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PROTECCIÓN A CETÁCEOS Y ENMIENDA DE
LEY GENERAL DE PESCA Y ACUICULTURA


El señor ZALDÍVAR, don Adolfo (Presidente).- Corresponde tratar el proyecto, iniciado en mensaje y en segundo trámite constitucional, que protege a los cetáceos e introduce enmiendas a la Ley General de Pesca y Acuicultura, con informe de la Comisión de Intereses Marítimos, Pesca y Acuicultura.
--Los antecedentes sobre el proyecto (5936-12) figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley:
En segundo trámite, sesión 45ª, en 19 de agosto de 2008.
Informe de Comisión:
I. Marítimos, Pesca y Acuicultura, sesión 47ª, en 2 de septiembre de 2008.
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo (Presidente).- Tiene la palabra el señor Secretario.
El señor HOFFMANN (Secretario General).- El Ejecutivo hizo presente la "suma" urgencia.
El objetivo principal de la iniciativa es cumplir las obligaciones internacionales asumidas por el Estado de Chile en beneficio y protección de las especies cetáceas, como, asimismo, asegurar su uso no letal, declarándose zona libre de caza de cetáceos las aguas interiores, el mar territorial, la zona económica exclusiva de la república y las áreas adyacentes a esta última sobre las cuales exista o pueda llegar a existir jurisdicción nacional.
La Comisión de Intereses Marítimos, Pesca y Acuicultura aprobó este proyecto en general por la unanimidad de sus miembros presentes, Senadores señores Ávila, Bianchi y Horvath.
El texto pertinente se consigna en el primer informe.
Los artículos 1°, 2° y 6°, número 2, son de quórum calificado, por lo que deben ser aprobados con 20 votos favorables.
Finalmente -y esto tal vez absuelva la consulta que se formuló antes de comenzar el tratamiento de la iniciativa-, la Comisión deja testimonio en su informe de haber analizado los contenidos de cuatro distintas mociones, de diversos señores Senadores, referidas a materias similares a las del proyecto que ocupa en este momento a la Corporación, las que en el debate particular podrán incorporarse como indicaciones o subsumirse en el texto que se propondrá en el segundo informe.
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo (Presidente).- En discusión general el proyecto.
Tiene la palabra el Senador señor Horvath.


El señor HORVATH.- Señor Presidente, Chile fue un país ballenero -actividad y costumbre ya presentes en nuestros pueblos originarios- donde se capturaba a los cetáceos varados -fundamentalmente a la ballena-, que se aprovechaban íntegramente para alimentación o para usar su aceite como combustible. El país pasó a otra etapa, donde se utilizaron el petróleo o sus derivados. Y hoy día nos encontramos en los albores de otra fase, caracterizada por las energías renovables no convencionales.
Si a lo anterior se suman la mayor conciencia sobre los ecosistemas marinos y la posibilidad real de hacer investigación científica no letal de aquellas especies, entramos en un período totalmente nuevo en nuestra relación con el mar y sus diversos seres vivos.
Nuestra nación, en sus aguas jurisdiccionales, en las áreas donde tenemos influencia, posee sobre 50 por ciento de las especies de cetáceos conocidas a nivel mundial.
Como lo señala el mensaje, Chile avanzó con cierta velocidad en la línea de la protección.
El año 1977 dictó el decreto supremo por el cual prohibió la caza de delfines y toninas. En 1984 suspendió la caza de ballenas. Y el año 1995, mediante decreto exento, determinó una veda extractiva por 30 años, que es la que tenemos vigente.
O sea, hoy en nuestro país, en toda su porción oceánica, se hallan prohibidas la caza y la captura de cetáceos.
Como las cosas se pueden deshacer del mismo modo en que se hacen, lo importante es darle rango de ley al mencionado decreto.
Desde fines de 2007 se generó una serie de iniciativas en este sentido. Se eligió a Chile sede de la 60ª. Reunión de la Comisión Ballenera Internacional (se realizó durante el año en curso), lo cual fue despertando, gracias a la acción de grupos ciudadanos, una conciencia creciente, en la línea de proteger las especies y prohibir su caza.
El Centro de Conservación Cetácea, Ecoceanos, el Centro Ballena Azul, universidades, organizaciones internacionales (por ejemplo, Greenpeace) y los propios pescadores artesanales siguen la misma dirección.
Nuestra actividad legislativa también ha ido a la par.
En 1991, la Ley de Pesca y Acuicultura, por indicación parlamentaria, estableció los parques y las reservas marinas.
Después, con fondos del Banco Mundial, se creó el Proyecto GEF Marino, que ha permitido establecer áreas marinas costeras protegidas de uso múltiple. Tenemos actualmente tres: Isla Grande de Atacama, en la Región del mismo nombre; Lafken Mapu Lahual, en la Región de Los Lagos, y Francisco Coloane, en la Región de Magallanes. Están por constituirse dos adicionales: una que comprende la Región de Aisén y la de Los Lagos, en torno al golfo del Corcovado -quizá se amplíe aún más-, y otra específicamente en la Undécima Región.
