompañan en las tribunas, les solicito su mejor disposición para no generar situaciones que provoquen que alguien se sienta violentado.
Veo gente madura, grande, que entiende de qué estamos hablando.
Se los pido, ya que todos saben perfectamente qué genera o no una provocación.
Tiene la palabra el Senador señor Allamand.

El señor ALLAMAND.- Señor Presidente, he seguido con mucha atención el debate de ayer y hoy, que es quizás el más importante en que me ha correspondido participar en mi vida parlamentaria.
¿Por qué el más importante? Porque se debate sobre el bien más valioso: la vida humana.
Por lo mismo, me parece que debemos hablar con el mayor respeto por las opiniones ajenas, pero con toda la fuerza de la convicción personal.
Las convicciones se confunden con uno mismo.
Las convicciones hablan de nuestras trayectorias.
Las mías provienen de lo que mis padres me enseñaron; del colegio y el liceo en que tuve la suerte de estudiar; de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, donde me formé; de la actividad política a la que me dediqué en cuerpo y alma desde muy joven, y de lo que mi propia vida, con sus alegrías y con sus dolores, me enseñó.
Todo ese aprendizaje converge en un punto central: nunca hay razón, justificación o pretexto para sacrificar una vida humana.
Nunca ha habido razón para ello y nunca la habrá.
Señor Presidente, yo no era parlamentario cuando el Senado legisló sobre la pena de muerte. Hasta hoy lamento no haber podido votar por su completa abolición.
Por eso, quiero decir que no entiendo que se pueda estar a favor de la pena de muerte y en contra del aborto, así como tampoco comprendo que se pueda estar en contra del aborto y tener una mirada complaciente y oportunista en materia de violaciones a los derechos humanos.
No tengo la capacidad de distinguir entre unas vidas que merecen ser vividas y otras que no tienen ese valor y que, por tanto, pueden ser eliminadas.
No acepto que -lo señala el proyecto que hoy votamos-, si en las situaciones previas al aborto hay un conflicto de bienes "inconmensurables", se opte por sacrificar la vida.
No comparto la alambicada argumentación jurídica conforme a la cual, no obstante que la Constitución que todos juramos respetar preceptúa en forma textual que "la ley protege la vida del que está por nacer", se pueda aprobar un proyecto de ley que hace exactamente lo opuesto. ¡Justo lo contrario!
No logro asimilar que quienes se aproximan de buena fe a la vida política proclamando a los cuatro vientos que asumen la defensa de los débiles no adviertan que cada aborto es un ataque a un ser indefenso al que no se le permite siquiera luchar por su vida.
Señor Presidente, puedo asegurar frente a ustedes, porque me lo enseñó mi propio hijo, que no hay nada más noble, más admirable, más sobrecogedor que un niño que lucha por su vida.
Ya habrá tiempo para debatir en particular esta iniciativa. En esa discusión quedará de manifiesto la incongruencia de haber mezclado injustificadamente la causal denominada comúnmente "aborto terapéutico" con aquellas hipótesis de inviabilidad del feto o con el caso de violación, que son de naturaleza muy distinta.
Entre otras materias, habrá oportunidad de revisar además -insisto en el término: "revisar"- qué tratamiento jurídico penal debiera aplicarse a la mujer que sufre la tragedia del aborto y cómo se pueden impulsar políticas públicas para el efectivo acompañamiento de la madre.
Pero hoy estamos convocados a algo distinto, a resolver si de ahora en adelante la sociedad chilena estará más o menos comprometida con la vida; si estará más cerca o más lejos de respetar la dignidad inherente a todo ser vivo; si, en definitiva, vamos a admitir o rechazar la eliminación deliberada de vidas inocentes.
Voto que no.

El señor LAGOS (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor De Urresti.

El señor DE URRESTI.- Señor Presidente, Honorable Sala, antes de entrar al fondo del proyecto que esta mañana se somete a nuestra consideración y que votaremos en general, quiero felicitar al Gobierno a través de sus Ministerios: especialmente, a la titular del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género; al Ministerio de Salud; al Ministerio Secretaría General de Gobierno, así como a cada una de las instancias que decidieron impulsar y poner en tabla una iniciativa que forma parte de un compromiso contenido en el Programa de la Presidenta al momento de presentarse a las elecciones.
Me parece muy bien que el Gobierno cumpla sus compromisos de cara a la ciudadanía, a los electores, y someta esta normativa a la discusión en el Parlamento.
Antes de abordar el proyecto en sí, deseo también despejar una dicotomía que se ha tratado de instalar en la sociedad y que me parece tremendamente perversa, pues evita y elude la discusión de fondo y genera caricaturas que no tolero y que considero nefastas para cualquier orientación. Me refiero a que se quiere establecer en nuestra sociedad que algunos están por la vida y otros por la muerte.
Lo dije en la Comisión: he estado permanentemente a favor de la vida; y lo estaré siempre, independiente de mi voto en la iniciativa que hoy día se somete a nuestra consideración.
Pero no podemos tolerar el chantaje moral, el chantaje equívoco de quienes no tienen un historial de respeto a la vida, a las embarazadas, a los niños cuando ocurrieron ciertos hechos; de gente que precisamente alegó con profusión por la mantención de la pena de muerte como forma de nuestro ordenamiento jurídico y que ahora se erige como defensora de la vida...

El señor CHAHUÁN.- ¡Quiénes!

El señor DE URRESTI.- Un poco de respeto, un poco de coherencia, un poco...

El señor CHAHUÁN.- ¡Quiénes!

El señor DE URRESTI.- Están en las Actas, señor Senador. Y es bueno que la sociedad y los presentes esta mañana revisen cómo votaron algunos legisladores respecto de la pena de muerte y qué argumentaron para mantenerla y lo comparen con lo que ahora sostienen.
Es la misma situación.
Estamos debatiendo sobre un proyecto de ley que despenaliza el aborto en tres causales.
Aquí no se está legalizando el aborto. Estamos equivocando la discusión y queremos retrotraernos a ciertos principios y a determinadas argumentaciones que son casi preliberales, que no entienden el derecho que tienen los seres humanos, principalmente la mujer, para decidir y simplemente estamos condenando y obligando a alguien a someterse a una normativa.
¿Discusión constitucional? ¡Hagámosla! La llevamos a cabo extensamente en la Comisión. Pero esta es una Cámara política en la cual los Senadores deben manifestar su posición respecto de la sociedad.
Y me impresiona que desde 1931 hasta 1988-1989, cuando existía el aborto terapéutico, cuando tuvimos una legislación, hubo silencio absoluto por parte de instituciones y sectores políticos que hoy día se erigen en defensa irrestricta de la vida como su principio fundamental, valórico.
Sesenta años estuvo vigente esta normativa y no encuentro una discusión de fondo sobre el particular, ni en democracia hasta el 73, ni durante 15 años de plena dictadura.
¡Pero entendamos la ley! ¡Veamos de dónde proviene este debate!
Fue el 6 de julio de 1988, en las postrimerías de la dictadura, cuando el Comandante en Jefe de la Armada y miembro de la Junta Nacional de Gobierno, José Toribio Merino, introdujo la moción referida a la protección de la vida del que está por nacer. La ley se promulgó el 24 de agosto de 1989, y sustituye el artículo 119 del Código Sanitario, que rigió desde el año 1931. Reitero: ¡1931!
Durante la discusión, Jaime Guzmán, no en calidad de Senador, sino como integrante de las decisiones legislativas de la dictadura, uno de los promotores de la penalización del aborto e ideólogo de la Constitución de 1980, señaló: "La mujer está siempre obligada a tener el hijo, en toda circunstancia, como parte de la cruz que Dios puede colocar al ser humano. La madre debe tener al hijo aunque este salga anormal, aunque no lo haya deseado, aunque sea producto de una violación o aunque, de tenerlo, esto derive su muerte.".
Situemos el debate: postrimerías de la dictadura. Hicieron estas modificaciones por una visión ideológica y religiosa de determinados sectores que no representaban a ningún ciudadano.
Veinticinco años después, el Parlamento está discutiendo reponer la normativa vigente desde el año 31 e incorporar la causal de la violación. ¡Ese es el debate!
Entonces, cuando se trata de hacer una construcción sobre la manera en que se ha ido desarrollando esta visión, en función del origen de la Constitución y lo que consagra en su declaración de principios, ¡por favor!, aquí está la historia del origen de esta norma: una visión ideológica y religiosa de parte del Comandante en Jefe de la Armada y el señor Guzmán.
¡Por favor! ¡Situemos el debate en lo que corresponde!
Y lo digo con todo respeto a quienes no piensan como yo: situemos el debate en función de los derechos de los seres humanos, de las mujeres, y dejémonos de hipocresía en este país. Dejémonos de esconder la cabeza frente a una realidad que existe en materia de aborto y de esconder la cabeza en relación con aquellas miles de mujeres que no teniendo los recursos, no teniendo al pariente médico, no teniendo los contactos para ir a otro país a hacerse el aborto, deben sufrir la persecución y la penalización en Chile.
¡Dejémonos de hipocresías!
Recuerdo, y reivindico en esta Sala, las palabras de la ex Ministra de Salud: hay clínicas privadas donde se practica el aborto. Y silencio. Porque aquella mujer que tiene los recursos, ¡vaya que tiene facilidades para practicarse un aborto!
Nosotros necesitamos una política pública respecto a esta situación, a estas tres causales.
Y permítanme decir -para terminar, porque el tiempo nos alcanza- que no voy a aceptar jamás el relativismo en relación con la mujer o las niñas que han sido violadas, que tengan que comprobarlo y revictimizarse o que se relativice su situación.
No hay delito más atroz en contra de la libertad sexual de una mujer, y peor aun cuando es una niña, que la violación, que a veces es incluso provocada por un pariente cercano o alguien de su círculo. ¿Pero tener que soportar un embarazo, además del dolor, de la humillación de la violación? Felicitaciones a quien tenga la capacidad de llevarlo adelante. A nadie la obligamos a pasar por esta situación. El Estado de Chile, el Estado laico de nuestro país -no nuestras creencias religiosas, no nuestra visión particular de la vida- y nosotros, como legisladores, tenemos que dar esa oportunidad a una niña o una mujer, ¡aunque sea una!, que sufre una violación.
No soy yo, ni nadie, invocando una visión divina, religiosa, ética o ideológica, el encargado de condenar a una niña a tener a esa criatura que ha sido producto de la violencia sexual más atroz en su contra.
Ahí está el límite ético, el límite preliberal frente a la discusión.
Invito a que revisemos en la historia dónde está la posición de quienes hoy día con tanta vehemencia señalan que este es un proyecto atroz. ¿Qué dijeron desde el año 31 al 88? ¡Nada! ¡Nada!
Entonces, avancemos. Y estudiemos cómo se ha votado. Los mismos que hoy día se oponen a esta legislación son los que estuvieron en contra de la píldora del día después porque era "abortiva", los que se oponen a la enseñanza de educación sexual para controlar este tipo de situaciones.
Seamos coherentes. Yo, señor Presidente, con respeto a todos y cada uno, voto a favor del proyecto que se ha presentado a esta Sala.
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El señor LAGOS (Presidente).- Solicito autorización para que pueda ingresar a la Sala el Subsecretario General de la Presidencia, don Gabriel de la Fuente.
Acordado.
Aprovecho de saludar a quienes nos han acompañado ayer y hoy.
Saludo también a una delegación de dirigentes sociales de la comuna de Melipeuco, encabezados por el concejal René Epulef.
--(Aplausos en la Sala y en tribunas).
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El señor LAGOS (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Ossandón.

