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CREACIÓN DE MINISTERIO DE LA MUJER Y LA EQUIDAD DE GÉNERO


El señor QUINTEROS.- Señora Presidenta, el proyecto que hoy conoce la Sala propone crear el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género y constituirlo en la Cartera encargada de coordinar y evaluar las políticas, planes y programas destinados a promover la equidad de género, la igualdad de derechos y la eliminación de toda forma de discriminación contra la mujer.
La iniciativa del Ejecutivo ingresó en segundo trámite al Senado el 8 de octubre pasado y es parte de los proyectos prioritarios del Gobierno, que espera despacharlos a la brevedad.
Para su discusión en general, la Comisión de Gobierno, Descentralización y Regionalización contó con la presencia de la Ministra Secretaria General de la Presidencia, señora Ximena Rincón; la Ministra Directora del Servicio Nacional de la Mujer, señora Claudia Pascual; funcionarios de esas reparticiones. Y recibió las opiniones de la señora Claudia Maturana, de la Corporación Humanas; de Pablo Urquizar, de la agrupación Comunidad y Justicia; de la señora Catalina Siles, del Instituto de Estudios de la Sociedad; de la señora Ismini Anastassiou, del Instituto de Investigación, Formación y Estudios sobre la Mujer; y de la señora Alejandra Sepúlveda, de Comunidad Mujer, entre otros.
Los invitados expresaron sus opiniones e hicieron presentes sus puntos de vista a veces divergentes, pero coincidieron en que la creación del referido Ministerio permitirá un avance respecto de la situación actual.
Contar con esta institucionalidad más potente facilitará permear a la administración y a la sociedad los conceptos de no discriminación, de igualdad de derechos y de respeto hacia la mujer.
Se rediseña y modifica el nombre del actual Servicio Nacional de la Mujer y se separan las atribuciones vinculadas a la formulación y evaluación de las políticas relativas a la mujer y a la equidad de género, que se radican en el Ministerio, del papel de ejecutor de aquellas, que permanece en el ahora denominado "Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género".
Las funciones del nuevo Ministerio están en el artículo 3° del texto aprobado por la Comisión de Gobierno, Descentralización y Regionalización. Entre ellas destacan la planificación de políticas, planes y programas destinados a la equidad de género; proponer iniciativas de ley, y promover la igualdad de derechos y obligaciones.
El debate en dicho órgano técnico no se centró en la creación del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, asunto que contaba con un acuerdo transversal, sino en la incorporación del concepto de género al nombre de la institución y a sus políticas.
Básicamente, los invitados que tenían mayor preocupación entienden que la denominación importaría la promoción de una ideología de género, esto es, una construcción en la que cada persona define su sexualidad.
Por otra parte, quienes estuvieron de acuerdo con la denominación del mensaje, sostuvieron que la equidad de género implica una noción de igualdad entre hombres y mujeres, pues ellas se encontrarían subrepresentadas en la sociedad, y para superarlo sería necesario implementar políticas de género.
La Comisión analizó el proyecto con celeridad e intensidad, pues coincide en la conveniencia de darle rápido trámite.
La iniciativa fue aprobada en general por la unanimidad de sus miembros presentes, Senadoras señoras Goic y Von Baer y Honorables señores Espina, Bianchi y el que habla.
Señora Presidenta, solicito la aprobación en general de este proyecto, y que se defina un plazo acotado para las indicaciones, hasta el 15 de diciembre, de manera de asegurar junto con la Comisión de Hacienda su pronto despacho.
He dicho.

El señor QUINTEROS.- Señor Presidente, progresivamente, y fruto de una larga lucha -como lo ha reconocido la Senadora señora Lily Pérez- de líderes y organizaciones sociales, nuestro país ha ido tomando conciencia de las dificultades que debe enfrentar la mayoría de las mujeres para su plena realización.
Cualesquiera que sean el rol elegido, la vocación o las competencias con que cuenten, las mujeres comúnmente tienen que sortear barreras adicionales para el logro de sus objetivos.
Pese al bono por hijo o al permiso posnatal parental, las mujeres que desean ser madres deben asumir personalmente un costo, el que no es compensado de manera íntegra por el sistema de protección a la maternidad.