A partir del año 2003 se estableció, fundamentalmente por el Centro de Conservación Cetácea, la Red de Avistamiento de Mamíferos Marinos de Chile. Lo señalado ha ido ampliando las conciencias por valorar y proteger los ecosistemas y la ballena como especie símbolo.
La Ley General de Pesca y Acuicultura, primero, y la Ley de Bases Generales del Medio Ambiente, después, le dan responsabilidad a nuestro país en el mar presencial, cuestión no menor para todas las especies vivas en el litoral y en nuestro mar.
Hay Regiones que han ido avanzando, mediante el instrumento de zonificación del borde costero, en procura de armonizar las distintas actividades que se realizan o potencialmente es factible realizar para llegar a acuerdos, los que, desde luego, consideran la conservación.
Con estos antecedentes se gestan los dos proyectos que trataremos en esta sesión.
La iniciativa que nos ocupa ahora tuvo origen en un mensaje enviado al Parlamento en junio de este año, en respuesta al compromiso que la Presidenta de la República contrajo con la ciudadanía, en su Mensaje del 21 de mayo último, de declarar monumento natural la ballena y los cetáceos que la acompañan y, de alguna manera, sustentar una legislación en la misma línea.
La ley en proyecto tiene puntos importantes en lo relativo a la existencia y funcionamiento de centros de rehabilitación.
Existen cuestiones adicionales que conviene incorporar en ella.
Por ejemplo, es necesario consignar en las Leyes de Navegación y de Pesca precauciones mínimas para evitar colisiones con los cetáceos. Hay que regular la forma de avistamiento de las especies; al respecto, debe llenarse un vacío en cuanto al avistamiento aéreo, el que puede ser altamente nocivo en el mar presencial. Con la declaración de las ballenas como monumento natural, han de preverse sanciones especiales para quienes trasgredan las normas del caso.
Sondeos de opinión indican que más del 97 por ciento de la ciudadanía aprueba la protección a las ballenas.
Cabe puntualizar que en esta materia no solo se halla envuelta una cuestión de respeto a la vida, sino también la existencia de una serie de actividades que se sostienen en el tiempo, como ocurre con el turismo. Hay regiones del Cono sur americano que viven gran parte del año gracias a la posibilidad de proteger y avistar sanamente a las ballenas. Tal es el caso de Puerto Madryn -más cercano a la Patagonia chilena-, en el Océano Atlántico.
En consecuencia, también por la vía del resguardo y respeto a esos cetáceos se abre una fuente económica relevante para el país, si bien es lejos más significativa la conciencia con respecto a la protección de su vida.
Por todas esas razones, proponemos que se apruebe la idea de legislar y se abra un plazo mínimo para presentar indicaciones, en forma de incorporar una larga lista de observaciones menores y lograr que esta iniciativa sea promulgada como ley antes de que Chile deba sustentar internacionalmente la posición en comento, sobre la cual ha logrado acuerdo con muchos países latinoamericanos y además con Nueva Zelandia, Australia y otras naciones que ya están dejando en minoría a los pocos países balleneros que quedan en el mundo, como Japón, Islandia y Noruega.
He dicho.
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Ávila.


El señor ÁVILA.- Señor Presidente, las actividades de observación de cetáceos están aumentando de manera exponencial y las autoridades no tienen potestad ni cuentan con un instrumento adecuado para regularlas.
Incorporar indicaciones al proyecto de ley en debate podría demorar su aprobación de manera lamentable. Y hay urgencia en acelerar al máximo el despacho de esta iniciativa.
La Ley de Bosque Nativo, precisamente por las sucesivas enmiendas e indicaciones de que fue objeto, demoró más de 14 años en ser tramitada en este Parlamento. Mientras tanto, las actividades forestales no reguladas continuaron destruyendo nuestra biodiversidad terrestre y acuática.
Chile es el segundo país con la mayor tasa de crecimiento en el avistamiento de cetáceos. En la Región de Magallanes, de una embarcación en 2003, se ha pasado a cinco. Esto, pese a que el sector es un área marina protegida.
El registro de avistamiento de cetáceos se encuentra funcionando desde hace más de cinco años de manera eficiente. Garantiza hasta el momento el acceso de los diversos actores interesados a través de la Red de Avistamiento de Mamíferos Marinos de Chile, del Centro de Conservación Cetácea y de la Red de Avistamiento de la Armada de Chile.
El proyecto de ley en discusión incluye los aspectos esenciales para que las autoridades pertinentes elaboren los reglamentos y planes de acción necesarios a los efectos de asegurar la conservación de los cetáceos y el desarrollo sustentable de las comunidades costeras en Regiones.
La necesidad de legislar urgentemente sobre el particular cuenta con un absoluto consenso ciudadano. Una reciente encuesta Adimark señala que el 99 por ciento de los chilenos considera fundamental la dictación de leyes en esta materia.
La iniciativa que nos ocupa tiene el apoyo del Gobierno, de la Armada de Chile, de la Cámara de Diputados, y es altamente valorada por los científicos, por los conservacionistas y, en general, por la comunidad internacional.
Chile, como Sus Señorías saben, es representante del bloque de países conservacionistas de América Latina denominado "Grupo de Buenos Aires". Podría llegar a la próxima Reunión de la Comisión Ballenera Internacional, que se celebrará en Estados Unidos el 15 de septiembre venidero, con el Santuario de Ballenas en sus aguas jurisdiccionales convertido en realidad.