El señor OSSANDÓN.- Señor Presidente, me gustaría hablarle a los que piensan distinto a mí, sabiendo que lo hacen de buena fe. Ojalá, como se ha dado estos días, seamos capaces de construir puentes y llegar a una verdadera solución.
Yo siempre he dicho públicamente que estoy en contra de cualquier tipo de aborto. Y he logrado esta convicción a través de mucha reflexión, conversación y experiencia.
Por mi parte, a pesar de saber que en este proceso siempre hay un drama -nadie quiere un aborto-, no puedo entender la diferencia entre un ser humano concebido por una violación y otro producto de una relación normal.
Fui doce años alcalde de Puente Alto. Un día, una señora de alrededor de 50 años llegó a mi oficina -se llamaba Auristela- con una hija de 20 años. La hija tenía una discapacidad mental grave y había sido violada. Estaba embarazada. Y, por supuesto, esa audiencia fue para pedirme ayuda para abortar.
Logramos convencerla de que la vida siempre es un reto y ese reto hay que afrontarlo. Y le propusimos que apostara por la vida. La verdad es que personal municipal se hizo cargo del tema y, le reconozco, señor Presidente, que se me olvidó.
Diez años después, cuando se lanzó el Museo del Holocausto, estando con el Presidente de la comunidad judía, don Gabriel Zaliasnik, apareció una señora con un niño de diez años, y me dijo: "¿Se acuerda, Alcalde?"
Respuesta políticamente correcta: "sí". La verdad es que no me acordaba. "Aquí está Andrés -me dijo-, son los ojos de mi vida, el que cuida a su madre y que hoy día es mi gran compañía".
Pensaba en Andrés, que hoy día estudia en un colegio particular subvencionado. Lo conozco y sé que es un muy buen alumno. Bueno, él no estaría si hubiéramos aplicado esta ley.
Yo sé que es difícil, pero, insisto, es una realidad.
Por otro lado, quiero mandar un mensaje a la familia democratacristiana, con mucho respeto, porque he escuchado con atención sus planteamientos y veo con preocupación cómo algunas personas en los discursos hablan en contra de este proyecto y votan a favor. Y confunden el aborto libre con tres causales.
¡Si aquí lo que está en cuestión es otra cosa! Es quién decide por un ser que no puede defenderse. Se habla de que vamos a tener acompañamiento, de que eso es lo que se está pidiendo en este proyecto. Pero sabemos perfectamente que el Estado ha fracasado en eso.
En la Región Metropolitana, por ejemplo, para prevenir el consumo de droga en una población de 7 millones de personas, hay dos cupos al mes. ¡Dos cupos!
¡Y, claro, en todas partes se dice que estamos acompañando...!
Las falencias en la atención primaria de salud son muchas. Esta es la instancia que debería ir en ayuda de esas mujeres violentadas, pero no tiene presupuesto ni para sicólogo ni para psiquiatra, ¡menos para el programa de acompañamiento!
¡Por lo tanto, digamos la verdad!
Lo bonito de este debate es lograr que exista respeto, que no haya descalificación y que busquemos una solución para evitar una situación absolutamente traumática.
La experiencia que nos da hoy día -se lo digo a quienes critican el mercantilismo en la salud, que es cierto- saber que en las clínicas se produce un exceso de cesáreas porque son más caras demuestra que hay una falta de ética en ese ámbito y que el problema se puede transformar en un tremendo negocio.
Si este proyecto continúa su discusión en el futuro -aunque lo voy a votar en contra-, ojalá le demos racionalidad a ese tipo de materias y no busquemos excusas ante un asunto tan grave.
¿Por qué lo señalo?
Mi amigo Girardi -a quien estimo mucho y con quien he conversado sobre este tema, pues nos tenemos gran respeto- siempre ha dicho, textualmente, que los fetos -para mí son seres humanos- constituyen "un grupo de células", "una fusión de aminoácidos" y "una composición química". Y tiene toda la razón. Pero nosotros somos lo mismo. El punto es que, además, contamos con la dignidad de ser humanos. Desgraciadamente, esos humanos por nacer no tienen cómo defenderse.
Así como Andrés que hoy día vive y camina por las calles, ojalá existieran muchos más iguales a él con una oportunidad para vivir.
Deseo que el Gobierno sea capaz de disponer de equipos de acompañamiento y de contar con una ley de adopción como corresponde, que busque los tiempos de los niños y no los de los padres.
Si una persona apuesta por la vida, que dé al niño o a la niña por nacer la oportunidad de vivir, como la que tuvimos todos nosotros, y que no sea eliminado por una decisión de la madre.
Yo creo que las mujeres tienen todo el derecho a decidir qué hacer con sus cuerpos -¡todo!-, pero no lo poseen respecto de ese otro ser que llevan en su vientre.
Por lo tanto, señor Presidente, con mucho respeto, voto en contra este proyecto.
Espero que en Chile no se siga diciendo que el que defiende una convicción como esta, que forma parte de lo que uno aprende en la vida, no es progresista y es retrógrado. En tal argumento, prefiero ser retrógrado que no respetar la vida del no nacido.

El señor LAGOS (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Zaldívar.

El señor ZALDÍVAR (don Andrés).- Señor Presidente, como han sostenido varios colegas, estamos en una discusión de mucha trascendencia.
El derecho a la vida, según expresaba el Senador Allamand, es uno de los debates más importantes que puede hacer un ser humano: defender la propia vida.
A mi juicio, estamos efectuando un análisis serio. Pero deja de serlo cuando descalificamos al que piensa distinto. No creo que en este Senado haya alguien en contra de la vida. ¡Todo el mundo está por la vida! Solo una persona absolutamente descriteriada podría pensar en disponer de la vida de otro.
Aquí hace mucho tiempo llevamos a cabo una discusión sobre la pena de muerte, de la cual yo fui parte. Era muy difícil expresar que uno estaba en contra de ella, pues había una mayoría a favor de mantenerla. Por lo que opinaba el mundo popular y reflejaban las encuestas, no era conveniente terminar con la pena de muerte. Se decía que iba en contra de la seguridad ciudadana, razón por la cual había que mantener tal sanción en las mismas condiciones en que se encontraba.
Recuerdo incluso que en ese debate se dio un argumento potente para justificar la no eliminación de la pena de muerte. Me provocó mucho impacto la tesis sostenida por un señor Senador, quien señaló que cómo era posible que se suprimiera dicha penalidad para el violador de una niñita de seis años -en ese momento se discutía un caso específico en tribunales-, con resultado de muerte.
Ese fue un argumento fundamental.
En esas condiciones discutimos aquí si era conveniente o no aprobar la derogación de la pena de muerte. Yo voté en contra de las encuestas y de toda esa mayoría que pedía no suprimir tal sanción. Estaba convencido de que nadie podía disponer de la vida de otro.
Y ahora estamos analizando una materia que también se presta para confusión. La opinión pública cree que aquí estamos aprobando el aborto. No estamos votando lo que planteó el Senador Girardi. No estamos consintiendo el aborto por libre decisión de la mujer a ejercer el derecho a disponer de su cuerpo.
La iniciativa que nos ocupa aborda tres situaciones, de carácter excepcional en cuanto a su concepción y existencia, que llevan a discutir si es conveniente o no poner término de forma voluntaria al embarazo.
¿Cuáles son esas causales?
La primera se refiere a cuando se pone en riesgo la vida de la madre.
Al respecto, como se ha dicho acá -ya se han entregado los datos pertinentes-, con posterioridad al año 1931 se modificó el Código Sanitario, cuyo artículo 119 establecía: "Sólo con fines terapéuticos se podrá interrumpir un embarazo. Para proceder a esta intervención se requerirá la opinión documentada de dos médicos-cirujanos.".
¿Qué pasó? Esa disposición estuvo vigente hasta 1989, cuando un miembro de la Junta Militar en ese tiempo, el Almirante Merino, quien tenía una concepción bastante radical desde el punto de vista religioso-ideológico -como lo conocíamos-, logró reemplazar el artículo 119 por el siguiente: "No podrá ejecutarse ninguna acción directa destinada a provocar un aborto.".
Ese cambio nos lleva hoy a reflexionar, porque, de no haberse modificado el referido artículo en 1989, estaría vigente la norma anterior y nadie discutiría que, en caso de estar en riesgo la vida de la madre, ella voluntariamente pudiera decidir o no interrumpir el embarazo. Sería una conducta basada en una concepción personal.
Por lo mismo, el año 2011 cuatro Senadores de la Democracia Cristiana (Ignacio Walker, Jorge Pizarro, Mariano Ruiz-Esquide y quien habla) presentamos un proyecto de ley para modificar lo que había hecho la Junta Militar el año 89. ¿Por qué? Porque si una madre cuya vida estaba en riesgo interrumpía el embarazo, podía ser acusada de aborto, producto de la referida disposición.
Dicha iniciativa pretendía corregir el término "aborto terapéutico", pues tal expresión daba a entender que estaba en riesgo también la salud de la madre, no solo su vida.
Por eso propusimos reemplazar el artículo 119 del Código Sanitario por el siguiente: "No se considerará aborto la acción destinada a salvar la vida de la madre, cuando existiere un riesgo demostrado para la misma, si a consecuencia de ello se produjere la interrupción del embarazo.".
¡Ahí está ese proyecto! Debería ser considerado en la iniciativa que estamos discutiendo hoy día.
Me parecería muy grave y extraño que, por no legislar sobre la materia, se mantuviera lo aprobado en 1989. ¡Hay que corregirlo!
Luego está la segunda causal, que es más compleja: la inviabilidad del feto.
En verdad, este punto es delicado para mí, porque se podría dar el caso señalado por el Senador Ossandón -él nos llamaba a escucharlo, y así lo hice, con mucha atención-, que es cierto. ¡Y ha habido otros casos!
Pero también he tenido conocimiento y testimonios de médicos serios que piensan como uno en materia religiosa, quienes señalan que es posible determinar que la subsistencia de un feto sea inviable.
¡Creo que eso también hay que legislarlo! Si el feto es inviable y, por tanto, va a morir, no estamos atentando contra la vida. En este caso, por qué no interrumpir el embarazo.
Me han informado que tal condición se puede diagnosticar alrededor de las catorce semanas.
Hoy día, de acuerdo con la técnica moderna y los avances de la medicina, en un embarazo de 22 semanas, el feto puede tener vida y debe continuar con esa posibilidad. Eso debe permitirse. En ese caso, a lo mejor conviene facilitar el anticipo del parto. Si el feto constituye realmente una vida, podrá sobrevivir.
Sin embargo, si hay constancia exacta de que el embrión viene descerebrado y resulta imposible su subsistencia, aspecto constatado por un diagnóstico médico serio, cabe admitir esta segunda causal.
Mi problema se presenta con la tercera causal: cuando el embarazo es producto de una violación.
He señalado mi posición públicamente y también en discusiones privadas con mucha gente, con la que he intercambiado ideas. Varias personas se me han acercado para pedirme que vote en contra de este proyecto.
Este aspecto es clave. En este punto ¡estamos terminando con una vida a raíz de un hecho tan dramático como es la violación!
¡Ello es más dramático aun cuando se trata de una menor violada dentro su propio hogar!
¿Cómo uno salva ese problema?
¿Cómo se puede solucionar en conciencia tal dilema: por un lado, permitir terminar con la vida del niño por nacer y, por otro, enfrentar la situación dramática de la mujer embarazada producto de una violación, sobre todo si es menor de edad?
Por último, una mujer mayor tiene la opción hoy día de usar la píldora del día después. Si ha sido violada, lo lógico es que recurra a ese método. Pero igual hay que considerar la posibilidad de que no lo haga.
¿Qué hacemos entonces ante esa causal?
Sinceramente y en conciencia, no puedo apoyar la idea de ponerle término a la vida de un niño que está por nacer en esas condiciones. Ello, sin perjuicio de que comprendo la situación que vive esa madre.
Eso sí, debemos pensar cómo establecer una eximente de responsabilidad penal a la mujer en ese caso. Indiscutiblemente, ahí se presenta una causal de fuerza irresistible. Hay que ver cómo proceder frente a la decisión que tome la madre o su representante legal en la situación descrita.
¡No tengo la solución ante ese problema! No la tengo bien planteada todavía como para darle salida al asunto en comento.
Además,...

El señor LAGOS (Presidente).- Terminó su tiempo, señor Senador.
Le doy un minuto más para que concluya.

El señor ZALDÍVAR (don Andrés).- Gracias, señor Presidente.
Quiero dirigirme a los señores Senadores.
Sé que este proyecto va a ser aprobado en general. Y yo hasta este momento he vivido una situación de tensión respecto a cómo votar sin caer en contradicción. Por un lado, quiero que se legisle y, por otro, me encuentro con una iniciativa que, de ser acogida en general, podría producir las situaciones que ya se han planteado acá y cuyos argumentos no voy a repetir.
No quiero parecer indefinido.
Van a estar los votos, seguramente, para discutir el tema.
Yo me voy a abstener,...
--(Manifestaciones y aplausos en tribunas).
... pero con la condición clara de que, cuando hagamos la discusión en particular, voy a proceder en los términos que he señalado.
Voy a aprobar lo relativo a la primera causal.
También respaldaré la segunda, tomando todos los resguardos para que el diagnóstico médico que se haga sea certero y serio.
Y en la última causal, voy a jugarme por que no sea penalmente responsable la mujer que tome esa decisión por una fuerza irresistible. Pero el aborto no lo voy a aceptar en esta circunstancia.

