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ENMIENDA DE SISTEMA DE TRIBUTACIÓN DE LA RENTA Y OTROS AJUSTES EN SISTEMA TRIBUTARIO


El señor QUINTEROS.- Señora Presidenta, para fundamentar mi voto favorable a esta reforma tributaria quiero hacer algunas consideraciones con respecto al contexto socioeconómico en que nos encontramos y referirme a actitudes que se advierten y que configuran un panorama o clima político que es necesario tomar en cuenta.
No cabe duda de que existen una actitud objetiva y una subjetiva favorable a los cambios, entendidos como la manera que permite que las chilenas y los chilenos vivan mejor. Todos los sectores sociales sienten que es necesario hacer modificaciones, y hablan de ello.
Por eso, el Gobierno de la Presidenta Bachelet, al plantear un conjunto tan importante de reformas, se conecta con las aspiraciones de la inmensa mayoría de nuestra sociedad.
En especial, respecto a la reforma tributaria, me parece muy positiva la actitud de parte significativa de los gremios empresariales (grandes, medianos y pequeños), que tienen ahora una disposición favorable, en comparación con la negativa inicial. Y también considero muy positivo el cambio experimentado por los representantes de Partidos de la Oposición, con la excepción de uno solo, quien -por lo que escucho- no muestra miedo de quedarse solo defendiendo un sistema tributario que ampara la elusión y oponiéndose a lo obvio: es justo que los sectores que más ganan paguen mayores impuestos.
De igual modo, observo que amplios sectores sociales de profesionales, técnicos y trabajadores se manifiestan a favor de la reforma tributaria versus una minoría que encuentra todo negativo y que siempre se opondrá a cualquier cambio en nuestra sociedad.
En consecuencia, porque comprendo el anhelo de cambio que existe en la conciencia de la sociedad chilena, anuncio que votaré favorablemente la presente reforma.
Otro aspecto objetivo que quiero considerar es que vivimos un período en que como nunca antes se ha tomado conciencia de las tremendas y enormes desigualdades e inequidades que se viven en nuestro país.
Represento a una región donde tal situación es clarísima y nos golpea cotidianamente. Pero, además, el desequilibrio entre nuestra región y el absolutismo centralista coarta nuestro propio desarrollo y agrava las inequidades sociales y económicas presentes en todo Chile. De esta manera, a la desigualdad social se suma la desigualdad territorial.
Existen actividades productivas asociadas claramente a las regiones, que hacen uso de la infraestructura pública e impactan fuertemente en el medio. Resulta justo aspirar a que parte de sus tributos se recauden y se reinviertan en la zona respectiva. El sector forestal, los grandes consorcios agrícolas, los salmoneros y la pesca industrial, que mucho han ganado en estos años, deben también retribuir al territorio y a la gente que los ha ayudado a prosperar.
Por otra parte, el proyecto final ha recogido algunas disposiciones favorables para el cooperativismo, de gran relevancia para pequeños y medianos agricultores de la región, en especial en los sectores lecheros, agrupados en cooperativas como COLUN y otras.
Confío en que cuando se trate la propuesta de reforma para la descentralización del país, se incluirán las materias tributarias específicas que favorecen a las regiones, y que en esta oportunidad no se han podido tratar.
Entiendo que la falta de especialistas médicos en las regiones no se puede achacar solo a este Gobierno. Vimos en el pasado cómo se inauguraban hospitales sin terminar y se colocaban primeras piedras de recintos que nunca se construyeron. Y para qué mencionar todo lo que se contrató en el sector privado a fin de dar un mínimo de calidad a la atención entregada.
Vivimos también un período en que las chilenas y los chilenos han tomado conciencia de los abusos. Nuestra sociedad ya no puede tolerar más los que cometen los poderosos cotidianamente. Por ejemplo, en estos días nos enteramos de las cifras de enormes utilidades de los bancos y de las isapres, justo en el momento en que se nos insiste con alarma a nosotros, pero no a dichos sectores -a quienes les va muy bien- sobre la desaceleración económica. Son cifras violentas para las clases medias y los trabajadores. Su frustración e indignación son comprensibles.
La reforma tributaria, en varias de sus medidas e instrumentos, pone freno a las causas de tales prácticas al impedir las formas fraudulentas que ciertas empresas y personas utilizan para eludir el pago de sus impuestos.
Entonces, votaré favorablemente la reforma tributaria, porque apunta a impedir los abusos, que tienen hastiados a la gran mayoría de los connacionales.
También quiero referirme a lo sostenido sobre los acuerdos alcanzados para llegar al punto en que nos encontramos. Se ha considerado que, dada la desaceleración de la economía chilena, era necesario dar señales de consenso con el fin de estabilizar cuanto antes las nuevas reglas impositivas. Esta dosis de realismo me parece muy bien.
Lo que no resulta aceptable es que parte del empresariado y de la Oposición sostengan que la desaceleración se debe a la propuesta de reforma tributaria. Ya se recordaba aquí que dicho fenómeno viene de antes de que se hablara de reformas. El crecimiento del PIB en el 2012 fue de 5,4 por ciento; en el 2013, de 4,1 por ciento. Y, si se quiere ver con más detalle, en el cuarto trimestre de 2013 alcanzó a 2,7 por ciento, y en el primer trimestre de 2014, a 2,6 por ciento.
También, desde el 2013 se advirtió la disminución del crecimiento en China y la baja en el precio del cobre. Es decir, durante el Gobierno del Presidente Piñera ya venía dándose el fenómeno. No lo quisieron ver y no hicieron nada para mitigar sus efectos.
La reforma tributaria no se halla construida para enfrentar la coyuntura, pero, aun así, me pronunciaré a favor, pues los ingresos adicionales que comenzarán a recaudarse también servirán para dinamizar la economía.
En conclusión, votaré afirmativamente porque, si la prosperidad mostrada por la economía chilena durante los últimos 25 años ha sido tan grande que ha permitido la acumulación de riqueza en unas cuantas manos o bolsillos, me pregunto si es muy atroz o revolucionario proponer que esa riqueza se distribuya entre más compatriotas.
Es lo justo. Es también lo que asegura la paz y permite construir un país verdaderamente moderno, con educación de calidad para todos sus hijos.
He dicho.