Si desea desarrollarse laboral o profesionalmente, lo más probable es que solo pueda aspirar a responsabilidades y remuneraciones menores que las que obtienen los varones con las mismas capacidades.
La vulnerabilidad y la discriminación que afectan a la mujer se evidencian en los indicadores de pobreza; en los grados de participación política; en los niveles de violencia intrafamiliar; en el costo de los programas de salud, y en una multiplicidad de situaciones que se viven día a día.
Son pocos los indicadores en que las mujeres pueden demostrar ventajas. Uno de ellos es el promedio de vida, aspecto en el que superan a los hombres. Pero esto mismo es fuente de otra discriminación: en el valor de las pensiones que reciben.
En la abrumadora mayoría de los aspectos de la vida, la mujer corre con desventaja. Y por ello es necesario crear una institucionalidad capaz de enfrentar adecuadamente la situación y definir las políticas pertinentes.
Si bien en su origen el problema es cultural, hay innumerables situaciones en las cuales se puede intervenir -con medidas legislativas o administrativas, con incentivos o desincentivos- para revertir la desventaja que hoy afecta a las mujeres en los diferentes planos de la vida.
Por eso es necesario un Ministerio de la Mujer. Porque si bien Chile ha avanzado en la eliminación de las distintas formas de discriminación contra las mujeres y tenemos una Presidenta de la República que ha priorizado estos esfuerzos y encarna tal aspiración, aún persisten brechas importantes, que responden a un modelo estructural de nuestra sociedad.
Por eso se requiere una institucionalidad renovada, la que, a mi modo de ver, debe surgir robusta, participativa y descentralizada.
Robusta: o sea, que tenga las facultades y recursos para abordar eficazmente las funciones que se le encomiendan tanto al propio Ministerio cuanto al ente continuador del actual SERNAM.
Participativa: porque la efectividad y la profundidad de las políticas que impulse la nueva estructura dependerán en gran medida del diálogo social que les preceda, teniendo presente que la principal barrera que hay que enfrentar es cultural.
Descentralizada: ello implica que habrá un órgano nacional, el Ministerio, que formulará las políticas en ese nivel, pero también existirán órganos regionales encargados de ejecutar los programas con las adaptaciones que requieran las realidades regional y local.
Me habría gustado que las direcciones regionales del SERNAM gozaran de mayor autonomía o estuviesen integradas al Gobierno Regional. Pero entiendo que la nueva estructura del poder regional será abordada en los proyectos de descentralización que surjan del estudio que está haciendo actualmente el Gobierno a partir de las conclusiones de la Comisión Presidencial.
La mayor parte de los programas que hoy lleva a cabo el SERNAM, enfocados al emprendimiento o a la violencia intrafamiliar, son ejecutados en convenio con municipios y entidades sin fines de lucro que muchas veces sufren dilaciones o trabas adicionales por ser un servicio nacional.
Ahora bien, el nuevo Ministerio es de la Mujer y la Equidad de Género.
A algunos no les gusta la referencia al género. Argumentan que con ella se desconocen las diferencias entre hombres y mujeres, y ven detrás una trampa ideológica.
¡Qué más ideologizado que lo que hemos escuchado hasta el momento!
En verdad, detrás de los discursos en cuanto a la esencia de la mujer o a la confusión de los conceptos de mujer y familia hay un profundo sesgo ideológico conservador que se niega a aceptar la diversidad actual, en la que no hay una sola forma de realizarse como mujer ni una sola forma de familia.
La esencia a la que eluden tiene su base en una construcción social y cultural sustentada en la concepción de un mundo en el que existiría un orden natural inmutable, determinado por condiciones biológicas.
La esencia, entonces, no es más que un conjunto de imágenes mentales simplificadas que en pocos rasgos definen qué es ser hombre o ser mujer.
Es precisamente para enfrentar esas simplificaciones, las cuales profundizan la brecha de la discriminación, que resulta necesario fortalecer la institucionalidad a través de un Ministerio que cuente con mayores facultades, recursos y presencia nacional para hacerse cargo de las desventajas que experimentan las mujeres y para construir, en consecuencia, una sociedad más justa e inclusiva para todas y todos.