El señor LAGOS (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Patricio Walker.

El señor WALKER (don Patricio).- Señor Presidente, quiero valorar este respetuoso debate.
El Parlamento está para eso: para debatir, para parlamentar, para que se expresen todas las visiones. Naturalmente, acá no hay ningún tema vedado. Esta discusión le hace bien a nuestro país.
En todo caso, me molestan algunas caricaturas, algunas visiones que tratan de señalar que en este debate se presentan los buenos contra los malos.
Personalmente, creo en la buena intención del Gobierno al enviar este proyecto de ley sobre despenalización del aborto por tres causales.
¿De qué estamos hablando, señor Presidente? De situaciones humanas dolorosas.
Por eso el debate es difícil y requiere respeto y empatía con las personas que experimentan un enorme sufrimiento.
La votación en general determina si compartimos o no las ideas matrices de la iniciativa.
Por ello, quiero aludir a algunos aspectos que señala el mensaje.
Primero, dice legítimamente: "La interrupción del embarazo (...) debe consagrarse como una legítima prestación de salud.", es decir, una prestación asegurada por las instituciones sanitarias del país.
Se habla de "derechos". Por tanto, la iniciativa va mucho más allá de la despenalización; es una legalización de la interrupción del embarazo o aborto.
Otro punto del mensaje se refiere, como principal preocupación, a la dignidad y los derechos de la mujer. Ahí está el centro focal.
Se precisa que estamos en un Estado laico; por ende, cada uno decide según sus convicciones. Obviamente, este proyecto, según el mensaje, se orienta en la lógica progresista.
Además, se establece el objetivo de proteger la seguridad de la mujer. Nadie quiere abortos clandestinos. Subyace en esto la discusión de la mortalidad materna y las tasas que registra Chile.
Tenemos dos posibilidades: decidir por encuestas, por presiones ciudadanas (legítimas), como si fuéramos un robot -según lo que dice la ciudadanía, voto a favor o en contra-, o votar mirando al bien común de acuerdo a nuestras convicciones.
Estoy convencido de que la mayoría de los Senadores -si no todos- estamos actuando por convicción. Naturalmente, cuando derogamos la pena de muerte, el 85 por ciento de la gente estaba en contra. En ese caso, votamos por un tema de convicción.
¿Cuál es mi aproximación?
¿De qué estamos hablando? ¿Derechos de la mujer? Sí, por supuesto. Clave es respetar su dignidad, como lo dice el mensaje.
¿Libertad de elección de la mujer sobre su cuerpo? Sí, pero con un límite: el derecho de los demás.
Norberto Bobbio, socialista, liberal, Senador italiano, dijo: "Respeto irrestricto a la vida ajena".
¿El feto o no nacido es una cosa o un ser humano? Es una vida humana. ¿Estamos hablando de algo o de alguien? En mi opinión, de una persona, de un ser humano en desarrollo, de una vida humana.
Por lo tanto, como humanista, tengo una convicción al respecto.
¿Qué dice el humanismo cristiano? No tengo problema en decirlo, pues soy democratacristiano y mi Partido se basa en dicha doctrina.
¿Qué señaló Tony Mifsud, por ejemplo? "No se tienen derechos sobre la vida humana, sino derechos a partir del respeto a la vida humana (propia y ajena)". Y agrega: "La responsabilidad humana frente a la vida (sea propia, sea de los demás) es la de administración y no la de propietario.".
Se habla con razón de los derechos de la mujer, pero ¿qué pasa con los derechos de la nueva vida?
Por consiguiente, acá se manifiesta un tema ético importante, respecto del cual debemos resolver.
¿Hay diferencia entre dejar morir naturalmente, por ejemplo, a un feto inviable y derechamente interrumpir esta vida, matar a ese ser que está por nacer?
Se podría adelantar el parto cuando se alcancen las condiciones en que el feto debiera tener la posibilidad de vivir fuera del útero, pero no antes.
Señor Presidente, acá se habla mucho de los progresistas y los conservadores.
Permítanme citar a un agnóstico, médico, socialista, progresista. Me refiero al Presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, quien, al argumentar el veto a un proyecto de ley de aborto en su país, dijo lo siguiente: "Hay consenso en que el aborto es un mal social que hay que evitar. Sin embargo, en los países en los que se ha liberalizado el aborto este ha aumentado. En Estados Unidos en los diez primeros años se triplicó y la cifra se mantiene. La costumbre se instaló. Lo mismo sucedió en España. La legislación no puede desconocer la realidad de la existencia de la vida humana en su etapa de gestación, tal como lo demuestra la ciencia.". Luego habla del ADN, en fin.
Dice: "El verdadero grado de civilización de una nación se mide por cómo se protege a los más necesitados. Por eso se debe proteger más a los más débiles. Porque el criterio no es ya el valor del sujeto en función de los afectos que suscita en los demás, o de la utilidad que presta," -la tesis utilitaria- "sino el valor que resulta de su mera existencia".
¿Quién puede dudarlo?
Ello lo expresa un agnóstico y socialista, Presidente de la República Oriental del Uruguay.
La cuestión se halla mucho más allá, por lo tanto, de un aspecto religioso.
Ser progresista significa, en mi opinión, apoyar al más débil; al obrero que sufre abusos, frente al empleador; al niño abusado, frente al adulto; al condenado por delitos graves, frente al aparato del Estado que quiere aplicarle la pena de muerte.
Reitero que rechacé esta última.
Y, a propósito del progresismo, quisiera consignar que voto con libertad -alguna vez cité a Chesterton: "Cuando voy a la iglesia me piden que me saque el sombrero, no la cabeza"-, por lo que me pronuncié a favor de la filiación, de la ley de divorcio, del anticonceptivo de emergencia.
A ello se agrega el acuerdo de unión civil. En la Comisión de Constitución intervinimos con varios otros Senadores para procurar dignidad: estado civil, participación de un oficial del Registro Civil.
Por el mismo motivo aprobamos la ley antidiscriminación, incluso por orientación sexual e identidad de género, pues creemos que no puede haber discriminaciones arbitrarias.
En consecuencia, tratándose del discernimiento para votar acerca del proyecto que nos ocupa, llego a la conclusión de que lo más importante es respetar la dignidad de todos los seres humanos y no discriminar arbitrariamente por características de la persona.
Cuando nos opusimos a la dictadura de Pinochet para defender el derecho a la vida, especialmente de los que no tenían voz -el cardenal Silva calificaba a la Vicaría de la Solidaridad como "La voz de los sin voz"-, no recuerdo que alguien nos haya tratado de conservadores.
Ser progresista es estar siempre al lado de los más débiles, cualquiera que sea su condición.
Ser progresista conlleva la misericordia y compasión por la madre y el niño. Por eso es tan relevante el proyecto sobre un acompañamiento que sea real, sin decir relación con un privilegio para algunos, sino con un derecho.
"La caridad termina donde empieza la justicia", decía el Padre Hurtado.
¿Situaciones dolorosas, difíciles? Por supuesto. A ello obedece la necesidad del respeto.
Muy por el contrario de lo que algunos han expresado, considero que el aborto, lejos de eliminar el dolor ante situaciones dramáticas y difíciles, lo acentúa, con secuelas psicológicas que acompañan a la madre, muchas veces, toda la vida.
Un mal no se soluciona con otro mal.
Se asocia el aborto clandestino con la mortalidad materna. Registramos las cifras más bajas del mundo por este último concepto. Es lo que caracteriza a los países con menos abortos: léase Polonia y Chile, en sus respectivos continentes.
Primera causal: peligro para la vida de la madre.
¿Es legítima la acción médica para salvarla? Sí. Teoría del doble efecto: una acción deseada y otra no deseada.
Discrepo de Jaime Guzmán. Es moralmente legítimo intervenir cuando existe peligro para la vida de la madre, y nadie se halla sancionado por tal motivo en la actualidad. Media la lex artis de la Medicina. Se podrá discutir si es posible mejorar el texto. Y me gusta el proyecto de los Senadores de la Democracia Cristiana, que excluyen el aborto en tal situación. La intención no es matar al feto, sino salvar la vida de la mujer. No hay dolo.
En cuanto a la segunda causal, ¿qué es una alteración estructural de carácter fetal? No existe consenso médico al respecto.
¿Hay errores ecográficos? Muchos, en todas partes del mundo: entre el cincuenta y el ochenta por ciento.
Un facultativo se equivocó en el diagnóstico con relación a mi cuarto hijo, quien tiene diez años, va al colegio, hace deportes y se encuentra perfectamente. Dijo que no iba a nacer.
Entonces, ¿de qué estamos hablando? El diagnóstico generalmente se verifica en el segundo trimestre de gestación; o sea, cuando se manifiesta un desarrollo importante del feto. No puede ser realizado por médicos generales. El noventa por ciento de los especialistas capacitados atienden en Santiago. ¡Cómo vamos a hacerlo con todas las deficiencias existentes...!
¿Me concede un minuto adicional, señor Presidente?

El señor LAGOS (Presidente).- Conforme.

El señor WALKER (don Patricio).- ¿Dónde ponemos el límite, en la medida en que el niño puede vivir segundos, minutos, horas, años? No me siento con el derecho moral de definirlo.
Muchas madres me han dicho que el duelo que han vivido las ha ayudado a cerrar una situación dolorosa.
Cuando una persona padece una enfermedad terminal, se espera a que muera naturalmente y no se interviene para poner término a su existencia. En Medicina no hay enfermedades que se traten matando al paciente, condición en que hace años es considerado el embrión-feto. Sea sano o enfermo, cuenta con una dignidad intrínseca.
Y respecto de la tercera causal, a la mujer violada se la ha de acompañar, pero es tan víctima inocente como el feto. Por lo tanto, creo que la solución no es el aborto.
Acompañamiento; sanción al agresor...
¿Me permite solo treinta segundos más, señor Presidente?

El señor LAGOS (Presidente).- Los tiene, Su Señoría.

El señor WALKER (don Patricio).- Estimo que el aborto significaría, en este caso, agregar un mal a otro.
La legalización, entonces, no es el camino, lo que no significa que sea partidario de que las mujeres que vivan dramas vayan a la cárcel. Hoy día no sucede así. Estoy dispuesto a que discutamos el asunto.
Existe un riesgo mayor al abrir las puertas, como en países que permiten el aborto libre, con plazo. Algunos colegas han planteado que esta última es su aspiración, como el Honorable señor Girardi. En el Reino Unido, el 98 por ciento aborta por salud mental. En España los abortos se elevaron de 16 mil a 115 mil. La libertad en la materia es la tendencia mundial.
En lo personal, no estoy dispuesto a ayudar en esa línea y, por eso, siguiendo los principios del Congreso Ideológico de mi Partido, rechazaré la idea general de la iniciativa.

El señor LAGOS (Presidente).- Puede intervenir el Senador señor Horvath.