Ahora bien, es plausible el planteamiento que ha expuesto el Honorable señor Horvath en cuanto a analizar conjuntamente los dos proyectos. Pero, particularmente, me suscita dudas acerca del tiempo que pueda implicar abordarlos bajo esa modalidad.
El señor Senador también menciona que sería de gran interés tener ya dictada una ley cuando se celebre la mencionada Reunión de Estados Unidos. Pero si, además de dar un tratamiento conjunto a ambos proyectos, se está abriendo la posibilidad de presentar indicaciones, entonces aquella expectativa se derrumba automáticamente.
Considero innecesario generar un espacio para formular indicaciones, porque ambas iniciativas contienen lo fundamental.
Yo insisto en que pocas veces se registra un consenso más amplio en torno de una materia que está siendo objeto de tramitación en el Congreso.
Después del avistamiento de ballenas, quizás la condena al Transantiago sea lo único que más o menos pueda equipararse en adhesión ciudadana. De cualquier forma, ¡son cetáceos terrestres los que circulan por nuestra metrópolis, y su avistamiento ya se hace fatigoso para la gente, debido a que ya no despiertan curiosidad alguna¿!
Para concluir, señor Presidente, solicito a mis Honorables colegas que se hagan eco del sentimiento generalizado de la ciudadanía, atiendan a la premura que en general existe de contar con una ley apropiada sobre la materia y lleven a cabo todo lo necesario para que el proyecto sea objeto de un tratamiento lo más acelerado posible.
He dicho.
--(Aplausos en tribunas).
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo (Presidente).- Tiene la palabra el Senador señor Navarro.


El señor NAVARRO.- Señor Presidente, por cierto, nos anima el espíritu de que Chile lidere, no solo en el papel, sino también en los hechos y el contexto internacional, el respeto por los cetáceos y su protección, y de que asuma tal condición no únicamente por sus 4 mil 500 kilómetros de costa, sino asimismo porque más de 50 por ciento de esas especies se hallan representadas en el hábitat que encuentran en la jurisdicción nacional. Lo anterior determina para nuestro país una obligación especial, diferente del resto del mundo, por cuanto, además de poseer 43 especies que conforman dicho porcentaje, es de naturaleza marítima.
Claramente, la población de ballenas sigue disminuyendo en forma drástica. Chile debe asumir una posición más franca, directa, crítica, en contra de las naciones que insisten en la captura con fines científicos -entre comillas-, como Japón, Islandia y Noruega. Echo de menos una actitud más enérgica. Nuestra Cancillería critica a otros países por motivos políticos, se rasgan vestiduras; pero a la hora de defender a las ballenas, cuando vamos a contar con una ley de reconocimiento explícito que afianza la posición chilena, espero que esa delicadeza cambie y que, en definitiva, en los foros internacionales nos constituyamos en abiertos detractores de los Estados a que hago referencia.
He presentado un proyecto que establece que Chile no solo debe resguardar su territorio, sino que también puede juzgar a personas que violen la ley e ingresen a la jurisdicción nacional. Es decir, se consagra el principio de la extraterritorialidad con relación a quienes cometan un delito incluso fuera de dicho ámbito.
A mi juicio, debemos tener mucho cuidado en esta materia, porque si el país declara monumento natural a las ballenas y permite la recalada de buques que se dedican a capturarlas fuera de las 200 millas, caerá en cierto grado de inconsecuencia.
Por eso, el texto del Gobierno me parece ajustado. Sin embargo, debo señalar que otras propuestas asimismo pretendían, por cierto, que la ley funcionara.
La iniciativa en análisis dispone que la Subsecretaría de Pesca tendrá la obligación de fijar un procedimiento para el rescate de una especie amenazada. Además, se establecen centros de rehabilitación especial en caso de decomiso o captura de ejemplares. La pregunta que surge es de dónde provendrá el dinero para tal efecto. Considero que, asociado con la aprobación del texto en debate, el proyecto de Ley de Presupuestos para el próximo año debería contemplar los fondos necesarios, ya que la Subsecretaría es débil -más bien, de "baquelita"- y no cuida los recursos de que disponemos. Así, ha permitido depredar el jurel, la sardina, la anchoveta, la merluza. O sea, carece de una política de pesca. Por lo tanto, si se le asignan nuevas responsabilidades, deseo que también se le otorguen nuevos medios. En tal sentido, no cabe sino confiar en que se va a cumplir la palabra empeñada por la Presidenta y en que dicho organismo podrá hacer efectiva, sobre la base del supuesto que señalo, la ley en proyecto.
Del mismo modo, se establecen sanciones para quienes provoquen la muerte de una especie cetácea o la dañen, y también se imponen condiciones a naves y aeronaves.
Se requerirá una política de educación muy fuerte, a través de la Armada y la Subsecretaría de Pesca.
He conversado sobre el tema en análisis con el Senador señor Horvath, con quien somos autores de otros proyectos en la materia.
