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PERFECCIONAMIENTO DE ATRIBUCIONES DE MINISTERIO DE ENERGÍA


El señor GIRARDI.- Señor Presidente, en esta sesión estamos hablando tal vez de la política más importante que debe abordar un país. En el mundo entero, esta materia es prioritaria para el desarrollo de las economías y de las sociedades. A este sector se destinan los mayores recursos para investigación y desarrollo.
Cuando Corea del Sur se vio afectada por una crisis de desaceleración de su economía, buscó recuperarse haciendo inversiones, fundamentalmente, en el área de las energías renovables.
Al mirar los avances científicos, nos damos cuenta de que todos están orientados a poner de relevancia el mundo que viene, el cambio profundo que experimentará la humanidad desde el punto de vista energético.
Sin embargo, ¿qué observo a partir del diagnóstico que se ha hecho en esta sesión? Algo bastante penoso.
Estamos hablando de que este gran desafío que tiene Chile -no diré que es el más importante, pero sí uno de los más relevantes-, que afectará todo nuestro desarrollo como sociedad, como ciudadanos y como economía, cuenta con una institucionalidad que no es una institucionalidad.
Y eso da pena, porque muestra nuestra miopía, nuestra falta de visión, nuestra ceguera.
Yo voy a aprobar este proyecto, pero es insuficiente. Haciendo un parangón, es como querer salvar a la humanidad con un arca de Noé del tamaño de una cáscara de nuez. Así, nada se salvará.
Creo que el Ministro tiene mucho entusiasmo. Él ha sido muy serio; comparto en buena medida la forma como ha abordado esta materia. Pero creo que existe absoluta falta de comprensión por parte del Parlamento, de nuestros decisores, con respecto a la centralidad de la energía y a los instrumentos con que se cuenta para salir adelante. Ello, además, lamentablemente no nos permitirá aprovechar las oportunidades.
Nosotros vamos a pasar a una era poscarbónica con mucha antelación al fin del petróleo.
A partir del 2020, la humanidad va a vivir una crisis de calentamiento global muy profunda. Y habrá desconcierto. Los antecedentes científicos empezarán a ser comprendidos por los ciudadanos.
Estamos viviendo al borde de una situación que obligará a tomar decisiones radicales. Y esas decisiones dicen relación con que deberemos transitar a la era de las energías renovables, de las energías limpias, antes de que se termine el petróleo. Y hay petróleo para 30 años.
Nuestro país tiene una de las mayores oportunidades a nivel planetario. Porque, por esas cosas de la vida, así como no tuvimos petróleo, el destino, los astros nos dotaron de los mayores recursos de energías renovables existentes en la tierra.
Chile tiene, por lejos, el desierto más irradiado del planeta; la mayor reserva de energía geotérmica, y tal vez uno de los mayores recursos de energía mareomotriz, basada en las fuerzas generadas por las mareas.
Lamentablemente, eso requiere otro chasis institucional, otra dimensión de inversión, otros recursos puestos en acción.
Si nosotros nos lo propusiéramos, podríamos ser potencia mundial en energía en los próximos 20 años. Y, querámoslo o no, quizás la gravedad de los hechos hará que a partir del desierto de Atacama Chile sea centro neurálgico de las energías renovables, no solo para nuestro país, sino también para toda Latinoamérica y, por qué no decirlo, para el mundo entero.
De Chile se van a generar las mayores posibilidades de desarrollo para nuestra región.
Pero eso requiere inversión en ciencia, en ciencia aplicada; ordenamiento territorial; recursos para, entre otras cosas, transmisión.
Un cuello de botella que tendremos a futuro es la transmisión; otro se relaciona con los sistemas de acumulación. Porque las energías renovables, salvo la geotérmica y la mareomotriz, requieren sistemas de acumulación.
Debiéramos estar trabajando, pues, en desarrollar sistemas termosolares de sales fundidas; en la generación de energía a base de hidrógeno; en la elaboración de baterías, dado que, por lo demás, contamos con las principales reservas de litio del planeta.
Asociada a esto viene otra discusión: cómo a partir de nuestras inmensas potencialidades llevamos a cabo una especialización inteligente; cómo desarrollamos una industria en torno a las energías renovables para fabricar paneles termosolares, paneles de células fotovoltaicas, sistemas térmicos o termosolares de acumulación.