El señor HORVATH.- Señor Presidente, Honorable Senado, personas que nos siguen atentas por distintos medios, nos encontramos ante un proyecto de ley complejo, que ha generado posiciones contrapuestas, muchas de ellas inconciliables, a partir de convicciones profundas sobre asuntos científicos, sociales y también, en algunos casos, religiosos.
De esta forma, el debate sobre la posibilidad de despenalizar el aborto en el caso de las tres causales definidas se puede transformar en un diálogo de sordos, que obviamente no queremos, donde cada cual manifieste de manera enfática su visión personal sobre alguno de los aspectos involucrados en la iniciativa, muchas veces atacando y estigmatizando a quienes no comparten su convicción.
No estoy para nada de acuerdo con la manera en que se modificó el artículo 119 del Código Sanitario. Esta materia tiene que ser tratada en forma abierta, democrática, en el Congreso, así como en otras instancias de una sociedad más participativa, mejor informada y más ciudadana.
No se puede ignorar, sin embargo, que la experiencia determina que este tipo de proyectos facilite y establezca condiciones para que después se registre una práctica abortiva más generalizada.
Por una parte, se afirma la necesidad de proteger la salud física y psicológica de la madre, además de defenderse sus derechos reproductivos, y por la otra, se sostiene el deber de resguardar la vida del que está por nacer.
Si se hace un análisis detallado del debate sobre el proyecto, se puede concluir que en la base se encuentra la definición de cuándo comienza la vida humana, ya que de ello finalmente dependerá la forma como se ponderen de manera concreta los intereses señalados. Obviamente, frente a la existencia de una vida y la necesidad de su resguardo, los derechos reproductivos y vinculados a la salud de la mujer embarazada deben ceder en mayor medida.
El problema es que no existe una verdad universal e irrefutable sobre cuándo comienza la vida humana, lo que hace que las visiones que se sostengan correspondan más bien a convicciones personales, a experiencias cercanas y, muchas veces, a opiniones filosóficas o basadas en creencias religiosas.
No obstante, ante las evidencias científicas y también intuitivas, que no podemos dejar de lado, en el sentido de que la vida, el ser, se genera en la fecundación y el anidamiento del óvulo fecundado, cabe el principio precautorio en la materia.
Los artículos 1° y 19, número 1°, de la Constitución, son muy claros en cuanto al derecho a la vida y a que la ley protege la del que está por nacer.
Entre los constitucionalistas hay una controversia; pero, así y todo, pienso que este delicado tema es aún más profundo y plantea una cuestión de valores y de percepción del mundo en que lo natural y la propia naturaleza están cada vez más en jaque.
El aborto, en este caso, es la interrupción voluntaria del embarazo, y, para ser más preciso, del no deseado, es decir, algo que no conmueve y no provoca agrado ni sentimientos ni emociones.
¿Qué es posible hacer por parte de nuestra sociedad y de nosotros, como personas, para evitar el embarazo no deseado?
Creo que hemos adelantado en los últimos años, y mucho, en la educación reproductiva y sexual; en el amparo a adolescentes con hijos, en colegios, hogares o trabajo; en la valoración del niño por nacer y en programas públicos muy destacables, como Chile Crece Contigo; en múltiples proyectos, como el relativo al posnatal, del cual los mismos papás se hacen parte, y en la vía de evitar el maltrato con denuncias oportunas, incluso en hogares ajenos.
También se ha avanzado, y mucho, en prevenir el embarazo no deseado, con difusión, acceso a métodos anticonceptivos y la denominada "píldora del día después", que se supone de una efectividad de casi cinco días.
En materia de aborto y su despenalización, debemos tener en cuenta los derechos y las responsabilidades de los padres, tanto de la mujer, en especial, como del hombre, a quien le corresponde un rol -a la criatura la procrean dos-, y, por cierto, los derechos de la niña o del niño por nacer.
Asimismo, cabe considerar los derechos y las responsabilidades del Estado, de la sociedad y de la comunidad, en el sentido de asegurar el derecho a una vida plena y dar garantías para que, en caso de objeción de la madre o del padre al embarazo, haya también un apoyo y una valoración del niño por nacer.
Desgraciadamente, nuestra sociedad y el Estado no dan aún el ancho suficiente. Basta ver lo que ocurre en el SENAME, ya que me consta que los profesionales que trabajan ahí terminan por tratarse psicológica o psiquiátricamente si quieren mantener su conciencia y sensibilidad.
Urge una reforma institucional profunda.
Por fortuna, muchas organizaciones no gubernamentales y congregaciones sí trabajan en favor de los niños no deseados.
El hecho de que existan muchos interesados en adoptar y de que eso no les resulte fácil, en tanto que otros objeten que ello tenga lugar, es un asunto que no podemos dejar de lado.
Tenemos que reforzar mucho más la forma de evitar el embarazo no deseado, lo que demanda educación, equilibrio de derechos y responsabilidades, y no una pseudocultura de hedonismo, de consumismo y de un mundo que fomenta la inconciencia, no en el sentido creativo de la palabra, sino de irresponsabilidad y hasta de falta de amor por la naturaleza y sus semejantes.
Ahora se pretende incluso reemplazar la naturaleza por una construcción sociocultural casi abiótica.
Los médicos y los profesionales de la salud pueden intervenir cuando se halla en riesgo la vida de la madre y cuando el niño por nacer es inviable y letal para ella.
Nuestra sociedad tiene mucho pendiente todavía en cuanto a valorar la existencia, garantizar la seguridad ciudadana, y educar y formar a las familias y a cada persona, así como en investigación, en innovación y en todas las ramas de la medicina, además de impulsar una profunda cultura por la vida.
Creo que todos en la Sala nos inclinamos por esta última, independientemente de nuestra posición. Y lo digo respetando a quienes están a favor del proyecto. Pero, como queda aún mucho por hacer para evitar el embarazo no deseado y como un homenaje a las madres y los padres, en algunos casos, que se atreven a tener hijos -y en buenas condiciones- frente a todas estas adversidades, voto en contra.

El señor LAGOS (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Coloma.

El señor COLOMA.- Señor Presidente, no cabe duda de que este es el asunto más relevante que un Congreso puede votar en una sociedad democrática y libre.
En distintas discusiones, cada uno abriga una reflexión profunda acerca del tipo de país que quiere construir. Ahora, a diferencia de otras ocasiones, no es cuestión de libertades o de coacciones, de autorizaciones o de prohibiciones, ni media una lógica en relación con un mejor futuro, como lo hemos planteado en tantos análisis. Nos hallamos abocados a un debate que, al final, determina cuánto vale la vida en Chile.
¡Este es el fondo de lo que nos ocupa!
A mi juicio, no hay ninguna pregunta más acuciante, más profunda, que un ser humano pueda ayudar a responder. Porque, en el país, el estándar de defensa de la vida es el máximo que puede regir en una sociedad moderna. ¡El máximo! Y esta es obviamente una opción.
Lo que nos está proponiendo el Gobierno es rebajarlo, dejar de sostener que Chile protege al máximo la vida y condicionar esta última, de alguna manera, al comportamiento de otros.
Entonces, no nos equivoquemos: estamos viendo -repito- cuánto vale la vida en nuestro país. Y el contenido del proyecto debilita ese derecho y lo condiciona a elementos relacionados con terceros. Ello podrá ser importante para algunos, pero refleja que este no es un aspecto de salud, sino antropológico. Es el sentido de la vida lo que de alguna manera estamos discutiendo.
Juzgo que esa rebaja es profundamente dañina para una sociedad.
A mí nada me convence menos que argumentos como el de "seamos modernos" o el de "otros lo están aprobando". Advierto que todos los países que empiezan a aprobar el aborto terapéutico terminan en el aborto total, tal como lo planteó, con precisión, el Senador señor Girardi. Su Señoría dijo la verdad: este es un paso para algo en lo cual se quiere avanzar posteriormente.
Esto es lo que nos encontramos discutiendo.
La pregunta de fondo es si hay derecho a debilitar la vida del que está por nacer. Esta es la interrogante cultural y antropológica.
Desde mi perspectiva, nadie puede sostener que un embrión es un conjunto de aminoácidos y proteínas. Ni siquiera de los más acérrimos partidarios del aborto he conocido una definición semejante, porque saben que se trata de vida humana, no de otra naturaleza.
Entiendo que pueda debatirse sobre el momento de la concepción o la implantación. Estoy convencido de que el punto tiene que ver con la primera, tal como lo señala la Carta. Pero no estamos discutiendo eso, sino respecto de plazos en que la implantación ha tenido lugar a todo evento. Entonces, estamos preguntando si somos capaces de determinar el dominio de otros respecto de lo que es vida.
Me parece que lo anterior da lugar a una cuestión constitucional, pero, sobre todo, moral.
Lo primero, porque es claro que el artículo 19 de la Ley Fundamental, en el inciso segundo de su número 1º, resguarda la vida del que está por nacer. En el caso de que alguien crea que el proyecto se ajusta a ella, a mí no me cabe duda de que se va a encontrar con la respuesta categórica del Tribunal Constitucional, que no tiene alternativas: "Si usted restringe la vida del que está por nacer y una norma de la Carta la defiende, hay un problema". ¡Y este es gravísimo! Significaría salirse de la Constitución.
¡Los mismos que afirman ahora que se puede abortar hacían presente la necesidad, tratándose de la Corporación Nacional de Reparación y Reconciliación, de indemnizar al que está por nacer...!
Nuestra legislación es consecuente.
En cuanto al punto de vista moral, la que más profundamente ha enfocado el asunto es la exministra y exsenadora María Soledad Alvear -hago un reconocimiento en tal sentido, porque no siempre he estado de acuerdo con ella, pero lo ha hecho bien-, quien consignó tres aspectos muy profundos.
Primero, la causal relacionada con la salud de la madre atenta contra el máximo social, que prohíbe matar a un inocente, y no le exige al médico salvar al hijo.
Ese es el tema moral.
Porque si el problema fuera la vida de la madre, el artículo 119 del Código Sanitario hace bastante tiempo lo tiene resuelto.
¡Jamás se considerará como aborto la muerte de otro que se produzca indeseadamente por intentar salvar una vida! Hoy en día eso está amparado en la legislación y nunca va a violentar una norma constitucional.
Y si está resuelto, ¿por qué lo incluyen en el proyecto? Porque no están intentando eso. Están haciéndolo al revés. Y moralmente, a mi juicio, eso es reprochable: matar a otro para que en teoría -no hay ninguna prueba- exista la opción de una mejor vida, en este caso, de la madre.
En Chile estamos en una etapa previa. En otros países el estado mental, la depresión de una madre puede permitir un aborto. Yo he visto a muchas madres con depresión y a hijos perfectamente nacidos que en otras naciones no podrían haber nacido de exigirse esta causal.
La segunda causal, que dice relación con lo no sano del niño, importa un riesgo desproporcionado para el nacido no sano.
Y aquí hay un segundo tema ético-moral: si el no nacido no sano es condenado a morir, ¿por qué el día de mañana sobre el nacido no sano no se va a actuar del mismo modo?
No sé por qué se espantan tanto algunos Senadores de enfrente cuando se explica la aplicación que este tipo de leyes ha tenido en los países europeos, en donde efectivamente uno puede ver que el número de nacimientos de niños con síndrome de Down disminuye a la mitad.
Entonces, ¡por qué tanto escándalo! No hay nada de qué escandalizarse: son los efectos que producen las normas.
Les voy a entregar otro dato.
Se acaba de dar a conocer el censo realizado en India, y el aborto terapéutico ha permitido una discriminación en materia del sexo del bebé: han nacido 7 millones de niñas menos que antes -¡de niñas!-. En el Hospital de Nueva Delhi se realizaron 8 mil abortos terapéuticos (7 mil 999 de sexo femenino). Al final, se utiliza como una fórmula para determinar el sexo.
¡Eso lo encuentro monstruoso! ¡Perdónenme que se los diga!
Y no veo dónde está la contrargumentación.
Entendiendo que hay vida, se hace esta diferencia entre el no nacido y nacido. Al final, es una diferencia muy sutil. Y por la perfección de la raza algunos pueden llegar a decir que, siendo lo mismo, se requiere la misma disposición.
Respecto de la tercera causal, en materia de violación, esta legaliza el derecho de disponer en forma absoluta sobre seres humanos sanos e inocentes. Porque aquí no se trata de un asunto de sanidad, como pudo haber sido en el argumento anterior, ni de la vida de la madre. ¡No! Aquí estamos frente a un niño sano e inocente.
No hay nada más atroz que una violación. Eso quiero decirlo categóricamente. Pero resulta mucho más atroz una segunda violación: el aborto tras esa violación.
Y eso debe generarnos un impacto extraordinariamente fuerte respecto del tipo de país que estamos construyendo, pues permitir que al final alguien que es inocente se transforme en la víctima de una acción -ni siquiera tiene una enfermedad- me parece, con todo respeto, completamente equivocado y profundamente contrario a la vida humana desde el punto de vista antropológico.
Quiero detenerme en un concepto que considero muy importante: qué debe hacer una sociedad moderna que cuida la vida.
Conozco bien la labor que realiza la Fundación Chile Unido. He estado ahí varias veces y mi familia trabajó un tiempo en ella. Y debo reconocer que hacen algo complemente distinto: acompañan.
¿Por qué aborta una mujer? Porque se siente coaccionada por la pareja, asustada frente a lo que viene y económicamente vulnerable.
¿Qué sucede cuando la acompañan? El 88 por ciento de esas mujeres acompañadas no abortan. Y en el caso de las mujeres violadas esa cifra se ubica en el 96 por ciento.
Entonces, estamos cometiendo un error gigantesco al asumir una realidad social en forma equivocada desde la perspectiva moral. Y no me refiero a un punto de vista religioso. Yo tengo una convicción religiosa, pero no la voy a involucrar...