Creo que aprobar ahora el texto que nos ocupa permitirá a Chile concurrir, a nivel internacional, señalando claramente su compromiso, lo que es un paso positivo. Pero también quiero que se manifieste la voluntad del Ejecutivo en orden a que el resto de las iniciativas en este ámbito pueden mejorar aquella que se acoge. No hay otra salida, si queremos cumplir con los compromisos internacionales y, a su vez, ampliar el debate sobre financiamiento, creación de institucionalidad y mejoramientos en aspectos que la ley no contemple, aunque sea un gran avance.
Me pronunciaré a favor de la normativa en debate, señor Presidente. Sin embargo, deseo señalar expresamente al Ejecutivo la necesidad, en primer término, de generar las fuentes de financiamiento necesarias en el proyecto de Ley de Presupuestos para el próximo año, a fin de que Chile se ponga al día de manera inmediata, y, en segundo lugar, de que las dos iniciativas sobre la materia, incluida aquella de la cual soy autor, junto con los Senadores señores Girardi y Horvath, sean discutidas y votadas a la brevedad por el Congreso, en particular por esta Corporación.
He dicho.
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Allamand.


El señor ALLAMAND.- Señor Presidente, solo deseo formular un par de comentarios para complementar algunos de los juicios emitidos por algunos señores Senadores y para referirme tanto al proyecto en examen como a aquel que se tratará a continuación.
En verdad, existen ciertos hitos a la vez políticos y legislativos en los países, y tengo la impresión de que la legislación que estamos impulsando en el día de hoy reviste precisamente tal carácter. No es menor el que de alguna forma el texto que nos ocupa suponga explícitamente una obligación que hasta ahora no hemos asumido pero que dice relación a nuestra propia identidad. Si una nación con un mar como el de Chile, en el cual habita -como se señala en los antecedentes- casi la mitad de los cetáceos conocidos, no contrae un compromiso explícito de protección y conservación, en definitiva estará en deuda consigo misma. Según se ha mencionado, el ciclo de reproducción de los cetáceos es particularmente lento, por lo que la subsistencia de sus poblaciones, en muchos casos, es muy sensible a todo tipo de caza.
Como recordó el Senador señor Horvath, en Chile de alguna manera hemos "girado" de posición, ya que hemos dejado atrás la actividad ballenera que nos caracterizó en determinado período. Pero ello no ocurre en otras naciones. Hoy existe un grupo importante y poderoso de países balleneros, entre los cuales destacan Japón, Noruega, Islandia -por citar solo tres-, y corresponde que nos distingamos y establezcamos una clara diferenciación entre nuestra conducta y la que los caracteriza.
Mi Honorable colega consignó, en cuanto al punto de vista normativo, que desde 1995 aplicamos una veda extractiva, pero únicamente por treinta años, y no solo respecto de cetáceos, sino también de otros animales.
En general, el proyecto posibilita la adopción de un compromiso definitivo e indefinido que nos permite ir mucho más lejos que la actual generación.
Asimismo, creo importante dar cuenta de que en estos cuerpos legales se avanza verdaderamente en normar las actividades de avistamiento, las cuales son sin duda relevantes tanto desde el punto de vista del estudio como de la preservación de las especies. Ello hace factible la sensibilización de todos los que participan en ellas. Y, considerando que tales acciones se están incrementando, resulta necesario que exista un cuerpo normativo que de alguna forma las reglamente.
En el mismo sentido, indudablemente significa un aporte el que se consagre la figura del rescate de ejemplares -e incluso, su posterior devolución al medio natural- cuando se encuentren en situaciones de amenaza.
Finalmente, dos breves reflexiones.
Primero, deseo sumarme a lo expuesto por los Senadores señores Horvath y Navarro en términos de la importancia de avanzar en una institucionalidad más funcional al objetivo que se persigue.
Asimismo, desde el punto de vista de los recursos, no se saca nada con aprobar estos cuerpos normativos si, en definitiva, no existen los fondos requeridos para implementarlos.
Segundo, también resultaría bastante significativo que el Ejecutivo pudiera ir avanzando desde ya en la preparación de todos los reglamentos asociados a estos proyectos. Se trata de no repetir lo ocurrido, por ejemplo, con la Ley sobre Bases Generales del Medio Ambiente, la cual, a catorce años de su dictación, aún carece de muchas normas sobre emisión y calidad que precisamente son necesarias para ponerla en práctica.
No pocas veces ocurre que se avanza legislativamente, pero con posterioridad se entra en un rezago desde el punto de vista reglamentario. Ello, en la práctica, de alguna manera obstaculiza la expedita aplicación y vigencia de la ley.
En razón de lo anterior, anuncio que voy a aprobar el proyecto que nos ocupa y también el que se verá a continuación.
He dicho.
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Letelier.


El señor LETELIER.- Señor Presidente, estimados colegas, cuando la Presidenta Michelle Bachelet, en concordancia con su anuncio del 21 de mayo recién pasado, firmó hace un par de meses, en Quintay -la misma localidad donde se realizaron las últimas actividades de caza de cetáceos en la parte central del país-, el proyecto de ley en debate con el objeto de declarar unilateralmente como santuario ballenero las doscientas millas de zona económica exclusiva, hizo una afirmación política y moral de tremenda trascendencia.
