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REGULACIÓN DE INSCRIPCIÓN AUTOMÁTICA, SERVICIO ELECTORAL Y SISTEMA DE VOTACIONES


La señora RINCÓN.- Señor Presidente, me gustaría que estuviéramos discutiendo una reforma al sistema político en serio. Siento que este debate, necesario, es una pequeña parte de todo lo que requerimos.
En esta Sala escuché hoy afirmaciones fuertes; muchas de ellas, dolorosas. He oído a un camarada una expresión que me duele. Todo ello me parece lamentable.
Cuando en la discusión legislativa se establece que votamos en el Senado incentivos como el descanso de medio día; la preferencia, ante igualdad de condiciones, en empleos públicos y en la adjudicación de becas educacionales, en fin, simplemente se está dando cuenta de la manera como motivamos la participación política de hombres y mujeres.
Este año hemos visto cómo en el debate nacional se instaló la indignación, la que se arrastraba por años. Y ella dice relación con discusiones que quienes estamos mandatados por la ciudadanía, por el pueblo, no hacemos en el Parlamento.
Esas discusiones tienen que ver con el trabajo justo y decente; con la calidad de vida en materia de educación, de salud, de vivienda; con la equidad en el país.
Nos conformamos con los macroindicadores, que muestran a un Chile de 15 mil dólares de ingreso per cápita, cuando los mismos datos dicen que 75 por ciento de nuestros trabajadores ganan menos de 300 mil pesos mensuales.
Señor Presidente, quienes apoyábamos los incentivos en comento lo hacíamos pensando en cómo estimular la participación ciudadana en las elecciones.
Y quiero ser clara al respecto.
No lo hacíamos para evitar la inscripción automática, porque ya se encuentra aprobada con los votos de todos los integrantes del Senado.
Tampoco, para demorar el trámite legislativo del proyecto de ley que nos ocupa, que -y aquí todos lo sabemos- debe ir de todas maneras al Tribunal Constitucional.
Por lo tanto, la norma pertinente, rechazada por muchos Senadores y Senadoras, no significaba un retardo adicional.
Pero más pena me da el hecho de que en la Cámara Alta se hayan opuesto a la educación cívica. Porque, finalmente, al proponerla estamos hablando de la falta de formación ciudadana existente en Chile.
Y recojo las últimas expresiones de quien me antecedió en el uso de la palabra, el colega Lagos, para señalar que necesitamos discutir en serio las reformas políticas, y dentro de ellas, por cierto, el financiamiento de los partidos.
Porque, probablemente, no tendremos financiamiento para nuestras próximas campañas por no estar dispuestos a mantener el statu quo de las pesqueras, del retail, de las farmacias, de un sinnúmero de empresarios que no lo hacen bien.
Estimo que esa discusión es urgente.
No es admisible que los partidos políticos no tengan financiamiento; que quien no disponga de dinero o no sea sujeto de crédito no pueda ser candidato.
Ese es un debate de fondo que no hacemos.
También es inaceptable que aún no discutamos en torno a la elección de consejeros regionales y a la reforma al sistema binominal -se trata de algo que nos preguntan todos; y fue una de las grandes virtudes del movimiento estudiantil haber puesto en el tapete esas cuestiones-, y que hoy día nos demoremos en una discusión que (¡perdónenme!) no tiene incompatibilidad alguna con el ejercicio del derecho a voto voluntario ni con la inscripción automática.
Lamento de verdad que no hayamos hecho el debate de fondo en esta iniciativa y que nos enfrascáramos en una discusión absurda respecto de incentivos que solo pretenden lograr más participación en un país donde cada día hay menos alicientes para respaldar la política y la actividad pública de quienes nos hallamos aquí.
He dicho.