El señor LAGOS (Presidente).- Cuenta con un minuto para concluir, Su Señoría.

El señor COLOMA.- Pero nos equivocamos y planteamos una forma de actuar exactamente a la inversa.
En vez de acompañar a la mujer, de preocuparnos, de no coaccionarla para que sienta de verdad que el Estado la ayuda, lo que estamos haciendo es destinando recursos -este proyecto tiene informe financiero- para que se produzcan abortos terapéuticos. ¡El Estado gasta dinero para que se realicen abortos terapéuticos en función de una de las tres causales!
Los recursos son para otra cosa: para la vida, para que no se produzcan esos abortos.
Y si constatamos que el 88 por ciento de las mujeres acompañadas no toman esa decisión, me parece -¡qué quiere que le diga, señor Presidente!- demasiado nítido dónde está la opción por la vida, cómo fortalecerla y no cómo debilitarla.
Por eso, con decisión, voto en contra de este proyecto, que hiere profundamente el alma de Chile.

El señor LAGOS (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Guillier.

El señor GUILLIER.- Señor Presidente, uno se podría preguntar qué pasaba en Chile en 1931, cuando se empezó a aplicar el nuevo Código Sanitario. Obviamente, estaba en su esplendor el conflicto que el país sufría y que en su época se llamó "la cuestión social". Esto significaba que año a año morían miles de mujeres por abortos clandestinos, realizados sin ninguna atención médica. Por lo tanto, quizás hubo un sentido práctico en ello.
Sin embargo, también nos podríamos preguntar por qué se modificó esa normativa en 1989, a fines del gobierno militar, en que no se debatió con nadie y no había un Congreso democrático donde discutirla.
Y queda en evidencia, por citas que aquí mismo se han planteado, que quienes redactaron esa modificación tienen una particular concepción del sexo, del embarazo y la reproducción.
Son quienes piensan que el sexo es pecaminoso por su naturaleza y solo tiene validez cuando persigue fines reproductivos. ¡No sé si cuando lo practican lo hacen solo por reproducción...!
Y se oponen al condón, a la educación sexual en los colegios, a los métodos anticonceptivos, a que esto sea un tema de debate. Por lo tanto, me imagino que en ese integrismo habrá algo que llevó a modificar la disposición del Código Sanitario de 1931, más por un fanatismo doctrinario que por una convicción.
También me suena raro que se señale que el embarazo es una cruz y no una bendición. Yo entendía que era una bendición; pero al parecer para algunos es una suerte de cruz, casi un castigo por haber tenido sexo. Por consiguiente, había que llevar ese castigo por sobre el derecho a la vida de la madre, aunque esta muriera o estuviera en riesgo.
Ese es el alcance de la reforma de 1989. Eso es lo que está en la matriz de lo que se estableció en dicha normativa.
No sé si hoy día los chilenos de verdad comparten esa visión que justificó la modificación al Código Sanitario de 1931 y la aplicación de estos criterios en 1989.
En todas partes del mundo ya hay ciertas convicciones cuando se trata de la protección de la vida de la mujer, y las intervenciones médicas lo respaldan. Es aceptado que el derecho a la vida de la madre vale por sobre todo.
A nadie se le puede pedir una especie de suicidio heroico o muerte heroica. Tampoco lo hacemos los hombres. De hecho, existe la ley de legítima defensa, en que se aplica el principio de que uno tiene derecho a defender su vida, aun causando la muerte a otro. Y en situaciones que nuestro país ha vivido también se justificó la muerte de mucha gente.
En consecuencia, este no es un tema doctrinario, sino de sentir que la protección de la mujer, aun cuando su vida está en riesgo, debe tener limitaciones.
Creo que eso hay que despejarlo, porque no se aplica el mismo criterio en los distintos centros de salud. Tampoco todas las autoridades ni todos los jueces aplican el mismo criterio. Por lo tanto, me parece razonable que eso se aclare y se establezca en la ley en proyecto.
En caso de mala formación del feto, estamos hablando de situaciones particularmente excepcionales y dramáticas.
En ambas situaciones la mujer al comienzo de su embarazo no tiene la intención de hacerse un aborto e interrumpirlo. El propósito es tener el hijo, que se esperaba con amor, con ansiedad, con deseos, con anhelo. Pero se produjeron circunstancias dramáticas. Y ello explica la necesidad de revisar la legislación.
Por consiguiente, creo que las dos primeras causales no merecen objeción.
Donde sí admito que hay una discusión de carácter cualitativo un tanto distinta es en el caso de las violaciones.
Cito algunas cifras.
Según información del Servicio Médico Legal, en Chile en los últimos años en promedio una mujer es violada cada veinticinco minutos. Por su parte, el Centro de Asistencia a Víctimas de Atentados Sexuales indica que el 89 por ciento de los victimarios son personas cercanas a la víctima.
En cuanto a las consecuencias, según cifras del Ministerio de Salud, el 17 por ciento de las muertes maternas se producen por aborto en condiciones clandestinas, siendo esta la tercera causa de mortalidad en esta área.
Otra consecuencia apunta a que las mujeres violadas son nueve veces más propensas al suicidio, el doble de veces más proclives a la depresión grave, aguda.
Por otra parte, más del 70 por ciento de las mujeres sufre estrés postraumático, según estudios realizados por Gorman y Sayer en Estados Unidos en 1991.
Por lo tanto, no estamos hablando de un método anticonceptivo, sino de situaciones de extremo drama para la mujer que se ve enfrentada a un hecho de esta naturaleza.
Quiero mencionar un dato más: en Chile hay en promedio 620 mujeres embarazadas por violación denunciada. El 66 por ciento corresponde a adolescentes menores de 18 años.
Debo señalar, con franqueza, que me parece que en los dos primeros casos la discusión es un poco atemporal, fuera de época. Pero en lo referente al aborto admito que es un tema complejo y de distinta sensibilidad.
Ahora bien, hay que tener en cuenta todos los antecedentes acerca de lo que sufre una mujer que es violada, reiteradamente, muchas veces por su propio padre, su hermano, su tío, algún pariente o amigo de la familia, porque en la inmensa mayoría de los casos se trata de personas cercanas. A ello se suma la tendencia al suicidio, que aumenta dramáticamente en relación con una mujer que se encuentra en un embarazo normal, o la propensión a la depresión. Señalo esto porque a esa niña menor de edad, que es ayudada o que pretende ser ayudada por una persona adulta y se efectúa un aborto, ¿la vamos a considerar delincuente en la ley chilena? ¿La vamos a sobrepenalizar? ¿Volveremos a castigarla?
¿Esa es la respuesta que en nuestro país la sociedad les da a las menores de edad sometidas al abuso reiterado? Porque la mayoría de los embarazos por violación responden a violaciones reiteradas, no ocasionales.
¿La mejor respuesta de la sociedad chilena es que además la vamos a enviar a un centro del SENAME, en las condiciones en que se encuentra ese servicio? ¿Acaso no hay otra medida de compasión?
¿Hay alguien en esta Sala que, poniéndose la mano en el corazón, esté dispuesto a permitir que una menor sea encarcelada o condenada? Con franqueza, creo que ninguno de nosotros piensa eso.
Por lo tanto, hay que trabajar más esa disposición.
Una última consideración que estimo importante.
En general, cuando nosotros legislamos siempre tenemos una experiencia y un conocimiento sobre los temas. Pero en lo que no contamos con experiencia los varones es en el embarazo, en lo que significa afectiva, física y emocionalmente para la mujer ese estado.
Por ende, en situaciones de extrema gravedad, en que la mujer está bajo una terrible tensión, porque en las tres causales lo que está viviendo es un drama, ¿es razonable que sea el hombre el que decida? ¿O vamos a permitir que sea ella la que tome la decisión y que finalmente reciba la ayuda que necesita?
¿No resulta más razonable ser menos punitivos, menos castigadores y adoptar una actitud de compasión, de ayuda y de acompañamiento?
¿No irá por ahí la solución?
Probablemente, el proyecto pueda ser mejorado. Pero lo que está ocurriendo en nuestro país, con la reforma de 1989, que francamente es de un fanatismo inexplicable, debe ser modificado. Y creo que el debate al menos debe producirse en el Congreso.
Pienso que es necesario abrir lugar a esa discusión, y estoy de acuerdo en hacerlo.

El señor QUINTANA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Lagos.