Se dijo, primero, que escuchó a los ciudadanos. Algunas encuestas indican que más de 99 por ciento de los chilenos quieren que se prohíban la caza, captura, tenencia y maltrato de cetáceos en el territorio nacional. Estimo que se atendió, entonces, al clamor de los millones de compatriotas que mantienen una visión clarísima en la materia.
Segundo, se manifestó ante la comunidad internacional una posición -confrontacional, diría yo; otros la calificarán de forma distinta- de rechazo y condena a la actitud de Japón, Noruega, Islandia y otros países que practican en forma abusiva e indiscriminada el asesinato de cetáceos, bajo la excusa de una investigación científica que no es tal, pues se persiguen fines comerciales de la peor calidad.
Dos elementos, entonces, han llevado al proyecto de ley en análisis. Y si hoy lo consideramos es porque algunas organizaciones no gubernamentales lo han venido proponiendo y promoviendo con insistencia a las autoridades. El centro de estudios sobre cetáceos Ecoceanos, entre muchas otras entidades, ha desarrollado una difusión en ese aspecto. Y me parece que hoy día debemos sentirnos enormemente agradecidos de cómo la sociedad civil coopera en el desenvolvimiento de ideas de mayor humanidad en Chile.
Señor Presidente, más allá de que al texto se le puedan agregar muchas cosas; más allá de que con la normativa en estudio no se agota la discusión acerca de la creación de un santuario; más allá de que mañana se puedan contemplar otras normas sobre temas complementarios, como el establecimiento de zonas marinas protegidas o de vías de tránsito marítimo, a fin de evitar la invasión de actividades comerciales en lugares de reproducción o tránsito de cetáceos; más allá de lo justo que es abrir un debate en el futuro -y espero que no muy lejano- sobre las artes de pesca y cómo algunas de ellas, especialmente la de arrastre, pueden entrar en colisión con una definición nacional de cuidado y protección de las especies de que se trata, el proyecto que nos ocupa reviste una tremenda importancia.
Para tal efecto, solo deseo destacar que en las 200 millas de zona económica exclusiva se prohíbe "dar muerte, cazar, capturar, acosar, tener, poseer, transportar, desembarcar, elaborar o realizar cualquier proceso de transformación, así como la comercialización o almacenamiento de cualquier especie de cetáceo que habite o surque las aguas marítimas de jurisdicción nacional".
Según diversos científicos, se han clasificado 43 especies de cetáceos en nuestras aguas, lo cual representa cerca de 50 por ciento de la población total en el planeta. Por ello, me parece que lo que se desea hacer constituye una afirmación de soberanía de tremenda relevancia.
Mi única reflexión complementaria a la iniciativa, si debiera formularse algún matiz -y sin perjuicio de que el Gobierno haya declarado monumento natural a las ballenas, situación con otras repercusiones y alcances-, dice relación a la importancia de sacar de la Ley General de Pesca y Acuicultura la defensa de los cetáceos o la creación de santuarios.
Durante mucho tiempo se ha querido asimilar el caso de esas especies al contenido de dicho cuerpo legal. Y el proyecto en estudio aún mantiene parte de ese resabio. Hasta ahora, la veda establecida era "de pesca". En el fondo, ello importa hacerse parte de la misma mentalidad a la que han recurrido los japoneses para justificar la caza, en virtud de la cual tratan a un cetáceo como un pez más, desconociendo su calidad de mamífero, con otra historia, otra conformación, otro rol en los ecosistemas.
El proyecto en discusión incluye en la Ley General de Pesca un aspecto que el Senador que habla hubiera preferido que se encontrase, en lo particular, en una normativa distinta, relacionado con la protección, rescate, rehabilitación, reinserción y observación de mamíferos, por cuanto cree que lo anterior no es propio de dicho cuerpo legal. En verdad, es algo con valor en sí mismo y que debería formar parte de una ley autónoma.
Tampoco debe hallarse en el citado ordenamiento lo que se plantea en cuanto a la actividad de observación de cetáceos. Cabe preguntarse para qué se incorpora ese punto, el cual podría corresponder, en cambio, a la actividad económica de turismo de avistamiento o más bien a la categoría de investigación científica, en circunstancias de que la Ley General de Pesca se orienta eminentemente a la explotación racional de recursos.
A mi juicio, el proyecto, que presenta una tremenda fortaleza, exhibe la debilidad de contemplar dentro del texto legal mencionado esos dos temas, los cuales poseen valor en sí mismos y deberían ser objeto de una ley general que habría que debatir.
Por ello, para la historia fidedigna de la ley, simplemente quiero dejar constancia de que en el futuro se debe revisar dónde se sitúa la normativa pertinente. La rehabilitación y el avistamiento de cetáceos no tienen que ver -repito- con la Ley General de Pesca y Acuicultura, sino con la visión humana respecto de otros seres con los cuales convivimos en el planeta y un ordenamiento legal relativo al nivel de desarrollo de la civilización que queremos o de la que formamos parte.
Termino agradeciendo y reconociendo, en la voluntad de la Presidenta Bachelet, la tremenda visión de declarar unilateralmente las 200 millas de zona económica exclusiva como libre de caza de cetáceos. Ese pronunciamiento nos sitúa de una manera distinta dentro del contexto internacional.
