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El señor CHAHUÁN.- Señor Presidente, Honorable Senado, miembros de la familia de Carlos Alarcón Vega, representantes de nuestra querida radio Festival:
En nombre del Partido Renovación Nacional, del Partido Unión Demócrata Independiente y de los Senadores señora Lily Pérez y señor Ignacio Walker, rindo un sentido homenaje al distinguido comunicador social, amigo e integrante del Consejo Regional de Valparaíso, don Carlos Alarcón Vega, conocido popularmente como "Superocho" Alarcón, cuyo deceso se produjo el 20 de abril pasado en Viña del Mar, su ciudad natal, a la que tanto quiso y que le ha prodigado un merecido cariño al mantener aún un grato recuerdo de su persona.
Por eso, los cuatro parlamentarios de la Quinta Región queremos homenajear a este hombre, que aportó muchísimo.
Desde su nacimiento, en 1959, evidenció gran talento artístico. Con el paso de los años, demostró sus dotes humorísticas cuando se integró al desaparecido trío denominado "Los Sheltons", agrupación con la cual participó en muchos festivales estudiantiles de diferentes comunas de nuestra Región.
Posteriormente, contrajo matrimonio con doña Jacqueline Quinteros, quien nos acompaña esta tarde, e ingresó a trabajar en el departamento de ventas de una prestigiosa industria de cecinas.
Sin embargo, por considerar que su verdadera vocación era el mundo de las comunicaciones, decidió aplicar en este campo su gran talento y creatividad.
Fue así como en 1979, en los estudios de la radio Valentín Letelier, dependiente en aquella época de la Universidad de Chile, rindió examen de locución ante una comisión compuesta por representantes de la Inspección del Trabajo, del Sindicato de Locutores de Chile y de la Asociación de Radiodifusores de Chile. Lo aprobó y obtuvo su carné de locutor profesional.
Hizo sus primeras armas como tal en la antigua radio Valparaíso, donde sacó a relucir su talento en la conducción de diversos programas que animó con gran profesionalismo y capacidad, lo cual le granjeó el respeto de sus colegas y el afecto de sus auditores.
En 1983, se integró a la radio Festival, de Viña del Mar, en la que llegó a constituirse en un verdadero símbolo de sus programas, los que cuentan desde hace casi cuarenta años con vasta audiencia, no solo en Viña, sino también en las demás comunas de la Región y en otras zonas de nuestro país.
Durante esos años animó varios programas en diferentes horarios, destacándose en los denominados "Show 127" y "Festivalazo", entre otros, donde compartió micrófono con otras experimentadas figuras del mundo radial, todo lo cual hizo crecer la sintonía de esa emisora, a la que llamaron "la radio en colores".
Entusiasmado por asumir otros desafíos, en 2005 emigró de dicha estación radial para desempeñarse como locutor y animador de programas en las radios Agricultura y Punto 7, de Valparaíso, en las cuales también me tocó acompañarlo.
Pero su entrañable cariño por la radio Festival lo hizo volver a trabajar en ella en 2011, donde asumió la conducción de programas de alta sintonía, como los ya mencionados Show 127, Festivalazo y Gran festival de recuerdos, en los que hizo gala de su siempre creciente calidad profesional y de su destacable sello de solidaridad y disposición a participar en cuanto acto de beneficio existiera en nuestra Región.
Asimismo, incursionó en la animación de diversos festivales, tales como el del Huaso, en Olmué; el del Cantar del Hombre de Mar, en Concón; el de la Nueva Ola Chilena, en Villa Alemana; el del Cantar Juvenil, en Viña del Mar; asimismo, de la Fiesta de la Cerveza, en Limache; de muchos eventos en las comunas de Quilpué, Zapallar y Quintero; e igualmente, de innumerables reuniones y fiestas de grandes empresas nacionales, en las que destacó por su dominio de los escenarios y la gran atracción que concitó en sus auditorios.
Su gran anhelo fue animar el Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar, para lo cual tenía sobrados e indiscutibles méritos. No lo logró, lamentablemente, por razones propias de la organización de dicho evento. Por cierto, habríamos tenido la oportunidad de contar con un auténtico viñamarino animando ese certamen.
Recuerdo que empujamos una campaña para que "Superocho" lo consiguiera. Y me dijo: "Mira, Pancho, no llegamos al Festival de la Canción, ¡pero al menos llegamos al Festival de la Cebolla...!".
No obstante ello, logró otro reconocimiento que lo llenó de alegría y legítimo orgullo -a eso me referí recién-: su amigo y colega de la radio Carlos Williams irrumpió en plena conducción de una de las jornadas del Festival de la Cebolla, en la Quinta Vergara, para entregarle una Gaviota con motivo de cumplirse el vigésimo aniversario del comienzo de su vida artística. Ello le valió una ovación del público asistente.
El talento que exhibió con creces en la conducción radial y de eventos artísticos lo plasmó asimismo en su solidaridad con los demás, virtud que demostró con un espíritu innato de ayuda desinteresada a los sectores más postergados y vulnerables de la comunidad regional. Para tal efecto el micrófono le sirvió de valiosa herramienta social.
Así, por ejemplo, siempre se le vio muy preocupado por la calidad de vida de los residentes de los distintos campamentos que pueblan nuestra ciudad de Viña del Mar.
Un botón de muestra de ese espíritu solidario y de amor al prójimo lo constituye una visita que hizo a una pareja de ancianos postrados y ciegos, quienes sintieron una inmensa alegría al notar su presencia.