El señor LAGOS.- Señor Presidente, este es un tema tremendamente delicado. Pocas veces en el Senado uno tiene la oportunidad de dar su opinión y votar en un proyecto con implicancias más directas.
Por cierto, hemos aprobado reformas tributarias, incentivos al retiro, reformas laborales, es decir, normativas que generan un impacto en la sociedad chilena. Pero este tema se cruza con lo que se llama "los valores", "los principios", "las convicciones personales", "las creencias religiosas que tiene cada uno". Y el punto es cómo uno puede conjugar eso, cómo lo compatibiliza en una sociedad plural y que cambia.
Paradójicamente, Chile en 1931 logró un entendimiento en esta materia, con el Código Sanitario y la introducción del aborto terapéutico -¡en 1931!: hace más de ochenta años-. Y nuestro país convivió bien con esa fórmula; no fue obstáculo. En 1966 o 1967 hubo una reforma para perfeccionarla. Pero después, no en un gobierno militar, sino en una dictadura, en que el Poder Legislativo eran cuatro generales, se determinó cercenar aquello.
Y eso nos acompaña, no desde el retorno, sino desde que recuperamos la democracia (los retornos implican como que se vuelve a algo; no fue así: ella se recuperó). Y desde ese entonces se han presentado proyectos de ley que tratan de reponer un derecho.
Es cierto, ahora estamos en presencia de una iniciativa que aborda temas adicionales. Pero en 1931 la sociedad chilena supo conjugar pluralismo, convicciones religiosas, creencias, ideas personales con el aborto terapéutico (regulado, médico, etcétera).
Sin embargo, hoy día, al mirar hacia atrás nuestra historia, a uno se le aprieta el estómago -y lo digo con mucho respeto- cuando se confecciona un listado rápido de lo que ha sucedido.
Algunos ya lo han mencionado.
Educación sexual en Chile en los 90: JOCAS. Busquen en Google todo lo que se dijo en ese entonces -algunos se encuentran presentes acá, otros se hallan en la Cámara de Diputados y hay quienes ya no están- sobre educación sexual. ¿Qué era lo que estaba detrás de la cabeza?: "No nos gusta el sexo, punto". No era lo que se perseguía.
Divorcio: pasó lo mismo.
Promoción del uso del condón o preservativo: ¿pensaban que ello se hacía para evitar el embarazo? Se promovía para no transmitir enfermedades sexuales como el SIDA, que asesinó a decenas de miles de personas en el mundo, incluidos chilenos contagiados. Pero eso no se podía hacer.
Píldora del día después: terminamos en el Tribunal Constitucional.
Implantación de la "te" de cobre: ya lo mencionó el Senador Guido Girardi.
Escolares embarazadas: ¿por qué había que sacarlas de los colegios?
Hubo un decreto del Ministro de Educación de la época, de mi "viejo", para que ellas no fueran sacadas de los establecimientos educacionales. ¿Por qué lo hacían? Porque primaba el no contagio del embarazo, porque una adolescente quedaba esperando guagua; "yo no quiero que las adolescentes queden esperando guagua". ¿Pero qué había detrás de ello? "Apártenla, es mal ejemplo" -¡o sea, dar vida es sucio!-, "Si quiere llevar su embarazo a término, lo puede hacer, pero no se educa".
¡Esa es nuestra sociedad chilena!
Todos los ejemplos que estoy colocando no son de 1931, sino de los últimos veinte años en que hemos tenido estos debates: educación sexual, uso del condón, divorcio, píldora del día después.
¡Perdón, se me quedaba un ejemplo! Los hijos ilegítimos. Se decía: "¿Qué vamos a hacer con los huachos?, ¿cómo los vamos a poner en el mismo nivel?". Esa fue la expresión en su momento.
¿Saben lo que yo siento y de lo que me alegro? Que, así y todo, hemos logrado avanzar. Porque hoy día está la píldora del día después; tenemos el divorcio finalmente; se realiza educación sexual, si bien más o menos; se distribuye el condón (hay menos dificultad para ello); se terminaron los hijos ilegítimos, y las escolares embarazadas no son sacadas de los colegios. Cuando esto ocurre, se va a un matinal y se hace la denuncia.
Entonces -repito-, ¿saben qué siento? Que hemos avanzado, que el tiempo también hace cambiar las percepciones. Es lo que ha ocurrido, por ejemplo, con la esclavitud, que era habitual. En este sentido, recién leía un debate entretenido, pero no hay tiempo para reproducirlo acá. Lo cierto es que en la casa-museo de George Washington, en Estados Unidos, que es el padre de la patria de ese país, tuvieron que poner cómo se ganaba la vida George Washington. Entre otras cosas, se dedicaba a la compra y venta de esclavos. Y en esa propiedad, que está muy bonita, debieron indicar dónde estaban los esclavos, dónde eran enterrados, etcétera.
Pero esa práctica hoy día no la aceptamos.
¿Vamos a condenar a George Washington porque tenía esclavos? No; era la época. Pero los tiempos cambian.
Por tanto, pienso que acá debemos hacer frente a una decisión que es superdifícil.
¡Yo no tengo la verdad, pero me asiste una convicción!
Ahora bien, lo entretenido aquí, en el buen sentido de la palabra, es cuando la democracia representativa tal vez les hace sentido a los chilenos. Cuando la cosa pública está tan venida a menos, cuando estamos todos tan desprestigiados, hoy día vamos a tomar decisiones, al igual que en la discusión en particular -porque estoy convencido de que este proyecto se aprobará-, que van a tratar de interpretar a los chilenos.
¡Esa es la democracia representativa en castellano!
Los ciudadanos eligen a personas, hombres y mujeres, para que se sienten acá y emitan una opinión.
Como dije, no tengo la verdad. He escuchado en esta Sala argumentaciones sólidas, de convicción, en cuanto a que hay que rechazar esta iniciativa. Pero estoy convencido de que no, y creo interpretar a un número importante de chilenos. Me puedo equivocar. Eso me lo harán saber después.
Sin embargo, el Parlamento hoy tiene que tomar una decisión, que puede estar o no en sintonía con lo que creemos que debe ser una sociedad chilena plural.
El proyecto usa una palabra, en su título, tremendamente importante: "despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo". Yo no se lo voy a imponer a nadie, a ninguna madre que haya decidido tener a su hijo y llevar a término un embarazo producto de una violación. Si hay mujeres que están en condiciones de hacerlo, yo las voy a apoyar. Si hay mujeres que tienen diagnosticada inviabilidad fetal letal y quieren llevar en su vientre un feto que muy probablemente no dará vida después del parto, están en su derecho. Pero lo que no me parece correcto es imponérselo a aquellas que no tienen las condiciones, ni la fuerza, ni las ganas, y que, si no lo hacen así, reciben una pena. Porque esta conducta está penada en Chile.
No es cierto, en la primera causal, que la lex artis médica resuelva el problema. Algunos tienen temor. En consecuencia, legislo en la misma forma en que lo estuvo durante sesenta años en el país.
La segunda causal es la inviabilidad fetal. Insisto: no me parece sano ni justo que yo tenga que decidir, exigirle a una mujer determinado comportamiento. No voy a dar ejemplos. Existen casos de personas muy conocidas en Chile que explicaron que debían acudir todos los meses a hacerse un control para que les dijeran: "No, el feto (inviable) todavía tiene signos vitales. Tiene que volver la próxima semana a practicarse otro escáner para saber si se lo podemos retirar del vientre".
¿Por qué exigir eso?
Yo no me siento autorizado -lo digo de verdad- a decirle a una mujer: "Usted tiene que hacerlo".
En el caso de la violación, todos conocemos las cifras -las mencionó ahora el Senador Guillier-, desde que votamos por última vez este asunto. A mí ya me tocó en otra oportunidad pronunciarme sobre la idea de legislar en materia de interrupción del embarazo. ¡Perdimos!
Y desde el 2012 a la fecha, ¿ustedes creen que no ha habido abortos en Chile?
¡Miles!
¿Que no ha habido menores abusadas?
¡Todas estas!
¿Acaso no hemos visto en la prensa casos de niñas de once años embarazadas? ¿Deben dar a luz o no deben dar a luz? ¿Por qué le voy a exigir a ellas, o a sus padres, determinada conducta?
Por eso, yo siento que en este debate -lo reitero- no tengo la verdad, pero sí estoy convencido de que debo transmitir la decisión, en estos temas bien puntuales, a las mujeres.
Por último, creo que fue el Senador Tuma quien dijo que esta era una discusión hipócrita. Y algo de eso hay, porque acá no estamos discutiendo sobre aborto. En otros países es distinto. La mujer que quiere abortar levanta la mano, va al sistema público o al privado y se practica uno. ¿Bajo qué causal? ¡No! ¡Ella simplemente dice que quiere interrumpir su embarazo y punto! Y se discutirán las semanas: catorce, veinte.
Esa es la discusión sobre aborto que se da en otros países. No es la que estamos efectuando acá. Seguramente tendrá lugar en el futuro, porque las cosas en Chile son así.
Pero no confundamos a la opinión pública. Lo que estamos haciendo aquí, en casos extremadamente puntuales, es transferirles a las mujeres la decisión de llevar o no a término un embarazo producto de una violación. Y no estamos hablando solamente de una violación con fuerza, en una casa o en descampado; estamos hablando de menores abusadas por sus cercanos, situación que ocurre a diario.
En tales circunstancias, yo no estoy en condiciones de señalar: "Lo siento, usted tiene que llevar su embarazo a término". Le quiero dar la opción de decir: "No quiero llevarlo a término". Y aquellas que sí quieran, contarán con todo mi apoyo. Ahí está.
En el caso de la inviabilidad fetal, lo mismo.
Son tres las causales.
Y a propósito de esta discusión que estamos llevando a cabo en el Parlamento, ¿ustedes saben lo que hacen países más sofisticados que el nuestro? Además, se la plantean a la ciudadanía en un plebiscito de consulta: "¿Qué quiere usted?".
Bueno, aquí nosotros no podemos hacer nada. En Chile la única consulta que realizamos es preguntar si existe voluntad para extender las veredas y el pavimento participativo. Hasta ahí llegamos. Somos inteligentes para elegir senadores pero no para decidir sobre la interrupción del embarazo.
En consecuencia -y con esto termino, señor Presidente-, me habría gustado tener un sistema político donde, junto con decidir, como democracia representativa, qué es correcto y legítimo, algunos temas fueran consultados a la ciudadanía, porque no puede ser que los chilenos sean capaces y aptos para elegir Presidente y parlamentarios pero no puedan pronunciarse sobre temas tremendamente delicados.
No se trata de populismo.
Cuando asumí la presidencia del Senado señalé que me gustaban los mecanismos participativos. Tal vez no se entendió bien. Sí, también me refería al referéndum revocatorio y a las iniciativas populares de ley. El punto es que en muchos países o sociedades que tal vez han avanzado más, han tenido más debate, se consulta a los ciudadanos, no solamente cada cuatro años, para una elección, sino también respecto de temas particulares.
Yo voy a concurrir con mi voto favorable. Ciertamente, en la discusión particular habrá espacio para mejorar muchas cosas, pero creo que lo mínimo que podemos hacer, a través de estas tres causales específicas y acotadas, es asegurarnos de que la mujer que recurra a ellas no se vaya presa.
Muchas gracias.

El señor QUINTANA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor García.

El señor GARCÍA.- Señor Presidente, he seguido con la mayor atención el debate que se ha originado en torno a este proyecto de ley. Naturalmente, hay intervenciones que comparto, y otras que no.
Sin embargo, ha habido afirmaciones que, por no corresponder a la realidad, merecen, a mi juicio, ser rectificadas.
Por ejemplo, se ha sostenido que el aborto es la tercera causa de muerte entre las mujeres en Chile. Eso no es así, señor Presidente. Según el Instituto Nacional de Estadísticas, entre los años 2003 y 2013, las primeras tres causales de muerte entre mujeres fueron: enfermedades en el sistema circulatorio; tumores malignos, y enfermedades respiratorias, en ese orden.
Por lo tanto, este debate, tan trascendente para nuestra sociedad, no puede ni debe basarse en argumentos que, a la luz de datos de los propios organismos oficiales, no son ciertos y no se sustentan en la realidad.
Se ha sostenido también que Chile es uno de los apenas cinco países que prohíben sin excepción el aborto. Dicha afirmación igualmente es equivocada. Son muchos más los países que se encuentran en la misma situación que el nuestro: prohíben el aborto sin excepción, pero permiten realizar procedimientos médicos lícitos, que nada tienen que ver con el aborto. Si sumamos los países que prohíben el aborto en general y solo lo permiten ante el peligro de la vida de la madre, como en Chile, o de su salud física o psíquica, la suma de naciones que prohíben el aborto asciende a 125.
Se ha sostenido por varias señoras y señores Senadores que "cada mujer debe decidir, y no el Estado". Se ha dicho también que este proyecto representa el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo, su sexualidad, su vida. Frente a estas afirmaciones, yo tengo la convicción de que el Estado, que todos los días interviene en nuestras vidas, que las regula, permitiendo, restringiendo o negando espacios de libertad en aras de un bien superior, en este caso concreto, ni más ni menos que en relación con el derecho a la vida, ¡el sagrado derecho a la vida!, tiene el deber de protegerla.
Como ya señalé, en mi opinión el Estado tiene y debe tener potestad para regular una materia tan trascendente, más aún cuando se trata de proteger la vida de quienes no pueden defenderse por sí mismos: los niños que están por nacer.
La tarea del Estado y de nosotros, los legisladores, debe ser la protección legal de la vida del que está por nacer, porque es el más débil, porque, si no lo defiende la institucionalidad del Estado, no lo defiende nadie con suficiente poder y eficacia.
Durante este debate se ha sostenido también que votar favorablemente esta iniciativa es legislar en favor de la mujer, de los hombres y de la familia.
Respeto esa opinión, pero no la comparto.
Señor Presidente, los niños que están por nacer también necesitan legisladores que velen y trabajen por sus derechos, porque son vida, porque son derechos humanos, porque son seres humanos.
Con toda humildad, con toda sencillez, pero con la mayor fuerza y convicción, siento que mi responsabilidad frente a este proyecto es la de ser un Senador que defiende las vidas de los que están por nacer.
Voto que no, señor Presidente.

El señor QUINTANA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Araya.

