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APROBACIÓN DE TRATADO DE FAO SOBRE RECURSOS FITOGENÉTICOS PARA LA ALIMENTACIÓN Y LA AGRICULTURA


El señor QUINTEROS.- Señor Presidente, este tratado sobre recursos fitogenéticos, que constituye una herramienta fundamental para garantizar la sostenibilidad de la agricultura, promueve el derecho a la alimentación, protege los derechos de los agricultores y, como aquí ya se ha dicho, permite avanzar en el alivio del grave problema de la pobreza rural.
Chile es un país rico en estos recursos. La naturaleza es generosa a través de todo nuestro territorio, especialmente en las regiones del centro y sur del país. En consecuencia, el patrimonio fitogenético es un asunto de relevancia nacional.
La iniciativa que discutimos hoy es fundamental para los esfuerzos nacionales e internacionales en la reducción de la pobreza y la falta de alimento. Es preciso destacar que ningún país es autosuficiente en recursos fitogenéticos. Todos dependen de la diversidad genética de cultivos de otros países y regiones.
La convención persigue la protección de las reservas fitogenéticas presentes en la agricultura orgánica y de aquellas usadas común e históricamente por la agricultura.
Del mismo modo, hace frente a la amenaza de las semillas patentadas por las multinacionales que atentan contra la soberanía alimentaria y política de los países.
El tratado tiene como objetivo una distribución justa de los beneficios derivados del uso de estos recursos a partir de los acuerdos de establecimiento de un sistema multilateral eficaz, efectivo y transparente que facilite el acceso a los mismos.
Con esto, se asegura que la distribución de beneficios de los potenciales mejoramientos genéticos no se restrinja a la gran industria agrícola, sino que también alcancen a toda la producción agrícola.
El instrumento apunta, igualmente, a establecer normas antimonopolio del patrimonio genético de especies y grupos de ellas, así como de su comercio.
Promueve el intercambio de información, el acceso a la tecnología y su transferencia, así como la creación de capacidades. Por ello es relevante garantizar y estudiar las estrategias de financiación y de capacidades que el tratado asegura de acuerdo a la diversidad de los territorios nacionales, con el fin de contar con los fondos necesarios para actividades, planes y programas de ayuda destinados a los pequeños agricultores.
También es crucial discutir el rol del Estado en esta materia, ya que la convención reconoce la gran contribución que los agricultores y sus comunidades han aportado y siguen aportando a la conservación y el desarrollo de los recursos fitogenéticos.
En la actualidad, la discusión sobre estos recursos está focalizada entre el reconocimiento y protección de los recursos fitogenéticos como bien de la humanidad, y su privatización y mercantilización como fuente inagotable para el enriquecimiento de unas pocas empresas.
Los debates por la falta de alimento accesible, nutritivo y adecuado para todos y todas no es una discusión nueva. Sin embargo, solo en los últimos años ha sido reconocida en los foros internacionales, principalmente en lo relativo al valor intrínseco de la diversidad biológica y sus componentes.
Pese al desarrollo científico y tecnológico, en el escenario internacional actual de cambio climático, con graves y prolongadas sequías y desastres naturales, de grandes flujos migratorios y de desarrollo desigual, el mundo todavía no puede asegurar el derecho básico a la alimentación de todos sus habitantes.
Chile, que pretende ser una potencia alimentaria, debe ser un actor en este objetivo, y la ratificación de este tratado es un signo de este compromiso con el mundo y con sus agricultores.
Por eso, voto que sí.