En todo caso, era común ver a "Superocho" Alarcón no solo en visitas como la mencionada, sino también alentando campañas solidarias y de ayuda a la comunidad destinadas a juntar recursos para una operación médica u otros menesteres.
Otro ejemplo es el de un niño de Valparaíso que se encontraba en estado vegetal y recibió su visita: al escuchar la voz de "Superocho" Alarcón experimentó una alegría descontrolada.
Todas estas virtudes de hombre bueno, noble, y que irradiaba sus sentimientos hacia sus semejantes, especialmente hacia los más modestos, hicieron que se le ofreciera la posibilidad de postular a consejero regional en las primeras elecciones para cargos de esa índole que se realizarían el año 2013. Finalmente lo concretó, integrando la lista del Partido Por la Democracia, en calidad de independiente. Fue elegido en noviembre del año pasado con la segunda mayoría en la circunscripción electoral conformada por las comunas de Viña del Mar, Concón, Quintero y Puchuncaví.
Ese apoyo ciudadano constituyó, a no dudarlo, una validación de la tremenda credibilidad que Carlos Alarcón tenía entre los sectores más postergados de aquellas comunas, que con toda justicia reconocieron su acción solidaria a través del importante medio de comunicación social que es la radio, y en particular, la Radio Festival.
Lamentablemente, alcanzó a ejercer durante muy poco tiempo su función en el Gobierno regional, dada la dolencia cardiaca que lo afectó y a consecuencia de la cual se registró su deceso, a una edad en que todavía estaba en condiciones de aportar mucho más a la comunidad.
Yo estuve en el hospital Gustavo Fricke la noche anterior al desenlace. Y tuve la oportunidad, también, de hablar telefónicamente con uno de sus hijos: se encontraba muy tranquilo. Pero, finalmente, la muerte se llevó a un gran hombre en forma muy inesperada.
Sin lugar a dudas, su gran espíritu solidario y de ayuda social lo habría aplicado en forma entusiasta para colaborar con las víctimas de la inmensa catástrofe provocada por el incendio que afectó a la parte alta de Valparaíso el 12 de abril pasado. Incluso, se hallaba preparando un evento para ir en ayuda de las tantas familias porteñas afectadas por ese drama. Ello que demuestra la capacidad humana de nuestro amigo Carlos.
Fue un hombre alegre, de gran bonhomía, franco, sin dobleces, captador de afectos, que no generaba enemistades; por el contrario, solo concitaba cariño y admiración.
Carlos formó junto a su esposa, Jacqueline, una hermosa familia, constituida además por sus hijos, Carlos Javier, Juan Pablo y Lucas, y su nieta, Ignacia, hija del primero. A todos los amó entrañablemente. Y, por cierto, ellos lo extrañan inmensamente: nunca olvidarán las enseñanzas que les dejó ese gran hombre.
Asimismo, Carlos Alarcón supo integrar a su familia a sus actividades creativas. En efecto, con su esposa, Jacqueline, y sus hijos Carlos Javier y Juan Pablo conformaron la productora Ocho Pro.
Además, fueron devotos de la Virgen de Pompeya y asiduos visitantes del Cristo de Tabolango, porque se sentían agradecidos de la vida y de las oportunidades que les había prodigado, especialmente en lo que se trata de ayudar a la comunidad.
Las exequias de Carlos "Superocho" Alarcón constituyeron una demostración palpable del inmenso cariño que le profesaban diversos sectores de la comunidad, al punto que la iglesia de la Orden Carmelita en Viña del Mar no dio abasto para contener a las más de tres mil personas que asistieron a la celebración eucarística fúnebre que ofició el Obispo de Valparaíso.
A ellos hay que añadir el millar de personas provenientes de todos los sectores sociales, quienes con anterioridad a esa ceremonia concurrieron a visitar la capilla ardiente, ubicada al costado del templo, donde le dieron su adiós postrero.
Antes de que el cortejo enfilara hacia su última morada, en el Cementerio Parque del Mar -Camino Internacional-, su féretro circuló -acompañé el recorrido- por diversas calles céntricas de la ciudad, pasando frente a su querida Radio. En todas esas arterias fue saludado por numerosas personas que agitaban pañuelos blancos y pancartas con afectuosas frases de despedida. Porque todos esos sectores de la comunidad agradecieron a Carlos "Superocho" Alarcón lo mucho que hizo por el mejoramiento de la calidad de vida de los más desposeídos.
Fue así como en su funeral cosechó lo que sembró con honestidad, humildad, solidaridad y una auténtica vocación de servicio público, que ejerció desde su ámbito de acción: la comunicación radial y la animación de eventos, donde sobresalió por su simpatía, carisma y cercanía con su auditorio.
Estoy cierto de que su familia sabrá conservar incólume el legado que deja, conformado por la acción solidaria constante, llevada a cabo en el mundo de las comunicaciones durante más de treinta años, que lo caracterizó.
Por ello, junto con saludar a su familia con todo mi afecto, los insto a continuar la senda trazada por Carlos "Superocho" Alarcón, a quien le rindo este sencillo homenaje, porque se ha ganado con toda justicia el sitial que el Todopoderoso tiene reservado para los hombres buenos y nobles.
Yo quiero despedir en lo personal a mi amigo Carlos Alarcón: que su ejemplo sea el motivo que guíe a todas las personas que hoy día se desempeñan en la radio, para que puedan compartir con él ese afán de solidaridad, que no solo ha sido el sello de "Superocho", sino también el de Radio Festival.
Muchas gracias.
--(Aplausos en la Sala y en tribunas).