El señor ARAYA.- Señor Presidente, sin duda, el proyecto que hoy debatimos es quizás uno de los más complejos que se han discutido en los últimos años en nuestro país, y ha desatado una amplia y apasionada discusión en la sociedad chilena, lo que no es menor, pues en el fondo debemos pronunciarnos sobre el estatus moral del ser humano y, especialmente, del no nacido.
En nuestro país existe controversia acerca del estatus de la vida prenatal en el Derecho Constitucional y de las consecuencias que se derivan de dicho estatus.
Las diferencias se explican por divergencias en la interpretación del artículo 19, N° 1°, inciso segundo, de la Constitución Política, que señala:
"La Constitución asegura a todas las personas:
"1°. El derecho a la vida y a la integridad física y psíquica de la persona.
"La ley protege la vida del que está por nacer".
Las interpretaciones de esta norma coinciden en que ella establece un mandato dirigido al legislador para proteger la vida del que está por nacer, pero difieren en los alcances de esta protección, identificando dos líneas argumentativas:
i) El nasciturus tiene un derecho subjetivo a la vida equivalente al de las personas ya nacidas, de manera que la protección del que está por nacer es una obligación correlativa que deriva del derecho a la vida.
ii) Lo que la Constitución reconoce es la vida prenatal como un bien jurídico objetivo, digno de especial protección.
Si uno realiza, a mi juicio, una interpretación lógica y sistémica de la norma constitucional, debiera sustentar la tesis del bien jurídico objetivo, pues lo que busca el mandato de protección de la vida prenatal es compensar la ausencia de reconocimiento de un derecho subjetivo a la vida, porque es del todo evidente que el constituyente quiso diferenciar el estatus jurídico de persona y de quien está por nacer.
Entonces, conviene realizar dos preguntas.
La primera: ¿es lo mismo "persona" que " nasciturus "?
Está claro que no.
La Constitución y el Código Civil distinguen y, como consecuencia de ello, existen estatutos jurídicos distintos en ambos cuerpos legales.
Pero, como dice el profesor Bascuñán, ello no implica que el nasciturus no sea objeto de protección, y por ello se regulan, por ejemplo, derechos que se encuentran suspendidos hasta su nacimiento, como lo son los hereditarios.
En este sentido, la Constitución obliga al legislador a proteger la vida del que está por nacer, pero el cumplimiento de este mandato no es absoluto y no se puede llevar a cabo de cualquier forma, sino que, en su observancia, el legislador debe respetar y garantizar los derechos fundamentales de las mujeres embarazadas.
Tiene razón el profesor Nogueira al precisar que "en las limitaciones de derechos fundamentales que se establezcan a nivel legal, no pueden afectarse los derechos en su esencia; deben establecerse en armonía con los demás derechos y bienes constitucionales y no pueden fundamentarse en bienes o principios infraconstitucionales no reconocibles explícita o implícitamente en el texto constitucional".
Así debe interpretarse el artículo 19, N° 1°, de la Constitución, en armonía con su artículo 5°, inciso segundo, que señala: "El ejercicio de la soberanía reconoce como limitación el respeto a los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana. Es deber de los órganos del Estado respetar y promover tales derechos, garantizados por esta Constitución, así como por los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren vigentes".
Por lo razonado precedentemente, se puede sostener que la Constitución deja entrever claramente, a lo largo de su articulado, que hay una distinción entre la persona y el no nacido. Por ello, la protección del nasciturus está en un inciso distinto de la protección que se le brinda directamente a la vida de las personas.
Entonces, frente al mandato constitucional de proteger la vida del que está por nacer no pueden dejarse de lado los derechos de la mujer embarazada, esto es, los derechos a la vida, a la integridad personal, a no ser sometidas a torturas u otros tratos crueles, inhumanos o degradantes, a la igualdad, a la privacidad, a la salud, a la libertad de conciencia y a su autonomía, incluida su esfera sexual y reproductiva.
Dicho lo anterior, conviene realizar una segunda pregunta: ¿cuándo se es persona?
Desde el punto de vista ontológico, no existe duda, y hay pleno consenso en cuanto a que el estatus moral del ser humano es considerado persona desde el momento del nacimiento.
El problema se traslada al anticipar la definición de persona a la época prenatal. Existe gran controversia respecto a este punto, que aún no ha logrado ser resuelto por la ciencia, ni la filosofía, ni mucho menos por la religión.
La doctora en Derecho Yanira Zúñiga señala: "La idea de persona no es equivalente a la de vida humana, es decir, no existe identidad entre lo humano y la persona. Esto es así porque este último concepto es de carácter adscriptivo (y no descriptivo) y reenvía a ciertas propiedades que se relacionan con la autoconciencia y la autodeterminación de los sujetos. Por tanto, la pregunta jurídica por antonomasia no es cuándo comienza la vida humana sino cuándo adquiere esta importancia moral".
En este sentido, la respuesta habitual en los ordenamientos constitucionales ha sido entender que los seres humanos nacidos son personas y que los no nacidos, en contraste, no lo son, sin perjuicio de que, como ya señalé, estos también pueden ser objeto de protección constitucional.
A este respecto, es menester recordar que la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el ya tan citado fallo Artavia Murillo y otros (fertilización in vitro) vs. Costa Rica (2012), se pronunció sobre la correcta interpretación de esta norma, y descartó que en el sistema interamericano fuera procedente otorgar el estatus de persona al nasciturus. Agregó que tal protección no es absoluta, que no puede restringir los derechos de la mujer, y que, si sus derechos están en juego, a ella debe dársele la primera protección.
El reconocimiento de estos estándares debe formar parte del análisis del proyecto en estudio, el cual es coherente con los compromisos internacionales asumidos por el Estado de Chile.
Desde un punto de vista filosófico-moral, como señala la profesora Alejandra Zúñiga en su texto Aborto y Derechos Humanos: "El concepto de persona moral, propio de la filosofía política, ha sido especialmente desarrollado por John Rawls en base a la teoría de Kant. Desde este punto de vista los requisitos para ser considerado persona son más estrictos que el solo hecho de haber nacido. Las personas morales, sostiene Rawls, son aquellas capaces de detentar dos virtudes morales: por una parte, un sentido de la justicia y, por la otra, una cierta concepción del bien. El primero exige la capacidad de entender, aplicar y actuar según la concepción pública de la justicia que caracteriza a los términos equitativos de la cooperación social. La segunda, la capacidad de adoptar una cierta concepción del bien, esto es, "una familia ordenada de fines y objetivos últimos que definen la concepción que tiene la persona de lo que tiene valor en la vida humana".".
Y concluye que "sólo los que pueden hacer justicia tienen derecho a la justicia", de modo que no parece posible considerar al feto como persona moral, puesto que ni siquiera un recién nacido sería capaz de responder a la noción de persona desarrollada a partir del ideal kantiano de autonomía moral.
Nuestra legislación sigue un criterio similar.
El Código Civil, en su Título II, relativo al Principio y fin de la existencia de las personas naturales, dispone en el artículo 74: "La existencia legal de toda persona principia al nacer, esto es, al separarse completamente de la madre".
En coherencia con lo anterior, el Código Penal establece para el aborto una pena inferior al infanticidio y al parricidio, regulando el aborto en una sección distinta de aquella referida a los "delitos contra las personas". Lo regula en el Título Séptimo, relativo a Crímenes y delitos contra el orden de las familias, contra la moralidad pública y contra la integridad sexual.
De esta forma, contestadas las dos preguntas anteriores, ponderados los intereses constitucionales en juego, y despejada la tesis de que la Constitución NO prohíbe toda interrupción del embarazo, tengo la convicción de que las tres causales propuestas por el proyecto para regular la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo son plenamente concordantes con nuestro ordenamiento jurídico constitucional.
En honor al tiempo, señor Presidente, termino señalando que este proyecto no obliga a ninguna mujer a abortar, sino que, muy por el contrario, permite regular las consecuencias jurídico-penales de tres escenarios de interrupción voluntaria del embarazo que hoy afectan, sin duda, derechos fundamentales de la mujer embarazada, a saber, la vida y la integridad física y psíquica, entre otros.
Así, será la mujer, y nadie más, quien, de acuerdo a sus convicciones morales, filosóficas, religiosas o políticas, determinará si continúa o no con el embarazo, ya no bajo la amenaza de sanción penal y, sobre todo, no bajo la presión de su condición económica y social.
Nuestra sociedad ha esperado por años dar esta discusión. Hemos, responsablemente -lo digo como Presidente de la Comisión de Constitución, Justicia y Reglamento-, escuchado a 35 expertos en la materia, y hemos destinado más de once sesiones y largas horas a la discusión de este proyecto, llevando el debate con altura de miras, de tal manera que lo que hoy no sería irresponsable es negarse a discutir este proyecto, que de antemano respaldo en cada una de sus causales.
La obligación del Estado, y de los legisladores, en cumplimiento del mandato constitucional, es ponderar adecuadamente los derechos que están en juego: por un lado, la protección de la vida del que está por nacer, y por otro, el pleno goce de los derechos fundamentales de muchas mujeres, niñas y adolescentes.
Por ello, despenalizar la interrupción voluntaria del embarazo cuando se pone en riesgo la vida de la madre, cuando el embrión o el feto padezca una alteración estructural congénita o genética de carácter letal, o cuando sea el resultado de una violación, a mi juicio cumple plenamente con dicho mandato constitucional.
Voto a favor.

El señor QUINTANA (Vicepresidente).- Tiene la palabra el Senador señor Pérez Varela.

El señor PÉREZ VARELA.- Señor Presidente, deseo iniciar mi intervención concordando con muchos colegas que me han antecedido en el uso de la palabra, en cuanto a que esta es una materia compleja y difícil, en la cual tomar una decisión verdaderamente obliga a un ejercicio intelectual, valórico y político relevante.
Por eso, considero muy importante -como algunos lo han hecho aquí- transparentar siempre nuestras posiciones sobre estos temas.
Quiero empezar señalando que en las campañas electorales en las cuales me he presentado ante la ciudadanía para obtener sus votos, a fin de ser elegido Senador o Diputado, siempre he manifestado con absoluta claridad que estoy en contra de iniciativas legales que regulen el aborto.
Y no lo hago únicamente por mis convicciones religiosas, sino porque creo que cuando se trata de materias de política pública uno debe actuar con la mayor responsabilidad posible.
No hay duda -así ha quedado expresado en los distintos discursos que hemos escuchado- de que aquí, en determinado momento, colisionan dos derechos importantes: los derechos de la mujer y los del niño. Y, por cierto, nosotros hemos de asumir esa responsabilidad para que los derechos de la mujer, en cuanto tales, puedan ser protegidos de la mejor manera posible.
Yo soy padre y abuelo de niñas, es decir, de mujeres, y mi madre está viva. Por lo tanto, a través de su experiencia conozco todo el proceso de los embarazos, de los nacimientos y de las dificultades inherentes que estos traen. Se trata de una acción realmente relevante en la vida de las mujeres, en la cual estas deben tener una especial preocupación.
Por mi rol público también he conocido casos dramáticos de mujeres violadas, de mujeres embarazadas cuyos hijos vienen enfermos. Por lo tanto, a través de esas experiencias como autoridad, como representante de la ciudadanía, uno tiene que buscar respuestas a las situaciones ante las cuales se ve enfrentado y se deben resolver, como las que en esta ocasión busca solucionar el proyecto de ley.
Una de las cosas principales por tener en cuenta para dejar de lado mis convicciones religiosas y valóricas son las normas que nos rigen. Indudablemente, tenemos la Constitución Política de la República y, además, los acuerdos internacionales suscritos por Chile en materia de derechos humanos y de protección a los niños.
Por consiguiente, tengo la más absoluta convicción de que, en una situación de esta naturaleza, es deber de quienes somos representantes de la ciudadanía legislar para proteger a los más débiles. Y no hay ninguna duda de que el niño no nacido es el más vulnerable, el más débil.
También debemos buscar una legislación no solamente de acompañamiento, sino de otro tipo que permita ir protegiendo cada vez más a las mujeres, en especial a las jóvenes, en relación con esta materia que, reitero, es muy complicada.
Por lo tanto, cuando leo que nuestra Carta Fundamental establece que "La ley protege la vida del que está por nacer", ¿qué significa ello para mí?
Para mí significa amparar, favorecer, defender, resguardar a una persona. Ese es el deber que tengo cuando resuelvo sobre una política pública, sobre una legislación como esta. Es decir, asegurar y proteger al niño que está por nacer, la vida desde la concepción.
Pero -reitero- no se han de considerar únicamente las normas constitucionales, sino también la Declaración Universal de los Derechos del Niño. ¿Qué nos dice esta? Que "el niño, por su falta de madurez física y mental, necesita protección y cuidado especiales, incluso la debida protección legal, tanto antes como después del nacimiento", ¡antes y después del nacimiento!
Ese mandato significa que nosotros debemos asumir, leer, expresar públicamente y hacer realidad en nuestra legislación lo que expresa su texto.
Sin embargo, también está la Convención Americana sobre los Derechos Humanos, que dice: "Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción".
A mi juicio, esas son nuestras realidades, nuestras obligaciones.
La historia de la sociedad nos indica que su progreso nos va mostrando un camino: siempre hay que proteger al más débil.
Si analizamos la historia de nuestro país, la historia de la sociedad, la historia de la humanidad, vemos que no ha estado presente la protección de los más débiles como un elemento prioritario. Por el contrario, creo que la sociedad, la humanidad avanza al decir: "Saben, debemos proteger a los más débiles".
Ese es el deber que hoy día tenemos que cumplir: cuidar a los más débiles. Porque no hay duda de que el aborto, incluso por las causales que ahora están sometidas a nuestra consideración, constituye una situación dramática. Nadie puede desconocer que son momentos dolorosos, momentos dramáticos. Se trata de instantes fundamentales, disyuntivas que nos da la vida, los cuales, incluso, nos impactan cada vez que conocemos algún caso de esta naturaleza.
Y ahí está la eficacia de las políticas públicas, la eficacia de las decisiones, la eficacia de los principios, la eficacia de las normas que nos rigen. Entonces, en esa disyuntiva hay que proteger al más débil, principalmente. O sea, quien ni siquiera tiene la posibilidad de expresarse necesita que el representante de la ciudadanía, que es el Estado, lo proteja.
A mi juicio, ese elemento forma parte del progreso de la humanidad. Esta ha avanzado en ciencia, en tecnología, y, por lo tanto, la realidad de 1931 respecto al aborto terapéutico no tiene nada que ver con la actual. La ciencia ha avanzado de manera espectacular en beneficio de la sociedad.
En tal sentido, algunos han reconocido aquí una situación absolutamente distinta, ya que la ciencia está al servicio de la gente, al servicio de la mujer, al servicio de los niños.
Pero, ante la evolución de derechos, es nuestro deber someternos a las normativas que nos mandatan, como la Constitución Política de la República, la Declaración Universal de los Derechos del Niño, la Convención Americana de los Derechos Humanos, que nos señalan, de acuerdo a tratados que nosotros suscribimos, que hay que proteger al más débil, que verdaderamente es el niño no nacido.
Por esas consideraciones, señor Presidente, voy a votar en contra del proyecto de ley.

