Click acá para ir directamente al contenido
RESTABLECIMIENTO DE EXCLUSIVIDAD UNIVERSITARIA PARA DIVERSAS CARRERAS DEL ÁREA DE LA SALUD


El señor GIRARDI.- Señor Presidente, a veces parece que estos fueran temas menores, pero corresponden a decisiones mayores que tiene que tomar una sociedad.
Si se considera lo ocurrido en salud y en educación en los últimos sesenta años, se observan diferencias muy notables.
En el primer caso, Chile presenta uno de los presupuestos más bajos a nivel de países con un estándar de desarrollo similar, de 18 mil dólares de ingreso per cápita: en el sistema público destinamos no más de 350 dólares por persona al año.
¿Qué sucede, sobre esa base, al comparar con los de la OCDE, que cuentan con mejores infraestructuras y sistemas sanitarios, y registran avances muy superiores en muchos ámbitos?
¿Qué pasa si se hace otro tanto con los Estados Unidos? Este último gasta en salud 9 mil dólares por persona al año, y Chile, 350, como señalé. Pero ¿cuál es la sorpresa? Que, muchas veces, los indicadores comparables demuestran que nuestras cifras son mejores.
Y si nos remitimos al más eficiente modelo en el planeta, que es el inglés, cabe tener en cuenta que allá se está gastando cerca de 5 mil 500 dólares por persona al año en el sistema público de salud, poco menos del doble de lo que gasta Chile, mas nosotros ostentamos numerosos indicadores comparables en atención profesional del parto, cobertura de vacunación, mortalidad infantil, expectativa de vida, los que son relevantes a la hora de hacer un paralelo.
Uno se pregunta, entonces, dónde radica la explicación. Porque, en la comparación de nuestro país con otros de la OCDE, Chile es colista en educación, pero ocupa los primeros lugares desde el punto de vista de la salud.
En primer lugar, menos mal que las políticas en esta última área -lo que diré no va a gustarles a muchos- las han elaborado los médicos y no los abogados y los economistas.
Mas estimo que lo más importante es que hemos hecho una apuesta sistemática por preservar la calidad del recurso humano.
Porque no es la hotelería, anacrónica y deficiente, de nuestro sistema público de salud, de los hospitales y consultorios, lo que define los logros -además, faltan infraestructura, más camas, etcétera-, como tampoco nuestra capacidad tecnológica y nuestro equipamiento, campo totalmente abandonado.
¿Dónde ha residido justamente la capacidad de Chile de conseguir estos indicadores? Fundamentalmente, en la calidad del recurso humano. Diría que los mejores especialistas en Latinoamérica, durante muchos años, se formaron en nuestro sistema público de salud. No es posible, en consecuencia, que dicho factor no se comprenda ni que se tire por la borda el capital acumulado de la preparación de profesionales con un estándar internacional.
No se trata solo de médicos: cualquier enfermera, matrona, kinesiólogo, terapeuta, tecnólogo médico o fonoaudiólogo que uno saque de Chile y lo ponga en un sistema avanzado de salud en el extranjero va a ser tan competente como el formado en universidades de "países desarrollados".
Y este es un privilegio. Lo que se está cuestionando acá es eso. Lo que se quiere hacer es una "favelización" de la educación y la salud. ¿Por qué? Porque ello va a significar que el día de mañana tengamos una medicina para ricos, para aquellos que quieran y puedan pagar profesionales de calidad.
Siempre digo que quisiera que los consultorios tuvieran pediatra, porque es a quien se lleva un hijo enfermo y es, en Chile, el médico de familia de un niño. Y que la mujer pudiera consultar un ginecólogo, porque las que disponen de dinero y presentan flujo vaginal lo hacen. Y las personas con un problema de salud mental van a un psiquiatra. Aquí no contamos con esa posibilidad, sino con profesionales indiferenciados.
Pues bien, lo que justamente se quiere ahora es disponer de tecnólogos, fonoaudiólogos, terapeutas ocupacionales, entre otros, que van a ser de primera o de segunda clase. Las personas que tengan dinero van a acceder a uno de ellos con formación universitaria, y las que no lo tengan, solo podrán recurrir al que se formó en sistemas muchas veces cuestionables.
Ahora, me hago cargo de que en el país no debiera haber formación de ningún profesional de la salud en universidades no acreditadas. Me parece que es un despropósito. Y tenemos que avanzar en la superación del problema. Pero no es posible permitir que,¿
--(Aplausos en tribunas).
¿ con motivo de la falta de acreditación -solicito un minuto para concluir, señora Presidenta-, precisamente se ponga en cuestión la mayor fortaleza que ha ostentado Chile en salud.
Insisto en que no se trata de recursos económicos, ni de hotelería, ni de infraestructura, ni de tecnología, sino, fundamentalmente, de calidad del recurso humano. Las personas con más de 10 años de especialidad en todas estas carreras, no solo tienen que atender gente en el sistema público de salud, sino que también son los maestros, los formadores. Al perder ese recurso, estamos perdiendo la capacidad de formar.
Pero si queremos "favelizar" la salud, si queremos que exista una para ricos y otra para pobres, entonces tomemos el camino de que cualquier institución forme en función de una lógica de mercado y no de la calidad y de una política en la materia.
Por eso me parece tan relevante la discusión y lamento mucho lo que pasó en la Cámara de Diputados, donde, sin una reflexión profunda, a mi juicio, se votó en contra de una iniciativa fundamental para la salud pública.
He dicho.
--(Aplausos en tribunas).