Independientemente de que mi querido amigo el Senador señor Romero, quien es muy partidario de la afirmación de la soberanía nacional en otras materias, pueda exhibir a veces ciertas diferencias, imagino que va a entender que aquí está en juego una política de Estado. Y manifestamos nuestra gratitud de que sea la Presidenta Bachelet quien la encabece, porque estoy seguro de que dentro del 99,9 por ciento de los chilenos favorables a la medida figuran ciudadanos de todos los colores políticos; pero ha sido la Primera Mandataria, sobre todo, la que los ha entendido y sabido interpretarlos.
Votaremos con satisfacción a favor del proyecto. Todos los otros que lo complementen, bienvenidos sean, pero sin que distorsionen el objetivo principal, que es la declaración unilateral de la zona económica exclusiva chilena como santuario de ballenas, en una afirmación de soberanía y de humanidad de nuestra parte.
He dicho.
--(Aplausos en tribunas).
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo (Presidente).- Los asistentes en las tribunas deben abstenerse de hacer manifestaciones.
Tiene la palabra el Senador señor Núñez.


El señor NÚÑEZ.- Señor Presidente, esta materia es particularmente interesante. A quienes conocemos bien la geografía de Chile no deja de impresionarnos el hecho de que contemos en nuestras costas, como ya se ha dicho, con más del 50 por ciento de las especies de cetáceos y con prácticamente todas las variedades de ballenas, incluida la más afectada por el cambio climático: la ballena azul.
De seguro pocos de los presentes saben que el lugar donde hay más cetáceos, donde las investigaciones científicas han avanzado en mayor medida no es, como algunos podrían pensar, en el extremo sur -es decir, al sur de Chiloé-, sino entre la Tercera y Cuarta Región, entre Atacama y Coquimbo. Ahí se encuentran cinco islas que son una verdadera maravilla, ya que reúnen a su alrededor -sumada la costa de la Isla Grande de Chiloé- casi todas las variedades de cetáceos existentes.
La Isla Grande de Chiloé y la zona que estoy mencionando (las cinco islas que se encuentran entre Coquimbo y Atacama) no son áreas marítimas costeras protegidas. Por tanto, a propósito de esta iniciativa de ley, debiéramos proponerle al Gobierno que las declare como tales, igual como lo hizo con tres zonas de nuestro país: una en Magallanes; otra en Bahía Mansa, Región de Los Lagos, y una tercera en Caldera, Atacama. Así debiera procederse con las cinco islas señaladas y con Chiloé, sobre todo en el golfo de Corcovado, donde se han avistado las principales especies de ballenas existentes en el planeta, en especial la ballena azul.
Si, a raíz del proyecto en análisis, pidiéramos al Ejecutivo que declare áreas protegidas a esas dos grandes zonas, estaríamos dando un paso muy importante en una tarea en la que al parecer tenemos unanimidad: proteger especies marítimas que constituyen el testimonio de lo que fue la historia geológica de nuestro planeta. No por otra razón al sur de Caldera se encuentran osamentas de especies marinas que ya no existen. Esa zona está protegida. Ahí se hallan restos de tiburones que han desaparecido como recurso marítimo. Pero también hay especies absolutamente desconocidas que han sido descubiertas recién en los últimos tiempos.
En segundo lugar, debiéramos aprovechar este debate para representarle al Gobierno nuestra oposición al hecho de que algunos países (Japón, Islandia, Noruega, entre otros) sigan cazando cetáceos de manera absolutamente arbitraria y a pesar de los convenios internacionales vigentes.
En Chile se encuentran, además de la ballena azul ya mencionada, la ballena jorobada y la ballena franca, así como cetáceos dentados, que son muy escasos en otros mares, como los cachalotes, los delfines, las marsopas, las toninas y las orcas. Todos quienes hemos visitado el sur de nuestro país nos alegramos de ver las toninas y la manera como estas se relacionan con el ser humano.
En consecuencia, estamos frente a un proyecto de ley que avanza en línea con lo que está tratando de hacer la Humanidad: asumir la protección de estas especies, que se encuentran seriamente amenazadas.
Finalmente, resulta muy importante tener presente que, según lo que he leído en los últimos tiempos, el cambio climático -uno de los temas que debiéramos discutir en forma más detenida en algún instante en el Senado- está afectando gravemente la subsistencia de los cetáceos. Ello, porque ha elevado la temperatura de los mares; ha hecho desaparecer una significativa cantidad de especies con las cuales ellos se alimentan, y ha disminuido la cantidad de kril, que sigue siendo una de las reservas de alimentos más espectaculares del mundo. El kril seguramente se convertirá, cuando no tengamos posibilidad de alimentar a los millones de habitantes del planeta, en uno de los recursos a los cuales tendremos que echar mano. Sin embargo, está disminuyendo de manera bastante preocupante en las zonas antárticas.
En concreto, los cetáceos se encuentran en vías de extinción, dado que el cambio climático -al cual nosotros contribuimos en buena medida- está afectando los mares en donde viven.