El señor LAGOS (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Navarro.

El señor NAVARRO.- Señor Presidente, me parece que ni en esta Sala ni en las tribunas podemos utilizar los calificativos de puros o traidores, de buenos o malos, de ángeles o demonios, de populistas, progresistas o conservadores, de izquierda o derecha, de ateos o cristianos.
Aquí hay hombres y mujeres que tenemos el mandato de intentar representar a la sociedad chilena, a las mayorías y a las minorías, viendo cuál es la opción de las mayorías y respetando la opción de las minorías.
Cabe destacar que en este proyecto, que puede ser de mayoría o de minoría, las minorías, cualesquiera que fueren, están plenamente respetadas. El proyecto establece la voluntariedad; no la imposición. Esto no impone, sino que determina la voluntariedad.
Señor Presidente, entre los que estamos en esta Sala, hombres y mujeres, ¿quién no ha conocido un caso real y concreto en la familia, de alguien cercano o lejano, de una amiga, en que ha existido un embarazo no deseado? Y esto no hay que imaginarlo -al menos a mí me ha ocurrido-: una experiencia cercana, medianamente lejana; en el transcurso de una vida, del embarazo no deseado de una joven adolescente.
Hay gente que rasga vestiduras y acusa con el dedo a la familia en que ha quedado una niña embarazada. Luego, lo viven en carne propia, y entonces saben cuánto duele, lo que se siente y lo difícil que es tomar decisiones.
Puede ocurrir hasta en las mejores familias; nadie está ajeno a esta realidad. Y lo que estamos haciendo hoy día no es un debate sobre la vida de la madre o el derecho a la vida del niño. Todos los presentes estamos a favor de la vida. Yo al menos voté en contra de la pena de muerte, porque jamás se ha demostrado en ningún estudio empírico, ni fehacientemente -y lo dice Amnistía Internacional- que la pena de muerte disminuya el delito.
Siempre hemos estado a favor de la vida. Y en esta Sala nos hallamos lejos de tener un debate entre los que estamos en contra o a favor de ella. Aquí estamos a favor de la vida. Y el debate consiste en establecer cuál es la vida y cuál es el bien a proteger. Yo les pregunto a cada uno de ustedes: ¿qué haríamos si una amiga nos dijera "estoy embarazada", y ese embarazo fuera no deseado por motivos económicos o de cualquier índole?
Yo creo que no dudaríamos en la respuesta. Diríamos frases como: "¡Debes tenerlo!", "¡Lucha!", "¡Supérate!", "¡Actúa!", "¡Busca apoyo!". Eso hemos hecho siempre. Yo jamás pensaría que frente a una situación como esa se expresara: "Entonces, aborta".
Las respuestas que se me vienen a la mente, y creo que a todos nosotros, son: "Ve cómo lo tienes". "Ve cómo luchas". "Va a ser una bendición, pero decide tú".
Porque, claramente, en el primer y en el segundo de los casos no hay ninguna duda: la inviabilidad del feto.
La Comisión contra la Tortura de las Naciones Unidas ha calificado como "tortura" el quitarle a la mujer el derecho a efectuarse un aborto, en casos especiales como la violación y la inviabilidad del feto. ¡Lo ha calificado como tortura! Porque hay que tener dentro a ese bebé para saber -por cierto, es un tema de las mujeres-, y hay que vivirlo para sentir la realidad sobre la que queremos legislar hoy.
La mujer efectivamente es una víctima. Y no podemos sobrevictimizar a las que han sufrido una violación. Considerarla una delincuente por no querer tener el hijo es una doble victimización. La mujer es la víctima; el delincuente es el violador.
Creo que así lo pensaron en el siglo pasado, en 1930, con la legislación que ordenaba esta materia en Chile en ese tiempo. Y ninguno de los que estaban en esta Sala, ni sus abuelos, ni sus padres la cuestionaban. Tampoco la Iglesia.
Esa normativa estuvo vigente hasta el año 89. Y establecía en el Código Sanitario lo aquí ya reiterado: que se llevaría a cabo solo en casos calificados, con fines terapéuticos y con el visto bueno de tres facultativos, como se hizo a partir del 67.
Nadie ha estado a favor de dar plena libertad, y tampoco este proyecto. El debate real se enfoca en la inviabilidad del feto, en el riesgo de vida de la madre y en la violación.
Señor Presidente, solo en seis países del mundo se prohíbe la interrupción del embarazo. Y a quienes han llevado este debate a una cuestión de principios, de valores, y a veces hasta de descalificación, quiero decirles que esto solo sucede en Chile, El Salvador, República Dominicana, Malta, Filipinas y El Vaticano.
Es decir, ¿el mundo entero está lleno de moros, de no cristianos, de asesinos? En el mundo entero, en países calificados como "católicos", es permitido el aborto terapéutico. Y en muchos de ellos el aborto es discrecional. Solo en seis países se prohíbe. Entonces, ¿en todo el planeta hay países sin valores...?
Señor Presidente, asistimos a una discusión en que se ha argumentado que el Estado debe proteger al niño.
El Estado ha fracasado en la protección de los niños y las niñas. Ahí está el caso del SENAME: ¡fracaso completo de todos! De los del frente, de los de acá, de los del medio. Fracasamos. No logramos proteger a los niños después de su nacimiento.
Hay algunos que dicen: "Podemos protegerlos antes de que nazcan". Yo digo: "Hay que protegerlos en todo momento". Y la pregunta que me hago es: ¿por qué hay tan pocas adopciones en Chile?
¿Por qué quienes decimos querer a los niños, cuidar a los niños, adoptamos tan poco? Y ahí están los niños en el SENAME: abandonados, violados y violentados.
Yo considero que no solo la vida del niño antes de nacer debiera ser preocupación de quienes dicen estar por la vida, sino también del niño que ha nacido y está abandonado. Esa es una materia de fe, de convicción, de valores.
Señor Presidente, la ONU y el Fondo de Población de la ONU han hecho estudios muy fuertes sobre aquello. Y las mujeres violadas tienen nueve veces más posibilidades de suicidio que las que no han sufrido dicho abuso. Y tienen muchas más probabilidades de sufrir una depresión grave que las empuje a tomar esa decisión.
Solo quiero señalar que es difícil ponerse en el caso de una mujer. Hay hombres que pretenden hacerlo; y, más aún, en la situación de una mujer violada.
Yo creo que, sin duda, lo que podemos hacer con la mejor de las intenciones es decir: "Decide tú porque es tu vida". Y cada cual, de manera personal, optará por una decisión.
Señor Presidente, lo que está en juego aquí no es el progresismo y el conservadurismo; lo que está en juego es el derecho fundamental de una mujer a decidir qué hará con su vida.
Y, en el caso de la violación, yo los llamo a apoyar. A veces se habla con liviandad. "No, que el Estado la obligue a tener a sus hijos".
No sé cuántas mujeres han dado su testimonio de violación, y tienen que cargar con eso toda su vida.
Habrá casos maravillosos como el mencionado por el Senador Ossandón. Ojalá sean bastantes. Y habrá otros en que eso de verdad sea una cruz que inviabilice la vida de una mujer. No creo estar traicionando ningún principio valórico, ni estar optando por una posición de mayorías o de minorías. Considero que estoy optando por una profunda convicción de lo que debemos hacer como hombres, mujeres, y en nuestro caso, como legisladores.
Creo en la vida, en los derechos de las mujeres, pues nacimos de una madre. Ellas tienen la voluntad y la propiedad de decidir qué hacer con sus vidas. Y yo espero que muchas no opten por el aborto. Habrá que hacer todos los esfuerzos para que así no ocurra. Pero esa es una decisión que tomarán al final del día, pues es la vida de las mujeres que han sido violadas. La posibilidad de imponer una decisión desde el Estado me sorprende.
Señor Presidente, quienes se han opuesto a esto, siempre se han manifestado a favor de abolir el Estado, y en contra de que establezca condiciones y margine libertades. Pero hoy día los "campeones de la libertad" quieren un Estado que oprima, que determine y que no nos dé libertad.
Señor Presidente, votaré a favor con la convicción de que estamos dando un paso importante. Y me niego a aceptar que quienes así lo sentimos seamos calificados de "antivida".
Aquí estamos los provida. Estaremos a favor de la vida siempre.
Voto a favor.

El señor LAGOS (Presidente).- Terminada la votación.

--Se aprueba en general el proyecto (20 votos a favor, 15 en contra y dos abstenciones).
Votaron por la afirmativa las señoras Allende, Goic, Muñoz y Lily Pérez y los señores Araya, Bianchi, De Urresti, Girardi, Guillier, Harboe, Lagos, Letelier, Montes, Navarro, Pizarro, Quintana, Quinteros, Rossi, Tuma e Ignacio Walker.
Votaron por la negativa las señoras Van Rysselberghe y Von Baer y los señores Allamand, Chahuán, Coloma, Espina, García, García-Huidobro, Horvath, Hernán Larraín, Moreira, Ossandón, Pérez Varela, Prokurica y Patricio Walker.
Se abstuvieron los señores Matta y Andrés Zaldívar.
--(Aplausos y manifestaciones en tribunas).


El señor LAGOS (Presidente).- Debemos fijar plazo para presentar indicaciones.
¿Les parece que sea el próximo 17 de marzo?
Se ha conversado con los Presidentes de las Comisiones de Salud y de Constitución. Y han pedido esa fecha.

El señor CHAHUÁN.- Quiero proponer que sea el 31 de marzo.

El señor LAGOS (Presidente).- Senador señor Chahuán, ¿desea hacer uso de la palabra?

El señor MOREIRA.- ¡Cómo aplauden la muerte los de arriba!
--(Aplausos y manifestaciones en tribunas).

El señor LAGOS (Presidente).- Senador señor Moreira...

El señor MOREIRA.- ¡Cómo aplauden la muerte!
--(Aplausos y manifestaciones en tribunas).
Señor Presidente, yo le puedo pedir que me dé tiempo para fundamentar mi voto. ¡Usted le ha permitido todo a la gente de arriba!
--(Manifestaciones en tribunas).

El señor LAGOS (Presidente).- Honorable señor Moreira, usted sabe que eso no es cierto.
Se propone fijar plazo para formular indicaciones hasta el 17 de marzo. Y, por otra parte, hasta el 31 de marzo. Si no hay acuerdo, tendremos que votar.
A ver, los Presidentes de las Comisiones de Salud y de Constitución proponen que sea el 17 de marzo. Hay Senadoras y Senadores que plantean el 31 de marzo.
Si no hay acuerdo, no queda más que votar.
Habiendo llegado la hora de término del Orden del Día, tendremos que votar y resolver este asunto al comienzo de la sesión ordinaria de la tarde.
Se levanta la sesión.
--Se levantó a las 14:5.
Sergio Cereceda Leins,
Jefe de la Redacción subrogante