Es decir, tenemos un inmenso desafío. Y para afrontarlo se requiere visión.
Pero aquello no lo conseguirá un Ministro, por mucho entusiasmo que tenga, si no entiende nuestro país transversalmente -no es solo un asunto de Estado, sino también de sociedad-; si la comunidad no comprende las inmensas oportunidades que existen, y si no salimos de cierta visión anacrónica, de la Edad Media, y un tanto tecnocrática, que nos hace pensar que podemos lograr nuestros objetivos a través del mercado y del desarrollo de energías convencionales, que efectivamente serán una transición, pero que no representan el futuro.
Tal es el caso de la energía nuclear, totalmente obsoleta en el mundo entero. No será realidad en nuestra nación, ni lo será nunca, dadas nuestras condiciones. Pero estamos distrayendo recursos cuantiosos que podrían invertirse en las energías del futuro.
Entonces, ¿qué planteo?
Pienso que el Senado debiera aprobar la ley en proyecto. Pero ello es absolutamente insuficiente. Ni siquiera permite construir un radier sobre el cual edificar una institucionalidad política y una política para dar cuenta de nuestras oportunidades.
Si hay un área donde debiéramos invertir recursos cuantiosos porque van a tener un retorno inmenso es esta.
Yo le pido al Senado conversar más a fondo sobre cómo hacemos de la energía renovable y de la fortaleza de Chile en este ámbito el elemento central de nuestro desarrollo actual y futuro.
Creo que debiéramos trabajar seriamente en lo relativo al ordenamiento territorial.
Como Comisión de Desafíos del Futuro, estamos pidiendo que cada Senador, en su circunscripción, desarrolle una metodología para que podamos establecer la vocación de uso de los territorios; que cada comunidad, de abajo arriba, con las organizaciones sociales, con las organizaciones científicas, con las academias, con el mundo empresarial, con el mundo gubernamental, con los sectores políticos de manera transversal, defina qué quiere desarrollar como potencialidad. Ello debe hacerse a nivel de cada región, con una metodología comparable, idéntica, para finalmente unirlo en lo que pudieran ser las bases de un proyecto de país.
Esa conversación significará un preacuerdo, un primer gran acuerdo de gobernabilidad de los territorios y de las potencialidades de nuestro país. Y ello se tiene que llevar a la práctica a través del ordenamiento territorial, instrumento que pondrá en acción lo que se ha construido de abajo arriba. Y yo propongo que el Senado, junto con los gobiernos regionales, las comunidades y el mundo científico, juegue un rol fundamental en la articulación de esos procesos
Chile no puede seguir avanzando con miopía, con ceguera.
Tenemos oportunidades inmensas. Pero existe una condición: que podamos expresarlas, develarlas y que construyamos una institucionalidad para ellas.
Cada institucionalidad regional deberá ser flexible.
Construyamos educación, ciencia y articulación de consensos en función de esas potencialidades, que han de ser asumidas por el conjunto de las sociedades regionales, al objeto de que esto constituya un gran acuerdo y sea un proyecto común compartido, que nos ponga a todos detrás de un objetivo común.
Yo veo que la energía jugará un rol central en esas materias.
Ello debiera tener como fin establecer prioridades energéticas. Pero creo que Chile, así como exhibe vocación en minería, en salmonicultura, en astronomía, como potencia marítima, la tiene también particularmente en materia energética. Y la cuestión energética será la más relevante del siglo XXI y la que más transformará la economía.
Vamos a pasar a una economía colaborativa porque la energía va a ser colaborativa. El Senador Horvath habló del net metering. En otras naciones la energía colaborativa ya es una realidad. Todas las viviendas, los edificios producen energía; se acumula en las baterías de los autos, que serán todos eléctricos.
Viene, pues, un mundo radicalmente distinto. Y de nosotros depende quedarnos anclados en el siglo XX, en el anacronismo, en la oscuridad de un modelo exportador tremendamente oligárquico, o pasar a un desarrollo de país meritocrático, donde se exporten ingenieros, técnicos, capacidades, educación, innovación, creatividad.
Ese es el desafío, señor Presidente.
Y pienso que tal vez la necesidad energética puede ser el elemento que nos estimule y permita que el Senado lidere, junto con el Ministerio de Energía y otros, este desafío fundamental para Chile.