Porque me parece que la iniciativa avanza en el sentido de lo que todos los chilenos quieren, vamos a dar nuestro voto favorable a ella.
He dicho.
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Romero.


El señor ROMERO.- Señor Presidente, ciertamente esta es una política de Estado. Siempre ha sido tal cuando legislamos respecto de la soberanía terrestre o marítima. En este caso, Chile ha sido pionero, pues es uno de los pocos países que han avanzado en la conservación de las especies.
El Acuerdo de Galápagos constituye uno de nuestros logros en materia de protección de las especies pelágicas, particularmente en las naciones del Pacífico Sur.
Toda la relación que existe entre Chile y su mar es prácticamente una hazaña o una aventura de pioneros. Fuimos los primeros que hicimos ver la necesidad de las 200 millas. Fuimos los primeros en señalar que esas 200 millas tenían que ser de zona económica exclusiva. Fuimos los primeros en proteger las especies pelágicas. Y hoy día no podíamos sino ser la vanguardia en una materia que de verdad concita el mayor de los respaldos, no solamente en el Senado sino -yo diría- en todo el país.
Las ballenas pertenecen a nuestro mar. No sé si las condiciones de frío o de temperatura posibilitan que podamos verlas desde Atacama, como señalaba el Senador señor Núñez, o desde la isla Damas hasta el extremo sur. Personalmente he podido comprobar en la bahía Ana Pink cómo ballenas de distintas especies se encuentran siempre presentes, como mostrando una suerte de soberanía en el mar.
En ese sentido, señor Presidente, más allá de lo que significa el proyecto en términos de protección, yo creo que su simbolismo, además de ser real, expresa una voluntad de ser del pueblo chileno en esta materia. Y eso es algo que a todos nos debe alegrar.
El Honorable señor Horvath y otros señores Senadores han sido pioneros en un asunto que, sin duda, concita el respaldo y el entusiasmo de todos los que estamos en esta Sala. Por eso, creo que la iniciativa va a ser aprobada por unanimidad.
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Girardi.


El señor GIRARDI.- Señor Presidente, no cabe duda de que este proyecto constituye un avance, pero, como decía el Senador señor Núñez, hay algunas reflexiones adicionales que hacer.
Hemos sido testigos de cómo una especie de mamífero inofensivo -el más grande de todos-, a título de nada, sin mediar ninguna necesidad imperiosa, ha sido puesta en riesgo de extinción por las prácticas humanas depredadoras. A pesar de que estos cetáceos tienen niveles de protección importantes, se han buscado subterfugios para cazarlos a través de lo que Japón y Noruega denominaron "pesca científica", en virtud de la cual matan cerca de 1.200 ejemplares por año.
Pero eso es parte del problema.
Lo más grave -lo señaló también el Senador señor Núñez- es el calentamiento global, del que los seres humanos somos los principales responsables. El aumento de 5 grados de temperatura en el planeta no solo afectará el kril que necesitan comer las ballenas, sino que también va a eliminar el plancton y otros organismos de los mares que resultan fundamentales para la mantención de la vida, para la mantención del CO2, para la mantención de la temperatura, para la mantención del oxígeno. Esas algas son las grandes generadoras del sulfuro de dimetilo, principal productor de nubes en el planeta y, por tanto, resultan esenciales para la preservación de la vida.
Entonces, ello debiera llamarnos a una reflexión más profunda: la especie humana, de la cual somos parte, con apenas cinco millones de años sobre el planeta -unos recién llegados prácticamente-, está amenazando la vida en general.
Lamentablemente, en parte importante del mundo y en países como el nuestro, este no es un tema de análisis, sino un no tema, pese a ser el asunto más relevante de política-civilización en la gran mayoría de los congresos y en los debates públicos gubernamentales de numerosas naciones.
Deploro que en Chile este todavía sea un no tema.
En segundo lugar, los avances logrados en esta materia que vale la pena destacar son producto de la movilización ciudadana, de organizaciones no gubernamentales, de investigadores, de universidades, de centros de estudio, de jóvenes y de distintos actores que se han asociado para poner de relieve este punto y reaccionar frente a un cambio cultural y éticamente inaceptable.
Valoro que el Senado, encabezado por el Honorable señor Horvath y otros colegas, haya presentado en diciembre de 2007 -antes que el Ejecutivo, que lo hizo en mayo o junio de este año- un proyecto de ley que busca precisamente proteger a los cetáceos y dar una señal en este sentido.
También aplaudo que la iniciativa establezca el delito ambiental. Por primera vez se consagra una sanción penal para quien viole o dañe el patrimonio natural, como son los cetáceos, situación que debiera extenderse a otros perjuicios ambientales que se producen en el país.
La legislación sobre esta clase de delito se encuentra muy globalizada. Pero en Chile ha sido muy difícil establecer una penalidad para quien afecte el medioambiente con consecuencias irreparables, con daño para la vida. Nosotros debiéramos aprovechar este impulso y la disposición del Ejecutivo para pedir que este instrumento se aplique en otro tipo de conflictos ambientales.
Por otra parte, quiero hacer la siguiente reflexión: no sería bueno -y ojalá ello no ocurra- que esta campaña de protección a la ballena se convirtiera en un "lavado de cara", en una simple política "cosmética".
En el papel, resulta fácil proteger a ese mamífero. Pero uno espera coherencia en esta materia. Se está disponiendo que se considere a la ballena monumento de la naturaleza. Sin embargo, observamos cómo todos los monumentos naturales terrestres son violados y brutalmente intervenidos sin que nuestras autoridades hagan algo para impedirlo.
De hecho, los parques nacionales, que tienen un rango de protección mayor que el de los monumentos naturales -como el alerce y otras especies-, también son dañados. Y no vemos a las autoridades defendiéndolos; más bien, las vemos asistiendo a una absoluta legitimación y validación de la intervención de áreas silvestres protegidas, resguardadas incluso por tratados internacionales.
Por lo tanto, quisiera ver coherencia en esta materia.
La práctica que estamos llevando a cabo respecto de las ballenas y de los cetáceos en general, que me parece fundamental, debe extenderse con igual fuerza y entusiasmo a la defensa de nuestro patrimonio natural. Sería lamentable que esta iniciativa no fuera sino una nueva pirotecnia y una manera fácil de decir "Lo estamos haciendo", cuando en realidad así estaremos haciendo poco.
Votaré a favor del proyecto, pero espero que lo aprobado aquí se haga extensivo a otros ámbitos.
La salmonicultura, por ejemplo, se está trasladando a la Duodécima Región, que es un patrimonio natural maravilloso. Dicha actividad en la Región de Los Lagos, por carecer de resguardos ecológicos y ambientales, ya está poniendo en riesgo la existencia de un patrimonio natural sano.
Me parece lamentable que tales empresas se trasladen a otras Regiones sin cambiar sus procedimientos y dejando en una situación absolutamente caótica la zona donde se encontraban, y que, en vez de aprovechar la crisis como un elemento de cambio para mejorar las políticas ambientales y las prácticas existentes, resuelvan el problema solo por la vía de buscar nuevos parajes naturales impolutos para dejarlos polutos y absolutamente deteriorados.
Tampoco hemos tenido coraje para enfrentar esta situación.
Por otro lado, con el tema de la dioxina, hemos visto las consecuencias que se generan cuando un país compromete su patrimonio natural y ecológico, su imagen. Ello tiene que ver con nuestras prácticas antrópicas de contaminación, que causan daño no solo a la salud sino también a un potencial de desarrollo inmenso: a Chile como potencia alimentaria.
En realidad, no quisiera que en la salmonicultura pasara lo mismo con la aplicación de antibióticos. Lo digo con palabras muy claras: hemos sido informados de que se agregan antibióticos preventivos a los alimentos, lo que constituye un crimen no solo contra los seres humanos, sino además contra el medioambiente. Ello, asimismo, daña la imagen país, porque, si Chile vuelve a ser cuestionado -como sucedió en el caso de la dioxina-, ahora por el uso de antibióticos, hormonas o plaguicidas, considerando que no tenemos un aseguramiento de calidad para ningún alimento que ingrese al mercado interno desde el extranjero, el escenario se tornará muy complejo.
Por lo tanto, espero que el avance que estamos realizando en materia de cetáceos no sea -insisto- una "política cosmética" y que haya coherencia para reafirmar una voluntad real de defender nuestro patrimonio natural en todo el territorio, a pesar de lo conflictivo que pueda ser en el corto plazo. En el mediano plazo, una política ambiental sustentable y una imagen país seria y responsable en este ámbito pueden ser la mejor y mayor inversión que Chile haga a futuro.
Gracias, señor Presidente.
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo (Presidente).- Ofrezco la palabra.
Ofrezco la palabra.
Cerrado el debate.
En votación la idea de legislar.
El señor HOFFMANN (Secretario General).- ¿Algún señor Senador no ha emitido su voto?
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo (Presidente).- Terminada la votación.
--Se aprueba en general el proyecto (30 votos), dejándose constancia de que se reunió el quórum constitucional exigido.
Votaron las señoras Alvear y Matthei y los señores Allamand, Ávila, Bianchi, Cantero, Chadwick, Coloma, Espina, Flores, Frei, Gazmuri, Girardi, Gómez, Horvath, Kuschel, Larraín, Letelier, Longueira, Muñoz Aburto, Navarro, Núñez, Orpis, Pérez Varela, Pizarro, Prokurica, Romero, Ruiz-Esquide, Sabag y Zaldívar.
--(Aplausos en las tribunas).
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo (Presidente).- Corresponde fijar plazo para presentar indicaciones.
Honorable señor Horvath, como usted ha encabezado el tratamiento de este asunto, ¿le parece bien el 15 de septiembre?
El señor HORVATH.- Señor Presidente, precisamente porque hemos avanzado mucho en nuestro trabajo, propongo fijar el lunes 8, a las 12, con el objeto de debatir en particular la iniciativa en la Sala la próxima semana. Así la ley podrá ser promulgada antes del 15 de septiembre.
Ese es el compromiso nuestro.
El señor ZALDÍVAR, don Adolfo (Presidente).- ¿Habría acuerdo?
--Se fija como plazo para presentar indicaciones el lunes 8 de septiembre, a las 12.